Puede que hubiera motivos para dudar de Stephen Curry durante la pretemporada de los Warriors. Pese a los habituales momentos de esplendor, el jugador más valioso de la NBA parecía desganado, falto de ritmo, con ese lenguaje corporal suyo que a veces indica un cierto cansancio, como si no quisiera estar ahí. La temporada anterior había sido perfecta y, por tanto, quedaba poco margen para la sorpresa. De hecho, él mismo había puesto su listón tan alto que cuando promedió «solo» veintiséis puntos en la final contra Cleveland, unos dos puntos por debajo de su media en los play-off, la prensa no solo le afeó su bajo rendimiento sino que concedió el premio al mejor jugador a su compañero Andre Iguodala.
El trabajo de Iguodala había sido sobresaliente: en ataque, con una media de más de dieciséis puntos por partido, y en defensa, parando las continuas exhibiciones de LeBron James. Sin embargo, Curry podría haberse sentido agraviado perfectamente: sus dos primeros partidos fueron horribles, cortesía del rocoso australiano Matthew Dellavedova, pero a partir de ahí, justo coincidiendo con el resurgir de los Warriors, el base rozó la excelencia.
Supongamos en cualquier caso que los críticos tuvieran razón y el fenómeno Curry hubiera dado signos de agotarse en esa final. De ser así, la floja pretemporada, la desgana otoñal del número 30, podía marcar una tendencia a la baja. Llegas a lo más alto, te confías, y caes inmediatamente. El deporte profesional no es como el cine, no admite distintas estrellas brillando a la vez. O eres tú o será otro. De hecho, muchos seguían sosteniendo que el MVP se lo debería haber llevado James Harden, el anotador compulsivo de los Houston Rockets.
La teoría del bajón físico y mental tenía sin embargo un punto débil: Curry había hecho lo mismo el verano anterior, solo que ese previo de la temporada 2014/15 no lo vivió en exclusiva con los Warriors sino que lo compaginó con su presencia en el equipo nacional de Estados Unidos. Aquella selección, considerada despectivamente por la prensa española como un «equipo B» o incluso «equipo C», no solo incluía a Curry y a Harden sino también a Anthony Davis, Kyrie Irving, Andre Drummond o Klay Thompson, compañero de fatigas de Curry en Oakland.
El supuesto «equipo menor» ganó el oro en el Mundial paseándose en prácticamente todos los partidos, aunque es cierto que Curry no deslumbró a nadie. Como si no hubiera estado. Un hombre que sabe medir sus esfuerzos.
Así llegábamos al primer partido oficial de esta temporada para Curry y los Warriors. Los campeones se enfrentaban a los muy prometedores New Orleans Pelicans y la posibilidad de una primera sorpresa estaba presente. Por si acaso, a los cinco minutos, Curry ya había mostrado casi todo su repertorio: una bandeja a tabla con la izquierda en penetración, un triple desde siete metros y medio tras bloqueo, un contraataque culminado con su característico finger roll, ese deslizar el balón con la punta de los dedos para que suba y baje con efecto hacia la canasta y otra penetración imposible, esta vez con la derecha, amagando el pase por la espalda y culminando delante del poderoso pivot francés Alexis Ajinça.
Acabaría el cuarto con veinte puntos para un total de cuarenta, incluyendo en el camino cinco triples, seis rebotes y siete asistencias. Por si alguien tenía dudas, cuando ambos equipos se volvieron a enfrentar tan solo cuatro días más tarde, esta vez en Nueva Orleans, Curry se fue a los cincuenta y tres puntos con ocho triples, nueve asistencias y hasta cuatro robos de balón, otra de sus especialidades.
Mucho más allá de las estadísticas
No, no hay nada en el juego de Curry que haga indicar que ha perdido la magia, antes al contrario. Estamos ante uno de esos pocos jugadores elegidos para este deporte, un hombre que, si le acompaña el equipo, está llamado a ser el gran héroe de esta generación, la referencia en posters y vídeos de YouTube. En el momento de escribir este artículo los Warriors llevan doce victorias en doce partidos jugados y Curry lidera la lista de anotadores con 33,7 puntos por partido.
Eso no es lo más impresionante. Lo que deja a cualquiera con la boca abierta es que consiga esa media sin llegar a los treinta y seis minutos por partido, apenas tres de los cuatro cuartos a disputar.
No quiero aburrir a nadie con estadísticas pero hay una al menos que me resisto a guardarme: puede que hayan visto por internet un vídeo marciano de Curry practicando lanzamientos desde unos diez u once metros, enchufando uno detrás del otro. Bien, esa clase de entrenamientos está teniendo resultado. Curry promedia más de cinco triples por partido con un porcentaje de un 45,6%. Es una locura. Más increíble resulta que de esos cinco triples, cuatro lleguen de una distancia superior a los veinticinco pies, algo más de siete metros y medio. Su porcentaje desde esa línea imaginaria sube hasta el 53,1% de acierto.
