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Editar en tiempos revueltos: Norma Editorial

Fotografía: Jorge Quiñoa

Óscar Valiente para JD 0

Óscar Valiente se convirtió, a lo largo de los años noventa, en uno de los principales culpables del desembarco del mundo del manga y el anime en nuestro país. Una persona que comenzó autoeditándose sus propios fanzines cuando aún era un adolescente y llegó a colaborar con Manga Films, presentar en sociedad la obra de Hayao Miyazaki a través de la pequeña pantalla y entrar a formar parte, desde 1993, de la plantilla de Norma Editorial, donde en la actualidad ejerce de director general. Las oficinas de la empresa se ubican en las cercanías del Arco del Triunfo barcelonés, como no podía ser de otro modo: la zona alberga un conocido triángulo de interés para los devotos de subculturas modernas como el mundo del cómic, el rol y los juegos de mesa, el cine, el anime, los videojuegos, la cultura pop japonesa y muchos otros universos paralelos más interesantes que el nuestro. Uno de los vértices de dicho triángulo de peregrinación es la propia librería Norma Comics, un amplio local que sirve de cimientos a las oficinas de la editorial en las que Óscar nos recibe entre unas paredes que lucen originales de aquel The Spirit de Will Eisner y el Mazinger Z de Gō Nagai .

Por lo visto todo empezó con la carta de un joven de diecisiete años dirigida al fundador de Norma Editorial.

Es cierto, yo venía del mundo del fanzine. Y dichos fanzines venían provocados por la inquietud que despertó el mundo del manga en una época en la que no había casi ninguna información sobre el medio. Solo teníamos los cómics de Planeta, las secciones que incluían los cómics de Dragon Ball de Alfons Moliné y los correos que aparecían en ellas para intercambiar cartas con otros aficionados y conocer algo sobre el mundo del manga. A mí me fascinaba principalmente el manga y las series japonesas, por lo que hice una revista llamada Manganime desde Vinaròs, un pueblo pequeño de Castellón donde no se tenía acceso a nada. En un momento dado Norma Editorial anunció que iba a iniciar una línea manga y me puse en contacto con Rafael Martínez, presidente y fundador. Le envié un fax desde la copistería del pueblo explicando lo que hacía en mi fanzine, que en aquel momento tenía cierto éxito: veníamos del Salón del Cómic de Barcelona y habíamos agotado la primera tirada. Al mismo tiempo ya había empezado a colaborar en el desembarco de los primeros vídeos de anime en España con Manga Films, desde donde me llamaron para asesorar y redactar un catálogo de una tirada de un millón de copias que iría encartado en Fotogramas y otras publicaciones. Mi idea con Norma Editorial era presentarme y ofrecerles mi colaboración, pero Rafa no se creyó que ese fax lo hubiese escrito un chaval de diecisiete años recién cumplidos y me pidió que viniera a Barcelona a verle. Me trajeron mis padres en coche y cuando me conoció fue cuando confirmó que aquella carta la había escrito yo. A partir de ahí se desencadenó todo: me propuso venir a vivir a Barcelona para empezar a trabajar en la librería Norma Comics, para crear el departamento de manga e importar material desde Japón. El manga en las librerías, a pesar de que empezaba a tener mucho éxito, seguía siendo un cómic marginal y en Norma Comics la idea era que tuviera un espacio propio, eso es lo que yo fui a hacer en principio. Más adelante trabajaría en la editorial, lo que era mi verdadera aspiración.

Siendo el manga tan marginal y resultando tan difícil lo de recopilar información, ¿cómo os organizabais entre los aficionados para conseguir material?

Tejíamos una red de contactos a través de las secciones de correo de los títulos de Planeta. Había colecciones como Dragon Ball y se empezaban a publicar mangas como El puño de la estrella del norte o cómics de origen chino como Drunken Fist. Escribíamos a las secciones de correo buscando a personas interesadas en intercambiar información con otros aficionados y alguien te escribía porque tenía una Shōnen Jump, otro una revista francesa que se llamaba Dorothée donde se publicaban artículos sobre Caballeros del Zodiaco o Dragon Ball, había alguna revista inglesa y alguna estadounidense. El tesoro de cada uno era aquello que podía conseguir. Había un chico en Valencia llamado Luis Alís, que ahora es un traductor bastante reconocido, a quien un familiar le trajo de Japón los dos primeros tomos de Dragon Ball y aquello era oro puro, los fotocopió y me los mandó, al verlo pensé «esto es la bomba».

Al final intercambiabas tu conocimiento y fotocopias con los que tenían otro tipo de información. Era muy lento porque todo iba por correo, pero tirando de aquí y de allá el fanzine se creó sobre la base de lo que habíamos podido recopilar entre todos y aportaciones en forma de artículos, ilustraciones, noticias.

Norma Editorial al proponerte venir demostró que tenía una apuesta muy clara.

La apuesta era clara, yo creo que Norma Editorial se subió al carro del manga un poco más tarde porque tenía una tradición de cómic europeo y el medio del manga en los inicios era un tipo de cómic un poco incomprendido, aún no se sabía si era una moda. Y era difícil que encajase en editoriales que estaban muy asentadas en el álbum europeo, la producción propia o el cómic de superhéroes, pero la editorial se abrió y decidió que si el público demandaba un tipo de cómic, este debería tener un sitio en su catálogo. Norma Editorial publicó Dominion Tank Police antes de que yo llegara y estando yo aquí comenzó la serialización de Video Girl Ai, City Hunter y Kimagure Orange Road. Mi primera compra ya como editor fue Touch, que aquí se llamó Bateadores, en aquel momento era la serie más demandada por los lectores y, a pesar de ello, fue un rotundo fracaso. Aprendí mucho en esos primeros años como editor.

¿Dominion Tank Police fue el primer manga de Norma Editorial?

