Los amantes de las series históricas con hechuras literarias no deberían perderse esta miniserie de seis capítulos producida por la BBC que, al menos según mi gusto, demuestra que la cadena británica sigue siendo capaz de poner el listón muy alto cuando se lo propone. O, en palabras de Colin Callender, antiguo presidente de HBO Films:
Para las audiencias fascinadas por los argumentos moralmente complejos y por los personajes como Tony Soprano o el político que interpreta Kevin Spacey en House of Cards, aquí hay algo bastante maravilloso.
Wolf Hall es la adaptación de dos novelas históricas del mismo título con las que la escritora Hilary Mantel ha obtenido importantes premios en su país, además de un gran éxito de ventas. En realidad se trata de dos novelas que forman parte de una trilogía cuyo último volumen está siendo todavía escrito por Mantel. Se narra el ascenso de Thomas Cromwell en la corte británica (no confundir con su descendiente indirecto, el belicoso y fanático Oliver Cromwell, al que tan bien encarnó Richard Harris en aquella extraordinaria película de 1970). Banquero, abogado y hombre «de múltiples talentos», el taimado Thomas Cromwell se las arregló para reconquistar el favor del rey justo después de haber caído en desgracia. El núcleo de la trama son los manejos con los que Cromwell ayuda a que Enrique VIII obtenga el divorcio de la reina Catalina de Aragón y pueda casarse con su nueva amante, Ana Bolena. Es decir, la serie describe una intriga palaciega clásica en toda regla, con un trasfondo de tragedia humana y dilema moral muy en la onda de Shakespeare o de algunas novelas decimonónicas. Y no, por si se lo están preguntando, esto no se parece demasiado a Los Tudor, por más que transcurran en la misma época y algunos personajes sean los mismos.
En un principio y sobre el papel, el gran aliciente de la serie era ver a Damien Lewis, de Band of Brothers y Homeland, interpretando al rey Enrique VIII con acento británico (Lewis, por si no lo sabían, es inglés). Y efectivamente Lewis cumple, está muy bien en el papel y su retrato de Enrique VIII resulta perfectamente verosímil. Lo mismo puede decirse de la bellísima Claire Foy, quien pese a su aspecto habitualmente angelical se transforma con una facilidad pasmosa en la ambiciosa y retorcida Ana Bolena hasta el punto de parecer otra mujer completamente distinta. Otra que se luce es Joanne Whalley, cuyo digno retrato de Catalina de Aragón —incluido un curioso y supongo que convincente acento español— también ayuda a elevar el nivel medio de las interpretaciones. Lo mismo puede decirse de Anton Lesser en el papel de Tomás Moro, autor del universal libro Utopía, que, como bien sabrán, terminó sus días decapitado por oponerse a los planes de Enrique VIII. O del brillantísimo Jonathan Price, que interpreta al cardenal Wolsey, canciller de Inglaterra que promovió inicialmente la carrera política de Cromwell. Todos estos actores y otros interpretan a personajes con luces y sombras que rara vez están libres de secretos y trapos sucios.
Un reparto fantástico sin duda, pero quien realmente se convierte en la estrella absoluta de la serie y no solamente por tener el papel protagonista sino por su asombroso alarde interpretativo, es Mark Rylance, que encarna al taciturno, enigmático y laberíntico Thomas Crowmell. Su trabajo me ha parecido tan impresionante que no dejo de preguntarme cómo este tipo no era más conocido en el extranjero, pese a que en el Reino Unido ya le habían dado todos los premios habidos y por haber, amén de haber sido durante años director del Shakespeare Globe y ser considerado quizá el actor teatral más importante del país en la actualidad. Pero bueno, si Wolf Hall ha conseguido que muchos nos fijemos en él, en el futuro más gente conocerá su nombre porque va a trabajar próximamente con Steven Spielberg.
