Entrevistas Sociedad

Montserrat Domínguez: «Me temo que la guerra del Gobierno contra las voces más incómodas no ha hecho más que empezar»

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Llega con cara de periodista en ejercicio, la que tiene quien ha estado trabajando hasta las tantas de la mañana y ha madrugado para ir a una tertulia de televisión. Es lo que tiene compaginar una redacción digital, donde no existen los horarios, con la tele, donde transcurrió el grueso de su carrera. Montserrat Domínguez (Madrid, 1963) trascendió la figura del presentador de televisión cuando se hizo cargo de la Mirada Crítica en Telecinco; supo ser incisiva con la actualidad y abrir el espacio a la cultura. Después, tras una experiencia fallida en Antena 3, pasó a la radio en la Cadena Ser y ahora dirige el Huffington Post español, un modelo de medio digital que ha triunfado en Estados Unidos y otros países pero que en ninguna parte ha estado exento de críticas porque sus blogueros no estén remunerados.

Estudias en un colegio de monjas y te decides por el periodismo.

No tenía ni idea de qué hacer y me lo sugirió una profesora. Contar historias me parecía atractivo. Aunque entonces no había tantos referentes para mujeres en el periodismo, me pareció interesante y me lancé. Del colegio de monjas guardo un gran recuerdo. Viví la Transición con ellas. Todas llevaban hábito hasta que murió Franco y se lo quitaron. Algunas incluso lo colgaron definitivamente. Había un ambiente muy divertido y tuve una profesora de Literatura, que no era monja, maravillosa.

Fuiste adolescente en la Movida.

Es complicado hablar de la primera adolescencia sin convertirla en una época mágica. Habría disfrutado de Madrid en cualquier momento, pero sí que es cierto que entonces ocurría algo de lo que yo no era consciente que era el Madrid de la Movida. Con dieciséis, diecisiete, dieciocho y diecinueve años me pilló toda la efervescencia cultural, el ambiente que había en la calle, las ganas de pasárselo bien y grupos de música que eran una ruptura con todo lo que habíamos escuchado antes. Era un ambiente radicalmente distinto, pero tengo mis dudas de si lo que hago no es más que idealizar mi adolescencia y juventud por haber sucedido en plena Movida.

Ana Curra nos dijo que Madrid era muy gris y provinciana y de repente se transformó.

No lo sé, porque cuando yo dejé de ser niña y me convertí en un ser independiente Madrid ya estaba llena de vida. Lo que recuerdo es que era una ciudad algo más sucia, mucho más canalla, donde también se vivía con mucha dureza la droga y la inseguridad ciudadana. Las chicas a determinadas horas por ciertos sitios no podíamos ir solas, nos daba miedo. Esa percepción no la tengo ahora. Sigue habiendo zonas peligrosas, pero no como entonces. Con todo, nunca he percibido una ciudad gris.

Fuiste azafata de vuelo.

Entre otros oficios. Trabajé mientras me saqué la carrera, por eso tardé dos años más que mis compañeros en sacármela. También fui secretaria, y comercial en distintas empresas. Cuando empecé a trabajar de azafata con dieciocho años y me gané la independencia nunca más quise volver a vivir de mis padres. Por supuesto hubieran estado encantados de arroparme y costearme la carrera, pero me parecía que había llegado mi momento de desenvolverme yo sola por la vida.

Hiciste un máster de Periodismo en Nueva York. Publicaste un artículo en El País en esas fechas, 1990, sobre la legalización de la droga. ¿Por qué este tema?

Tenía que presentar una tesina y lo hice sobre la legalización de la droga, que entonces también estaba sobre la mesa y me parecía interesante reflejar cómo se veía en Estados Unidos. En España prácticamente no se hablaba de eso. Contacté con El País y les interesó una entrevista que hice a un profesor de Universidad, Ethan Nadelmann. En aquella época nadie habría augurado lo que está ocurriendo ahora, con la marihuana legalizada en cada vez más estados.

La carrera en la Complutense te decepcionó mucho.

En el máster en Nueva York, en la Universidad de Columbia, el método era sacarnos directamente a la calle a conocer la ciudad a fondo y escribir historias desde el primer día. Recuerdo que nos metían a todos los estudiantes en un autobús con un historiador, recorríamos Queens, Brooklyn, barrios que entonces estaban fuera de las guías turísticas, y nos iba contando qué era todo lo que veíamos. A la vuelta, nos mandaban elegir un barrio, ir solos al día siguiente y volver con una historia redactada por la noche. La verdad es que lo pasé fatal porque mi inglés era británico y el primer día no me enteraba de nada de lo que decía el profesor.

