La diferencia entre una carrera de tres semanas y un campeonato del mundo, o cualquier otra clásica, es la intensidad y la competitividad prolongada. Los cambios en la general, los ataques, la incertidumbre de la pájara o la mala recuperación de la jornada de descanso. El corto, el medio y el largo plazo frente a la instantaneidad constante de las carreras de un día.
Es raro encontrar tanto consenso en que este Tour de Francia ha carecido de todo lo que uno espera de la mejor carrera del año. La lucha por la general se ha limitado a doce ciclistas muy pulcros y ordenados que se limitaban a pasar por meta unos pocos segundos antes o unos pocos segundos después los unos de los otros. La mayoría de las etapas, o al menos la mayoría de las etapas que sobre el papel podrían resultar decisivas para la general, ha seguido más o menos un mismo patrón: escapada de quince o veinte jugadores —con Majka, Pantano, De Gendt, Navarro, Van Avermaet y en ocasiones Zakarin como sospechosos habituales— y un pelotón a verlas venir, dejando distancias de diez o quince minutos que impedían que los grandes se jugaran el triunfo parcial.
La ausencia de ataques ha sido total. Ni hubo ambición para ganar etapas —con un par de excepciones que mencionaremos después—, ni hubo ambición siquiera para pasar del octavo al sexto puesto. Ahí nadie se movía y, cuando algún héroe lo intentaba, Wout Poels se abría una lata de Coca-Cola y le alcanzaba silbando. Fue un Tour de lo más calmado y de lo más conservador, aunque también hay que reconocer que ser valiente no tuvo demasiadas recompensas: en la octava etapa, Adam Yates se escapó en el último descenso y se le cayó encima el arco del último kilómetro. Menos de una semana después, Froome, Porte y Mollema se fugaron del pelotón subiendo el Mont Ventoux y los acabó tirando una moto.
En fin, hay que conceder que como vuelta por etapas el Tour ha sido decepcionante, aunque es cierto que, tomando cada etapa por separado, todas han dejado algún detalle interesante. Vamos con los mejores y los peores momentos de un Tour para el olvido:
1- Peter Sagan. Por fin ha sido su Tour después de dos años casi cómicos encadenando segundos y terceros puestos. Con el maillot arcoíris de campeón del mundo, Sagan no solo ganó tres etapas y quedó entre los cinco primeros en otras seis ocasiones, sino que estuvo en todos lados: escapado en las etapas de montaña tirando para Kreuziger o Majka, sumando puntos en cada sprint intermedio para asegurarse su quinto maillot de la regularidad en las cinco ediciones que ha disputado, y dando espectáculo a la llegada a meta con sus habituales wheelies. Con diferencia, el mejor corredor de esta edición. Uno de los mejores deportistas del mundo.
2- Sagan participó además en los dos momentos más espectaculares del Tour si dejamos de lado las carreritas de Froome por el Ventoux: el primero, cuando empezó a meter cuneta y se quedó solo con Froome y su compañero Macej Bodnar. Fue una exhibición de fuerza que remite directamente a la de Indurain camino a Lieja en 1995. El otro momento, la otra gran etapa, fue esa llegada en grupo junto a varios de los mejores corredores de clásicas: Michael Matthews, Greg Van Avermaet, Edvald Boasson Hagen y el siempre combativo Daryl Impey. No ganó, pero eso fue lo de menos.
3- Lo que no está tan claro es que Sagan merezca el premio a la combatividad. Es cierto que su regularidad en el combate ha sido encomiable, pero lo de Majka, Pantano, De Gendt y Navarro escapándose día sí y día también fue un espectáculo. Pantano y De Gendt se llevaron el premio de sendas etapas, mientras Majka aprovechó para consolidar su liderato en la clasificación de la montaña… Navarro, a sus treinta y tres años recién cumplidos, lo intentó y lo intentó, pero solo consiguió una desafortunada rotura de clavícula en la antepenúltima etapa.
4- Parémonos un momento en el estado del ciclismo español, el gran dominador de los años 1991-2010 con la excepción del periodo US Postal. Solo Ion Izagirre fue capaz de ganar una merecidísima etapa. El corredor vasco, sin duda el mejor de su generación, disputó todo el Tour frenado, como suele ser propio del Movistar. No querían quemarle para la general y tampoco quisieron que buscara su éxito particular porque entonces Valverde y Quintana se quedaban solos. Lo llevó lo mejor que pudo y esa victoria in extremis valió por todo un Tour.