Fue la primera serie, el primer manga que publicó Norma Editorial fue una historia corta de Katsuhiro Otomo en Cimoc que se llamaba Adiós a las armas. Dominion Tank Police fue un gran éxito, y Video Girl Ai lo superó aún más. Aquella fue una etapa dorada del manga, casi todo lo que se publicaba funcionaba muy bien.

¿Y actualmente la balanza cómo está respecto a manga, la producción europea y la americana?

En resultados, en Norma Editorial, digamos que la producción propia es un 10%, el cómic franco-belga es un 35%, el manga es otro tanto y lo que menos pesa es el cómic americano, con un 20%. Este último grupo es complicado, porque si no tienes uno de los dos grandes dominantes, DC o Marvel, cuesta mucho tener una línea sólida y abultada, pero estamos muy contentos con la línea americana que tenemos, más próxima al cómic de autor. En general, creo que el equilibrio del catálogo actual es bastante bueno.

¿Se busca ese equilibrio o actuáis según lo que el mercado pide? ¿O el editor ha de sopesar lo que está pasando en el medio y tener la responsabilidad de ofrecer material importante?

Nunca se trabaja por cuotas, nunca le decimos a un editor que debe publicar una cantidad determinada de títulos para lograr unas ventas. Trabajamos con la referencia del año anterior, intentando no publicar ni mucho más ni mucho menos, pero al final eso lo va a determinar la calidad de la producción que nos ofrezcan los creadores y editores internacionales. Por ejemplo, en el caso del cómic americano, al ser una línea que no queremos abultar sin motivo la complementamos con libros que hacemos de cine o de arte. Hemos sacado recientemente libros sobre Regreso al futuro, Cazafantasmas y Harry Potter, son libros que coordina el editor de la línea de cómic americano y funcionan muy bien. En general intentamos que cada departamento esté equilibrado pero nunca nos fijamos una cuotas.

Óscar Valiente para JD 1

Volviendo un poco a los inicios, llegaste a pasar por la televisión.

Bueno, fue una anécdota curiosa en mi carrera, y vino también a través de Manga films. Como ya colaboraba con ellos me dijeron que habían llegado a un acuerdo con la televisión autonómica catalana para emitir anime para adultos por la noche, lo cual fue una noticia brutal porque nunca se había visto este tipo de anime en televisión. Me preguntaron si podría dirigir el programa y si me atrevía a presentarlo, y les dije que a presentarlo no, pero que me tiraba de cabeza a escribirlo y dirigirlo si a Norma Editorial no le importaba. Se empeñaron en hacerme una prueba de cámara que a ellos les gustó, pero que a mí me pareció horrible, y me dijeron que lo presentase a pesar de mi mezcla de valenciano y catalán. Fue una etapa bonita por cuánto significaba para la cultura que yo defendía del anime y el manga, abrir esa ventana para que un lunes por la noche pudieras ver el Puño de la estrella del norte, Urotsukidōji, Porco Rosso, Akira, Record of Lodoss War… había un abanico de títulos impresionante y aquello contribuyó a normalizar y asentar esta nueva cultura del manga y el anime. Esa etapa duró un año y pico hasta que vi que mi responsabilidad en Norma Editorial pesaba más que hacer un programa, resultaba incompatible ir al Salón del Cómic y estar grabando un programa por la mañana al mismo tiempo que intentaba dirigir una parte importante de la empresa.

Nostalgia aparte, algunos recordamos descubrir el anime con eso, y cómo sirvió para que la gente comprendiera que el medio no era solo para niños.

Claro, es que es fácil olvidarse de ello porque ahora es bastante normal entender que el cómic no solo es un tema para niños, pero hace veinte años la lucha de los editores era demostrar que también había cómics para adultos, y no me refiero solo al manga sino al cómic en general. La lucha por abrir la librería generalista ha sido larga, cuando nos presentábamos ante los libreros y les vendíamos nuestro catálogo ellos te acompañaban a su sección infantil donde tenían Asterix, Tintín o Lucky Luke y te decían que con aquello era suficiente, tú intentabas vender Blueberry, La leyenda de Madre Sarah, Sin City o alguna otra cosa y no entendían que existía un público también para ese cómic. Y lo mismo pasaba con los profesionales de la prensa, los bibliotecarios, las instituciones… El anime demostró que también había animación para adultos, y es curioso, porque nos hemos pasado muchos años defendiendo que el cómic es también un medio para adultos y ahora estamos volviendo a decir que el cómic también es algo para niños, porque les hemos acabado dando la espalda a los más pequeños. Por ese motivo en Norma Editorial hemos intentado recuperar series como Yakari e hicimos la revista mensual Dibus, si no seducimos a nuevos lectores va a ser complicado tener un nuevo público el día de mañana.

Que hace veinte años fuese tan difícil aceptar el medio entre el público adulto ¿se debe a que el país venía de un tipo de cómic que no era el mismo que en el resto de Europa?

Sí, la diferencia de la cultura del cómic con Francia es evidente, allí el cómic te acompaña desde que eres niño y ya no lo dejas, hay una oferta increíble de contenidos para todas las edades y eso se refleja en todos los aspectos de la sociedad. En España, tras la crisis de las revistas de los ochenta, la producción de cómic para adultos se limitó mucho y eso creó una brecha. Un aspecto decisivo para lograr este cambio de sensibilidad, además de la gran oferta actual, es el relevo generacional natural que hemos tenido en el mundo de la prensa, las bibliotecas, la educación y las librerías. Porque las personas que hoy están en estos puestos clave de decisión, aquellas que tienen entre cuarenta y cincuenta años, ya tienen un entendimiento de lo que es el cómic que no acaba en Tintín o en Mortadelo, con todo el respeto por ambos. También evidentemente la llegada del formato novela gráfica ha ayudado mucho. Para los lectores que no están acostumbrados a leer cómic con frecuencia, el clásico formato álbum de las series europeas no es atractivo, pero el formato autoconclusivo de la novela gráfica sí. Introducirse en Blueberry, Largo Winch o Blake y Mortimer es complicado, pero animar a que alguien lea un Persépolis o un Arrugas evidentemente es mucho más fácil y una apuesta segura que dejará al lector con ganas de descubrir otras obras.