De todas maneras, los números no lo son todo; no reflejan el control absoluto sobre el juego y el gusto por el espectáculo. Pongamos como ejemplo los dos partidos jugados contra los Memphis Grizzlies de Marc Gasol. En el primero, Curry nos dejó una canasta con falta en contraataque después de darse la vuelta entera en el aire y acabar lanzando de espaldas en plena caída. En el segundo, rizó el rizo. Después de robar un balón en defensa, salió algo trastabillado en el bote y acabó recibiendo el contacto de uno de los rivales que se cruzaba accidentalmente en el camino. En un truco de chico pícaro, Curry aprovechó el toque para exagerar una caída a diez metros del aro, tirando a la vez a canasta para poder conseguir tres tiros libres.
El balón, lanzado a una mano, con efecto, desde esa distancia y por un jugador a punto de darse con los dientes en el suelo, acabó golpeando la tabla y pasando por el aro. El árbitro ni pitó la falta. Obviamente, ya no era necesario.
El aficionado que no siga el día a día de la NBA más que por los escasos resúmenes de televisión podría pensar que Curry es algo así como un nuevo Jason Williams: un chico algo enloquecido, muy espectacular, pero poco regular en su juego. Al contrario, la regularidad de Curry asombra. Es fascinante ver como cada semana nos deja una jugada imposible… pero acompañada de sus treinta puntos de rigor conseguidos con un repertorio técnico pocas veces visto en la NBA.
De hecho, una de mis jugadas favoritas en la carrera de Stephen Curry no es un triple lejano ni una entrada a una mano ni una asistencia entre las piernas y sin mirar al Thompson o el Igouadala de turno. Es algo más sencillo pero a la vez mucho más complicado: un rebote en ataque que le coge en la cara a Dwight Howard en las finales de conferencia. No ya un rebote de inteligencia, sino de fuerza. Curry gana la posición y salta lo suficiente para hacerse con el balón y agarrarlo con una mano. La superioridad, para mí, es eso: puedo con tu base, puedo con tu escolta… y puedo con tu pívot si me lo propongo.
Y sin cambiar la cara.
El dominador con el que nadie contaba
Con su 1.90 y su cuerpo chupado, todo en Curry apunta a la fragilidad, como si se fuera a romper en cualquier momento. Lo que quizá no recuerda tanta gente es que la carrera de Curry estuvo en serio peligro de romperse hace tan solo cuatro años, cuando sufrió una lesión de tobillo que le obligó a pasar por el quirófano.
Por entonces, Curry tenía ya a sus espaldas dos temporadas como base titular, buen tirador y catalizador de los nuevos Warriors, una franquicia históricamente asociada al juego bonito y a los malos resultados, con un solo campeonato de la NBA en sus vitrinas, el de 1975. Su elegancia en el tiro recordaba a la de su padre, Dell Curry, quien hiciera una excelente carrera en los ochenta y noventa, sobre todo jugando para los Charlotte Hornets y como revulsivo desde el banquillo.
Aquella lesión en el tobillo de la primavera de 2011 sería la primera de hasta once repartidas en apenas dos años. La temporada 2011/2012 la pasaría prácticamente en blanco, perdiéndose cuarenta de los sesenta y seis partidos que se disputaron después del lock-out. Sus números bajaron tanto que se temía por su progresión, pero al año siguiente, pese a otro par de esguinces, volvió a lo grande, con veintitrés puntos por partido, siete asistencias y casi un 45% de acierto en triples… después de intentar seiscientos en los setenta y ocho encuentros que disputó.
Los Warriors consiguieron clasificarse para los play-off por segunda vez en dieciocho años, cayendo en seis partidos contra los todopoderosos San Antonio Spurs.
Hay algo en esa fragilidad que le asemeja a otros locos bajitos que han dominado este deporte. La referencia suele ser Allen Iverson, capaz de llevar a sus Sixers a una final de la NBA y ser MVP de la temporada midiendo apenas 1.83… como mucho. Sin embargo, Iverson, un anotador encomiable, no era el dominador que apunta a ser Curry. Problemático fuera y dentro de la cancha, propenso a perder los nervios, las batallas de Iverson parecían siempre las de un Quijote enfrentado a los molinos, un hombre enfadado con el mundo.
