Me asomo a la ventana y compruebo que la mañana es gris y sórdida, casi inabordable. Como para ponerme en contacto con un exterior que me niego a visitar, me abalanzo sobre los papeles del día con cierto reparo. Reconozco que es en este tipo de jornadas cuando me empapo de la verdadera realidad gramatical que nos acecha. Puedo escuchar a Jack Torrance tras los maderos de la puerta, amenazando con destruir la normativa hispanohablante a golpe de disparate lingüístico. Ah, queridos, qué tiempos aquellos cuando el castellano florecía sobre los páramos de asceta de Castilla, con el Cid y Alfonso X cabalgando por él a lomos de un caballo libre y altivo. Ahora me abrazo al Diccionario panhispánico de dudas, como la sombra errante de Caín que siempre quise ser, esperando a que la RAE me saque de este mundo repleto de vicios opuestos a la enseñanza moral que los académicos transmiten. Vicio. Vicio por todas partes. La docta casa no se decide a limpiar, fijar o dar esplendor mientras yo solo consigo imaginarme a Dante recogiendo cada uno de los pecados en su Divina comedia, recreándose con las pobres almas que moran por el Purgatorio cargando pesadas piedras. Es entonces cuando, empapado de Dolce Stil Nuovo, cojo la pluma y, como si de un poeta del extrarradio se tratara, me dispongo a enumerar el vicio que, a estas alturas de la mañana, ya no me abandona. No busquen reproche en lo expuesto, es solo una crónica de los siete pecados gramaticales que nunca me atreví a enumerar… pero siempre hay una mañana dantesca para todo.
Avaricia posesiva
Sí, amigo, no se puede empezar por otro. Se trata, probablemente, del pecado más extendido. Si la avaricia no es más que el afán desordenado de poseer, qué hay más avaro que la enraizada costumbre castellanoparlante de pretender robarle al pronombre personal «mí» lo que, por sus propios medios, no ha sido capaz de adquirir el posesivo «mi». Esta lucha infinita entre lo posesivo y lo personal por ver quién posee la desposeída tilde, convierte al castellano en un idioma de posesos que solo satisfacen su avaricia cuando han derrotado al contrario. Por esta contienda, en ocasiones, se pasea también la nota musical «mi» y el pronombre personal «ti». Ya han sido varios los testigos que han confesado haber visto como estos dos intrusos se adueñaban de la tilde de marras, lo que recrudece aún más esta dolorosa batalla que, por mucho que a ti y a mí (creo que era así) no nos guste, parece no tener fin.
Gula adverbial
Otro clásico entre los pecados gramaticales de nuestra lengua. Una vez más, son los posesivos los encargados de facer el entuerto. Si al hispanohablante le proporcionas un determinante de este tipo, lo agarra con ambas manos exprimiéndolo como si de una simple preposición se tratara. Si la gula es un deseo desordenado de placer, podemos admirarla cuando el emisor nos transmite que alguien está «detrás mío» o «delante tuyo», colmando así al posesivo de todos los anhelos adverbiales que persigue. Ay, queridos, con lo fácil que sería dar paso a nuestras queridas preposiciones, tan simples pero tan elegantes, y olvidarnos del adverbio… pero nada. Mira detrás de ti, esto es el purgatorio y aquí, como todo el mundo sabe, se viene por haber dejado a un lado lo simple para centrarte en lo atractivo.
Ira imperativa
El pecado estrella ha llegado a nuestros párrafos. El famoso imperativo acabado en «r» tenía que colarse en nuestro particular purgatorio dejando la misma quemadura que ha dejado, durante años, en mi estado emocional. Es el hombre latino, en general, un personaje vehemente, de fuerte carácter y reacción virulenta. Quizás sea esta la causa por la que no son capaces de emitir una orden sin caer en el desatino. Es frecuente encontrarnos con perlas como: «¡vosotros, correr!» o «llegar pronto, ¿eh?». Es un mal tan expandido que incluso los políticos te animan a ser malo sin importarles el infierno que les espera al otro lado del imperativo. A los que piensen que este artículo está plagado de los juicios y las órdenes criticados en renglones precedentes, solo me queda decirles que todos estamos en manos de Dante y que cargaremos nuestras propias piedras tarde o temprano.