5- ¿Lo demás? El mejor clasificado fue, de nuevo, Alejandro Valverde, sexto a los treinta y seis años, después de haber sido tercero en el Giro. Detrás de él, séptimo, quedó Joaquim Rodríguez, que había anunciado su retirada para este año a los treinta y siete. Entre los treinta primeros solo encontramos a otros dos compatriotas: Mikel Nieve (17.º, treinta y dos años) y Haimar Zubeldia (24.º, treinta y nueve años). Los cuatro suman una media de treinta y seis años. El siguiente en la clasificación, justo en la 31.ª posición, fue Dani Moreno… que cumplirá treinta y cinco en un mes y medio.
6- Vamos con la clasificación general: el ganador, como saben, ha sido Chris Froome, por tercera vez en cuatro años. Su dominio ha sido tan absoluto que incluso se pudo permitir una exhibición algo innecesaria: el descenso a tumba abierta rumbo a Bagneres de Luchon. Mucho ruido para tan pocas nueces. Al final todo salió bien porque ganó la etapa y cimentó su victoria final, pero no sé si siete segundos de diferencia compensaban la sensación en cada curva de que iba a acabar en la cuneta. Probablemente necesitara algo así, una manera de dejar su impronta en la carrera más allá de sus exhibiciones en las contrarrelojes y el dominio absoluto de su equipo.
7- De hecho, Froome no tuvo ni que atacar en todo el Tour. Ni sentado ni de pie. No hizo falta. A menudo, ni siquiera tuvo que responder en primera persona a los ataques de sus adversarios. El dominio de Sky, con seis y siete corredores en grupos de treinta elegidos subiendo los puertos más duros de Francia, ha sido insultante. Es imposible —y que nadie se escandalice, por favor, que ya somos mayores— no recordar lo que hacía el US Postal a principios de siglo. Los líderes atacando y los gregarios respondiendo y con cierta soberbia, entre risotadas.
8- El único que lo intentó con un poco de ahínco fue Romain Bardet. Cuesta arriba no tiene suficiente empuje como para distanciar a los mejores, así que aprovechó un despiste en la etapa del Mont Blanc para coger un minuto y pico en la bajada —cortesía de su compañero de equipo Mikael Cherel— y aguantar como pudo en la subida final. Solo eso le valió el segundo puesto. Se ve que no estaba tan caro ni requería de grandes hazañas.
9- A la rueda de Bardet, en ese descenso loco lleno de lluvia, podrían haberse ido Valverde o Aru o Martin o Yates… Ni siquiera hablo de Quintana porque lo considero más vigilado, pero con Froome dañado por una caída, el Sky descompuesto y la carrera en un todos contra todos, cualquiera de ellos pudo haber aprovechado esa oportunidad para acercarse al podio. Ninguno quiso. Allá ellos.
10- Hablemos de Movistar y Astana, dos modelos distintos con resultados similares. A Quintana se le ha criticado durante todo el Tour que no atacara, pero, más allá del ritmo infernal de los Sky, nunca dio la sensación de que Nairo estuviera para escaparse de nadie. Su podio se debe únicamente a su regularidad: no tuvo ningún día malo, no se cayó, no se cortó en ningún abanico… Además, un Valverde agotado acabó sexto, Izagirre se llevó una etapa y el equipo ganó la clasificación general con cierta holgura. En el fondo, si lo piensan, tampoco está tan mal.
11- Astana, por contra, nos había acostumbrado a lo contrario, al todo por el todo en la última semana, a menudo el último día: así le ganó Aru a Dumoulin la Vuelta a España de 2015 y así le ganó Nibali a Chaves el pasado Giro de Italia. Dio la sensación de que el equipo de Martinelli lo iba a volver a intentar en este Tour, con exhibiciones similares a las del Sky: uno o dos ciclistas en el grupo de escapados y otros cinco o seis tirando como locos en el de atrás. Todas las esperanzas acabaron en la última etapa, cuando a Fabio Aru le entró tal pájara subiendo el último puerto que se dejó casi un cuarto de hora en la meta.
