A nadie le importa la Navidad. Lo oirá todo el rato «son días como otros cualesquiera», «en mi casa no se cocina nada especial», «nosotros no damos regalos desde hace años» y una larga lista de tópicos-que-desmontar-en-Navidad.
La Navidad apesta. Cientos de luces de colores, villancicos, niños de vacaciones ocupando metros de calle, carritos de bebés conducidos por padres que salen a la calle a festejar la vida, gente embarazada (de verdad, la gente se embaraza mucho más en Navidad), «¿y tú para cuándo?», escaparates de señora con escotados vestidos (por delante y por detrás) para pasar las frías fiestas, expositores de panaderías llenos de dulces que harán que se ponga como una vaca y las lorzas le sobresalgan por delante y por detrás, encadenar tres catarros seguidos para acabar con una gripe fulminante, marisco y gastroenteritis, resacas, amigos retornados con sus planes superespeciales, parejas nuevas y enamoradísimas ocupando las pistas de patinaje sobre hielo. El abuelo amenazando otra vez con «este será mi último año» mientras le obsequia con cinco euros para invitar a los amigos. Los malditos y esperados anuncios de Freixenet y de la Lotería Nacional. Más luces, más abuelos, más frío, más villancicos y más niños sueltos.
Pero no todo es felicidad en el reino del señor.
Estadísticamente, los días previos a las fiestas de Navidad son la época del año en donde más rupturas sentimentales se producen. El año nuevo trae la ilusión de un cambio de ciclo que anima a muchas personas a cortar su relación y a empezar el año con renovadas ganas de acostarse con otras personas. Las presentaciones, comidas y demás eventos familiares propios de estas fechas pueden generar estrés y la sensación asfixiante de estar precipitándose en el amor. Además, las fiestas a las que siempre somos invitados en las que sobra o falta la pareja (considerando sobrar o faltar criterios completamente subjetivos), el poco interés a la hora de escoger regalos para él o para ella, el asco que le da su cuñado, o lo poco interesante que le parece su pareja ahora que pasan más de tres días juntos, son razones suficientes para animarse a pedir un divorcio. Personalmente, llevo las rupturas navideñas como tradición y las cumplo tan a rajatabla que empiezo a pensar que rememorar el nacimiento del niñito Dios me impide estar con otro hombre. Y aunque es obvio que romper en Navidad tiene su parte traumática, tampoco hay que olvidarse de lo bueno. Deje usted, o lo hayan dejado, el espíritu navideño favorecerá que todo el mundo esté más pendiente y dispuesto a aguantar sus lloros mejor que en cualquier otra época del año. Si a este espíritu navideño le sumamos el alcohol, el entierro del abuelo que ha acertado en sus vaticinios, y la no renovación de su contrato laboral, esté seguro de que abrazos no le van a faltar.
La Navidad es una época estupenda para los cismas familiares. Como todo el mundo quiere conseguir la foto de su supermesa con su súper-familia-unida, pronto empezarán las preguntas (amenazas) de su madre acerca del lugar en dónde va a celebrar las fiestas. En una familia tipo, con padres, hermanos, cuñados y suegros, hay que andarse con mucho tiento para repartir equitativamente en número de días e importancia festiva, cada hora del calendario sin que nadie se ofenda ni pase la peor navidad de su vida (que recordará siempre) por su culpa. Las separaciones de padres o las propias con hijos de por medio son una batalla abierta. Cuando la abuela o el abuelo falten, la familia quedará rota y a la deriva, sin una casa de referencia en donde comerse las gambas y con muchas discusiones para apropiarse de la misma. Observará, sorprendido, cómo las navidades son mucho mas tranquilas si usted está soltero, no tiene hermanos, ni hijos, ni parte en herencia alguna.
El dinero es otra cuestión primordial en los festejos de Navidad. Y no tenerlo, también. Según un estudio de Ebay, cada español se gastará, de media, unos doscientos treinta y cinco euros en regalos. Viendo los salarios que hay en España reconozco que parece una previsión un tanto optimista. Las familias con niños tendrán que sufrir las visitas de Papá Noel y los Reyes Magos que actuarán como auténticos gorrones olvidando que las madres, padres, amigos y personas adultas en general también tenemos derecho a algo que no sea un pijama de franela.