Pereza morfosintáctica
Es el latino, en general, una persona perezosa. Ya desde nuestros ancestros, que tardaron casi mil años en patearse medio mundo para expandir el latín por los, hasta entonces, pueblos libres de aquí, allá y acullá, hasta las personas de hoy, que intentamos recortar la evolución latina que recogimos hasta convertirla en un amasijo que sonrojaría al mismísimo Julio César. Pero sí, tú también, Bruto. Tú también abrevias cada participio, dejándonos *helaos con tus actuaciones. Tú también pronuncias *andé cuando todos anduvimos detrás de ti (¿o era detrás tuya?). Cuando hago por ver los numerosos programas de «hispanohablantes por el mundo», a menudo escucho la misma cantinela: «cuando te vas al extranjero, te das cuenta de lo difícil que es nuestro castellano». Yo me enorgullezco, hinchando el pecho como un general de la Legión VII. «Hay que ver qué de conjugaciones verbales tenéis», suele apuntalar un amigo escandinavo que intenta chupar cámara. Entonces, me acuerdo de la pereza y de lo rápido que ese noruego olvidará parte de los pretéritos de indicativo, el subjuntivo al completo y no me hagan repetirme con los imperativos. Esto es español, amigos, idioma para conformistas..
Soberbia complementaria
Cuando alguien dijo una vez: «no hay mal que cien años dure», obviaba por completo la encarnizada lucha que, en castellano, mantienen los pronombres por hacerse con el mando del complemento directo e indirecto. Si la soberbia es el afán de uno por ser más importante que los demás, yo he visto a nuestros queridos le, la y lo con los ojos inyectados en sangre, pugnando por hacerse con el premio del objeto con el que nadie contaba. Así, por ejemplo, el leísmo deja patente la soberbia del pronombre personal «le», que intenta hacerse con la acción del verbo que no recae sobre él. Lo mismo ocurre con el laísmo: el pronombre personal «la» quiere pasar de olvidado a referencia en un solo golpe sintáctico. La guerra por el acusativo y el dativo nos persigue, destruyendo las reglas latinas que heredamos del glorioso imperio. Me río yo de la soberbia imperialista de la Romania. Los dialectos de la lingua latina no conocen la piedad y, como buenos soberbios, no descansarán hasta sobrepasar a la lengua madre en importancia. Lo que no saben es que, para cuando eso ocurra, ellos también habrán muerto. Pero más vale lengua muerta que lengua humilde.
Lujuria impersonal
No puedo ser todo lo inquisitorial que debería con este pecado. Por resumir: el verbo haber, ese apoyo que todos hemos necesitado para cualquier conjugación, se siente solo y no sabe cómo afrontarlo. Es entonces cuando alguien le recuerda que no es más que un forma impersonal y que, como tal, nunca gozará de la compañía deseada. Pero el castellano es un idioma buscón y solidario por naturaleza, así que no duda en despojar de su impersonalidad al verbo y, adoptando el papel de Celestina lingüística, encuentra sujetos en cualquier esquina. Así aparecen las expresiones como, por ejemplo, «hayan amantes». Ojo, no les culpo. ¿Quién no se ha sentido solo una mañana cualquiera de un lunes de otoño? Es el síndrome del académico: solo puedes sentirte orgulloso del arma cuando es a ti a quien ha herido.
