Fotografía: Jorge Quiñoa
El término fintech es hijo del relativamente joven matrimonio entre las palabras finance y technology y se utiliza para denominar un entorno donde los servicios financieros confluyen con las tecnologías de la información. Se trata de un vocablo que ha ido extendiéndose hasta lograr que la propia palabra fintech haya acabado siendo utilizada para denominar a un tipo de empresa, que habitualmente tiene una estructura de pequeña startup, sustentada en el ámbito tecnológico. Una clase de empresa a la que habitualmente se la supone enfrentada a los bancos clásicos, aquellos que son percibidos de manera general como bastante conservadores y reacios a los avances digitales.
El Digital & Agile Lab también es una creación moderna, aunque en este caso se trata de un laboratorio cuyo objetivo es fomentar la gestación de un tipo de ideas y desarrollos dentro del marco financiero que son conscientes del universo tecnológico, o lo que viene a ser lo mismo: la realización de herramientas fintech. Lo curioso del proyecto, que nace hermanado con un programa de financiación de startups, es que se trata de una iniciativa del Banco Sabadell, una de aquellas entidades bancarias que son visualizadas popularmente como alérgicas a los avances tecnológicos. Decidimos visitar el Digital & Agile Lab ubicado en las instalaciones del propio Banco Sabadell en Sant Cugat, con curiosidad por ver cómo afronta un banco clásico este modelo de trabajo financiero que apunta al mundo digital. A Miquel Montes Güell, director general del Banco Sabadell, no le preocupa reconocer que este tipo de postura suspicaz es en principio algo habitual por parte de la gente: «Sabemos que existe ese ecosistema tecnológico y nos queremos introducir en él, pero con la reputación que tienen los bancos después de la crisis es más complicado. Nosotros nos habremos ganado nuestra parte en dicha reputación, pero siempre se suele jugar muy en contra, todo el mundo tiene hipoteca y todo el mundo está cabreado con los bancos y por eso supone un esfuerzo extra conectar con dicho ecosistema en el entorno de los emprendedores. Pero es algo natural y que realmente no necesita ser explicado, porque un banco vive de la actividad económica de su entorno, no se puede despreciar o dejar de potenciar una parte de dicha actividad cuando tradicionalmente ya se había conectado con el entorno emprendedor». La iniciativa, que en este caso adopta la forma de un lab percibido como espacio de trabajo, parece el paso más reciente por parte de la firma hacia la inmersión en el mundo de los avances digitales: «Es un experimento que está saliendo bien, surgió fruto de un grupo muy pequeño de gente y tenemos ganas de que crezca más. En el banco llevamos toda la vida cambiando cosas, pero dichos cambios siempre se han realizado desde el mismo banco porque le venía bien cambiarlo o a la empresa le parecía bueno para los clientes. Ahora nos estamos dando cuenta de que esto tenemos que hacerlo desde otro punto de vista, no hay que hacerlo pensando en la gente, sino que el cambio lo tiene que hacer la gente», apunta Montes. «Pero es igual de locura pensar al revés, porque sería suponer que la gente te dirá lo que quiere, y el mundo no funciona por la demanda sino por la oferta, nadie pidió el primer cajero automático, la gente usa los cajeros automáticos porque existen. Por tanto, hay que encontrar confluencias y crear esos espacios donde se mezcle el interés y la voluntad, la visión de la oferta, en este caso del banco, con el interés de la demanda, la gente. Si algo tiene esta revolución de lo digital es que lo hace todo mucho más transparente, mucho menos estanco, las personas están mucho más empoderadas, pueden decidir con más autonomía y, desde ese punto de vista, es una locura pensar que vas a acertar sin involucrarte con ellos».
En la práctica el Digital & Agile Lab es un ambiente, impoluto y ordenado, dentro del edificio del Banco Sabadell donde junto a un espacio para reuniones y los restos de una sesión de Lego Serious Play, aquel método de comunicación y resolución de problemas que implica construir con piezas de Lego, se pueden encontrar los prototipos de varias ideas nacidas en el propio laboratorio, como una hucha digital. «Este aparato surgió de una combinación de varias ideas, entre ellas la de lograr que la gente tuviese una especie de disciplina doméstica con los hijos, es una mezcla entre el banco en casa y la hucha digital, que además a través de una app permitía a los padres enviar dinero desde su smartphone. A nadie en el banco se le habría ocurrido una cosa así, en realidad ha surgido aquí con gente del banco trabajando mano a mano con gente de fuera». Montes también apunta que el entorno era algo inusual en las propias instalaciones: «Porque si te paseas por el resto de los espacios puedes observar que todos tienen una función, que es que la gente trabaje, se conecte, coma o lo que sea. Pero ninguno tiene como función que la gente se encuentre a ver qué surge de ahí». El propósito de este tipo de laboratorio es para la firma un movimiento que pretender replicar en diferentes instalaciones, en la sede londinense del Banco Sabadell en el distrito de St James’s y próximamente en Ciudad de México. «En Londres el primer proyecto iba a estar ubicado del mismo modo que el que tenemos aquí, pero hemos decidido hacerlo al revés, que lo que esté situado en primer lugar sea el digital lab y que haya unas escaleras para ir a la oficina. Que la gente pase por el digital lab antes de llegar a la oficina».
