Marta Rossich (Barcelona, 1979) nos recibe en la sede barcelonesa de Ediciones B, en una sala que ha abarrotado de libros de ciencia ficción y fantasía. Como buena guerrillera editorial, la trayectoria de Marta incluye un poco de todo, desde trato con la prensa hasta coordinación de colecciones y sellos editoriales. Tras una estancia de dos años y medio en China se hizo cargo en 2014 de Nova, histórico sello de literatura de género. Charlamos sobre ciencia ficción, libros electrónicos, novelas landscape (¡que no románticas!), la interacción entre literatura y videojuegos, la energía del mundo editorial chino, la fantasía de Brandon Sanderson… Abundan las metáforas bélicas y la gesticulación enérgica subrayada por carcajadas repentinas.
¿De verdad se sigue leyendo en España? Cada vez más alternativas de ocio le quitan tiempo a la lectura, desde las series hasta el Candy Crush.
Ya lo veis [señala a los libros esparcidos por la mesa], yo estoy convencida de que sí se lee. Claro que sí. Me he acabado dedicando a la edición de literatura de género en un momento clave, en plena renovación de contenidos. De golpe, títulos de ciencia ficción y fantasía han ido subiendo en Estados Unidos a las listas de los más vendidos… Abanderados por estos títulos, hemos renovado la colección Nova y duplicado las ventas. Claro que se lee hoy en día.
¿Leías ciencia ficción antes de entrar en Nova?
Debo confesar que no era nada aficionada. Eso me ha permitido iniciarme como una lectora más, empapándome sin ideas preconcebidas sobre la obra editorial previa de Nova. Al descubrir treinta años publicando a los mejores autores globales de ciencia ficción he ido apreciando su variedad de estilos… Y estoy rastreando a los autores que siguen vivos, estudiando cómo se mueven en mercados internacionales mucho más maduros en género que el nuestro. Intento ser joven de espíritu: al fin y al cabo, mi gran esperanza son los nuevos lectores que han crecido leyendo Harry Potter y se convierten en lectores de género. Intento iniciarme con ellos, aconsejada por mi gurú Miquel Barceló y la gente brillante que me asesora. Y a cambio, lo que pongo a su disposición es mi capacidad de lucha editorial.
El mundillo de la ciencia ficción tiene fama de ser algo endogámico. ¿Te ha costado adaptarte?
Mi integración está siendo una lección de vida. Tenía miedo de que se me rechazara por no ser una especialista en ciencia ficción, pero he encontrado gente muy generosa que me ha aceptado y aconsejado sobre lo que hago bien y lo que debería corregir. Tanto nivel de implicación y trabajo en equipo no lo había visto nunca en otro tipo de literatura. La literatura de género es una lucha conjunta: editores, autores, blogueros, traductores, correctores, coleccionistas, libreros, ilustradores… Me parece gente acostumbrada a colaborar entre sí y con ganas de normalizar el género, rompiendo las barreras que intentan reducirlo a un nicho de mercado. Uno de mis objetivos es comprender y conocer a los prescriptores de fantasía y ciencia ficción, para abrir el género al máximo de público posible.
Empezaste en el mundo editorial coordinando a traductores y colaboradores autónomos en Planeta, y más adelante en Tusquets. ¿Cómo ves las condiciones de trabajo de este colectivo?
Mal, y lo sé de primera mano. Al principio de mi vida laboral entré como becaria en Planeta, después hice de freelance un tiempo, mientras estudiaba. Las condiciones son malas. En este sector prima la pasión que le pongas al trabajo, que te gusta lo que haces… El enganche del sector editorial. La gente que conozco quiere seguir luchando y trabajando con la literatura, cada uno en su propia trayectoria.
En Edhasa llevaste durante un año las relaciones públicas, contacto con periodistas… ¿Qué imagen te llevaste del periodismo cultural en España?
En Edhasa el tipo de literatura que llevaba era más tradicional, autores como Wiesenthal y algo de novela histórica. Y en Tusquets, donde edité Tokio Blues de Murakami, la importancia de la prensa era brutal. Ahora en mi lucha por el género empleo armas que aprendí en esas etapas… En cualquier caso, volviendo a la pregunta: a menudo el periodismo español tiende a olvidar la literatura de género.
Ya en Ediciones B, allá por el 2008, tomaste la iniciativa de recuperar parte del legado de Bruguera reeditando las colecciones de Joyas Literarias Juveniles e Historia Selección; libros de Julio Verne, Emilio Salgari…
En Ediciones B empecé renovando toda la línea de bolsillo, con lo que aprendí a trabajar en bloques, hacer campañas… Una línea de bolsillo es un territorio muy libre, de experimentación. Y dándole vueltas a qué podríamos sacar, recordé que Ediciones B había comprado hacía tiempo el fondo de Bruguera. Fui a dar una vuelta por el archivo de Parets, quedé impresionada con las Joyas Literarias Juveniles y me propuse rescatarlas… Una prueba que salió bastante bien y llamó el interés de la prensa.
