Hace ya más de diez años que el incansable músculo gris que está detrás de Mater Dronic, José Carlos Sisto me grabó una TDK de 90 con grupos de los que no había oído hablar en la vida. Los peruanos Gerardo Manuel y el Humo, por ejemplo. Los daneses Hurdy Gurdy. Los tejanos Bubble Puppy o barbaridades como Savage Resurrection. Aquello me abrió los pabellones auditivos como almejas en agua caliente. Había vida más allá de las revistas especializadas; más allá del sota, caballo y rey de los clásicos de siempre y los grupos del momento.
No sé si como segunda o tercera canción en esa cinta venía el grupo Toad, al que rescataremos hoy en «Busco en la basura algo mejor», llamado así supongo que por la canción que cerraba el Fresh Cream de Cream en 1966 con un solo de batería en medio. Todos estos grupos surgieron con la explosión del heavy rock en 1969, o hard o progresivo o como quiera usted llamarlo que da igual, de la que ya hablamos en la última entrega de grupos olvidados, la de Pluto. Toad lo hicieron en 1970, estrenando la década. Pero antes de entrar en materia, échenle una oreja a la canción que me dilató el sigmoide cosa mala. El punteo que empieza a los dos minutos y medio recomiendo escucharlo sentado.
Se lo he puesto muchas veces a gente de orientación musical más bien yevi y siempre han mostrado indiferencia. No sé si porque Toad se sale de la ortodoxia o porque ellos directamente son sordos. Tampoco es fácil seducir al anglófilo con la propuesta de un italiano, un sueco y un alemán residentes en Suiza. Pero hace unos días me hizo mucha ilusión encontrar en YouTube a un chaval que había tenido el detalle de subir un vídeo de sí mismo haciendo air guitar con estos tres minutos aludidos del punteo en el váter de su casa delante del espejo. Son curiosas las nuevas generaciones, para mí la gracia de tocar la guitarra imaginaria delante del espejo del baño era que no me veía nadie. No obstante, lo importante es que este chico, hijo del siglo XXI, tiene buen gusto. No estaba vibrando con cualquier mierda. Y además es el único vídeo que tiene en su cuenta. Eso es lo que él tiene que decirle al mundo, cómo flipa con un solo de Toad, absolutamente nada más. ¿No es maravilloso? Con mucho menos mérito se ha proclamado a alguno rey de España.
Volviendo al asunto, la historia de Toad no es nada fácil de encontrar. Quedaron circunscritos a Suiza, donde tenían su sede en Basel. Luego han sido comidilla de expertos hasta que Akarma (recuerden que volqué todo su catálogo en el Spoty para ustedes) reeditó sus tres discos y los últimos despistados pudimos hacernos con los LP. No sé qué costarán los originales, jamás he visto ninguno, pero los de Akarma ya rondan los doscientos dólares en gemm.com. Para intentar rascar un poco en la biografía de Toad intercambiamos unos correos con Vittorio «Vic» Vergeat, y este es el resultado.
Vic considera que su grupo no tuvo más repercusión porque en los mercados británico y estadounidense tenías que ser anglosajón para destacar. Puede ser. También hay que tener en cuenta que la competencia en aquellos tiempos era alta, surgía un nuevo género cada par de años y que los grandes clásicos como Black Sabbath o Led Zeppelin eclipsaron a muchos grupos de calidad homologable.
Natural de Domodossola, en Piamonte, Italia, una pequeña ciudad de menos de veinte mil habitantes que en la antigüedad estuvo disputada con Austria y donde ahora la gobierna la Liga Norte, Vic nació en 1951 y empezó a escuchar rock con diez años, cuando los Beatles todavía estaban en Hamburgo. A los doce ya tocaba la guitarra. Filippo Casaccia es un periodista que intentó rodar un documental sobre su vida, reunió cien horas de entrevistas con él y cuenta que el joven Vic mostraba las características propias del niño prodigio: rebelde, desobediente y contrario a las normas y la disciplina. En consecuencia, sus padres le enviaron a un internado, pero nada de eso le desvió de su objetivo: ser músico.
Con una serie de devaneos en terrenos del pop amable, es la aparición de Jimi Hendrix la que le deja claro cómo quiere tocar en esta vida. La guitarra, sigue Casaccia, pasa a ser para él «un símbolo fálico que masturbar, el cuerpo de una mujer que acariciar o directamente una ametralladora que disparar». Vic me lo confirma por mail: «Sigo pensando que Jimi Hendrix fue de lejos el mejor y más creativo guitarrista de todos los tiempos. Cuando estuve en Toad toqué con muchos grupos y para mí no eran más que rivales; todos ellos excepto Jimi». Un artículo de 1972 firmado por Alberto Gioannini «After The Cream, Toad» recoge otras declaraciones similares de Vic sobre Hendrix: «No tiene sentido, después de él, que haya grupos que se llamen «progresivos» porque en realidad ninguno de ellos constituye ningún progreso comparados con Hendrix».
