Estaba la gente en una primera comunión y de repente rompió la tormenta. Sobre la península ibérica arrecian en pleno mes de mayo lluvias propias de noviembre. Una publicidad de desodorante ha proclamado durante años la eficacia del efecto Axe. Pero estas lluvias novemberianas solo pueden responder a la visita de Axl Rose. Estaba la gente en una comunión y aquello terminó como la boda del vídeo de «November Rain».
Dieciocho cursos mediaron entre El desencanto (Jaime Chávarri, 1976) y Después de tantos años (Ricardo Franco, 1994), los documentales sobre los Panero construidos a base de confesiones de la viuda e hijos del poeta Leopoldo. El primer testimonio de la secuela, ya sin Felicidad Blanc entre los vivos, que dirigiera Franco, es de Michi: una amarga diatriba en la que arremete contra la nostalgia. La apalea, a la nostalgia, por falaz. Afirma que miente y que es una invención decir que el pasado fue feliz. Habla Michi desde un presente que le era miserable y su defensa, acaso para hacerlo más soportable, es que la vida siempre fue así.
Veinticuatro años han mediado entre la primera visita de Axl Rose a un escenario español (estado Benito Villamarín, 30 de junio de 1992) y su comparecencia de ahora como frontman de AC/DC en el también sevillano estadio olímpico de La Cartuja. De forma insospechada para no pocos axelitas e incluso para una parte de la parroquia más fundamentalista de los acedecianos, el señor Rose ha estado a la altura de las circunstancias. Por encima de las expectativas después de la mucha risa y burla que ha ido generando su figura oronda, como de hipotiroide, sus caídas, su voz agotada y de Mickey Mouse, a lo largo de los últimos años. De tantos años.
En El desencanto, categorizada como «metáfora del franquismo», tres jóvenes verborreicos, los tres hermanos Panero, refulgen de testimonio literario las glorias y miserias de la familia nacional-católica de alcurnia culta. El machismo de bolsa de plástico cubriendo la cabeza de la esposa. El yugo de la figura paterna, aún después de muerto el poeta, sobre el presente y futuro de una descendencia tan tocada como para no poder dejar descendencia. Una inanición moral de aroma faulkeriano.
En 1992 Axl Rose trajo a Sevilla la que era la gran gira melagomaníaca, la de los Use Your Illusion, de una época que, como la de aquellos Panero, no tendría retorno. Había salido ya Izzy Stradlin de la banda así que solo quedaban otros dos miembros originales: Slash y Duff. En analogía Panero, Axl es Leopoldo María, Slash Juan Luis y Duff es Michi, el punk. Y a su vez, por la verborrea, Axl es todos. Como en El desencanto, el concierto deparó contenido masivo: solos de batería y guitarra, cambios de registro. Por dentro, como en la familia Panero, los Guns N’ Roses ya se iban llevando fatal desde hacía tiempo. Rivalidades, celos y colisiones de egos y talentos geniales. Qué hay de nuevo, viejo.
En Después de tantos años arguye Juan Luis, el primogénito, que a sus hermanos los lastró la literatura. El esenciar su existencia en los libros más que la vida. En la intrahistoria que ha culminado en la reunificación de Guns N’ Roses —o en Slash y Duff aveniéndose a reembarcarse en la nave de Axl— ha sido el rubio bajista, pragmático después de años de desintoxicación, empresarial y con un aspecto envidiable, quien ha obrado el milagro de juntar al cantante y al guitar hero. Dos a los que lastró esenciar su existencia en el rocanrol.
Los hermanos Panero, fallecidos los tres entre 2013 y 2014, quedaron plasmados en la mítica cinta de 1976 y desde entonces vivieron los años como fuera de registro, personajes ausentes de la época, gente en blanco y negro durante el colorido gradual, de los aguavivas de Verano Azul a las explosiones de Mariscal en la previa del 92, que iba adquiriendo la España de la transición. En la secuela de 1994, el color decrepita a los hermanos. La huella del tiempo se revela inmisericorde en las derrotas de todos ellos. Frente a la estupenda estampa de Duff McKagan y frente a un Slash cuya figura simplemente cogió algo de volumen, el envejecimiento de Axl ha resultado particularmente doloroso para los fans. Espejear su impronta de mallas ciclistas y botas Converse de los noventa con la imagen gordinflona y ausente de agilidad de los dosmiles ha sido como confrontar al joven Michi de El Desencanto con el Michi quemado de la secuela.
