Cine y TV

¿Me hablas a mí, negro?

Escena de Straight Outta Compton. Imagen: Circle of Confusion / Cube Vision.
Escena de Straight Outta Compton. Imagen: Circle of Confusion / Cube Vision.

Para saber lo que significaba ser un negro en Compton en los años ochenta había que ser un negro de Compton en los ochenta. Considerado oficialmente un suburbio de Los Ángeles y encabezando cada año las estadísticas de «lugar con mayor índice de criminalidad de los Estados Unidos», en sus veintiséis kilómetros cuadrados se agolpan más de noventa mil personas, con mayoría de población negra y un buen número de hispanos. Dicho de otro modo: ver a un blanco en Compton es más difícil que ver a un negro en un concierto de Springsteen.

El barrio con hombreras de ciudad registraba en aquella época un asesinato cada dos días. La clásica escena en la que alguien caminaba por una calle cuando un coche con los graves a todo volumen se acercaba y el tipo pensaba que podía echar a correr o arrancarse con un padrenuestro parece directamente sacada de la historia de Compton. Los famosos drive-by en los que desde un coche se dispara a alguien por venganza, por sus zapatillas o simplemente por estrenar el arma, eran un clásico de las callejuelas del suburbio. Podían matarte por mirar mal a alguien, o por mirarle de reojo, o por no mirarle. De hecho, podían matarte por cualquier cosa: también por llevar una prenda roja en una acera donde solo se podían lucir prendas verdes.

Nadie había popularizado aún lo de «afroamericanos», así que para todo el mundo Compton era un barrio de negros. La policía practicaba la política de disparar primero y seguir disparando después y al mundo en general le importaba un rábano lo que pasaba en aquel batiburrillo humano donde traficantes, matones y chulos se mezclaban con personas que trataban —simplemente— de vivir su vida. Naturalmente, las bandas campaban a sus anchas y había más pistolas en Compton que en Hanoi en los años sesenta. La guerra, sucia, visible y constante, había convertido lo que a principios del siglo XX no era más que un pueblo embarrado en un lugar donde la vida valía menos que el casquillo de una bala.

En 1981, un actor de medio pelo llamado Ronald Reagan accedió a la presidencia de Estados Unidos y la salud de los barrios negros del país viajó en el tiempo hasta épocas mucho más oscuras: se aniquilaron los servicios sociales, se anularon las ayudas a los más desfavorecidos y aumentaron las partidas destinadas a los departamentos de policía, a los que se dio carta blanca para hacer —casi literalmente— lo que les viniera en gana. En cuerpos con vocación paramilitar, las fuerzas del orden embistieron contra barrios enteros en Detroit, Filadelfia, Los Ángeles, Nueva York o Chicago.

En ese asfalto de incendio continuo la rabia de los negros alcanzó cotas de auténtico odio, y de ese odio surgieron los NWA (Niggas With Atittude), un grupo de tipos sin miedo a nada y que pusieron micrófono y voz a la mala hostia de millones de afroamericanos por todo el país. Ice Cube, Eazy E, el Dr. Dre, MC Ren y Yella colocaron patas arriba el orden establecido y su revolución de gorras negras, chaquetas de los Raiders y zapatillas blancas se extendió por el continente como el virus de la gripe aviar en una granja de gallinas. Videoclips llenos de armas, lenguaje esquinero, referencias directas a la policía (su mítico Fuck tha police), apología de la violencia sin líneas rojas («el AK47 es mi herramienta»), una actitud poco ambigua con las drogas, un machismo de manual y collares de oro de metro y medio de largo abrieron el telón para el gansta-rap.

