Por razones ajenas a mi voluntad me he convertido en un experto en cine para niños. Esas razones ajenas a mi voluntad son mis niños, claro. Me he tragado casi todas las películas de los últimos años y esto me convierte en crítico autorizado de cine infantil y de animación. Desde que tengo hijos, como muchos padres y madres, he visto más películas para niños que cuando era niño yo mismo. Los niños parecen ser hoy en día los únicos que pueden arrastrar a un adulto al cine, porque sus padres no ven la hora de llenar los espacios muertos, o más bien sin ocio, del tiempo libre. Prácticamente se estrena una película infantil a la semana. Antes era en Navidad y basta, y el resto del año, a correr por casa o en la calle.
Ahora los niños, que llevan a sus padres incorporados, se han convertido en un objetivo esencial de público de masas. Los niños no tienen dinero, pero sí más capacidad de persuasión que cualquier campaña publicitaria, y con un mínimo esfuerzo por parte del fabricante del producto. Basta que les enseñes el caramelito y ellos se encargan de dar el coñazo a sus padres hasta conseguirlo. Es una técnica irresistible. Por eso, por no resistir, y porque me gusta el cine y quiero que a ellos les guste, les he llevado a menudo al cine. Pero ya empiezo a estar harto.
Mi punto de saturación llegó con Del revés (Inside out, 2014). Ya, ya sé que la han puesto de obra maestra, pero a mí me pareció odiosa. Parte de la idolatría general entra en esa inercia de beatificación que aún emana todo lo que rodea el mundo de Steve Jobs, quien adquirió la empresa que sería conocida como Pixar en 1986, casa de producción del filme y símbolo de esta nueva era animada. Pero la verdad, mis hijos no se enteraron de nada y yo, que me enteré, salí de mala leche. ¿Para quién es esa película, a quién va dirigida? No es para niños ni para adultos, es para una especie muy particular, cada vez más frecuente: los adultos que son como niños. Quizá el público estadounidense medio, y el mundial, se englobe cada vez más en esa categoría.
La deriva de infantilización de los adultos convive, de forma paradójica, con esa manía de forzar a los niños a ser mayores, metiéndoles en asuntos, situaciones y gracietas que les superan en edad. El argumento de Del revés, con esos personajes que trabajan en el cerebro como en una central de datos, es un atentado psicoanalista para un chaval, que por suerte aún no se hace ninguna paja mental. Hablando de eso, Woody Allen ya hizo esto con infinita mayor gracia en Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo (y nunca se atrevió a preguntar), de 1972, en la famosa escena en la que interpreta a un espermatozoide a la espera de saltar al vacío como en una misión paracaidista.
La protagonista de Del revés, una tal Alegría, es más insoportable que una tarde de Cantajuegos. No solo hay poesía barata, es que la película está impregnada de psicología barata, como si la mente fuera un parque temático controlado por poderes ocultos y con total ausencia de racionalidad. Y, como siempre, mucho personaje con traumas, complejos, sentido de culpa, dudas de identidad y obsesionado con el éxito y cómo conseguirlo. Yo no sé qué gente conoce quien escribe estos guiones, pero si su barrio es así le iría mejor abriendo una consulta de psicoanalista.
Ya eran un delirio adefesios como Gru, mi villano favorito 2 (2013), de la Universal, que transcurre en un centro comercial, Shrek 4 (2010) y sus líos espacio-temporales o el malo celoso de fama de Los pingüinos de Madagascar (2014), ambas de Dreamworks. Lejos de llegar a la cumbre del formato, como se proclama, creo que se está agotando. Pero es raro oír que nadie ponga pegas a estas películas. En las críticas siempre son estupendas para toda la familia. No niego habérmelo pasado bien con muchas de ellas, pero siempre me acabo moviendo en la butaca al notar lo subliminal y el tufo de moralina que hay detrás. Porque vas con niños. Entre tanta tecnología y mecanismo de juguete perfecto a menudo falla todo lo literario, lo lírico, el cuento. Por no hablar de la clase media baja del sector, esas series de dibujos animados por ordenador que ponen en la tele a todas horas en que los personajes parecen androides en paisajes digitales desolados. Hagan la prueba: a los críos les das a elegir y siempre escogen Tom y Jerry, La Pantera Rosa y cosas así. Tienen gusto.
Cuando ves a un niño gozar con Chaplin comprendes que los enanos tienen una sensibilidad y una agudeza mucho mayor de las que a menudo les suponemos, pero al mismo tiempo son muy ingenuos y vulnerables. Pueden disfrutar con explosiones y estrés narrativo, aunque es obvio que no todo lo que fascina es bueno, pero si les pones el pato Donald descubres que su sentido del ritmo, su humor y su capacidad de asombro están aún inmersos en un insondable y sacro océano de inocencia. Se ríen a carcajadas con lo clásico: las caídas, las muecas, los eructos. No necesitan mucha sofisticación, pero también tienen un sutil sentido del humor y de la maravilla casi inaccesible para los adultos, un código muy suyo que solo algunos genios que mantienen cierta pureza logran cifrar. Adaptarse a ello es una tarea dificilísima, requiere un tacto y un estilo sublime, pero viendo algunas películas parece que el objetivo es dilapidar a toda velocidad esas reservas de inocencia, y es un pecado diabólico, porque es un estado envidiable al que nunca regresarán. ¿Por qué tanta prisa en hacerles adultos? Entre niños que crecen antes de tiempo y adultos que van para atrás nos encontraremos pronto, si no estamos ya, en un punto intermedio donde seremos todos gilipollas.