Los Roses fueron barridos por su propia autodestrucción y los ciclos implacables de la industria rock. Su condición de carne de cañón acabó imponiéndose cuando Slash abandonó el grupo en 1996 (everybody needs some time on their own). Ya habían perdido el maillot amarillo unos años antes por el barrido grunge, quedando velozmente desfasados y, aun vendiendo mucho, repercutiendo cada vez menos en la escena. Sus últimas grabaciones como combo clásico fueron The Spaguetti Incident, el disco de versiones de ridícula portada publicado en 1993, y la versión de «Sympathy for the Devil» para la banda sonora de Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994). Obras maestras para los acérrimos, cotas menores para la mayoría.
«Somos un fin de raza astorgano, erosionado por el tiempo». Traigo una de las citas más acostumbradas de Michi para recordar la resistencia de los fans axelitas, desde la segunda mitad de los noventa, a aceptar el desvanecimiento de Guns N’ Roses. Que fueron, los Guns, un fin de raza rocanrolero, la última banda de grandes estadios y mandamiento sexo, drogas y rocanrol. El último folio de la incorrección política —porque con el rap se hacía la vista gorda— antes de que el grunge retomara los valores hippies del feminismo, con Cobain a la cabeza, y la conciencia social, por gracia de Eddie Vedder. Antes de eso Axl había soltado y grabado exabruptos racistas y machistas y paseó por el mainstream una camiseta con la cara del criminal Charles Manson, de quien incluyó una versión en el disco de los espaguetis.
Tras perder el trono, sobrevino el vacío. O una realidad densa que a los que no quedaron como axelitas, los que se habían bajado del carro, les pasó desapercibida. Axl Rose estaba muerto. O tomando cañas. Todo seguía siendo tan 92 como las coristas de los Guns en esos años habían sido tan Azúcar Moreno. Qué habrá sido de esas coristas después de tantos años.Y hete que un cuarto de siglo después, en unos meses icónicos para el rock por la repentina pérdida de dos iconos como Bowie y Prince, Axl ha paseado campechanamente por el centro de Sevilla con su sombrero, sus colgantes y una escayola como símbolo de que hay cosas que no se mueven (I guess somethings never change). Y otras que parecían inmutables, sí. Como la formación de AC/DC
Después de tantos años documenta la travesía por el desierto de los otrora jóvenes Panero mientras la realidad multicolor y progresista de España los había arrinconado ahí, en un mostrador para fans de la literatura del loco Leopoldo María, de los que se apiadaron de la brillante locuacidad de Michi y de quienes observamos con fascinación de turistas ese desfile de opiniones y disertaciones engoladas. Era una existencia desarraigada de su tiempo. Como un vídeo de Super 8. Como diapositivas de colores desvaídos. Como los álbumes de estampas que Will Moré revisita en Arrebato (Iván Zulueta, 1979). Y aquí me permitiré la frivolidad de referir el nombre real de Moré a cuento de cómo encaja con la retórica de los Panero: Joaquín Alonso Colmenares-Navascúes García-Loygorri de los Ríos.
Desde la partida de Slash, Duff no paró de participar en proyectos mientras Axl se embarcó en la fascinante epopeya del Chinese Democracy, una faraónica grabación sobre grabaciones de regrabaciones, con un desfile, imposible de listar aquí, de ingenieros, músicos y subproyectos de proyectos. Brian May y Dave Navarro entre los tantos que pasaron por ahí. El guitarrista de las chisteras, por su parte, hizo carrera en solitario con los poco relevantes Snakepit, una cosa extemporánea en épocas en las que se llevaban estilos como la americana o los revivals del after-punk. Formó Velvet Revolver con el inevitable Duff, Matt Sorum y el descansado de Scott Weiland. Duff, decíamos, grabó en solitario y se multiplicó en otros proyectos. Y se juntó con Axl en su gira de 2014 en lo que acabaría siendo un appetizer (aperitivo) de lo que los agoreros presumían como la definitiva destrucción del mito Guns: esta reunión de 2016.
