Jot Down para Ayuntamiento de Madrid
Como surfistas de pelo oxigenado y sonrisa diamantina, estamos surcando una ola de revival audiovisual de los ochenta. Desde Stranger Things hasta Cuéntame, desde la banda sonora de Drive hasta la aún no estrenada Sing Street, no hay mes o incluso semana en que las pantallas no nos disparen un pedazo de la peculiar imaginería visual ochentera. Peinados absurdos, maquillajes desafiantes, hombreras, camisetas ceñidas, shorts todavía más ceñidos, mallas de colores ajenos al espectro visible, mechas, bigotes, cigarrillos por doquier, radiocasetes ciclópeos, monopatines raquíticos y muchas, muchísimas bicicletas. Bicicletas de paseo, bicicletas de bicicross, bicicletas urbanas, de carreras, nuevecitas y destartaladas.
Sin embargo, hay algo que el revival parece haber olvidado: la cultura del coche. La furgoneta-tanque de El equipo A, el socarrón KITT de Michael Knight o los deportivos que conducía Sonny Crockett en Corrupción en Miami, casi tan horteras como su vestuario, poblaban pósteres y forraban carpetas por los colegios e institutos de todo el mundo. Aunque la cosa no es exclusiva de los ochenta, claro. La cultura audiovisual ha pasado muchas décadas colocando al coche como objeto de deseo —y a veces protagonista— de sus productos. El tragacombustible rojo de Starsky y Hutch, la hipertecnológica navaja suiza rodante de James Bond y hasta el simpático Herbie de la Walt Disney Company. Todos queríamos tener un coche. Todos queríamos tener el coche más molón.
Ya no. Porque ya no es un reclamo. Porque el coche está dejando de ser un objeto necesario.
Obsolescencia y embudo
El arquitecto Pedro Burgaleta solía atribuir a Martin Heidegger (de manera muy probablemente apócrifa) una de las metáforas más interesantes sobre la obsolescencia y el prototipo. En ella, la civilización es un embudo flotando sobre un desagüe en medio del campo de las invenciones. Cuando la civilización necesita algo, una invención aparece por los bordes del embudo en forma de artefacto imperfecto, de prototipo. A medida que la sociedad va aceptando el artefacto, este se va depurando y modificando hasta encontrar la forma más adecuada y, a su vez, modifica a la propia sociedad. Sin embargo, el recorrido del objeto no es eterno; tiene un final inexorable en el centro del embudo. Cuando la civilización ya no lo necesita, lo declara obsoleto y lo expulsa desde dentro. Ha sucedido con todo. Con la imprenta de Gutenberg, con las armaduras de acero, con los clavicordios y con los limpiabotas. Y ha comenzado a suceder con los coches.
Hace un año, Paulo Mendes da Rocha afirmaba en una entrevista que «En el fondo, lo que se está discutiendo es la estupidez del automóvil». El arquitecto brasileño se refería a los insostenibles tiempos de desplazamiento que se producen en São Paulo, pero su reflexión sería aplicable a casi cualquier gran ciudad del mundo. En efecto, al menos en entornos urbanos, el coche privado ya no es útil. Es un obstáculo.
Solemos pensar que los atascos se producen por circunstancias sobrevenidas al tránsito: cruces, semáforos estropeados, accidentes. Pero en realidad, la causa fundamental de las congestiones es el volumen de vehículos. Y su consecuencia más evidente son los llamados atascos fantasma; esto es, ralentizaciones y paradas del tráfico cuyo origen no está en ningún elemento físico sino en pequeños frenazos que, por adición, van acumulándose coche tras coche, como ondas, hasta provocar un colapso. El primer automóvil no lo nota, el segundo apenas decelera un par de km/h, el tercero ya casi tiene que pisar el freno. Veinte coches después, el tráfico está completamente detenido. Y los coches parados siguen consumiendo combustible, expulsando gases y desquiciando a sus conductores.