BStartup
Yolanda Pérez Sáez, directora del programa BStartup de apoyo a emprendedores tecnológicos de Banco Sabadell, nos explica los orígenes del mismo: «El banco siempre ha sido un banco de pymes, de emprendedores, pero no tanto de las nuevas oportunidades que han generado los modelos de negocio alrededor de internet, aquellos que a veces son difíciles de entender por un director de oficina. A dichos modelos de negocio el banco se planteó acercarse en 2013 al decidir apostar por los jóvenes que se están arriesgando a montar empresas».
BStartup trabaja en tres líneas: ofrece productos y servicios bancarios especializados para startups en ochenta y ocho oficinas bancarias, invierte en diez startups al año encargándose de su acompañamiento y mentorización, mediante el programa BStartup 10, y desarrolla innovación colaborativa con estas compañías emergentes. BStartup 10 funciona como un programa transversal de inversión en startups: «Tiene una apuesta comercial, porque el objetivo es ser el banco de empresas tecnológicas innovadoras, pero por otro lado no se limita solamente a dar servicios financieros bancarios clásicos, sino que también se invierte y el propio banco pasa a ser socio de ciertas compañías», explica Yolanda. «Es un proceso complicado donde entre los compañeros del capital riesgo del banco, de innovación y transformación digital y nosotros seleccionamos los que nos parecen más adecuados». Las startups elegidas reciben una inversión de cien mil euros por parte del Banco Sabadell, de los cuales veinte mil se presentan en servicios de acompañamiento y mentores que están diseñados para ayudar a los emprendedores. Cualquier empresa puede presentarse, aunque se aconseja haber tanteado el posible mercado para la misma: «Buscamos compañías que tengan algo desarrollado, en las bases se exige como mínimo un prototipo, pero es recomendable y preferible que lo hayan probado en el mercado. No quiere decir que tengan que tener facturación, y por supuesto existen diferentes modelos de negocio: puede tratarse de apps, P2P o e-commerce. Al presentarse muchos modelos diferentes cada caso se analiza por separado, pero sí que comprobamos que haya unos primeros resultados indicativos de cierta tendencia a crecer aunque sea durante pocos meses. Estamos hablando de dinero para estas fases iniciales y, al existir tanta competencia, buscamos gente innovadora, ambiciosa. Han de ser equipos excepcionales, no solo tienen que saber de su negocio, sino que tienen que ser equipos donde haya una clara alineación de intereses». Marc Elena, CEO de la empresa Adsmurai, interviene para remarcar ese último punto: «El tema de la alineación de intereses es importantísimo, nosotros en el pacto de socios tenemos muy claro lo que queremos los tres fundadores, es peor que un matrimonio».
Adsmurai fue una de las elegidas en la iniciativa BStartup 10, y Marc Elena nos explica en qué consisten los servicios proporcionados por la entidad bancaria: «Uno de los principales problemas que tenemos los emprendedores es que no tenemos formación en finanzas, en management, en logística, en operaciones, en recursos humanos o en marketing. Nuestros conocimientos se centran sobre lo que vamos a crear y normalmente no sabemos mucho más de todas las otras patas que realmente necesitas». Adsmurai se encarga de optimizar la publicidad en el entorno de las redes sociales. La empresa consta con una serie de partners como Facebook, Instagram, Twitter o YouTube que le proporcionan acceso a su API y a partir de ahí desarrolla un software propio que se encarga de optimizar la inversión publicitaria del cliente en las redes sociales. Esta startup ha disfrutado de un éxito notable en un periodo sorprendentemente corto de tiempo: «Nosotros empezamos tres founders constituyendo la sociedad a principios de enero del 2014, la cosa fue bien y comenzamos a crecer. El segundo año ya éramos quince personas y el tercer año, treinta y cuatro. Realizamos operaciones en tres países y hasta facturamos en eslotis, que es la moneda de Polonia. Yo no sabía ni qué era un esloti, ¿cómo iba a saber facturar a Polonia? En su momento nosotros necesitábamos que nos acompañasen y, sobre todo, que se nos concediesen ciertas herramientas de formación».
