Música

Festivales: superando adversidades

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Mejor gran estreno. Mad Cool Festival superó los 100.000 asistentes en su primera edición, celebrada en la Caja Mágica de Madrid. Durante tres días, el evento acogió más de 70 conciertos, entre ellos, los de The Who, Neil Young y The Prodigy. Foto: Mad Cool.

Crecen por todo el territorio y baten récords de asistencia. Los festivales viven un nuevo boom. Pero junto a apabullantes éxitos, se registran tremendos pinchazos.

«El retorno que genera un festival de música en la región en la que se realiza es la mejor carta de presentación del mismo», asegura Javier Arnaiz, director del Mad Cool, uno de los grandes festivales que se han estrenado en Madrid en 2016. Las cifras hablan por ellas mismas: 23,2 millones de euros de impacto económico en la comunidad y en la ciudad, creación de cerca de 2000 empleos —sin contar las subcontrataciones— y 102 437 asistentes procedentes de más de cuarenta países. Son parte de los resultados de un año que será recordado tanto por su triunfos como por sus derrotas.

En 2016, el país gozó de una rica cultura de festivales, con una red consolidada que aportó cifras favorables y una indudable proyección internacional. Pero también fue el año de las cancelaciones. «Existe una burbuja y no tardará en explotar», avisa Andrés Ochaíta, director de Rocktiembre. Hace tiempo que el sector de la industria musical habla de cierta saturación. «Creo que en nuestro mercado se han generado muchos eventos con la denominación de “festival” y con un mismo patrón y un modelo de negocio extinguido. Eso está derivando en una criba natural», apunta Arnaiz.

De hecho, así lo indican los últimos datos publicados a finales de 2016 por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Si en 2014 se realizaron en España 885 festivales, al año siguiente la cifra llegó a descender hasta los 851, y eso que el verano crítico todavía estaba por llegar. «La gran mayoría de cancelaciones se han dado porque los festivales estaban sujetos con pinzas y no han conseguido cubrir ningún vacío existente», continúa el director del Mad Cool.

Las cancelaciones

Solo en 2016 cayeron nueve, la mayoría de ellos en Andalucía. Los motivos son varios. Para Jesús López Martínez, el director de A Summer Story, se trata de «una de las lacras de este sector». «Las cancelaciones o aplazamientos de este tipo, unas veces por culpa de los propios promotores, otras porque las cosas no salen como se espera, y otras por causas completamente ajenas, hacen que una parte del público, la menos especializada, nos meta a todos en el mismo saco, y esas cosas, desgraciadamente, no ayudan».

El festival Marenostrum, que tenía que celebrarse los días 9 y 10 de julio de 2016 en Alboraya (Valencia) se suspendió cinco días antes al recibir una notificación del Ayuntamiento, que no les concedía la licencia de actividad tras el informe negativo del servicio de costas de la Consellería. «La no celebración del evento es causa por completo ajena a esta empresa al deberse a una decisión emitida por la Administración pública», justificaba el comunicado oficial del festival.

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Bilbao. Más de 102 000 personas asistieron en 2016 al BBK Live, que contó con 80 bandas nacionales e internacionales de renombre como Arcade Fire, Foals, Pixies, Years & Years, New Order, M83 o Underworld. Foto: Javier Rosa.

David Sánchez, director del Arenal Sound, líder en el ranking de espectadores, asegura que el problema que tenemos en España es que la industria no está regulada: «No hay una normativa clara, es ambigua y se resuelve “al final de”, y no “al principio de”. Estamos dentro del sector de la construcción, cosa que no tiene ningún sentido. Estamos sujetos al criterio subjetivo de un técnico municipal». En 2016, el Arenal Sound vio peligrar su celebración en la playa donde se ha ubicado desde que empezó en 2010 por una sentencia negativa del Ayuntamiento de Burriana. Pero finalmente salió adelante en el recinto de siempre, y registró un nuevo récord de asistencia, con más de 300 000 sounders. En su opinión, se puso en juego la «credibilidad» del Arenal. «Si no lo haces, pierdes todo lo que has construido durante años. No te queda otra que tirar hacia adelante sí o sí, y más cuando ya lo tienes vendido. Pero quien pierde al final es la ciudad y la comunidad, porque vendemos un producto turístico, la gente lo compra todo».