No se trata solo de los automóviles aumenten la contaminación atmosférica a niveles a veces catastróficos, es que los coches son un obstáculo físico y real para la salud mental de quienes viven en las ciudades. La peculiar psicología estúpida del ser humano no interioriza la catástrofe si no es inmediata, así que nos ha costado mucho —demasiado— darnos cuenta del horror medioambiental que producen los tubos de escape; sin embargo, nuestro cerebro se entera cada día de lo insufrible que supone conducir en una urbe atestada de tráfico. En agosto de 2015, un equipo de investigadores de la Université McGill de Montreal publicó un informe sobre el tipo y la cantidad de estrés que soportaba una persona en función de su medio de transporte urbano. Tras encuestar y estudiar casi cuatro mil casos, las conclusiones fueron tan esperadas como concluyentes: cualquier cosa es menos estresante que el coche privado. Y eso que el estudio se realizó en Canadá, cuyos inviernos no son precisamente suaves.
En este punto cabe preguntarse si nos estamos dando cuenta de una vez. Si el mundo está respondiendo a las consecuencias nocivas del abuso del automóvil privado. Bueno, Canadá nos parece un país muy civilizado en este aspecto y, paseando por ciudades del norte de Europa como Viena, Ámsterdam o Copenhague, comprobamos que el coche es un medio casi secundario en favor del transporte público y la bici. Pero es que incluso en Estados Unidos, una nación profundamente enamorada de la cultura automovilística, se están comenzando a producir cambios.
En 2014, la organización no gubernamental norteamericana US PIRGs (United States Public Interest Research Groups), elaboró un informe sobre las millas recorridas por los coches particulares estadounidenses cada año. Ya en el primer párrafo aparecía un indicador decididamente significativo: «El Driving Boom se ha acabado». Porque, según los resultados del estudio, tras más de seis décadas de progresivo aumento, el kilometraje había experimentado un retroceso aproximado del 10% anual per cápita en los últimos ocho años. Se podría argumentar, y con razón, que este descenso podría estar provocado por la crisis económica, el aumento en los precios del combustible y del mantenimiento del coche; pero obviaríamos una componente probablemente más decisiva: el cambio en la relación y la conciencia social.
La sociedad contemporánea vive inmersa en una cierta cultura de la salud que se ha manifestado no solo en el advenimiento del running o los gimnasios low-cost, sino también en la gradual ampliación de los medios de transporte público y/o alternativo. Estas actividades relacionales se solapan con la implantación masiva de internet, que está supliendo gran parte del contacto real, tanto social como laboral, con relaciones digitales. Lo cual afecta, lógicamente, a la población más joven. En este sentido, la Universidad de Michigan publicó otro estudio donde cuantificaba el número de licencias de conducir expedidas en los Estados Unidos. En los últimos treinta años, el porcentaje de estadounidenses de dieciocho años con carnet de conducir había descendido un 25%, desde el 80.4% hasta el 60.7%. Esto es extraordinariamente revelador, primero porque el descenso es sostenido y no depende de la crisis económica (en 2008 ya era del 19%), y en segundo lugar porque refleja la decadencia de la cultura del coche. Si en 1983, uno de cada ocho jóvenes norteamericanos tenía coche, en 2013 hay un 40% que no lo necesita y, lo que es más relevante, tampoco lo quiere.
La remodelación de la ciudad
Como ya hemos dicho, las invenciones nacen en estado de prototipo y, según avanzan hacia el centro del embudo, se van depurando y modificando. Pero a su vez, también modifican el propio embudo. Pocos objetos han cambiado más la estructura social y física de la civilización que el coche. Obras maestras de la arquitectura como la Villa Savoye de Le Corbusier se modelaron de acuerdo al coche, capitales enteras como Brasilia se trazaron pensando en el coche. Carreteras, anchos de calles y de aceras, circunvalaciones, viaductos, túneles. La ciudad del siglo XX se construyó para el automóvil. ¿Qué va a pasar cuando ya no sea el centro del pensamiento urbano?