Axl sacó al fin su Chinese Democracy en 2008, después de tantos años, y tiró hacia delante con el nombre de la banda. Los años previos se habían sucedido sin comparecencias públicas, alimentando el misterio. Y con sus giras, el pelirrojo de los agudos, el abejorro del rasp, satisfizo al fin la necesidad de los fans. Aquellos prendidos desde la adolescencia, aquellos que no vieron salir más Grandes Bandas de Sex,Drugs & Rock n’ Roll (como no habrán más iconos Michael Jackson, otro Prince, otra Madonna). Fueron alegrados y/o decepcionados a través de giras y subetapas que granjearon a Axl división de opiniones. De las orejas y el rabo a los tres avisos. Generalmente desilusionando cuando la expectativa era alta y sorprendiendo cuando no se daba un duro por él.
Gordo, cayéndose en escena, en una de sus recurrentes peleas con un espectador, dándolo todo u ofreciendo a la cámara miradas melancólicas, la nostalgia de la jungla. Necesitando algún tipo de mascarilla de oxígeno o helio, como cuando Stephen Roche dejó sin Tour a Perico Delgado. Cubierto de anillos y con un bastón a lo príncipe gitano. Axl seguía ahí mientras el resto del mundo se divertía con otras cosas. Su perfil orondo le convirtió en un trasunto del Ubú rey de Alfred Jarry. Un déspota al comando de músicos mercenarios. Y no se me ocurre estampa más patafísica que la del guitarrista que actúa con una caja de pollo frito sobre la cabeza.
Hay escasos testimonios en hemeroteca de la visita de Axl a Sevilla de 1992. Hoy, con periscopes y youtubes a diestro y siniestro, su vuelta a los ruedos estadounidenses con Duff y Slash se observa en vivo y en directo, con la gente llorando después de tantos años y un aroma a glamour añejo cuando vemos entre el público a figuras como Nicolas Cage. El retorno sí está siendo televisado y tiene, hay que admitirlo, su modesta parte de revolucionario. Aunque sea por la pasta. En vuelta de tuerca que parece irreal, el cantante de las bandanas, bandanas anteriores a El Arrebato, cuyas cuerdas vocales alguien dio por acabadas, se incorpora a AC/DC para salvar el abandono de Brian Johnson. Y entonces seguidores irredentos de los australianos se indignan por el sacrilegio, que es como si el Sevilla FC hubiese fichado a Gordillo en el 92. Axl, para rematar el esperpento, sufre un accidente y tiene que salir a escena en un trono. Rey gitano, rey Axl. Como un maestro flamenco, como el Cabrero, que es cante jondo con sombrero cowboy como el que va luciendo Axl en AC/DC. Sentado ahí, le falta dar las palmas, con las venas del cuello como rabos de lagartija. Asimilando el rasp de los cantantes de AC/DC a su genuino rasp axelita.
Y después de tantos años, en un concierto de AC/DC resulta que Axl está consiguiendo el aplauso de los viejos fans de Guns, de los fans de Angus. Parece irreal pero sucede. La felicidad en la mirada mientras llega a todos los tonos de los clásicos de Brian Johnson —afirman los minuciosos que con las de Bon Scott es otra cosa, pero quién puede emular plenamente a Bon Scott—. Divirtiéndose. Puede que le haga gracia el sacrilegio, que le emocione estar sobre las tablas con Angus. Sentirse importante. Puede que simplemente se lo esté pasando pipa.
De todo lo transcurrido desde el 96 hasta las giras posteriores a Chinese Democracy no hay documentales como los que retrataron a los Panero, aunque entre la bibliografía internacional destacaría una obra española, Forajidos Inc, de Manuel Sacristán (Bubok Libros, 2015). Allí se detallan los últimos años grandes de la historia del rock, a la manera de Kevin Arnold en Aquellos maravillosos años, en un estilo homólogo al de Moteros tranquilos, toros salvajes de Peter Biskind. El relato avanza serpenteando, como el viejo baile de Axl, como las disertaciones-dardo de Leopoldo María Panero, sobre los últimos ochenta, los maravillosos primeros noventa y esa epopeya en la sombra que fueron los años transcurridos desde que Slash dejó a los Guns. Escrito a lo largo de dos décadas, en formato que salta desde el relato a la crítica de discos al anecdotario sabroso, el libro ha recibido un imprevisto corolario con el renacer de Rose en 2016. Un acontecimiento doble que, sospecho, exigirá versión ampliada de la obra.
En el arranque de Después de tantos años el espectador contempla las ruinas en color de los edificios de los terrenos Panero, los restos de lo que aún se sostenía en el blanco y negro de El desencanto. En 2016 de las ruinas del rock han emergido decorados de neón con el logo de Guns N’ Roses, cuyas camisetas pueblan la estanterías de franquicias de ropa y, desmintiendo a Michi Panero, constatan que la nostalgia sí es prueba de una felicidad de vida. Y de propina que existen felicidades antiguas que son recuperables. Como una rosa mustia que renace a base de espinas.