¿Un guiño nostálgico? Porque fue una reedición calcada, ¿no?
Fue facsímil, sí, tal cual. Bueno, hicimos algunos cambios en la cubierta, actualizaciones sutiles para que no pareciera tan vintage, pero la idea era que fuera lo más parecido al original posible. Los tengo en mi casa… No los originales, que están en el archivo a buen recaudo, sino la que edité en 2008.
En Ediciones B contactaste, se dice que a través de Twitter, con John Locke, el autor independiente que se autopublicó en Amazon KDP (Kindle Direct Publishing), vendiendo millones de thrillers a noventa y nueve centavos.
Twitter no pudo ser porque no tenía en ese momento, pero contacté con John Locke a través de email, de forma espontánea… Como si fuera una fan.
¿Qué te hizo pensar que lo que funcionó en digital vendería también en papel?
Bueno, en España no funcionó demasiado bien. Era el inicio del boom de los escritores autoeditados, cuando se pensaba que los contenidos del KDP de Amazon EE. UU. podrían viajar a otros mercados. En aquellos años creíamos que muchos más autoeditados podrían funcionar en papel, pero el tiempo ha demostrado, sobre todo a partir de 2009, que la criba es muy estricta y algunos autores no despegan en papel. Otros sí; a Juan Gómez-Jurado lo publicamos en noviembre: sigue vendiendo muy bien. Y eso ocurre tanto en thriller como en otros géneros, como prueba Andy Weir con El marciano.
Que también empezó autopublicando en Amazon.
Fue difundiendo su novela por entregas para los fans, con muchísimo éxito… Los lectores le pedían que las ensamblase en un libro, así que acabó colgándolas en Amazon y poniendo un PVP al conjunto. Cuando publicó El marciano de esta forma se dispararon meteóricamente las ventas, y lo compró Crown, una editorial de Estados Unidos. Luego se empezaron a vender las traducciones a otros países, los derechos cinematográficos… ¡De una primera novela!
Tenéis dos versiones editadas, la de antes de la película y la de después, con Matt Damon en portada.
Sí, en Nova jugamos con todo lo que podemos, y las películas son importantes. Me di cuenta de que El marciano y Ready Player One son dos títulos clave cuando volví de China y me encargaron Nova, hace dos años. Antes de irme ya había publicado Ready Player One en una colección de ficción comercial. Pero desde China me di cuenta de que un libro que habíamos lanzado sin promoción y en un silencio absoluto, iba entrando y saliendo en las listas Top 100 de los más vendidos de España en Amazon, FNAC… Cuando volví forcé su reimpresión, y ahora lleva diez ediciones y es un libro de culto. Al encargarme del sello Nova, pensé que con Ready Player One y El marciano iba a renovar la colección, que estaba un poco dormida después de la gran obra de Barceló, y lancé los dos libros de golpe y dentro de Nova. ¡Ahí tendrían que haber estado desde el principio! A partir de estos dos empecé a jugar con el resto de la colección, reeditando, poniendo fajas más grandes, luchando para que salgan entrevistas en los medios, buscando la oportunidad de reimprimir algunos títulos… Peleo con la misma intensidad por libros de 2011 que por los actuales. De ahí la sobrecubierta de El marciano con la imagen de la película.
¿Iréis aprovechando las películas para hacer más dobles cubiertas?
Depende. En la literatura de género, los lectores, blogueros y libreros están muy informados de las cubiertas e ilustradores de la edición original, así que los cambios son delicados. Pero claro, la película es una excusa para revitalizar el libro, aunque El marciano ya funcionara bien y no fuera imprescindible; los libros de culto funcionan en realidad solos. Pero puedo aprovechar la película para volver a anunciar la novela en un boletín de novedades, hacer marketing interno, hablar con la prensa…
Editasteis Armada, la siguiente novela del autor de Ready Player One, ¿no?
La lanzamos en marzo… Nova tiene líneas muy distintas, y una de ellas son los contenidos comerciales con capacidad de llegar a lectores jóvenes. La película de Spielberg basada en Ready Player One llegará en 2018, y de Armada también se han vendido los derechos cinematográficos. También hemos publicado Luna, de Ian McDonald, uno de los autores de ciencia ficción más importantes de Gran Bretaña… Se vendieron los derechos a la productora CBS y habrá una serie. En esta línea son importantísimos los contenidos audiovisuales, sean películas o series de televisión. Son una excusa para llegar en particular a los lectores jóvenes, que son la gran esperanza de la literatura de género.
¿Dirías que autores y editores tienen una cierta responsabilidad política? Otros editores se consideran activistas.
Yo soy una guerrillera de la literatura de género. En su último ensayo, Javier Cercas habla de El Quijote subrayando que la gran virtud del buen género es su carácter plebeyo, perteneciente al pueblo. Mi única responsabilidad es asegurarme de que los contenidos importantes de fantasía y ciencia ficción estén disponibles para lectores en lengua española, y luchar sin cuartel por ellos.
