Les recomendaré diez libros que he leído o releído este año y que me han gustado lo suficiente como para hacer algo tan inesperado como una recomendación. Solo uno ha sido publicado en 2015. Quedan advertidos. Es seguro que conocerán algunos de ellos. No pretendo «epatar» a nadie.
1.- Mala ciencia, de Ben Goldacre (Planeta):
Libros como este son de verdad imprescindibles. No porque su autor tenga razón en todos y cada uno de los casos de mala ciencia que denuncia, sino por su fundamento, por su manera de hacer. Goldacre no vende humo. Reclama el mismo rigor para un producto homeopático y para un antibiótico producido por una gran multinacional, y explica muy bien dónde se encuentran los agujeros negros del sistema. Aunque algo prolijo en ocasiones, es un libro que te hace más inmune al engaño, que te convierte en una persona con más capacidad de crítica.
2.- Los orígenes ideológicos de la Revolución norteamericana, de Bernard Bailyn (Tecnos):
Es una obra literalmente sensacional. Lo sigue siendo a pesar de que tenga medio siglo (aunque fue actualizada por su autor). Además, Bailyn logró algo enormemente difícil, combinar la erudición y la claridad con un pulso vigoroso, producto de la evidente pasión de su autor por un tema fascinante y esencial. No se puede entender el mundo moderno sin comprender, no tanto qué llevó a los colonos ingleses del Nuevo Mundo a levantarse contra su rey, sino en qué postulados morales y políticos sustentaron esa rebelión que transformaría el mundo.
3.- La música en el castillo del cielo, de John Eliot Gardiner (Acantilado):
No soy muy partidario de las biografías —menos aún de las autobiografías—, uno de los géneros más literarios en el peor sentido de la palabra. En ellas siempre siento la presencia de un plan. A veces el plan es demostrar que las biografías previas no nos han mostrado al auténtico ser humano. Permitan que sea escéptico sobre las posibilidades de saber en qué consistió realmente el ser humano al que sus padres llamaron Juan Sebastián Bach. Esta obra puede que incurra en ese vicio, común al género, pero es magnífica por al menos un par de razones más que suficientes: se centra reposada y exhaustivamente en el contexto, y habla con sentido de una obra musical maravillosa. Pese a su extensión, no es una enciclopedia. Es un ensayo magistral, en particular de la música vocal del gran compositor.
4.- Relatos autobiográficos: el origen, el sótano, el aliento, el frío, un niño, de Thomas Bernhard (Anagrama):
Ya sé que he dicho que no me gustan las autobiografías. Tampoco me gustó esta, compuesta por cinco obras. Yo la compré porque me la recomendó José Antonio Montano, pero después de leerla descubrí que el sentido del humor del autor, su exageración, sus taras a flor de piel, su asco enumerado y su auténtica impostura maliciosa, me resultaban difíciles de soportar. Leí las obras, pero no creo que sean para todos. Aunque, quién sabe, quizás sí sean para usted y yo esté comportándome con una mendacidad inadmisible.
5.- La pagoda blanca: cien poemas de la dinastía Tang (Hiperión):
Con la poesía escrita en una lengua que se ignora, todo es frustración. No es una frustración abstracta producto del conocimiento de que no hay poema que no se convierta en un espectro al dejar su lengua original. Digo esto porque hay una forma simple de percibir qué recibes cuando te llega un poema de Li Bai traducido del chino. Piensen en qué se pierde cuando se cambia «Amarillea el tiempo y no hay tiempo para más desdecir la muerte» por el ruido de las palabras extranjeras o qué sordos nos volvemos cuando ya no paladeas las eses de «Souvent, pour s’amuser, les hommes d’équipage». La lengua china, además, enriquece el sonido con la imagen de sus caracteres encadenados y ordenados, algo que solo perciben los que son capaces de leerla. Aun así, amputados y maltrechos, entrevemos, como Droctulfts ciegos, la grandeza y la humanidad extrema de esos poemas que nos hablan de la soledad, de la muerte, del pasado y de la evanescencia del tiempo y sus obras.
6.- El liberalismo político, de John Rawls (Crítica):
Ahora que hemos descubierto que nadie ha leído a Kant, podemos al menos leer a Rawls. En particular, porque, sin la urgencia del titular y sin el rebuzno de las redes sociales, nos permitiremos encontrar, en su obra, algunas claves esenciales para resolver un problema fundamental de nuestro tiempo: la conciliación de los intereses particulares y de las visiones contrapuestas, en un sistema democrático. Además, este esfuerzo sirve para algo básico e imprescindible, a la vista de la confusión que se demuestra a diario sobre lo que llamamos nuestros valores y su naturaleza de malla básica para la pluralidad, la diversidad y la adquisición de acuerdos válidos y perdurables. Esta obra, una adición —con sentido— de conferencias de su autor, puede que resulte algo árida. Es lo malo, en ocasiones, de pensar a cierta profundidad.
7.- Historia del jazz, de Ted Gioia (Turner):
Recomiendo este libro porque fue el que utilicé (y sigo utilizando) para comprender y aprender sobre una música a la que empecé a prestar atención no hace mucho tiempo. Es claro, ordenado y minucioso. Además, contiene una guía utilísima para empezar a escuchar jazz y esto es muy importante para la persona interesada, la que se ve abrumada por la enormidad de la tarea. Hay quien dice que no hay que acercarse a ninguna expresión artística con alma de enciclopedista, que hay que disfrutar. Me temo que esta actitud, tan aparentemente loable en abstracto, es peligrosa en concreto. El tiempo es limitado; las obras disponibles son inabarcables y puede uno terminar haciendo el memo. La civilización también está para esto: para producir a alguien como el señor Gioia, que se encarga del trabajo preliminar. Una vez creadas las «cajitas» y los «estantes», y aprendidas algunas etiquetas y fechas, ya, si le apetece, puede usted comprarse una pipa y sonreír con suficiencia al enterarse de que existimos los que utilizamos libros tan útiles y formidables.