En cambio, la universidad aquí me decepcionó muchísimo. Yo era la primera de mi familia en ir y la teníamos un poco idealizada. Entendías que dar el paso a la educación superior era ampliar los horizontes de lo que habías estudiado. Pero mi profesor de Literatura en primero de carrera era infinitamente peor que la del colegio de monjas. Era un tipo al que solo le importaban las fechas de nacimiento, la de la muerte y el número de obras que había publicado Larra, por ejemplo. Nunca discutimos acerca de su valor o significado. Hubo un par de profesores buenos, pero por lo demás decidí que cuanto antes acabara con el trámite universitario mejor.

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Cuando te llama Luis Mariñas para hacer una prueba en Telecinco, entonces frente a un poblado chabolista, con los alrededores llenos de decampados y barrizales, te dijo que si no sabías encontrar dónde estaba la cadena tú sola no eras la periodista que buscaba.

No sé si seguirán las chabolas. Cuando volví de Estados Unidos lo hice, aunque podía haberme quedado un año más, porque empezaban las televisiones privadas. En Columbia había estudiado periodismo televisivo y sabía que estaban buscando estos perfiles. Tuve una entrevista con Luis Mariñas, otra en Canal+ y me decanté por esta cadena aunque estuve muy poco tiempo. Mariñas entonces estaba poniendo en marcha los informativos de Telecinco, trabajábamos en unos prefabricados, con un equipo muy pequeñito, con apenas dos cámaras y un servicio de documentación que eran seis cintas «gente en la calle en verano», «en invierno», cuatro edificios y poco más. Lo llevábamos en fichas, ni siquiera había un archivo. Y cuando llovía se ponía todo perdido de barro. Pero la suerte de entrar en Telecinco en aquella época fue que fui creciendo profesionalmente de la misma manera que los informativos fueron creciendo. Mariñas hizo un informativo muy innovador. Introdujo la opinión de contertulios, Aberasturi, Carmen Tomás, Antonio Remiro, es decir, un plantel de colaboradores con los que rellenábamos minutos porque no teníamos la posibilidad de Televisión Española o Antena 3 de hacer vídeos. En Telecinco he hecho prácticamente de todo: reportajes, guardias, cubrir la Conferencia de Paz de Oriente Próximo y presentar todos los informativos, en verano, por la noche, por la mañana. Esto, ir creciendo con la cadena, te permite ampliar tu campo de acción.

En estos primeros tiempos, con la guerra del Golfo del 90, tuvisteis problemas con los accionistas kuwaitíes de la cadena, KIO, por las opiniones que se vertían en esas tertulias

Antonio Remiro, catedrático en la Universidad Autónoma, que era el comentarista de internacional, estaba radicalmente en contra de la intervención norteamericana y lo decía de una forma clara como no se oía en ningún otro medio de comunicación. Nosotros temblábamos cada vez que le oíamos porque éramos conscientes de que eso podía tener un peaje. En una televisión tan pequeña, en el único informativo tener una voz absolutamente discordante con la intervención americana era muy llamativo. Estoy convencida de que Mariñas sufrió presiones, aunque nunca nos la trasladó. En todo caso, fue un gran ejercicio de libertad. Ahora me he quedado con las ganas de pregúntale a Luis cuánto tuvo que aguantar. Por cierto, que Luis Mariñas consiguió una entrevista con Sadam Hussein que está perdida en los archivos de Telecinco. Yo desde luego no he vuelto a ver las imágenes de algo que ningún otro periodista occidental había conseguido.

¿Se han repetido con mucha frecuencia presiones de ese tipo de los accionistas de una cadena por la información que se estaba dando?

Si te soy sincera, yo nunca las he percibido. He tenido la inmensa suerte de trabajar en medios en los que me he sentido protegida y he trabajado en absoluta libertad. No todos pueden presumir de eso, no sé si es suerte o jefes suficientemente hábiles para parar los golpes, pero ni en Telecinco, ni en Antena 3 ni luego en la Cadena Ser, ni ahora en el Huffington Post he recibido presiones para cambiar una línea, una información o para cambiar una línea editorial. Eso sí, llamadas de atención siempre hay, otra cosa es que lo interpretes como una línea roja que no debes cruzar o das el mensaje por escuchado y punto. He tenido la suerte de nunca tener un enfrentamiento por algo que como periodista creía que se tenía que publicar. Y en Telecinco las pasamos muy duras en la época de La Mirada Crítica. Fue complicada. Por Irak, el Prestige y el Yak.

¿Cómo viviste los atentados del 11-S en directo?