Recuerdo bien, cuando era pequeño, a los padres gilipollas de algunos de mis amigos. Era un dilema existencial peliagudo, porque desde temprana edad yo me preguntaba si esos niños, por tratarse de sus padres, se darían cuenta de que eran gilipollas o su condición les cegaría irremediablemente las puertas de la percepción. Con el tiempo vi que algunos llegaron a la misma conclusión. Y esto quería yo decir: si ustedes son gilipollas y tienen hijos, desengáñense, ellos se darán cuenta. El hecho de que les hayan traído al mundo no les va a garantizar nada. Una generación no tiene por qué ser mejor que la anterior, no funciona así, como si salieran nuevos modelos y mejores de forma natural. De hecho no sé dónde están esos genios de mi generación. Aunque tiene sus ventajas, porque la caída del nivel medio nos da posibilidades a los normalitos.
Aquellos chicos con padres memos parecían normales y eso te devolvía la fe en la raza humana, capaz de sobreponerse a la adversidad. Pero con la adolescencia estallaba el conflicto y muchos de ellos se hacían raros o se volvían medio locos. Y eso quería decir también: aunque piensen que les han salido bien, desengáñense, luego llega el ajuste de cuentas. Los hijos siempre juzgan severamente a sus padres.
Pero además es que en este rollo de Pixar, comprada por Disney en 2006, y demás casas cinematográficas hay un matiz económico nada secundario, porque se trata de vender un producto al mayor número posible de personas. Estas películas han trabajado hasta ahora a fondo el híbrido generacional, las tramas que se mueven a varios niveles de comprensión que funcionan, simultáneamente y dando un poquito a todos, con adultos, adolescentes y niños. El equilibrio es arduo y no siempre está conseguido. La presión de la producción y, en otras ocasiones, una loable ansia experimental han dado cosas raras, cuando no engendros. La primera mitad de Wall-E es fabulosa, pero infumable para un niño, además de tétrica y apocalíptica. En Del revés pasa lo mismo. Sería mejor si se aclararan. Si quieres hacer Ingmar Bergman en dibujos animados, adelante. Arrugas (2011), sin salir de España, de Ignacio Ferreras y basada en el cómic de Paco Roca, es un peliculón. Para adultos, claro. La animación europea, en general, tiene otra inspiración y otra respiración, otro aire. Kirikú (1998) o Un gato en París (2010), o la fantástica serie gamberra belga Panique au village, convertida en película en 2009, son buenas muestras.
El problema es que con Ingmar Bergman en dibujos animados luego no vendes pijamas ni tazas. Que es de lo que se trata. Lo de Frozen (2013), de la Disney, otro horror de iconos femeninos con un pibón de las nieves, ha batido récords de mercadotecnia majara. Y sí, admiradores incondicionales, me temo que la última de Star Wars, distribuida por Disney, y todos sus defectos, obedecen a la misma lógica. Sobre la estética televisiva de Operación Triunfo de algunos de estos bodrios poco hay más aterrador que ver a una horda de pingüinos cantar un tema de Queen en la medianoche boreal en Happy Feet (2006), de la Warner, también tremenda en sus mensajes.
El niño ya no es tanto un espectador como un enorme consumidor. Y eso que no tienen un duro en el banco. Pero se les empuja para que crezcan y se conviertan rapidito en adultos consumidores. Más carne para la máquina. Alguien me debe explicar todavía por qué esas cadenas que solo emiten dibujos animados infantiles, y por tanto se destinan a un público exclusivamente de niños, tienen anuncios. Y por qué se permite. Ya nos parece normal. De hecho cada vez que lo digo me miran como si estuviera loco.
Cuando eres un niño no es infrecuente usar un criterio elemental: lo que no les gusta a tus padres es bueno. Y estamos ahí: no sé qué pensarán los niños si a la mayoría de sus padres les encantan estas películas. Alucinas con lo que te recomiendan algunos papás y mamás y te llevas muchas sorpresas al comprobar el nivel mental de conocidos y amistades. Es como la tragedia humana de nuestro tiempo de descubrir los pensamientos de los demás en Twitter o WhatsApp. Calladitos ganamos mucho todos.
De pequeño aprendes más cuando ves películas de mayores, y no digamos si es a escondidas, porque están sin disfrazar y sin masticar. Te asomas a un mundo extraño e intrigante, el de los adultos, al que un día pertenecerás, y nadie te baja el listón. Tienes que subir tú. Ahora es al revés, o del revés: el listón se baja cada vez más y los mayores se vienen contigo al cine, y a veces hasta son las únicas ocasiones en las que van. Ver películas con los padres siempre ha tenido algo de incordio, porque el cine es una actividad solitaria. Todos hemos vivido esos momentos de silencio con toses en el salón cuando la familia se ve reunida de improviso ante una escena erótica en la tele.
