La vida no es tan sencilla al fin y al cabo.
De hecho no es más que algo que leer
y con lo que encender cigarrillos.
(Bob Dylan, Tarántula)
Ha llegado el Apocalipsis. Suenan las trompetas del último día. Un humo de sal y azufre cerca el altar sagrado de las letras. La Academia sueca ha concedido el Nobel de Literatura a un músico, un puto cantautor, un maldito escritor de canciones vulgares, ordenadas a partir de la fórmula estrofa, puente y estribillo. Es el ocaso definitivo de las humanidades, la estación término. La alfombra de honor del Grand Palais, reservada para los elegidos, va a ser mancillada por Belcebú. La tierra tiembla. El cielo se oscurece. Los volcanes expulsan fuego y piedras formando una masa informe. Los profesores se rasgan las vestiduras y arrojan los birretes por las ventanas; los poetas de provincias se arrancan los ojos. Y todavía hay tipos que dicen —y escriben— que Dylan (Bob) no ha escrito libros en el sentido estricto del término, que su arte (en el caso de que lo sea) no tiene nada que ver con la literatura y mucho menos con la poesía estricta. No es lo peor: lo imperdonable, a su juicio, es que además nunca aceptó las normas del Parnaso, que en la mitología griega era un monte donde habitaban las Musas y que desde entonces es considerado la patria metafórica de los grandes poetas.
Por supuesto, todo esto es pura mierda, si me permiten la impertinencia. Esta maldita discusión no trata (o no debería) del derecho a disentir con la designación de los académicos de Estocolmo: el arte es (y debe seguir siendo) el territorio de la subjetividad, donde la única pauta es la libertad, el criterio personal. Para gustos, los colores. La anomalía es escuchar y leer en los grandes periódicos —de cuya crisis da perfecta cuenta el tratamiento previsible concedido a la noticia— determinados argumentos que se presentan en abierta disputa. La cuestión se reduce a los inevitables bandos. A favor o en contra. Blanco o negro. Apocalípticos o integrados. Los lugares comunes de siempre. Los mismos tópicos ajados y sin sustancia. Unos dicen: sí, por supuesto. Otros advierten que es un error cósmico que traerá nefastas consecuencias. Todo el mundo grita su opinión. Everybody must get stoned! Pero casi nadie aporta argumentos para entender una decisión en la que unos ven el triunfo definitivo de la posmodernidad cultural (el relativismo, vade retro Satanás) y otros una operación de marketing. ¿Es Dylan realmente un poeta? ¿Es un farsante? Está escrito en Tarántula, su libro dadaísta: «Todo el mundo tiene el sombrero al revés en los cuentos». Es justo este caso.
Definir la personalidad del heterodoxo nobel es imposible porque nunca ha dejado de cambiar, de moverse. Lo dijo Joan Baez: «Tocará la misma canción en una clave diferente y con un tempo distinto solo por joder». Dylan nunca mira hacia atrás. Ni en la misma dirección. Especialmente si está delante de un espejo. Era folkie cuando los modernos inventaban el pop, fue un Judas eléctrico que desobedeció a los venerables tradicionalistas de los sesenta; decidió convertirse en un padre de familia en vez de liderar a los iluminados de la Era de Acuario y guardaba (por si acaso) una escopeta en la despensa de su casa en Woodstock. Más tarde se volvió un millonario que se vestía con harapos y un cristiano renacido que no renunció —ni un solo día del año— a combinar el mercantilismo con la fe evangélica. Todo esto quizás es cierto, pero también lo es que tiene muy poca importancia a la hora de valorar su literatura. Sí, literatura. Las biografías solo retratan al personaje oficial. No nos descubren al hombre real porque, como dijo Buffon, la verdadera personalidad solo se muestra en el estilo. Y ese es un campo para expertos. Nos lo enseñó Bukowski: la belleza infalible no consiste en el orden o en la armonía. Radica en el carácter.
La poesía de Dylan es parte del código literario más importante de los tiempos contemporáneos. Pese a su trascendencia, se trata de una estirpe artística secreta y sin manifiesto. Su existencia no ha sido proclamada en ningún aula magna. No gusta del formato generacional porque prefiere el grito individual. Tampoco ambiciona crear escuela, sino devolver la poesía a las calles. Hablamos de la estirpe del prosaísmo literario, que se inicia (en inglés) con el Romanticismo —el prefacio de las Lyrical Ballads de Wordsworth—, continúa con los poetas malditos franceses, rompe todos los esquemas gracias a Laforgue (un uruguayo afrancesado), se ensancha con el largo versículo bíblico de Whitman, se disgrega entre las vanguardias, resucita con Ezra Pound y T. S. Eliot y se reagrupa en las múltiples voces del coloquialismo hasta llegar a los experimentos de escritura improvisada de los beatniks. Es una poesía que no necesita del metro para configurar el ritmo de la escritura, que usa la rima solo por burlarse sobre las fórmulas del pretérito y para la que el gran tema es la vida, escrita con ‘v’ minúscula. Dylan gritó hace décadas: «Acepto el caos». El prosaísmo literario es su melodía. Un realismo sobre el horror cotidiano.
Terry Eagleton, un crítico británico, resume muy bien el nudo central de la cuestión: «El error típico que cometen los estudiantes de literatura al leer es abordar lo que dice un poema o una novela directamente, dejando de lado la manera en la que lo dice. Las obras literarias son creaciones retóricas, además de simples relatos». Lo que dota a las canciones de Dylan de fondo literario no es su aspecto (la canción lírica frente al soporte del libro); tampoco la intención lírica, que no es suficiente. Es su dicción. Su lenguaje. Su prosodia. La melodía exacta de las palabras. Vamos a tratar de explicar las virtudes literarias del último poeta con guitarra. Un tipo que escribió: «Aquí yace Bob Dylan, asesinado por la espalda».
¿Son literatura las canciones?
Quienes dicen que la obra de Dylan es arte pero no es literatura obvian algunos hechos históricos: la poesía nació, en las civilizaciones primitivas, con el canto comunitario. Los primitivos poetas se acompañaban con instrumentos musicales. El formato poético habitual en la Grecia antigua era un espectáculo público, similar al teatro. Nadie dudaba de la condición de arte verbal de un drama o un encomio porque se pusieran en escena. Por otra parte, el significado del término literatura no es estable en el tiempo. Su campo semántico es amplio y abierto. A las obras de creación verbal solo se aplica desde el siglo XVIII. Hasta entonces, los clásicos, que fueron los primeros en definir los principios básicos de los estudios literarios, solo diferenciaban entre poesía y elocuencia. La pregunta correcta no es si las canciones de Dylan son literarias o no, sino si son poesía.