Los cambios no serán inmediatos pero llegarán porque tienen que llegar. Atendiendo a las conclusiones del paper que la Universidad de Lund presentó hace dos años, los medios de transporte alternativos al coche favorecen el crecimiento del denominado capital social. En sus propias palabras «[…] el elemento que mantiene a las sociedades unidas y sin el cual no puede existir crecimiento económico ni bienestar humano», y añaden «el transporte en coche está asociado con peores niveles de participación social y confianza general». El argumento es que, si los habitantes necesitan horas para desplazarse en coche, viéndose sometidos además a altas cotas de estrés, la ciudad se convierte a su vez en un obstáculo para el desarrollo social y también económico. Así, las políticas municipales y el propio planeamiento urbanístico se convierten en herramientas fundamentales para mejorar las condiciones de vida en todos los ámbitos.
Es posible que los vehículos eléctricos y autopilotados sean capaces de acabar con los atascos de tráfico, pero desde luego serán muy distintos a los actuales porque ya no tendrá ningún sentido presumir de velocidad o de estatus, porque ya no seremos nosotros quienes los conduzcan. La tecnología hará que los coches cambien en su propia naturaleza. A los que los necesiten, les servirá con coches autoconducidos posiblemente de alquiler o propiedad pública o semipública.
Sin el coche particular, las ciudades del futuro no tendrán nada que ver con las actuales y es muy difícil saber cómo serán exactamente, pero ya están empezando a cambiar en el presente. Si en los ochenta eran frecuentes los calendarios con un chulazo o una señorita en bañador junto a un deportivo, ahora las bicis son un reclamo incluso estético. Las vemos rodando por nuestras calles pero también colgadas en tiendas, bares y restaurantes, tengan o no que ver con la afición ciclista. Ya hemos nombrado a Ámsterdam o Viena, pero es que el centro de Oslo planea prohibir los coches para el año 2019, Londres tiene el tráfico restringido desde hace años y hasta Nueva York o Bogotá han iniciado políticas para fomentar el transporte alternativo y disuadir el uso del automóvil particular.
Y también Madrid. Cuando, dos décadas atrás, alguien pensaba en desplazarse por Madrid en bicicleta, le acusaban de poco menos que loco. Que si las cuestas, que si las aceras, que si el humo y el tráfico. En cambio ahora se puede pedalear —y pasear y correr y jugar— por Madrid-Río, uno de los parques urbanos más brillantes del mundo, cuyo objetivo inicial no fue otro que enterrar literalmente al coche. A fecha de hoy, gran parte del casco histórico de la capital es totalmente peatonal y el que no, está reservado a residentes. Los carriles-bici abundan en los barrios de nueva creación e incluso se están implantando paulatinamente por todas las calles de la ciudad en forma de bicicarril de uso mixto, y el propio servicio BiciMAD que, como todos los prototipos, tuvo unos inicios renqueantes, disfruta de un resultado sorprendentemente notable.
La Celeste es la fiesta de la movilidad sostenible que propone el Ayuntamiento de Madrid. Del 16 al 22 de septiembre tendrán lugar festivales, peatonalizaciones, rutas, exposiciones, talleres o juegos para conseguir un Madrid más respirable, más vivible, más habitable… En definitiva, más sano.
El día 17, el Festibal con B de Bici celebra su octava edición invitando a pasar el día con la bici mientras actúan Petit Pop, Los Candeleros, Mihassan, Papaya, Los Chicos, Terrier o Ajo y Judith Farrés.
Park(ing) Day, el viernes 16, y Pasea Madrid, domingo 18 de septiembre, demostrarán que por donde no pasan coches pasan otras muchas cosas. Plazas de aparcamiento que se convierten por un día en huertos, en bibliotecas o en mesas de ping-pong. El Paseo del Prado y Recoletos transformados en la calle peatonal más grande del mundo.
Y el 22, cerrando la semana, el Día sin Coches, para poder mirar un poquito al futuro. Porque tampoco sabemos con seguridad cómo será el Madrid del futuro pero sí sabemos que, bajándonos de nuestro coche, compartiéndolo, viajando en tren, en metro o en bus, montando en bici o sencillamente caminando, podremos mirar hacia arriba para ver que la boina ya no es tan negra. Quizá entonces descubramos una de las cosas más bonitas que tenemos: el cielo de Madrid.
Pingback: El irremediable adiós a la cultura del coche
¿Carril bici en barrios nuevos? ¿Y eso es símbolo del adiós a la cultura del coche? Pero si precisamente el carril bici se inventó para expulsar a los ciclistas de las calzadas y dejárselas de modo exclusivo a los motorizados que las creen suyas.