Resulta muy curiosa tu forma tan bélica de hablar. Como si lucharas en una guerra en la que eres a la vez editora, prensa, quien busca los derechos y los gestiona.
Y quien encarga a Simonetti las portadas de la nueva edición de Mistborn, quien convence a Manuel de los Reyes para que sea el nuevo traductor oficial para los libros del Cosmere de Brandon Sanderson; quien busca equipos de traducción con gente como David Tejera y Manu Viciano, Silvia Schettin y Alexander Páez… Busco siempre el feedback de libreros imprescindibles como Antonio Torrubia, hago equipo indispensable con Ilu Vílchez, nuestra responsable de marketing online, y Belén Feduchi, nuestra jefa de prensa… Y tengo la gran suerte de que me dejan espacio y recursos aun estando en una editorial mainstream. Mi lucha es aprovechar que estoy dentro de una editorial grande y generalista para poner su maquinaria comercial detrás del género. Quiero que Nova sea el Tor español… Hasta el punto de que me expreso como Tor y me fijo muchísimo en lo que hacen. Pelear en la guerrilla implica aprovechar cualquier ventanita y oportunidad de promoción. Si en un boletín comercial de Ediciones B en que aparecen todas las colecciones me dejan la contra, me lanzo con toda la maquinaria comercial de frente.
¿Quién es tu competencia en España?
Mi competencia, que está muy bien que la haya, está formada en parte por Planeta con Minotauro, Random House con Fantascy… Por otro lado los editores de género altamente profesionales como Ediciones Gigamesh o Valdemar. Otros que lo están haciendo muy bien son Alianza Runas. Que haya competencia hace que no nos durmamos. Además, en ciencia ficción y fantasía los lectores tienen un nivel altísimo de exigencia. Eso me daba un poco de miedo, ya que sin ser especialista en el tema heredo una colección mítica. No quiero meter la pata en ningún título. Me voy a equivocar seguro, pero…
Un gran éxito te permite fallar otras veces.
Lo que importa no es solo el éxito en las ventas, sino en el contenido. La mítica frase de José Manuel Lara de no confundir tu biblioteca con tu catálogo no se aplica en mi caso porque no soy especialista en género, pero sí me he rodeado de asesores brillantes. Un editor es un artesano: los artistas son los escritores. Yo lo que tengo que hacer es editar en buenas condiciones para llegar al máximo de lectores posibles… Tanto a los aficionados de siempre como a los lectores que se han cansado de la novela negra después de la explosión mainstream. Y, por supuesto, la literatura de género está en sintonía con los lectores jóvenes.
Jóvenes de cuarenta, como nosotros.
[Ríe] ¡Muy bien llevados! Aunque yo aún soy treintañera.
Tor edita cada año cuatro autores noveles junto a autores consagrados. ¿Tenéis planeado hacer algo así?
En realidad ya lo estamos haciendo, pero estoy metida en un río que me fuerza a navegar por ciertos cauces. Primero tengo en cuenta a Brandon Sanderson, la revitalización de nuestro propio fondo, la ciencia ficción hard como Seveneves… Luego quiero potenciar los materiales de no ficción de cultura popular, como por ejemplo sobre videojuegos. Busco que los libros dialoguen entre ellos, y editar por el momento manteniéndome en el espíritu de Miquel Barceló, que es cien por cien…
¿Anglosajón?
¡No! Internacional.
Traéis pocos autores de visita, ¿no? ¿Por qué no viene Neal Stephenson, por ejemplo?
No es fácil, pero sí que hemos traído a nuestros autores. Stephenson y McMaster Bujold estuvieron en la antigua librería Gigamesh; Andy Weir dio una charla en streaming con prensa desde su casa; Sanderson estuvo en Barcelona hace años, y luego en el Celsius de 2015. Este año Ian McDonald ha estado en el Celsius de Avilés y Cixin Liu y Brandon Sanderson vendrán ahora a Barcelona… Pensad que hemos pasado de publicar seis o siete títulos en 2014 a más de veinte. Mi primer objetivo en Nova era que los números me acompañaran, para tener libertad en mi guerra por el género. Los libros que venden más me ayudan a realizar actividades complementarias de promoción y mejora. Los lectores aprecian las ediciones en tapa dura con buenas cubiertas e ilustraciones, guardas, marcapáginas… Todo eso es caro. Y para asegurar que se venden en buenas condiciones, voy a menudo a librerías especializadas como Gigamesh o a generalistas como FNAC para comprobar que mis libros estén bien colocados en las mesas de novedades. Cada paso es una batalla de esta guerra. Hace meses vi a un veinteañero que cogía un ejemplar de El camino de los reyes de Brandon Sanderson, se lo enseñaba a su novia, y decía: «Nunca un autor me ha hecho leer tantas páginas». Como la lucha por el género es tan dura, necesito momentos místicos que me animen a seguir luchando.
¡Munición para la guerra!