¿Son poesía?
Es la gran pregunta. Detrás de toda gran cuestión hay muchas lecturas y un mar de desacuerdos. Bajemos el balón al suelo. Cita de autoridades. En su Poética, el primer tratado de teoría de la literatura de la cultura occidental, Aristóteles define la poesía como una manifestación natural del hombre cuyo origen es la tendencia a imitar la naturaleza, ya que la mímesis es una actividad placentera. La poesía —explica el filósofo— es un «canto« que nace de la «improvisación». Es decir: un arte verbal que se exterioriza de múltiples maneras. Su clasificación depende de tres cosas: los medios que usa el poeta, el objeto imitado y el modo (la forma) en la que se concreta (narración, enunciado o mediante personajes). Entre estos medios, escribe Aristóteles, estarían «el ritmo, la palabra y la música». Todos juntos o por separado. Las canciones de Dylan son construcciones rítmicas construidas con palabras y música. Desde la óptica aristotélica no cabe duda: son una forma de poesía. Que puedan leerse sin música no las hace más literarias. Tampoco lo son menos por el hecho de que sean interpretadas con voz e instrumentos. Estos aspectos formales afectan a su tipología, no a su naturaleza. La poesía no depende del metro ni del respeto a las fórmulas líricas tradicionales. Existen versos métricamente perfectos sin cualidad poética alguna. Y se han escrito miles de poesías con versos que a muchos les parecen líneas de prosa cortada. Gran parte de la poesía moderna está escrita en verso libre, sin pauta métrica o con una retórica voluntariamente prosaica. El único requisito esencial de la poesía es el ritmo. La métrica ofrece un sistema completo de pautas verbales sancionadas durante siglos por la tradición. Pero no es la única vía para invocar la rítmica, el espíritu, del lenguaje. Existen otros: recursos retóricos, pausas, la sintaxis y hasta los recursos gráficos con los que se nos presenta un poema. Christopher Ricks, catedrático de Literatura en Oxford, lo explica así: «La rima, el ritmo y la cadencia son quienes nos traen el poema a casa». En las canciones de Dylan existe métrica (no estricta), una retórica propia, imaginería deslumbrante, tropos y un mundo singular. Son puro estilo.
La literatura es la música de las palabras
Argumentar que Dylan no merece el Nobel porque tan solo es un músico es ignorar que el lenguaje, en especial aquel que aspira a la función poética, no es más que una forma de melodía donde las notas son las palabras y el ritmo se ordena con el patrón de la sintaxis y la puntuación. La partitura de la dicción literaria se descifra en la lectura. Pero en la música verbal no solo cuenta el léxico, sino su disposición, la prosodia, el énfasis, la intensidad, la variación de frecuencia, la elipsis, las estructuras sintácticas y todos aquellos recursos capaces de alterar los lugares donde se esconde la energía de un texto. Con independencia de su calidad, que depende del juicio estético, el lenguaje poético funciona de forma distinta al lenguaje referencial. Los vacíos de sentido son los que construyen el poema, cuyo objetivo no es describir cómo es una sensación o ilustrar un sentimiento, sino provocar esa sensación y ese sentimiento. Dylan hace esto como nadie:
Darkness at the break of noon
Shadows even the silver spoon
The handmade blade, the child’s balloon
Eclipses both the sun and moon
To understand you know too soon
There is no sense in trying.
(«It´s All Right, Ma»)
Tradición y vanguardia
Ezra Pound, al que Dylan cita en «Desolation Row», decía que lo primero que debe hacer un escritor que quiera cuestionar una tradición es saber exactamente en qué consiste. La obra de Dylan recoge la cultura oral del folk, el country & western y el blues. Es, al mismo tiempo, antigua y vanguardista. Nueva y vieja. Quizás porque, como explica Octavio Paz en Los hijos del limo, la modernidad no consiste en lo nuevo, sino en lo novedoso. La obra de Dylan es novedosa no solo en el ámbito musical, sino en el campo de la expresión literaria. Su mayor aportación artística deriva de esta asombrosa relación con el pasado y de su extraordinaria capacidad para hacerlo presente. Dylan ha sido capaz de crear una voz lírica con el rock —hasta entonces una música que cantaba la felicidad y el desamor juvenil— gracias a su infinito conocimiento de la tradición folk, a su saber enciclopédico sobre las estructuras, metáforas y recursos literarios de la poesía popular norteamericana. En el folk todos estos elementos formaban parte de una línea continua en la que Dylan era el último eslabón. Aplicados al rock adolescente de los años cincuenta provocaron la espiral que transformó al poeta norteamericano en un personaje de vanguardia. El Picasso del rock.
«Toda obra literaria se remite a su vez a otras obras literarias», escribe Eagleton. El cancionero de Dylan es profuso al respecto: los míticos discos de su etapa mercurial —Bringin´ it All Back Home, Highway 61 y Blonde on Blonde— están llenos de referencias literarias. Su dicción reproduce la poesía del non-sense de Rimbaud, irracional y deslumbrante. Y en algunos casos alcanza cotas líricas superlativas, como ocurre en «Sad-Eyed Lady of the Lowlands», un canto de amor homérico, pero sin hexámetros. Son canciones, por supuesto. Pero como el mismo Dylan escribió en las notas de su cuarto disco, Another Side, también son otra cosa, «some other kinds of songs». Epifanías poéticas donde la música, la palabra y la voz forman un todo indisoluble. La retórica del prosaísmo se caracteriza por intentar no parecer retórica (en el sentido negativo del término). Nicanor Parra, el maestro de la antipoesía, ha dicho que solo por los versos del estribillo de «Tombstone Blues» ya merece el Nobel: «Mama’s in the factory / She ain’t got no shoes /Daddy’s in the alley / He’s lookin’ for the fuse / I’m in the streets / With the Tombstone blues». Como el poeta chileno, Dylan lleva toda la vida marcando distancias con la institución literaria. Dan fe los los versos que en 1964 escribió en «I Shall be Free nº10»: «Yupi. Soy un poeta y lo sé / solo espero no cagarla». O la extraña historia de «Day of Locust»: «Oh, the benches were stained with tears and perspiration / The birdies were flying from tree to tree / There was little to say, there was no conversation / As I stepped to the stage to pick up my degree». La duda no es si es un verdadero poeta (prosaico). Lo es. La gran duda es si irá a Estocolmo con esmoquin.