Su debut en los escenarios fue en el club Underground de Lugano, en Suiza, junto a un hombre-orquesta, Hunka Munka. Vic lo explica: «Era un genio con el Hammond y un pionero, en los sesenta había inventado un prototipo muy parecido a lo que luego serían los sintetizadores». Juntos llegaron a ser un atractivo turístico que ponía el local hasta los topes. Pero el italiano no era amigo de la tontuna, pronto puso pies en polvorosa y huyó con su novia a Londres.
«Estuve allí unos seis meses y cada noche iba al Marquee. Era una de las mejores maneras de aprender a tocar la guitarra, fijándote en los mejores de entonces. Después de cada show, me iba corriendo al hotel y trataba de sacar en la guitarra todo lo que había visto», recuerda Vic. En 1969 Londres era la capital mundial del rock. Relata Casaccia que para el guitarrista aquella estancia fue como ir a la universidad. Y también detalla que el hotel en el que se alojaba no era otro que el Ritz. Y le llama «dandi malcriado». Detallito.
El primer tren para la fama que pasó por su andén fue el de Hawkwind. Ya saben, el grupo drogadicto por antonomasia que expulsó de sus filas a Lemmy por drogadicto. Estuvo con ellos durante la grabación del primer disco, pero a nuestro dandi no le gustó el rollo que llevaban estos arquitectos del caos. «Estuve con ellos solo un par de semanas, de verdad que no pudo haber sido más tiempo, éramos demasiado diferentes». Vic no se drogaba, aunque en este contexto y aquellos años suene raro. Encima, poco después los que le ofrecerían entrar en el grupo serían Can. Rechazó la propuesta porque no le gustaba su música «hecha por telepatía», como titulamos aquí nuestro artículo.
De vuelta de Inglaterra por fin fundó Toad junto a miembros de la formación suiza Brainticket, un prodigio del space rock: Werner Fröhlich al bajo y Cosimo Lampis a la batería. Pero en Toad se iban a dejar de viajes cósmicos para tocar duro. Era noviembre de 1970, tan solo un mes antes había muerto Jimi Hendrix, uno de los principales precursores del nuevo sonido, el heavy o hard rock que lo estaba petando a las dos orillas del Atlántico. Martin Birch, quien fuera productor de Deep Purple, Iron Maiden, Rainbow o Black Sabbath, fue el ingeniero de su primer disco pocos días antes de irse grabar el Long Player de los Faces. En las primeras reseñas en la prensa sobre este plástico se habló de Toad como «los nuevos Cream».
Aunque eran cuatro en lugar de tres como el grupo de Eric Clapton o la Experiencie de Hendrix, formaciones power-trio. En Toad estaba también el cantante Beni Jaeger, de timbre cercano al de Rod Stewart, que pronto abandonaría el grupo porque no sabía qué hacer mientras Vic se marcaba sus prolongados solos de guitarra. «Era un gran cantante y mejor persona, pero lo tuvo que dejar porque mis solos eran demasiado largos como para que él estuviera tanto tiempo callado sobre el escenario, pero nuestra amistad no cambió».
Del LP, haciendo equilibrios entre Grand Funk Railroad y unos Taste, con un gran sapo en la portada haciendo honor al nombre del grupo, destacamos «Pig´s Walk», de la cara B, donde efectivamente se nota que la guitarra, bajo y batería hacen la guerra por su cuenta —y sin hacer prisioneros—. «Somos diferentes a todos esos grupos que preparan las partes de cada instrumento antes de cada concierto y no permiten ninguna posible variación, y tampoco nos parecemos a esos grupos de la escena alemana que confían en la inspiración del momento para todo el concierto. Nosotros sabemos cómo improvisar, pero es necesario mantenerse dentro de ciertos esquemas preestablecidos», explicó en el artículo de Gioannini.
Como power-trio siguieron sacando una serie de magníficos EP, que además los regalaba Akarma con las reediciones de los álbumes. Stay es el primero y en YouTube hay una acojonantísima aparición televisiva donde la tocan. Oscuridad a lo Black Sabbath, el sonido de moda entonces, pero en los desarrollos Vic imprime la marca hendrixiana, orgías salvajes sin condón de guitarra, bajo y batería.
