Arte y Letras Lengua

La encrucijada lingüística

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Fotografía: StockSnap (DP)

El lenguaje se bifurca en numerosos caminos, se enreda por páginas de diccionarios, navega por una sintaxis infinita o disfruta con procesos morfológicos inimaginables. Eso, tan simple, uno lo empieza a comprender más tarde. En mi caso, ocurrió el primer día de instituto. En algún barrio de la periferia, muy lejos de los días azules de antaño. El colegio, atrás ya, se mantenía intacto en mi memoria, no lo niego. Con esos muros que nadie quiso saltar y esos jerséis de cuello picudo. Sin embargo, el edificio que ahora ocupábamos invitaba a la fuga y desabrochaba las camisas, cochambroso, como en un régimen penitenciario de primer orden. Qué tiene que ver esta extraña introducción con un texto lingüístico, habrá de preguntarse el lector. Nada, contestaría el autor, si no fuera porque la primera asignatura que cursó dentro de aquella cárcel grisácea fue de Lengua.

En la escuela habíamos asistido a las clases de Literatura de la mano de Teodosia, profesora burgalesa de verbo áspero y seguro, con una preceptiva férrea que aún hoy recordamos. Era el camino oficialista. Sin embargo, aquella mañana de octubre apareció por el aula una mujer joven (al menos, con los parámetros que maneja hoy mi memoria). Marisa, así dijo llamarse, vestía con unas medias negras y unos zapatos que todavía hoy me parecen de cristal. No diré que su verbo fuera menos ajustado que el de Teodosia, quizás todo lo contrario. Digamos que lucía un desparpajo lingüístico que no se averiguaba en las arrugas del rostro siempre serio de Teo.

Entonces aprendimos que no se habla una lengua sino un código marcado por una situación, por un lugar, por un instante. Que hay tantas y tantas formas de corrección. Por eso, decíamos, el lenguaje se bifurca en numerosos caminos, se enreda por páginas de diccionarios, navega por una sintaxis infinita o disfruta con procesos morfológicos inimaginables. Han pasado los años y las puertas lingüísticas siguen abriéndose tanto como cerrándose las de mi memoria. Por eso, y en honor a ellas, me he propuesto enumerar casos ambiguos, de los que saldremos por donde decida nuestra intuición. Opciones lingüísticas que pueden resolverse por varios caminos. Me pregunto cuál hubieran tomado ellas.

Comillas españolas / comillas inglesas

«Comillas españolas» o “comillas inglesas”. En este apartado, la marea parece imparable. El escritor puede decantarse por unas o por otras a la hora de enmarcar un texto o de reproducir una cita. Pero lo cierto es que la jerarquía de las comillas inglesas dentro de los teclados informáticos parece condenar al ostracismo a las siempre dignas comillas latinas, que se pierden entre caracteres ASCII y textos de otro tiempo.

Leísmo / Loísmo

Según la RAE, la marea de hablantes cultos de «ciertas zonas de España» que prefieren utilizar la forma «le» cuando el referente es un hombre ha conseguido que, solo para el masculino singular, el uso de «le» en función de complemento directo sea aceptado. Por tanto, es tan válido «ayer le vi» como «ayer lo vi».

Participio regular / Participio irregular

Hay tres verbos que en la actualidad pueden utilizar tanto el participio regular como el irregular. Así, has freído las patatas tanto como has frito, has imprimido tantas páginas como has impreso y te has proveído de tantos plátanos como te has provisto.

Ir por / ir a por

Otro camino que la RAE tiene la elegancia de dejarnos elegir. Detrás de un verbo de movimiento (ir, venir, salir), el hablante podrá inclinarse por omitir o incluir la preposición «a» siempre con el sentido de «en busca de» («ir a por pan», «ir por pan»). 

Saludo español / saludo inglés 

Esto parece Trafalgar, y es que el dominio del idioma inglés comienza a notarse en distintas fórmulas del lenguaje. Esta, en concreto, tiene que ver con el encabezamiento en cartas y correos. 

La fórmula española consta de dos puntos y mayúscula.

Querido Juan:

Te escribo esta carta…

Mientras, la inglesa elige la coma:

Querido Juan,

Te escribo esta carta...

*Nota: la fórmula inglesa aún no ha sido aceptada por la Academia, pero domina el escenario práctico.

De 2000 / Del 2000

Otra disyuntiva lingüística. En caso de que alguien prefiera referirse a este milenio que nos ocupa, podrá referirse al año con o sin artículo delante. Así, este texto está escrito tanto en el marzo del 2017 como en marzo de 2017.

Septiembre / setiembre 

Ambas formas están aceptadas por la RAE. Gracias a o por culpa de la relajación progresiva que la p cuando esta forma parte del grupo consonántico [pt]. Este grupo, heredado del latín (ejemplo: aptare > «atar»), tiende a morir de la mano de términos como «séptimo» o «corrupto».

Octubre / otubre

Mismo caso que el anterior pero con el grupo consonántico [kt]. Esta relajación también se refleja en evoluciones como pictor > «pintor».