A los niños, por lo que yo veo, les encanta crecer y cumplir años. Son algunos adultos los que tienen un problema con haberlo hecho. Por eso algunas de estas películas sobre lo complicado de crecer, y que sus protagonistas lo acepten de una puñetera vez, parecen más bien destinadas a ellos, no a sus hijos. La pareja de progenitores de Hotel Transilvania 2, de la Sony, son dos niñatos anormales nada preparados para ser padres. También son parábolas de madurez o de la adolescencia Shrek, Buscando a Nemo o Cars, así como el telón de fondo de la saga de Toy Story. No sé, comparando con clásicos de Disney, que también se las traían en ideología subyacente, Cenicienta no debía crecer, estaba ya crecidita y lo que pasaba es que su vida era una mierda. El reto era superarlo, aunque fuera con hada madrina. El paradigma en Peter Pan es explícito, pero es una despedida de la infancia: queremos seguir siendo niños, pero esto es lo que hay.
El periodista australiano James Douglas ha ido aún más lejos en un interesante análisis sobre las películas de Pixar publicado en The Awl el año pasado. Viene a decir que sus historias son siempre, de forma obsesiva, una metáfora capitalista del mundo laboral, donde el empleado debe adaptarse a los vaivenes y filosofía de la empresa. En Toy Story, la primera película de Pixar, hace ya veinte años, dos individuos compiten por un mismo puesto de trabajo; en Up un jubilado debe reinventarse si no quiere ser aplastado; en Monstruos S. A. una élite de empleados lucha por ser el número uno; Ratatouille va de que cualquiera, hasta el más insospechado, puede hacer un trabajo si se esfuerza lo suficiente y de cómo convertirse en líder de un equipo. Douglas sostiene que en Buscando a Nemo o Indomable (Brave) el argumento aborda disfunciones familiares como si se tratara de problemas de recursos humanos, porque finalmente los padres reconocen las capacidades de sus hijos.
Resumiendo, según este autor, y al margen de que el protagonista sea un muñeco, un pez, un robot o un ratón: «La base de cada historia de Pixar es un individuo que intenta establecer, afinar o preservar su función de instrumento en un sistema laboral. El único modo en que la Pixar consigue conceptuar un protagonista es asignarle un trabajo, o dejarle sin él, y construir mecanismos en la trama para asegurar que logre su tarea (…) Está orientado hacia la meta final de ser un trabajador eficiente y productivo». Es decir, prosperidad individual con un trabajo incesante.
Sin volvernos locos, es la historia de siempre en el cine de Hollywood, la de alguien que logra lo que se propone. En ese esquema también encaja perfectamente Ulises en la Odisea. Y también decía Truffaut, que va a misa, que se sentía estafado si un tipo se pasa media película haciendo un túnel para escapar y al final le pillan. En realidad a mí en todas estas películas, como en muchas desde hace años, lo que me apesta es que está todo muy milimetrado, como un juego de pesos y medidas que controla las emociones. Están obscenamente calculadas siguiendo algoritmos de manual de guion. Noto cómo me tengo que emocionar, asustar o que me quieren activar cualquier otro resorte sentimental en tal escena. No son nada fluidas, no dan ninguna sensación de libertad, de relato imprevisible, de alguien que me quiere contar algo. Tienen escasísima poesía, aunque son muy buenas en el cinismo. Que es un sentimiento estrictamente adulto. Vivimos tiempos muy prosaicos y sensibleros, que no sé que es peor, pero en el fondo muy materialistas.
Douglas identifica esta idea dominante que percibe en las películas de Pixar con la filosofía misma de la empresa y el buen rollo de Silicon Valley, esas compañías que todos envidiamos porque puedes vaguear en un cojín gigante o jugar al futbolín. Porque para Pixar, todo es uno: vivir es trabajar. Trabajando te lo pasas tan bien que no te enteras de que estás trabajando. Es toda una aventura. Igual que cuando jugueteas con el móvil por trabajo a todas horas no piensas que estás trabajando. Es lo que estamos enseñando a nuestros hijos, está fenomenal. No hay diferencia entre tiempo libre y trabajo. Yo me deprimo cada vez que veo a niños narcotizados con una tablet en un restaurante mientras sus padres comen en silencio. O niños aburridos mirando al techo mientras sus padres consultan el móvil durante lapsos de veinte minutos.
Metáfora fantástica de todo esto es la basura. Es curioso, señala Douglas, la de veces que en estas películas aparece el basurero como la muerte final, el mal absoluto o el infierno del olvido. O del capitalismo. «La basura no trabaja, no tiene una función, es el modo de representación de la inutilidad (…) Es la lógica del capitalismo puro. En una economía estructurada sobre el crecimiento ilimitado, el dinamismo es el estado natural de las cosas y el capital improductivo, como el trabajador improductivo, es un desperdicio de recursos. El ciudadano virtuoso no debe solo consumir, sino también producir», dice Douglas. En Del revés el vertedero es el lugar donde mueren los sueños de la infancia cuando ya no sirven, en Wall-E es directamente el planeta Tierra antes de ser refundado por humanos emprendedores y en Toy Story 3 es el amenazador final de los juguetes extraviados.