«Express Yourself» o «Straight Outta Compton» se convirtieron en himnos de la juventud mosqueada por todo el país, no necesariamente negra, ni necesariamente armada, y NWA vendió diez millones de copias sin que uno solo de sus temas hubiera sonado jamás en la radio. Sin Spotify, sin YouTube y sin marketing viral. De repente todo el mundo sabía qué era Compton y quiénes eran aquellos tíos con cara de haber estado en más de un homicidio. Con la fama llegó la pasta, y ya lo decía Notorius B.I.G.: «mo money, mo problems». Ice Cube se largó por diferencias financieras, después se iría Dre y más tarde todos empezarían a mandarse entre sí una amplia clase de mensajes bélicos desde sus nuevas bandas. Suge Knight, un gorila metido en toda clase de asuntos turbios que empezó como guardaespaldas del grupo, fichó a Dre para su sello Death Row Records. Más tarde, Knight estaría en el epicentro del legendario conflicto entre Tupac Shakur y el mencionado Notorius que acabó con el asesinato de ambos. El mismo Knight se sienta ahora en el banquillo de los acusados por dos asesinatos que le podrían conllevar cadena perpetua.

El desmantelamiento de la banda acabó con Ice Cube triunfando en solitario; Dre convertido en una estrella, y los demás miembros del grupo tratando de vivir de rentas o, como en el caso de Eazy E, siendo víctima del chantaje de Knight para convertir en papel mojado los contratos que Jerry Heller (un blanco judío que fue el primer manager del grupo) y el propio Eazy firmaron con Dre.

Compton ya quedaba muy lejos en el retrovisor.

Ahora, con el estreno de Straigh Outta Compton, todos los fantasmas vuelven a salir de la caja. Y aunque seguramente en 1986 pocos pensaban que treinta años después todo seguiría igual, esos pocos se equivocaban. La docena de asesinatos de afroamericanos a manos de agentes de policía en los últimos seis meses, algunos de ellos tan flagrantes que resulta absurdo usar la palabra «presunto», han vuelto a poner en la diana a un país que otorgó plenos derechos a la comunidad negra hace apenas medio siglo y que sigue a palos con ellos, literalmente.

2015 ha visto un fuerte aumento de la criminalidad en Baltimore, Nueva Orleans y Los Ángeles. Unos dicen que porque desde el caso Ferguson (cuando un policía disparó y mató a Michael Brown, un afroamericano desarmado) la policía se emplea con menos contundencia. Esos unos son la avanzadilla neoliberal de Fox News y demás medios cuya cocina estadística merecería un libro de recetas. Los otros, los del medio, y entre ellos un buen montón de criminólogos, creen que la expansión de las bandas, la facilidad para acceder a las armas y la impresión de que la violencia es el único modo de solucionar los conflictos son las verdaderas causas del problema. Hasta el «yo te mato» habitual de algunos dementes en Facebook, decía el New York Times, puede adquirir visos de realidad si la amenaza surge de la garganta equivocada. Se puede acabar tendido en una calle por un intercambio de tuits o por marcar como favorito en Instagram la foto equivocada, donde aparece tu ex con otro tipo.

En Straight Outta Compton no hay redes sociales, ni móviles, ni discusiones sobre qué hace que las calles del suburbio sean una especie de morgue donde a veces pasea gente viva. «Hablamos de lo que pasa», decía, escueto, Eazy-E de las polémicas letras de la banda. La película refleja muy bien el caldero californiano en el que se formó el grupo y está dirigida con la solvencia habitual de F. Gary Gray, un hombre con películas como El negociador o The Italian Job a sus espaldas. Sin embargo, por lo que respecta a la veracidad de la narración todo parece un poco menos auténtico de lo que debería. Tanto Dre como Cube, ambos metidos en la producción y supervisando el guion, aparecen como hombres íntegros, nobles ejemplos del músico concienciado con defectos de poca monta. No dice lo mismo Heller, que los pone a bajar de un burro en su biografía de 2012 y que ahora ataca de nuevo con entrevistas por doquier. Para Straight Outta Compton, Eazy- E es poco menos que el malo del cuento, una especie de tótem de la avaricia que hizo descarrilar al grupo (E no puede defenderse porque murió en 1995, por culpa del sida). Ni una sola mención al carácter volátil de Dre, condenado por diversas agresiones y con especial afición a golpear féminas (el propio Dre publicó en el New York Times una carta donde pedía perdón a todas las mujeres a las que había hecho daño), que en el filme parece poco menos que el arcángel Gabriel. Tampoco se dice mucho de Ice Cube, otro personaje con malas pulgas y compañías poco gentiles, cuyos movimientos con el dinero en tiempos de NWA han sido también material para múltiples discusiones.