¿Hay necesidad de hacer una labor pedagógica no solo en el mundo del cómic, sino también por ejemplo en el de la prensa? Muchos medios aún se toman con recelo las viñetas si las propones como posibilidad.

Ahora por ejemplo el diario Ara ha hecho una edición completamente ilustrada y esto es un hito, y también lo es que El Periódico haya hecho alguna portada con personajes de cómic con motivo del Salón del Cómic de Barcelona. Lo del diario Ara, siendo algo que se ha hecho mucho en Francia, es un ejemplo de esta normalización a la que aspiramos, aunque sigue siendo extraño para el gran público que un periódico haga esto. Y si se ha hecho es porque se ha convencido a una serie de personas que deciden en un entorno ajeno al cómic, y se ha llegado a la conclusión de que van a ofrecer algo especial sin renunciar a la identidad y seriedad del diario. Yo creo que ese relevo generacional que comentaba antes es vital para dar estos pasos, es necesario que un profesor que prescribe un cómic en una clase en el colegio no resulte extraño a los padres, sino todo lo contrario.

¿Para lograr esa normalización del cómic tenemos que mirar al mercado franco-belga o buscar lo que es más de aquí, más nuestro? ¿O en el fondo eso sería absurdo porque hoy en día los autores de aquí trabajan para el extranjero, y las editoriales de aquí publican lo que se hace allí?

En Francia el cómic está en el ADN de la propia sociedad, la única forma de aspirar a eso es que el cómic esté presente en todas las áreas sociales, en la cultura, la educación, en las bibliotecas, en el entretenimiento, en la prensa, en las instituciones, en la comunicación… No estamos, por ejemplo, en televisión en la misma medida que estamos en los periódicos, por mencionar un medio importante. Internet ahora lo está agitando todo y estamos muy contentos con la atención de la prensa escrita, pero en televisión el cómic sigue desaparecido. Cuando traemos a un autor importante es raro el gran diario que no viene a cubrirlo, y en cambio son muy pocas las televisiones que acuden, en los telediarios somos una anécdota, es una de las tantas tareas pendientes que tiene el cómic. La única vía para seguir el modelo francés es estar presentes en todo, que allí donde cabe o se emplea un libro, una película o un disco, quepa un cómic, y para ello tenemos que crecer leyendo cómics. Esa es la parte más difícil, porque podemos trabajar para que el cómic esté allí donde los adultos tenemos influencia, pero si luego el niño que llega a casa no se anima a leer un cómic es una batalla perdida, porque vamos a tener a una generación de adultos muy lectora, pero los que vienen detrás van a estar enganchados a la pantalla.

Es curiosa la marginalización que comentas del cómic en el mundo audiovisual frente a la gran presencia que tiene el producto que se saca a partir del cómic, como por ejemplo el cine de superhéroes.

Sí, yo entiendo que todo eso es muy positivo, que atrae lectores. En el Salón del Cómic de Barcelona se trabaja mucho este aspecto, sobre cómo podemos hacer un Salón atractivo no solo para los aficionados, sino para el gran público, y esto es algo que a veces no se entiende por la parte más…

¿Sibarita?

Sí, podría ser una definición. Al lector que está apasionado por la novela gráfica, Marvel o el manga ya lo tenemos y hay que mimarlo, pero al otro público hay que seducirlo frente a otros estímulos, los móviles, internet, los videojuegos… Y para seducir a ese niño, ese lector del futuro, el cine es una vía muy efectiva, que salga de la sala asombrado con Spiderman, Batman o el personaje que sea. Creo que los editores tenemos que hacer cambios para que los cómics sean más asequibles para este rango de lector al que queremos aspirar porque se han convertido en algo un poco elitista, cada vez se publican ediciones más cuidadas, más caras, con más páginas… y eso hace que el lector que quiere entrar en nuestro mundo se encuentre con una barrera por el precio.

Hace poco Santiago García nos comentaba que Blacksad eran autores españoles haciendo un cómic francés, enfocado al mercado francés; ¿en España existe un cómic con un formato particular que esté enfocado al mercado español?

En cuanto a formatos, como decía Miguelanxo Prado en una conferencia reciente, estamos viviendo una época dorada en el medio del cómic: hay más formatos y variedad de géneros que nunca. Prado contaba que en los años ochenta teníamos la suerte de disponer de las revistas, pero que condicionaban a los autores con géneros y resultaba impensable contar lo que se está contando hoy en día en la novela gráfica. Ahora el autor escoge el formato que mejor se adecua a lo que narra.

Y yo creo que un autor español que opta por el estilo manga es un autor español que está haciendo un cómic español. Y aquel autor de aquí que hace un cómic estilo Blacksad, o BD, utilizará un formato que sí que es originario francés pero seguirá siendo un cómic español. Te riges por unas reglas de composición y de formato muy comunes en el país que las ha originado, pero para mí sigue siendo un autor de aquí. Igual que sucede en el cine o en la música, una banda de rock española que hace un tema de rock ¿no está haciendo un tema español? Para mí es lo mismo, utilizas un lenguaje que se ha originado en un lugar pero que se ha extendido por todo el mundo, y es curioso porque a veces estos lenguajes nacen en un lugar y se acaban desarrollando más en otro. Yo creo que los autores escogen entre esta variedad de formatos, y que hoy en día no hay ninguno específico que sea más español. Sí que es cierto que a la hora de realizar una historia más personal el formato novela gráfica a lo mejor es el más adecuado, pero esto no es una singularidad española, porque el autor italiano, el americano y el japonés llegaran a la misma conclusión. El formato es muy homogéneo hoy en todo el mundo, hay excepciones como Japón, que tiene un formato más característico, pero los demás países, sobre todo los que traducen mucho, yo creo que son parecidos a España: Italia, Alemania, Brasil, son lugares donde encuentras los mismos formatos que tenemos nosotros.