En este orden de cosas es entrañable recordar un correo electrónico de Steve Jobs. Salió a la luz en un juicio por pactar ilegalmente con Google y otras empresas del valle idílico que no se robarían empleados para poder así mantener congelados sus sueldos. Cuando el jefe de Google le comunicó por e-mail que despediría en una hora a un dirigente que se había saltado esa regla secreta, San Steve Jobs respondió así: :).
No hay por donde cogerlo….
Me parece un artículo plagado de mucha pedantería. Como si el autor de este artículo tuviera solamente el juicio supremo de lo qué una buena película es. Creo que me encantan todas las películas de animación, quitando algunas que son infumables. Estoy de acuerdo en lo de «Del revés» es tan pedante como este artículo. Me pareció de lo más pretenciosa.
Vivimos en una sociedad infantilizada, sí. Pero a mí me gusta sentirme niña viendo esas películas, creo que no hay nada pero nada de malo en ello. Y para gustos los colores, no vamos a ponernos todos el monóculo para ver una película. Que se puede disfrutar una peli europea hasta una en la que salga Godzilla. Odio que me digan que tengo que ver, porque eso denota más o menos inteligencia. ¡Anda ya! para gustos los colores.
No estoy nada de acuerdo con el artículo. Me encanta las películas de Chaplin, me encantó inside out, y UP, y Toy Story.
No creo que haya nada de psicología barata en Inside out, sino más bien, creatividad e ingenio para crear el universo de la mente. A mí me gusta ir al cine con mis hijos y sin ellos. No hay que sacar punta a todo lo que se ve y se lee.
Pues la verdad es que prefiero ver las películas en el ordenador para poder parar la reproducción cuando las arcadas se me hacen demasiado insufribles. Las películas de Hollywood llevan atacando mi sensibilidad desde que era niño empezando con Dumbo y continuando con Winnie the Pooh, cuando llegaba el momento de la lagrimita yo abandonaba la habitación asqueado, ahora puedo pulsar el botón de parar o en casos límite borrar la bazofia en cuestión y enviarla allí donde mueren los bits.
Primera vez que comento, y es simplemente para mostrar mi más absoluto desacuerdo con todo. Pedante hasta la muerte, incluso para los estándares de Jot Down. Revenidísimo.
Viva los Minions
vivan!!!!
Wall-e fue la última película grandiosa que hizo Pixar tras darnos maravillas como Nemo, Ratatouille, Toy Story, Cars, Monstruos Inc, Los Increibles y otras más. Tras eso fue para abajo con bodrios infumables que, como amante del cine de animación, no he terminado de ver: Indomable una basura sin sentido, Del Reves horrible, del Viaje de Arlo menor ni hablo y secuelas malisimas de exitos anteriores.
Comparto 100% tu comentario, tocayo. Solo una apreciación: si vemos el año en que Disney compró Pixar y la decadencia de la 2ª ya tenemos la respuesta: el disney worst ha tomado el control. Por lo demás muy oportuna la cita de Los Increibles, una obra maestra que desmonta cualquiera de los argumentos del autor de este artículo. Moraleja, ponle a papi valium con las palomitas que se altera demasiado.
Me parece que debería ser un poco menos soberbio en su redacción, no vale cualquier cosa.
Desde el cariño Íñigo.
Saludos
Yo soy uno de esos desdeñados «adultos que son como niños». Efectivamente, disfruto con las películas que el autor critica. Disfruto aún más, cuando los auténticos adultos (los que no son como niños) nos critican para autoafirmarse. Nos ven felices y despreocupados y claro, eso jeringa ;)
Gracias Iñigo por un artículo tan bien escrito, desgraciadamente has retratado muy bien la sociedad actual. Ah! y ánimo en eso de inculcar el amor por el cine a tus niños.
Y como muy bien dijo Anton Ego en ‘Ratatouille’:
«El trabajo del crítico es sencillo en más de un sentido. Arriesgamos muy poco, y sin embargo usufructuamos de una posición situada por encima de quienes someten su trabajo y su persona a nuestro juicio. Prosperamos gracias a nuestras críticas negativas, que resultan divertidas cuando se las escribe y cuando se las lee.»
En fin, tras esta lapidaria cita extraida de la perversa mente de un egocentrico guionista de la factoria de esclavos capitalista, fundada a la sazón por el genio del mal, (viva el capital!), le diré que no añadiré nada mas. Pena del tiempo invertido en leer este articulo.
Sin embargo los Fraggle acudian a la basura en busca de consejo, ¿Recordais?. No trabajaban, cantaban y corrian de lado a lado y se comian las estructuras de los curri. Jim Henson si que era genial.
Es cierto! Qué recuerdos, los Fraguel, ay.
El personaje curry más importante era Berbikina Curry, creo recordar. Una punky de pelo rojo que era una antisistema total. Era obviamente un personaje femenino. Se pasaba toda la serie diciendo que no quería ir a la escuela, porque no quería estudiar, no quería ser constructora, y sobre todo no quería ser un curry (es decir, una currela). Ella quería ser un fraggel… Y quién no??? Absolutamente genial! Saludos!
Amén a todo, gracias por no dejarte lapidar por presuntos adultos furibundos a quienes este artículo va a causar demasiado escozor. Recomiendo auténticas obras de arte como El cuento de la princesa Kaguya, Kubo y las dos cuerdas mágicas o La oveja Shaun.
