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Carmen Linares: «No pedimos subvenciones para el flamenco, sino apoyo y visibilidad»

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Es fácil sentarse delante de Carmen Linares (Linares, Jaén, 1951) y olvidarse de que estás frente a uno de los máximos exponentes en activo del flamenco. Es fácil porque es una mujer sencilla que se encuentra a dos millones de años luz de las excentricidades de la farándula. Es ella quien empieza preguntándote a ti cómo estás y qué tal tu trabajo, por eso te olvidas de que es Carmen Linares y piensas que es Carmen Pacheco, que es como se apellida de verdad. Habla con sinceridad de lo que siente cuando se sube a un escenario o lo nerviosa que se pone cuando graba un disco, pero también te cuenta que tiene ganas de ver más a sus amigos. Es fácil pensar que tienes delante a una mujer anónima y no una Medalla de Oro de Bellas Artes hasta que caes en la cuenta de que cuando habla con nostalgia de los amigos que ya no están, aparece el nombre de Enrique Morente. Eso no puede decirlo cualquiera, pero ahí está el misterio de, un buen día, decidir que no eres Carmen Pacheco sino Carmen Linares.

¿Cuántos años llevas dedicada al flamenco?

Empecé muy joven de manera no profesional porque llevo el flamenco dentro desde que era una niña; mi padre tocaba la guitarra como aficionado y yo cantaba con él, por eso digo que desde siempre. Como profesional, hace cuarenta años.

¿Alguna vez has pensado «en buena hora»?

Sí, siempre. La música te da muchas satisfacciones, pero también mucha responsabilidad. No es una profesión cualquiera, te subes a un escenario y tienes que cantar delante de mucha gente y transmitirles. Si te lo tomas de manera responsable pesa, pesa porque nunca bajas la guardia. Terminas un concierto y parece que ya has acabado, pero no, tienes que seguir creando, grabando y te absorbe muchísimo. Se compensa con que luego te da muchas cosas. Ahí la balanza se equilibra. A mí el flamenco me ha dado muchísimo, como ser humano me ha enriquecido mucho.

¿Qué te ha dado tu profesión para que digas que te ha enriquecido como ser humano?

En primer lugar me ha dado la oportunidad de viajar muchísimo, que eso es un lujo porque viajas para trabajar, pero te permite conocer muchísimas cosas, culturas, personas de todo tipo, formas de vivir, y eso te enriquece.

Luego, el hecho de subirte a un escenario, que te decía antes. Ese sentimiento de responsabilidad, el estar delante de tanta gente, eso te curte. Y por no hablar de cuando te tienes que subir a un escenario cuando acabas de perder a alguien. Remontar eso es terrible.

A ti cantar no te alivia el luto.

Para mí es un peso. Cantar en casa, para mí misma, me puede aliviar, pero en un escenario no, puedo derrumbarme y ponerme a llorar. Eso no lo quería. Si subo a un escenario tengo que estar en condiciones para poder expresar y estar a la altura.

Cuando he estado de luto he preferido dejar pasar un tiempo para recuperarme y volver, salvo cuando murió mi madre. Teníamos ya el compromiso de grabar el último disco y tuve que armarme de entereza y cantar en el estudio. Me ayudaron mucho. Tuve mucho apoyo por parte de todo el equipo y salió todo muy bien.

Aun así, merece la pena.

Claro. Cuando viene alguien con un disco mío para que se lo firme o me cuentan cosas como que durante un proceso duro mi música les ha ayudado, esas cosas me llenan muchísimo. No soy consciente de hasta qué nivel la música puede ayudar y siempre viene bien que te lo recuerden.

¿Viste que el Cigala salió a cantar pocas horas después de que falleciera su mujer?

Sí, he leído la noticia. Para mí Diego es un héroe, salir a cantar en esas circunstancias requiere echarle muchas narices. Yo no sé si hubiera podido, él ha sido muy fuerte y muy valiente. He sentido muchísimo la muerte de Amparo, la conocía personalmente y sé que era un pilar importante en la vida de Diego.

Hace poco leí un artículo donde decían que está demostrado científicamente que en enfermos de alzhéimer la memoria musical es la última que se pierde y hay muchas terapias que utilizan la música para estimular la memoria.