Eso no tiene ningun sentido. Si quisieran eso prohibirian ir en bici por la calzada al igual que esta prohibido en autovias y autopistas. Saludos.
Tiene algo de sentido. Un ejemplo de esto es cuando ponen los carriles bici quitando espacio a los peatones en vez de ponerlos en la calzada, que es donde deberían ir ya que son vehículos.
No siempre usar la calzada como carril bici es una buena medida, como por ejemplo denominar «carril preferente de bicicletas» a una calle de barrio donde se pinta una bici en medio del carril. En esas vías los ciclistas supuestamente tienen prioridad y en muchas no hay espacio físico para que un coche les adelante dejando un espacio de seguridad. Al final los ciclistas no quieren usar estos espacios porque ralentizan el tráfico constantemente y la mayoría de conductores de coche se impacienta (sobretodo si la calle va cuesta arriba con la consecuente dificultad para los ciclistas).
Precioso el anuncio gigante del Volkswagen Polo
Lo de los atascos provocados por un frenazo es exactamente lo que pasa en la Ronda Litoral de Barcelona todos los días por culpa de un radar a 60 kilómetros por hora a la altura del puerto forman unos atascos impresionantes por defecto acordeón del frenazo
Y en todo esto ¿no tendrá algo que ver el pico del petróleo? que los jóvenes son los nuevos pobres.
Y especialmente la caída de la energía neta disponible.
No va volver el crecimiento.
En países mucho más ricos que España, sin una precariedad juvenil tan acusada, las bicicletas llevan haciéndole pulso a los coches desde hace décadas.
Si el uso de la bicicleta lleva años implantado masivamente en países sin problemas económicos graves (con incluso personas de traje y corbata que llevan década y media yendo a sus oficinas en bicicleta), no creo que la pobreza juvenil y el pico del petróleo tengan mucho que ver…
Y qué tiene de bonito el cielo de Madrid. Lo cuestionó porque es evidente que sólo tiene falsas nubes rayadas a modo de filtro, y a saber a qué es debido ese aspecto.
He vivido dos años y medio sin coche. Sin coche y con tres hijos menores de seis años. Me siento orgulloso como si hubiera escalado el K2 saliendo a pata desde la puerta de casa.
Ha sido durísimo. El transporte público no admite disidencias, sólo está pensado para el viajero individual, con mirada en el móvil y cascos en las orejas. Irnen tranvía y autobús por la ciudad ha sido horrible, horrible sobretodo por la poca solidaridad y comprensión de la gente. He tenido que aguantar comentarios maleducados sobre mis hijos, he tenido que ir de pie con un niño en brazos mientras jóvenes de 20 años y señoras de 50 iban sentadas a mi lado, he tenido que sentirme un intruso en un transporte que también es mío.
Hemos estado dos años sin poder ir a la montaña porque no hay medio público para ir con niños, teniendo que soportar horarios rarísimos de los trenes regionales y pagando un dinero exagerado para poder ir 5 personas con el unico medio que había, el Ave, a ciudades grandes.
La sociedad me ha decepcionado, creí en la utopía de vivir sin coche, pero ahora cuando estoy en un atasco absurdo a 200 metros de casa, con el aire acondicionado, mis hijos sentados tranquilamente, la música puesta y ninguna señora opinando sobre mi vida, siento que los 7.000 euros gastados en um coche de segunda mano son los mejores euros que he gastado en mi vida.
Maravilloso comentario
La has clavado, lo de prescindir del coche no es más q una bella utopía y te lo dice alguien con miles de kms en bici….y más ahora q las ciudades tienden a crecer en suburbios de adosados y urbanizaciones con piscina tremendamente alejados de centros comerciales y de trabajos…
Es verdad que la tendencia ha sido esa en las últimas décadas, pero no es un modelo sostenible y muchos ayuntamientos responsables no van en esa dirección.