A Dylan, de haber nacido en España, y haber escrito exactamente las mismas canciones en castellano, no le habrían dado nada de nada. Los Nobel son una farsa, muy especialmente los de Literatura. Importa más el idioma y los cañones que tenga tu país para hacerse oír que la supuesta literatura que sale de tu pluma. Si le dieron un Nobel de la Paz a Kissinger por ser estadounidense, ¿por qué no le van a dar uno de Literatura a Dylan? Y quizá, en breve, le den ambos a Joan Báez. ¡Es la sororidad, estúpido!
España tiene 6 premios Nobel de literatura y Estados Unidos, con 7 veces más población y muchísimas veces más cañones, solamente 12.
Solo te falto decir ¡arriba España! ¿Has leido algo de Dylan?, pues despues de leer varias letras de canciones me dices si es español, americano o simplemente un hombre de a gran humanidad.
Creo que el articulista dibuja a su modo a sus adversarios para mejor descalificarlos. Todo lo que dice es cierto, pero… that’s not the point. El arte, las letras de las canciones, la lírica o los poemas de Dylan (el sustantivo que le guste) es mediano y a menudo mediocre. El texto que el articulista cita como prueba irrefutable de genialidad es, en buen castellano, una porquería. A ningún poeta consagrado se le ocurriría tener rimas consonantes tan fáciles e ineficaces: suenan mal, como los intentos de un aprendiz. Pero si se convierten en letras de canciones, entonces las puedes medio olvidar y apegarte a la música y a la desagradable pero melodiosa voz de Dylan.
Muy cierto, Dante, suscribo al 100%
Lee Mr Tambourine man y si te parece mediocre… apúntate a una academia de inglés ;)
Bien dicho…. ¡Mediocre, lo que hay que leer!
Tu opinión huele a naftalina. Es agradable ver retorcese a las momias. El articulista es justo en su visión.
Que Dylan es un genio de la música está fuera de toda discusión, y la 2ª mitad del siglo XX no se entendería en ese aspecto sin su colosal figura. Elevarlo a ganador del Nobel de Literatura (aunque figurase en las quinielas todos los años) es hacerle un flaco favor a la escritura, puesto que el trabajo que cualquier escritor desarrolla es mucho más complejo que el de escribir unas letras que, por muy inspiradas que sean, no conllevan un proceso de elaboración tan arduo y exhaustivo. Se ha de premiar la inspiración y el talento, pero también la constancia. Cierto que en lista de galardonados figuran poetas pero ocasionalmente han escrito ensayos o novelas.Quizá habría que crear una categoría para el Nobel de la Música, y no habría injerencias que agravien a tantos otros que sí que de verdad lo merecen, como Kundera o Philip Roth, y, si no estuviera recién muerto, Rafael Chirbes.
Dani, Dylan también ha escrito otro tipo de cosas (pienso en «Tarántula» o «Crónicas», creo que el libro de memorias de un músico más elogiado ). Yo tengo un problema con la poesía: no se disfrutarla/leerla, pero sí me gustan, y mucho, las letras de Dylan.
El Nobel de la música, en Suecia, es el premio Polar, y a Dylan se lo dieron en el año 2000. Y fue a recogerlo de manos del rey de Suecia (hay video).
Porr favor, que la gente se informe un poco sobre los Premiso Nobel. Basta con leer la Wikipedia y comprobar que durante sus primeros, digamos 30 años (época en la que genios incuestionados escribieron sus obras mayores ), lo ganaban autores que en muy pocos casos han dejado huella a nivel mundial (no se en sus países de origen: ¿José Echegaray ha dejado huella en España?)
Si pones todas las letras de canciones de Dylan en formato de libro te salen unos cuantos, pero unos cuantos. Cuanto ignorante hay entre los llectores!
Efectivamente como todo premio siempre es objeto de polémica, y resulta imperdonable que Borges, Tolstoi, Kafka o Galdós, por mencionar algunos ilustres, no fueran premiados, y sí escritores mediocres como Pearl S. Buck. Por no mencionar la abrumadora presencia del inglés, francés y alemán en detrimento de las lenguas más habladas del planeta, el chino, árabe, hindú y español. O el criterio de premiar por motivos políticos. Pero la clave está en el sintagma Nobel de Literatura. Lo que hace Dylan constituye una parte mínima de lo que abarca la palabra Literatura. Se ha abierto la puerta para que puedan dárselo a guionistas de cine (sí, Harold Pinter o Faulkner lo fueron, pero partiendo de la literatura, no al revés) o a un rapero. Me parece una decisión extravagante como poco.
¿Extravagante? Vista en perspectiva, la decisión de premiar a Dylan no me parece más extravagante que concederle el Nobel a lumbreras de la Literatura tan renombradas hoy en día como Gjellerup, Eucken, Laxness, Sillanpää o Pontoppidan (y la lista, créame, podría seguir y seguir). Es, tan sólo, una de las muchas decisiones arbitrarias de una Academia que si a lo largo de los años se ha caracterizado por algo es por hacer exactamente lo contrario de lo que se esperaba que hiciera (como, sin ir más lejos, en el caso de Faulkner, que usted cita). El problema central de esta discusión, como usted señala, está en el sintagma Nobel de Literatura y en el hecho de confundirlo con un Canon de la Literatura Contemporánea. Coja usted la lista de los galardonados y haga su propia lista de los excluidos a lo largo del último siglo y pico y dígame después dónde está ese supuesto Canon. A mí no me molesta en absoluto ver ahí a Dylan, como no me molesta no ver a muchos de mis autores predilectos. El Apocalipsis no ha llegado todavía al salón de mi casa.
No le llega a Steve Wonder ni a la suela de los zapatos. Mejores letras, muchísima mejor música y además, en vez de judío y blanco, pobre, negro y ciego. Compositor, cantante, multiinstrumentista, vamos que sin el rollo progre de los 60…
si no sabe ni tocar la guitarra…es como el Imagine de Jhon Lenon una caca de canción sensiblera y facilona pero de absoluto cumplimiento para lo políticamente correcto.
Me acabas de recordar a mí cuñao en la cena de navidad con dos gintonis de mas
La música no es literatura. Homero hacía literatura, a pesar del canto. Dylan hace música; si le quitas las notas a esas canciones, la diferencia con el griego es enorme; la diferencia es precisamente Literatura. La intención de Dylan no es literaria, sino musical; su reconocimiento (como músico) es totalmente merecido. El Nobel de Literatura es una farsa, una ‘patochada’. Si no se lo dieron a Borges, qué cojones estamos discutiendo.