Aún no habíamos empezado los informativos de esa temporada. Yo tampoco lo había hecho con La Mirada Crítica, que comenzaba la semana siguiente. Creo recordar que había unas elecciones gallegas y estábamos pensando en ir a grabar el programa desde allí. Me enteré del ataque cuando volvía a mi casa, di la vuelta y regresé a la tele. Al llegar, Angels Barceló estaba sentada en un estudio provisional, todavía no habíamos estrenado el set nuevo. Había enlazado el final del informativo con las primeras noticias. Llegué, me senté a su lado, me dieron cuatro retoques de maquillaje y así transcurrió la tarde, con invitados y llamadas en directo, y también con esa sensación angustiosa, de vacío, de no saber qué está ocurriendo ni lo que estás contando. Había información muy confusa, las torres podían haberse caído por el avión, o por una carga explosiva, no sabíamos. Y como periodista tienes la responsabilidad de no dar información falsa, pero no tienes los medios para contrastarlo.

En un documental sobre ese día dijiste que estuviste no sé cuántas horas sin ir al baño.

No había manera de levantarse, era información permanente. Pero te digo una cosa, cuando estás en directo y tienes una descarga de adrenalina potente se te quitan los resfriados, puedes estar moqueando hasta un minuto antes, pero en el momento en que se enciende la luz y la cámara no vuelves a toser o moquear hasta que acaba. Y si tienes ganas de ir al baño, te olvidas, sencillamente.

En 2003 te cortaron un informativo para dar el resumen de Gran Hermano. A los personajes de este programa y del cotilleo de Telecinco los calificaste de «castigo divino».

En su momento lo definí como chapapote rosa porque era una locura. Fue cuando los programas del corazón y todo lo que iba alrededor invadieron la parrilla. En informativos nos sentíamos como en un acordeón y desde entonces han ido reduciendo mucho espacio. Para un periodista es tremendamente doloroso tener que renunciar a una parte de contenidos que tú crees que son relevantes para los ciudadanos para dar un resumen de Gran Hermano. Nunca lo he entendido, nunca lo entenderé. Supongo que las presiones comerciales serán tremendas, pero sigo pensando que la columna vertebral de una cadena de televisión son sus informativos. Igual que hay estrategias que a corto plazo pueden funcionar muy bien, a largo plazo unos informativos potentes son imprescindibles y siempre fidelizan.

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En la segunda legislatura de Aznar, Telecinco fue un referente de periodismo independiente ¿Qué presiones hubo?

Lo mágico fue que como profesionales no recibimos las presiones. Las paraba Juan Pedro Valentín con una elegancia que nos permitió a todos desarrollar nuestro trabajo. Yo desde luego lo hice así en La Mirada Crítica. No dábamos crédito a lo que veíamos en Televisión Española, ni a lo que nos contaban los compañeros que teníamos allí. Aquellos planos que sacaban buscando zonas de playa donde no se viera el chapapote, periodistas diciendo que todo estaba fenomenal y que en el pueblo estaban satisfechos y felices porque rápidamente se había organizado la limpieza de las playas, es decir, cosas que eran abiertamente mentira. Afortunadamente, tuvimos la ocasión de contar no solo lo que estaba ocurriendo, sino de poner de manifiesto la gran mentira que se estaba transmitiendo desde los informativos de Televisión Española. Era la época de Urdaci y vivían con una manipulación como yo no he visto antes ni después. No hacía falta más que ver los informativos, pero es que nuestros compañeros allí nos lo contaban llorando por las esquinas. Las presiones a nuestro director en aquel momento le costaron muchos quebraderos de cabeza, pero no se llegaron a trasladar a los profesionales.

Fichaste a Nacho Escolar antes de que fuera «Nacho Escolar».

Le conocí en torno a 1998, en una cena. La recuerdo porque fue la primera vez que alguien me habló de internet como herramienta para buscar y completar información. Me pareció fascinante y le pedí que se incorporara al informativo de la noche en Telecinco, que yo dirigía y presentaba, y creamos una sección que se llamaba El Navegante. Cada noche elaboraba una pieza de actualidad husmeando en la web. Debió de ser la primera vez que internet tomó forma en un informativo. Después de eso se quedó en la incipiente web de Telecinco e hizo un gran trabajo.

En La Mirada Critica te convertiste en una «líder de opinión», desde entonces vas a tertulias, opinas…

No acepto ese rol, lo rechazo completamente. Ni lo soy ahora ni lo fui entonces. Tuve la inmensa fortuna de dirigir un programa en el que además pudimos introducir muchísimos cambios. Muchas firmas, también llevé a escritores, voces diferentes, médicos, científicos o los trabajadores de Sintel, que estaban acampados en la Castellana y ese fue uno de los programas más vistos. Con esta pluralidad el programa tuvo un sabor, un look, absolutamente diferente a lo que se había visto hasta entonces.