Más que utopía yo le llamaría,realidad ,porque los países punteros en urbanismo y los más organizados ya prescinden del coche,es el caso de los países centroeuropeos,los que tienes ya casi un 50% de desplazamientos en bici en ciudad y un 35% en transporte público,lo que deja al coche en un 15%,y la cosa sigue avanzando a pasos agigantados ,desde Estados Unidos a Canadá o Japón,parece que avanzan cada día en el mismo sentido.
Totalmente de acuerdo. El transporte publico, porlo menos en Barcelona, es estresante hasta limites patologicos: retrasos, aglomeraciones,carteristas, hedor, falta de efectivos los festivos o por la noche que obligan a esperas interminables… mil veces mejor en un atasco con aire acondicionado y musica que tres cuartos de hora esperando bajo la lluvia o el sol, un autobus lleno como una lata de sardinas.
Que verdad más verdadera…
Yo vivo en Bruselas y tenemos el mismo problema, yo no cambio mi coche por nada, aquí el tiempo es horrible, pillarme un gripazo por ir al trabajo en bici? no gracias. Además aquí la ciudad no está hecha para las bicicletas, todo son cuestas y como te toque una bici cuesta arriba hay que ver el atasco que organiza. Cuando tengo que hacer varios desplazamientos, lo más rápido sigue siendo el coche.
Tengo que disentir. Sobre todo del gripazo.
Llevo 6 años usando la bici en una capital europea bastante mas grande que Bruselas y con tiempo parecido, solo ahora empiezo a tener carriles bici.
Buscando una ruta que atraviese parques y calles tranquilas llego al trabajo en una hora, dos horas de ejercicio al dia. Me ahorro un pastón en trasporte público, trabajo mucho más centrado, duermo mejor y no me he cogido un triste catarro en todo este tiempo, hay ropa muy pensanda para ir en bici con mal tiempo.
Supongo que es otra cosa cuando tienes chiquillos y quieres sacarlos de casa pero para desplazarse a diario la bici sera un dia, otra vez, la mejor opcion.
«Cada vez que veo a un adulto en bicicleta, renuevo mi confianza en el ser humano» HG Wells
Pues siento decirte que mi mejor amiga lleva 4 años viviendo y trabajando en Bruselas y se desplaza siempre con bici. Como te dicen en un comentario, hacer deporte refuerza el sistema inmunológico, por no hablar de la reducción de niveles de estrés y la segregación de hormonas con efectos relacionados con la felicidad. Lo cual también repercute en una mejor salud.
El único problema que mi amiga ha tenido con la bici en Bruselas es que un imbécil la atropelló porque giró sin mirar, yendo ella por el carril bici, con lo que tenía preferencia.
Te animo a empezar a acostumbrarte a usar la bici (y lo dice una que ha aprendido hace 3 meses exactamente!),empezando por días menos malos, para que se refuercen tus defensas, y apañarte una muda en la mochila (tengo alergia – diagnosticada – al frío) es un rollo, pero te acostumbras a salir siempre con una capa o dos, por si refresca. En el caso de que sea por ir al trabajo, lo típico de una camiseta para ir en bici y esa es la que se suda, y en el trabajo, aseo rápido, cambio, y listo :)
Es complicado cambiar hábitos. Pero es necesario, sobre todo cuando está en juego nuestra salud. Cuerpo no hay más que uno :)
7000 euros más el mantenimiento, el impuesto de vehículos con motor, matriculación, combustible, averías, itv, peajes, parking silla homologada para el niño… Pongamos que lo empleas 10 años, hablamos de seguramente 20mil euros.
Ten en cuenta que si no disponen de sitio donde aparcar lo más seguro es que tardes más que en transporte público. Además de manera indirecta tus hijos verán el día de mañana una necesidad el vehículo privado, evidentemente podrás negárselo, pero es que el ejemplo serás tu.
Contribuiras a contaminar más, serán un poco más acomodados y no se desenvolverán con la misma soltura el día de mañana, pues no tendrán esa independencia de algún día ir solos al colegio, sino que se lo darás hecho. Por descontado que a menos que hagan algún deporte extraescolar no harán nada de ejercicio en todo el día, siquiera caminar.
Es una decisión personal de cada uno, pero si cuantificas las.cosas más allá de la «comodidad» las cuentas se ven de otra manera.