Momentos como que en la feria del libro de Londres me digan los editores de Gollancz que les encanta mi catálogo… O enterarme de que Seveneves está en el Nielsen y Bill Gates lo recomienda… O conocer al editor de Heyne y ver que lleva pajarita con topos… O que Cline conceda una entrevista para El Periódico o El Mundo… O que de golpe Brandon Sanderson decida plantarse en la Eurocon de Barcelona, la primera semana de noviembre. Cualquier detalle me ayuda a seguir. ¿Sabéis? La energía y sensación de aventura que aprendí viviendo en China ahora las tengo luchando por el género.
En la feria del libro de Frankfurt conseguiste los derechos de El problema de los tres cuerpos de Cixin Liu, la primera novela no anglosajona en ganar el premio Hugo.
Conseguir este libro me costó muchísimo. Me enteré de su existencia cuando estaba viviendo en Shanghái. Ahí me di cuenta de que Cixin Liu es una superestrella en China continental, donde ha vendido más de un millón de ejemplares. En su momento ya vi que este libro había que publicarlo. Al volver a Barcelona empecé a buscar a sus agentes, y me di cuenta de que era una agencia nueva. Fue bastante complejo, estuve detrás del libro un año y medio y por fin saldrá el 28 de septiembre.
¿Antes de que ganara el Hugo?
Sí. Es una novela brutal, el primer volumen de una trilogía. Obama se lo leyó estas Navidades, Mark Zuckerberg lo convirtió en el primer libro de ficción de su club de lectura… China es un mercado editorial muy especial, porque todas las editoriales son estatales, y las únicas empresas privadas en el sector son las agencias literarias que operan desde Hong Kong, Shanghái… Hace poco apareció la primera agencia literaria estatal, y el primer autor que representó fue Cixin Liu. Vamos a coincidir con la publicación en Alemania, Francia y Gran Bretaña. Es mi título más personal ahora mismo, porque conjuga mi lucha por el género con mi experiencia personal en China.
¿Qué te llevó de vivir en Barcelona a establecerte en Shanghái en 2012?
Mi marido, que es sinólogo, tenía que pasar al menos un par de años en China por motivos profesionales. Llevaba años yendo y viniendo, realizando una investigación sobre historia de la economía de China. Yo en esa época estaba muy focalizada en la edición, viviendo el boom de mi máximo best seller: Sarah Lark. Pero pensé que solo se vive una vez, y que cuando te llega una oportunidad de ese tipo hay que aferrarse a ella… Así que cogí una excedencia y me marché con mi marido a China dos años y medio. Allí tuve que buscarme la vida para encontrar trabajo en el sector editorial chino. Una occidental difícilmente puede ser editora en China, hay cupos hasta sobre cuántos taiwaneses pueden trabajar como editores dentro de las editoriales chinas. Para trabajar solo podía hacerlo a través de las agencias, así que me puse a rastrear. Aprendí de todo, empezando por hablar un poco de chino. Me vi en un lugar donde cada día es una aventura. Incluso la alimentación china te cambia el cuerpo…
¿En qué sentido?
No tiene nada que ver con la comida china de aquí. Comen muy poca carne y mucha verdura deliciosa. Tienen muchísima imaginación cocinando las verduras, es un espectáculo. En China descubrí también el yoga: creía que las jóvenes chinas hacían taichí, pero no, allí también está de moda el yoga. La combinación de comida china y yoga me cambió el metabolismo. Echo mucho de menos esa energía. En China la gente no tiene prejuicios: gritan mucho, les da igual todo, son capaces de salir en pijama por la noche a dar un paseo romántico por el barrio…
Esa no es la imagen hermética que se tiene de China.
Eso es más bien japonés. Los chinos son muy expresivos, muy diferentes al aire regio asiático que imaginamos. Gritan, se tocan mucho para los estándares orientales… A veces se pasan, como si no controlaran los espacios interpersonales. En China te ocurren cosas muy raras: por ejemplo, si no cierras bien la puerta de tu casa, igual te entra alguien dentro.
¿En tu casa? ¿A hacer qué?
¡Quién sabe! Muchas veces no llegas a entenderlo. Desde entregar un sobre a saludar. Son muchos y tienen una idea diferente del espacio privado. En China cenan muy pronto, y después aprovechan la vida de las calles saliendo a pasear con chanclas Crocs y en pijama de ositos o corazones. Allí es lo más normal del mundo, hay mucha gente en pijama por la calle. No se extrañan por nada.
Estuviste en el Instituto Cervantes de Shanghái.
Sí, colaboré con ellos en la programación de actividades culturales. En Shanghái hay mucho interés por España, ya que los chinos creen tener muchos puntos en común con los españoles: la centralidad de la familia, la importancia de comer bien y usar ingredientes de calidad… Dicen que los chinos viven para comer, y uno lo confirma al ver sus festines y la enorme variedad de platos. Les encanta la comida española.
¿Cómo fue tu integración en China?
Mi marido habla muy bien el chino: eso ayudó a que nuestra integración en China fuera sencilla. Yo me convertí en una entusiasta de la energía de China. Shanghái es como el Nueva York de los años veinte: todo está por suceder, es su momento.