La contundencia con que expresa usted sus opiniones me hace suponer que es todo un experto en Literatura (en mayúsculas). Siendo así, le sonará el nombre de Billy Collins (le ahorro un paseo por Google: uno de los poetas norteamericanos más leídos y respetados de la actualidad y yo me atrevería a decir que futuro candidato al Nobel). «¿Son las letras de las canciones poesía?», se ha preguntado alguna vez Collins. Él plantea una prueba muy sencilla para averiguarlo: que los músicos que acompañan al cantante de esas letras lo abandonen en el escenario y le dejen a solas leyéndolas en voz alta. En el 99% de los casos, dice Collins, la prueba ofrece un mismo resultado: NO, esas letras NO son poesía . ¿Adivina cuál es la única excepción que según Collins escapa a esa regla? No dudo, por sus categóricas afirmaciones acerca del talento literario de Dylan, que conoce usted al dedillo tanto el idioma inglés como sus letras ¿Por qué no lo intenta usted mismo con un simple par de versos?
She’s smelling sweet like the meadows where she was born
On midsummer’s eve, near the tower
Considéreme un ignorante. Hablo en serio, no bromeo. Si pongo en el numerador lo que sé, y en el denominador todo el conocimiento que ha adquirido la Humanidad a lo largo de la Historia, ignoro una cantidad escalofriante de cosas. Me compare Vd. con quien me compare, esa fracción no es mucho mayor (o menor) que la que muestran los demás. Así que le insto a que me saque Vd. de mi ignorancia respondiendo a unas sencillas preguntas. Si le digo que soy bedel en un colegio (en una ciudad del sur de España) al que sólo van gitanos y niños de familias pobres y desestructuradas, ¿sería mi comentario al artículo de Carlos Mármol menos válido? Y si le digo que soy filólogo y filósofo, ¿le haría replantearse su postura sobre la concesión del Nobel a Dylan? ¿No le da vergüenza o no siente ningún pudor al insinuar que soy un (prepotente) experto en Literatura, para luego «darse pisto» ahorrándome un paseo por Google al citar a un autor? ¿Cómo puede ser Vd. tan obtuso para fiar la fuerza de su argumento de que Dylan es poeta a la opinión que el Sr. Collins tiene de él? ¿De verdad no es Vd. consciente de su torpeza? El idioma inglés. Si le digo que no sé inglés, que he tenido que traducir las canciones de Bob buscando en Google, ¿mi opinión sería menos válida? Y si le digo que soy de Polk County (Wisconsin), al lado de donde nació su admirado rapsoda, y que el inglés es mi lengua materna, ¿resta este hecho validez a la concesión del galardón al americano? Aprovechando la coyuntura del idioma, sáqueme de dudas; no sé nada de francés pero leí «Rojo y negro» de Stendhal en castellano, ¿hasta qué punto está sesgada mi opinión con respecto al galo y a dicha obra, por desconocer el idioma de los gabachos? Lo mismo me ocurre con Dostoievski y el ruso, Kundera y el checo, Mann y Kafka con el alemán. Amplío un poco más la cuestión: a su parecer, además de hacerlo en la misma lengua o de tener un profundo conocimiento de la misma, «al dedillo» utilizando su expresión, ¿cuánto tiene que haber leído alguien sobre un tema específico para pronunciarse sobre el mismo? Y con la música, ¿sabría Vd. decirme si ocurre lo mismo? Imagine que alguien tiene acceso solamente a los cuatro primeros compases de la quinta de Beethoven, y que queda deslumbrado, cautivo por esas pocas notas, ¿hasta qué punto es lógico pensar que esta persona no puede pronunciarse sobre lo que acaba de escuchar? Yo, además de un ignorante, soy simplemente alguien que hace un comentario en esta revista, y que espera que el mismo sea refutado en su núcleo central; no en lo que soy, en lo que puedo ser, o en lo que se supone que soy. PS Ilumíneme; lo digo totalmente en serio.
Hola Fran. Tu numerador tiene razón. De todos los sesgos de tu argumentación me quedo con éste: «Si no le dieron el Nobel a Borges, qué cojones estamos discutiendo»
La Academia Sueca lleva cuatro días tratando de localizar a Dylan y éste no contesta las llamadas. ¡ahí sí que deberían darle el Nobel pos sus cojones!
El problema es que a Stendhal y los demas los traducen unos profesionales, Dylan no es traducido y parece que mucho intelectualoide que no sabe ingles no lo pilla… (perdon por la falta de tildes, escribo desde teclado… ingles)
» Si le digo que no sé inglés, que he tenido que traducir las canciones de Bob buscando en Google, ¿mi opinión sería menos válida?»
Sí. No porque su criterio sea menos válido, sino por una distancia objetiva entre lo creado y lo percibido.
Hola Miguel. Si yo fuese camarero, no tuviera casi ningún conocimiento sobre ingeniería aeronáutica y dijese (al ver despegar en Cabo Cañaveral un pepino de esos de la NASA) que el cohete alcanza unos determinados parámetros para librarse de la gravedad y salir al espacio exterior, ¿hasta qué punto es mi afirmación falsa por desconocer yo los detalles de esa tecnología? ¿Es menos cierta mi tesis por no haber ido a la universidad y no haber estudiado esa carrera? ¿Qué distancia (por la barrera del idioma) había entre Umberto Eco y Tolstoi? ¿Hasta qué punto considera Vd. que lo que dicho por el famoso semiótico acerca del escritor ruso es falso por no dominar la lengua de este último? ¿Ha leído lo que Cervantes escribió en el Quijote sobre la traducción de un texto a otro idioma?
Tienes razón, pero me parece que la poesía es un caso excepcional, al ser el caso extremo de juego con el lenguaje. En estos casos, a mayor dificultad con el idioma original, mayor dificultad para valorar un poema escrito en esa lengua, porque su forma es su propia idea.
Un saludo.
No sé hasta qué punto es más «extremo» el juego del lenguaje que se establece en un poema, que el que se propone en una novela. En cualquier caso, es probable que haya más distancia entre las versiones de «Kafka en la orilla» en castellano y japonés, que la que hay entre los poemas de Pessoa en portugués y en castellano. Un saludo.