Has dicho muchas verdades, pero aún así yo creo que vale la pena prescindir del coche, al menos en las grandes ciudades (vivo en Barcelona). También tengo 3 hijos pequeños y he sufrido muchos de los problemas que describes. Sin embargo, hace años que hemos prescindido del coche. No es solo el coste del coche, como comenta otro usuario más arriba. Además, con los 7000 euros que me ahorro, los gastos de ITV, párking, seguro, mantenimiento, etc, puedo alquilar varias veces al año un coche nuevo para ir a la montaña o donde sea que el transporte público no llegue.
El problema principal es que estáis viviendo en un país extremadamente atrasado en sus estructuras urbanísticas con una red de transportes públicos tremendamente ineficientes, presumiendo siempre de su modernidad pero repito INEFICIENTES. Trabajo como arquitecto, con lo cual evidentemente vivo fuera de España. Hace ya siete años que vivo en Suiza con mi familia y jamás he sentido la necesidad de tener coche, tengo una bicicleta eléctrica con la que voy a trabajar y hago todos mis desplazamientos. Si quiero desplazarme más lejos me aprovecho de la magnífica red de trenes que conecta todas y cada una de las ciudades Suizas. Si tengo calor en agosto cojo otro tren y me voy a un glaciar a 4000 m. con el carro del niño y lo que quiera, ningún problema.
Y no es que aquí se gasten mucho más que en España en sus estructuras de transporte si no que las planifican con inteligencia para que sean EFICIENTES. A ver si este concepto empieza a entrar en la mollera de la sociedad española…
A ver si Suiza deja de ser un paraíso fiscal para llevarse el dinero de todos los europeos y parte del extranjero. Así también yo soy hipermoderno. No te j…..el tío.
Se ha demostrado por estudios, ya más que consolidados, que la contaminación generada por los vehículos de una ciudad es uno de los principales factores de morbi-mortalidad de la población hoy en día. Yo prefiero el transporte público, eso sí de calidad, en esto es donde debemos exigir a nuestros representantes políticos. Un saludo.
Puntualizar que lo de ‘estamos surcando una ola de revival’ ha dejado ya de tener sentido y es incorrecto. Como alguien dijo, el tal revival lleva durando prácticamente el doble de tiempo que la propia década en sí, hasta el punto que la nostalgia de aquellos que físicamente vivieron dicha década se funde con la de aquellos nacidos a posteriori y que no vivieron el original pero si esa reconstrucción que lleva en marcha 20 años y que durará mil años más como el 3er reich hasta la segunda venida del Cristo.
Quiero puntualizar que Viena no es una ciudad del norte de Europa más bien una ciudad al sur de centroeuropa, en segundo lugar las encuestas de Canadá no pueden ser extrapolables a otras partes del mundo, como puede ser Barcelona cuyo problema está perfectamente definido por el comentario de Paco y poco más puedo añadir ya que el comentario de Enrique lo ha clavado.
El problema está en la falta de poder adquisitivo de los jóvenes que no tienen dinero para comprar un coche y mucho menos para mantenerlo, es que ni se lo plantean.
Por otro lado sin coche me hubiese perdido infinidad de lugares y gentes interesantes por toda la geografía de España y de otros países.
Parece un artículo vestido para un objetivo concreto. Y no soy enemigo de las bicicletas, todo lo contrario.
La idea es : Ver a cuánt@s se puede convencer para que dejen el coche y así, los que siempre han ido en él desde que se inventaron, puedan seguir con ello con comodidad. Es el mismo principio que rige para que convivamos con etnias y razas distintas a la nuestra, así todos juntitos, apretujados y pobres. Pero «ellos» ya se preocuparán de mantenerse bien alejados en sus mansiones y barrios residenciales con seguridad privada y cochazos en los garajes.
Estoy de acuerdo en que hay que acabar con el abuso del automóvil privado, pero n o se puede acabar del todo con el coche.