Menos suerte tuvo el Vilabeach, que también recibió una negativa por parte del Ayuntamiento de Villajoyosa (Alicante) y no se celebró. O el madrileño Happy Sundays, que tuvo que cancelar su primera edición. Según la organización, por «ciertas complicaciones administrativas y trámites imposibles de resolver». Otros motivos fueron los económicos, como el Festival Territorios Sevilla, que suspendió su decimonovena edición cuarenta y ocho horas antes de que arrancara. «Tras varios años, durante los cuales el festival ha ido perdiendo músculo económico, debido a la crisis general (y del sector cultural en particular) y a la paulatina falta de apoyo por parte de las instituciones y las administraciones culturales, la organización decide cancelar la edición de este año», rezaba el comunicado de la promotora. Suyo era también el Festival Trafalgar en Caños de Meca (Cádiz), otra baja, con los mismos motivos que obligaron la cancelación de Granapop, en Granada.

Por otro lado, el festival Kolme Rock, que se celebró en Colmenarejo (Madrid), se suspendió mientras se celebraba por la negativa, según la organización, «de dos de las bandas a aceptar el pago de su caché, previamente pactado, en forma distinta al efectivo, aunque en sendos contratos se recogía otra forma de pago». También canceló el Boelo Sun Festival, en Vejer de la Frontera (Cádiz), por problemas técnicos, y la segunda jornada del Interestelar Sevilla, por lluvias.

Récords y consolidaciones

El sol, en cambio, resplandeció en Benicàssim los días del Rototom Sunsplash, registrando un récord turístico y una ocupación hotelera que rozó el 100%. «El turismo se ha visto atraído por nuestra oferta de servicios, playas, ocio y cultura, pero también es importante destacar que las mejores cifras de ocupación se deben a los festivales», apunta Susana Marqués, alcaldesa de la localidad. Por primera vez en veintitrés años de historia, el festival colgaba el cartel de entradas agotadas. En Barcelona, el Sónar calculó en 72 millones de euros el impacto directo del festival en el PIB catalán, cifra que alcanzó los 124 millones si se suma toda la actividad musical que, de manera indirecta, aprovecha el empuje de la cita durante esos días, más allá de la ocupación hotelera o el gasto por visitante. El Primavera Sound también registró cifras récord, agotando los abonos en el mes de febrero y con el sold out a un mes de la celebración del festival.

MattBellamy
Nuevos aires El Festival Internacional de Benicàssim (FIB) de 2016 logró recuperar su esencia: los turistas extranjeros volvieron a convivir con los autóctonos, que se habían alejado tímidamente del evento. La cita reunió a 170 000 asistentes, 46 000 de los cuales disfrutaron de Muse.  Foto: J. Martínez / Archivo FIB.

Pero 2016 fue el año del Resurrection Fest, celebrado en Galicia, ganador del Premio Fest al mejor festival de gran formato. «La estancia en Viveiro es para nuestro público sinónimo de vacaciones, de música, de playa… Como muchos de nuestros resus nos dicen cada año, el cabeza de cartel verdadero del festival es Viveiro y su gente», explica Iván Méndez, director del festival. En once ediciones, la cita se ha consolidado como una referencia ineludible a nivel europeo de los géneros metal y hardcore. «La especialización en los géneros que abarca el festival hace que lleguemos a públicos mucho más concretos que no tienen cabida en otros lugares», añade Méndez. Resurrection Fest batió récord de asistencia en 2016 con más de 80 000 espectadores. También para A Summer Story la clave está en la especialización. «Una línea musical clara y con un sentido propio totalmente definida hace que los más de 45 000 asistentes tengan del todo claro lo que se van a encontrar, conozcan la filosofía e incluso puedan hacerla suya», confiesa Jesús López Martínez, director del festival, que en dos ediciones se ha consolidado como cita de referencia de música electrónica de la capital española. Caso similar es el del Barcelona Beach Festival, que en tres ediciones celebradas en la playa barcelonesa se ha alzado con el título del festival de EDM.