Envidia léxica
Es el nuestro un idioma rico, plagado de acepciones y sinónimos, que ocupa hoy el segundo lugar entre las lenguas más habladas del mundo solo por detrás del inabordable chino mandarín. No obstante, el castellanoparlante es envidioso por naturaleza y, por ende, necesita captar entre las lenguas circundantes todo tipo de banales y ridículos términos. Por ejemplo, ¿quién puede resistirse a utilizar la forma «hacker»? ¿Para qué vamos a hacer acopio de un término tan hermoso y esproncediano como «pirata»? Que no, que te he dicho que no. Si las lenguas germánicas lo utilizan, allá que vamos las latinas a copiarnos. No importa, ya pasarán los años para que podamos jactarnos de los extranjerismos robados. Si ya lo dijo Machado: «De lo que llaman los hombres, virtud, justicia y bondad; una mitad es envidia y la otra no es caridad».
La mañana parece no querer avanzar y yo ya me he torturado bastante. Cierro los papeles y dejo que sea otro el encargado de dictar sentencia. Por supuesto, de esto no se encargará la Academia, más preocupada por cómo debe ser la lengua que por cómo es. Me asomo por segunda vez a la ventana: ha salido el sol. Bajo a la calle y confirmo mis sospechas… ya es mediodía. Me refugio en una cafetería de la cuesta de Atocha y me lanzo a la etimología popular, lejos de las televisiones, las columnas y los sábados por la noche, comprobando que hay más sabiduría gramatical en una conversación de taberna que en cuarenta ediciones juntas del diccionario de la RAE. Quizás, después de todo, la lengua sea del pueblo y no de los tipos que censuran su utilidad en artículos como este, me digo. Apuro la cerveza de un trago y me marcho, todavía pensativo. No soy capaz de calcular lo mucho que me costará purgar cada uno de mis pecados. Vuelve a nublarse. En fin, no hay comedia más divina que la que nosotros escribimos cada día.
¿Y lo de escribir los años con punto (ej. 2.015)?
¿Y lo del ‘ay, hay y ahí’?
¿Y lo de las tildes sobre los demostrativos (este, esta)?
¿Y lo de las almóndigas, las cocretas, el ‘en verde’ en lugar de ‘en vez de’?
¿Y lo de mezclar condicional y subjuntivo: «Si hubieses venido yo te lo hubiera entregado»?
¿Y lo del abandono total que sufre el subjuntivo futuro (fuere, vieres, comieren…)?
Son muchos más pecados que siete. :P
Pues da la casualidad que el término almóndiga viene recogido en el diccionario de la RAE. Por cierto, también andalia.
A ver, son errores muy del centro-sur de España.
Aqui arriba, en el cordón norte, comemos mejor, vestimos mejor y por supuesto, hablamos mejor,
Te has lucido, te has lucido…
Tamara, la ira imperativa (¡Correr!) y la soberbia complementaria (La escribió [a su madre] y le miró [a su padre]) son pecados del centro-norte de España, con algo de presencia en el sur, pero que no aparecen en ninguna otra parte donde se hable castellano.
Tamara, si es que… Si vienes a presumir, por lo menos aporta algún ejemplo en tu comentario. O, al menos, no lo pongas tan fácil. Cuando una viene a dar clases se expone a un análisis algo especial: por si no te queda claro, te recomendaría aprender a colocar tildes y comas donde corresponden. Es cierto que a los del norte de África en ocasiones se nos escapa algo, pero la arrogancia parece ser más tuya que nuestra.
Con cariño (imagino que la ironía también la dominarás mejor) desde Granada.
jajajaja claro que sí mujer, el abominable laísmo y leísmo son propios del sur. Claro claro…
Soberbio artículo, pereza ninguna frente a semejante lujuria narrativa que no evoca más que envidia y avaricia de más. Y ya que estoy, sin ira: ¿De verdad soy la única que ha captado la ironía de Tamara a la primera?
Tamara, creo que te equivocas en todo, también en lo de hablar. En dos frases que has escrito has cometido cuatro faltas ortográficas. A ver si eres capaz de encontrarlas. Yo, desde el sur, si quieres, puedo ayudarte.