Si hubiera que comparar a Stephen Curry con alguien de más o menos su tamaño y su importancia en la liga el único nombre que se me ocurre es el de Isiah Thomas. A menudo infravalorado por su ausencia en el famoso Dream Team de 1992, una ausencia debida a sus problemas personales con Michael Jordan y Scottie Pippen, Thomas era muy parecido a Curry en su manera de leer los partidos, aparecer cuando era necesario, combinar un excelente tiro exterior con el arrojo para penetrar entre torres y la capacidad para irse varias veces a los cuarenta puntos sin dejar de dirigir a un equipo que acabaría siendo doble campeón de la NBA en los tiempos de Magic Johnson y Larry Bird.
Thomas tuvo también sus propios problemas físicos, problemas que aceleraron su decadencia y que tuvieron un previo en aquel mágico tercer cuarto del sexto partido de la final de la NBA de 1988, ante los Lakers, cuando, completamente cojo de un pie, consiguió anotar veinticinco puntos en un solo período. Un récord que ni siquiera Michael Jordan pudo igualar jamás.
Es posible que Curry sea menos organizador que Thomas y desde luego parece tener mucha menos mala leche. Comparten, eso sí, la cara de niños, de ángeles sonrientes. El dominio de Thomas duró demasiados años como para apearle tan pronto del pedestal, pero Curry está llamado a superarle tarde o temprano. Quizá su único peligro sea él mismo, que llegue un momento en el que se canse de ser perfecto y se dedique a la extravagancia. A veces, a los genios les suceden esas cosas.
Si limita esos arranques de descontrol que le entran a veces durante los partidos y consigue perder menos balones, será un jugador imparable. A largo plazo, la amenaza es el tedio. A corto plazo, sin embargo, y hablamos de esta misma temporada, es el exceso de confianza. Creerse el mejor sin rivales cuando en la otra conferencia anda todavía LeBron James suelto. Todo lo que no sea una reedición del duelo del año pasado será una sorpresa y es de suponer que esta vez James tendrá a Irving y a Love a su lado.
Solo que sorpresas, en la NBA, tenemos todos los años. El hecho de que un tirillas de tobillos resbaladizos se haya convertido en el dominador de la liga ya es en sí mismo un desafío a toda lógica.
Pingback: Stephen Curry, el improbable dueño y señor de la NBA
Curry es sin duda el mejor jugador de la NBA desde hace 1 año al menos. En mi opinión, los más talentosos con Durant y él, y ejercen ambos un liderazgo en sus equipos basado en su calidad, el buen rollo, la naturalidad y el juego en equipo, con Lebron bastante lejos en cuanto a talento (su fuerte es el físico) y liderazgo (impuesto de una forma poco natural, forzada).
Hombre, comparar el liderazgo de DUrant con el de Lebron me parece fuera de tono cuanto menos. Comparas a un tipo que ha llegado a una final en 7 años contra un tipo que coge un equipo que no está ni en playoffs y le mete en la final de la liga. Que lleva 5 finales seguidas de la Liga y 2 títulos en los últimos 5 años. Bendito «liderazgo forzado».
Y hablar de juego en equipo en Oklahoma es otra bacalá de primer nivel, considerando que la mitad de los tiros los realizan sólo 2 jugadores…
Primero, Lebron ha sabido rodearse de muy buenos jugadores para llegar a esas 5 finales en Miami y Cleveland, y segundo, Lebron sabe porque elige la conferencia Este y no la Oeste. Compara la competencia que tiene Cleveland y Miami para llegar a la final cada año, y compara la competencia de Oklahoma o de cualquier equipo del Oeste para llegar a la final. Así Lebron solo ha ganado 2 finales de 5…
Siguen siendo 2 más que Durant. Es que poner a Durant encima de Lebron en algo… bueno sí, parece mejor chico, sería un buen cuñado y tal…
Durant ha sido máximo anotador un par de veces, llevó a su equipo a una final y… vende muchas camisetas.
Sí, Robert Horry también tiene más anillos que Magic, pero el talento es otra cosa.
Se nota que a tu eres más de Cristiano Ronaldo.
Q sí, que Durant (el campeón de nada) es un talentazo, y Lebron es un comeniños que gana títulos y juega finales porque los otros le tienen miedo.
Y que Durant ejerce un liderazgo tremendo en los vestuarios, y este año puede conseguir el exitazo de meter a su equipo en playoffs.
Y, si fuera de Cristiano Ronaldo, sería de Durant. Tienen muchas similitudes: buenos números, pero poca incidencia en el juego, falta de resultados a nivel de equipo… Vamos, lo contrario que Lebron
Lebron llego a unas finales con uno de los tres peores finalistas de la historia reciente de la NBA (Cavaliers de 2007) esto no lo digo yo, que tambien me considero con criterio, esto lo dice Antoni Daimiel, que me parece que tambien tiene criterio, mucho mas que un servidor de hecho.