Si está demostrado, fíjate qué maravilla es usar la música como terapia, como refuerzo de medicinas. El mundo de las emociones es importantísimo y está claro que la música emociona. Las investigaciones deberían hacer más hincapié en todo esto, en lo que produce muchas emociones y sentimientos positivos.

Conscientes de la fuerza que tiene la música para despertar emociones, también hay quien la usa o la acusa de estimular sentimientos negativos. Tenemos el ejemplo reciente de la polémica con Matisyahu.

No sé exactamente el caso de este cantante, no conozco su música ni sus canciones. Lo que sí pienso es que estimular el odio no es positivo. No sé si en el caso de Matisyahu es justo acusarle de esto o no. El conflicto de Israel y Palestina es de hace muchos años y hay que conocerlo bien para opinar.

Carmen Linares para Jot Down 1

Tampoco sabemos hasta qué punto una letra es la responsable de la interpretación que le dará quien la escucha. Por ejemplo si tú cantas «Qué bonita está Triana cuando le ponen al puente la bandera republicana», ¿quién puede asegurar que no haya quien se ofenda?

Esa letra se hizo en la época de la república. A la gente le gustaba cantar ese poema por los colores de la bandera, no incitaba a nada negativo contra nadie. Creo que la música tiene que provocar sobre todo amor. Pero cuando hay injusticias los artistas tenemos que mojarnos y denunciarlo a través de la música.

¿Generó alguna aspereza el tango «Banderas republicanas»?

No, qué va. Es un tango puro de Triana de la Niña de los Peines. A la gente le encantaba. Había gente que cantaba «cuando le ponen al puente la banderita gitana» pero no era así, el tango no decía «banderas gitanas» sino «republicanas» así que, ¿por qué no iba yo a cantarlo así, independientemente de que yo fuera o no republicana? Quizá me estaba señalando en mi ideología política, pero me daba igual.

Si esos tangos hubieran aludido a otra bandera, ¿los hubieses cantado?

Posiblemente sí. Yo quería hacer una antología que reuniese todos los cantes que hicieron las mujeres y quería recogerla así. Ahora, si hubiera hecho apología del terrorismo seguro que no lo hubiera cantado, claro. Pero mencionar a una bandera simpatizante, desde luego.

¿Cómo era ser cantaora en tiempos de Franco?

Pues mira, como las letras del flamenco que yo interpretaba son tradicionales realmente a mí, en mi música, no me ha influido para nada. En la época de Franco, Morente grabó poemas de Miguel Hernández. En mi vida personal claro que he sentido que no teníamos la libertad que tenemos hoy, pero profesionalmente a mí no me prohibieron nada. A nosotros nadie nos echaba cuentas [Ríe].

En una charla Forges y decía que durante el franquismo estaban tan obsesionados con que todo estuviera dentro de su orden que a veces te censuraban nimiedades que no tenían nada que ver con ellos. Estaban tan atentos al detalle que se les pasaban las obviedades.

A mí no me ha pasado nunca. De hecho recuerdo que en el San Juan Evangelista, que es un sitio donde se hacía mucha vanguardia, hicimos un homenaje a Balmaseda, cuyas poesías no estaban bien vistas en el franquismo, y no tuve ningún problema. Sí conozco, por supuesto, artistas que hacían canción protesta y ellos no te contarán lo mismo que yo. Pero yo hacía cantes muy tradicionales, era muy joven y estaba preocupada solo por la música.

¿Creas un personaje cuando cantas?

No. Lo que hago es meterme en el cante que estoy haciendo, interpreto, pero no creo personaje. Si estoy haciendo un cante de un poema triste, intento transmitir esa tristeza. Si canto una bulería, intento transmitir ese carácter festivo.

Eres cantaora porque tu padre era muy aficionado al flamenco, ¿es una profesión de tradición familiar?

Yo creo que esto no tiene mucho que ver. En el caso del arte, si no lo sientes y no te llega, no hay nada que hacer. Mi padre lo alimentaba mucho porque mi entorno era muy flamenco. En Andalucía lo escuchábamos mucho, pero una cosa es tener afición y otra dedicarte a esto. Para los inicios sí que es importante que haya un vínculo y un entorno, pero luego dedicarte a esto o no es muy distinto porque es muy sacrificado.

¿Tus hijos se dedican al flamenco?

De mis tres hijos, el mediano, Edu, es guitarrista y Lucía es actriz y también canta muy bien, lo llevan dentro.