Otro ejemplo: el viernes estuve haciendo deporte, en un polideportivo situado a 8,7 kms. de mi casa ( según el navegador ), fui en mi coche: menos de 15 min. Eso mismo, en transporte público, hubiera requerido dos buses, el segundo me hubiera dejado a casi 1 km del polideportivo ( está en las afueras de un pueblo del extrarradio de mi ciudad ). No sé el tiempo, pero seguro hubiera pasado de media hora, y me quedo muy corto.
Por lo demás, si, de acuerdo, hay que potenciar el transporte público: hace años que voy en él al trabajo, antes iba en coche y aunque se tarda menos, sale mucho mas caro, etc. etc.
Ya que ibas a hacer deporte, ¿por qué no aprovechar e ir en bici para ir calentando? 8,7 kms en bici se hace en menos de media hora. Y si aprovechas el transporte modal, combinando transporte público y bici, es aún mas cómodo y rápido. Hacer el kilómetro que hay entre la estación y el polideportivo se hace en un suspiro. Yo estoy apuntando a un gimnasio que está cerca de mi trabajo, pero a 8km de casa, cuando voy y vengo desde casa lo hago en bici y tardo poco más de 20 minutos tranquilamente.
Eso, y aprovechando el transporte modal, metes tu bicicleta dentro del vehículo público jorobando al personal, chocando con tó dios, atropellando a bebés y pisando los callos a los viejos. Luego, te bajas y circula por donde te dé la gana, incluyendo las aceras aunque eso sí, ¡sin contaminar!
Vaya respuesta más estúpida, con una bici no molestas más que con un carro de niño (en realidad menos), que un carro de la compra o muchos otros trastos que la gente lleva consigo, especialmente si es plegable. Si no vamos a debatir seriamente mejor no decir nada.
El artículo refleja levemente lo q es una «batalla» por el espacio público. Que no lo tienen q ocupar 20 con sus coches y si 200 con transporte público a pie y x q no? en bicicleta, es simplemente lógico. Evidenteme te hoy es una odisea, precisamente xq se lleva décadas hacie do autopistas con casas a los lados (antes llamadas ciudades). Si esto se revierte, si puedes ir dignamente en transporte público (rápido xq no hay congestiones x los vehículos privados) y andando y en bici (el mas eficiente en coudad), nadie quiere un ruinoso, peligroso y contaminante vehículo en el acotado ámbito de las ciudades. Quizá si, los q cayeron en la trampa de «vivir en el campo» yendo al adosado. Otro error insostenible. Pero las ramas actuales no deben no dejar ver el bosque: la vida en ciudad, infinita ente mejor para todos, sin coches privados.
Carriles bici en los estas deben esquivar constantemente a personas corriendo con los cascos puestos y que no se enteran de si viene o no una bici, gente paseando con o sin cabritos de niños.
El carril bici es una carrera de obstáculos. En Madrid por lo menos
Estoy pasando una dulce epoca,llevo tres meses por concesionarios de toda España viendo cual me da mejor precio para mi Nissan Navara,el modelo nuevo.Tengo casi 44 años,y un Hotelito Restaurante en la Sierra de Gredos.Seguro que de Octubre no pasa….me ncanta..y me metere por el centro de Madrid alguna vez con el,por supuesto..aunque vivo en el campo..una de las mejores inversiones en la vida de un hombre.El coche,pocas cosas son comparables,o ninguna con la libertad de un coche…agoreros a su casa…que nos dejen en paz de tonterias….mas eficientes si..menos contaminantes..vale….pero con coche por favor….lerdos…
Y esa es la cuestión que por el bien de todos deberian ser penalizados bajo aumento impositivo al estilo Dinamarca. Está muy bien tener coche, y está muy bien entrar con él en la ciudad, no creo que se deba prohibir porque atentaria contra la libertad de las personas. Pero que haya corresponsabilidad con los que tenemos que tragarnos esos humos y que de forma directa solo nos causa perjuicios, mientras otros respiran aire fresco…
Eso y no convertir a las ciudades en autovias con edificios. Que cada uno quiera estar sus 2 horas en su coche para ir al trabajo me parece bien, siempre que pague por los daños causados.
¿Un hotelito en la Sierra de Gredos? ¡Tú lo que pasa es que eres un vendedor de coches, que te hemos calao, Burlancaste!
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