Los conciertos por aquel entonces eran multitudinarios. En Palermo, Sicilia, tocaron ante sesenta mil personas. En una gira por Suiza de doscientas fechas hicieron sold out en cada bolo y llegaron a pasar por el Festival de Montreux, prácticamente el Olimpo de los grupos de la época. «El mejor concierto que dimos fue el de Palermo. Había luna llena y una gran noche estrellada. Compartíamos cartel con Colosseum. Sobre el escenario entré en éxtasis como nunca ante en mi vida, y en aquella época todo el mundo se estaba drogando, pero yo no, mi droga era la música».
En 1972, otra vez con Martin Birch en la pecera, graban su obra maestra, Tomorrow Blue. No es normal la brutalidad con que se abren las dos caras de este disco. El «Thoughts» que ya han escuchado en la A, y la barrabasada «Vampires» en la B. Pero Vic no se limita a bordar el hard psicodélico o el heavy rock profundizando en las enseñanzas de su maestro. El disco está lleno de atmósferas muy diferentes, es completamente heterodoxo, y hasta cuenta con un violinista, Helmut Lipsky. «Mis raíces son el blues. Todo viene de ahí, pero siempre he estado abierto a todo tipo de música; siempre que al menos molara. Ese es el motivo por el cual cuando conocí a Helmut me pareció un violinista asombroso y le invité a grabar con nosotros. Muchos años después, cuando estuve de gira por Estados Unidos en solitario, vino a verme al concierto que dimos en Boston y me encontré con que era el primer violinista de la Boston Philarmonic Orchestra».
Con esta obra de arte en el mercado, siguieron siendo unos teloneros de lujo para grupos como Deep Purple o Black Sabbath, pero Vic decidió tomarse un descanso e irse a vivir a Roma. Siguió como músico de sesión para RCA y apareció en un spaghetti western yugoslavo que reeditaba el clásico Sparate a vista a Killer Kid de Terence Hill, que tuvo escaso éxito o no pudo cuantificarse en los cines de barrio y de pueblo para los que estaba destinada. Mientras tanto, la música fue cambiando entrados los setenta y Vic se enroló en el grupo de soul Wess & The Airedales. Era el único blanco de la formación. Y todo lo aprendido con los morenos le sirvió para grabar Dreams, el tercer y último disco de Toad en los setenta, que se atreve sin complejos con en el funk. Era 1975, un año antes de que los Bee Gees lanzasen el single de «You Should Be Dancing». El disco no tuvo ya ningún éxito reseñable, pero sigue siendo un trabajo excelente de nuevo con registros insospechados, cambiando de tercio en cada corte. Es un peligro que te pongan en una boda un temazo como el que abre la cara A, «Keep on Moving», cuando vas medio mamao. Aviso.
Esta combustión de funk, hard rock y blues no fue bien entendida por la discográfica y supuso el final del grupo aunque siguieran dando algún concierto hasta 1978. Pero el sello EMi-Capitol tenía otros planes, en lugar de tirar por la moda de la música disco, aunque fuera eléctrica, como había apuntado Toad, quisieron hacer de Vic un guitar hero de heavy metal, la última nueva sensación. Le cambiaron el apellido a «Vergat», más fácil de pronunciar para el mercado estadounidense. Así registró un disco en solitario en 1980 producido por Dieter Derks, el ingeniero que se hizo rico grabando a Scorpions y la trilogía más dura de Rory Gallagher, el Photo Phinish, Top Priority y Jinx.
Por supuesto, para la portada de ese LP, titulado Down to the Bone, lo encueraron y le arreglaron el afro, además de fotografiarlo en un escenario lleno de humo con luces rosas. Pistoletazo de salida para los ochenta. «Me pidieron que pusiera cara de malo», recuerda. Y con esas alforjas le dio para entrar en el Billboard y girar por Estados Unidos con Nazareth y Joe Perry. El disco sigue las líneas ya marcadas por Vic en los setenta aunque el conjunto esté anudado con tics más metálicos, según la moda incipiente del momento como hemos dicho. Lo gracioso es que para irse de gira el italiano contó con una sección rítmica formada por Bobby Blotzer a la batería y Tom Crouicer al bajo. Dos tíos que en un par de años se harían multimillonarios con Ratt y Dokken respectivamente.
Vic no se convirtió en un estrellón del heavy metal rodeado de chicas en cueros en la piscina de su mansión, por suerte o por desgracia —entendemos que por fortuna puesto que ahora está felizmente casado y con tres churumbeles— se volvió a Europa. Y su carrera en solitario se vino definitivamente abajo cuando su proyecto Weapon of Love, producido por el guitarrista Manny Charlton de Nazareth, fue suspendido por EMI.
