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Leyendas negras de película

Nosferatu. Imagen Prana-Film GmbH.
Nosferatu. Imagen: Prana-Film GmbH.

En los tiempos de los cines de sesión doble donde nos tragábamos secuelas y películas de producción barata a punta pala, daban mucha vidilla las leyendas urbanas y los cotilleos mayormente inventados sobre las películas. Recuerdo acalorados debates sobre la protagonista de Poltergeist, hay quien sostenía que se veía en la propia pantalla por el aspecto físico su lento declinar hacia la muerte. Lo mismo que de la niña de El exorcista. Incluso a Damien, el niño de La profecía, le di por muerto durante muchos años porque ya era imposible distinguir. La norma, en el patio del colegio, era que todo el que protagonizaba una película de vampiros, o en la que mediara Satanás de algún modo u otro, había muerto. Aunque lo que más aterrado me dejó a mí, personalmente, fue que me dijeran que Slugs, muerte viscosa había sido un caso real. Eso sí que era grave porque a Satanás, cuando se quiera aparecer, pues vale, mucho miedo, pero babosas se veían muchas cuando llueve y eso ya no molaba tanto, era muy cercano.

El caso es que ha caído en mis manos Hollywood maldito, de Jesús Palacios, que profundiza en todas esas leyendas para analizar qué tienen de verdad y qué no. El autor ya trató el asunto en ‘Satán en Hollywood’ y este trabajo es una ampliación para los amantes de la droga dura. El recorrido comienza recordando la muerte de Murnau en un accidente de coche que conducía su criado filipino. Los rumores siempre dijeron que el cineasta le iba practicando una felación al conductor, pero eran solo eso: rumores. Pero la realidad es que muchos de los que participaron en el rodaje de la legendaria Nosferatu (FW Murnau, 1922) tuvieron desenlaces equiparables. Y no por su querencia al polo de carne, sino por algo sutilmente menos divertido como fue la llegada de los nazis al poder y el estallido de la II Guerra Mundial.

Henrik Galeen, el guionista, se tuvo que fugar de Alemania después de que Hitler fuera nombrado canciller y empezara a hacer de las suyas. El hombre murió en 1949 sin haber podido regresar a su país. Otro, Gustav Von Wangeheim, actor, huyó a la URSS y murió plácidamente en la RDA en 1975. Sin maldición porque la maldición era él mismo. Durante su exilio en Rusia denunció a sus compañeros de profesión Anatol Becker y Carola Neher por trotskistas y él fue ejecutado y ella murió en prisión. Uno más que huyó del nazismo fue Alexander Granach. También se fue a la URSS, de donde tuvo que huir a su vez por las purgas de Stalin y acabó en Hollywood, interpretando solamente a villanos por su acento alemán imposible de disimular.

No obstante, lo relevante es que todos los fugados del gremio se llevaron a Estados Unidos «las ideas y los logros del cine esotérico, cargado de simbolismo y magia, a la vez que llegaban a EE. UU. miembros de las sociedades ocultistas y masónicas prohibidas por Hitler», cuenta Palacios. Solo se quedó en el III Reich Fritz Arno, ayudante de fotografía, y murió en 1958 de un accidente automovilístico. Diríamos que no corrieron suertes muy distintas a la de millones que también vieron sus vidas truncadas por el ascenso del nazismo. Pero observen lo que pasó en las películas para las que habían creado escuela.

La semilla del diablo. Imagen: Paramount Pictures.
La semilla del diablo. Imagen: Paramount Pictures.

En La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968), como todo el mundo sabe, a Roman Polanski le mataron a la mujer, Sharon Tate, de dieciséis puñaladas. Y a sus amigos Jay Sebring, de siete, y Wojciech Frykowski, cincuenta y una. Con la sangre de su mujer escribieron en la pared de casa «Pig». El responsable fue el famoso Charles Manson y sus colaboradores fueron al juicio cantando y sonriendo.

Y durante el rodaje, Krystof Komeda, el compositor, sufrió un hematoma cerebral, entró en coma y falleció. Y el gran William Castle, productor, padeció un envenenamiento urémico y amenazas de muerte de toda clase. Sin embargo, Polanski dijo que no se consideraba perseguido por brujas, que le habían perseguido mucho más los católicos.

