Cine y TV

Mi película era una mierda

El incidente. Imagen: 20th Century Fox.
El incidente. Imagen: 20th Century Fox.

Durante una rueda de prensa de la película The fighter a Mark Wahlberg, Marky Mark en los corazones de medio planeta, le hizo cortocircuito el fusible del rencor y enlazó la explicación de una anécdota junto a su compañera de reparto Amy Adams con una puñalada a un director indio: «... nos dimos el lujo de almorzar antes de hablar de otra película, que en este caso se trataba de una película mala en la que yo había participado. Ella esquivó el tema. Yo aún era capaz de… No quiero decir de qué película se tra… vale, era El incidente. A la mierda. Esa era. Los putos árboles, tío. Las plantas. A tomar por culo. No puedes echarme la culpa de no querer intentar interpretar a un profesor de ciencias. Por lo menos no estaba haciendo de policía o ladrón». Un odio puro que emanaba de Wahlberg y en el fondo tenía cierta justificación para quien haya visto El incidente, una película que solo ofrece un arranque cojonudo y un ocurrente plano secuencia con una pistola a ras de suelo antes de ponerse un embudo por sombrero y dar a entender que M. Night Shyamalan ha pasado demasiado tiempo solo en su huerto.

Hasta 1968 la Directors Guild of America (DGA) no permitía a los directores de cine firmar sus producciones con seudónimos. Pero los problemas de autoría con una película que llegó a tener dos realizadores diferentes tras las cámaras (La ciudad sin ley) acabaron desembocando en la utilización de un alias para sustituir el nombre del director en ciertos casos: Alan Smithee. Un seudónimo bendecido por la propia DGA que en años posteriores sería utilizado como comodín oficial por todos aquellos directores que prefirieran no estampar su nombre en sus películas, bien por culpa de la escasa calidad de las mismas o bien porque terceros metieron demasiada mano en el resultado final. La familia de Smithees fue creciendo —Imdb lista unos ochenta títulos en los que el realizador ficticio figura como director—, hasta que en 1997 una película titulada ¡Arde Hollywood! de reparto extraño (Eric Idle, Coolio, Jackie Chan, Ryan O’Neal, Sylvester Stallone o Whoopi Goldberg) convirtió ese apodo en la trama principal. La obra narraba las desavenencias con la industria del cine de un personaje llamado Alan Smithee, e irónicamente resultó ser tan mala que en el mundo real su propio director, Arthur Hiller, decidió firmar también con tan solicitado seudónimo. El fracaso a nivel artístico y económico de ¡Arde Hollywood! acabó llamando tanto la atención que el alias dejó de ser un secreto para el gran público y la DGA decidió renunciar a utilizarlo a partir de entonces.

En el séptimo arte los directores siempre han contado con esa ventaja para regatear la vergüenza ajena: de no estar contentos con su trabajo bastaba con firmar en el libro de invitados con el nombre falso. Los actores lo han tenido más difícil en esos casos porque, por mucho que intentasen esconderse, su cara en la pantalla era una huella inequívoca de su paso por la producción. Ellos tendrían que contentarse con renegar de la película propia siguiendo el protocolo clásico: echar pestes por la boca.

Primera fase: negación

Al gran Bob Hoskins lo entrevistaron en The Guardian y tres de las preguntas de aquella conversación permitían intuir de qué parte de su carrera el hombre no estaba especialmente orgulloso:

—¿Cuál es el peor trabajo que has tenido?
Super Mario Brothers.

—¿Cuál ha sido tu mayor decepción?
Super Mario Brothers.

—Si pudieses volver al pasado, ¿qué cambiarías?
Super Mario Brothers.

La guerra de las galaxias. Imagen: Disney
La guerra de las galaxias. Imagen: Disney.