Y es por eso que después de tantos años aún hay quien asegura haber visto a Elvis en la cola de un supermercado. Esta misma mañana, mientras sonaba «For Those about to Rock» en el hilo musical y la caja sonaba. Cling-cling.
Me gustaron Guns N’ Roses en su día, pero ahora ya no los escucho, la voz de Axl se me ha hecho insoportable ( y no me refiero a su voz actual, sino a la de los discos viejos, clásicos de Guns N’ Roses); supongo que mi gusto ha cambiado, o evolucionado, y ahora esa voz chillona, gritona, se me ha vuelto irritante, insoportable. Me sigue gustando la música del grupo, pero no soporto su voz.
Sobre su personalidad racista, machista y horrible, no tengo mucho que decir, la verdad, aparte de que me produce arcadas.
Su personalidad no es como la describes, ni tampoco lo es su voz. Una voz de múltiples ángulos, registros, y una personalidad de aristas infinitas, emparentada con la de iconos del rock como Jim Morrison, Iggy Pop, Johnny Rotten o Steven Tyler. Debo discrepar absolutamente con lo que has escrito, Carlos A.
Ya le gustaría a Axel estar a la altura de Jim Morrison, por favor!!!!!!!!!!
O de Iggy, o de John Lydon.
Hombre, como compositor y poeta, desde luego Morrison era mil veces mejor. Ahora, como vocalista es al revés. Morrison tampoco es que fuese la hostia como cantante.
Jim Morrison está bastante sobrevalorado, mitificado por su temprana muerte
Si su personalidad no es como la describo, como él mismo la muestra, entonces debo decir que el tío disimula muy bien.
Él es un axelita y tu opinión es respetable. Pero ninguno de los dos estáis en lo cierto.
Por favor.. Jim Morrison? Iggy Pop? Jaja.
Ya se sabe que para gustos colores y que cada uno tiene el derecho de elegir su fanatismo preferido. Pero no desbarremos.
Yo creci en los 80 viendo a estos tipos de G’N’R encumbrarse a las portadas de «las mejores revistas». Eran una banda pasable: nunca comprendi su exito desaforado, mas alla que como testimonio de que el liston de la excelencia para una banda de Rock estaba bajando en picado desde los 70 en adelante. Siempre me desagrado la altaneria con que estos chavalines se movian. Estaban convencidos de que iban a tirar a los Rolling Stones a la cuneta de la historia. Sus fans tambien lo creian. YO NO. Alegra ver que el tiempo separa el grano de la paja y pone cada cosa en su sitio.
El libro Forajidos Inc, de Manuel Sacristán que se menciona en el artículo esta editado en formato físico. Se puede conseguir contactando con Manuel L. Sacristán directamente en [email protected]
La caja haciendo cling cling. Correcto. El resto es bueno, porque es prosa Jot Down, pero sabiendo esto último ya es innecesario. Aunque no está mal como presentación.
Cling cling.
Curioso pararelismo. Los Panero al estilo de The Fall Of The House Of Usher y los Gunners, retejando el montaje. Musicalmente hablando, percibo a un Axl en forma (como siempre ha estado) y pluriempleado. Por mi parte, en vez de perderme en vericuetos pseudofilosóficos de discurso pop de Malasaña, me abandonaré al disfrute.
Sólo una pequeña corrección: el primer hermano Panero en caer fue Michi, en 2004. Los otros dos, en efecto, en 2013 y 2014.
ESTOS ROCKEROS VIVEN DE LO POCO QUE HICIERON .NADIE SE ACORDARA DE ELLOS PORQUE NO DEJAN NADA, SON MEDOCRES TOCANDO , MEDIOCRES COMO SOLISTAS TENGAN AL QUE TENGAN Y COMO AUTORES SON NEFASTOS
de acuerdo, pero no lo grites….
la iglesia de la MTV obró milagros en aquellos años y con efectos aún observables hoy,
pienso que es más maduro escuchar música sin «verla»
cuán distintos suenan muchas bandas cuando no las miras…
Por supuesto los que no gustaron de la banda en su época y los que lo hicieron pero ahora reniegan de ella(los peores) ponen a caldo a esa fácil presa oronda que hoy es Mr.Rose.Mediocres,nefastos autores,etc…Ni los más fanáticos pueden negar que «Appetite for destruction» es una obra cumbre en su género y que los excesivos «Use your ilusion» contenian algunas buenas canciones(con algunos despropositos).Fueron una banda icónica de la época,la última gran banda de rock(entendido en su vertiente más clásica).No fueron los genios adorados por los axelitas,pero ni muchísimo menos una banda mediocre.Se separaron a tiempo,afortunadamente,los disparates de Axl hubiesen convertido su nombre en algo risible.Afortunadamente,el de Indiana siguió como el outsider que es.