Con un equipo muy reducido.

Francamente, era pequeño, pero los equipos de la mañana nunca han estado especialmente bien nutridos.

¿Cómo viviste el 11M?

Estaba en La Mirada Crítica, ya habían estallado los trenes. El matinal dio las primeras informaciones y luego lo cogimos nosotros. Lo recuerdo con auténtico horror. Fue un verdadero horror. Horrible. Lo mismo del 11S con el agravante de la cercanía, que había ocurrido a metros de donde estábamos. Y que era un ataque a gente que va a trabajar en un tren, la mayor infamia que se te puede pasar por la cabeza. Pensamos al principio que era ETA, en los primeros compases no teníamos duda porque tampoco teníamos otro esquema de algo similar en España. Al mismo tiempo era extraño, ETA tampoco había atacado de una manera tan indiscriminada, salvo en Hipercor, pero no fue exactamente lo mismo. Colocar mochilas en los trenes… era todo muy confuso. Cuando salíamos del directo fue cuando empezamos a recibir información de que no estaba clara la autoría. Fueron unas jornadas tremendas, intensas, de muchísima responsabilidad, profesional también, a la hora de ver qué decías, qué estaba contrastado y qué no. Pero di gracias de estar en la cadena en la que podíamos discutir, debatir, plantearnos qué estaba ocurriendo sin el tremendo corsé que tuvieron otros colegas y compañeros como los de la televisión pública.

Carme Chaparro nos dijo que Aznar llamó a Telecinco en persona.

Creo que habló con los directores de todos los medios de comunicación. Yo era directora de un programa y lógicamente conmigo no habló, pero creo que sí llamó.

Cuando hacías tus entrevistas preguntabas lo que había que preguntar, pero no repreguntabas o insistías mucho si no te convencía la respuesta. Algo que después de la crisis de 2008 parece que lo exige el espectador.

He hecho siempre las preguntas que quería hacer y he repreguntado cuando lo he visto necesario. Creo que hay un límite y eres tú el que lo tienes que poder en cada momento. Tú tienes que decidir qué le quieres sacar al entrevistado y cuáles son las maneras de conseguirlo. Yo logré sacar mucha información de los invitados. Pero cada uno tiene sus propios medios. Preguntar, preguntar y preguntar hasta que alguien conteste unas veces es cojonudo, la mejor fórmula, pero en otras no vale para nada. No percibo que ahora se hagan entrevistas más incisivas, siempre las ha habido. Lo que sí es verdad es que antes no estaban las redes sociales. Y tampoco hay que hacer caso a todo el que dice qué haría si estuviera en tu piel, porque entonces estás muerto. Es imposible contentar a todo el mundo. La gente que está escuchando, cada uno tiene su pregunta. Tienes que ser como los seleccionadores de fútbol, que tampoco pueden hacer caso a cada español.

Dijiste que los políticos más incómodos son los que solo repiten consignas.

Ahí es donde me siento más frustrada como profesional, cuando eres incapaz de arrancar algo más del argumentario a un político. A algunos se les nota mucho, otros son claramente populistas, que retuercen cualquier pregunta o le dan la vuelta para no contestarte. Pero una buena pregunta no es una en la que tú insistes con lo mismo una y otra vez, sino en la que logras que el entrevistado responda. Da igual cómo lo consigas.

Cascos se negó a ir a tu programa.

Nunca fue.

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Háblame de los políticos con los que te has topado.

Los más inteligentes eran los más interesantes y los más peligrosos. Por ejemplo, Alberto Ruiz Gallardón es notoriamente inteligente, no tiene un pelo de tonto, y por tanto como entrevistado era muy complicado, porque daba la vuelta a todas las preguntas y era capaz de contestarte una cosa y la contraria sin que pareciera que había una ruptura en su línea argumental. Una vez le pregunté si le gustaban los políticos como Giuliani, entonces alcalde de Nueva York, que había estado a pie de escombros tras el 11S, y me dijo que sí, que había que estar con la gente cuando lo pasa mal. Luego le pregunté qué opinaba de Aznar, que ni se había acercado a las costas gallegas. Y con la misma soltura me respondió que un político puede ser más eficaz trabajando desde su despacho [risas]. Otra era Esperanza Aguirre, que continúa siendo igual a como era entonces, muy tramposa con las respuestas. Exactamente capaz de defender una cosa un día y la contraria al siguiente.

¿Zapatero era de los que tiraba de argumentario?