Alec Guinness no andaba demasiado contento con lo que veía durante el rodaje de La guerra de las galaxias y en plena faena soltó una declaración desapasionada: «Si obviamos el dinero, la verdad es que me arrepiento de haberme embarcado en la película. Ellos me caen bien, pero esto no es un trabajo de actuación, el diálogo —que es lamentable— se cambia continuamente pero mejora muy poco, y yo me siento viejo y fuera de lugar con los jóvenes». Daniel Craig y Rachel Weisz, tras rodar Dream house y bastante cabreados con el resultado, acordaron hacer como si la película no existiera y no participar en la promoción de la misma ni mencionarla nunca más en público, una decisión a la que el director del film, Jim Sheridan, no pudo hacer reproches por encontrarse muy ocupado haciendo exactamente lo mismo. John Cusack se levantó de la butaca y se fue de la sala durante la première de la película Más vale muerto, que él mismo protagonizaba, alegando que aquello era lo peor que había visto nunca. Burt Reynolds visionó un primer montaje de Boogie Nights, decidió que la película apestaba y despidió a su agente por haberle recomendado el papel, un detalle que a la larga resultaba muy curioso porque no todo el mundo tiene el criterio tan clarividente como para darle la patada a quien te abastece el currículo de premios: Reynolds acabaría ganando un Globo de Oro y una nominación al Óscar por aquella actuación. Dos sabuesos en la isla del edén provocó unas reacciones de rechazo curiosas entre su reparto: Dan Aykroyd dijo que era la única película de su carrera que prefería olvidar que había hecho, y Rosie O’Donnell empezó a llevar a su perro a las alfombras rojas para evitar que le preguntasen por la película. Cuando la MTV le inquirió a George Clooney sobre su peor pesadilla, este contestó recordando el desliz de Batman & Robin: «Mi peor pesadilla es llevar el bat-traje. Le pusieron pezones a esa cosa, ni siquiera me di cuenta hasta que salió la película». Aunque no era ningún secreto que le tenía manía a su paso por el armario del hombre murciélago: tiempo atrás había reflexionado en voz alta sobre las virtudes de aquella película: «Era una mierda bien grande, y yo estaba horrible».

Kate Winslet ha reconocido que no puede ver Titanic porque su acento americano le parece espantoso, aunque las auténticas puñaladas las reserva para otro daño colateral de la misma película: el tema «My Heart Will Go On» de Celine Dion que ejercía de banda sonora oficial, una canción sobre la que Winslet sería bastante clara: «Me dan ganas de vomitar al escucharla. No debería decir eso. Nah, en realidad es verdad, me dan ganas de vomitar».

El personaje de Jim Carrey en Kick Ass 2 entrenaba a un perro en el arte de masticar testículos enemigos. Y, justo antes de arrancar la campaña publicitaria el actor decidió retirarse de las apariciones promocionales del film tras la noticia de un sangriento tiroteo en una escuela de Estados Unidos. «Hice Kick-Ass un mes antes de que ocurriera lo de Sandy Hook y ahora, plenamente consciente, no puedo ni debo apoyar ese nivel de violencia. Mis disculpas a los demás implicados en la película. No me avergüenzo de ella, pero los hechos recientes le han dado la vuelta a mi corazón». Carrey fue elegante por educado y Mark Millar, autor del cómic original, lamentó también cortésmente el asunto, aunque aprovechó para señalar que el guion era igual de violento cuando el actor firmó para participar en él que después de la noticia del tiroteo.