Lo más subliminal que hay en nuestra vida es nuestro carácter, supuesta fuente de inspiración de nuestra siguiente generación. Entiendo que las películas no están para educar sino para entretener, pero hasta para eso hay que estar alerta, y en ese sentido me parece que el artículo plantea interesantes reflexiones para la convivencia intergeneracional.
Personalmente me da náuseas el mundo Disney y acólitos, pero cuando «no me queda más remedio que» ver sus productos con mis niñas intento disfrutar el momento. Luego queda la enorme tarea de convivir…
El autor pertenece a esa masa de personas del siglo pasado que opinan que el mundo adulto y el mundo infantil deben separarse religiosamente y se indignan si alguien se atreve a proponer una mezcla. ¡Oh dios mío! ¿Le vas a hablar a mi hijo de problemas REALES como la depresión, los miedos irracionales, la vejez, la aceptación de la muerte? Quita quita, ponle figuras, colores y una trama sencillita, así, cosas «para su edad». Que cuando crezca ya se encuentre de frente con todos esos problemas y aprenda a lidiar con ellos, como hemos hecho nosotros desde la posguerra, y muy bien que nos ha ido.
Ahora en serio, ¿qué hay de malo en que un adulto conecte con su parte inocente e infantil? ¿Qué hay de malo en que un niño pueda introducirse de forma sutil en el mundo adulto, sin dejar de pasárselo bien? A ver si vamos poco a poco superando ciertos dogmas, que ni los dibujos tienen que ser siempre para niños ni los niños se van a volver psicópatas por ver una escena de sexo con ocho años.
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¿Y quién dice que Pixar es para niños? Hay películas para todas las edades. El que sí que tiene problemas es el que necesita llevar niños para ver una película animada. Inside Out, estupenda. Y Mérida, fantástica. Hombre ya. Y como no puedo evitarlo, aquí el enlace de Touch de Sky. Mérida con su Clydesdale, espectacular. https://www.youtube.com/watch?v=gA9nZrhFo4U
Plumbeo e interminable artículo. A mitad de lectura he hecho scroll hacia abajo y, al ver todo lo que quedaba, he tenido que parar. Supongo que con las columnas de opinión siempre habrá la misma polémica: alguien opinando desde una tribuna pública y diciendo cosas que, o son contrarias a nuestras opiniones o, directamente, que no tienen ningún fundamento. Si el articulista es un experto objetivamente indiscutible sobre aquello de lo que escribe, hay que valorar (aunque sea a regañadientes) su opinión. En el segundo caso, simplemente se le ignora. Pero, en ambos casos, se agradece una cierta capacidad de síntesis. Un artículo de opinión en un periódico es una «ventanita» al mundo para exponer ideas de forma amena, no un sitio en el que dar clases magistrales, a la manera de como se haría en una revista científica (máxime cuando no se es un experto en la materia).
Muy de acuerdo con el artículo,las películas de Pixar son más o menos divertidas y tienen más o menos momentos geniales pero en general hay un trasfondo que no me gusta. Yo lo calificaría New Age.
Eso sí me gustan las películas basadas en los cuentos clásicos cuyas referencias a los mitos de la humanidad nos acercan a realidades profundas del ser humano.
Pero los guiones modernos me dejan indiferente,no hablan con verdad.Y sales del cine como del parque de atracciones : divertido sí pero sin la emoción estética que provoca el arte
Totalmente de acuerdo. Aunque algunos clásicos también dejan ese trasfondo. Que tienen los ariatogatos y el libro de la selva en común? Que son plácidas, no hay adrenalina en cada escena, y ni cuando Sherekan es realmente angustioso. Del reves y el viaje de Arlo, me han hecho llorar a moco tendido, de manera totalmente innecesaria. Afortunadamente sólo vi la segunda con mi hijo, que también lloró amargamente. Basta ya de cine con moralina y drama y angustia para niños! es absolutamente cierto que la violencia de Tom y Jerry es mucho mas sana precisamente porque se muestra con claridad que es realidad caricaturizada y puedes divertirte con ella.
Muy interesante artículo. Lo que a mí más me llama la atención es que en Pixar no son capaces de hacer una película normal, con personajes normales… Las películas de Pixar son todas un rizar el rizo que cada vez se hace más insufrible, y lo peor es que al final es para contar lo mismo simplemente cambiando los personajes.
Lamentable que se gaste tanto dinero en basuras como «Inside out» pudiéndose contar historias corrientes… pero historias de verdad, y no bodrios.
Ante la casi unánime buena crítica que ha tenido Del Revés, para empezar, felicitación por ir contra corriente, siempre es interesante conocer opiniones diferentes. Dicho esto, tengo que decir que discrepo del autor. Por un lado no creo que sea malo que a los niños se les ofrezca algo que vaya más allá de lo que pueden entender, en todo caso, depende del niño y cada cual saca lo que quiera y pueda de una película así. Es contradictorio primero quejarse de que la peli es demasiado complicada para niños (que no la entienda, cosa que creo que no es cierto) y luego lamentar que sea superficial (psicología barata). El autor no parece diferenciar entre películas infantiles de animáción modernas, que a mi entender las hay buenas o muy buenas (como del Revés, Wall-e etc.) y las hay que sólo buscan el efecto barato y fácil (como me lo pareció el de Minions y otros de este estudio). Es que no son iguales y si nos alejamos un poco de la nostalgia, que parece que le puede al autor, encontraremos que hay un poco de todo, como siempre. Del Revés, va a convertirse en clásico, no tengo la más mínima duda. Aún así, me alegra saber que hay opiniones contrarias. Un saludo.