¿A si? Pos a ver acuales son sabiondo por que yo no veo ninguna!!
Éstas son las que veo yo:
«Aqui» lleva tilde.
«por supuesto» debe llevar coma delante y detrás o ninguna de las dos salvo que esté a final de oración, por supuesto :-).
No se deben terminar las oraciones con coma
Espero que el comentario al que respondo lo escribieras en broma porque también tiene tela.
¿Coma entre la «y» y «por supuesto»?
O sea: «vestimos mejor y, por supuesto, hablamos mejor».
No sé, no acabo de verlo claro. Lo único que reconozco es la tilde en «Aquí» y la coma al final del párrafo, pero es que resulta que según el sabio Mojacar de Manu, todavía hay otra falta por ahí y estamos esperando a que nos ilumine…
¡A ver, que estamos esperando que especifiques las CUATRO FALTAS!
Bueno, para ir abriendo boca te señalo yo las faltas de tu otro comentario. O bueno, mejor te lo pongo corregido y ya tú vas comparando, que será más instructivo.
¿Ah, sí? «Pos» a ver cuáles son, sabiondo, porque yo no veo ninguna.
El ‘pos’ te lo dejo, que igual era una broma o algo, como me gustaría que fuese el comentario entero.
Ya puestos a ir por la vida con piques regionales absurdos podrías habértelo currado un poquito más.
Excelente
Saludos desde México
Manu, te has cagado en ella….me encanta!!! Prejuzgar por el origen, no tiene ningún sentido, os lo dice un colombiano.
Tamara, qué forma de cagarla. Faltas de ortografía en tu «opinión» y mas aún en tu respuesta. Qué pena ser tan cateta como para pensar así y tan tonta como para ir por ahí mostrandolo.
Pues no solo en tu primer comentario Tamara la del norte que habla, viste y come mejor, sino que el segundo también es un despropósito de faltas de ortografía. Por cierto: cuando aprendas a diferenciar un complemento directo de uno indirecto dices que los andaluces hablamos peor.
Os falta sentido del humor y os sobra mordaza.
Ironizaba sobre el hecho de que fenomenos como el laísmo o la mala utilzación de los imperativos es poco frecuente en el norte (tenemos otros vicios lingüísticos).
No prejuzgaba, era tono jocoso. Me disculpo ante los aludidos y felicito al autor.
Agur!
Por cierto, yo no escribí el segundo comentario…Obviamente algún listillo/a intenta burlarse de mi.
Me sorprende lo sensible que sois todos…
De todas formas, yo también veo faltas de ortografía en todos y cada uno de vuestros comentarios.
Perdona que puntualice, Tamara, pero precisamente el tema del laísmo y leísmo donde más se da es en el centro-norte de España como tú dices. En el sur jamás se comete ese error (y no digo que no cometamos otros). Pero es que has puesto el ejemplo menos adecuado. No he escuchado a más personas cometer ese error que en Valladolid y Madrid. Un saludo.
(Por cierto, mírate lo de las faltas de ortografía en serio. Eso de que ni siquiera sepas reconocerlas, preocupa).
Tu hackeo lingüístico no me parece un acto pirateria.
Tamara, vuelves a equivocarte. En el sur jamás conocerás a nadie que caiga en el laísmo. Jamás. Imperativos mal construidos, por desgracia, sí. Pero no creo que sea un fenómeno propio de nadie, solo de la ignorancia, independientemente del lugar de nacimiento.
Me siento por primera vez ofendida leyendo esta página.
«A pesar del enorme avance de algunas ciencias como la antropología o la lingüística, abundan prejuicios como el de la supuesta superioridad/inferioridad de las lenguas. Tales prejuicios suelen ser difíciles de erradicar debido a la identidad que otorga la cosmovisión (conjunto de creencias que permiten analizar y reconocer la realidad a partir de la propia) que comparten los habitantes de una determinada comunidad, en donde lo otro ‒o lo diferente‒ puede ser sutilmente rechazado.