Era un tipo interesante que al menos traía conceptos nuevos a la discusión política. Teníamos dudas entonces de si estaba preparado porque llegó a la secretaría general por sorpresa, contra pronóstico, nadie daba un duro por él. Te recuerdo que el gobierno de Aznar era muy fuerte, con mayoría absoluta, y Zapatero era una incógnita. No fue un mal entrevistado, se enrollaba mucho, eso sí, pero como tantos otros.

¿Podemos y Ciudadanos traen algo nuevo en este aspecto?

Yo sigo escuchando consignas sin parar. Por eso el político que es capaz de romper la imagen y la sensación de que está trasladando consignas tiene un plus de reconocimiento. Porque ese soniquete continuo del argumentario resulta tremendamente cansino. Lo que están haciendo muy bien los nuevos, Podemos, y los novísimos, Ciudadanos, es su capacidad para interactuar con los periodistas en un terreno en el que hasta ahora los políticos nunca habían querido estar, las tertulias. Antes nunca querían aparecer ahí y si ahora van es mérito de Pablo Iglesias. Se ha roto el statu quo de «yo voy pero solo hablamos de mi libro y de estos temas no preguntas». Pactarlas. Aunque ya hemos visto a Podemos en una ocasión decir «habíamos quedado que no íbamos a hablar de Venezuela». A medida que van entrando en el juego y el juego es más poderoso y más sucio, pues… De todas formas, Podemos ha logrado que los demás partidos hayan buscado caras nuevas para medirse a ellos en las tertulias. Este es un fenómeno sin precedentes. Nunca hemos visto un sábado en prime time dos cadenas con contenido político y de actualidad. Es realmente insólito.

¿No se grita mucho?

Sí que hay mucho ruido y, además, me da la impresión de que a medida que nos acercamos a las elecciones sube el nivel de ruido y de codazos para ver quién puede hablar o ha pedido antes la palabra. No tienen la naturalidad que tiene que tener una tertulia para que eso no se convierta en un ruido insoportable, pero sí que creo que tienen un valor, sin ninguna duda. En las elecciones del 96 hicimos varios programas especiales de política, y quisimos llevar a prime time que ETA había asesinado a Tomás y Valiente y nos destrozó un programa de La 1, Hostal Royal Manzanares. Nos machacó. Entonces era inviable, frente al entretenimiento no teníamos nada que hacer. Y este es un termómetro apasionante para ver cómo está cambiando este país.

No fuiste a la fiesta de aniversario de Antena 3. Qué te pasó en esa cadena, porque algo no funcionó.

Me invitaron a la fiesta y pusieron una foto mía en uno de los pasillos de Antena 3, donde han colocado retratos de todos los que han participado, y me hizo mucha ilusión porque fui una parte muy pequeña. La experiencia en esta cadena fue interesante y valiosa, pero frustrante en el sentido de que no pude hacer lo que quería hacer, o para lo que fui. Y ya está. De todo se aprende en las experiencias profesionales. Y no fue solo un problema de la cadena, también los espectadores esperaban a otro tipo de persona al frente de las mañanas, alguien que diera otro giro a las entrevistas o las tertulias.

¿Alguien menos progresista?

Lógicamente no sintonizamos bien. Fui a Antena 3 porque creía que podía dar un golpe a la mañana, nunca habían logrado despegar. Pensaba que podía ser potente, mejoramos mucho los datos de audiencia de los programas anteriores, pero no llegamos a ese territorio en el que hubiera podido trabajar con más libertad y tranquilidad y a la cadena le hubiera permitido sentirse cómoda conmigo.

¿Qué le ha pasado a Cintora?

No conozco de primera mano los detalles de su salida del programa, aunque he leído que continúa en Mediaset. La nota de prensa sí me pareció llamativa y muy reveladora, porque no busca excusas: es una enmienda total al tono combativo que había creado Jesús Cintora, un estilo al que hasta ahora solo se había atrevido La Sexta. Pero estamos en tiempo electoral, el Gobierno se pone nervioso porque las encuestas no soplan a su favor y sacan la artillería… Y parece que Cuatro no ha aguantado el pulso. Me temo lo peor: que la guerra del Gobierno contra las voces más incómodas no ha hecho más que empezar.

En una ocasión dijiste que el público antes de la crisis quería informativos cada vez más light.

Ahora ha cambiado, pero durante unos años asistimos a una banalización de los espacios informativos sin precedentes. En las dos cadenas comerciales, Telecinco y Antena 3, clarísimamente.

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En una ponencia tuya en la universidad dijiste que en los informativos se daban órdenes de que no salieran gordos en las imágenes de playas.