¿Alguna vez has cantado en algún sitio que no era el adecuado?

Sí, he cantado en sitios donde he visto que el público iba a cenar, no a escuchar la actuación y era muy difícil y frustrante.

¿Qué haces entonces?

Intento atraerlos, pero es difícil que surja esa comunicación y esa chispa. Eres profesional y llevas el espectáculo a un buen nivel, pero no hay magia.

Charlamos hace poco con Santi Balmes  y decía que cuando en un concierto veía a alguien bostezar su objetivo era que esa persona cambiase de estado de ánimo.

Yo no. Si veo a alguien bostezar no pongo mi energía ahí, centro mi atención en la persona que sé que está disfrutando, que le interesa ver mi espectáculo.

¿Cómo es el aficionado del norte de España? [Esta entrevista se realizó durante el Festival Flamenco On Fire, en Pamplona]

Es muy cálido, aunque no lo parezca, porque no participa o no dice «¡Ole!» en un momento dado, pero cuando he actuado en el norte, siempre al acabar la actuación el público rompe en un aplauso que de verdad te llega. A lo mejor no jalean, no porque no lo sienten sino porque creen que van a molestar, que te van a interrumpir. Yo creo que es más timidez.

Entonces, se nota la diferencia de cantar en el Festival On Fire de Pamplona a cantar en el Festival de Jerez.

A la hora de cantar no, porque en esencia tanto en un sitio como en otro cantas para un público que tiene su corazón puesto ahí. Lo que pasa es que si tú conoces muy bien el flamenco disfrutas más, con lo cual según vayan pasando los años y el On Fire se consolide, estoy segura de que el público va a venir con más conocimiento de flamenco y lo va a pasar mucho mejor.

También pasa que si canta Carmen Linares o toca Jorge Pardo, aunque no seas un gran aficionado, sois artistas de referencia que hay que ir a ver alguna vez en la vida.

Yo creo que en nuestro caso sí que es verdad que el público viene con otra predisposición. Ya conocen nuestra música y eso ayuda, ayuda mucho. Si yo canto algo sobre el disco de la mujer y el público conoce ese trabajo, está más predispuesto, disfruta más. Esto al final es una cuestión de oído, pasa como con el resto del arte, si ves mucha pintura, o tienes a alguien que te la vaya explicando seguro que disfrutarás más ante un cuadro. Pues con el flamenco pasa igual.

¿Te planteaste otra profesión?

No. Desde el primer momento me gustaba el cante y quería ser cantaora. Y además cantaora de flamenco, no otro tipo de cante.

¿Te propusieron hacer otro tipo de música?

Sí, cuando era jovencita, era mona y tal y me proponían hacer cosas más comerciales, pero a mí no me gustaba, quería ser cantaora.

¿Más comerciales, como copla?

Sí, y a mí la copla me parece una maravilla, cantaba copla cuando era más joven, me gustaba mucho Marifé de Triana, Enrique Montoya y les tengo mucho respeto, pero me metí en el cante que era lo que realmente me apasionaba.

A Montserrat Caballé un reputado agente le dijo en una audición en Roma que lo mejor que podía hacer era volver a España y tener hijos, ¿a ti te han pronosticado alguna vez tan malísimamente como a ella?

¿Ah, sí? ¿Le dijeron eso?

Sí, y años más tarde volvieron a coincidir y él le pidió por favor que nunca desvelara su nombre.

Yo he tenido mucha suerte, nunca me he encontrando a nadie que me ofendiera así. Y lo de mandarme a mi casa a tener hijos no me lo podían decir porque los tuve a los tres tan joven que yo ya había cumplido [Ríe]. De todas formas a la gente tóxica intento no echarle cuentas.

Hablando de Montserrat, recuerdo la actuación con Freddie Mercury y la química que tenían en el escenario siendo sus trayectorias y estilos tan dispares, ¿recuerdas algo más o menos similar en tu caso?

Sí, actué con Cristina Branco, hicimos un fado a medias —a mí el fado me gusta mucho— y me sentí muy muy bien con ella. Sí he experimentado que cantar con otros artistas que no son netamente flamencos me aporta muchísimo. Luego, he participado en proyectos que no son estrictamente flamencos, como cantando canciones de Sabina o Serrat en algún homenaje a ellos, o hace poco cantando un tema de Luz Casal con mi hija. Pero sí, todo esto aporta siempre mucho y se nota en el escenario.