Hasta el perrito que el director había regalado a su esposa, un diminuto yorkshire terrier, murió cuando fue atropellado accidentalmente por un amigo, Voyek Frykovski, al aparcar en casa de los Polanski.

En El exorcista (William Friedkin, 1973) la maldición fue más intensa. La actriz Ellen Burstyn casi se parte la espalda en la escena en que la niña se está masturbando con un crucifijo. Llevaba un cable alrededor del estómago del que un tramoyista tiraba con todas sus fuerzas. Repitieron la toma hasta que Burstyn se hizo daño de verdad y fue ahí donde Friedkin se quedó contento, cuando por fin pudo captar un gesto de dolor verdadero. Ella arrastró problemas en la espalda el resto de su vida.

El exorcista. Imagen: Warner Bros. Pictures.
El exorcista. Imagen: Warner Bros. Pictures.

Pero lo acojonante es el parte de víctimas que hubo entre los miembros del equipo durante el rodaje: Al actor Max Von Sydow se le murió el hermano. El hijo de Jason Miller (el actor que dio vida al famoso padre Karras) fue atropellado por un motorista que se dio a la fuga y quedó malherido tirado en una playa. Jack MacGowran, otro actor, falleció una semana después de rodar su propia muerte. Y también murió el abuelo de Linda Blair, que puestos a ahondar en la desgracia, fue detenida pocos años después por posesión de cocaína. Antes de darse a la drogaína, cuando iba por la calle después del estreno la gente le preguntaba si realmente era el diablo. Le tenían miedo. Llegó a no atreverse a salir de casa.

Del resto del equipo, un carpintero se amputó un pulgar y un electricista perdió un dedo del pie. En las escenas que se rodaron en Irak, más de diez personas cogieron disentería. La esposa de un ayudante de cámara tuvo un hijo que murió al poco de nacer. El encargado de refrigerar el set de rodaje también falleció y el conserje que cuidaba del edificio fue asesinado a tiros. La gracia viene cuando Palacios comenta que, pese a todo esto, la mayor parte del revuelo que se creó alrededor de la película se debió a haber añadido muy inteligentemente un «basado en hechos reales» en los créditos.

Después vino La profecía (Richard Donner, 1976). El primer día el director, Richard Donner, tuvo un accidente de coche y en el hotel en el que se alojó en Irlanda puso una bomba el IRA. Luego Gregory Peck iba en un avión al que le cayó un rayo. Exactamente lo mismo que le pasó al guionista en otro avión. Y Peck perdió un vuelo que se estrelló sin supervivientes. Aunque dice Palacios que la leyenda negra de esta película se ha fabricado a posteriori un tanto artificialmente.

La profecía. Imagen: 20th Century Fox.
La profecía. Imagen: 20th Century Fox.

Y hay más. En Poltergeist (Tobe Hooper, 1982), Dominique Dunne, la hermana mayor de la niña que se llevan los espíritus a dar un garbeo por el más allá, fue asesinada por su novio. Estaba repasando el guion de V, para la que había sido contratada, cuando la llamó su exnovio, un maltratador, al que accedió a ver por última vez para intentar dejar las cosas claras y no tener que soportar más el acoso telefónico al que la estaba sometiendo. La asesinó.

Cuando llegaron los agentes fue solo para encontrar el cuerpo de Dominique tendido en el suelo, prácticamente sin vida. Sweeney se limitó a decirles: «He matado a mi novia y después he intentado suicidarme» La actriz fue trasladada urgentemente al Hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles, donde no llegaría a recuperar la consciencia. Conectada a un equipo de soporte vital, unos días después los médicos certificaron la carencia absoluta de actividad cerebral y la familia dio el consentimiento para que fuera desconectada. Tenía solo veintidós años.

Más adelante vino la protagonista, la niña rubia de doce años, Heather O´Rourke. En 1987, cuando preparaban la tercera entrega de la saga, empezó a sentirse enferma. Le diagnosticaron el síndrome de Crohn, un problema intestinal para el que empezó a tratarse. Al terminar el rodaje, volvió a sentirse mal. En el mismo viaje en ambulancia al hospital sufrió un paro cardiaco y tuvo que ser reanimada. Fue llevada en helicóptero a un hospital de San Diego especializado en enfermedades infantiles. Allí murió durante la operación. Lo que tenía era una estenosis congénita en el intestino. En el primer diagnóstico se habían confundido.