En mi época no, pero sé que eso existe. Tampoco te voy a dar nombres concretos, pero si zapeas no es muy difícil de detectar. Los informativos se han ido infantilizando y banalizando, te dan un caramelito fácil de digerir con mucho dulce y poco ácido. Aunque también hay crímenes e imágenes terribles, te funciona muy bien el cóctel de que ha llegado la Semana Santa, hace calor y la gente se va a la playa, ofreces chicas con buenas tetas y no sacas gordos.

Sabía que se pedían chicas en top-less, por ejemplo, pero prohibir gordos…

Hombre, no hay una circular. Se buscan imágenes de estilo publicitario. No es que se prohíban los gordos expresamente, pero al fin y al cabo es lo mismo. Exactamente lo mismo, ¿no?

¿Y en la radio qué tal?

Un programa, solo con el micro delante, con todo el potencial de la SER, viniendo de la televisión… eso fue toda una liberación. Te permite llegar más lejos. Y no dependes como en la tele de las conexiones del satélite, de si un invitado está o no de cuerpo presente.

Más adelante publicas otra vez en El País un reportaje escrito sobre Camboya, «Un país sin viejos». Te envió allí una ONG. Me llama la atención este dato que destacas de que en el Museo del Genocidio había un cartel que ponía «Prohibido reírse».

Ese cartel ahora mismo ha quedado anticuado, ahora debería ser «Prohibido hacerse un selfie». Es como si vas a Auschwitz y empiezas a descojonarte en la foto como la que se hizo esta chica que se convirtió en viral por lo desgraciado de la sonrisa y del momento. Posiblemente ahora en Camboya, si no lo han hecho, tendrán que poner el cartel de cuidadito con los selfies. Ese lugar transmite lo peor a lo que llega la condición humana. Posiblemente, después del nazi, el genocidio de los jemeres rojos es el único equiparable en la dureza, crueldad, locura, insania y las cicatrices que dejó en un pueblo. Viajé invitada por Marie Claire porque tienen un proyecto de escuela para niñas. La directora, Joana Bonet, me lo propuso. Fuimos con Pepa Bueno y la fotógrafa Ana Nance. Nos quedamos unos días más para conocer mejor toda la zona y de ahí surgió ese reportaje que a los colegas de El País les pareció interesante. Especialmente por las fotos de Ana, que eran excelentes.

En Soitu te hicieron una entrevista al llegar y te preguntaron si no erais ya mayorcitas para ir por ahí «haciendo de Madonna».

Era en tono distendido. La periodista era Ana Cañil, que ahora es colaboradora nuestra y le tengo mucho aprecio, lo que pasa es que no se corta en absoluto a la hora de hacer preguntas. Pero siempre hay esas críticas respecto a si personas conocidas están haciendo el tonto cuando apoyan alguna causa. Eso está superado. Cualquiera que pueda aportar algo dando visibilidad a un problema, en este caso el de las niñas, bienvenido sea. Al menos yo creo que mejor invertido no pudo estar mi tiempo.

¿Visitaste la industria textil?

No tuvimos ocasión. Fuimos a los barrios. Nuestra visita tenía como principal interés entender la importancia de que en un país como Camboya las niñas tengan derecho a la educación, que allí supone que no estén en la calle prostituyéndose o que no estén trabajando desde muy pequeñas en un taller o en una fábrica. Cuando Pepa Bueno y yo preguntábamos a las crías qué querían ser de mayor no te hablaban de grandes profesiones, te decían que querían ir a un taller textil. Para muchas de ellas trabajar en un taller, no necesariamente en condiciones de semiesclavitud como hay algunos, es su única posibilidad de salir de una pobreza aún mayor. Por eso es muy curioso entender de qué manera funcionan estas pequeñas iniciativas, en este caso privadas, como la de la ONG de Marie Claire, que lo que hacen es dar a familias que de otra manera estarían empleando a su hija la posibilidad de que esa niña estudie. Y lo hacen incluso proporcionándoles alimento a esas familias para que ellas no tengan que trabajar o cuidar de los hermanos.

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El año pasado hubo unas protestas en Camboya de chicas trabajadoras del sector textil que pedían sueldos de ciento setenta y siete dólares, las #WeNeed177; en sus pancartas aparecía el logotipo de Zara, entre otros. Hace un par de semanas publicaba la prensa que Amancio Ortega se había embolsado este año 970 millones de euros en dividendos.

