Cine y TV

El viacrucis de Flanders

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Imagen: Fox.

Los Simpson se han convertido en parte de la cultura popular hasta el punto de que en la actualidad existen civilizaciones enteras donde dos personas adultas pueden mantener una conversación compleja utilizando exclusivamente referencias de la serie creada por Matt Groening. Hay tratados multimillonarios que se han cerrado gracias a la canción del monorraíl, desfiles donde las modelos han cruzado el catwalk al ritmo del «Y lo ven, ya lo ven, el gorila sienta bien […] Mocasines saltarines con la piel de dos mastines» y cada día se entonan miles de Lisa hoy es tu cumple o se utiliza un mono amartillando platillos como icono universal del agilipollamiento y el recuento de musarañas. El asunto adquiere en ocasiones dimensiones pavlovianas y por eso mismo es imposible que cualquier persona de bien escuche las palabras «seguro dental» y no añada mentalmente un «Lisa necesita un aparato». El show incluso ha favorecido que la sociedad identifique y apuntale conceptos necesarios: gracias a la familia amarilla no existe un crítico profesional del mundo del entretenimiento que no sepa a qué se refiere el concepto Poochie.

La Fox acaba de renovar el contrato con Los Simpson por un par de primaveras más, y gracias a ello la serie alcanzará la trigésima temporada y sumará un total de 669 episodios, convirtiéndose así en el programa guionizado con mayor número de capítulos de la historia de la televisión, un récord que pertenecía desde hace varios años al wéstern/culebrón La ley del revólver y sus 635 episodios a lo largo de veinte temporadas. Durante todo este tiempo Los Simpson se han llevado a casa treinta y dos Emmys, han obtenido un hueco en forma de estrella en el Paseo de la Fama hollywoodiense, se han convertido en sellos legales durante su vigésimo aniversario, han saltado a la pantalla del cine recaudando más de quinientos millones de dólares en todo el globo y han logrado introducir en el Oxford English Dictionary la expresión «D’oh!», que Homer invoca con frecuencia en la versión original cuando las cosas no salen como esperaba o es consciente de su propia estupidez. Además se trata de una serie que económicamente es muy rentable y cuya fama no parece erosionarse, un producto capaz de congregar cada semana a millones de espectadores pese a que la opinión general, y poco revocada, es que lleva en continuo declive desde finales de los noventa.

También es la culpable del viacrucis de Flanders.

El hombre

Ned Flanders como personaje nació junto a Los Simpson en el primer episodio emitido de la serie. Había sido ideado por Rich Moore y bautizado Flanders porque así se llamaba una de las calles de la ciudad natal (Portland en Oregón) de Matt Groening. Inicialmente el personaje se dibujó como un vecino de la familia protagonista excesivamente amable y generoso, alguien a quien Homer odiaba con ganas pese a no existir un motivo evidente para ello. El rol de Flanders era en aquel momento el del vecino perfecto, un sujeto sin mácula que involuntariamente hacía hervir la sangre de Homer porque su naturaleza impecable representaba todo aquello que el patriarca de la familia Simpson no llegaría nunca a ser. En esencia era un detonador de celos y una diana de rencores cuyo único delito era ser buena persona, un semiantagonista que ni tenía razones para serlo ni se merecía tanto odio, alguien que no solo predicaba las virtudes de ser bondadoso con el prójimo sino que además lo era. Y también alguien sobre quien llovería un chaparrón de palos lanzados por la propia serie.