12- Por cierto, Dumoulin. Qué bueno es cuando no tiene responsabilidades. Dudo que nunca sea un corredor para ganar grandes vueltas, pero ¿por qué hay que obsesionarse tanto con ganar grandes vueltas? Ganó una etapa de media montaña entre el granizo aprovechando una fuga en el llano, arrasó en la contrarreloj larga de la decimotercera etapa y estuvo a punto de llevarse también la cronoescalada de la última semana. No solo no lo consiguió, sino que al día siguiente se cayó en un descenso, se fracturó parcialmente la muñeca y su participación en unos Juegos donde parecía tener la medalla asegurada corre ahora serio peligro.
13- Otra buena noticia: Ilnur Zakarin. No se le vio durante dos semanas y no dejó de vérsele en la última, empeñado como estaba el Katusha en conseguir una victoria de etapa que Kristoff no pudo darle en ningún sprint. Sus duelos con Pantano y Majka han sido de lo mejor del Tour, lo que no sé si dice mucho en favor del Tour, pero al menos habla bien de su combatividad y sus ganas de aspirar a algo más que un insulso noveno puesto.
14- En general, el Tinkoff se repuso bien a la retirada de Contador: tres etapas de Sagan, top ten de Kreuziger y presencia constante de Majka en las cámaras. Aun así, el equipo desaparecerá este invierno. Uno menos en un marco de crisis que no parece acabar. Oleg Tinkov soltó una de sus típicas boutades afirmando que si Sagan ganaba tres etapas, él seguía poniendo dinero para una temporada más, pero no era más que eso: una boutade.
15- En cuanto a Contador… Puede que esto sea impopular, pero es complicado verle ganando un Tour de nuevo. Más que nada porque, siguiendo la tónica española, va a cumplir treinta y cuatro años en unos meses. Él dijo que venía en mejor forma que nunca, pero en la Dauphiné se vino abajo cuando realmente contaba. La caída del primer día fue devastadora, pero aun así es complicado imaginarle discutiendo a Froome y al Sky los galones de líder de la carrera. Menos aún el año que viene.
16- La otra gran decepción ha sido Thibaut Pinot. Fue de favorito a la Dauphiné y fracasó —aunque al menos le ganó una etapa a su archirrival Bardet —. Fue de serio candidato al Tour y en una semana ya llevaba casi diez minutos perdidos. Pareció interesarse por la clasificación de la montaña, pero una bronquitis lo acabó mandando a casa. Habrá que seguir esperando al «futuro gran campeón francés», porque lo del segundo puesto de Bardet ya es una heroicidad y detrás de él no aparece nadie, solo Barguil, a quien no se le vio en todo el Tour y tuvo serias dificultades para acabar entre los veinticinco primeros, por detrás incluso del eléctrico Vuillermoz.
17- No hubo positivos. Eso siempre es una buena noticia, pero ya se sabe que para dar positivo no solo hace falta ir hasta arriba, sino ser muy torpe… e incluso siendo muy torpe la cosa puede depender de tu nacionalidad, como se ha visto en Sochi. Me parece más indicativo el hecho de que este Tour haya sido, según datos de Procyclingstats, solo el decimoquinto más rápido de la historia. Vale que ha habido montaña para aburrir, pero nos estábamos acostumbrando a unas medias que casaban muy mal con la idea de un «deporte limpio».
18- Mark Cavendish está de vuelta. Una semana antes del Tour era incapaz de ganarle el sprint a Adam Blythe en el campeonato nacional de su país y en Francia se ha llevado cuatro etapas, prácticamente todas las que ha disputado en serio. Es algo tan improbable que ni me voy a detener en intentar buscarle causas. Baste con decir que esas cuatro victorias colocan al británico como el segundo corredor con más etapas ganadas en la historia del Tour, solo por detrás de un tal Eddy Merckx.
19- En cuanto al resto de sprinters, Kittel y Greipel —por los pelos— cumplieron con una victoria de etapa. Quizá se esperaba más de ellos. Coquard lo rozó, pero perdió por dos milímetros. Bouhanni estaba en casa, viéndolo en la tele con la mano escayolada y Kristoff se irá de este Tour con la sensación de haber perdido una enorme oportunidad, quizá igual que John Degenkolb, aún renqueante de su accidente al inicio de la temporada. El nivel bajo de los sprints ha permitido a hombres de segunda línea como Enger, McLay, Theuns o Laporte colocarse habitualmente en las primeras posiciones. Demare estaría tirándose de los pelos en la Vuelta a Polonia.