Poltergeist. Imagen: Metro Goldwyn Mayer.
Poltergeist. Imagen: Metro Goldwyn Mayer.

El siguiente en caer fue Julian Beck, el actor de la segunda entrega que se parecía al expresidente del Real Madrid Ramón Calderón. Murió de cáncer antes del estreno. Lo mismo que Will Sampson, el que hacía de indio chamán. Falleció en 1989 después de una operación de pulmón y corazón. Tenía solo cincuenta y tres años. Y pudieron ser más. En la escena de la piscina llena de cadáveres, JoBeth Williams estuvo a punto de ahogarse porque los esqueletos, que por cierto eran de verdad, se le enganchaban en la ropa y la hundían En otra ocasión, si no es por el productor, Spielberg, contaríamos con otro muerto. Le salvó la vida a un niño actor en pleno rodaje. Es mi escena favorita de este libro:

Durante la escena en que un juguete con forma de payaso cobra vida e intenta estrangular al pequeño de los Freeling, encarnado por Oliver Robbins, un fallo en el mecanismo del muñeco provocó que sus brazos quedaran firmemente aferrados a la garganta del actor, impidiéndole respirar. Pensando que estaba haciendo una interpretación excepcional, el director siguió rodando, hasta que se dieron cuenta de que algo iba muy, pero que muy mal. Al parecer el propio Spielbreg, quién si no, tuvo que intervenir, consiguiendo separar el muñeco del niño justo a tiempo para evitar que la escena de ficción se convirtiera en diabólica realidad.

Tampoco está mal la maldición de toda la saga de Superman, tanto en televisión como en el cine. Al primer actor que lo interpretó, Kirk Allyn, le despidieron cuando pidió un aumento de sueldo. Al segundo, George Bessolo aka George Reeves, se lo encontraron muerto con un disparo en la cabeza, nunca se supo si fue un suicidio o un asesinato. Aunque llevaba tiempo «maldito», es decir, atrapado en el traje de Superman, sin conseguir otros papeles y deambulando por rings de lucha libre haciendo el ridículo con la capa roja y el traje azul por cuatro duros.

Y qué decir del tercero, Christopher Reeve, que se cayó de un caballo en 1995 y se quedó tetrapléjico. Además, a los dos años de morir, en 2004 por una úlcera, lo hizo su mujer de cáncer. Y a Margot Kidder, la guapa Lois Lane, le diagnosticaron problemas mentales y se la encontraron desnutrida en un callejón al borde de la inanición. Durante el rodaje de la primera se produjo el famoso apagón de Nueva York. El director de fotografía, Geoffrey Unsworth creyó que lo había causado él al conectar un foco de su equipo a una farola pública. Por cierto, murió antes del estreno. Algo que tal vez se explique porque había empezado a trabajar en Tess, de Roman Polanski.

Superman. Imagen: International Film Production.
Superman. Imagen: International Film Production.

Ni siquiera les fue bien a los creadores del superhéroe, que no vieron un duro generado por el éxito de Superman —cuando se lo vendieron a DC tuvieron que renunciar a todo—. Solo lograron ser indemnizados por la aparición de Superboy. Fueron despedidos de DC y, de propina, el dibujante, Joe Shuster, se quedó ciego y murió en una residencia de ancianos en la que vivía acuciado por las necesidades.

Pero la palma se la lleva El cuervo (Alex Proyas, 1994). El protagonista, Brandon Lee, era el hijo de Bruce Lee, que ya murió en extrañas circunstancias tras una migraña para la que se tomó un medicamento que resultó fatal.

Había sufrido un par de meses antes un desmayo mientras trabajaba en el doblaje de Operación dragón, en los estudios de Hong Kong. Trasladado al Hong Kong Baptist Hospital le había sido diagnosticado un edema cerebral, consiguiendo bajarle la congestión administrándole los medicamentos adecuados. Tras la autopsia pedida por sus familiares, se descubrió que el cerebro de Bruce Lee presentaba una muy seria inflamación, que había aumentado su tamaño en casi un trece por ciento más de lo normal. Donald Teare, forense recomendado por Scotland Yard para el caso, llegó a la conclusión de que el fallecimiento había tenido lugar debido a una reacción alérgica al meprobamato, el relajante muscular contenido en el equagestic tomado por el actor para combatir su dolor de cabeza.