8.- Los señores de las finanzas, de Liaquat Ahamed (Deusto):
Este libro, del que no enumero los premios que ha ganado, está escrito por un keniata de origen indio que estudió en el Rugby School, luego en Cambridge y finalmente en Harvard. Doy esta información innecesaria porque cobro por palabras. El caso es que lo compré en un mercadillo hace unos años, casi por casualidad y acerté. Es sensacional. Una vez comenzado es difícil dejar de leer. No les desvelaré la trama, solo les diré que va de bancos centrales, de hombres poderosos, de bancarrotas bancarias, de una crisis económica mundial brutal y de cierta falta de responsabilidad.
9.- ¿Qué nos hace humanos?, de Michael S. Gazzaniga (Paidós):
Este es un libro de divulgación científica en el mejor sentido de la palabra. Sencillo de leer, ordenado, ameno e instructivo. Su materia es, quizás, la materia por excelencia: la de la naturaleza humana y la conciencia. Si le interesa una introducción, una fotografía aérea del estado de la cuestión, este libro cumplirá esa finalidad con creces y, además, desde una cierta ortodoxia. Vean que lo recomiendo aunque personalmente me atraigan más algunos heterodoxos, pero qué quieren, soy hombre de orden.
10.- Declara, de Tim Powers (Gigamesh):
Por mí no tengan escrúpulos y compren cualquier libro escrito por Powers. Les recomiendo que compren incluso los que no he leído. Esta es una medio broma; sospecho que este hombre es incapaz de escribir algo mediocre y me resultaría complicado escoger entre Las puertas de Anubis, En costas extrañas, La fuerza de su mirada y Declara, las obras que conozco. Como Declara la releí hace unos meses, ajustándome al propósito de esta lista, he optado por esta novela psicológica, de acción, romántica, de espías, de magia, de geopolítica, y de paso recomendar simplemente a su autor. Por cierto, presumo que, si Powers escribiera hoy la novela, que tiene casi quince años, quizás terminase encontrando una explicación sorprendente a la brutal lucha actual por cierta zona del mundo. No digo más, que no quiero estropearle a nadie el placer de descubrir la verdad.
11.- Solaris, de Stanisław Lem (Impedimenta):
No quería hacer una lista con diez libros. Además Solaris es una novela única y exquisita.
Me alegra poder decir que solo he catado tres de los once recomendados. Así que intentaré leer al menos dos o tres de estos que me han picado. Gracias, amigo Tse.
A los que les guste «Mala ciencia», de Ben Goldacre, quizás les interese también su libro «Mala farma: Cómo las empresas farmacéuticas engañan a los médicos y perjudican a los pacientes» http://www.amazon.es/Mala-farma-farmac%C3%A9uticas-perjudican-pacientes-ebook/dp/B00BIQCXO6/
Me gusta la lista, si acaso añadiría:
http://www.navegar-es-preciso.com/news/a4-de-cristobal-colon-a-fidel-castro-el-caribe-frontera-imperial-de-juan-bosch-/
y
http://www.navegar-es-preciso.com/news/a1-la-piel-fria-de-albert-sanchez-pi%C3%B1ol/
No tome Vd. mi comentario como una muestra de ‘peloteo’. Aunque le pueda sonar así al leerlo, nada más lejos de la realidad. Debería Vd. escribir más en esta revista —que tomen nota los gestores de la misma—, porque su estilo es muy distinto al de los demás autores. Tiene una forma de escribir directa y efectista, se dirige al núcleo del problema, no lo rodea; lo aborda, pero no pierde belleza a pesar de ser tan directo. Tuve un profesor en la universidad que cada que utilizaba la palabra «árido» para referirse a algún texto, era sinónimo de «susvaisacagar». Desde aquella época, siento admiración por las personas que utilizan el término «árido» para referirse a la profundidad del estudio. Otro aspecto que me parece muy interesante de su exposición es el hecho de que nos recomienda la lectura de libros «no excesivamente conocidos»; recomendar un libro que con una simple búsqueda en las rrss aporta innumerables referencias NO es recomendar, sino signo inequívoco de que has leído poco y te estás echando un farol. Por cierto, llevo bastante tiempo leyéndole (también en su blog), creo que su escritura ha mejorado muchísimo con el paso del tiempo. En fin, gracias por las recomendaciones para leer. Un saludo.
Quizás le pueda interesar el libro «The American Revolution: Writings from the Pamphlet Debate 1764–177» 2 vols., como complemento a «Los orígenes ideológicos de la Revolución norteamericana»
El enlace a la información es el siguiente: https://www.loa.org/books/426-the-american-revolution-writings-from-the-pamphlet-debate-1764-1776-boxed-set
En el comentario del primer libro, Mala ciencia, se dice, copio y pego: «Reclama el mismo rigor para un producto homeopático y para un antibiótico…»
¿ Qué rigor ? ¿ Cree que la homeopatía tiene algún rigor ?
Luchino, con permiso del autor, creo (con convencimiento) que el autor lo que dice es que se debe criticar la medicina «seria» con el mismo rigor con el que se critica a la homeopatía, sin concesiones. Es la ciencia, no se admiten «simpatías». Y es muy fácil ponerse del lado de la medicina, simplemente porque es lo correcto.
Es muy fácil y es simplemente correcto porque con un breve vistazo a la bibliografía de la medicina «seria» (como Vd. la llama) ponerse del lado de la misma es la única opción.
Pingback: Los libros de 2015 (I) | Maven Trap
Pingback: Congelador (2015) |