Los narcotraficantes son extraordinariamente fotogénicos para la pantalla y no es difícil encontrar los motivos de ello. Sus vidas están envueltas en la violencia más atroz, un poder casi ilimitado y una ostentación de su riqueza tan grotesca que ni el guionista más atrevido puede superarlas con su imaginación, tan solo recrearlas. Ante una realidad tan asombrosa como la de Pablo Escobar y la Colombia que lo padeció… ¿para qué añadir superpoderes, alienígenas o niñas pálidas del más allá? Otra cosa menos sencilla de responder es por qué desde su muerte en 1993 hubo cierto vacío que de forma repentina se ha cubierto en los últimos años con varias series y películas: quizá fuera necesario dejar transcurrir un tiempo para digerir lo ocurrido y verlo en perspectiva. Tal vez lo que era actualidad periodística ha pasado a ser ya historia y es el momento de narrarlo a una nueva generación que no vivió lo sucedido o lo recuerda vagamente.
Así que ya solo queda adaptarlo a la pantalla aclarando, si se desea, que solo las partes más inverosímiles son ciertas. Pues la ventaja de la realidad sobre la ficción es que no necesita parecer realista, le trae sin cuidado la incredulidad que nos provoque que un narcotraficante llegue a ser el séptimo hombre más rico del mundo, que uno de sus principales cómplices fuera un rendido admirador a partes iguales de Hitler y John Lennon, que se ofrezca a pagar la deuda externa colombiana a cambio de que lo dejen tranquilo, que consiga modificar la constitución del país a su conveniencia y que tras someter a sus sufridos compatriotas a un hostigamiento terrorista con miles de muertos finalmente acuerde ser prisionero de una cárcel que él mismo ha diseñado y construido y de la que, oh sorpresa, se fuga cuando le conviene. Todo ello enraizado en un contexto internacional y una época de una gran conflictividad. Fueron, parafraseando la maldición china, tiempos interesantes. Aunque bien pensado cuáles no lo son.
La década de los sesenta dejó tras de sí un considerable cambio en la cultura y los valores occidentales y, también, unos cuantos colgados. Hippies extraviados que se dedicaron al tráfico de marihuana inicialmente a pequeña escala, pero que rápidamente fueron profesionalizándose y dando pasos cada vez más audaces, tal como podemos ver en las películas Puro vicio, Blow o en el libro Ciego de nieve (que, sorprendentemente, aún no ha sido adaptado al cine). Se pasó de cruzar la frontera con mochilas cargadas de maría a hacerlo en avionetas y, una vez descubierta lo lucrativa que podía ser, la mercancía pasó a ser la cocaína. Hay una anécdota fascinante que en el citado libro se atribuye al traficante Zachary Swan sobre la manera que ideó de burlar las aduanas. En una ocasión colocó en la estantería de un supermercado neoyorquino un bote de café con una nota en su interior anunciando el premio de un viaje a Colombia. El anciano matrimonio ganador hizo el recorrido turístico y recibió allí diversos obsequios de manos de supuestos empleados de la compañía cafetera. A su regreso a Estados Unidos acudieron a las —de nuevo supuestas— oficinas de la empresa con dichos regalos para ser fotografiados con ellos y en un momento de descuido se los cambiaron por réplicas exactas, aunque sin paquetes de cocaína en su interior. Probablemente nunca llegaron a enterarse de lo que hicieron.
Según anunciaba hace unos meses Hollywood Reporter el director Antoine Fuqua y el actor Jake Gyllenhaal (de quienes muy recientemente hemos visto Southpaw) estarían preparando el biopic titulado The Man Who Made It Snow en torno a Max Mermelstein, el piloto que sirvió de enlace con Estados Unidos para el Cartel de Medellín liderado por Escobar. Max participó también en el asesinato de otro aviador norteamericano, Barry Seal, quien tras haber crecido en una familia del Ku Klux Klan fue primero agente de la CIA, luego narcotraficante al servicio del cartel, posteriormente informante de la DEA y por último sus revelaciones desataron el escándalo del Irán-Contra, por el que el gobierno de Reagan vendía armas a Irán para financiar a la guerrilla nicaragüense opuesta al sandinismo. Un personaje curioso este Barry Seal, del que precisamente en estos momentos se está rodando otra biografía, Mena, protagonizada por Tom Cruise. Estaría bien que los actores que interpretan a los personajes comunes a ambas películas hicieran un crossover entre ellas, aunque parece poco probable.