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Número de personajes inspirados por el nombre de una calle y no al revés: uno. Foto: Francis Storr (CC)

En sus primeras apariciones las creencias religiosas de Flanders no se mencionaban porque no formaban parte de la construcción del personaje, pero la interpretación de Harry Shearer (su voz en la versión original) resultó tan dulce para los creadores del programa como para considerar, por alguna razón que se le escapa al resto de la humanidad, que aquel tono de voz delicado y amable pegaba con el del cristiano estándar. A consecuencia de aquello, durante las primeras temporadas al personaje se le inyectó un trasfondo cristiano que funcionaba tan solo como un detalle más de su personalidad y no como el timón de la misma. Flanders era un hombre que creía en Dios, rezaba e iba a misa los domingo porque ese era el perfil del supuesto americano perfecto, pero su fanatismo religioso no iba más allá de ser discreto y moderado. Sin embargo, según fueron avanzando las temporadas, las tramas comenzaron a cebarse con el secundario del bigote y los guionistas decidieron sacar punta a sus creencias de manera exagerada para favorecer las situaciones cómicas. De ese modo el que en principio fuera un cristiano sin excesos comenzó a mutar hacia el fanático religioso y finalmente acabó convertido en una caricatura total y extrema del cristianismo conservador que ocupa la silla situada más a la derecha en las cuestiones políticas. Homer, entretanto, embravecía las aguas de la relación por culpa de unos guiones disparatados que lo hacían saltar entre las dos orillas en su relación con Flanders: tan pronto era su mejor amigo y compañero de aventuras (siempre con resultados desastrosos) como un rival envidioso y cruel.

El viacrucis de Flanders

El programa presentó a familia de Flanders a lo largo de la segunda temporada. Su esposa Maude Flanders y sus dos hijos, Rod y Todd, entraron en la serie insinuando tener más lecturas que las de ser secundarios de otros secundarios y apuntando cierta personalidad y carácter en potencia: Todd llegaba a rebelarse contra su padre en el episodio «El club de los patteos muertos» de la segunda temporada y se convertía en uno niño aficionado a blasfemar en el episodio «Bart, el amante» de la tercera (cuando Flanders investigaba la razón para tanta palabrota acababa descubriendo que el origen del problema se encontraba en Homer, para variar). Pero a la larga la familia del vecino del bigote no pudo escapar al influjo de la flanderización y sus roles serían simplificados hasta convertirse en pistas de aterrizaje para un montón de bromas, que incluyeron la salida del armario de ambos en un flashforward, a menudo relacionadas con la mojigatería religiosa. Aunque a Rod, un personaje de quien su propio padre decía que «sus hobbies favoritos son estar callado durante el viaje, aplaudir durante las canciones y la diabetes», se le permitió tener cierto protagonismo en el capítulo «Bart tiene dos mamás» de la decimoséptima temporada.

Con Maude Flanders la cosa resultó especialmente grave, porque la pobre mujer fue utilizada como carne de cañón para hacer más desgraciado a Ned Flanders. La Fox anunció que un personaje del reparto de Los Simpson iba a palmarla de manera definitiva el 13 de febrero del 2000 y se guardó el nombre de la persona condenada, evitando incluso remitir con antelación cintas con el episodio a los críticos, con el objetivo de avivar las audiencias y abonar las especulaciones. Aunque en realidad era bastante evidente adivinar qué personaje olía a arena con tan solo ojear el título del capítulo: «Solito otra vez naturalmente».

Llegado el 13 del febrero, la trama del episodio sentó a toda la ciudad de Springfield en un circuito de carreras de coches e incluyó a Flanders y familia en la grada con una excusa completamente estúpida (no habían ido para ver el espectáculo sino para «comprobar las medidas de seguridad») como quien ata al reo en el poste ante el pelotón de fusilamiento. Y un ametrallamiento fue exactamente lo que ocurrió en la pantalla tras la troleada del guion de insinuar durante un par de segundos que el muerto del programa era Lenny: unas cheerleaders armadas con bazucas-lanzadores-de-camisetas se personaron en el lugar para repartir prendas a tiros entre el público amarillo, y acabaron sucumbiendo a las provocaciones de un Homer semidesnudo que animó a las chavalas a disparar ropa enrollada contra su tripa. La desgracia ocurrió cuando el ejército de cheerleaders apretó el gatillo porque justo en el último momento Homer se agachó, provocando que Maude recibiera el impacto de los proyectiles y sufriera una caída mortal desde las alturas del graderío. De manera interesante, durante el consecuente funeral de la mujer el reverendo Lovejoy le dedicó unas palabras de despedida en donde se refería a la finada como un personaje secundario que no «llamaba la atención con frases memorables o acentos cómicos», un apunte que venía rematado por varios secundarios (Willie el jardinero, el profesor Frink y el capitán Horatio McCallister) que habían nacido como caricaturas.