Aunque Cube hizo las paces con Eazy-E y Dre le rindió un homenaje póstumo, parece que la tentación de salir favorecidos del selfie ha sido más fuerte que la idea de tratar de contar la revolución sin sacar los trapos sucios. La fotógrafa Diana Arbus dijo en una ocasión que era difícil llegar al «punto entre lo que quieres que la gente sepa de ti y lo que no puedes evitar que la gente sepa de ti». En Straight Outta Compton todos, uno tras otro, deambulan por esa línea como funambulistas que han bebido de más, pero —aun así— el testimonio de una época histórica bien merece esos (des)equilibrios y el filme acaba siendo lo que se espera de él: la crónica de una revolución que acabó aniquilada por su propia inercia. Una revolución que lo dejó todo tal y como estaba: como (casi) todas.

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18 Comments

  1. 2015, no 2016 :P

    En cuanto al tema, lo de tachar de «revolución» lo de esta gente… mira, como que no. Oh si soy muy revolucionario cantando que mato a quien se me ponga por delante mientras vendo droga, y luego terminamos todos muertos entre nosotros mismos. Si, super revolucionario el asunto. Luego si tal ya me hago estrella de cine o lo que haga falta para seguir haciendo pasta.

    Tampoco es que ponerse en plan cantautor coñazo fuese a ser revolucionario, pero mas o menos el mismo impacto, oiga.

  2. SOOC es un discazo, una de las grandes obras maestras del rap. Ice Cube ya se destapó como uno delos mejores letristas de su generación y curioso que haya acabado viviendo de autoparodiarse en el cine en comedias familiares y similares, aunque al menos suele tener gracia.

    No sorprende que para que este proyecto saliera adelante fuera condición indispensable que el botafumeiro saliera a relucir para Dre y Cube, con lo que supongo que cualquier posibilidad de un relato mínimamente realista se diluye

    • Que digo yo que...

      …no.
      Ice Cube actuando es como una contractura en el lomo a mitad del coito. ¡NO!

  3. Victor

    Pues siempre he visto a un negro en los conciertos de Springsteen: Clarence Clemmons XDDDDDDD

    • Basilio

      Por lo menos, tres negratas éramos en los conciertos del Boss ya que Antonio Machín y yo, no nos perdíamos casi ningún cocierto de los que daba por el mundo.

  4. Anónimo

    ¿qué revolución ha dejado todo como estaba?

  5. arigato

    Blue moon en Compton. Tratemos en profundidad cómo señala ese dedo. Lo que suena de fondo no es revolución ni disparos indiscriminados de una policía «¿Desafías a la autoridad, negro?». Petardos. Los negros/hispanos del lugar ni tienen educación ni saben comer con la pala del pescado, por si fuera poco que, o tienen trabajos de mierda o viven como dios de la venta de drogas, de servicios de matón o, los privilegiados, de cantar rap. En todo caso desequilibrados. ¿Disparos? Mira, mira el dedo… ¡Petardos!

  6. Al autor del artículo, solamente dejarle un detalle, no era el color verde, era el color azul porque entiendo que has querido referenciar a la famosa guerra entre los bloodz y los cripz que aconteció en los principales núcleos urbanos de USA.

  7. Y no digamos, serlo, en los , 60 o 50, por no irnos más atrás!

  8. El junko

    Notorious, no Notorius.