Otra película en torno a este asunto que pudimos ver el año pasado fue Escobar: Paraíso perdido. inspirada vagamente en un hecho real, pasó desapercibida aunque me pareció bastante buena y en ella pudimos ver al Patrón interpretado por Benicio del Toro. Que por supuesto no estuvo a la altura de la película imaginaria en torno a la que gira parte de la trama de la serie Entourage. También durante los últimos años han aparecido documentales acerca del ascenso y caída del narco que llegó a controlar el 80% del comercio mundial de cocaína como Los pecados de mi padre, en el que vemos a su propio hijo contando la historia o Pablo, ángel o demonio, un título este un tanto desconcertante para hablar de alguien al que se le atribuyen según algunas fuentes en torno a diez mil asesinatos (ya puestos titulemos a otro Hitler, ¿héroe o villano?), aunque se comprende mejor al mostrarnos su lado filántropo —o de compra de conciencias, según se mire— por el que financió la construcción de viviendas e instalaciones deportivas en barrios pobres de Medellín. Ambos documentales están disponibles en YouTube.
Y por último, en torno a este emprendedor que ganaba sesenta millones de dólares diarios nos han llegado en los últimos años dos series. Una de ellas de una producción colombiana titulada Escobar, el patrón del mal, que por la austeridad de su filmación y la desmesurada duración de su arco argumental, nada menos que ciento trece episodios, es más una telenovela que otra cosa. Además al protagonista le dieron un aire a Torrente —vean esta inenarrable escena— que resulta gracioso pero no creo que muy acorde a la gravedad de lo que se cuenta.
La otra es Narcos, del canal Netflix, y esta sí es absolutamente recomendable y tiene una duración más razonable, una temporada de diez episodios. Se le han reprochado dos cosas; una es el acento extranjero del actor protagonista (Wagner Moura, a quien ya vimos en la estupenda Tropa de élite), que efectivamente es un pequeño lastre, pero tampoco es difícil acostumbrarse y pasarlo por alto. La otra, más cuestionable, es el protagonismo que da a los agentes de la DEA, un sesgo que delataría su producción norteamericana. En realidad en buena parte de la narración son meros espectadores de lo que ocurre, la serie no duda en atribuir casi todo el mérito en la lucha contra el narcoterrorismo a los propios colombianos y, en fin, es que en la realidad la agencia estadounidense antidroga estuvo involucrada en la política interna de este país, qué le vamos a hacer. Así que mostrarlo podrá herir algunas sensibilidades nacionalistas refractarias a «los gringos», pero salvo ciertas licencias es bastante fiel a los hechos. Además, al mostrar Colombia a través de los ojos de un extranjero, los espectadores de fuera podemos comprender mejor ese contexto que los lugareños ya darán por supuesto. Porque contar la historia de Pablo Escobar es contar la historia de todo un país, cuyas instituciones se vieron sometidas a una presión mediante la violencia, el chantaje y la corrupción de una magnitud difícil de comprender. Fueron tiempos interesantes que pueden servirnos de enseñanza.
Excelente artículo,
El columnista desde luego no se vio la serie «Escobar el Patrón del Mal» por ello es tan apresurado en su crítica; la mejor serie y más completa desde el punto de vista histórico sobre Pablo Escobar es sin lugar a dudas la colombiana, éxitosa allí donde se presentó y una de las más costosas que se hayan realizado. Totalmente desenfocado en este aspecto, pero en todo lo demás: excelente.
Totalmente de acuerdo con el comentario de Lira. Creo que el que firma el artículo solo ha visto algún vídeo de YouTube para escribirlo, en referencia a la serie El Patrón el mal. Yo me he visto todos y te aseguro que no es una telenovela, es una serie que revisa en profundidad la historia del famosos narco.
En cualquier caso y por compensar…el espíritu y la iniciativa del artículo está genial.
Un saludo
La serie «Escobar el Patrón del mal» fue también bastante floja, incluso desde el punto de vista histórico en donde no se explican las razones culturales, sociales y económicas para el surgimiento de Escobar y (muchos) otros narcos poderosos. Lo peor de la serie es que muestra a Escobar y su combo como malos «porque sí» sin detenerse en una sociedad permisiva, unos políticos corruptos, unos empresarios deshonestos y unos «buenos» que no lo fueron tanto.