En Francia son más amigos de los álbumes y en Japón consumen muchos tomos, pero has comentado que aquí cada uno supone un 30% de la oferta.

Con esos porcentajes yo me refería sobre todo a Norma Editorial, en el mercado español el cómic americano sigue teniendo un peso más grande, a lo mejor estará en el cuarenta y algo por ciento. Pero los mercados están cambiando, en Francia los grandes títulos que tiran más de las ventas siguen publicándose en formato álbum, pero existe una eclosión importante de cómic americano en formato tapa dura, en un país que normalmente no traducía este tipo de contenidos y los leía de importación en inglés. Y el manga, que hace veinte años era residual, ahora lo trabajan trece editores y es una facturación importantísima para los grandes grupos. Los directores editoriales franceses tienen tarjetas de visita que por un lado están en francés y por el otro en japonés, y con ese detalle te das cuenta de lo importante que es para ellos el mercado japonés, al que en un primer momento se le dio la espalda. Yo creo que la gran diferencia entre Francia y España es que en Francia un niño crece en una casa que está llena de cómics… y esa casa antes solo tenía cómic franco-belga y ahora empieza a tener un poco de todo.

Y la otra gran diferencia es lo que cobran los autores, ¿no?

También, un mercado interior tan rico, cuyas ventas multiplican por mucho las españolas, se traduce en mayores ventas y mayores anticipos de derechos de autor, aunque cuesta lograr el éxito con una competencia de cuatro mil lanzamientos anuales. El hogar medio francés tiene una pequeña colección de BD, con Astérix y Tintín junto a cómics más adultos, y ya tiene muchísimo ganado para fomentar su lectura entre los pequeños. Yo tengo ahora un niño de diez meses y crece en una casa donde hay una biblioteca. Se encontrará con los videojuegos, los móviles, las tabletas, pero también se va a encontrar en casa con los cómics…

¿Y con la pelota de fútbol?

Y la pelota de fútbol.

¿Es algo que todavía compite en tiempo de ocio?

No, para nosotros el gran reto es la pantalla, lo que puede hacerse en casa en sustitución de la lectura de un cómic. Y no hablo solo de los niños, sino que hablo de todos. La pantalla, lo enganchados que estamos a los móviles, a las redes sociales, al consumo de un tipo de comunicación o entretenimiento muy vacío pero que ya nos sacia, nos llena sin esfuerzo.

Koro Castellano nos comentaba que la competencia del Kindle era el Candy Crush y no ninguna otra cosa. Pero ya leemos los cómics en la pantalla, quizás la transformación digital es el problema.

El problema es que hoy en día hay muy poca gente dispuesta a pagar por contenido digital. En el mundo del cómic tenemos ventajas e inconvenientes, no nos afecta tanto la piratería como al mundo del libro porque vendemos un producto que como objeto tiene un valor mayor, ya sea por integrar una colección o por su propio formato, te sigue gustando poseerlo. Y eso en el mundo de la literatura no sucede tanto porque, aunque seas un lector compulsivo y te guste disponer en casa de los libros que más te han marcado, los demás solo ocupan espacio y tiendes a prestarlos o donarlos. Es común que un libro que te ha gustado mucho se lo dejes a un amigo y si no te lo devuelve no pasa nada: «Si te gusta pásaselo a alguien». Pero esto con un cómic no lo haces, como mucho compras otra copia y se la regalas, pero tú quieres la tuya en tu colección.

El aficionado a la literatura al comprar el libro adquiere una experiencia de lectura y queda satisfecho porque su dinero ha tenido un retorno en muchas horas de lectura que no cambia mucho si es en papel o en digital. En cambio, cuando adquieres un cómic tienes una lectura muy intensa pero muy limitada, de una o dos horas. Para que este retorno fuera proporcional en el mundo del cómic a en el del libro se tendrían que vender a precios muy bajos, muy por debajo del 50% del precio de la edición impresa. Actualmente, con la poca demanda, el IVA tan alto y los costes de las plataformas de distribución digital es un tema muy poco interesante para autores y editores, al menos para los que publican en papel.

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¿Y el modelo de Panel Syndicate cómo lo ves?

Será una de las opciones, que para mí está en la órbita del crowdfunding, pero yo creo más en un modelo como Spotify en el que pagas una suscripción y tienes acceso a un abanico de títulos que se van renovando y ampliando cada mes. Pero, para que esto sea interesante para los creadores, tiene que crecer muchísimo más la demanda.

Evidentemente, lo digital es un complemento y no podemos darle la espalda. Los editores hemos hecho experimentos, nosotros fundamos la plataforma Cimoc y tenemos cómics tanto en Amazon como en otros medios, y las ventas son muy escasas. También lo son para Izneo en Francia, que es una plataforma propiedad de los grandes grupos con un gran apoyo promocional. Yo creo que tienen que coexistir, lo digital es vital en la cultura del futuro, pero en cuanto al modelo de negocio, la compra por unidad como se entiende en el papel, creo que es insostenible y solo funcionará con los best sellers o los títulos de compra por impulso relacionados con algún tema de actualidad, como podría suceder ahora con Pokémon. Yo creo que no puedes pagar más de cuatro euros por una lectura que te llena una hora. Y ocurre que también hay muchos jugadores en el negocio, los japoneses por ejemplo no quieren vender los contenidos por debajo del 50% del precio de portada, y muchos autores tampoco ven claro vender su obra muy barata porque piensan que va a restar ventas al libro físico. Creo que la suscripción nos permitiría estar en el punto donde no es un negocio rentable en términos económicos pero sí en términos de promoción y posterior venta de las ediciones impresas.

¿Y que es exactamente la plataforma Cimoc?