20- El gran animador de la primera semana fue Greg Van Avermaet. Ganó una etapa —algo cada vez más frecuente—, fue líder durante unas pocas jornadas y, cuando perdió el maillot amarillo, en vez de conformarse y preparar lo que viene (San Sebastián, Juegos Olímpicos, Campeonato del Mundo…), siguió luchando por el doblete, colándose en varias de las mencionadas fugas de quince minutos de diferencia. Ya estuvo a punto de ganar en Donosti; de hecho, solo se lo impidió la moto que se lo llevó por delante en pleno ascenso de Bordako Tontorra. Este año tiene que volver a estar entre los favoritos si decide presentarse.
21- Me encanta Julian Alaphilippe. Quizá le convendría regular sus esfuerzos y no intentar estar a todas, pero, dentro de tanto conformismo, gente así viene muy bien. No consiguió ninguna etapa, pero estuvo a punto varias veces: se metió en los sprints de la primera semana, en varias fugas posteriores y nos dejó la mayor muestra de orgullo de todo el Tour: aquella fuga con su compañero Tony Martin el día después de haberse caído en el descenso del Grand Colombier. Juntos rodaron durante unos ciento cincuenta kilómetros camino a Berna y al pelotón le costó dios y ayuda cazarlos.
22- Ya que estamos en Berna, se suponía que esa etapa iba a ser la gran fecha de Cancellara, el lugar donde cerrar el círculo el año de su retirada. No pudo ser. Fabian corrió un Tour desastroso: ni se metió en las escapadas ni brilló en las contrarrelojes. Solo asomó un poco en el citado sprint de su casa, donde acabó sexto, pero muy muy lejos de Kristoff y Sagan.
23- Su gran rival durante años tampoco parece estar en un gran momento: puede que Tony Martin se esté reservando para los Juegos de Río, aunque no es un hombre dado a muchas reservas. Tampoco estuvo a la altura en la contrarreloj llana y tampoco se le vio demasiado en las fugas, solo aquel espectacular «dos contra el mundo» junto a Alaphilippe del que hablábamos más atrás. Para completar el fiasco de los contrarrelojistas, Rohan Dennis estuvo ausente todo el Tour, apenas pudo ser quinto en la crono y acabó retirándose.
24- Si el futuro del ciclismo español parece más bien sombrío —con Landa al servicio de Froome, ¿quién queda, aparte de Izagirre?—, el relevo internacional parece en buenas manos: el Tour de Adam Yates fue espectacular, un prodigio de regularidad de un corredor que ya ha demostrado grandes cosas a sus casi veinticuatro años. Lo pasó mal rumbo al Mont Blanc, pero sus rivales, para variar, prefirieron ir al trantrán y acabó perdiendo lo justo para salirse del podio pero terminar en una muy meritoria cuarta plaza. Su rival por el maillot blanco de los jóvenes, el sudafricano Louis Meintjes, lleva ya un par de años llamando a la puerta y puede que su capacidad agonística haga que algún día se abra.
25- La siguiente gran cita —con todo respeto a la clásica de San Sebastián— serán los Juegos Olímpicos de Río. Tienen una pinta estupenda, con un circuito complicado, reservado a especialistas como Valverde, Alaphilippe, Van Avermaet, incluso Tim Wellens, que no estuvo en el Tour para pasearse por Polonia. Tampoco me atrevería a descartar a Boasson Hagen, demasiado supeditado en Francia a la labor de lanzador de Cavendish, pero que parece haber salido de su bache del último año y medio. El tiempo dirá.
El circuito de Rio es tan para especialistas como Sagan que el eslovaco competirá en MTB en vez de en ruta.
No estoy para nada de acuerdo con lo de Froome. En sus dos ataques en llano y en bajada ganó el Tour, no creo para nada que fuesen ataques innecesarios. Ganó segundos y también segundos de bonificación, se puso de amarillo y, digamos, dejó claro quien era el jefe de este tour. Y le hacía falta, porque por mucho que su superioridad haya parecido insultante, en montaña no estuvo tan fuerte como otros años. Porte lo ha llevado más de una vez con la lengua de fuera, y Mollema otro tanto de lo mismo. Froome es un corredor que cuando está fuerte no escatima en exhibiciones y este año se las ha guardado. Eso si, contra el crono es una bestia. Pero creo que Froome ganó el Tour no por estar más fuerte que el resto, que también, sino porque no esperó a nadie. Quiso sacar tiempo en cada etapa mientras sus rivales esperaban su oportunidad y se pasaban la responsabilidad de perseguirle unos a otros. Cuando se dieron cuenta, ya habían perdido el Tour. Froome no gana el Tour en nas cronos, ahí lo sentencia. El Tour lo gana con su ataque en el descenso en los Alpes y su ataque con Sacan.