Empezaré dándole la razón, ya que con tanta vehemencia insiste: es usted un ignorante y lo dice usted todo en serio. Que quede claro que no soy yo quien lo dice, al menos en lo que a su ignorancia se refiere, sino que a convencerme de ese aspecto de su vida le dedica usted la práctica totalidad de la cuarentena de líneas que me ha dedicado. En cuanto a lo de la seriedad, gracias por la aclaración. La verdad es que al llegar al final de su amenísimo escrito lo habría creído firmado por Groucho Marx, pero ya que así lo prefiere, pongámonos muy, pero que muy serios. Me pide encarecidamente que le ilumine, como si un servidor fuera un vulgar muñeco Gusiluz, cuando el tono de su extenuante respuesta me insta a creer que, a pesar de su reiterada insistencia en el supuesto pecado de ignorancia, no está usted muy convencido de ser culpable del cual yo NO le he acusado. En fin, si revisa mi texto verá que a) donde yo pongo el acento es en la contundencia de sus opiniones, impropia de alguien supuestamente lego en una materia que no domina. Cuando alguien construye un texto en el que en la práctica totalidad de las frases se emplea el verbo ser en presente gnómico o atemporal («La música no es literatura», «La intención de Dylan no es literaria», «El Nobel de literatura es una farsa») yo tengo que suponer que los conocimientos de esa persona acerca de la música, la literatura, la obra de Dylan y los premios Nobel son razonablemente altos. Ya ve, incluso Gusiluz puede equivocarse. Y eso me lleva a b) Dice usted no ser más que «alguien que hace un comentario» en una revista y que espera ser refutado en el «núcleo central» de dicho texto. Apartaré, si no le importa, los cojones de su última línea, para ver con claridad el resto del texto. Dicho»núcleo central» (corríjame si me equivoco) no sería otro que la imposibildad de considerar Literatura los texto de Dylan una vez eliminada la música que los acompaña. Seré obtuso y torpe, pero no hasta el punto de «fiar todo mi argumento» a la opinión de Billy Collins. Yo ya tengo una edad para (creer, al menos, ser capaz de) discernir cuándo un texto es literario y cuándo no. Una ristra de aseveraciones contundentes rematadas con una pregunta soez, por ejemplo, no suele ser literario. Me pareció interesante, simplemente, contraponer su (ahora sé que ignorante y seria) opinión con la de alguien que ni es un ignorante en cuestiones poéticas ni se toma muy en serio a sí mismo. Que cada uno juzgue cuál es más digna de crédito y dónde está la farsa y dónde la patochada.
Todo núcleo ES central. Eso alguien lo debería haber dicho en esta discusión.
¿Cuánto habría cambiado el signo de la misma, si al principio alguien hubiera detectado mi pleonasmo?
¿Le sorprenden las treinta y dos líneas de mi comentario, pero hace usted lo propio con otro de treinta? Quién lo diría. A mi ignorancia le dediqué poco más de cinco líneas, todo lo demás fueron preguntas a las que, por cierto, veo que usted no contesta. “[…] La contundencia con que expresa usted sus opiniones me hace suponer que es todo un experto. […] No dudo que conoce usted al dedillo. […] Yo tengo que suponer que los conocimientos de esa persona son razonablemente altos. […] Su amenísimo escrito lo habría creído firmado por Groucho Marx […]” Sigue centrándose en mi persona, tratando inútilmente de desacreditarme u ofenderme, en lugar de debatir sobre si Dylan hace poesía y sobre si merece o no el Nobel. Que alguien como Billy Collins (usted, yo o el mismísimo sursuncorda) diga que Dylan hace literatura no convierte la obra del americano en literatura. Deje ya de una vez de utilizar el argumento de autoridad. Quizá esto le sorprenda, pero Cervantes no es más literario porque Pérez-Reverte así lo crea. A diferencia de usted, yo no le he faltado al respeto en ningún momento, tampoco he querido tratarle “como si un servidor fuera un vulgar muñeco Gusiluz”; no sé si sabe que el verbo iluminar equivale a ilustrar el entendimiento. ¿Cree Vd. que Dylan hace poesía? Perfecto. Yo no lo creo, pero siento un profundo respeto por su opinión (mucho más del que siente Vd. por la mía), pero su argumento de que Dylan es poeta porque Collins lo dice es un argumento no válido, es un razonamiento pobre. “[…] Una ristra de aseveraciones contundentes rematadas con una pregunta soez, por ejemplo, no suele ser literario […]” ¿Y qué? ¿Que yo (según Vd.) “no sea literario” hace que el americano lo sea más? ¿Lo soez no es literario? ¿Ha probado Vd. a leer a Thomas Pynchon? Si me guío por los comentarios que estamos intercambiando, no entiendo su atrevimiento al decir que usted se considera a sí mismo “alguien que ni es un ignorante en cuestiones poéticas ni se toma muy en serio a sí mismo”. Coja un “poema” de Dylan, póngale al lado uno de Baudelaire, y sea sincero; ¿no nota una grandísima diferencia? Si fuese usted un amante de la poesía, estoy seguro de que no pondría ninguna objeción si yo dijese que entre esos dos autores hay un abismo, o que media entre ellos el infinito. Dylan es un grandísimo músico, seguramente el mejor o uno de los mejores cantautores, pero [para que mi aseveración no le resulte tan contundente, añado la coletilla “creo que”] no es un poeta, no es un literato. /A mi juicio / Me atrevería a decir / Estoy razonablemente convencido de que/ [coletillas todas ellas para que Vd. no se sienta agredido] en Suecia han querido en esta ocasión salirse del tiesto adrede, posicionando su marca en los medios de manera mucho más estridente que si le hubiesen concedido el premio por ejemplo a Philip Roth. Los responsables del Nobel han querido elevarse por encima del resto de los mortales, rememorando tiempos pretéritos en lo que a poesía y música se refiere, sin darse cuenta de la enorme falta de respeto en que han incurrido al no dárselo a un escritor o a una escritora, sin advertir la erosión que provocan en el crédito del premio. Puesto que en las últimas líneas que me dedica, opta por encomendarse al juicio de los demás y que “cada uno juzgue cuál es más digna de crédito y dónde está la farsa y dónde la patochada”, dando a entender en cierto modo que finiquita su conversación conmigo, como soy consciente también de la ironía implícita en su frase “La verdad es que al llegar al final de su amenísimo escrito…” y, sobre todo, porque no busco su réplica y tampoco pretendo aburrirle, no se dé usted por aludido (aunque así lo parezca) en este comentario. En realidad va dirigido a todas esas personas que, con curiosidad, leen los debates en jotdown.
Dos puntualizaciones tan sólo:
a) Me extraña que quien es el primero en zanjar la discusión acerca del valor literario de los textos de Bob Dylan con un «qué cojones estamos discutiendo» se pregunte después por qué ni yo ni nadie se presta a replicar un interminable rosario de cuestiones que nada aportan a esa discusión. Contestarlas es baladí: a Borges no se lo dieron y a Dylan sí. Hay unos cojones que indican claramente que la discusión acaba ahí. Y punto. Todo cuanto tengo que decir acerca del premio Nobel de este año está en mi réplica al usuario Dani. Como yo tampoco quiero aburrirle más de la cuenta, a ella le remito.
b) Cuando hablo de “alguien que ni es un ignorante en cuestiones poéticas ni se toma muy en serio a sí mismo”, obviamente, no me refiero a mí mismo, como usted parece creer, sino a Billy Collins, un autor, por cierto, cuyos poemas, muy probablemente, tampoco resistirían el terrible trance de ser comparados a nada escrito por Baudelaire. Aunque dudo mucho que eso le importe lo más mínimo. Si dispone usted de 3 minutos y 55 segundos, vea, escuche y decida si hay nada más que discutir.