Ante tal panorama, es importante que los científicos sociales realicen un trabajo divulgativo eficaz que fomente la reflexión sobre el valor de la diversidad cultural en el mundo. De esta manera, se sentarían las bases suficientes para que la población en general reconozca y combata los prejuicios lingüísticos en lugar de seguirlos transmitiendo.»
http://papeldeperiodico.com/2013/09/18/los-prejuicios-linguisticos/
Duele mucho escuchar «la pegó», y ya se ha impuesto de tanto tertuliano.
A los del sur y a los del norte: ¿qué es hablar bien?
Pingback: Los siete pecados gramaticales
Te felicito Carlos. Una gran verdad que, por desgracia, se difunde en muchos lugares.
Me arrepiento de ese primer comentario impulsivo.
En absoluto pienso que hablar o escribir más o menos correcto sea motivo para hablar de superioridad.
Como Belén, opino que las diferencias enriquecen, y lo que hoy es «incorrecto» es probable que en un futuro pueda ser reconocido como válido por la RAE.
Venga, un saludo chicos, viva Andalucía y seD felices(como dira Pdr Snchz)
De lo que enumeras sólo (¿solo, ahora?) me devoran el le, la y lo. No en todo pero mucho. Lo demás, no.
Y NO; en Valladolid y Madrid no hablamos «mejor», Tamara. Nos equivocamos en formas que nos suenan mejor.
Lo de «habían tres», por cierto, se lo oímos y leemos cada día a periodistas y políticos. Pero a veces hay cosas peores que las faltas de ortografía. ¿Alguien ha logrado alguna vez terminas un texto de, por ejemplo, Felipe González en El País? Esos parrafitos de trabajo escolar de chaval de doce años ( de doce años con la EGB, claro) La madre que lo parió…
Justo cuando se lamenta de que algunos desconozcan las reglas para acentuar ‘mi’ y ‘mí’ el autor da la impresión de haber olvidado la diferencia entre ‘como’ y ‘cómo’: «Ya han sido varios los testigos que han confesado haber visto *como* estos dos intrusos se adueñaban de la tilde de marras».
Todo muy bien, pero un hacker no es un pirata.
Muchas Tamaras hay de repente :(
Soy consciente de que a mis 19 años tengo mucho que aprender de gente tan erudita como vosotros, lo único, agradecería que no se cayese en insultarme.
Gracias
Si ese «agur» significa que eres vasca, lo de que vestís mejor lo dirás de coña ¿no?
Tamara: ¿faltas ortográficas en TODOS Y CADA UNO? ¿De verdad ves errores en todos los comentarios?
Pongámonos serios. Yo creo conocer más o menos bien el lenguaje. Y es muy difícil que se me cuele una falta, pero se me cuelan (aquí creo que no). Es por ello que soy tolerante con quienes fallan. Cada uno escribe y habla todo lo mejor que sabe. Por eso la ignorancia no debe ser nunca un defecto reprochable. Incluso este artículo que nos une ha cometido faltas. Pero yo no me centraría en resaltarlas, sino en la imaginación que el autor le echó al escribirlo.
Con lo bonito que es entenderse y convivir… Saludos.
Sí maho, pero bete p’arriva i dinos acuales son las cuatro faltas que viste en mi primer testo y que antodabia no as dicho ni mu!!
Por tocar un poco las pelotas, «hacker» no significa originalmente ni necesariamente «pirata». Así que los expertos en lengua deberéis esforzaros más para iluminarnos con un término que se ajuste correctamente a nuestras necesidades lingüísticas. Quedo a la espera.
Que pedantes sonáis algunos. Dí que si Tamara . Y somos más altos, más educados .
Yo, no solo soy más alto y más educado, más de vestir bien y comer mejor sino que también soy más guapo.
Obviamente que somos más altos y educados era una broma. Aunque sigo opinando que hay mucho pedante.