Del Cervantes saltaste a Peony, una agencia literaria china. El mundo literario chino es poco conocido en España. ¿Qué recomendarías leer de su catálogo de autores?
Peony empezó representando a Mo Yan. De sus autores actuales destacaría Han Han, el enfant terrible de las letras chinas: un chico muy joven que también es piloto de fórmula uno. Su novela Triple Door ha vendido dos millones de ejemplares.
¿Hasta qué punto se puede ser rebelde en un país con censura? ¿Te topaste allí con ella en algún momento?
La he vivido, sí. Una de mis tareas en Peony era ver qué contenidos en lengua española podían ser vendidos a China, donde hay dos mercados: China continental, donde las editoriales son estatales y existe la censura… Y Taiwán, el reverso de la moneda, un negocio privado y sin tanto control del estado. El contenido en lengua española más fácil de vender en China continental es la no ficción de parenting: el primer libro que vendí a China es Todos los niños pueden ser Einstein. Hay mucha competitividad en el mundo de los hijos únicos. Luego el sector infantil crece muchísimo, no reparan en gastos. Cuesta más mover las novelas, aunque María Dueñas o Intemperie, de Jesús Carrasco, se han vendido muy bien en China. Mi otra tarea para Peony era buscar autores asiáticos, sobre todo chinos, que pudieran introducirse en España y Francia, un mercado mucho más maduro en cuanto a publicación de autores asiáticos. La publicación de autores chinos y asiáticos en español es compleja. Si en una colección mainstream de novela negra pones El don, de Mai Jia, te queda como un «libro champiñón», es decir, fuera de su contexto; es muy difícil que «dialogue» con autores como Larsson o Dolores Redondo. En cambio, precisamente porque China es un mercado tan maduro en fantasía y ciencia ficción, me encanta la posibilidad de publicar un autor chino de género. Tengo la teoría de que los lectores de ciencia ficción y fantasía tienen más interés por la cultura popular asiática, lo que nos puede ayudar a que autores chinos lleguen a más gente aquí.
Apareces en los agradecimientos de Confesiones de un gánster de Barcelona, «por creer desde el principio en el proyecto». ¿Cómo te involucraste en esta biografía novelada de uno de los más famosos atracadores del país?
Es un libro buenísimo, mítico… Lo edité, sí. Dani Rojo trabajaba en ese momento muy pegado a Loquillo, de quien habíamos publicado un libro. Dani lo acompañaba en los Sant Jordi y encuentros literarios. Nos contó su historia, y vimos ahí claramente un libro en potencia. Nos dijo que había estado trabajando mucho tiempo con Lluc Oliveras a base de entrevistas con grabadora. Nos encantó el proyecto y vi claro que sería un libro único. Trabajamos el texto a fondo, con un editing que hice yo misma.
¿Haces copy-editing?
Un editor debe ser una figura caleidoscópica, así que he intentado formarme en todo: editings, prensa, trabajar para una scout en Londres, en bolsillo, en trade, como agente en China, ahora en Nova…
En Ediciones B tenéis el catálogo B de Books, que contiene casi todos los libros de Sanderson, uno de los autores que más estáis promocionando. ¿Compensa poner tanto fondo en digital? Otras editoriales solo ponen el quince por ciento de su catálogo.
Pensamos muy fuerte en digital, lo vemos indispensable. No los vendemos directamente a través de una plataforma propia, pero tenemos una política de precios agresiva. Ni nos planteamos no tener todos los libros disponibles. Palabras radiantes de Sanderson cuesta treinta y tres euros en papel y menos de diez euros en digital. En Amazon montamos Kindle Unlimiteds, Kindle Flash… Para El marciano hicimos un Kindle Flash el día de Sant Jordi que logró ponerlo en el número uno en ventas.
Hablando con gente de Lektu sobre libros electrónicos comentaron que el aficionado a la ciencia ficción es más dado a reconocer el trabajo del autor y a comprar libros físicos junto a los digitales, quizá por coleccionismo. ¿Compartes esa percepción?
Sí, los lectores de género compaginan digital y papel. Los fans quieren ediciones muy cuidadas en papel, y son muy exigentes en todo. Por ejemplo, para relanzar a Sanderson he intentado compaginar precios ajustados en digital con nuevas ediciones de tapa dura, con el texto corregido… Y al ver que funcionaba la colección conseguí argumentos para añadir más recursos.
Con motivo de su segundo centenario has escrito sobre Flora Tristán, precursora del feminismo. ¿Cuáles son tus preocupaciones al respecto en el mundillo editorial?
Como editora no me he encontrado con ningún problema. Por otro lado, el número de autoras de género que publican es uno de los temas candentes ahora mismo y quiero trabajarlo. Creo que surgirán muchas autoras, igual que cada vez hay más lectoras de género. Por ejemplo, estoy muy contenta de tener Justicia auxiliar de Ann Leckie en mi catálogo, pero no puede ser que de nuestros últimos treinta títulos publicados solo haya uno escrito por una mujer. Eso tiene que cambiar.