Un saludo cordial.
https://www.youtube.com/watch?v=0EjB7rB3sWc
No había ninguna discusión cuando escribí la palabra ‘cojones’. Estaba yo solo, dando mi opinión, sin intercambiar réplicas con nadie. Me llama la atención, sin embargo, que la esgrima usted con tanto ahínco, que me dedique adjetivos como ameno, extenuante, experto o que me ponga al nivel de Groucho Marx, y que haga juicios de valor sobre mi persona, todo ello de forma grosera, y sin embargo, repito, trate de desmerecer mi tesis por escribir (sin dirigirme a nadie en concreto) la susodicha palabra. Yo no voy a intentar ofenderle; esta característica, junto a aquella en la que soy consciente de mi ignorancia, es lo que me diferencia de Vd. (Probablemente hay más cosas, pero nunca lo sabremos.) ¿Por qué su silencio (o el del resto de comentaristas) a mis preguntas le hace pensar que no se sostienen? ¿No ha oído nunca eso de que «quien calla, otorga»? Esas preguntas, de hecho, eran relevantes porque la discusión pivotaba en esos momentos (no sobre el acierto de los suecos en la concesión del premio sino) acerca de cuán válido era el argumento de autoridad para discernir si Dylan hace ppesía, concretamente con la figura de Collins o con mi supuesta incapacidad al respecto. Falaz, por cierto, como seguramente los (silenciosos) lectores habrán pensado. En lo que me remite a su comentario a Dani: A mi me parece mal que se lo den a Dylan, la concesión incrementa esa confusión con el Canon Contemporáneo que Vd. pone como ejemplo, con el que estoy de acuerdo. En cuanto a lo que contesta en su apartado b), no me imaginél que hablaba por boca de Collins. En cualquier caso, al llegar a su frase «Aunque dudo mucho que eso le importe lo más mínimo», he llegado a mi límite de tolerancia con su falta de respeto, y a partir de ella ha dejado de interesarme lo que me pueda decir.
Fran, el nivel de Groucho Marx era muy, muy alto.
No sabe cuánto lo lamento, pero me veo obligado (espero que por última vez) a abusar de su tiempo y de su menguante paciencia.
a) En la frase «Aunque dudo mucho que eso le importe lo más mínimo» el pronombre «le» no se refería a usted, sino a Billy Collins. Acepto, como siempre, sus educadas disculpas.
b) Este torpe, obtuso, grosero, carente de respeto, pudor y vergüenza y cargado de atrevimiento servidor, a quien usted nunca en la vida trataría de ofender, lamenta de corazón haberles dirigido a usted y sus textos adjetivos tan denigrantes como «ameno», «extenuante» o «experto». Y no, créame, ni en mil vidas me atrevería a compararle ni a Groucho Marx ni a ningún otro miembro de su familia.
c) Estoy sinceramente de acuerdo con la afirmación con que cierra su texto, aunque creo que no debería ser tan modesto: el interés por lo que ni yo ni nadie pudiera decir acerca de (sí) los cojones de su primer (y empiezo a creer que malhadado) comentario ha sido nulo desde el minuto cero.
d) He decidido hacerle caso: callaré y otorgaré. Corro el riesgo de ser desacreditado y ofendido y de que mi prestigio se vea erosionado, lo sé, pero en vista del tino que ha demostrado interpretando mis palabras, imagínese cuánto puede interesarme cómo puede usted (y el resto de silenciosos, oh, hipócritas lectores) interpretar mis silencios.
Eres discutidor profesional y un pocotrol
No seas hipócrita. Nunca consideraste a Fran ni ameno ni experto.
El Nobel de literatura es ese premio que no ganaron ni Tolstoi, ni Lorca, ni Borges, pero sí Churchill. Con eso está todo dicho.
Aún estando muy sobrevalorados los mencionados Premios Nobel y siendo esta una opinión personal, me parece un guiño a la excentricidad y al querer parecer modernos por parte de los miembros que concedieron el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan. No creo que le vayan a dar el Grammy o el Emmy a ningún escritor, siendo esos premios mas propios para los compositores y/o músicos, básicamente. Desconozco si Bob Dylan ha escrito algún libro (poemas, ficción, ensayos), pero entiendo que le han dado el premio por las letras de sus canciones (que nunca me he parado a traducir, he de reconocer). Comentaba que los Premios Nobel están sobrevalorados o devaluados, entre otras menciones por los otorgados , en su dia, a Barack Obama (de la paz ….¿a un presidente de EEUU ???) y ya un caso extremo de estupidez (o influencia) a un tal Henry Kissinger , también el Nobel de la Paz , cuando fue inspirador y conspirador, entre otras proezas ,del golpe de Pinochet. Sinceramente,debe de haber muchos mas escritores, con extensa obra literaria, y claro, se le supone, de calidad (siendo este termino discutible). mayor que las letras (por muy buenas que sean) de Bob Dylan. No es por ser cantante, es por la diferencia de obra literaria que hay entre Dylan y tantisimos escritores nunca galardonados .
Todavía no he conocido a un escritor critico de Dylan q escriba mejor que él…Dylan es un Visionario como Rimbaud, como Whitman…escribir es un trabajo duro? más duro que lo que trabaja o trabajo Dylan? posiblemente pero trabajar mucho no te convierte en genio…no es tan fácil y Dylan lo es.
Que conste que no es que a mi me importe mucho a quien le dan o no el Nobel de literatura. Soy más del tipo «enhorabuena a los premiados». Pero me hace un montón de gracia cómo se ha alborotado el gallinero por el premio a Bob Dylan. Y tampoco voy a entrar en profundidades en cuanto a sus merecimientos porque no es alguien a quien yo haya seguido mucho (conozco sus grandes éxitos y pare usted de contar).