Está mal el enlace que va a la escena de «Escobar, el patrón del mal»
Qué por otra parte es bastante mejor que la de Netflix que es una americanada.
Nada más lejos de la realidad. Es americana y desde un punto de vista, evidentemente, americano, pero no una americanada (en realidad estadounidense, que no americana).
Aunque es una maravillsa interpretación de Moura, el problema del acento extranjero es que aunque para nosotros no nos «afecta» porque es español, los paisas en Colombia, NO hablan así.
Es como si se hiciera una película sobre un catalán/gallego y el actor que lo interpretara tuviera acento andaluz.
Soy Colombiano, y me parece que el artículo está bien escrito y es bastante certero en cuanto a la realidad histórica que narra, sin ahondar mucho en la magnitud de tragedia que fue Pablo Escobar para Colombia.
El país a cambiado muchísimo, siendo uno de los más prometedores de la región y ad portas de firmar la paz con la guerrilla de las FARC (la más longeva en la historia). Ahora que todo el mundo tiene la «fiebre por Escobar», que para los colombianos no termina de revestirse de vergüenza y dolor, recomendaría, para aquellos que si quieran conocer la historia como fue y narrada por sus protagonistas, el documental: «Colombia Vive: memorias de un país sin memoria (1982-2007)». Es, francamente, EXCELENTE, sobretodo las dos primeras partes (La euforia y El terror) https://www.youtube.com/watch?v=-8rp-JDb_Z8
El mayor error del artículo es tachar a la serie de «Pablo Escobar: el patrón del mal» de telenovela, siendo, la mejor serie producida sobre este tema. Es producida por hijos de víctimas de Escobar como el ilustre Guillermo Cano (director del diario «El Espectador» que era el único diario que tuvo la valentía de atacar a Escobar y el mejor periodista de la historia de Colombia) y basada en el libro «La Parábola de Pablo» de Alonso Salazar. Es la mejor serie producida en la historia de Colombia; y cuenta los hechos tal y como fueron, con una calidad magnífica y un humanismo impresionante. No sólo muestra a los infámes narcos con sus distintos matices, sino tambien a todo el pueblo colombiano que fue víctima de Escobar.
Sólo fijense en la letra de la canción, y como en el intro no solo se pone a Escobar sino también a Luis Carlos Galán, Rodrigo Lara Bonilla y Guillermo Cano. Tres mártires que dieron sus vidas por Colombia, luchando contra el poder de Escobar, las mafias y la misma corrupción.
https://www.youtube.com/watch?v=nX3-ucagRL4
Miren la calidad de la serie al narrar uno de los momentos más dolorosos en la historia reciente de Colombia: el asesinato de Luis Carlos Galán, la esperanza máxima de Colombia. https://www.youtube.com/watch?v=NxbY_KE1xig Es para llorar.
Por favor, dejen que nosotros narremos nuestra histori,. Es lo mínimo que nos merecemos.
Qué manía con considerar que una serie históricamente fiel es mejor. La serie en cuestión es horrorosa, por muy veraz que sea. Al nivel de las telenovelas. Lo de «dejen que nosotros narremos nuestra historia» es de un nacionalismo patético.
El articulo si ameno, bastante flojo. La produccion audiovisual realizada alrededor del Pablo Escobar, es escasa y precaria a nivel histórico. Por otro lado, señalar a alguien por querer narrar su historia como nacionalismo patético? bahhh, argumentos pueriles del atlantico norte. Todo depende, diria Eric Wolf, de quien eche el cuento.
Para USA representó algo, para Colombia otra, incluso para los paisas (como dice el autor del garrapiño), un lavado de conciencia. Creo que la foto mas famosa de Pablo Escobar es la que tiene de fondo a la casa blanca.
Saludos desde Quito
A mí la serie me pareció muy floja, y además me parece que no es fiel a la historia porque solo le echa la culpa de todos esos hechos a os narcos y desconoce que hubo una sociedad que los aplaudía, unos políticos (no solo uno) que recibía feliz sus donativos, unos antiguos ricos que les vendían propiedades al triple del valor y unos dirigentes que jamás pensaron en las clases más desfavorecidas. Por otro lado, muchos de los hechos que allí se narran están muy tergiversados. En fin, la serie fue floja pero para el que no conoce a profundidad el tema le puede parecer excelente. De paso, hay varios libros buenos sobre el tema que se pueden recomendar.