El personaje de Thomas Cromwell descrito aquí es, para que se hagan una idea, un hombre hecho a sí mismo. De origen plebeyo, con un pasado tan misterioso como inquietante —intuimos que crímenes incluidos— y una exitosa carrera profesional como prestamista y abogado, Cromwell es un experimentado viajero y superviviente que se pasa un 95% del tiempo guardándose sus verdaderos sentimientos para sí mismo. Esa circunspección resulta beneficiosa en su trabajo, especialmente cuando se convierte en, por así decir, el jefe de la CIA de Enrique VIII. Pero la naturaleza inexpresiva de un personaje hierático no impide que Mark Rylance se las arregle para dotarle de un universo interior que proyecta con sorprendente facilidad. Su expresión ausente quizá les deje un tanto perplejos durante el primer capítulo de la serie, especialmente si han leído las unánimes alabanzas que ha recibido el trabajo de Rylance (alabanzas a las que, como ven, yo mismo me sumo con entusiasmo). Pues bien, cuando termine el sexto capítulo ya no tendrán ninguna sensación de asombro por esas alabanzas. Rylance compone un personaje creíble y complejo con un restringido arsenal y el inexpresivo Cromwell parece cualquier cosa excepto robótico. De hecho, termina siendo uno de los personajes más perceptiblemente humanos de la trama. Por ejemplo, sabemos que es hijo de un herrero que lo molía a palos y que escapó de casa siendo apenas un niño para ganarse la vida en los muelles: pues bien, oculto bajo una gruesa capa de exquisita diplomacia cortesana, Rylance se las arregla para sacar a relucir con enorme sutileza ese pasado callejero. Sus escasos e inesperados momentos de bien medida agresividad o sus miradas repletas de desprecio en plan «no te mato aquí mismo porque no me conviene» son todo un espectáculo. Ver a Mark Rylance interpretando a Cromwell es como ver a Pacino haciendo de Michael Corleone, salvando las distancias entre personajes. Cada pequeño gesto y cada mirada engañosamente distante van ayudando a construir un personaje del que terminamos sabiendo mucho pese a su tendencia a camuflarse bajo una máscara imperturbable. En el último episodio comprendemos muchas de esas miradas vacías y entendemos por qué Cromwell parece estar casi todo el tiempo flotando por encima de cuanto le rodea. La manera en que finalmente se nos revela el complejo sistema de principios de un complejísimo personaje es un hallazgo de guion al que Rylance contribuye con un trabajo maestro.
Además de las grandes interpretaciones y de una ambientación prácticamente inmaculada, Wolf Hall destaca por la destreza de sus guionistas y por sus inteligentísimos diálogos repletos de elegantes elipsis (como no he leído el libro original no sé qué parte de mérito corresponde a la escritora, imagino que mucha). No es una serie con mucha acción, aviso, y tiene un ritmo más bien lento. Tampoco se lo pone fácil al espectador como Los Tudor, más pensada para todos los públicos. Wolf Hall requiere un considerable grado de atención para captar todos los detalles y el significado de todos los diálogos. Pero eso precisamente la convierte en un espléndido entretenimiento: dado que no podrá verla distraídamente mientras masca palomitas o se perderá buena parte de cuanto sucede, la serie le arrastrará a una progresiva inmersión. Además, esos diálogos son tan magníficos y punzantes que difícilmente se echa de menos esa acción. También la dirección y la cinematografía son de primer nivel, incluyendo una iluminación fantástica casi en plan Barry Lindon que convierte muchos planos en auténticos lienzos. El guion también se vale de un juego de flashbacks que confluyen en ese último episodio donde entenderemos unas cuantas cosas sobre Crowmell y que tiene uno de los desenlaces más oscuros e inquietantes que he visto últimamente en una serie de televisión. Precisamente lo sorprendente del final es que cualquiera que haya leído un libro de historia sabe exactamente cómo va a terminar todo el asunto, y aun así, el desenlace de Wolf Hall envuelve al espectador con un inesperado sentimiento de incomodidad y desolación.
Damien Lewis y Mark Rylance ya han comentado que están ansiosos por rodar una continuación a esta serie —que ha sido bastante exitosa en el Reino Unido—, adaptando el tercer libro todavía no publicado. Personalmente creo que una nueva temporada de Wolf Hall sería una de las grandes noticias televisivas del momento. Aunque los seis episodios que existen por ahora se pueden ver como una unidad y tienen un cierre perfectamente redondo, sabemos por los libros de historia que las andanzas de Cromwell y Enrique VIII están muy lejos de haber terminado. Y la BBC parece dispuesta a encargar esa segunda temporada. Por el momento, les recomiendo encarecidamente que le den una oportunidad a Wolf Hall.
Buenísima. Afortunadamente, no se parece nada a Los Tudor. Y por ańadir algo al artículo, la ambientación y la iluminación de las escenas interiores son extraordinarias.
Estoy seguro de que será mucho mejor que «Los Tudor» aunque no creo que proceda refrerirse a ésta como si fuera «Isabel», ¿vale?
Es que la novela es muy buena, asi que habrá que estar atentos…..