¿Has cantado en otros idiomas?

No, nunca.

¿Y no te atreves?

Bueno, nunca es tarde, no descarto cantar canciones de artistas que me gustan en otros idiomas, pero no flamenco. El flamenco en otro idioma no lo veo, no me seduce.

¿Qué te parece la fusión que hace Pitingo?

Pues mira, he cantado con él un tema de Lorca para un disco suyo y ha sido una unión muy bonita. Pitingo es un artista con mucha sensibilidad y mucha personalidad para trazar su camino.

Se le critica mucho también.

Sí, pero tiene que seguir su trayectoria. Hay gente a la que le gustará más y otra a la que no le gustará nada, pero un artista tiene que ser fiel a lo que quiere hacer y le gusta, no puede quedarse entre dos aguas. Y eso es lo que está haciendo muy bien él, así será siempre más auténtico.

Hace poco hablábamos con Miguel Poveda y él sí se lanza a cantar en catalán.

Pero es que es su lengua también. Otra cosa es que habrá a quien escuchar flamenco en catalán no le llegue. Pero Miguel canta en catalán porque lo siente y es su lengua también.

Carmen Linares para Jot Down 2

Si tuvieras que resucitar a un artista, ¿a quién sería?

Huy, qué difícil. No sé, es que admiro a muchísimos artistas que no están y les tengo muchísimo respeto. ¡No me pongas en ese compromiso!

Dices que aprendiste a cantar de Fosforito.

Sí, cuando empecé de niña mi primer maestro era Fosforito, pero luego he tenido otros maestros, claro. Esto es necesario porque si te ciñes a un único referente al final no creas personalidad, es mejor que escuches a más gente para crear tu propia identidad.

Esto mismo decía Esperanza Fernández. A ella le gustaba mucho Lole y al final tuvo que «apartarla» porque inconscientemente la imitaba.

Claro, ese es el peligro. Hay que escuchar otras cosas para poder hacer lo tuyo.

¿Alguien te ha reconocido que canta por ti?

Sí, gente muy joven. Vienen y me dicen que se saben mis discos y que hacen cosas mías. Me hace muchísima ilusión que me tomen como referente. Esto está muy bien cuando empiezan, pero tienen que hacerse su camino y hacer su propio cante.

Durante la grabación de su disco, Silvia Pérez Cruz y Raúl Fernández Miró estaban atravesando un momento creativo difícil y al escuchar Despegando, de Morente y Habichuela, se les estimuló la creatividad, ¿algún artista te ha inspirado así?

Muchos, muchas veces. Escuchar a otros artistas y otras cosas, otros estilos musicales, es muy importante para la creatividad. A Sílvia Pérez Cruz la inspiró Morente, pero ella también puede estimular a otros artistas. Su música te puede reavivar un sentimiento o puedes descubrir en su voz unos matices que no contemplabas.

Además de flamenco, ¿qué escuchas?

No tengo mucho tiempo, pero intento saber qué se hace en música brasileña, fado… Cuando no trabajo a veces escucho pop.

¿Cuánto del flamenco familiar y cuánto del flamenco aprendido hay en Carmen Linares ?

El ritmo y la tonalidad los he aprendido de mi padre. Él tocaba la guitarra y crecer con alguien que toca un instrumento te enseña muchas cosas. Pero en el flamenco tienes que tener unas condiciones que son la voz, la inteligencia y el corazón. Y mucha, mucha afición para querer dedicar tu vida a esto, escuchar mucho y estudiar, porque se aprende.

Muchos flamencólogos te definen como «una estudiosa del flamenco».

Claro, lo soy, porque si quieres realizarte en tu profesión, cuanto más sepas de eso que haces, mejor. Hay que escuchar muchas formas y voces diferentes de leer el flamenco para conocer mejor lo que haces y enriquecerlo.

Miguel Poveda y Marina Heredia, entre otros, han lamentado varias veces que el flamenco no reciba los apoyos institucionales que merece, ¿estás de acuerdo?

Totalmente. Las instituciones no hacen lo suficiente. El flamenco debería tener muchísimo más apoyo porque es una de las mejores músicas que tenemos a nivel mundial. Y a nivel nacional estoy convencida de que es la mejor música que hay.