Muy acertados sus comentarios Santiago. Gracias por la recomendación del documental. Saludos
Como español que vive en Colombia desde hace más de tres años no puedo más que estar de acuerdo con usted. El mayor error de los no colombianos es pensar que El Patrón del Mal exagera la comedia y los absurdos, pero no saben que eso precisamente es la realidad de Colombia. No es que le hayan dado un aire a Torrente, es que la realidad supera a la ficción.
«Los espectadores de fuera podemos comprender mejor ese contexto»… Los criminales son iguales en todas partes, dejemonos de florituras. Podrá haber contextos diferentes eso es totalmente lógico, pero en esencia la comedia humana solo se diferencia por su interpretación. Y me parece muy presuntuoso suponer que solo los «lugareños» podrían contar bien su propia historia, a veces hace falta precisamente, una mirada no comprometida con el «contexto».
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Me ha encantado el artículo y en especial la mención al libro Ciego de Nieve. Leí el año pasado la reedición de Capitan Swing y quedé encantado con el personaje y la trama. Lo que más me gustó es cómo organizaba y preparaba los viajes de sus mulas. Ingenio puro.
Respecto al comentario de Santiago y el aprendiz de todo y maestro de nada, el señor Javier Bilbao…
Efectivamente, como dice Santiago, la serie colombiana es excelente, detallada (Narcos está muy bien hecha pero rasca la superficie de la tragedia y pasa muy rápido por capítulos importantes: la desgraciada vida de Escobar dio para mucho); basada en el libro que ya cita Santiago, es más cercana a lo que pasó pero sobre todo narra mucho mejor la forma en que el pueblo colombiano vivió una tragedia que todavía les supone dolor y apuro en recordarla.
Además contiene los giros y formas de los colombianos de hablar, de amenazar, de celebrar, los llantos y los insultos… también la ambientación y los lugares muy conseguidos, contiene imágenes reales bien engarzadas con la ficción. 113 capítulos de 20 minutos serían la mitad en caso de tener, como Narcos, 40 minutos. Supongo que el autor habrá visto tres youtubes y a escribir…
No hay colombiano que no haya vivido de cerca la tragedia del narcotráfico; el daño que hizo al país y a sus gentes les hace a ellos -yo soy español- recordarle al que trata la droga como un placer o un divertimento el daño tremendo que supuso a su tierra.
Hay hoy nuevos enfoques, el ex presidente Gaviria, clave en la historia de Escobar, apoya con Clinton y Cardoso nuevos enfoques hacia la legalización y le monopolio y control estatal del asunto; Medellín es hoy otra ciudad, señalada varias veces por la Unesco como ciudad innovadora, precisamente en el acercamiento de las comunas (favelas) y sus gentes a la ciudad y la mejora de sus condiciones de vida. Pero este es otro asunto.
Medellín, tristemente, sigue en manos de la Mafia (La Oficina de Envigado es la herencia directa del Cartel de Medellín), y eso es una verdad que no se puede negar. De paso, Gaviria ahora aboga por la legalización pero cuando fue presidente estuvo completamente en contra de ella y, no hay que olivdarlo, le construyó una cárcel de lujo a Escobar. Y repito que la serie de El Patrón del Mal fue muy floja, no solo narrativamente sino desde el punto de vista histórico.
Javier Bilbao:
«…Una de ellas de una producción colombiana titulada Escobar, el patrón del mal, que por la austeridad de su filmación y la desmesurada duración de su arco argumental, nada menos que ciento trece episodios, es más una telenovela que otra cosa. Además al protagonista le dieron un aire a Torrente —vean esta inenarrable escena— que resulta gracioso pero no creo que muy acorde a la gravedad de lo que se cuenta…»
Como dicen en aquella zona del mundo: con el debido respeto que el hecho amerita, DISCREPO totalmente.
Considero que hasta la fecha la mejor producción de televisión sobre la vida de Pablo Emilio Escobar Gaviria es «Escobar, el patrón del mal» (Caracol Televisión, 2009 – 2012).
Atentamente,
O esa otra escena de «El patrón del mal» cuando Escobar amenaza a un hombre diciendo que le va a matar al papá, a la mamá, a los hermanos, a la abuelita… y si la abuelita ya está muerta, se la desentierra y se la vuelve a matar.