Segunda fase: ira

Caza al terrorista (Dying of the Light), un thriller protagonizado por Nicolas Cage, enfrentó a su director, Paul Schrader, con sus productores hasta que estos decidieron darle la patada y encargarse de todo lo que implicaba el proceso de posproducción, desde el montaje hasta la mezcla de sonido, modificando notablemente todo hasta convertir la película en algo muy lejano a la idea original de Schrader. El director junto a Cage, Anton Yelchin y uno de los productores ejecutivos protestaron de una manera muy especial para evitar demandas: haciendo circular una foto en la que cada uno de ellos llevaba puesta una camiseta donde se podía leer la cláusula del contrato que les impedía hablar mal de la película. Schrader acompañaba la imagen de un comentario maravilloso: «Aquí estamos, Nick Cage, Anton Yelchin , Nic Refn y yo, vistiendo nuestras camisetas de No Menosprecio. La cláusula de No Menosprecio en el contrato del artista otorga a los propietarios de la película el derecho de demandar al propio artista si este dice cualquier cosa considerada despectiva sobre la película. No tengo ningún comentario que hacer sobre la película o relacionado con la imagen».

Imagen: Paul Schrader.
Imagen: Paul Schrader.

David Cross se despachó a gusto con una película que acababa de estrenar cuando fue entrevistado en el programa de Conan O’Brien. La obra en cuestión era la tercera parte de una serie de películas para niños con voces de pitufo en modo karaoke: Alvin y las ardillas 3. Cross animó a la audiencia a no ir a ver una película que era «un anuncio gigante de los cruceros de la licencia Carnival Cruise», mientras aseguraba que el rodaje se había convertido en la «experiencia más miserable de mi vida» al tener que embarcarse en un crucero durante una semana y verse «forzado a filmarla a punta de pistola legal». Y es que está muy mal eso de obligar a la gente a ir de crucero y compensarlo con un maletín repleto de pasta: años atrás Cross había reconocido que se había apuntado a la franquicia de películas infantiles solamente porque el dinero del cheque ofrecido superaba al montante ganado por todos sus otros trabajos en conjunto. En el plató las palabras comenzaron a inflarse cuando el actor apuntó a personas concretas: «En todo esto está implicada una productora, no voy a decir quién es, que es la personificación de lo que la gente piensa cuando se piensa negativamente sobre los judíos», y en ese momento Conan decidió que iba siendo hora de cambiar discretamente de tema.

Katherine Heigl en plena promoción de Lío embarazoso declaró a Vanity fair: «… es un poco sexista. Retrata a las mujeres como arpías, como personas tensas sin sentido del humor. Y a los hombres los muestra como chicos encantadores, torpes y amantes de la diversión… Algunos días tuve bastantes problemas con todo eso. Interpreto a una zorra descomunal. ¿Por qué mi personaje se comporta como una aguafiestas?».

Megan Fox, a raíz de Transformers, puso a parir a un Michael Bay que le contestó con el clásico «Si no la llego a poner en la película nadie sabría hoy quién es», pero tras rodar la secuela con robots decidió cebarse con más saña: «Salgo en la peli, he leído el guion, he visto la película entera y todavía no me he enterado de qué va. Si tú no te has leído el guion y vas a verla y la entiendes a lo mejor eres un genio […] Michael Bay es como Napoleón, quiere crear esa infame reputación de hombre loco. Quiere ser Hitler durante el rodaje. Y lo es». El realizador, después de oírle mentar al alemán, decidió enviarla a casita y olvidarse de ella para Transformers 3. Shia Labeouf, una persona que tiene la boca como para permitir un tráfico fluido de trenes de mercancías, también tenía una opinión formada sobre la secuela de Transformers y lo dejaría claro al soltar un «Era espectacular pero había perdido el alma de la primera… solo consistía en un grupo de robots peleándose», unas declaraciones que definían inconscientemente lo que alguien capaz de pagar la entrada para Transformers esperaba ver en la pantalla. Pero el chaval también dispararía contra otras franquicias al comentar de manera pública que Indiana Jones y la calavera de cristal había sido un error importante. Una afirmación gracias a la que acabaría obteniendo un par de consejos por parte de Harrisond Ford: «Creo que le dije que era un puto idiota. Como actor creo que es mi obligación apoyar la película sin comportarme como un gilipollas. Shia es ambicioso, atento, tiene talento, pero está aprendiendo cómo enfrentarse a una situación que es bastante especial y compleja».