Es una librería de cómics digitales, donde ofrecemos todas nuestras obras de producción propia y algunas internacionales. Nuestro objetivo era que el 15% de las páginas de todos nuestros cómics se pudieran leer de manera gratuita y concebimos Cimoc con esta idea, pensando en la promoción. Ahora tras tener la plataforma aletargada un par de temporadas vamos a renovarla con una actualización a fondo y nuevos contenidos, pero con el mismo espíritu promocional más que como negocio. La política de Norma Editorial en cuanto al digital es que nuestros títulos estén disponibles en el máximo de plataformas, siendo Cimoc una más. Aún estamos esperando que aparezca alguna gran plataforma de cómics en español, eso beneficiaría al sector.

¿Y estáis trabajando en ese sector?

Se hizo un acercamiento entre editoriales para crear algo como Izneo, pero no llegamos a materializarlo, el retorno es pequeño, la inversión es elevada y en un entorno de crisis como el que hemos vivido se complicaba aún más. El objetivo ahora, para la mayoría de los editores, es afianzar lo que estamos haciendo, que el mercado crezca, las librerías funcionen, los autores puedan crear y ver si podemos dedicar más recursos al tema digital poco a poco. A mí lo que me gusta de internet son las posibilidades promocionales. En cuanto al contenido, a lo mejor soy un poco clásico, pero no he encontrado una experiencia que me maraville, por lo que creo que en el futuro el papel seguirá dominando, aunque la oferta digital debe crecer exponencialmente en los próximos años.

¿No se valora de manera justa? Porque la gente no paga por un cómic que se puede leer en una hora, pero sí diez euros por una entrada de cine o quince por videojuegos que duran un par de horas.

Es difícil hacer la comparación. Te pondré un ejemplo: tú vas a ver un concierto de dos horas y puedes llegar a pagar cien euros, pero estarás ante un espectáculo único que valoras de una manera concreta porque que no tendrás otra oportunidad para verlo. Y el cine sigue siendo un pequeño espectáculo, que tampoco se consume cada día. En cambio nos gusta consumir varios cómics a la semana, o incluso al día, por eso la percepción de pagar seis o siete euros por una hora de cómic nos parece cara, aunque reconozcamos el esfuerzo que ha supuesto para sus creadores realizarlo. Si solo existiera la edición digital, posiblemente la pagaríamos sin más, pero si ponemos en una balanza seis euros por una edición digital y doce por la impresa, seguramente nos decantaremos siempre por la impresa.

¿Un editor tiene que utilizar la estrategia de sacar algún best seller para mantenerse y luego publicar lo que le gusta?

Creo que la razón de ser de una editorial del tamaño de Norma Editorial es facilitar el encuentro entre su catálogo de libros y sus lectores. Si esos libros además coinciden con tus gustos es fabuloso, pero no debe ser una razón de ser. En sellos más pequeños, en editoriales que son una persona con un portátil en su casa, tiene sentido, pero a partir de un volumen no sería responsable y te aboca al fracaso. Hay que mantener una seña de identidad y buscar el equilibrio, probablemente estamos publicando títulos que yo no compraría o leería por placer, pero los publicamos porque hay una serie de lectores que los van a valorar muy positivamente.

Sí que es cierto que el éxito de algunos títulos muy populares nos da alas para publicar obras más arriesgadas o producir más contenidos propios.

¿Y qué porcentaje de lo publicado no es rentable pero sí necesario para mantener la calidad y la variedad?

Nuestro objetivo es que todos los cómics que publicamos den una rentabilidad, o al menos cubran los gastos, aunque seamos conscientes muchas veces de que será una tarea difícil. Por supuesto, muchas de las novedades que hemos publicado no han obtenido esa rentabilidad, han arrojado pérdidas y ni siquiera han cubierto los anticipos de derechos de autor.

¿Todos los cómics deben obtener una rentabilidad?

Todos, ese es el principal objetivo cuando contratas un título. Puede haber excepciones, algún cómic que haces por concienciación social o porque es muy importante para la evolución de nuestro medio, pero todo lo que publicas parte de la premisa de que debe generar un resultado, por poco que sea. Los únicos cómics deficitarios que publicamos conscientemente son las continuaciones de colecciones que no han funcionado pero que nos hemos obligado a concluir aunque den pérdidas, aunque es complicado con colecciones muy largas o que duran muchos años.

O La mazmorra.

O La mazmorra, pero en el álbum europeo, como no está tan sujeto a un relevo generacional, es más fácil que sus lectores sean pacientes. En cambio, los chavales jóvenes en el mundo del manga que empezaron leyendo Naruto con catorce años ahora tienen veintitantos, llegan al volumen cuarenta y abandonan la colección a pesar del dinero invertido porque se ha alargado durante demasiados años. Pero el editor está obligado a publicarla y a continuar aun perdiendo dinero en cada volumen, como puede ser nuestro caso con ¡Ah mi diosa! Por eso hay que intentar evitar contratar aquello que creas que no vas a poder defender bien.

No tratáis de fomentar algo que no funciona.

No tendría sentido a no ser que persiga un fin concreto, como mencionaba antes, social, de elevado interés cultural, innovador… Hay una serie de títulos que tienen una rentabilidad muy pequeña donde te contentas con cubrir los gastos, y esto es un poco el ADN de la producción en España: en el momento en el que estás produciendo a un autor, entendiendo por producir el financiar la creación del cómic, eso se convierte en un triple salto mortal. Nosotros lo hemos hecho en los últimos meses con La casa de Daniel Torres, Presas fáciles de Miguelanxo Prado, con Victus o con el cómic biográfico de Marc Márquez. Este año hemos publicado varias obras de producción propia y eso supone financiar a varios autores un año o año y medio de su vida laboral. Con estas obras aspiras a ganar, pero el primer objetivo es cubrir los gastos, porque tienes la satisfacción de haber contribuido a un nuevo desarrollo, a cultivar el tejido creativo. En cambio, en un cómic que compras, una traducción, siempre intentarás estirarlo un poco más, alcanzar los beneficios. Al final, en el conjunto del año una pequeña parte del catálogo de novedades gana mucho, una pequeña parte pierde mucho y una parte bastante grande en el medio ni gana ni pierde, así que es vital acertar con buenos títulos y fallar con los menos posibles.