Cuando yo era un chaval y ahora tengo 40 axl era una meva estrella del rock, puede que sea un engreido y un freak, pero como cantantes ha sido uno de los importantes. Por ejemplo, Yo soy fan de iggy pop, he vist a los dos en directe y axl és mejor en todo, tambien he visto a rotten o a tylor y esos si que ni de suerte se le acercan. És mi oponion.
AC/DC sin Bon Scott no es ni la sombra de lo que pudo ser, y mira que llegaron lejos.
Llega un momento en que las bandas viven de los recuerdos, ejemplo Metalica y muchas menos conocidas, todo por la pasta ya no valen los escrupulos.
Hay ciertos artículos de esta revista (no sé si casualmente o no, pero suelen ser los que leo/disfruto con mayor interés) que me recuerdan a la broma de los chistes de manatíes de aquel capítulo de South Park sobre Padre de Familia…
– Guns N’ Roses
– Los Panero
– El Cabrero
– Reyes gitanos
y alehop. Me encanta :D
estuve en aquella tocata en el campo del Betis que se menciona en el gonzo de ahí arriba… GNR venían de estrellonas y traían de teloneiros nada menos que a Soundgarden y Faith No More… los machacaron con el sonido como suele ocurrir pero ni por esas… Faith No More se los merendaron con patatas… al AXL y compañía les aguanté cuatro o cinco temas en medio de una ensalada botafumeirica que me recordaba los antiguos excesos escénicos de Genesis… y fuíme
Siempre me ha parecido-entre otras cosas-ridiculo y aburrido comparar a artistas que de un modo u otro estan en el mismo barco..y por aquí ha asomado JimMorrison(!?) Me suena a un foro cutre Fulanito vs Menganito..risible..Bueno,pues voy a zambullirme.
Vocalista….Axl,sin duda.
Letrista….Morrison,por supuesto.
Para algunos fueron dioses y para otros estrellas fugaces, incluso falsos ídolos.
Pero el hecho cierto es que Axl y compañía fue el último grupo de rock que iba de estadio en estadio en sus giras (*) con menos de cinco años de carrera a sus espaldas. Algo que sólo pasó en los 60-70 y que no ha vuelto a pasar desde entonces.
(*) recintos de más de 30.000 personas, no incluyendo festivales.
Para los que teníamos entre 10 y 20, hablar de los Guns es decir mucho.
Compré el Apettite en cinta importada de Alemania.
Dieron un empujón de popularidad al Rock en todo el planeta. Y desde mi punto de vista con una calidad muy alta (en todas las listas de los mejores discos del rock salen en los primeros puestos).
Dicho lo cual, no me gustan los «Use».
Y aunque instrumentalmente no sean unos genios, tampoco lo han sido los rolling, los Beatles, Nirvana… ni ac/dc y pocos dudan de su calidad más allá de gustos.
Sigo cantando cada vez que escucho el paradise city, sweet child o´mine, nightrain… pero como decía al principio, también porque en esa época y en esa edad me marcó la música.
A partir de ahí, todos nos hacemos mayores, los grupos y los fans… no podemos pedir lo mismo.
Y sin embargo, aquí está, sin haber dicho esta boca es mía y poniendo patas arriba el mundo de rock una vez mas. No hay mas sordo que el que no quiere escuchar. Apettite es una obra de arte y el Sr Rose por mas descerebrado que sea es el que corta la carne en ese disco.
Lo demás, lo que escribimos aquí no deja de ser una pataleta de adultos poniéndose dignos míentras se miran el ombligo.
Que disco hemos publicado ninguno de nosotros que le haga sombra a cualquiera de los Illusion.
Pues eso…
Guns N’Roses sin Izzy Stradlin no es Guns N’Roses es «Axl, McKagan & Slash». El era el verdadero alma de los Guns, la base de Rock en la que encajaban las distintas tendencias de los demás.