No te voy a descubrir quién es Piketty y el trabajo tan espectacular qué ha hecho con El capital en el siglo XXI y cómo ha acertado a la hora de subrayar algo que ya venían varios economistas y sociólogos alertando. La desigualdad máxima hacia la que estamos avanzando nos está enviando de vuelta al siglo XIX. Lo vemos en los sueldos de grandes directivos, pero fundamentalmente en que esas industrias o empresas no dejan en esos países los beneficios sociales que podrían, los beneficios no revierten. Aunque cada vez hay más responsabilidad social. El coste para la imagen de la empresa de un documental como el que ha aparecido ahora de H&M, sobre las condiciones en que trabajaban las jóvenes camboyanas, es tan brutal que me consta que están tomando medidas para evitar estas situaciones en las que se les cae la cara de vergüenza.

«He trabajado en grandes medios y conozco la tensión permanente por el peso de la publicidad», dijiste en un encuentro con estudiantes.

No es descubrir la pólvora. Haberlas haylas. Yo de momento no he tenido que retirar una información, ni plantearme darle una vuelta para que sea más amable. Creo que las empresas saben cuáles son los límites de cada uno. Sabemos que no meten publicidad en un medio que sea especialmente combativo y sabemos que hay pequeños medios que ponen eso como arma, o me pones publicidad o publico información contra tu marca. Hay sablazos en ambos sentidos. Afortunadamente, en el medio que yo dirijo, de momento, respetan el territorio en el que nos movemos.

El Huffington ganó el Pulitzer reuniendo los relatos de los veteranos de guerra.

Para que luego digan que en el medio digital no es posible hacer buen periodismo. El periodista que lo ganó es David Wood. En Estados Unidos los veteranos, todos los que han pasado por distintas guerras, son muchos, tantos como un país entero, y sufren no solo el trauma posterior sino una complicada reinserción social. Es un tema también muy sensible; Philip Roth ha escrito sobre ello de forma prodigiosa en La mancha humana. Están fuera de la sociedad, que les quiere reconocer, el cine y la literatura glosan sus vivencias, pero luego realmente no encuentran un sitio.

Esperanza Aguirre te dijo en televisión que el Huffington parecía el PSOE «lanzado».

No lo sé, pero se lo agradecí mucho porque cualquier tipo de promoción nos viene bien. Somos un medio abiertamente progresista, entiendo que a Esperanza Aguirre no le guste, aunque eso no significa ni mucho menos que seamos el PSOE. Para nada. La prueba es que le sacudimos cuando nos parece que lo merece igual que a otro partido político.

Has comentado que antes del 25 de mayo, de las elecciones europeas, notasteis que algo grande se estaba cociendo en torno a Podemos por el tráfico que os daban en las estadísticas todas las noticias sobre ellos.

Todo lo que publicábamos de Pablo Iglesias se situaba inmediatamente entre lo más visto. Internet arrastra muy mala fama de que solo se ven gatitos, pero si cribas un poco las chorradiñas en las que todo el mundo pica y te fijas en lo más visto, te encuentras con lecciones muy curiosas. Una de ellas fue detectar cómo Podemos estaba desarrollando un interés, una fuerza y un peso específico antes de esas elecciones. Lo mismo que estamos viendo ahora con Ciudadanos.

¿Esto echa por tierra la teoría de que a Podemos lo han creado los medios, La Sexta concretamente?

Ellos son los primeros en reconocer que un escaparate como La Sexta les ha ayudado a transmitir su mensaje político, pero esto no es inventar la pólvora. No están prefabricados, llevaban mucho tiempo trabajando en un movimiento social y político que ha cristalizado en un partido en un momento dado, podría haberlo hecho antes o después. Es lo mismo que Ciudadanos, hay quien cree que lo han manufacturado las élites y los medios, que creen que para contrarrestar el efecto Podemos se puede crear el efecto Ciudadanos. Estos también se equivocan. No es verdad. Hay grupos de ciudadanos que se sienten huérfanos porque no quieren votar al PP y han encontrado en este partido la respuesta a sus plegarias. Te gustará más o menos, pero no está prefabricado. Otra cosa es que les estén haciendo la ola desde lugares muy diversos. Eso sí que es interesante, quiénes les están jaleando y por qué, pero tampoco son un producto manufacturado.

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Los blogs son la «columna vertebral» del Huffington, en tus propias palabras, y no son remunerados. Esto os ha granjeado múltiples críticas. En el blog El Descodificador te decían que con esa estructura se daba un paso más hacia una prensa integrada únicamente por jefes y accionistas.