El cuervo. Imagen: Miramax.
El cuervo. Imagen: Miramax.

Además, la historia de El cuervo ya venia maldita también por otra línea, porque su creador en cómic se inspiró en la muerte de su novia, atropellada por un conductor borracho. Durante el rodaje, un carpintero se electrocutó y se lo llevaron al hospital con el 90% de su cuerpo quemado. Un trabajador se atravesó la mano con un destornillador. Un escultor de efectos especiales se volvió loco y entró en el plató con el coche arrasando con todo. Un publicista tuvo un accidente de circulación. Una tormenta destruyó todos los decorados y, finalmente, la mayor desgracia recayó sobre el hijo de Bruce Lee. Tenían que dispararle en una escena y por error la pistola contenía balas de verdad. Muchas veces se utilizan para planos en los que no se dispara a nadie, para que la detonación sea lo más real posible. El actor falleció y la película tuvo que terminarse sin él mediante modernas técnicas con las que lograron suplantarle. Por supuesto, al conocer esta historia, el público abarrotó las salas en gran parte por el morbo de ver la escena del disparo. Una muerte real. Pero nunca se vio. La policía la guardó como prueba y no se hizo pública. Lo habré dicho ya como cien veces, pero nunca me cansaré: la realidad supera a la ficción porque la realidad no tiene por qué esforzarse en parecer real. Este libro lo certifica.

Jesus Palacios. Foto cortesía de congresonegro.com.
Jesus Palacios. Foto cortesía de congresonegro.com.

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9 Comentarios

  1. Pingback: Leyendas negras de película

  2. Jackson Peters

    Es muy recomendable «Londres después de medianoche», novela de Augusto Cruz. «London after Midnight» fue realmente una película muda de 1927, «perdida» (no queden copias que se sepa) dirigida por Tod Browning y protagonizada por Lon Chaney, conocida en español como «La casa del horror». Fue la segunda película de la historia, después de Nosferatu protagonizada por vampiros La novela relata la búsqueda por parte de un detective privado de alguna de esas copias y la estela de desgracias que fue dejando a su paso.

  3. Hola,

    Quisiera puntualizar algo sobre la muerte de la niña de «Poltergeist»:

    La Enfermedad (que no síndrome) de Crohn puede producir estenosis en el intestino, tanto grueso como delgado. O sea, que estaba bien diagnosticada.

    Un saludo.

  4. «Al parecer el propio Spielbreg, quién si no, tuvo que intervenir, consiguiendo separar el muñeco del niño justo a tiempo para evitar que la escena de ficción se convirtiera en diabólica realidad.»

    Ese «quién si no» da lugar a muchas interpretaciones, conociendo la tirria que le tiene Jesús Palacios al Spielberg más almibarado y la afición de aquél por lo truculento.

  5. QWERTY_BCN

    ¿Alguien se ha planteado el interesante reto de mirar que ocurre en otros rodajes? Vamos, que quizás en pelis no de género la gente muere igual o mas veces.
    Claro que el combo peli de miedo+leyenda urbana es casi imbatible.

  6. Fíjense que todos los que intervinieron en el Nosferatu de Murnau están muertos…

    En serio, no dejan de ser inquietantes todas esas coincidencias, pero ¿qué sucede con las otras películas?, sobre el tema de tormentas y demás Waterworld puede ser un paradigma de mala suerte, accidentes entre operarios varios como carpinteros o electricistas, debe haber unos cuantos.. Y muertes en rodaje hay unas algunas más. Sería interesante ver una comparativa entre las películas con mala suerte de este y otros géneros.

  7. «El conquistador de Mongolia» también tiene su leyenda negra. A parte de la pesadilla que supone ver a John Wayne caracterizado como Genghis Khan y del batacazo que se pegó la película tanto en crítica y como en taquilla, se dice que la mitad de los que participaron en el rodaje murieron a los pocos años. Pero no debido a una maldición sino porque las escenas del desierto se rodaron en una zona de Utah donde pocos años antes habían realizado pruebas nucleares.

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