Al menos los del sur no decimos: «le quiero» ni «la voy a dar de comer». De hecho, se rumorea que aquí hablamos mejor… Hay que actualizarse! Un saludico desde Graná
Pero Angela, supongo que has tenido un lapsus y has escrito «le quiero» en lugar de «lo quiero», ¿no?
Pues resulta que, aquí, en Valladolid, solemos fardar de que si hablamos el castellano más correcto, el más puro, sin acento… y luego llega el típico amigo pucelano de toda la vida y suelta: «el vaso te LE dejo encima de la mesa»…y entonces vas, te arrancas los oídos, y persigues a tu amigo para matarlo a hostias con un ejemplar de la gramática de la RAE.
Tamara, ya termino, que no quiero resultar cansino. Tu texto, para ser del todo correcto, debió quedar así:
«A ver: (dos puntos) son errores muy del centro-sur de España.
Aquí (con tilde) arriba, en el cordón norte, comemos mejor, vestimos mejor y, (con coma) por supuesto, hablamos mejor. (Con punto.)»
Pero ya te digo: soy muy tolerante con las faltas porque las comete quien no conoce el lenguaje (por falta de estudios o poca práctica). Que yo sepa nadie presume de ignorancia.
Otro asunto más grave es el prejuicio. Pensar que una persona es mejor que otra por su lugar de nacimiento, su acento, su color de piel, su ideología o su estatus social. Pero has mostrado arrepentimiento y tienes 19 años. Eso te honra. Además, me alegra que alguien tan joven como tú visite una revista como esta. Saludos.
Después de conjunción, la «y» en este caso, no se ponen comas…
Yo también soy del norte y el laísmo y el leísmo son muy comunes allí (digo allí porque vivo fuera y, dicho sea de paso, cada vez hablo peor el castellano). Aunque… «la voy a dar de comer» nunca lo he escuchado en el norte.
¿Qué es eso de vestir mejor o peor??? En fin…
Gabon
… ¿Y los meses del año o los días de la semana en mayúscula?
«Hacker» y «pirata» no son la misma cosa, amiguito: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89tica_hacker
Pingback: Ese idioma xenófobo | Reflexiones en la Caverna
A mí, si hay algo que me corroe, poco a poco, cada vez que lo leo o escucho, es el «de» después del verbo «deber» o cualquiera de sus conjugaciones. De verdad, ya ni siquiera los periodistas se preocupan en utilizarlo correctamente. Como dijo en su día la estrella informativa Matias Prats: ¡¿pero esto qué es?!
Gracias Manu.
Asumo los errores, aprendo de ellos y agradezco tu buena educación.
Jot down me chifla…..!!
Devoro los articulos con placer y respeto, lo juro ;)
¡Qué error más tonto generalizar así cuando incultos hay en todas partes! Yo soy un madrileño que ahora vive en Granada y he visto burradas en ambos sitios. Obviamente las de la patria chica duelen menos, pero son igual de trágicas. Pero volviendo al absurdo y ofensivo comentario de Tamara, dos apuntes. Primero: comer más caro no significa comer mejor. Segundo: en una enumeración jamás se pone coma después de una ‘y’. Ese ‘por supuesto’ es una aposición y va siempre entre comas. Si me permites un consejo, sal del barrio antes de generalizar de esa manera, que no todos al sur de Burgos somos Chiquito.
No hay nada que agradecer, Tamara. Ha sido un placer hablar contigo. Te invito a que te pasees por mi web y, si alguna vez vienes por el sur, a unas cervezas. Saludos.
Sí claro, y así a ver si pillamos cacho, ¿eh?
El placer ha sido mío, Manu.
Enhorabuena por el blog, muy dinámico.
Reitero las felicitaciones a Carlos Mayoral, mola mucho tu alter ego en Twitter :)))
Soy fan!