Estúpido y sensual Flanders

Una de las coñas recurrentes del show sobre el personaje de frondoso bigote fue la revelación de que aquel jersey verde que parecía cubrir un cuerpo fondón en realidad ocultaba a un Terminator musculado, un cachas en la sombra. En el mismo capítulo donde se cargaron definitivamente a Maude los guionistas decidieron ir bastante más allá con la broma del macho alfa camuflado y, utilizando como excusa un vídeo filmado en secreto por Homer, revelaron que el hombre calzaba un pene descomunal que llegaba a colgarle por debajo de las rodillas, un embutido amarillo perfectamente pixelado para la ocasión. La broma tenía cierto tono cruel que era lo que la hacía más cómica: el individuo monógamo, religioso, recatado y delicado escondía bajo esa apariencia insípida el cuerpo de una sex-machine.

Skying is sexy.

La flanderización

Gracias a Los Simpson, el hecho de reducir un personaje a una caricatura de sí mismo mediante la técnica de inflar una característica de su personalidad hasta convertirla en la única razón de ser se conoce como flanderización. Un proceso que ocurre de manera bastante habitual en aquellos programas televisivos de vida longeva donde los guionistas acababan optando por el camino más fácil para obtener el aplauso inmediato: eliminar las dimensiones más complejas de los personajes y dejarlos convertidos en un chiste de una nota.

Friends es la teleserie que por conocida y duradera funciona como ejemplo más evidente del procedimiento de flanderización, sobre todo porque en ella casi todo el reparto principal acaba siendo simplificado a características que en principio eran rasgos menores: Monica (Courtney Cox) empezó siendo la cabeza fría e inteligente del grupo de amigos y acabó convertida en una maraña de trastornos obsesivo-compulsivos. Chandler (Matthew Perry) pasó de ser competente, gracioso y receptor de bromas ligeras sobre su comportamiento afeminado a convertirse en una fábrica de punchlines y chistes (que bajaban el nivel según avanzaba la serie) de notables ramalazos gais. Phoebe (Lisa Kudrow) evolucionó de persona rara a completo marciano. Ross (David Schwimmer) multiplicó a lo bestia su lado nerd y bobo a pesar de tener un trasfondo que indicaba inteligencia. Joey (Matt LeBlanc) representó el caso más extremo por involucionar desde el ligón tonto (pero con ciertos puntos de lucidez) hasta el gigolò completamente retrasado, alguien con la capacidad de razonamiento de un bebé, incapaz de sumar números complejos y que reaccionaba a las conversaciones con un lag evidente al tardar más de lo normal en procesar la información. En ciertos capítulos, como aquel en el que creía hablar francés pero en realidad se inventaba las palabras, su imbecilidad era potenciada al extremo y ser idiota parecía su única función real. Cuando la NBC hizo que aquella versión del personaje liderase un spin-off denominado Joey, la cosa no funcionó y la audiencia fue cayendo en picado gradualmente hasta un punto en el que la cadena ni siquiera se molestó en emitir todos los capítulos que tenía producidos. Rachel (Jennifer Aniston) sufrió menos mutaciones que sus compañeros, aunque es posible justificar que se estrenó como una niña almidonada e insegura que en una ocasión dio un volantazo inesperado (huir de su propia boda) y acabó como una mujer dirigida por su brújula emocional. Pero como por el camino se deshizo del estereotipo de pija mantenida es válido afirmar que realmente esquivó la maldición de Flanders.