Creo que se apoya muy poco la cultura y de hecho ahora muchos artistas van por taquilla, los artistas pagan sus espectáculos, otros hacen recortes de músicos o escenografía y al final esto hace que el espectáculo sea más austero. Esta queja no es a nivel personal, yo afortunadamente no lo sufro tanto, es algo global, veo a muchos músicos muy buenos que están empezando y no pueden seguir. Me afecta ver a esta gente tan profesional que tiene que dejarlo porque no tiene la oportunidad. Hay una generación de artistas que se está quedando fuera porque no recibe esa visibilidad.

Cuando decís «apoyos», ¿os referís a subvenciones?

No, no estamos pidiendo subvenciones, sino que se dediquen más recursos a actividades culturales: libros, actuaciones, enseñanza del flamenco… No pedimos subvenciones para el flamenco, sino apoyo y visibilidad, como se apoyan otras músicas, otras artes.

¿Te refieres a la decadencia de programas de flamenco en televisión, por ejemplo?

Es que en televisión no hay nada. No se apoya nada. Antes había un programa de jazz, otro de música clásica, otro de flamenco, etc. Había espacio para muchas músicas, pero ahora no hay nada de esto. Es lo que te decía antes, hay una nueva generación de artistas flamencos que no tienen minutos en televisión. Nuestra televisión estatal no apoya la música. Entiendo que el flamenco no tiene los seguidores que tiene el pop, con esto no puede competir, pero si no se le da visibilidad al final va decayendo. Que hagan un estudio de audiencia y si nos corresponden diez minutos al flamenco, otros tantos al jazz y otros al pop, pues que se haga así, pero que no desaparezcan los programas musicales.

Ganaste el concurso Camino al triunfo de Radio Madrid, esto me recuerda a Operación Triunfo, pero has dicho en alguna entrevista que no te gustan los talent shows.

Me preguntaron si yo llevaría a mi hijo a un programa de este tipo y yo dije que no. Hay mucha gente a la que le va muy bien haber participado en un talent show, pero yo no llevaría a mi hijo porque hay mucha competitividad. Cuando veo a un niño llorando porque no le han seleccionado me da mucha pena. Yo cantaba de niña pero no tenía esa presión. Iba de otra manera y me divertía mucho.

Hablando de programas musicales, viendo Cachitos de Hierro y Cromo, en La 2, te das cuenta de la cantidad de programas musicales y actuaciones flamencas que se emitían.

Sí, hubo una época que en radio y tele se apoyaba muchísimo. Los medios de comunicación daban mucha visibilidad.

En cambio para Dorantes no sucede así. Él dice que su música está en alza. A lo mejor no se trata de un problema de visibilidad sino de reinventarse.

Claro, Dorantes tiene razón porque antes el piano flamenco era una cosa muy rara. Lo mismo que si lo dice Jorge Pardo, que él hace flamenco con saxo o flauta. Ahora se fusiona más y se puede hacer un flamenco de gran calidad con otros instrumentos. El flamenco tiene un abanico muy abierto a otras músicas y, ¿por qué no se va a abrir a experimentar? Yo hace años incorporé el piano de Pablo Suárez en mis actuaciones y le da un colorido impresionante a lo que hacemos. Él es flamenco y conoce el jazz, se expresa con piano. A Jorge Pardo le dieron el premio a mejor músico de jazz europeo y él hace flamenco.

¿Me recomiendas diez artistas imprescindibles para entender el flamenco?

Resumirlos en diez es hacer mucho resumen [Ríe]. Si empezamos por los antiguos, te digo D. Antonio Chacón, ha sido fundamental, la Niña de los Peines, Antonio Mairena y Fosforito. Artistas más modernos: Paco de Lucía, Morente, Camarón y Manolo Sanlúcar han sido muy importantes. Y en la danza Carmen Amaya, Antonio Ruiz Soler, por supuesto. Antonio Gades, también, ¡pero es que es muy difícil resumirlos en diez!

Imagina que caes en un lugar remoto donde no saben nada de España ni del flamenco, ¿cómo les explicarías tu profesión y la importancia de la música que haces?