Pues sí, lo primero que viene a la cabeza es esta historia contada en la segunda temporada de «Los Tudor», que aunque seguramente no tenga la misma precisión que esta serie arranca grandes momentos de tensión y buenas interpretaciones.
http://casaquerida.com/2015/04/04/pater-publiequitas/
Pingback: Anónimo
«Wolf Hall» es una delicia artística, no como «Los Tudor». Es buenísima, la interpretación de Mark Rylance es sublime, la ambientación política está muy lograda, pero que nadie busque «precisión» en lo que cuenta. Está basada en una serie de novelas históricas, no en libros de historia.
Por cierto, felicidades por el artículo. En lo de la iluminación, yo también pensé en Barry Lindon.
La serie es excelente. La música y la cinematografía son un placer para la vista y el oido (veanla con poca luz, un par de velas), disfruten del dialogo en inglés que para eso están los subtitulos.
Pero discrepo con Jacob, se puede buscar precisión, Hilary Mantel se pasó 5 años investigando en archivos, bibliotecas y documentos originales. Los hechos están selecionados e interpretados, por supuesto. Diga lo que diga Espada & Co. hay verdad histórica y verdad literaria y Mantel respeta ambas.
Historiadores como el relamido Starky han puesto el grito en el cielo por que Mantel le ha dado la vuelta al calcetín y han tenido que revisar sus prejuicios y la leyenda aceptada sobre el buen martir More y el maquiavelico Cromwell. Como Kundera en La Inmortalidad revisó la figura historica de Bettina von Arnim, Goethe y Christiane Vulpius y clavó a la histriónica con afanes de inmortalidad rejuntada y la sensata esposa sin pretensiones, Mantel ha descubierto al fanático papista y clasista More y al pragmático y humano Cromwell. Enjoy.
If true love reigned.
Y ya que estoy, discrepo con el autor en lo del ritmo y la acción lenta, si por acción y ritmo entiende manporros y explosiones cada 5 minutos para que los que tienen el attention spam del jilgero común no se aburran pues bueno.
Pero hay un ritmo y una acción de la inteligencia y de una historía bien hilada y eso lo planchan en mi humilde opinión.
Gracias por la recomendación… me he embebido la serie en dos días.
De la serie no se puede agregar nada, todo es superlativo.- Los dos aspectos que enfatizo es la muestra del verdadero More y lo casual o causal, es que de esa unión entre Enrique y Ana, que tanto buscaban un hijo varón, nació, la más grande reina de Inglaterra, Isabel I, que cumplió con creces el rol que Enrique esperaba de un hijo masculino.-
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Coincido totalmente con el crítico. Excelente nivel de producción y de actores. El trabajo de Rylance es subyugante. Espero nueva temporada y la recomiendo sin dudar!
Maravillosa historia y excelentes actores. Espero que sí hagan más episodios.
Muy buena reseña, muy buena la serie. Pero creo que el reseña debe tomar más conciencia del contexto histórico para hacer la valoración, no digo que esté mala sino que la hubiera mejorado. Tal vez hubiera estado la serie más que mejor de lo que es, si hubiera mencionado más al protestantismo y no de manera tangencial. Cómo los actos de cromwell también tenían un trasfondo luterano.
Saludos!
La verdad que mis expectativas eran mayores. Decepcionante, por momentos soporífera. Resulta una más sobre Enrique VIII y Ana Bolena y no sobre el supuesto protagonista Thomas Cromwell, personaje histórico despiadado y oscuro. La ambientación, el vestuario y la música son destacables como la performance de Claire Foy. Casi buena: 6 puntos.
Wolf Hall es una serie estupenda y presenta mayor rigor histórico que The Tudors (esta serie podría llamarse, buscar los 100 errores históricos en la misma y uno se quedaría corto).
Las interpretaciones de Damien Lewis, Mark Rylance y la bellísima Claire Foy (que me dejó atónito, porque primero vi su interpretación de Isabel II en la serie Crown) son magníficas; la ambientación estupenda.
Eso sí, es una serie para quien le interesa los temas históricos, sin búsqueda de ligereza como por ejemplo sucedía en The Tudors.
Felicitaciones a la BBC por lograr generalmente un muy buen nivel en este tipo de series. La descubrí por casualidad en el listado de series de Netflix y como han comentado por Felipe, en dos días prácticamente la he devorado.
Muy buena crítica por parte de Emilio de Gorgot.
Saludos a todos desde Argentina, Rosario, Pcia de Santa Fe.
Felicitaciones a la TV Española por la Serie Isabel, la película La Corona partida y la serie Carlos Rey y Emperador.
Estuve el año pasado durante un mes recorriendo España y cada lugar histórico, lo viví a pleno.
No la puedo ver. Me dicen el sitio?
hola quiero ver la serie wolff hall. Donde la puedo conseguir?
Gracias Silvia