El príncipe de Bel-Air idiotizó a Cartlon, convirtió en pija extrema a Hillary y a Jazz en un objeto arrojadizo del tío Phil. En Seinfeld el único que parecía ser inmune a la flanderización era aquel Jerry protagonista: durante las últimas temporadas, por su apartamento aleteaban lo que parecían parodias de los Elaine, Kramer y George originales. En Las chicas de oro Sophie se volvió exclusivamente cabrona, Rose estúpida, Blanche una devoradora de hombres y Dorothy una expendedora de sarcasmos. Screech (de Salvados por la campana) y Steve Urkel (de Cosas de casa) pasaron de ser los empollones de la clase a científicos locos sin habilidades sociales a la vista. Parks and Recreation, Matrimonio con hijos, NewsRadio o Colgados en Filadelfia optaron por no discriminar y flanderizar de un modo u otro a todo su reparto. House en sus temporadas más avanzadas daba la impresión de haber reducido al personaje de Hugh Laurie a un distribuidor de puñaladas sin otra función en la vida. Aquellos maravillosos 70 agarraba a Eric, sus padres, Kelso y Fez para convertirlos en nerd extremo, alcohólica y eterno encabronado, tonto supino y extranjero pervertido respectivamente. En Bob Esponja el proceso de ridiculización era tan evidente en todos los personajes del reparto (al principio ni Bob era tan raro ni Patricio tan idiota) que se podría decir que era el propio show el que fue flanderizado.

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Frasier. Imagen: NBC.

En un principio, Beavis y Butt-Head eran dos adolescentes lentos y con exceso de aire en la cabeza, pero no tan rematadamente idiotas como la gente los recuerda, aunque en su caso la caricaturización sufrida llegaba a favorecer al show. Y es que también existen ejemplos donde la flanderización ha acabado resultando positiva para el personaje. Kelsey Grammer llegó al bar de Cheers durante la tercera temporada como una persona normal y no demasiado interesante llamada Frasier Crane y dedicada a la psiquiatría, un rol que en principio no tenía futuro asegurado en el programa y tan solo servía de interés romántico para el personaje de Diane Chambers (Shelley Long). La idea era despacharlo tras unos pocos episodios, pero el público le pilló cariño, Grammer se dejó querer y acabó teniendo silla fija junto a la barra. El caso es que inicialmente Fraiser era un integrante más de la clase obrera y se sentaba a ver fútbol americano junto a los parroquianos, pero poco a poco los guionistas fueron afilando su carácter de clase alta e intelectual hasta que en las últimas temporadas lo presentaban como alguien que ni siquiera conocía las reglas del fútbol americano. Cuando Cheers se dio por concluida tras su undécima temporada, el estudio colocó a Grammer al frente de un spin-off y los creadores de la serie decidieron trasladar la acción desde el Boston de Cheers hasta la ciudad de Seattle para que la cadena no les diese el coñazo con lo de meter cameos continuamente. Todo aquello supuso también un fregado de arriba abajo del personaje, se reescribió su historia familiar, se le otorgó un nuevo trabajo en una cadena de radio y el propio actor llegó a reconocer que muy poco del Frasier original se conservaba en la nueva serie. El aire de clase alta que lo había flanderizado en el ocaso de Cheers solo desaparecía temporalmente cuando alguno de los personajes de aquella serie predecesora asomaba la cabeza por el spin-off.

Lo cruel es que en Los Simpson gran parte de la culpa del sufrimiento de Flanders recaía en el cabeza de la familia Simpson: si Homer no hubiese existido Flanders no solo no habría tenido que enfrentarse a las perrerías de un vecino envidioso, sino que ni siquiera sería viudo. Lo irónico es que Maude murió en la serie porque Homer había sido flanderizado y reducido a un personaje con la ineptitud como única característica distintiva. Flanders estaba condenado a recorrer un viacrucis que orbitaba alrededor de una barriga oronda por culpa en parte de la propia existencia de Flanders. Un mindfuck bien hermoso.