Michelle Pfeiffer se fustiga a sí misma por Grease 2: «Odio esa película con todo mi ser y no puedo creer lo mala que es. En aquel momento yo era joven y no sabía hacer nada mejor». Jordi Vilches dijo sobre Propios y extraños: «El guion era muy bueno y ha salido una mierda de película. Solo me dio dolores de cabeza, ni siquiera he cobrado». Channing Tatum reconoció que, a pesar de ser fan en la infancia de los G.I. Joe, la película basada en ellos en la que participaría era infumable: «Siendo honesto, odio esa puta película. Me obligaron a hacerla». Jaime Lee Curtis diría de Virus: «Esa película es una mierda, es increíblemente mala, de lo peor». Lo de Sean Connery con uno de sus personajes icónicos se acabaría convirtiendo en una aversión conocida públicamente y muy personal: «Siempre he odiado al maldito James Bond. Lo mataría».

La tirria descomunal que le tiene Christopher Plummer a aquella Sonrisas y lágrimas que protagonizaba junto a Julie Andrews en los sesenta tiene origen incierto pero es bastante conocida. Lo gracioso es que su círculo de colegas cercanos aseguran que es ese odio visceral el que hace que el actor siempre se refiera a la película, titulada The Sound of Music en su versión original, como The Sound of Mucus.

Tercera fase: negociación

Arnold Schwarzenegger, hablando sobre El guerrero rojo, ese spin-off de Conan con su actor protagonista pero sin Conan, aseguró que la cinta a la larga le había ayudado mucho en sus responsabilidades educativas como padre: «Es la peor película que he hecho. Cuando mis hijos se portan mal los envío a su habitación y les obligo a ver Red Sonja (El guerrero rojo) diez veces seguidas. Nunca me han dado muchos problemas». Sylvester Stallone, la otra gran mole del cine de acción de los ochenta y noventa, también proponía las ventajas de utilizar como arma ofensiva uno de sus trabajos: «He hecho un montón de películas horribles. ¡Alto! O mi madre dispara era la peor de todas. Si en algún momento necesitas que alguien confiese un asesinato, siéntalo delante de ella y oblígalo a verla entera. Estará cantando lo que sea a los quince minutos».

Manhattan. Imagen: United artists.
Manhattan. Imagen: United artists.

El caso más asombroso de una posible negociación lo protagonizó Woody Allen cuando, tras completar la película Manhattan, el neoyorquino se sintió tan avergonzado de ella («Si esto es lo mejor que puedo hacer siento que no deberían darme dinero para dirigir películas») que propuso a la distribuidora, United Artists, rodar otra película gratis a cambio de que nunca sacaran aquella a la luz. En la compañía no le harían ni caso, estrenarían Manhattan en cines y la obra acabaría convertida en uno de los mayores éxitos de la carrera de su director, con nominación al mejor guion incluida.

Cuarta fase: resignación

El guionista hollywoodiense Mitch Glazer se tiró veinte años intentando llevar un guion a la gran pantalla hasta que finalmente dirigió él mismo la cinta Passion Play, un drama protagonizado por Megan Fox, Mickey Rourke y Bill Murray, y también un tostón insoportable. Tras el paso del film por Toronto, donde espantó a la gente de las butacas, los distribuidores decidieron enviarla directamente al mercado del videoclub y estrenar un par de copias en cines. En una fiesta, un periodista de Vulture se acercó a Rourke para hacerle unas preguntas sobre dicha película y el hombre contestaría con sinceridad: «Es horrible, otra película horrible. Pero bueno, todos tenemos en nuestras carreras montones de películas malas. ¿Se va a estrenar en pocos cines? Eso es porque no es muy buena». A Jessica Alba el director de Los 4 Fantásticos y Silver Surfer le comentó que sus lágrimas no eran lo suficientemente fotogénicas y que habían decidido tirar de efectos especiales y añadirlas por ordenador, una explicación que provocó un cortocircuito en la chavala y su manera de percibir la industria: «En ese momento dije «¡A la mierda! No me pienso preocupar nunca más por este negocio»».