¿Tenéis estadísticas de lectoras, específicamente mujeres?
En el género hay aún más lectores que lectoras, pero con Brandon Sanderson probablemente el número de lectoras haya aumentado. Me encantaría tener forma de medirlo, claro. Cuando venga Sanderson a Barcelona podremos hacer un estudio de campo.
Fuera de Nova has editado landscape novels, que supongo podríamos traducir como novela de paisajes… ¿Serían un tipo de novela romántica?
No, no es novela romántica al estilo de Lisa Kleypas o Johanna Lindsey. El landscape es un género diferente, con las premisas muy acotadas. Fue creado en Alemania por un editor, Lübbe, y su cabeza de cartel es Sarah Lark, pseudónimo de una autora alemana llamada Christiane Gohl. Escribió hace unos diez años En el país de la nube blanca, que ha vendido ocho millones de ejemplares en todo el mundo, de los cuales un millón y medio son en castellano… Su éxito creó un nuevo género, con muchas autoras siguiendo su estela. Las novelas landscape tienen protagonistas femeninas, normalmente británicas o europeas, y suelen ambientarse a mediados del siglo XIX o principios del XX. Las protagonistas deben empezar una nueva vida en un paraje completamente desconocido y alejado. En el caso de Sarah Lark es Nueva Zelanda, pero Kabus habla de Escandinavia, Haran de Australia, Vosseler de India y Singapur… Siempre lugares lejanos y exóticos. Estas historias suelen ser sagas familiares que empiezan con este traslado y describen cómo las mujeres se adaptan, empiezan una nueva vida, se casan (no siempre con el marido ideal), crean una familia, buscan amigas… En el caso de Sarah Lark, siempre son trilogías extensas que siguen esta historia familiar; otras autoras escriben volúmenes autoconclusivos. Tiene tanto éxito porque te permite viajar con la mente sin moverte del sofá.
¿Qué tipo de lectores o lectoras van a firmas de Sarah Lark?
Mujeres, de una franja de edad entre treinta y cinco y sesenta y cicno años, aunque se están incorporando lectoras más jóvenes y alguna veinteañera.
¿Mujeres con ganas de cambiar de vida?
Mujeres con ganas de soñar que cambian de vida. Planteárselo al menos. Sarah Lark hizo una tesis doctoral sobre qué imaginan las mujeres cuando sueñan despiertas. Esa es la clave de su éxito, porque lo aplica en su literatura. Tiene una manera de trabajar muy particular: es una autora muy prolífica, escribe treinta páginas al día. Vive en su finca propia cerca de Mojácar, donde recoge caballos enfermos que la gente no quiere.
La mujer que susurra a los caballos…
Por la mañana cuida de los caballos y va pensando en sus novelas mientras cabalga. Y por la tarde escribe. A un muy buen ritmo, por cierto.
Si dejamos de lado las responsabilidades de editora, ¿qué tipo de libros y autores prefieres leer por simple gusto?
En el fondo soy muy clásica, una proustiana convencida. Y enfermizamente ecléctica, me viene de familia leer cosas muy distintas. Me gustan Murakami, Foster Wallace, Kafka, Javier Cercas… Por mi vinculación con Asia, me encantaría ayudar a que la cultura asiática se difundiera mejor en lengua española. La literatura china es muy desconocida: los editores occidentales buscan el Murakami chino, pero no existe. China es otra cosa.
¿Tras tanto leer y editar textos ajenos, nunca has querido escribir tú misma?
Ya dicen que muchos editores son escritores frustrados. Me apetecería, pero no me atrevo. A veces sueño que estoy escribiendo una novela y la explico oralmente a otra persona… Incluso me he grabado contándole a otra persona historias de observación cotidiana, de lo que me rodea. Algo que me haya ocurrido, que me haya hecho pensar. Pero cuando lo escucho pienso que no, todavía no.
¿Os habéis planteado publicar audiolibros?
Lo estamos pensando, sí. Estaría muy bien, no solo para Nova sino en otros sellos de la casa. En todo caso yo no lo llevo, sino Ilu Vílchez.
La posición hacia la fantasía desde el ámbito de la ciencia ficción es algo ambivalente. Por ejemplo en la Nueva guía de lectura Barceló recomienda Elantris, pero dice que el lector de fantasía suele ser más acomodaticio que el de ciencia ficción. ¿Te has encontrado con este recelo hacia la fantasía?
Quizá por un tema histórico. Aunque en mi caso es al revés: quiero profundizar en esa «mancha» de fantasía que Sanderson está dejando en Nova; quiero buscar otros autores de fantasía que puedan dialogar con sus libros.
¿Qué habéis visto en la fantasía de Brandon Sanderson para promocionarla tanto?
La naturalidad con que entras en su mundo hace que tenga capacidad para atraer a lectores de todas las edades y que no leen fantasía tradicionalmente. Nuestro anterior jefe comercial nos sirvió de conejillo de indias: fue el primer libro de fantasía que leyó. Además, la fantasía de Sanderson tiene un punto muy femenino. Elantris se llevó el premio Romantic Times, El aliento de los dioses quedó finalista, y alguno de Mistborn también. Tiene algo muy humano.