Eso puede parecer que roza la parodia, pero desgraciadamente y como se ha repetido varias veces aquí, la realidad supera siempre a la ficción.
Tenia 14 , 1990 plena guerra de pablo escobar contra la policía de Medellín,pagaba un millón de pesos (400€) por tombo quebrado. Yo era muy joven visitaba a mis abuelos en diciembre pues vivía en la costa, recuerdo que no nos dejaban salir en la noche , era los tiempos de los coche bombas y escuche muchas explosiones , se escuchaban en toda la ciudad, una vez desde los cerros vi como una gran nube de humo se alzaba y luego la onda y las sirenas , al otro día los recuentos de muertos , nunca entendí por que tal patrón mataba sin razón. Ese hombre no era una buena persona y muchos vivimos luego de su muerte .
Javier Bilbao no se aclara: comienza su artículo diciendo que la vida de los narcotraficantes pareciera inverosímil, pero que era realidad de la buena. Y ya casi terminando, comenta que la serie El Patrón del Mal es una mala producción a la que no hay que darle crédito, poniendo como ejemplo una escena que le parece risible, por no ser lo que se muestra creíble o «serio» en la vida de un narcotraficante. ¿En qué quedamos, la realidad puede ser la que quiera ser, o sólo la que le agrade y no le estropee sus prejuicios al señor Bilbao?
Seguí El patrón del Mal y he visto las películas mencionadas. Las películas -y la serie Narco de Netflix- están bien, pero mientras las veo siento que estoy viendo eso, una peli. Pero con la serie colombiana, amigo, es otra cosa, estoy siendo testigo de los hechos. El patrón del mal está al mismo nivel que la serie The Wire. ¡O más alto! Es una serie que cuenta una historia de forma completa, sin omitir detalles, tomándose su tiempo para relatar lo que quiere contar, poniendo en situación y contexto lo que se cuenta para que el espectador entienda perfectamente esos hechos que, como esta vez sí bien dice Bilbao, de lo desmesurados que fueron podrían parecer falsos, y sin ese contexto, sin ese tiempo para dibujar todas las aristas de la personalidad del personaje, no se entenderían. Las caracterizaciones de los personajes son impecables, destacando, sin duda, la de Pablo Escobar. ¿Por qué acaso un criminal como Escobar no puede ser un tipo gracioso o ridículo además de malvado? Parece que, según este artículo, un delincuente tiene que serlo y además parecerlo según la iconografía creada por el cine Norteamericano.
En fin, El Patrón del Mal es una serie como la copa de un pino, sobresaliente, magnífica, y redonda. Y el arco argumental es el que tiene que ser para contar los hechos que quiere contar.
Javier Bilbao, en mi parecer, queda desacreditado para opinar sobre películas y series, su opinión ya no tiene crédito después de despreciar El Patrón del Mal, los prejuicios le pueden.
Andrés Parra un actorazo colombiano y la mejor interpretación de Pablo Escobar hasta ahora, hasta se le parece fisicamente
El Patrón del Mal es infinitamente mejor que Narcos, y no logro comprender los motivos por los que el artículo nos pretende hacer creer lo contrario. Es como comparar a la Enciclopedia Espasa con un diccionario infantil. Se dice que le dan a Escobar un aire a Torrente, pero hombre ¿Es que el autor del artículo jamás ha visto vídeos reales de Escobar? Sudamérica es así, es realismo mágico. Personajes así existen, incluso en España. ¿Nadie se acuerda de Jesús Gil? Imaginenlo en plan narco y ahí tienen un personaje similar.
«»la de Pablo Escobar y la Colombia que lo padeció»» escribe el columnista. Como si esa Colombia fuese ajena à la création de ese «monstruo» e inocente de los crimenes cometidos. Otro bochorno es considerar «buena» la pélicula que protagoniza Benecio del Toro. Esa chorrada que cae en el ridiculo de mostrarnos el mayor traficante del mundo buscando, en el ultimo momento, como esconder su dinero, como si fuese el fruto de un atraco operado dos horas antes… O como manda a la muerte (gratis y sin motivo) al esposo de su sobrina cuando para ese trabajo dispone de cientos de hombres que no le tocan nada… RIDICULO ! Hoy la historia se repite cuando tenemos que aguantar que Pena Nieto y politicos asociados traten de… delincuente, si !!! de delincuente, al chapo Guzman ! Tendria gracia si no fuese tan dramatico.