¿Y con el manga puedes perder mucho?

El mundo del manga es complicado, porque hay una oferta brutal en el país de origen, pero un éxito allí no garantiza lo mismo aquí y en el momento en el que inicias la colección adquieres el compromiso de acabarla con el autor y el editor. Puedes cortarla cuando quieras, evidentemente, pero ese editor no volverá a confiar en ti, por lo que intentamos no parar ninguna colección. Yo diría que es la línea más difícil de todas, las más arriesgada.

¿Algún autor o trabajo que estés orgulloso de haber perseguido y conseguido? O financiado.

En Norma Editorial tenemos una tradición de colaboración con ilustradores debido a que la empresa empezó como agencia de representación, y hemos podido desarrollar carreras completas como la de Luis Royo, que ha nacido y permanecido en Norma Editorial hasta hoy, o Victoria Francés, una artista por la que apostamos con su primer trabajo, Favole, que tuvo un éxito brutal y sigue trabajando con nosotros. También hemos apostado desde sus inicios por Daniel Torres o por Miguelanxelo Prado, para nosotros es un orgullo producir obras como La casa o Ardalén, significa financiar tres o cuatro años del trabajo de un autor de primera fila. También tenemos a debutantes más recientes como Susana Martín, que empezó con Alicia en un mundo real y ha continuado con Sonrisas de Bombay y ahora se encuentra en otro proyecto. También es un caso reciente el de la ilustradora Mai Egurza, que ha debutado con nosotros en el mundo del cómic con El paseo de los sueños, con guion de Zidrou. El proyecto más ambicioso actualmente es una colección de álbumes basados en éxitos literarios, entre los que encontramos a Victus. Y el que más me ha costado a nivel personal recientemente es el que hemos hecho con Marc Márquez, un personaje que personalmente me gusta mucho y a quien he perseguido durante cuatro o cinco años hasta convencerle de convertir su historia en cómic.

Algo que parece diferenciar al sector del cómic en España del mundo editorial es que entre las tres o cuatro grandes editoriales de cómics no os robáis autores, ¿no?

Como nuestro mercado es muy pequeño tenemos la suerte de que no vienen grandes grupos editoriales a «quitarnos» autores, y entre nosotros hay cierto fair play de intentar no llamar a la puerta del otro si tiene una producción continuada con un editor. Realmente suelen ser los propios autores los que vienen a buscarte, los que quieren un cambio de aires y aspiran a una distribución o presencia diferente. Esto pasó por ejemplo con Antonio Altarriba y El ala rota.

Y con Los dientes de la eternidad.

También. Y puede haber autores que busquen lo contrario, que digan «Hostia, estoy en Norma en un Salón del Cómic y firmo al lado de Manara, de Guarnido o de Tardí, pero aquí me siento pequeño. Mejor voy a otro editor más pequeño donde tenga más protagonismo…». Yo creo que cada autor tiene su espacio y lo que me gusta del mercado que tenemos ahora es que cada editor tiene su sitio. Dependiendo de tu inquietud como autor puedes tocar una puerta u otra. Cuando me preguntan sobre la competencia, sobre si me parece bien o mal que vengan nuevos editores o sobre que se haga el Salón Graf contesto que a mí me parece fantástico todo lo que sea sumar y crecer. Me parece cojonudo que Salamandra empiece a editar cómic, pero, eso sí, me parecería más cojonudo que empezasen a producir, porque traducir lo podemos hacer cualquiera. Cuando sale una gran obra en Francia, como por ejemplo El árabe del futuro, todos los editores que publicamos novela gráfica entramos en una puja por ese título y un nuevo editor significa que otro más se añade a esa puja. Y en ese momento la competencia nos puede desagradar más, pero en el momento en que ellos están en la calle, contribuyendo a que el cómic esté más presente, estamos todos empujando para un mismo objetivo, para lograr esa normalización de la que hablábamos al principio.

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Has hablado antes del Salón del Cómic y últimamente ha habido muchas quejas sobre la naturaleza del mismo. ¿Cómo está Norma Editorial involucrada en ese tipo de ferias y cuál es vuestra experiencia en el de este último año?

Ficomic es una entidad que está formada por los representantes del gremio de editores, el de libreros y el de distribuidores. El gremio de editores tenemos un peso mayor, las grandes decisiones que afectan a la feria se toman en un consejo en el que estamos todos presentes y esto es una serpiente de nueve cabezas donde os podéis imaginar que no es fácil contentar a todos. De entrada, cada editor tenemos una experiencia y visión propias e intentamos encontrar puntos de conexión, que son los que al final son visibles, y unas veces se acierta y otras no. También hay un equipo en Ficomic que son los que realmente llevan el día a día de las decisiones ejecutivas e intentan contentar a todos, a las librerías, a los autores, a los editores y eso es muy difícil. Yo creo que es un certamen que está en continua transformación y debe luchar por adaptarse año tras año a los cambios no solo del propio sector del cómic, sino del ámbito de las ferias y eventos. En una ciudad como Barcelona, las opciones de ocio se multiplican y no es fácil atraer al público.

Los stands de los fanzines son una cosa que se ha ido desplazando y escondiendo.

El encaje de los fanzines en el actual Salón está claro que no funciona y que se debe revisar a fondo para encontrar una solución, aunque debo decir que en los otros grandes eventos del mundo el problema es similar.

Y el tema de la censura de este año, ¿cómo la has vivido?

Ni yo ni Norma Editorial podemos estar a favor de la censura de ninguna de las maneras, y me consta que Ficomic tampoco. El caso de Miki Montlló es extraño, se dijo oficialmente que se había caído una pared con originales y me aseguraron desde Ficomic que era cierto, pero luego el autor, Miki Montlló, explicó en su Facebook que a él le llamaron para darle la mala noticia de que retiraban su obra por otros motivos, con lo que obviamente hay algo que no cuadra…

¿Y la censura en general? En teoría no se podrían editar los cómics de Miguel Ángel Martín; ¿tú estás de acuerdo?