Lebron es un jugador que se ha hecho a si mismo, no se ha emborrachado de cifras anotadoras elefantasticas pese a estar en condiciones de hacerlo, por contra, es un defensor superior al mejor Jordan, un canalizador de juego superior a cualquier jugador NBA que no sea un base de nivel alto-muy alto, y un rebotero capaz de irse a la media docena de rebotes sin mucha obsesión. A Lebron se le juzgara por sus derrotas, pero los Heat que ha hecho ganar dos anillos y jugar cuatro finales, y los Cleveland del año pasado, eran equipos muy guapos vistos sobre el papel y tirando a fallidos en la realidad.
5 finales seguidas????? en qué competencia???? en el WEST Lebron no tendría finales…..
Si mi abuela tuviera ruedas seria una bicicleta.
Si Lebron jugase en los Clippers desde hace 4 años, no solo tendria finales el equipo de Rivers, tambien tendria titulos.
Si jugase en San Antonio probablemente habríamos tenido dinastia, equiparable a la de los Bulls. Si jugase en Houston, desde la llegada de Harden, un par de titulos habrían podido caer.
Si hubiese sido el tercer elemento en la ecuación de Portland de los ultimos años, habrian jugado finales por el anillo, quiza hasta las habrian ganado.
Si hubiese jugado con Kobe y Pau en 2011 el equipo no se habria ido a la mierda.
Puestos a fantasear (como haces) yo fantaseo con potentes argumentos, y digo que con Lebron el 95% de los equipos de la NBA son mucho mejores que sin el.
No es nada descabellado conjeturar que Lebron James tendrían menos finales de haber realizado su carrera en la conferencia oeste, es lo más lógico considerando que en la historia reciente la diferencia entre ambas es más que notoria. Aunque no deja de ser una conjetura, obviamente, pero una basada en un análisis simple y honesto
Y desde luego no tiene nada que ver con que su abuela sea o no, una bicicleta.
Sus suposiciones si que les encuentro más fallo, que sus «equipos fantasía» dependen de otros factores como congeniar un equipo, límite salarial y otros pormenores que usted omite para reforzar su razonamiento.
Decir que la conf. oeste es mejor que la este, es objetividad sin trampa ni cartón.
Totalmente de acuerdo con Maxi
Parece que no has leído la conjetura. No habla de que Lebron tendría «menos finales», sino de que «no tendría finales».
Se trata de un brindis al sol parecido al de «el liderazgo de Durant»
Gracias!
Creo que ya va siendo hora de dejar de decir que Isiah Thomas era un buen tirador exterior. Ahora mismo sería un agujero negro en esa faceta.
Yo he venido a hablar de Curry, no de Lebron, que por cierto, es el jugador mas dominador después de Jordan aunque algunos sigan teniendo esa máxima de mejor es el que juega más bonito.
Y Curry es una delicia pero decir que superará a Is. Thomas, es decir que será uno de los mejores quince jugadores de la historia, que ya es mucho. Y por cierto, ya ahora y por muy bien que juegue, no lo catalogo como el mejor, Lebron y Durant tienen más recorrido, Carmelo quizás ya está por debajo (pero tendrá años de seguir así para igualarlo aunque me digáis que tiene un MVP o dos con este año quizás.. porque 2 MVP y 5 ochos, no supera a nueve 9s /y algún diez/ y DOS ochos que es lo que ha hecho Carmelo en sus temporadas NBA..) y los demás de hoy, Davis, Harden, Westbrook, Griffin.. no son peores que Curry tampoco mejores, el tiempo lo dirá. Es el jugador más en forma pero haber cuanto dura
Después de Jordan ha habido jugadores tan o más dominadores que Lebron, ¿o es que ya no nos acordamos de Shaquille O’Neal? Parece como si Tim Duncan no hubiera existido según esa afirmación tan contundente. Por no mencionar a Kobe Bryant… No es restar méritos a Lebron James, que es un monstruo, pero que no ha sabido o podido, creo yo, establecer una dinastía en un equipo, o ser tan superior individualmente como en principio podría suponerse por sus condiciones. Cosa que por cierto, es en parte culpa suya por las tonterías de King James o The Chosen One. Con respecto a Curry podría ser el comienzo de un dominador al nivel de todos estos, o quizás por encima. No parece tan egocéntrico como Lebron, ni es tan problemático como lo ha sido en ocasiones Kobe. Y por encima de todo, ha explotado como anotador por fin, ¡y cómo! Además, quizás tenga las mejores condiciones técnicas en su puesto. Si luego de explotar como anotador explota como conductor de juego no habrá quien le tosa. Creo que tiene las cualidades y un entorno sensacional con un entrenador de primera que como jugador ha estado en las más grandes batallas con los más grandes.