Se lo dejaría escuchar. Cuando lo escuchas se ve enseguida la calidad musical que tiene el flamenco. Es mi raíz, mi ADN, y para mí es muy importante, pero independientemente de esto es una música con una calidad enorme, lo digo yo y está reconocido por muchos expertos en todo tipo de músicas. Les diría que es una música que viene de muchas influencias, que viene del folclore andaluz con toda la cantidad de culturas diferentes que han pasado por Andalucía, por lo tanto es una música con mucha tradición.

Y si tuvieras que llevar a esa persona que no sabe nada de flamenco a verlo, ¿dónde la llevarías?

La llevaría a ver un espectáculo donde se conjugasen las tres expresiones artísticas del flamenco: cante, toque y baile, para darle una idea más amplia del flamenco, pero el lugar no lo sé.

¿Qué rincón eliges tú para ver un espectáculo de flamenco con estas tres disciplinas?

Me fijo más en la programación. Estoy muy atenta a las programaciones que hay en los festivales: Suma Flamenca, Bienal de Sevilla… Para mí es una pasada. En Jerez hacen muy buena programación también, me las miro todas y me apunto todo lo que me gusta. Si te hablo de un sitio pequeño, destaco que se están esmerando mucho en la sala García Lorca de Casa Patas. Allí suele haber muy buena programación.

Carmen Linares para Jot Down 3

Eres más cantaora de teatro que de tablao, ¿y qué tal te desenvuelves en los estudios de grabación?

Es verdad, me gusta más cantar en teatros que en tablaos porque hay otra predisposición del público. Saben lo que van a ver cuando compran la entrada. El tablao para mí fue muy importante al principio porque aprendí mucho. Me ha dado mucho bagaje, me ha enseñado a estar receptiva con lo que pasa alrededor y le tengo mucho respeto, pero claro, en un teatro la gente está pendiente del escenario, no están cenando, por ejemplo, como pasa en muchos tablaos. Y las grabaciones, ¡uf! [ríe]. Les tengo mucho respeto, me pongo muy nerviosa en las grabaciones y son muy duras para mí. Me gusta más el directo porque en una grabación disfruto menos, de hecho yo tiendo a hacer discos en directo. Aunque haya alguna imperfección hay un alma distinta. Pero bueno, también hay que meterse en el estudio, esto también es parte del trabajo de los artistas.

Pensaba que grababais simulando un directo, simultaneando la grabación de las pistas.

Sí, normalmente grabo con el guitarrista al lado, separados por una cristalera, pero tocando y cantando a la vez. Salvo si son colaboraciones más puntuales que ya me dan todos los instrumentos grabados y yo canto encima.

Claro, una grabación como la planteas tú es más cálida.

Sí, y te cuento una anécdota: en Antología de la mujer en el cante hago una bulería con Tomatito. Así que en la grabación estábamos todos, y cuando ya había terminado, Tomatito estaba emocionado y siguió tocando. Total, que salió natural que todos siguiéramos a Tomatito y se arrancó a bailar Manolito Soler. Nos gustó y en el disco quedó tal cual con el baile de Manolito Soler que no estaba previsto. O sea, que es estupendo.

Cantaste «Libertad entre rejas», con Dorantes, ¿has cantado alguna vez en la cárcel?

Sí, hace muchísimo tiempo fui a cantar a la cárcel de Yeserías de Madrid, una cárcel de mujeres. Fui allí con Luis Habichuela, dimos un recital para ellas y fue muy bien, una experiencia única, me lo agradecieron muchísimo.

¿Qué destacas de trabajar con el maestro Dorantes?

Que es un artista extraordinario y se aprende muchísimo con él. También que es muy fácil entenderse con él porque es una persona muy flexible, y que aunque sea pianista, es flamenco, y es tan fácil trabajar en el escenario con él como con un guitarrista porque conoce el lenguaje flamenco perfectamente. Para mí es un honor.

Lo increíble de Dorantes es que lo ves en directo y a veces te hace creer que toca la guitarra.

Justamente porque es un flamenco expresándose con el piano y hace maravillas. Yo creo que el que haya músicos flamencos en cualquier instrumento acerca este estilo musical a otros públicos. Son fantásticos.

¿Hubo algo que marcase un antes y un después en tu carrera?