Bueno, cuando tocas con la ley ya estamos hablando de otra cosa. Yo diferenciaría entre la ley y la autocensura. La autocensura es la más peligrosa porque tú mismo te estás censurando. Nosotros, por ejemplo, publicamos a Hernán Migoya, que vivió la polémica de su libro Todas putas, que algunos trataron de dilapidar públicamente sin que vulnerara ninguna ley.

Has comentado que te interesa mucho el producto nuevo, Barcelona. Los vagabundos de la chatarra es un cómic que propone algo nuevo en este país: mezclar viñetas y periodismo.

Es genial, es uno de esos cómics que contribuyen a hacer crecer nuestro lenguaje. No es una obra fácil, porque corría el peligro de quedarse en tierra de nadie, no atraer a los lectores de cómic ni a los demás, pero no dejaba de ser una combinación muy atractiva: el reconocido escritor Jorge Carrión, un gran dibujante como Sagar, Barcelona, y un formato de denuncia documental en forma de cómic que se hace muy poco en España. Es un proyecto que sin la voluntad de los autores no se hubiera podido hacer, porque en este caso no es exactamente una producción: hemos hecho un esfuerzo en ayudarlos como editores, guiarlos, trabajar el diseño gráfico, buscar el mejor formato de la producción, hemos pagado un anticipo, pero no hemos financiado los dos años de la producción de la obra, los autores la trajeron prácticamente acabada, buscando la libertad de hacerla a su manera porque cuando empezaron el proyecto no sabían a dónde les iba a llevar la propia narración.

El resultado fue una obra muy interesante que creo que va a abrir los ojos de otros autores de cómic españoles, espero que de ahora en adelante podamos disfrutar cada año de varios cómics documentales, como ya sucede en la televisión o el cine.

Ahora que has mencionado lo del cine, tenéis cierta alianza con Filmin.

En nuestro medio tienes que buscarte la vida para asomar la cabeza por algún sitio, con Filmin tenemos una relación de hace tiempo con uno de sus fundadores, Juan Carlos Tous, y se nos ocurrió que podríamos hacer algo. Nosotros estamos en un medio pequeño y ellos están en un tipo de cine de autor que no es masivo, por lo que juntamos nuestras estrategias. Promocionamos conjuntamente cómics y películas que tienen algún denominador común. También hacemos este tipo de colaboraciones con Nintendo y otras empresas.

Cambiando de tema, otro asunto importante: las autoras; ¿cómo está el tema de la visibilización de las mujeres en el mundo del cómic?

Yo creo que estamos viviendo el nacimiento de una generación de autoras de cómic, que va a tener más notoriedad con el paso de los años por una cuestión de cantidad, no de calidad, que es evidente que ya la tienen. Creo que las autoras se han incorporado más tarde al arte del cómic, tradicionalmente han estado más ligadas a la ilustración, y vamos a notar ese florecimiento en los próximos años.

¿Ocurre así o quizás ya estaban ahí y les costaba más salir?

Yo no creo que les costara más salir porque no hay ningún tipo de discriminación, es imposible que la haya porque nuestro negocio es muy democrático: si una página es espectacular o una historia es brillante, da igual el género de quien la haya hecho. La discriminación positiva que ha aparecido estos días en las redes con el tema de Angulema es algo que no comparto mucho porque no creo que se le deba dar un premio o nominación a una autora solo por el hecho de que sea autora, que tenga que tener más oportunidades que un autor. Creo que si las autoras no logran más nominaciones es por un mera cuestión estadística, son muchas menos, como sucede en los Eisner. A nadie se le ocurriría que en los Óscar la mitad de los nominados a mejor director debiesen ser hombres y la otra mitad mujeres. Hay que contribuir a ponerlas en primera línea de otra manera. El medio es tan democrático que al final los ingresos vienen por las ventas y royalties que generan los libros, y personalmente dudo que el lector justifique su decisión de compra en que Blacksad lo haya dibujado una mujer o un hombre, y evidentemente un editor tampoco. Si hay pocas mujeres creo que se trata de un tema generacional, que no solo está ligado al cómic sino al propio medio de la cultura: hay menos directoras de cine, escritoras o cantautoras que hombres, pero creo que esto cambiará con el paso de los años. Marjane Satrapi o Mai Egurza se dedicaban a la ilustración y en el mundo del cómic han encontrado un vehículo para expresarse de otra manera, pero creo que ahora habrá más autoras que probarán directamente con el cómic. En Norma Editorial hacemos cada año un encuentro con los alumnos de final de curso de la escuela Joso y yo diría que este año hemos tenido tantas mujeres como hombres aspirando a ser profesionales del cómic.

Óscar Valiente para JD 4

Tal vez que ellas tengan más tendencia a ser ilustradoras y los chicos a ser dibujantes es algo que viene de su etapa de lectores, ¿no? Que por ejemplo los chicos leyeran mucho Marvel, pero las chicas no se sintieran identificadas con esas obras enfocadas desde una perspectiva de hombre y con chavalas indefensas.

Sí, puede ser parte del motivo, y con la llegada del manga y la novela gráfica se ha solucionado. Pero por ejemplo el mundo del cine es un mundo que consumimos los dos sexos y en cambio hay muy pocas directoras de cine. Si te pregunto por una lista de cinco directoras de cine españolas tendrías que tirar un rato de memoria para hacer una lista, ¿no? Pero yo creo que esto está cambiando.

Nosotros hicimos un recopilatorio de historias cortas llamado Enjambre, que era un compendio de autoras. Y lo hicimos de una forma natural, fue una idea que surgió de ellas y la adoptamos, lo que pasa es que hoy en día con las redes sociales parece que todo lo que haces puede ser motivo de controversia.

El Angulema que comentabas fue el tema más sonado, ¿no? Una polémica en la que incluso rectificaron.