Me ha gustado tanto el artículo como horripilado las críticas de los que han reaccionado a él sin enterarse de nada, o simplemente escocidos de haberse visto reflejados. Y estoy totalmente de acuerdo con el comentario de que Los Fraggle pertenecieron a / reflejaban otro mundo, ya extinto, mucho más libre. Yo fui un niño Fraggle y nunca me han gustado las películas de Pixar, con todo lo cuquis que son, excepto Wall-E. Quiero darle las gracias a Íñigo por haber abordado el tema con tanta lucidez, y espero leer más de él pronto.
Parece que lo has bordado, y muchos adultos se han sentido ofendidos cuando has tocado esa fibra sensible de crítica. Me encuentro en la misma encrucijada que tú: tengo 2 niños pequeños, y demandan distracciones, ver películas es una de ella. Y francamente las de pixar rozan el esperpento, lo más fácil a decir es que son adecuadas al gusto de hollywood en general, y de disney en particular.
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Si me gusta intensamente y todas las películas de Pixar y Dramwoks
Fui tan capaz de ver enteras todas las películas que menciona el autor como totalmente incapaz de leer hasta el final su tediosa y vacua columna.
Me da a mi que el autor del artículo no se ha leído nmunca un ensayo sobre las «segundas lecturas» que se podían hacer a cualquiera de esos clásicos de la animación infantil que tanto defiende en contraposición a las películas modernas que tan poco le gustan. Y si las películas que diesen fuewsen 100% para críos sin la más mínima «lectura adulta oculta» para no traumatizarlos con temas de mayores (ambas cosas harto imposibles); entonces el artículo que habría escrito sería sobre el soponcio que le da cada vez que va al cine a acompañar a sus retoños. Al final su problema no es la calidad o la temática de esas películas. Su problema es que va a verlas sintiéndose obligado a ello. Su problema es que no es capaz de decirles que NO a sus hijos o bien buscar una alternativa para que éstos puedan ver lo que quieran sin que usted tenga que pasar ese mal trago.
En vista a los numerosos comentarios tachando de pedante al autor, me gustaría decirle si es que lee esto y al resto de compañeros opinadores (qué bueno que es gratis, eh?) que su opinión es compartida por otras personas que nos gusta la animación. Toy story 1&2, wall-e, son obras maestras del género que dejan satisfecho al espectador al acabar, pero yo en particular me sentí muy decepcionado con inside out en concreto. Una idea genial pasada por la plantilla hollywodiense. Rancia.
Autor, mis felicitaciones y entraré más a jot down a leer artículos pedantes como este con opiniones de expertos, niños, y gente como tú o yo, que se agradece.
«La primera mitad de Wally es infumable para un niño » …. Nooooo. Mi hijo de6 años pedía ver Wally diariamente y le dejábamos sólo una vez por semana. Así estuvo a temporadas dos años y vió Wally unas 30 veces. Yo que la he visto unas 10 veces, aún no la odio. Creo que es una película maravillosa de principio a fin.
Cada vez me encuentro mas a menudo con el mismo fenómeno: alguien escribe un artículo que directa o indirectamente señala los males de nuestro tiempo y en los comentarios del artículo estos aparecen reflejados en una suerte de bucle infinito que sería divertido de no ser escalofriantemente patético.
Los críticos con este artículo se dividen en:
-Gente con escasa comprensión lectora, contestan a cosas que simplemente no están en el texto o han malinterpretado
-Personas con un apabullante deficit de atención: «no me he podido acabar tu artículo», «es larguísimo», «le he dado al scroll»
-Lectores acomplejados que ante la mínima muestra de inteligencia, cultura y/o riqueza de vocabulario se sienten ofendidos y necesitan defenderse atacando: «pedante», «plúmbeo», «revenidísimo»(?) etc.
– y por último están los que quieren forzar una falsa brecha generacional que no suele venir a cuento: «seres del siglo pasado»
El otro día leí un artículo de Diego A.Manrique señalando lo obvio: España tiene una cultura musical deficiente, los lectores daban fe de ello quejándose de manera similar a los lectores de este artículo y señalando su ignorancia musical al desconocer quien es Diego Manrique llamándole «cuñado» (!!!)
Supongo que lo peor de Internet es que todo el mundo tiene voz. Incluso yo :)
P.D.: Con el artículo de DAM pasaba algo que aquí no se ha dado (todavía) le «acusaban» de escribir para el grupo PRISA, según el lector «esbirros del club Bilderberg» ya sabéis, ese grupo «ultra secreto» del que conocemos los nombres de sus miembros, fechas de las reuniones y el menú de las cenas :)
Todo eso que dice sr Ricoy está muy bien, pero me temo que se ha quedado sólo con la mitad del asunto que concuerda con sus propias creencias u opiniones.