A Jamie Foxx, durante la gira promocional de La sombra del reino, se le escapó un «Menos mal que con esta no tengo que mentir y decir que es buena, como me pasó con Stealth». Robert Pattinson nunca ocultaría su total aversión por el personaje de Crepúsculo que le estaba haciendo famoso: «Es la persona más ridícula que conozco… cuanto más leo el guion más odio a este tipo. Además, es un chaval de ciento ocho años y virgen, así que obviamente tiene algunos problemas». Bruce Willis directamente no menciona las películas que considera un error en su carrera, pero da pistas numéricas: según sus cálculos hay una docena de films que preferiría borrar de su currículum. La creencia popular apuesta por que El gran halcón, Vaya par de polis y La jungla: un buen día para morir apuntan a las primeras posiciones en esa lista de Willis.

Quinta fase: aceptación

Alguien tuiteó a Lindsay Lohan para decirle «Anoche vi Sé quién me mató dos veces seguidas» y obtener como respuesta de la propia estrella un «Dos veces más de las necesarias». James Franco no se andaría con mareos para definir la abominable Caballeros, princesas y otras bestias: «Esa película apesta. Es que no se puede decir otra cosa». Matthew Goode reconoció que aceptó el papel en Tenías que ser tú porque le quedaba cerca: «Así podía volver a casa los fines de semana. No fue por el guion, créeme. ¿Me sentí peor por ello? No. ¿Era un trabajo malo? Sí, pero me pagaron y me lo pasé bien». Sam Worthington, hablando de su papel en Furia de titanes, soltó un sincero «Creo que yo puedo actuar la hostia de mejor», y luego rodó Ira de titanes para no demostrarlo en absoluto; en el fondo Worthington se estaba haciendo el interesante porque meses atrás, tras estrenar Terminator Salvation, se le había escapado un «debería esforzarme más al revisar los guiones que recibo». Charlize Theron definiría Operación Reno con un «Es una película mala, mala, mala», y su coprotagonista, Ben Affleck, bromearía con la calidad de la película en esa tontorrona broma de colegas llamada Jay y Bob el silencioso contraatacan. Affleck era alguien que no solía cortarse al hablar de sus trabajos: en más de una ocasión mencionaría que su Daredevil no le gustaba nada. Leonor Watling sería muy directa con su trabajo a las órdenes de Vicente Aranda: «¿Qué pasa si un rodaje ha sido horrible y lo digo? Solo me ha pasado una vez, con Vicente Aranda en Tirante el blanco. Me habría ahorrado ese rodaje. Si no dices la verdad, que ha sido un infierno y que me habría pegado un tiro en la boca, no puedes valorar luego que un rodaje sea maravilloso».

Thomas F. Wilson es el chico que interpretó a Biff Tannen en la serie de películas de Regreso al futuro. Siendo una cara conocida de una trilogía del culto el pobre chaval tuvo que sobrellevar el éxito de las películas de Robert Zemeckis con bastante resignación, aceptando que oleadas de fans invadiesen su zona de confort constantemente agitando dudas concretas sobre la película y generales sobre los viajes en el tiempo, y olvidando que en lugar de estar hablando con uno de los guionistas se estaban dirigiendo al hombre cuyo papel consistía en poner cara de abusón y acabar rebozado en montañas de mierda. El bueno de Tom Wilson nunca llegó a ciscarse públicamente sobre las películas que lo hicieron famoso, sino que prefirió optar por una vía muchísimo más elegante: la de crear en un papelito una F. A. Q. de la que poder llevar encima varias copias para entregar a quienquiera que se le acercase con ganas de hablar de DeLoreans.

La Frequently Asked Questions de Biff Tannen.
La Frequently Asked Questions de Biff Tannen.