Nosotros publicamos trescientas novedades al año y nunca se me ocurriría ponerme a estudiar cuántas están creadas por mujeres para establecer algún tipo de cupo. Para el cómic de Marc Márquez hicimos pruebas a varios dibujantes y la que hizo mejor el trabajo era Belén Ortega, y la seleccionamos sin ninguna discriminación ni positiva ni negativa, como creo que hacen la mayoría de editores.

Gran parte del conflicto puede venir de los propios medios. Hubo una columna de opinión sobre unas viñetas de Mamen Moreu y se hablaba de si era más o menos guapa, algo que con un autor es inconcebible. Y cuando entrevistan a una autora le hacen preguntas que a un autor ni te imaginas. Es decir, no le preguntas a un autor cómo lleva su masculinidad y cómo la traslada a la obra, mientras que a una chica parece casi obligatorio preguntarle por su feminidad.

Entiendo que es lógico que siendo una minoría aparezcan estas cuestiones en las entrevistas, y también entiendo el hartazgo que les puede producir. Me parece bien tanto la que se esfuerza en contestar argumentando muy bien la explicación como la que, a modo de reivindicación, decida no hacerlo o hacerlo de forma cortante De todas formas, por citar el mismo ejemplo de antes de Belén Ortega, hemos realizado muchísimas entrevistas a raíz del proyecto de Márquez, que ha sido muy mediático, y en ninguna ha aparecido ninguna cuestión relacionada con su condición de mujer creadora.

¿Algo que hayas intentado publicar y no hayas podido?

El cómic que más lamento no haber publicado es Monster. Me llevé todos los números durante un verano, los leía por la noche y me moría de miedo y pensaba: «Qué bueno es y qué pena no haberlo publicado». La verdad es que no lo conocía, lo descubrí una vez ya publicado por Planeta, así que perdí una oportunidad como editor pero la gané como lector, ya que en esta profesión cuando publicas un cómic pierdes esa magia de abrirlo por primera vez para leerlo sin más.

¿Y alguna recomendación?

Si tengo que recomendar uno de la actualidad y puedo tirar para casa, yo elijo El ala rota, de Altarriba y Kim, un retrato de una época muy gris de España y uno de esos cómics que contribuyen a ensalzar nuestro medio. Y, por supuesto, La casa de Daniel Torres, una vuelta de tuerca al uso del lenguaje del cómic, donde Daniel Torres hace un ejercicio brutal a la hora de demostrar que el cómic es válido para explicar un concepto muy complicado, en este caso la evolución de la idea del hogar desde la prehistoria hasta hoy.

¿Y algún cómic imprescindible en cualquier biblioteca?

El que más me gusta recomendar es Persépolis, lo he recomendado a muchos lectores que no han leído cómics y a ninguno le ha defraudado. Y a quien le guste la literatura puede empezar con Will Eisner y su Contrato con Dios. Y Lydie de Zidrou y Jordi Lafebre es otro de esos cómics que toca la sensibilidad de todo el mundo, no conozco a nadie que lo haya leído y le haya dejado indiferente.

¿Esperas recibir alguna carta de un niño de diecisiete años apasionado por el cómic solicitando trabajo?

Estoy muy pendiente de la gente que con mucha insistencia te demuestra que quiere dedicarse a esto. He contratado a compañeros no porque su perfil en ese momento encajase en una necesidad de la editorial, sino por su insistencia y su pasión, gente que realmente te hace creer que se quieren dedicar a esto y que quiere formar parte de Norma Editorial. Hemos tenido casos de editores, de community managers, grafistas No eran tan jóvenes como yo cuando empecé, pero son gente que se ha formado aquí. Ahora no tengo mucho tiempo para hacer coaching, pero sí estoy satisfecho de haber contribuido a las carreras de muchas personas en estos casi veintitrés años de profesión en Norma Editorial.

Óscar Valiente para JD 5

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4 Comments

  1. KatarHol

    «»»»»»»Tal vez que ellas tengan más tendencia a ser ilustradoras y los chicos a ser dibujantes es algo que viene de su etapa de lectores, ¿no? Que por ejemplo los chicos leyeran mucho Marvel, pero las chicas no se sintieran identificadas con esas obras enfocadas desde una perspectiva de hombre y con chavalas indefensas.»»»»»»»

    Leo esto y veo que el entrevistador no tiene ni puta idea de lo que es Marvel. ¿Chavalas indefensas en Marvel?¿Perspectiva de hombre?¿¿¿De verdad???

    Por otro lado me hubiera encantado que le preguntaráis por la etapa de Norma como editora de DC, que al principio no confiaban en la licencia, y luego acabaron inundando el mercado de comics DC durante los últimos meses previos a que Planeta les robase los derechos a golpe de talonario.

    • Perzolaga

      ¿Robar derechos a golpe de talonario? ¿Robar, pagando? ¿En serio?

      • Katar

        Es una manera de hablar. Planeta pagó más y Norma se quedó sin derechos. El quid de la cuestión fue que gozaron de los derechos de DC Comics durante mucho tiempo, al principio coexplotados con la lamentable editorial mejicana Vid. Durante todo ese tiempo apenas sacaban nada que comics carísimos de Superman y Batman de etapas lamentables. No fue hasta casi el último año de ostentar los derechos cuando se pusieron a explotar el filón DC a saco y a editar el inmenso catálogo que tenían a disposición. Camarón que se duerme se lo lleva la corriente: Planeta les comió la tostada. Me encantaría que le hubieran preguntado al editori por aquellos convulsísimos años: Desde el bizarrísimo trato con Vid, que acabó de forma extrañísima, a su supercautela con DC, hasta darse cuenta que realmente funcionaba lo que tenían, hasta que fue demasiado tarde…

    • jorgenexo

      ¿Tenemos un problemilla con el tema género (además de raza) eh, kandoriano? Córtate un pelo, majo, que cuando alguien anda siempre detrás del mismo tema, manifiesta tener un problema serio al respecto.
      Gavilán no te lo dice porque es un tío educado, pero no es mi caso: háztelo mirar, Gañán.

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