Podríamos hablar también de otro fenómeno que sucede cada vez con más frecuencia: Las críticas feroces y frontales (blanco o negro, cero matices) a algo que haya gustado de forma bastante generalizada (una película, un libro, un espectáculo…). Para gustos los colores como se suele decir, pero a uno le queda la sensación de que poner tanto esfuerzo en hacer patente semejantes rechazos tan extremos son más el reflejo de una ansia por destacar, pura y dura. Al fin y al cabo, quien se posiciona «a favor» queda diluido en la enorme cantidad de otros artículos/reseñas/loquesea equivalentes y quien pretenda hacer un análisis serio quedará ignorado excepto por 4 gatos, así que sólo queda sacar la bilis y las tripas como opción para conseguir ese bien tan preciado en los medios de hoy en día: atención de los demás.
Ah, y al igual que existen categorías de gente crítica con ese tipo de artículos, también podemos establecer un par para aquellos que estén a favor, a saber:
– Quienes critican a los que critican el artículo, afeándoles y magnificando cualquiera de sus declaraciones; como el que se ofende cuando oye a alguien negar una «verdad absoluta revelada».
– Quienes se limitan a decir que están de acuerdo con el artículo hasta la última coma. ¿Recuerda aquel dicho? Donde muchos piensan lo mismo, cada uno piensa muy poco.
Me ha encantado tu clasificación ;)
Efectivamente, menos mal que usted vino con su infinita sabiduría a traer la verdad absoluta y su infalible clasificación de gente patética porque, lógicamente, si a alguien este artículo no le gusta, entretiene e ilustra es porque tiene un grave problema de atención y de incultura. Lástima que yo no posea esa clarividencia que tiene usted que le concede el conocimiento de la verdad universal para poder opinar sobre lo patética que me parece la gente que menosprecia a los demás por tener una opinión diferente. Buenas tardes
Se le olvidan a usted aquellos que se creen en posesión de la verdad absoluta, los que usan la falacia ad hominem como argumento válido para defender un artículo, los que creen que la pedantería reside en el vocabulario de un texto y los que creen que estar en desacuerdo con el texto que defienden denota falta de comprensión lectora.
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Me he quedado perpleja….fantástico articulo….por desgracias, esta sociedad que describes a la perfección, es cada vez mas inculta e ignorante y por tanto incapaz de profundizarcomo tu lo haces y mucho menos de entender la profundidad de lo que escribes. Tu redacción es para mi un bálsamo contra la ingorancia y superficialidad de pensamiento que reina hoy en dia. Ojalá todos los padres y madres fueran capaces de analizar con ese rigor y visión crítica lo que se chupan e interiorizan sus hijos e hijas…. Ojalá fueran caoaces de protegerlos en lugar de destrozarlos aun mas asumiendo sin mas todo lo que este tipo de cine les muestra….
Esta nuestra sociedad no cuida en absoluto la infancia y padres y madres participan de ello….
Gracias por tu brillante articulo y por tu lucidez e inteligencia. Que suerte para tu hijo.
Te pido que algún dia escribas un articulo de peliculas adecuadas y recomendadas.
¿Por qué le dice eso de «qué suerte para tu hijo»? Si es a su/s hijos/s a quienes lleva a ver esas películas que luego tanto critica. Su artículo se podría encabezar con un «no hagan lo que yo ya he hecho porque…»
Coincido completamente en cambio con su petición final. Estaría bien que el autor propusiera ejemplos de lo que él considera «correcto» o «adecuado». Así nos podríamos formar una opinión plena de su criterio y ver si es coherente o si sólo tenía ganas de criticar algo sin más.
Totalmente de acuerdo con todos los puntos del artículo. Genial.
A la vista del artículo, más bien se inclinaría uno por pensar que a quienes más afecta la infantilización dominante de nuestro tiempo es… a los que tienen hijos. Cuando el punto de partida es pensar que el cine de Pixar es para niños, no se puede esperar llegar muy lejos. Esperemos que al autor del artículo no se le ocurra leer a Lewis Carroll o a Saint-Exupéry, porque menudos berrinches le esperan…
Por otra parte, el artículo hace del cine de Pixar una interpretación sesgada por una determinada inclinación ideológica pero, puestos a escoger aspectos concretos de películas concretas en favor de una interpretación alternativa, nada más fácil: por ejemplo, Toy Story 3 sería la historia de la exitosa lucha colectiva-sindical de un grupo de trabajadores a los que el sistema quiere expulsar y que, gracias al esfuerzo solidario, logran hacer valer sus derechos; Up es la historia de la también exitosa resistencia de un anciano marginado por la sociedad capitalista por defender su casita, que le quieren arrebatar las grandes corporaciones para construir rascacielos o centros comerciales; Wall-E habla de la alienación de la humanidad como consecuencia de la tecnología y de cómo sólo el retorno a la naturaleza puede salvarla… En definitiva, hay que ver este cine poniendo algo más de atención. Pero claro, si está pendiente de los caprichos de los niños y demás zarandajas al final no puede estar a todo.
Y si Toy Story habla de crecimiento, de maduración y de lo que se pierde en ese proceso (fundamentalmente la inocencia)?
Y si Up no es más que una (enorme, grandiosa) historia de amor entre un friki y una mujer maravillosa, y del cumplimiento de una promesa hecha por ese mismo amor?