Al gasto de los regalos hay que sumarle los de las cenas y las comidas que no acaban nunca, la ropa, la depilación de ingles postruptura con su marido o su señora (es importante que la maleza no impida ver el árbol), y otras tantas cosas como esas fiestas de sesenta euros la entrada en donde, eso sí, le obsequiarán con una bolsa llena de cosas imprescindibles para su noche como confeti, un antifaz de cartón roto y un matasuegras que no cumple su profecía.
Si finalmente pasa las fiestas soltero o soltera, aproveche para estar con los amigos. El debate sobre la fiesta de fin de año es la gran aventura a la que se enfrentará cada año. Siempre hay que tener un plan para pasar la Nochevieja porque, por mucho que nos empeñemos, fin de año no es una noche normal. Y así, los que todavía confiamos en la improvisación de los planes nos vemos sumidos en un overbooking constante en donde la gente está tan pegada que una no sabe dónde empieza el escote propio y termina el de la otra, ni si el tipo que está a su derecha intenta besarla a usted o a la señora pequeñita que tiene metida entre sus tetas, o las tetas propias. La fiesta de Nochevieja es algo que no se puede improvisar pues en fin de año todo el mundo sale. Y cuando digo todo el mundo, me refiero a TODO EL MUNDO. La ciudad entera, los alrededores, las cárceles y búnkeres se vacían esa noche para ocupar las calles. A su alrededor hay gente que espera trescientos sesenta y cuatro días con sus trescientos sesenta y cuatro noches para salir en Nochevieja.
Para asumir estas ansias de conga y frenesí constante durante más de treinta días (las grandes ciudades encendieron las luces la última semana de noviembre y las mantendrán activas hasta después de Reyes) las ciudadanas y ciudadanos hemos de encontrarnos bien física y mentalmente. Sin embargo, los expertos señalan que el espíritu navideño, lejos de activarnos, puede sumirnos en una suerte de aletargamiento y melancolía constantes provocados por el conocido como Trastorno Afectivo Emocional. Un tipo de depresión pasajera provocada por la falta de luz natural que afecta, al menos, al 6% de la población durante estos oscuros meses. Y aunque no experimenten el TAE (absténganse chistosos), la mayor parte de las personas que nos están leyendo habrán acusado durante estas semanas un descenso de energía y una apatía que, junto a las resacas, los catarros y el recuerdo de todas las muertes y rupturas, puede provocar la necesidad de ponerse en bucle villancicos navideños disponibles en las mejores listas de reproducción de Youtube y Spotify.
Y luego está la nieve. Cada año, después de ver la película de Antena 3, espero ilusionada la noche del 24 para salir a mi verde jardín de verjas blancas, con mis dos perfectos y rubios hijos, donde nos estará esperando mi guapísimo y rubio marido con nuestro dócil y amigable perro para hacer nuestro enorme y perfecto muñeco de nieve. Pero resulta que yo no tengo jardín, ni hijos rubios, ni marido, ni perro dócil y, sobre todo, no tengo nieve. Porque en Navidad, en mi ciudad, nunca nieva.
Entonces vuelvo a entrar en casa, confundida. La película ha acabado pero ahora echan un programa de variedades en donde Sergio Dalma hace que canta y Bertín Osborne hace que hace gracia. Alguien recuerda al abuelo y todos lloramos. El alcohol invade la mesa. El turrón duro y los mazapanes siguen intactos en su sitio y sospecho que son los mismos del año pasado, o los del anterior. Abro sorprendida mi nuevo pijama de franela y siento que todo está en orden.
Me siento totalmente identificado con el texto. Si estas fiestas son complicadas para las relaciones, súmale pasarlas de viaje… Que acabe ya este año!
Artículo de gente depresiva que todos los años leemos en algúna web.
Aguafiestas!
Para mí es evidente que faltan farlopa y jaco en la vida de estos reporteros tristones. Yo estoy pasando unas navidades fantásticas.
Es una pena…Yo apuesto por unas Navidades cada vez más íntimas ,seamos originales!!! Pero todo el Año,centremonos en lo k significa y miremos más dentro de nosotros k fuera. Respetemos a los k prefieren Navidades trankilas ,quizás es por k necesitan cariño de verdad en estas fechas en la k los vacíos también se multiplican.
Hagámonos pequeños ,muy pequeños …
Claro que si sólo uno tiene esta mentalidad al final también acaba sintiéndose raro…
Muchas cosas tienen/tenemos k cambiar.
Yo no quiero esa Navidad Diana.