Pero haciendo un seguimiento de los premiados en los últimos años, y exceptuando a Vargas Llosa que se puede considerar una celebridad (al menos por estos pagos), no recuerdo una contestación al premio como la de este año (no sé si será algo local, o también se ha dado por ahí fuera). Y no encuentro otra explicación más que a la ucraniana del año pasado o los chinos de otros, o el resto de la lista, no los conocía ni Dios (o al menos fuera de los círculos más intelectuales). Y claro no te vas a poner a discutir el criterio de la Academia y quedar como un ignorante…salvo que se lo den a un cantante con guitarra y armónica claro. Entonces se monta un pifostio increíble con gente lapidándolo en los foros (a él y al jurado sueco), hasta de los periódicos de provincias, participando en la lapidación la población de un país con los índices de lectura que tiene este….
No estoy seguro de que haya sido una buena decisión darle tal premio a Dylan, no porque su calidad poética no sea merecedora sino por la jurisprudencia que se crea. La genialidad de Dylan reside tanto en su parte escrita como musical, darle el premio Nobel es dar el premio a medio Dylan y afirmar que medio Dylan es más merecedor del mayor premio de las letras que otros literatos de una pieza. Pero tampoco soy nadie para negar que tan solo medio Dylan no sea suficiente o para afirmar que se pueda matematizar de tal forma una cuestión así.
En cualquier caso enhorabuena a Dylan.
Pingback: Cacofonia, “pós-verdade” e equilíbrio nas redes sociais: It’s all right, ma? – Jornal do Siúves
Creo que esta discusión se acabaría si crearan un Nobel de las Artes o algo así. En este caso, Dylan no sería discutido por nadie. El problema está en la palabra literatura.
Cuando le den el Nobel a Arjona, quiero ver a los mismos que defienden a Dylan diciendo «no importa que sea músico» o «la calidad y originalidad lingüística es lo de menos». Patéticamente, terminarán defendiendo el Nobel de Dylan con las mismas herramientas que hoy desprecian.
Me parece muy bien que se le de un Nobel de literatura a un compositor, no dejan de ser poetas en un sentido muy estricto. Y menos bien me parece que haya sido a Dylan, pero bueno.
Dicho eso, iniciar un artículo con «¡Es la/el xxxxxxx, estúpido!» dejó de ser llamativo la primera vez que se usó. Juro perseguir por tierra, mar y aire al próximo articulista al que vea usar esa maldita fórmula para un artículo con la intención de golpearle en la nuca con una cucharilla de café hasta que pida perdón por su falta de imaginación. Escrito queda, por los pelos se ha librado, Carlos Mármol, el siguiente sufrirá mi cucharil ira.
Te acompaño con mucho gusto a esa persecución. Pero yo pienso llevar un tenedor.
Pero que sea un tenedor de postre y con las puntas romas. Que sea lento.
La reacción en España, incluso con críticas por parte de escritores en los medios es patética y vergonzante. Entre el gremio de los críticos literarios de USA, de los importantes; no hay ni uno que diga que es un premio inmerecido. Supongo que todos los que aquí comentan en contra tienen cátedras de literatura inglesa en Yale, al menos un par de doctorados en teatro isabelino y saben de literatura muchísimo más que Yourcenar que ya dijo hace treinta años que Dylan se merecía el Nobel y que su poesía, sí señores su poesía, le parecía la mas bella de nuestros tiempos. Léanse «Marguerite Yourcenar en poésie: archéologie d’un silence» y si se creen con más méritos que la autora de Memorias de Adriano y una de las más grandes teóricas de la poesía moderna para opinar les felicito por su amor propio la verdad. A lo mejor también escriben en el New Yorker y yo estoy equivocado sin saberlo. La impresión que tengo es que en España muchos no se enteran, no saben ni papa de inglés y se meriendan una mala traducción de google como mucho. Por supuesto carecen de la más mínima curiosidad para leer libros en otros idiomas y preocuparse por saber algo de otras culturas. Definitivamente, España es un país de cuñados.
Sin embargo, te equivocas. El día siguiente a serle otorgado el premio, en el New York Times apareció en primera página un artículo de opinión de Anna North titulado: Why Bob Dylan Shouldn’t Have Gotten a Nobel. http://www.nytimes.com/2016/10/13/opinion/why-bob-dylan-shouldnt-have-gotten-a-nobel.html?_r=0
No es que yo crea que lo merece o lo contrario, pero desde luego en los USA hay gente ilustre (o ilustrada) que disiente de su adjudicación. Y progresistas. No creo que la defensa de Dylan tenga que ir por los derroteros que va en España, sin embargo. De hecho, no creo que necesite ninguna defensa, y menos la verborrea pretenciosa que pretende convertirlo en algo que no es, o no ha sido.
Desasosegante ver cómo poquísima gente puede formarse una opinión al respecto; triste comprobar que lo de Dylan es poesía porque lo dice alguien en concreto. País de asnos.
Todas las opiniones sobre todo valen lo mismo, desde luego.
Sobre todo a la hora de votar.
Este artículo tiene afirmaciones de traca, por lo pretenciosas, hueras y falaces: «Las canciones de Dylan son construcciones rítmicas construidas con palabras y música. Desde la óptica aristotélica no cabe duda: son una forma de poesía» afirma, por ejemplo. También las canciones de Bisbal son construcciones rítmicas construidas con palabras y música. Y, desde la óptica aristotélica, no cabe duda entonces: son una forma de poesía. Lo mismo podemos decir de las canciones de Torrebruno. O de Locomotoro. Todas las canciones del mundo son poesía desde la óptica aristotélica, porque son construcciones rítmicas construidas con palabras y música. ¿Hace eso mejor o peor a Dylan?
Le hace candidato al Nobel de Literatura, que es lo que trata de demostrar el articulista.
También lo que escribe Dan Brown o el «50 sombras» de turno son novelas. ¿Invalida eso a cualquier escritor de novelas para el Nobel?
Lo hace candidato a un premio si su trabajo está bien considerado.
Pingback: ¡Es la retórica, estúpido! (Jot Down) | Libréame
Cuando hacen falta tantas palabras para justificar un Premio, es que ese premio no ha sido merecido
Pues yo creo que aqui lo unico que se deberia estar debatiendo es si Dylan se lo merecia mas que Cohen, que al menos se hubiera acercado a recoger el premio con un gracias y bonito discurso bajo el brazo, joder (damos todos por sentado que Dylan no va a estar en Suecia, supongo) teclado frances, no me salten al cuello, por favor
Pues me parece un debate interesante. La influencia de Dylan es posiblemente mayor, y entiendo que eso ha sido lo determinante, porque a nivel literario están al menos al nivel, si no está por encima Cohen. Cohen por otra parte está más aceptado como «poeta» (fue escritor antes que músico), por lo que no habría sido un premio tan chocante (con lo que también habría perdido parte de la gracia, y del mensaje).