Masculino / femenino

Hay sustantivos que pueden ser utilizados tanto en masculino como en femenino sin cambiar por ello su grafía. Es el caso de la maratón y el maratón, la azúcar y el azúcar, el mar y la mar.

Alrededor / al rededor 

Según la RAE, tanto el adverbio como la locución son correctas. Todo viene del sustantivo rededor (contorno o redor). Eso sí, la Academia etiqueta la locución como «poco usada».

Enseguida / En seguida

«Inmediatamente después en el tiempo o en el espacio». Para referirnos a este significado, la RAE nos sugiere dos grafías: en seguida y enseguida. No obstante, también nos indica que la preferencia ha de ser la escritura en una sola palabra.

Extranjerismo adaptado / extranjerismo no adaptado

Hay quien se toma un güisqui en lugar de un whisky, como hay quien vive en un chalet antes que en un chalé. La adaptación de extranjerismos es un proceso tedioso y largo, cuya aceptación depende exclusivamente de la voluntad del hablante.

Quixote / Quijote

Hasta los albores del XIX, el sonido de j o g antes de e o i podía representarse con x. Las formas que han sobrevivido al holocausto, sobre todo en nombres propios (Texas, México), se consideran hoy más adecuadas bajo el paraguas del arcaísmo.

La Argentina / Argentina

El Perú, los Estados Unidos, la Argentina… Algunos países permiten que su nombre propio sea acompañado por un artículo. Será decisión del hablante utilizarlo o no. Eso sí, no dependerá de su voluntad colocárselo a los que no lo aceptan (España, Portugal) ni a los que lo llevan indivisiblemente consigo (La Habana, Las Vegas).

Post / pos

Ahora que la posverdad está tan de moda, es de justicia recordar que será el hablante el encargado de decidir si el prefijo mantiene la «-t» final o no. Se considera hoy más adecuado suprimirla, excepto si el núcleo empieza por «s» (postsociedad).

Quizás / quizá 

Este adverbio solo recogía en un principio la forma que prescinde de la «-s», aunque por analogía con otros adverbios se decidió añadir al final la consonante, que hoy es igualmente válida y, como en todos los casos anteriormente descritos, será el hablante el que decida la adecuación de cada forma.

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10 Comentarios

  1. Pingback: La encrucijada lingüística – Jot Down Cultural Magazine | METAMORFASE

  2. Muy interesante y útil artículo. Una duda al respecto que me surge siempre, a ver si alguno me la soluciona.
    En documentos legales (demandas, sentencias, resoluciones, etc.),a la hora de referirse a un día exacto, se emplea la expresión «en fecha …». La cuestión es que unas veces (las mínimas, y yo me incluyo en ese uso), aparece seguida de la preposición «de», y la mayoría sin preposición. Ejemplo aclarativo:
    En fecha de 12 de marzo.
    En fecha 12 de marzo.

    Yo siempre suelo escribirlo con la preposición, pero la mayoría de las veces me la en encuentro sin ella. Sería de agradecer que me aclararan la cuestión.

    • Tiene un poco que ver con la musicalidad del lenguaje. Siempre se ocupa ‘el’ (o ‘del’) para todos los años de la historia, pero se hace una excepción desde el año
      1101 hasta el año 1999, donde no se usan artículos. Ésto se debe principalmente a que no suena bien decir, por ejemplo, «En el mil novecientos noventa y uno» por el ‘el mil’ ‘el’il’… suena muy repetitivo para el cerebro, mientras que con «El dos mil cinco» o «El quinientos cinco» no pasa lo mismo.
      Ve ésto:
      http://cvc.cervantes.es/lengua/alhabla/museo_horrores/museo_049.htm
      Es una página muy interesante para los minuciosos del idioma español, donde también hay espacios de discusión donde cada persona que comenta (o la amplia mayoría) es alguien que realmete sabe del tema. Me ha tocado ver comentarios del mismo José Martínez de Sousa. Si no lo conoces, investiga y sabrás a qué me refiero.

  3. Begoña Gil

    ¡Vaya lección!me ha gustado

  4. Bueno yo soy gay, algo sabemos de extranjerismos XD
    El problema es que inventarnos una palabra nueva española , no peyorativa, para nuestra orientacion sexual nos dio pereza

    • Bizantino

      Es curioso lo que comentas porque precisamente este fin de semana hablando con un californiano de San Francisco de este tema me dijo que por allí gay es lo que aquí sería lo que español denominamos «loca» es decir al homosexual con pluma, por lo que muchos homosexuales prefieren el término homo. Cosas de lo políticamente correcto supongo.

  5. Charrúa

    Ir a por pan suena tolerable solo en España. En Uruguay suena atroz, y no me estoy haciendo el finolis.

  6. Guillermo Vicéns Riqué

    Cito de la nota:

    «Querido Juan,

    Te escribo esta carta…».

    ¿Por qué la mayúscula después de la coma?

  7. Pingback: El blogo de Paula

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