Y si Walle es una historia de un solitario que se esfuerza convulsivamente en un trabajo a todas luces inútil para huir de esa soledad y luego es redimido por… el amor otra vez?
Pues sí, totalmente de acuerdo, y eso es lo que hace que sean grandes películas. Desde luego, no se me ocurriría hacer una interpretación en clave marxista del cine de Pixar salvo como parodia de la que se ofrece en el artículo.
Por último, la ética del trabajo («vivir es trabajar») no es la ética del capitalismo. La ética del capitalismo, o más bien su antiética, es la explotación del hombre por el hombre, es decir, que algunos vivan a costa del trabajo de los demás. La ética del trabajo es la propia del socialismo: fue Lenin el que dijo «el que no trabaje que no coma».
En un momento de Saving Mr. Banks, Disney le comenta a la autora de Mary Poppins que ésta ha venido a salvar a los niños. Y ella se extraña de que no haya entendido que la niñera mágica no estaba allí por ellos si no por su padre.
Quizá los cuentos que les damos a nuestros hijos (metamos aquí a Pixar, Disney, Dreamworks, los Grimm, los japoneses, lo que se quiera), sean tanto para socializarlos a ellos como para calmar nuestra angustia.
A lo mejor lo que hay que hacer es relajarse y disfrutar. Buscar sublecturas retorcidas puede ser agotador….
Por lo demás un placer el artículo, como suele ser habitual.
Pos yo estoy dacuerdo con asolutamente todos los comentarios que san escrito hasta el momento. Y también con el autor del articulo!!
Quizás se trata de que los propios padres filtremos un poco qué ven nuestros hijos, y darnos cuenta de que el hecho de que una película sea de dibujos animados no la hace automáticamente para todos los públicos.
La tesis de «Loa al Capitalismo» de las películas de Pixar no solo está metida con calzador sino que, con un poco de análisis, se revela como falsa.
¿Hay una película más crítica con el capital-mercantilismo que Cars, donde el protagonista prefiere PERDER la carrera que tenía ganada por tal de homenajear a un amigo?
No, antes podría acusarse a Disney de progresista/roussoniano que de «abogado del capitalismo».
El mensaje común en todas las películas de Disney/Pixar siempre es en general: «Todo el mundo puede tener (al menos) una 2ª oportunidad».
Mirando más de cerca varios ejemplos los mensajes:
Wall-E es una película ecologista donde las haya.
Frozen : las cosas no siempre son lo que parecen (como en Aladin)
Up: nunca es demasiado tarde.
Increibles : sacrificio y altruismo te hace crecer en todos los sentidos.
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Yo de pequeño después de ver Tom y Jerry o Pixie y Dixie: ¿¿¿Por que ponen siempre como malos a los gatos si a la gente le dan asco los ratones???
Por fin, alguien que opina que «Del revés» es un rollo infumable para niños e infumable para padres. Para analizar la tendencia Pixar de «matar al padre». Siempre el papá del prota o muere, o está muerto antes de empezar. De pichiquitra total.
Madre mía ‘la que se ha liao’ como diría mi hijo de 4 años. Lo cierto es que he visto casi todas las películas de Pixar con él y en el trayecto hemos compartido momentos de pura carcajada (papá ponlo otra vez!)y otros muchos de nudo en el estómago y lagrimillas (papá donde se ha ido Bing Bong?) y quiero pensar que todos estos momentos han contribuido a generar unos lazos emocionales entre ambos a los que «yo adulto» les doy un gran valor y espero que mi hijo, cuando sea mayor, también.
Dicho esto, el articulo me ha parecido muy interesante, me gusta que reme a contracorriente (no imaginaba que podía crispar a tanta gente), estoy de acuerdo con casi todas las cosas que plantea y en ningún caso me he sentido agredido u ofendido como adulto o padre, ni resta nada de valor a lo vivido con mi hijo.
Por favor, un poquito más de pensamiento crítico… Y aunque siempre me emocione escuchar el discurso final de Ego (el cual comparto absolutamente) la crítica es fundamental en toda sociedad.
Genial artículo. Lo he disfrutado mucho. Perfecto el tono. De hecho, es tan adulto que un montón de gilipollas no han sabido cogerle el gusto. Gracias Íñigo.
De acuerdo al 100%. Para mí el cine de Pixar es magnífico en términos de creación digital y tóxico en cuanto a guion y personajes. Solo salvaría la primera hora de Wall-E que por algo es muda. Y el homenaje que los directivos de Pixar rindieron al gran director de anime japones Hayao Miyazaki en su casa de Tokio me parece un repugnante acto de hipocresía con fines propagandísticos, ya que no existe (afortunadamente) relacion alguna entre el soberbio trabajo del maestro nipon y los mercantilstas de Pixar. del anime estadounidense me quedo con el Pato Donald y la pelicula Aladddin.
Yo no me averguenzo de poder conservar un lado infantil (ojo, que no infantiloide). El día que no recuerde como era de chaval me considerare moralmente muerto, y seguramente me habré convertido en un pedante de toma y daca. Ahí lo dejo…
En una sucinta frase, tanto James Douglas como, imagino, el autor de este texto, demuestran no haber entendido nada sobre ‘Ratatouille’. O mejor aún: la han entendido… del revés.
No es una buena muestra de nivel analítico, la verdad.
¡Gracias!