«La tendencia en los próximos años apunta a que existirán entre diez y quince festivales de alto nivel, y el resto tendrán que focalizarse más en la experiencia y el entorno. España tiene un gran potencial por su variedad cultural y diversidad de espacios que debería aprovechar, y no solo basarnos en un cabeza de cartel», apunta Roberto Grima, presidente de Live Nation.

Madrid despierta

«El crecimiento de festivales es una prioridad para Live Nation, pero debíamos encontrar el entorno y la apuesta adecuada. Desde hace siete años apostamos por Madrid, donde había un espacio para grandes eventos, en contraste con otras capitales europeas», apunta Grima, que asegura que su gran apuesta ha sido la incorporación de Javier Arnaiz, director del Mad Cool.

Es este quien reconoce que «Madrid ha tenido sus festivales, pero es cierto que no han logrado consolidarse». ¿Los motivos? Por un lado, según Arnaiz, «no se ha encontrado un espacio adecuado para hacer un festival con las suficientes garantías». Por el otro, añade, «hasta la fecha no ha habido el respaldo suficiente por parte de las instituciones para apoyar a la iniciativa privada, en un “proyecto-ciudad” de nivel internacional, como tienen todas las capitales importantes en el entorno europeo», añade.

En 2016 nació también en Madrid Rocktiembre, un festival que en su primera edición se impuso como referente del rock nacional y fue definido como «un acto de nostalgia y reivindicación», en palabras de Andrés Ochaíta, su director. La particularidad estaba en la necesidad de recuperar «una marca que nació hace treinta y ocho años, Rocktiembre, de la mano de casi todos los artistas que estuvieron en la primera edición del 78». «Ahora, la ciudad de Madrid y sus alrededores se han puesto las pilas ofreciendo festivales de uno, dos o tres días con una oferta musical de primera calidad», añade Ochaíta. De hecho, entre los triunfadores de los Premios Fest estuvo también Noches del Botánico, otro estreno de 2016 en Madrid, que se llevó el galardón a mejor festival de medio formato.

Aparte, la ciudad ya contaba con otras citas destacadas, como el DCode, que celebró su sexta edición con más de 16 000 abonos vendidos; el Mulafest, con su quinta edición en Ifema; el Madrid Music City, que celebra el Día Europeo de la Música; y 4every1 (septiembre), celebrado en Getafe.

«Hasta hace poco había habido miedo por cierto conservadurismo institucional. Los miedos, por fin, se han ido y, sinceramente, creo que una ciudad tan cosmopolita y auténtica necesitaba un cierto revulsivo en lo musical», explica Roberto Grima, presidente de Live Nation, que añade que «el impacto económico y turístico de eventos de estas envergaduras es altísimo, y a pesar de haber arrancado tarde en la carrera, ya estamos en las primeras posiciones». En 2017, llega el Download Festival, y no será el último.

Espacio STARLITE
Anfiteatro. Más de 163 000 personas disfrutaron del festival Starlite el año pasado. El evento nació en 2012 y se organiza en un anfiteatro natural: una cantera de Marbella excavada en la montaña. En 2016, se programaron veinticinco conciertos. Lenny Kravitz, Anastacia, y Ricky Martin han pasado por él. Foto: Starlite.

Encuesta

¿Por qué triunfan los festivales?


Jokin Zamarbide

In & Out

«Cada vez hay más festivales, pero no todos triunfan, porque no todo vale. Un festival tiene muchos atractivos: es un punto de encuentro, de intercambio de conocimientos, e integra otras propuestas culturales, gastronómicas y turísticas. En la mayoría, sigue siendo fundamental el apoyo institucional, y esto los hace frágiles por los avatares políticos».