Soy un español que vivió en Colombia. El Patrón del Mal es la serie de referencia sobre Pablo Escobar, muy muy por encima de Narcos de Netflix, que tampoco es mala. Las dos grandes virtudes de esta serie son por un lado el retrato preciso y profundo de los acontecimientos políticos que tuevieron lugar en Colombia en los años 80, que ya de por sí dan para una serie, y la interpretación imbatible del actor colombiano Andrés Parra, que no hace de Pablo Escobar, se convierte en él. Los ciento y pico capítulos de la serie se ven sin dificultad, igual que las 5 temporadas de The Wire o las 6 de Los Soprano, porque la cantidad ingente de historias que giran alrededor de la trama central y los increibles personajes secundarios son hipnóticos. El autor del artículo se equivoca al comparar la serie con Torrente; seguramente no conoce Colombia o no conoce bien la increible historia de esos años y la extravagancia de los traquetos.
En Galicia paso un caso muy gracioso.Un comerciante para dar las gracias a Dios por su buena suerte en los negocios, prometio comprar una virgen en Fatima,Portugal y llevarla a una capilla dedicada a Fatima en una aldea gallega.Organizo una procesion que llevo la talla desde Portugal a Galicia, parando en todos los pueblos del camino,los fieles transportaban la virgen y la depositaban cada noche en un pueblo diferente, custodiada por la guardia civil.Que llevaba dentro?,,, cocaina, que año era? 1948,,,
Parece mentira que el autor desprecie la serie «El patrón del mal» por telenovelesca y después ilustre su artículo con esa foto de canalla de novela. La serie de caracol es muy buena y mucho más ajustada a la realidad colombiana para cualquiera que conozca de cerca ese país (al menos Medellín) y sus gentes. Yo, a pesar de haber estado multiples veces desde el año 2004, no dejo de sorprenderme cada vez que voy.
Coincido con que El patrón del mal es insuperable, se entiende perfecto siendo de otro país. Narcos estará bien, pero el acento horrible y la modificación para que de con el canon yanki me la hacen insoportable. Peeeero, lo de netfix son series y las producciones locales, telenovelas con aire a Torrente.
No había terminado de leer el artículo porque sentí el deber sagrado de discrepar inmediatamente con el autor apenas leí su opinión sobre El Patrón del Mal, pero aquí ya varios se han puesto a la tarea de dejar claro que la producción colombiana es infinitamente mejor a lo de Netflix.
Infinitamente. Y empezando por algo muy sencillo: nada sobre el cartel de Medellín se puede contar bien en 10 episodios.
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«El Patrón del Mal» es una buena producción (con algún pero, como la base musical incidental), y tiene el privilegio de contar con dos actores fabulosos: Andrés Parra y Christian Tappan (Escobar y su primo Gaviria, respectivamente). Es en general más fiel a los hechos, más detallada y más auténtica (localizaciones, acentos, costumbres) que la serie de Netflix, más artificial y estereotipada en este sentido (aunque tuvieron el valor de grabar en español a los actores de habla hispana). Es llamativo comprobar en «El Patrón del Mal», como ha señalado Vargas Llosa, el excelente español que se habla en Colombia, con una riqueza de vocabulario que ya quisiéramos tener en España.
La serie tiene sin embargo sus baches, siendo uno de ellos el tratamiento excesivamente reiterativo, alargado y sentimental que da a los personajes «buenos» (Galán, Lara Bonilla, Cano, el coronel Ramírez, etc.). Estos personajes lastran y ralentizan el desarrollo de la historia, pues la serie se detiene en mostrarnos su entorno familiar, ideas políticas, etc., pero de manera excesivamente prolija y recurrente. Este punto débil contrasta además con el excelente ritmo de la historia de los «malos» y el magnífico desarrollo de sus relaciones y motivaciones, mucho más detallado y matizado que en la serie de Netflix. Esta tiene en cambio un guión más estilizado, que combina personajes o reescribe acontecimientos, saltándose otros, pero consiguiendo con ello un ritmo y una tensión más uniformes.
En todo caso, «El Patrón del Mal» es absolutamente recomendable y tiene gran calidad.