  9. Guesh

    Buen artículo y sí, estoy de acuerdo en general que fue una revolución el rap en los 80. Ahora bien, no estoy de acuerdo de que nada esta cambiado. EE.UU puede tener muchos problemas pero sí que veo que al menos son capaces de mirarse el ombligo y intentar cambiar las cosas. Hace 160 años había esclavitud, hace 70 años dieron plenos derechos a los afroamericanos (antes era un puro apartheid) y ahora aunque con muchos problemas aún por solventar las cosas mejoran lentamente. Así que mirando la historia tengo la esperanza que las cosas irán a mejor…..

    Sobre el tema de Reagan voy a mencionar a otro nombre, Rudy Giuliani. Famoso alcalde de Nueva York igual o más conservador que Reagan. Pues bien, en NYC todos incluidos los mas de izquierdas le veneran. El con sus políticas fue capaz de transformar NYC de una de las ciudades más deprimidas del mundo en los 70 a lo que es ahora (la capital del mundo y una de las ciudades más seguras). Y esto no es tan fácil porque el contraste es inmenso. Un ejemplo es un plaza (Verdi) en Manhattan en el Upper West Side. Ahí estaba en los 70 el famoso «Needle Park» (ver película de la consagración de Al Pacino). Ahora los apartamentos más baratos valen 2M de dólares y es un sitio totalmente exclusivo. Ver para creer. Así que la acción policial es muy importante y no hay que menospreciarla. Si es verdad que entre los policías hay aun un gran número de racistas. Pero esto es educación y creo que hay esperanzas…..

  10. Pingback: ¿Me hablas a mí, negro?

  11. Una cosa, lo de

    «La docena de asesinatos de afroamericanos a manos de agentes de policía en los últimos seis meses, algunos de ellos tan flagrantes que resulta absurdo usar la palabra «presunto», han vuelto a poner en la diana a un país que otorgó plenos derechos a la comunidad negra hace apenas medio siglo y que sigue a palos con ellos, literalmente.»

    tiene más de prejuicio alimentado por los medios de comunicación que otra cosa.

    Los homicidios policiales en función de la cantidad de delitos o de la cantidad de delincuentes es similar para blancos y negros. Es verdad que cuando lo pones en función de la población la proporción de homicidios policiales sobre personas negras se dispara, pero es que también lo hace el índice de criminalidad de esas personas.

    Si, pongamos, la policía se enfrenta a 10.000 delitos cometidos por personas blancas y otros 10.000 por personas negras, y termina habiendo 10 personas blancas y 10 negras abatidas… ¿donde está el racismo?.

    La policía no va haciendo su trabajo de persona en persona, sino de delito en delito. Lo suyo es dividir los homicidios policiales por los delitos, y mirar para cada raza, y si se hace eso no aparece el racismo por ningún lado. Lo que están haciendo los medios de comunicación es fabricar una enorme bola sensacionalista que va a terminar dando muchos problemas.

  12. Sanjuanconmiedo

    Bueno, lo de que una vez disuelto el grupo sus miembros (a excepción de Dr Dre y Ice Cube) vivieron sólo de las rentas es una afirmación muy atrevida. Yella y Mc Ren tuvieron una carrera posterior más que decente… y éxito en negocios paralelos. Y porque no le digo el caso de Eazy E, que no se quedó quietecito precisamente: dos discos de oro y otro par de platino en solitario. Igual Arabian Prince sí quedó pelín descolgado, pero no se si considerarlo miembro de puro derecho de NWA. En fin, usted mismo, yo le aporto la info simplemente.

  13. OIGA!

    En Compton ya no hay mayoría negra.

    La verdad que lo del gueto afroamericano es tremendo: crimen y depauperación en ascenso desde Lutero Rey.

  14. Tanto bombo y han vendido menos discos que Los Chichos.

  15. «El mismo Knight se sienta ahora en el banquillo de los acusados por dos asesinatos que le podrían conllevar cadena perpetua»

    Aquí el vídeo: http://www.tmz.com/videos/0_rzxr38mb/

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