En cuanto al resto…sois un poco rancios ajjajaj
Por el sureste manchego seremos brutos al pronunciar (recuérdese el «eggg que» de José Bono), pero puedo decir que no incurrimos en ninguna de las faltas mencionadas, ni de las que faltan por señalar: Dequeísmo (como el gordo de Navidad, muy repartido), leísmo y sus parientes (Madrid, Toledo, Guadalajara y Castilla y León principalmente), y el mal uso del condicional (la cornisa cantábrica se lleva el premio: «Si sería yo no lo haría». Ejemplos de éste tipo he oído a espuertas). El mal uso (normalmente por defecto) de acentos es generalizado, aunque no son faltas tan graves como las otras. En cuanto a palabras usadas que hacen daño al oído, más de uno se llevará una sorpresa al comprobar que «almóndiga», «toballa » o » asín», por poner tres ilustres ejemplos, son correctas ya que la autoridad suprema que emana de la RAE las recoge en su seno.
Ander, «deber de» significa posibilidad (‘debe de tener 30 años’). Otra cosa es que se utilice mal. Pero existe.
Este caso me recuerda a la cruzada contra el ‘dequeísmo’, que acaba desembocando tristemente en el ‘queísmo’.
Sí, yo tengo un colega que, precisamente, dice siempre el «de que» cuando no toca. Pero eso sí, cuando debería decirlo, emplea solo el «que». Esto, ¿podría ser dislexia? También me gustaría añadir que escribir perfecto sin «colarse» en alguna ocasión, es dificilísimo. Cuando yo era cría en el colegio, era siempre la primera en ortografía, dictado y redacción. Ahora, me siento insegura y más con tanto cambio que desde la RAE se está produciendo. A las personas que llevamos cincuenta años escribiendo de una manera, nos cuesta bastante no caer en «faltas nuevas».
En general, resulta escalofriante cómo se desmelenan los chulazos (y chulazas, desde luego, pero prefiero el neutro por aquello del agobio) en las páginas web, que parece hayan nacido para despedazarse, señalar, criticar, desahogarse, presumo que el anonimato ayuda mucho. Que sea en el ámbito lingüístico me arranca sonrisas y tal. Delicioso, diría no sé quién.
Parafraseando a un tal Kurtz: ¡El error, el error! Propio y ajeno, esto es mío.
Y aúpa, Tamara, de acuerdo con Sonja.
Y así, grosso modo, uno es de donde es porque ahí nace (o pace), si hay orgullo, bien, pero es merita casualidad. Como todo, por otro lado. Pregúntenle si no al caldo primigenio.
Enhorabuena al autor, un gustazo leer este artículo.
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Has patinado con hacker puesto que su significado en español no es pirata. Un ejemplo más claro de lo que quieres decir en ese párrafo es «encriptar», que viene del inglés encrypt, sin embargo tenemos una excelente palabra con el mismo significado que se llama cifrar.
Neutravo: poner el punto en los años, no, pero, en números con más cifras, a pesar de lo que recomienda las nuevas normas, separarlas de tres en tres con un espacio en lugar de un punto no me gusta (y no lo hago). Tampoco sigo la recomendación de eliminar la tilde de los pronombres demostrativos. Vivo al límite.
Se echa en falta el mayor pecado entre los pecados lingüísticos. Un pecado para gobernarlos a todos. Un pecado para encontrarlos. Un pecado para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas, en la tierra de Mordor donde se extiende el «desde». No hay término en élfico, lengua Ent o de los hombres para describir este horror.
Desde el respeto, desde el cariño y desde la ironía.
Uno de los barbarismos que con demasiada frecuencia se lee en periódicos y revistas es el «osea» en lugar del «o sea». Parece que los que escriben se olviden de que el verbo ser no es «oser» sino sería «yo oseo» «tu oseas» «el osea». Hay otros errores de este mismo calibre que a mi modesto juicio de traductor un medio de comunicación no puede cometer. Ni menciono las traducciones literales de los doblajes que a veces son espeluznantes.
Ay, con tu escrito me has hecho recordar a Paloma Osea…