La trilogía de los Reckoners de Sanderson podría considerarse young adult: acción, superhéroes, primer amor… Sin embargo, Barceló se niega a que se considere la saga «juvenil» por interesar a lectores de todas las edades y por no meterla en el mismo saco de calidad literaria que Crepúsculo, Los juegos del Hambre, etc. ¿No es un poco injusta esta valoración?
Yo personalmente considero los Reckoners como novela juvenil, pero no tengo ningún problema con que esté en una colección adulta. Y es que el propio Sanderson no tiene prejuicio en pasar de una cosa a otra, de los complejos libros del Cosmere al más infantil Alcatraz o a novelas orientadas a jóvenes que pueden atrapar a lectores de cualquier edad. Sanderson ha hecho incluso cómic: ahora ha publicado White Sand en EEUU, con Dynamite, que nosotros lanzaremos el año que viene.
Sanderson está escribiendo los diálogos del videojuego basado en su serie Mistborn. ¿Ves en el futuro a los autores convertidos en híbrido de escritor, guionista y, yo qué sé, youtuber?
Sí. No sé muy bien cómo y me gustará verlo. El mundillo de los videojuegos forma parte del contenido de muchos libros: El problema de los tres cuerpos, Ready Player One, Armada… El propio Sanderson bascula entre una cosa y otra: no solo de novela juvenil a adulta, sino con otros formatos, el juego de rol de su Mistborn, cómic… El género es muy experimental, y sus autores son muy creativos y modernos.
En el prólogo de Firefight, Barceló te atribuye directamente el hecho de poder contar con el cuento «Mitosis» como extra de la edición española. ¿Cuál fue tu papel?
Insistir una y otra vez a sus agentes. Intento dar el máximo a nuestros lectores. Para Mistborn compré las tres portadas brasileñas de Simonetti, un artista francés de primera fila… Aprovechando la publicación del quinto libro de la saga, relanzaremos los cuatro primeros con las nuevas portadas. Todo eso luego los lectores y el propio autor te lo valoran.
Sanderson parece muy prolífico.
En un año y medio hemos relanzado nueve libros suyos. ¿Habéis visto su web? ¿Lo que llega a escribir? Escenas eliminadas, comentarios, easter eggs… Plantea sus libros del Cosmere como un solo universo de al menos treinta y seis volúmenes. Antes he mencionado que la maquinaria del género es una lucha conjunta de libreros, editores… La obra de Sanderson tiene un solo autor pero un «Sanderson Team» detrás: agentes, editores, prescriptores, diseñadores… Sanderson tiene gran control sobre cómo lo editamos y sabe que también nosotros hemos montado un «Sanderson Team» con los grandes especialistas de su obra en castellano, como Marina Vidal y Dídac de Prades. ¡Se entera de todo! Y debe de estar contento, porque vendrá en noviembre a la Eurocon de Barcelona.
buena noticia
La llegada de esta mujer ha sido como agua de mayo para Nova, una colección mítica que pasaba por momentos verdaderamente deprimentes. Ahora puede que sea la punta de lanza en lo que a Ci-Fi en España se refiere. La publicación de El problema de los tres cuerpos ha sido un movimiento decisivo, pero las reediciones de clásicos como Hiperión o La patrulla del tiempo, en un formato de lujo verdaderamente bonito y con muy buen precio… esos son los detalles que de verdad están elevando de nuevo el prestigio de la editorial.
Claro que, todo hay que decirlo, tampoco tiene competidores fuertes en Ciencia-Ficción. Editoriales como Gigamesh o Alamut son más bien pequeñas, Minotauro va a la deriva desde que la compró Planeta, Fantascy está centrada en la Fantasía, y La Factoría ya no existe.
En cualquier caso, no se están durmiendo en los laureles.
Es muy positivo que no sólo pequeñas editoriales como Alamut o Gigamesh apuesten por el género, sino también grandes como Ediciones B. El músculo editorial es evidente y ayuda a traer más y mejores títulos, y a expandir mercado.
Buenos tiempos para el género en nuestro país después de años de pochez editorial. Jamás hemos tenido tantos títulos y tan bien editados. Ojalá esto no se convierta en una burbuja y nos acabe estallando en la cara con sobreexplotación de títulos.
Marta tiene toda la razon.