Después, siguió colaborando con grupos del continente hasta el regreso de Toad en los noventa con dos discos de estudio, uno de ellos Hate to Hate, en contra de la primera guerra de Irak. Aparte de los cinco álbumes de Toad, quedaron para la historia varios directos mucho más explosivos que en el estudio, como suele ser habitual. El más representativo de la etapa clásica es Open Fire, Live in Basel 1972. Extraigo de una reseña: «Vic es como Alvin Lee de rápido pero con la potencia de Angus Young, mientras que la sección rítmica no es menos que devastadora». Pero todavía le quedaba por ver uno de los mayores éxitos de su vida. En 1993, una canción que compuso con el cantante de hard melódico Marco Paganini para que la cantara ese prohombre que es David Hasselhoff, sí, Michael Knight y Mitch Bucanan, destinada a la banda sonora de los dibujos animados alemanes Pingu, arrasó en Suiza. ¡Un rap para niños!
Por supuesto, a Vic se la pela lo que puedan pensar de él. Me dice: «He estado en contra de lo establecido desde que era un niño. He hecho siempre lo que amaba. Lo que me gustaba. De modo que los críticos, los managers y el público medio, a los que solo les gusta lo que está dentro de lo obvio, especialmente en estos tiempos, no me quitan la pasión. Todavía la conservo intacta. Siento que la creatividad es una de las emociones más valiosas en esta vida».
«Ambicioso, sí, pero nunca lo suficiente como para aceptar imposiciones», sentencia Cassacia en la historia del documental sobre Toad que se quedó sin financiación cuando se hundieron las productoras a principios del nuevo siglo. Y yo concluyo con que siempre me ha dado cierta emoción mirar la carpeta de Tomorrow Blue, en la que los tres miembros del grupo posan mostrando solo su rostro y Vic firma de su puño y letra con el lema: «True music is forever».
Vale, ahora toca Toad… pues bueno…
Gracias por rescatar esta banda del olvido.
Hendrix parece ser el centro del cosmos de este gran guitarrista, he escuchado varias veces en diferentes opiniones que Jimi revolucionó en 4 años más que los Beatles en casi 10.
Pero el mismo Hendrix admitía al final de sus días, que era incapaz ya de obtener nuevos sonidos a su guitarra. En cuanto a la opinión de Vergat, que eran el perfecto medio entre improvisación y apego a la partitura, remitamonos a la versión de «Spoonful» de Cream y editado en album.
Pero todo bien con Toad.
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Es cierto que a finales de los 60 y principios de los 70 había una cantidad increíble de buenas bandas en el terreno del hard rock, el blues-rock y el rock progresivo que estuvieron parcial o totalmente eclipsadas por la sombra de los grandes monstruos que todo el mundo sabe (Led Zeppelin, Pink Floyd, Jimi Hendrix y un largo etcétera). Yo tengo 55 años, 40 de ellos como aficionado al rock. He investigado bastante acerca de estos grupos que no pasaron a la historia, que han sido infravalorados, ignorados u olvidados … Mi conclusión es que en realidad casi ninguno era «homologable» a los grupos más famosos. Por lo general algo les faltaba, solían ser excelentes instrumentistas (no siempre), pero eran menos brillantes, innovadores o consistentes en el aspecto compositivo. Ojo, no hablo de bandas simplemente menos conocidas por el gran público, como Gentle Giant o Henry Cow, que sí estaban a la altura de los super famosos, sino de bandas bastante más oscuras como, digamos, Harsh Reality, Snafu, Warhorse, Steamhammer … todas ellas excelentes pero asimilables a otras más famosas que las superaban. En resumen, vale la pena conocerlas a todas, puesto que el nivel general era excelente, pero no hay que caer en la «mitificación de lo oscuro». Por ejemplo a mí Toad me parece «un grupo más» de su tiempo, bueno pero nada especial.
Tame Impala, que tan de moda han estado, beben de este tipo de bandas, salvo la voz del cantante que es Lennon total, el resto de sonido de la banda se me antojan sacados de bandas desconocidas para la mayoría del gran público……….en fin gracias por el artículo, me encantan este tipo de bandas, siempre tienen algo que para mi gusto no aportaron los grandes………..
Sin desmerecer el gran trabajo que se toma Alvaro en rescatar biografías de fracasados musicales y sin dejar de agradecérselo, estoy más del lado de adrianpereiro que del entusiasmo del descubridor. En todo caso y como le llevo unos pocos años de ventaja (a adrianpereiro), yo no pondría en el mismo saco a Hendrix que a Zeppelin, Pink Floyd, etc. Hendrix fue para mi generación un fenómeno muy minoritario. De entendidos; o de frikis, como se dice ahora. Y si Toad estaba en la línea de Hendrix, y encima en Basel, no es de extrañar que nos lo tenga que descubrir Alvaro en el 2015. El punteo del minuto dos y medio, para escucharlo sentado, sí señor.