Es una pena… todo tan bien escrito, sin una falta, pero esas Kas…
Ni que decir de toda esa gente con tan mal gusto (o mala leche) por no hablar de una total falta de consideración a los demás, que se muere en vísperas de navidad o el MISMO día de la cena!. Inconcebible!. Pero es lo que hay. El salmón noruego al doble de precio! Vaya usted a saber si el salmón es de Noruega. Del bacalao mejor ni hablar.
En la Navidad siempre he percibido que existe una especie de imposición a ser feliz,….y a que nazcan otro tipo de ‘buenos’ sentimientos. La Navidad no cambia a las personas ni las hace mejores, las deja igual que son. Es una fuente de esperanza y de conflictos porque como seres humanos somos pura contradiccion y porque este transfondo prendidamente mágico pone de relieve que otro paisaje no significa otro ruido. Está bien que la gente rompa sus relaciones antes de Navidad, sobre todo porque no es culpa de la época, no tiene nada que ver con los compromisos familiares …en una palabra ‘no eres tú, soy yo’. Como seres humanos, queremos tener la seguridad de que año tras año algo se repetirá, de que seguimos aqui y un punto de apoyo son las tradiciones. Estos dias desligados de imposiciones anímicas y memorias nostálgicas terminan siendo lo que realmente son: tan solo fiesta.
Y es que poniéndote el nuevo pijama de franela todo se calma ;)
No sé, de tan repetido acaba por no decir nada. Por lo visto, el resto del año la gente no se muere, no pone cuernos, no se suicida, es sincera y generosa a más no poder pero resulta que tiene la curiosa costumbre de esperar a la Navidad para mostrar cómo son realmente. Que ya es ponerse de acuerdo, ¿no?
Claro que, quien más, quien menos, todos tenemos nuestras historias de parientes tocanarices en Navidad pero, insisto, ¿qué pasa? ¿El resto del año son un encanto? Entonces, ¿cómo hemos llegado a esta estúpida convención de que es insoportable tener al ‘cuñao’ de turno a tu lado en la cena de Nochebuena? ¿Acaso si te toca en a tu lado a mitad de agosto en un cumple mejora mucho la cosa? ¿Entonces? ¿Es progre decir que la Navidad es una mierda pero dar el pésame cuando realmente te importa un pito que se haya muerto esa persona no es una muestra de hipocresía? Hay cosas que no entiendo. Será que me hago viejo.
Si tanto toca las narices, cosa que se puede entender, ¿por qué celebrarlo? ¿Quién te obliga? Dile a tus amigos o a tu familia que pasas de todo, que te dejen en paz. Si de verdad quieres que sea así, lo puedes conseguir, al margen de que te tengan por ‘rarito’. Pero tú eres ‘auténtico’, qué carajo, así que pasa de todo… Claro que entonces te jode no tener un regalito o dos, que nadie te felicite, aunque sepas que más de una vez es mera convención, que el ‘cuñao’ es un pelma pero celebrarlo con tus hijos o tu pareja o los amigos, después de todo, está bastante bien y que andar todo el día con cara de vinagre sólo por ir a la contra es una mierda.
Así que deja de lloriquear y pásalo bien.
Y feliz Navidad, hombre, y que sea con salud.
¿Se puede saber a quién estás interpelando?
Para algunos la sensación de angustia es más de fondo:
http://antoniopriante.com/2015/12/23/melancolia-de-navidad-3/
La Navidad es un AUTÉNTICO COÑAZO!!! Todo es consumir, comer, emborracharse, ver a gente que no te apetece, las calles abarrotadas de gente gritando, ruido, luces, consumismo a raudales, hipocresía… Lo dicho, un soberano coñazo.
Esa descripción vale para lo mismo para la Navidad que para los sanfermines o la feria de abril. O sea, cantemos con Alpino, «Odio las fiestas».
Gran artículo.
Los que estais a favor de la navidad…porfavor plantearos vuestra vida,estais ciegos, el capitalismo lo ha logrado también con vosotros.
Yo no es que esté muy a favor, pero usted ¿cómo huye del omnipresente capitalismo? ¿Acaso se puede? ¿Y no se puede estar a favor de la Navidad sin ser reo del capitalismo (más reo que en cualquier otra época del año, quiero decir)? ¿Y por qué sólo nos acordamos de que somos víctimas del consumismo en Navidad y no en vacaciones de verano o en Las Fallas o en los cumpleaños? ¿Y cuando decimos que odiamos la Navidad a qué nos referimos exactamente?, porque en Nochevieja la gente está encantada de la vida (includo los detractores de las Navidades o especialmente ellos), y todo petado, y venga y venga y dale y dale.
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