¿Sabéis lo que es la ‘slush pile’? Es como llaman los editores al montón de manuscritos no solicitados que todos los meses envían autores nóveles o aficionados para su valoración. Así lo llaman: el montón de basura. Ni siquiera se los leen. Al cabo de un mes, los destruyen; y el mes siguiente, vuelta a empezar.¿Para que apostar por autores nacionales poco conocidos, cuando puedes traducir el último bestseller anglosajón y ya vas a tiro hecho? Así que lo de apostar por escritores desconocidos es una trola tan enorme como que el ganador del Premio Planeta es una sorpresa, hasta la noche de la entrega de premios…
¿Para qué apostar por autores nacionales poco conocidos , cuando puedes traducir el último bestseller anglosajón y ya vas a tiro hecho? Se me ocurren varias respuestas. Partimos de la base de que una editorial no es una ONG y que , como cualquier empresa, necesita ganar dinero para subsistir:
a) porque en sci-fi los best sellers suelen coincidir con obras bastante interesantes, ya que los fans (anglosajones) están acostumbrados a hacer criba entre lo que se publica. ¿Son mejores esos best sellers que los manuscritos de los noveles nacionales?
b) porque cuando han publicado a nuevos autores nacionales no han vendido lo suficiente. Y aquí los lectores nacionales no han dado su apoyo.
c) porque este país está lleno de mujeres y hombres del Renacimiento, que escriben, actúan, gestionan, curan, diseñan, cocinan, opinan (sobre todo, esto) y todo creen hacerlo bien.
El «Sanderson Team» es en realidad el grupo de ‘negros’ literarios a sueldo de Brandon Sanderson, que machacan las teclas todos los días para que este señor pueda sacar diez novelas de mil páginas cada una al año. Igual que James Patterson, John Grisham, Clive Cussler, Tom Clancy, Patricia Highsmith, y cada puñetero escritor de bestsellers que pinta algo en el mundillo. No son autores, son franquicias que generan contenidos gracias al trabajo de correctores, editores, investigadores, documentalistas y asistentes, que son los que escriben de verdad sus libros.
Madre mía, tú no has leído a Sanderson, ¿no? Si hay un autor que no necesita negros es él. Varios de los libros que publica ahora ya los había pre-escrito hace años, al menos en forma seminal: cuando publicó por primera vez Elantris llevaba ya en la mochila varios manuscritos que, por cierto, envía a tu email si los pides (experimento que ya hice con el Mistborn:Prime, el antecesor de El Imperio Final). Sanderson es prolífico y punto: no se calla ni debajo del agua, da charlas y conferencias y clases y encuentros web y presentaciones en librerías y diálogos en reddit y… Nos hemos acostumbrado tanto al ritmo infernalmente lento de Rothfuss y Martin que ya ni reconocemos a quien escribe a una velocidad aceptable.
Por otro lado basta con pasearse por la web de Sanderson y mirar las anotaciones, capítulos eliminados, extras y comentarios que publica de sus libros, en algún caso, como en El aliento de los dioses, en tiempo real.
Eric, Patricia Highsmith nunca ha sido escritora de best sellers (puñetera me temo que un poco), por lo que no creo que necesitara negros para acabar sus fabulosas novelas y relatos.
Patterson y Clusser (y Clancy cuando vivía, porque, al igual que Miss Highsmith, está muerto) suelen firman sus novelas con otras personas . ¿Quién las escribe? yo lo imagino, pero «en realidad», no lo se.
Brandon Sanderson y John Grisham han sido prolíficos desde el principio de sus carreras, como Stephen King y «en realidad», nadie los ha acusado nunca de no escribir sus libros. Hasta ahora. Eric, las pruebas y los nombres, por favor, que tienes un sensacional reportaje en potencia. Salvo que tu fuente sea la misma que ha incluído a Patricia Highsmith y no sabe que Tom Clancy hace años que murió.
¿Patricia Highsmith tenía negros? Cuénteme más, por favor.
Ya de paso, ¿Camilo José Cela qué, no les parece sospechoso? ¿Cuántos negros tenía? Porque eso de que escribía a boli o pluma y su señora se lo pasaba a máquina por las tardes suena a conspiración judeomasónica.
Mark Greaney y Grant Blackwood escriben las novelas sobre el personaje de Jack Ryan publicadas después de la muerte de Tom Clancy; pero con el nombre de Clancy en letras más grandes que el título, porque es lo que vende, y a Greaney y Blackwood no los conoce ni Dios…
Que James Patterson sólo esboza los argumentos de sus libros y deja que sean sus ‘negros’ quienes hagan el trabajo duro es un secreto a voces, (sólo hay que leer el reportaje de la revista Forbes al respecto)…
Quien dice Patterson, también dice cualquier otro escritor de bestsellers que publica una docena de libros al año…
Pues a ver si le realquila algunos negros a George RR Martin…
Muy buena autora y muy buena entrevista.
Ha sí, una gran «guerrillera», tanto que va dejando traductores muertos por el camino. Si ya cobraban cacahuetes… Señores lectores: ándense con cuidado, pueden estar pagando un buen dinerillo por un libro mal traducido. Cuando hay que trabajar día y noche para vivir, la calidad se resiente, y los buenos traductores no están dispuestos a eso.
La cantidad de erratas que traía la primera edición de Ready Player One le debería haber costado el puesto de trabajo a esta buena señora. Menuda estafa.
Pues es una suerte que no le costara el puesto, porque es claro que NOVA ha ganado mucho, pero mucho, desde que está ella.
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¡Gracias!