Puede que Halle Berry sea la trabajadora de Hollywood que mejor ha asumido las críticas. La actriz cometió el error de enfundarse en 2004 en un disfraz de Catwoman que estaba más cerca de una bailarina de pole dance de moral oscilante que del mundo del cómic. Dirigía Pitof y, como siempre ocurre cuando el encargado de todo es alguien que cree que mola no tener apellidos, el resultado fue un espanto de película. En los Razzie Awards, esos anti-Óscar que premian las peores películas de la temporada, Catwoman recibiría siete nominaciones y acabaría llevándose el galardón en cuatro de ellas, incluyendo peor película y el peor actriz protagonista. Lo sorprendente es que Berry se presentó para recoger el premio en la gala y, para mayor recochineo, lo hizo con su Óscar, el que la Academia le había concedido por Monster’s Ball unos años antes, en la mano. Y con un delicioso discurso: «Gracias. Muchísimas gracias, en mi vida me hubiera imaginado que acabaría estando aquí algún día. ¡Un Razzie! […] Antes de nada quiero agradecer a Warner Brothers. Gracias por ponerme en este horrible pedazo de mierda de película… era justo lo que mi carrera necesitaba. Estaba en todo lo alto y me habéis arrojado al fondo. Está bien, es duro estar en lo alto».

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28 Comentarios

  1. Randall Fraggle

    ¡Me ha encantado el artículo! Añadiría solo el dardo envenenado que lanza Bill Murray a «Garfield» en una enorme escena de «Zombieland». :)

    • No estoy de acuerdo con Marky ni con el escritor de este artículo en cuanto a sus valoraciones de El incidente, a mí me gustó la película, bien llevada por Shyamalan, inquietante, original hasta cierto punto y con algunas escenas, como la primera y la que protagoniza la estupenda Betty Buckley (pedazo actriz), difícilmente olvidables. Lo peor fue precisamente la actuación de Marky, negado absoluto para todo lo que sea interpretar cualquier papel en el cine. Lo tuyo es marcar paquete, chico!!

      • @SugarTxomo

        El puto polen tio, el puto polen.

      • Bueno, si hubieras levantado la vista del paquete del Whalberg lo mismo te habrías dado cuenta del bodrio de película que estabas viendo.

        Un saludo

      • oembuchado

        Hay un código no escrito que obliga a los críticos a hablar mal de Shyamalan venga o no a cuento. Creo que les quitan el carnet si no lo hacen.

        En cambio, ni una palabra de «El árbol de la vida», uno de los mayores bodrios que se han estrenado en los últimos años y del que el propio Sean Penn dijo que no sabía ni de qué iba. Hay casos en los que no tiene cabida ni la ira, ni la negación, ni la negociación. Sólo el estupor de ver cómo una película tan mala en todos los sentidos y que ni sus propios actores entienden, puede recibir tantos aplausos entre la crítica. ¿Qué es lo que habrán entendido?

        • Es un asunto interesante el del grandioso éxito de crítica (y sólo de crítica) de «El árbol de la vida». Casi sólo comparable al de peli de título similar y de director similarmente prestigioso en según qué círculos, «La fuente de la vida».

          Lo que ocurre es que hay críticos que confunden automáticamente lo críptico con la calidad. Su «razonamiento» es que algo tan incomprensible tiene que ser por fuerza bueno de narices. Y además quedas como un señor disfrutando de tu diferencia de gusto con las masas presuntamente cretinizadas por el último blockbuster de Hollywood, etc etc. Vamos, lo más antiguo de mundo: la élite marcando su territorio.

          Pero hay muchos ejemplos de pelis difíciles, incluso crípticas, que son buenas (o por lo menos interesantes), desde «2001» a «Mulholland Drive», pasando por «Stalker». En cambio, «El árbol de la vida» (como «La fuente de la vida») ni siquiera es interesante. Lo más fácil del mundo es hacer una peli críptica. Y después los críticos leerán en ella lo que quieran.