Elena tiene clara la naturaleza del entorno sobre el que trabajaba: «Es un sector que crece muy rápido, y esta iniciativa resulta bastante disruptiva porque hasta ahora ese tipo de negocio estaba cautivo en las agencias de medios. De repente nosotros somos un nuevo ente que aparece en un ecosistema de negocios multimillonarios muy consolidados y generamos grandes beneficios a muchísima gente porque no solo proporcionamos software y tecnología, sino que también ofrecemos transparencia, y esto molesta un poco a un tipo de negocio de tanto dinero porque hay gente que aquí se ha ganado muy bien la vida. Las startups trabajamos con márgenes muy bajos, ofrecemos mejores resultados y eso resulta novedoso». El director de Adsmurai señala que en su caso concreto su actividad laboral se mueve en un entorno muy reducido: «Hay un pequeño ecosistema de compañías en el mundo en este campo, realmente muy pequeño: de Instagram en todo el mundo habrá poco más de veinte marketing partners. Somos muy pocas compañías trabajando con estos grandes soportes, con estas grandes empresas como Facebook o Twitter que realmente nos dan toda su confianza. Y esto último es verdad, porque cuando ofrecen la conexión a la API te abren la puerta de su casa y te dicen «Conéctate aquí y desarrolla lo que quieras». Al final disponemos de una capa de desarrollo superior a la que tienen los mismos ingenieros de Facebook. Es algo muy relevante porque seguro que en alguna ocasión somos los únicos en el mundo que hacemos una cosa puntual y concreta, y esto significa que el crecimiento como compañía es muy acelerado. En la facturación también: el primer año facturamos un millón, el segundo 5,4 y el tercero facturaremos unos quince millones». También reconoce que la apuesta por las jóvenes startups es algo que tratan de fomentar diferentes firmas internacionales más allá del ejemplo actual del Banco Sabadell: «Facebook se ha encargado de crear una iniciativa muy similar al BStartup, que en su caso se llama Facebook Accelerate, un programa donde nos seleccionaron para formar parte de entre las trescientas compañías de diferentes lugares del mundo que se presentaron. Tiene un proceso de selección que es bastante estricto, y acaba ofreciendo un programa también de capacitación muy tecnológico y enfocado en su negocio. Como startup te tienes que ir capacitando con diferentes entidades o empresas que saben mucho más que tú, aquellos que ya lo han hecho antes».
En el caso del Banco Sabadell, Elena admite también las suspicacias iniciales: «Yo el primer día pensaba, “Un banco, vale, no las tengo todas conmigo”. Porque el concepto banco se suele aplicar a todo menos a disrupción e innovación», pero acaba reconociendo que se encontró con todo lo contrario. «Era importante rodearnos de gente que sabe muchísimo más que nosotros, y apoyarnos en iniciativas de este tipo tenía todo el sentido del mundo, en el caso del banco no solo es un socio financiero, sino que lo que hace es capacitarnos. Necesitábamos un programa que nos diese las herramientas para pasar al siguiente nivel, nosotros trabajamos en el caos y en un proceso de cambios semanales o diarios con un crecimiento ultraacelerado, y ellos nos dieron la formación. Recibimos por ejemplo formación de recursos humanos recientemente, algo que fue una gran ayuda, porque considero que resulta terrible tener que tratar con gente cuando puedes tratar con máquinas. Actualmente estoy contratando a una persona cada mes, eso significa tener que hacer muchas entrevistas, que el equipo que se contrata es clave. Si el equipo no está muy motivado y van todos a una, las cosas no pasan. No quiero quedarme en ser una empresa de quince millones, quiero quedarme en ser una compañía de cien millones». También nos apunta un dato revelador sobre el mundo de las startups que ha podido observar desde su empresa: «Tenemos como clientes a startups que invierten mensualmente diez veces más en publicidad que cualquier gran anunciante de España. Y lo hacen porque la startup mañana puede estar muerta, necesitan enfocarse en la máxima rentabilidad a corto plazo».
El temor al big data
El término big data hace alusión a la recopilación de grandes cantidades de datos y al posterior análisis de los mismos para encontrar ciertos patrones que se repitan en ellos. En la actualidad es un concepto sobre el que planean ciertas dudas por lo supuestamente intrusivo que podría ser en caso de utilizarse de manera indebida. Montes nos explica cómo ha hecho uso del big data la entidad bancaria: «Nuestra mayor aplicación de big data no tiene que ver con cosas para que el banco tenga mejores listas de oportunidades de venta a los clientes, sino que se trata de una aplicación que ha salido de aquí, se llama Kelvin y se encarga de crear información para nuestros clientes con los datos que poseemos. Informa al dueño de una tienda del valor del ticket medio de sus clientes, o si dicho ticket medio es más alto o más bajo que los de otras tiendas y el comportamiento general del sector». Se nos plantea la duda de si una empresa que haga uso del big data necesita además realizar un proceso divulgativo para que la gente no lo asimile como algo a lo que temer, y Montes ofrece una respuesta que parece sincera: «Lo cierto es que el big data da un poco de miedo. Visité una exposición en el CCCB sobre el asunto y era difícil no salir aterrorizado de ahí, pero al final el riesgo no está en los elementos sino en los usos. La sociedad tiene que protegerse a sí misma y a los demás de los malos usos», y reconoce que sí están intentando ofrecer un punto didáctico, porque en el fondo el objetivo es ser útil y justo a la hora de manejar todos estos datos: «No se trata de que con esa información sepamos dónde compra la gente, dónde come o que les intentemos vender un seguro de vida porque hemos descubierto que están enfermos. Se trata de, por ejemplo, avisar de un escape de agua al observar que ha cambiado el patrón de consumo. El banco haría el tonto si no se pone al servicio de los clientes dando información de valor».