En serio, es muy malo este analisis que has hecho.En el equipo soliamos leerte de vez en cuando pero despues de leerte lo cierto es que creemos que ha sido una perdida de tiempo.
Es muy facil escribir impresiones sin consultar expertos del tema. No estoy en contra de tus criticas, es necesario criticar, pero aqui lo haces mal, fatal. Valverde se mato en los puertos intermedios porque fueron los que se lucharon, es un milagro que Nieve tenga general,… No se, has perdido 27 lectores de golpe y porrazo que soliamos leerte.
Rectifica por favor.
Hola Urzo, lo de «es un milagro que Nieve tenga general», ¿dónde lo dice Ortiz?
La única referencia que veo es a su clasificación y edad, y creo que las dos son correctas. Yo pienso que el nivel medio del ciclismo español es muy bueno, pero es verdad que si quitamos a Izaguirre y a Landa, tampoco se ven primeras espadas en proyección, tal y como nos pasaba hace 15 y 10 años.
Y lo del Sky… pues el dominio que tienen sí que recuerda al US Postal de Armstrong, o al Telekom de Riis y Ulrich. Si redujéramos el número de coequipiers de 9 a 6 ó 5, ¿ganaría en emoción el Tour?
Si cada vez que discrepáis con el análisis de alguien dejais de leerle no se como leéis algo más allá de vuestro propio blog.
Hay gente que no sabe vivir más allá de su propia burbuja de realidad inventada.
Podría entrar a debatir muchas de las cuestiones que escribes, pero no lo voy a hacer porque son opiniones.
Lo que si te pido que corrijas no es opinable, Van Avermaet no fue arrolado por una moto en pleno descenso de Jaizkibel, fue arrollado en pleno ascenso a Bordako tontorra.
Saludos
El articulo tiene una errata:
La moto que se llevo por delante a Van Avermaet en la clasica San Sebastian lo hizo subiendo Igeldo, no bajando Jaizkibel.
Lo del alto ritmo de Sky no he acabado de verlo Guille….mucho se hablaba de ese alto ritmo, pero a fin de etapa llegaban 20 o 25 corredores prácticamente juntos. No es que rompiesen el grupo y se quedasen con 3 o 4 favoritos, es que hasta arriba llegaban más corredores de los que se hayan visto nunca en etapas de montaña.
Normalmente no comento, pero esto merece un asterisco: Mikel Landa no ha firmado con Sky para ser gregario, sino para correr el giro como líder, pero se enfermó y no pudo terminar. Y por eso tuvo que correr el tour, para justificar su fichaje. Y creo que tiene contrato solo para este año, aunque no estoy seguro de ello.
Si, se enfermó de autotransfusión mal asimilada tras jornada de descanso. Una enfermedad demasiado común en el pelotón.
Tras decir en la jornada de descanso que se veía para ganar el Giro, y tras decir en la salida a un medio holandés que iba a atacar ese mismo día, se retira a los 60 km, cuando perdía 17 minutos por un supuesta gastroenteritis. No se paró ni una vez a vomitar ni con diarrea. A las 10 horas da una rueda de prensa más fresco que una lechuga.
Buen articulo, nose porque la gente se queja tanto…alomejor no hay que meterse con los ciclistas vascos…
La combatividad tenía que haber sido para Pantano o Majka u otro pero Sagan no.
Alaphilippe debe regular los esfuerzos, se le ha visto como pollo sin cabeza
Pinot no se le ve para ganar nada…mucho se dice que Dumoulin no ganará una grande pues anda que Pinot….
Un Tour bastante aburrido. No puede ser que nadie pruebe al líder, ningún día, no puede ser que todos los días fueran todos al limite de sus capacidades
«…subiendo los puertos más duros de Francia..».
Ni Galibier, ni Alpe d’Huez, ni Croix de Fer, ni Izoard, ni Madeleine,ni Aubisque,ni Hautacam…
Un Tourmalet a principio de etapa, y un Ventoux capado, y para de contar.
La montaña de esta edición ha sido una broma de muy mal gusto por parte de ASO.