          Y sí, a mí también me gustó «El incidente».

      • Ojalá todas las películas mierder fueran como «El incidente». Y los actores o los artífices de las películas no siempre son los más idóneos para valorarlas. Ahí está Operación Reno, por ejemplo, que es estupenda (y me da a mí que a lo mejor el ingrato Ben Affleck aprendió 2 o 3 cosillas de Frankenheimer a la hora de dirigir él mismo, de ahí ese aire 70’s de los films que ha firmado hasta la fecha)

      • Procrasturbator

        Completamente de acuerdo. El único deporte con más practicantes que «odia todo lo que ha hecho Shyamalan» es «critica True Detective S02″… Mucho borrego suelto sin criterio.

      • Siempre hay uno. Siempre, siempre, siempre hay uno.

  2. Marila Mantera

    Que salado es nico, que tiene una biker azul cielo a juego con sus ojos.

  3. También me acuerdo de Michael Caine acerca de «Tiburón, la venganza», donde comentaba aquello de «I have never seen the film, but by all accounts it was terrible. However, I have seen the house that it built, and it is terrific.» (copiado de Wikipedia)

  4. Pablo Calzado

    Añadiría el odio de James Cameron hacia «Piraña II». Creo que dijo que «es la mejor película sobre pirañas voladoras que podría haber rodado».

  5. Me hace gracia cómo David Cross, Alec Guiness y el resto de actores que reniegan tanto de la calidad de las películas filmadas, se escusan diciendo que no las hubieran protagonizado si no fuera por el dinero que les ofrecieron en su momento. Me parece un acto de hipocresía, pues entonces que devuelvan el dinero, pues cuando uno va a filmar «Alvin y las ardillas 3» ya sabe que lo que tiene delante no es precisamente una obra de arte, pero en ningún caso reniegan del dinero que pactaron libremente, pero, eso sí, luego lanzan vituperios contra el film. No me parece justo, sobre todo porque muchos de ellos han protagonizado muchísimos más films infumables y de ellos no reniegan. O todo o nada, pero que no se hagan las vedettes ni las víctimas. No haber firmado el contrato o haberlo roto en su momento.

    • Al contrario. Un acto de cinismo, en todo caso. Hipocresía hubiese sido alabar las películas que tanto les disgustaban.

      Saludos

  6. Hombre es que hay que entender que a un tipo del inmenso prestigio de Sir Alec Guinnes, siendo ya un anciano venerable, le choque toda aquella historia de las galaxias, los cromas, los efectos y demás parafernalia. Que él venía de dónde venía. Lo que sí tuvo fue un olfato importante, porque según tengo entendido, como no estaba muy convencido de participar, firmó a porcentaje, lo que le convirtió en un hombre rico….

  7. Excelente artículo, me lo he pasado como un enano mientras lo leía. Felicidades!

  8. ¿Nadie de «Streaptease» se ha arrepentido de intervenir en ese engendro?… ¿O «Bámbola»?…

  9. El documento anti tarados del actor que hizo de Biff Tannen es una genialidad.

  10. Sir Arthur

    En una pausa en el rodaje de Superman ,Terence Stamp le preguntó a Brando porque no se aprendía los diálogos como los demás. Su respuesta fue genial: » Verás Terry , me pagan mucho dinero por hacer este papel, si me los aprendiera no trabajaría aquí y necesito el dinero».

  11. Sir Oxelot

    ¿Qué habrá sido de Shyamalan, por cierto? ¿Estará reponiendo estanterías en el Badulaque de su primo Apu?

    :-)

    • Jordi Esteve

      Este comentario ni siquiera es gracioso. Lo siento si pensabas que lo es. Te equivocaste. A mí Shyalaman me trae sin cuidado y la corrección política me parece un bodrio, pero si vas a hacer un chiste racista, por lo menos que sea ingenioso.

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