Sí, el disco Antología de la mujer en el cante. Había hecho ya cosas importantes, pero este disco me dio muchísimo prestigio en el mundo del flamenco, fue un trabajo muy especial, muy concienzudo y que ya figura como referente en el flamenco. Es una reivindicación de lo que han hecho las mujeres en el cante. A mí me dio mucho prestigio este trabajo como artista y un montón de satisfacciones personales.

¿Cómo surgió?

Pues de manera muy natural. Yo hacía muchos cantes de mujeres, el cante de la Trini, cantaba por soleá, el de la Niña de los Peines… y pensamos que por qué no reunir esto en un trabajo. Lo presenté y no me lo aceptaron, pero estuvo ocho años en un cajón hasta que Universal se interesó por este proyecto. Luego me alegré mucho de que tardase tanto en salir, porque con ocho años menos seguro que no hubiese sido tan redondo, ya me pilló más curtida, más madura. Así que muy bien. Las cosas pasan siempre por algo.

¿Y Amor Brujo de Manuel de Falla?

Me encanta. Entré en el mundo de la música clásica gracias a este trabajo. Siempre le estaré agradecida al maestro Manuel de Falla por escribir esa obra inspirándose en una cantaora y que luego hayamos podido seguir otros. A pesar de que sea una sinfónica o lo cante con una gran orquesta estoy dentro de mi registro y me supuso un avance importante en mi carrera.

¿Cómo eliges el palo que tiene que llevar un poema?

Sobre todo por la temática. Si canto por soleá el poema tiene que tener un carácter sobrio. Además de la métrica, claro. Pero depende sobre todo de la profundidad de lo que dice. Me encanta la calidad que tienen muchas letras populares, hay algunas que las leo y ya las imagino cantadas por tientos o soleá. Es muy bonito.  

Además del flamenco, ¿qué aficiones tienes?

Soy muy de estar con amigos y mi familia, de hacer cosas con ellos. Cuando tengo tiempo libre me encanta ir a Málaga y pasar los días allí. Me gusta ir al teatro y al cine, me encanta el cine. Antes de ayer vi La visita, no me gustó nada. Ayer fui a ver Un día perfecto y hoy volveré otra vez al cine, pero no sé qué veré. Cuando estoy de vacaciones, voy muy a menudo. Y al teatro me gusta mucho ir con mi hija Lucía. Hace poco fuimos a ver Burundanga y pasamos un rato muy divertido, ¿has visto Burundanga?

Sí, la vi hace tiempo.

¿A que es graciosa? También te recomiendo En el estanque dorado, de Lola Herrera y Héctor Alterio, me encantó. Disfruto mucho viendo teatro.

¿Qué harás cuando te retires?

Bueno, bueno, bueno… ¡Un montón de cosas! Leeré más, seguro. Y haré lo que hago en mi tiempo libre, pero más. Ojalá que para entonces tenga nietos. Viajaré más, porque aunque ahora viajo mucho, reconozco que de muchas ciudades solo he visto el aeropuerto, el teatro y el hotel. Últimamente sí que me tomo las giras más tranquilamente y me tomo por lo menos un día libre para conocer algo de la ciudad a la que viajo. Me frustro mucho cuando llego a Madrid y pienso: «Ostras, he estado de viaje y no he visto nada de esa ciudad». Es que viajar cuando tienes que actuar es mucho sacrificio. Se van todos por ahí y yo me tengo que quedar en el hotel para estar descansada, no coger frío y no estropearme la voz y me pierdo muchas parrandas.

Con la de gente que se conoce en las parrandas y lo que se aprende, Carmen.

[Ríe] ¡Cómo lo sabes! Pero cuando acabo de actuar sí que me explayo. Me voy con mi gente, montamos juergas y ya no me importa acostarme tardísimo y al día siguiente volver en el avión juntos. De fiesta surgen muchas ideas también. Me acuerdo que cuando actuaba con mi queridísimo Morente a veces me decía: «Venga, ¿adónde vamos?» y, ¡hasta las ocho de la mañana! Montábamos unas fiestas que cantaba uno, y el otro… Esas cosas el día antes no las puedo hacer, pero el día después de la actuación… ¡Eso es maravilloso!

O sea, que cuando te retires, familia y parranda.

Eso es. Familia y parranda, sí, sí. Me iré a ver a todos para irnos de fiesta después. Vamos, lo que hace la gente normal.

Carmen Linares para Jot Down 4

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2 Comentarios

  1. Madre mía, que maravilla de persona.

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