Marcos Rubio

Sufriendo & Gozando

«Se avecina una burbuja festivalera. Los festivales de pueblo se organizan de manera deficiente y sin la dedicación requerida. Se hacen «por encargo» y con dinero del consistorio. Importa poco el resultado; se trata de competir con el municipio de al lado. Eso causa los males de siempre: el público se acostumbra a no pagar. ¿Soluciones? Me temo que ninguna».


Jesús Marcos

Artisti-k

«El secreto está en el conjunto de bandas que puedes ver en un solo día por un precio más reducido del que pagarías por separado. Y eso va unido a una buena propuesta turística. También creo que los festivales consolidados se retroalimentan unos a otros. Es importante lograr un precio del bono del festival atractivo, así como una buena ubicación».


Alfonso López

Producciones Malvhadas

«Su auge se debe al creciente interés por la música en directo, en un entorno de ocio y diversión. El público no solo busca la experiencia musical, y aunque es cierto que hay una gran oferta, serán los festivaleros los que marquen la durabilidad de cada uno. Tenemos que proporcionar al público un cartel y una oferta complementaria que marquen la diferencia».


Juan Carlos de la Fuente

Planeta Sonoro

«El éxito es consecuencia de varios factores: han cambiado los hábitos y ahora hay más público festivalero pero menos en salas; los festivales se han convertido en eventos sociales, además de musicales; algunos han logrado ser experiencias sobresalientes; son la primera excusa de los jóvenes para hacer turismo y tenemos un clima privilegiado».



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Este artículo forma parte del Anuario de la Música en Vivo 2017.

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5 Comments

  1. Jon Zubia

    Las valoraciones del MadCool, hechas por ellos mismos, no pueden ser más propagandísticas. La organización de la primera edición fue muy mala. Solo hay que hablar con los asistentes y leer las redes sociales. Los problemas con el parking (entrada libre cuando algunas habíamos pagado), los autobuses (caos total), las pulseras de carga que provocaron colas infinitas, imposibilidad de beber, las colas terribles para la comida,…. les salvó que hizo frío, porque la combinación calor en julio, sol de justicia y no poder beber nada hubiera sido el caldo perfecto para tener líos.

    Y por favor, dejar de creeros los datos de «impacto económico y creación de empleo» de organizadores e instituniones públicas. Todos sabemos que son absolutamente exageradas.

  2. Muy de acuerdo con lo de los impactos económicos.
    Trabajo en un periódico y es de risa que un día después del festival, ya te llegue la nota de prensa con el correspondiente impacto económico, que por lo visto han calculado de resaca y en solo unas pocas horas. Decir que las cifras son exageradas es quedarse corto.
    Lo mismo con los asistentes. Al FIB, por nombrar uno que conozco bien, no van 170.000 personas; van 30.000 un día, 40.000 otro día y 50.000 otro día, pero son las mismas personas, lo que pasa que las cuentan varias veces.
    Por supuesto, seguimos publicando las cifras sin rechistar.

  3. devilinside

    De acuerdo con las dos notas anteriores. Lo de sumar a pelo los asistentes de los tres días es un poco acientífico. Lo lógico es contabilizar los abonos vendidos.
    Lo del MadCool fue un desastre organizativo espectacular, como no recuerdo desde los años 80 y primeros 90, aunque fue mejorando un poco a medida que pasaban los días del festival.

  4. Me parece un fallo no contabilizar el Dreambeach en Villaricos (Almería), que tuvo el pasado año 2016 160.000 asistentes.

  5. El artículo es interesante en su visión global, pero a las críticas anteriores, muy evidentes, hay que añadir que hay bastantes errores en los detalles. El festival Marenostrum de Alboraya canceló el dia anterior a la apertura de puertas por carecer del permiso de costas. El ayuntamiento denegó el permiso para no prevaricar, pero dieron una rueda de prensa criticando al gobierno regional. El Arenal sí que tuvo que abandonar su ubicación playera, porque montaban escenarios a 30 metros de las viviendas y la contaminación sonora era bestial. Unas semanas antes de abrir puertas una sentencia del tribunal superior de la comunidad condenó al ayuntamiento a una multa millonaria que obligó a cambiar la zona de conciertos.

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