El legado

El Greenbelt Festival es un festival de música, artes y fe en Dios que se celebra en Inglaterra desde 1974 congregando a miles de cristianos en su propia versión del Primavera Sound. Patrocinado por Rowan Williams, exarzobispo de Canterbury y fan de la familia Simpson, el evento gira principalmente en torno a la fe cristiana, con charlas y actividades paralelas complementando a las actuaciones de bandas de música cristiana, pero no excluye a los artistas o espectadores que no sean muy de rezar el Padrenuestro. En 2001 sus organizadores tuvieron la idea de montar una Ned Flanders Night especial donde además de un concurso de clones de Ned Flanders se podía asistir a la actuación de una banda tributo a Led Zeppelin convenientemente bautizada como Ned Zeppelin. Aquella noche temática de hola holitas completó el aforo del lugar con facilidad, dejando a mucha gente en la puerta, y como consecuencia el año siguiente fue testigo de una segunda edición del espectáculo.

Bled Ned, Head Ned, Red Ned, Stead Ned y Thread Ned componen la formación principal de Okilly Dokilly, una banda de heavy metal natural de Arizona que rinde pleitesía a dueño del Zurdorium como si de un nuevo mesías se tratase. Su música es considerada, por ellos mismos, como nedal, un nuevo subgénero del metal que definen como «no tan rápido como el bartcore y más limpio que el krusty punk» y cuya principal característica es venerar la figura de Ned Flanders. El propio nombre del grupo está basado en una expresión de la ñoña jerga particular del personaje, sus integrantes visten a imagen y semejanza de Flanders, y sus letras referencian continuamente su figura y citan sus palabras. Tras una maqueta titulada Okilly Demos, el grupo publicó su primer disco a finales del 2016: Howdilly Doodilly, un trabajo compuesto por «un 75% de citas de Ned y un 25% de otros personajes».

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13 Comments

  1. Sr Blanco

    De acuerdillo

  2. Pingback: El viacrucis de Flanders – Jot Down Cultural Magazine | METAMORFASE

  3. Cesar Esteban Muñoz

    tampoco es tan nuevo.Es exactamente lo que hizo Avellaneda en la segunda parte apócrifa del Quijote que escribió . Sus Don Quijote y Sancho son una caricatura simplificada de los presonajes de Cervantes, que muy al contrario que él, los hizo aún más complejos en su segunda parte.

  4. Babangida

    Menos de 10 hipervinculos y uno es a la inmensa cola de Flanders. Y cortinilla de estrellas

  5. Pingback: El viacrucis de Flanders

  6. Francisco

    Si lo analizan bien Flanders resultó ser el mejor amigo de Homero (no Barney quien se supone cumole ese rol). Las aventuras entre Homero y Flanders han ocupado episodios enteros y se ha generado cierta complicidad. Y por supuesto la relación amor-odio que en el fondo define una verdadera amistad.

  7. El artículo se equivoca respecto al record de capítulos de la televisión, que correspondería a Doctor Who con más de 816 capítulos.

  8. Armin Tanzarian

    Para que este artículo sea completo necesita la obligada mención de la infancia de Flanders. Se puede decir que odio la oficina de correos!….y a mis padres!! Esos beatnicks!!!!
    Esta bendita serie tiene momentos que están por encima del bien y del mal

  9. Pingback: Artículos – El viacrucis de Flanders | Solo Ana

  10. gonzalo

    no veo la serie y no conozco sus entresijos. Pero el texto del señor Cuevas parece estupendamente documentado y es muy muy interesante, gran artículo / ensayo

  11. Parlache

    ¡Gracias!

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