Creo que en este caso se podría haber justificado un Nobel conjunto (aunque Cohen es canadiense y no sé si tienen que compartir nacionalidad).
Y que pasa con Serrat, Silvio Rodríguez, Chico Buarque o Violeta Parra, para muchos sus letras son poesía. Creo firmemente que también merecen un reconocimiento de tal magnitud. En el caso de Violeta no hay nada que hacer. Como en todo arte popular existen algunos cultores de gran valor que elevan sus palabras a lo más sublime y que bien que por esta ves el Nobel haya recaído en Dylan, muchos estamos de acuerdo. Ojalá a los otros al menos les llegue un Cervantes.
Sugiero postular a Serrat, Silvio Rodríguez y Chico Buarque al Nobel. Para empezar los reconocería con el Cervantes. Seamos valientes.
Y a todo esto, que opina Dylan? …el silencio del premiado es bien elocuente y queda por saber si lo convencerán para acudir a la entrega del galardón. En coherencia, habría de quedarse en su casa, lo que no iba a disminuir un ápice sus presuntos méritos para haber sido premiado. Méritos que no me corresponde a mí evaluar, desistiendo de opinar al respecto porque la duda me corroe.
He leído casi todos los comentarios y me alegra ver que hay tantas personas educadas y educadas que tienen tan profundos conocimientos del alma poética como para determinar, o al menos intentarlo, si Dylan merece el premio Nobel o no.
Creo que ayudaría a esta discusión definir primero qué es Poesía, luego quién es poeta y finalmente si el declarado poeta puede o debe ser galardonado.
«¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.» dijo el sevillano.
La poesía no puede ser definida porque su espíritu es irreferencial. Como un canto o lamento del alma no conoce de corsés ni cadenas sino que se expresa aún mediante el miedo y la ignorancia, la pasión y el desengaño. ¡Triste asunto este de haber nacido poeta y vivir completamente incomprendido entre la ceguera de los hombres.!
Una de las definiciones de Poeta me recuerda que el Poeta es «aquel que ve lo sublime en lo sencillo» En griego, que como todos sabéis es de donde procede la palabra, (pieo) el poeta es el que crea, el creador; el artífice del idioma del espíritu que reverbera en las conciencias.
Dylan tal vez fue poeta, pero el dinero la fama y la gloria callejera, como ocurre siempre, ahogaron el mensaje puro en su canto. Tanta soberbia hay en su equipaje que desprecia la humildad de ser reconocido (o tal vez sea esa su mayor obra poética)
No creo que el premio sea merecido (aunque eso importe muy poco -el premio y mi opinión-) porque hay otros que lo merecen más y en eso, este asunto es como un premio a la belleza; si hay otra (u otro) más bella/o, el premio otorgado ES inmerecido.
Finalmente. El poeta, per se, no puede ser galardonado, primero porque se obliga al poeta a ser humilde y eso es tan imposible como encerrar el mar en un gotero o el universo en una botella de tota tola (o peti cola) y segundo ¿quién tiene mayor gloria que el creador de mundos?
Cierto es que el Nobel es el de Literatura, pero cierto es también que el que crea que la Poesía es Literatura tiene, todavía, el alma encerrada en una caja negra; el corazón atrapado en la cama de Procusto.
Esa es mi humilde opinión que espero sepáis destrozar inteligentemente.
Gracias.
Ánimense. Si no se muere antes, dios no lo quiera, ya queda poco para que le concedan este premio a Alan Moore. Y como se dedica a los cómics… eso si que seria el despiporre
Justo sería. Que quede el despiporre.
Una entradilla biliosa para censurar el maniqueísmo del que casi todos adolecen a la hora de pronunciarse sobre el polémico fallo del galardón… para acabar recurriendo al mismo maniqueísmo, bibliografía de eruditos helenos aportada, con tal de defender la concesión del premio al arisco cantautor. Creo que existe cuorum sobre un hecho básico: de recibirlo un letrista, debía ser él. Y añado: ¿no hay ya una retahíla de reconocimientos con los que elevar al Panteón melómano a Dylan? Grammys en número suficiente para fabricarse un tanque tras su fundición; una estrella en el Paseo de la Fama angelino; aplauso unánime de la crítica en el cómputo global de su carrera pese a su poco prolífico tramo final y su condición de militante contestatario respecto a la música, y respecto a todo; y multitud de honores y homenajes recogidos por todo el mundo de manos de lo más granado de su industria, la indeleble influencia en el resto de sus pares y la capacidad de traspasar el nicho en que se encajona a las estrellas pop. ¿No basta con eso? Seguro que lo merece, pero para que no se lo lleven Kundera, Cormac McCarthy, Richard Ford, Adonis y otros tantos, mejor no entregárselo. Que no cometa esa Academia el mismo error que con Eco.
Creo que el problema no es quienes, mereciéndolo, no lo recibieron o aún no lo reciben. O quienes lo recibieron y no lo merecían en desmedro de los anteriores.
Porque hay un selecto grupo de autores que lo recibieron merecidamente y es ahí donde cae Bob Dylan. Y aunque no esté relacionado con la calidad de sus versos es probablemente el «poeta más popular en recibir el Nobel» desbancando a Pablo Neruda que en su momento también fue duramente cuestionado. Vivan las palabras que para todos alcanzan.
yo si que he leido y traducido las canciones del señor Zimermann… me encanta el ritmo, las melodias, superior en cantidad de estilos y argumentos al Boss y a Neil Young… que ya es decir… esta en otra dimension y su influencia en la musica solo se puede comparar a Bach… es el Bach de los trovadores
ok
pero NO es literatura ni poesia, entendiendola como quiera, ni la protopoesia de Homero ni la relativista en cuanto a forma de ahora
simplemente porque la finalidad ultima es la cancion, la sensacion musical de unas ideas acompasadad e instrumentalizadas
Señores Zuecos, si un homeopata descubre la cura del alzheimer en los pelos del melocoton…. nunca sera Nobel de Medicina porque ni es medico ni su intencion es desentrañar un misterio fisiologico para curar, sino curar como sea y sacar unos lerus
Si tuvieran que persistir en el ámbito de la música (lo que me parece un desperdicio al no reconocer a escritores completos), para la próxima sugeriría a Donovan (canciones que cantaba Dylan. Vive en Mallorca), Leonard Cohen y Cat Stevens y, si hubiera premios póstumos, a Lou Reed y Bowie. Eso sí, solo para referirse a los angloparlantes, como si no hubiera estupendos compositores-poetas de otras lenguas. (RSB)
Pingback: Bob Dylan, paraula a paraula | Les pedres del camí