En el Huffington Post trabajamos en torno a veinte personas, somos un medio muy pequeño. Trece de ellas están en plantilla y el resto son colaboradores. Es una fórmula muy similar a la que tienen muchos medios de comunicación en los que están muchos blogueros que se han cansado de insultarnos. Es la fórmula con la que llevan coexistiendo los medios desde hace mucho tiempo. Lo que es nuevo es que a los blogs y los blogueros, que no vienen necesariamente del mundo del periodismo, en el Huffington se les da hueco y voz. Eso hemos hecho y estoy orgullosa. Y no es periodismo, es comunicación. No tiene nada que ver con el periodismo, un trabajo que hacemos nosotros. Las columnas de los blogueros, ya sea un estudiante que escribe de lo que le apasiona, o un científico que se ha tenido que exiliar, o un escritor que acaba de publicar su primer libro, no son periodismo, son espacios de opinión. No entiendo esa agresividad de los periodistas que se sentían amenazados por que estas personas que no son periodistas sean capaces de escribir bien, cosas interesantes y que se publiquen. No entiendo esa actitud.

Igual es una cuestión semántica. Colaborador voluntario es equivalente a trabajador no remunerado. Y visibilidad es igual a cero euros.

Lo que se confunde es blog con periodismo y eso no es verdad. En los blogs no solamente escriben periodistas. Además, los periodistas hemos dejado de tener la llave de decidir qué se publica y que no. Ahora hay gente que escribe muy bien, que se gana la vida de otra manera, y quiere llegar a más gente. Nosotros ponemos a su disposición un blog porque lo que escriben nos parece relevante. ¿Es periodismo? Es posible a veces, pero no buscamos mano de obra no remunerada. Lo que buscamos es dar voz a gente que ocupa un lugar que antes solo ocupaban los periodistas.

Dijiste al empezar el proyecto que seguro que muchos de estos colaboradores gratuitos lograrían irse a otros medios que los contratarían gracias a la visibilidad que les iba a dar escribir en el Huffington. ¿Cuántos ha habido?

Ahora mismo estoy escribiendo una reseña para un libro que acaba de escribir uno de nuestros blogueros; un libro basado en las recetas que publica en su blog del Huffington. Es «El cocinero indignado», hace una especie de cuadro de la actualidad política y propone una receta según sea la situación. Escribe bien y con una fórmula muy divertida. Nos pidió el espacio hace más de un año y ahora va a sacar un libro. También nuestro pediatra, que tenía un blog muy divertido, pero que conocían solamente algunos padres de la zona de Paracuellos de Madrid. Empezó uno con nosotros y ahora ha publicado un libro. ¿Le quita el pan a un periodista? No. Y aquí también hay periodistas. Nunca sabes la situación de cada uno es un mundo. Puedes haberte ido fuera, a otro lugar, pretendes mantener la conexión con España y por eso escribes un blog. ¿Quién eres para juzgarlo?

Dijiste que había un intento de desprestigio de otros medios que tampoco pagan.

Hay una hipocresía. No es que te diga ejemplos, es que no sé decir ejemplos donde no haya blogs que no se pagan. Si lo hacemos nosotros está mal y si lo hacen otros medios no se les critica.

En los blogs, abajo, pone © 2015 PRISA.

En las condiciones que mandamos a los blogueros pone que pueden hacer con lo que publiquen lo que quieran. A veces salen en otros medios, periódicos regionales, por ejemplo. Ellos son propietarios de ese contenido y pueden moverlo como quieran. Es un quid pro quo.

No hay un índice de todos los blogs, no puedo verlos todos de golpe. Pero en las actualizaciones del jueves 19 y el viernes 20 y me encontré con ochenta blogs hechos por hombres y treinta y seis por mujeres. Íñigo Errejón, que también tenía proporciones similares en Podemos en las secretarías generales regionales, nos dijo en el JD#10 que se debía a que las mujeres les costaba dar un paso adelante, aunque estuvieran mucho más preparadas que hombres.

En el Huffington el porcentaje sería ideal que fuese un cincuenta por cincuenta, pero me gustaría verlo comparado con otros medios. Creo que el Huffington es uno de los lugares donde escriben más mujeres.

Pero eso que dice Errejón lo he vivido como directora de programas, había mujeres tremendamente válidas que no quieren salir. Hubo una época en la que a las mujeres las tenías que buscar con lupa. Había una resistencia pasiva. A colegas muy buenas les decía que se vinieran a la tertulia y no querían. Quizá es porque siempre hemos tenido pocas referencias y una tendencia a no valorar nuestras propias capacidades, a no destacar, eso de ¡no te signifiques! que no sé en qué parte de nuestra educación lo hemos absorbido. Es una lacra que he sentido en mí misma y la he visto en compañeras muy valiosas que no tenían nada menos que los colegas masculinos que estaban sentados al lado. Se notaba a la hora de dar el paso adelante, cuando te expones más a la hora de, por ejemplo, salir a decir qué te han parecido unas elecciones, valorar y tal.

Pero creo que eso afortunadamente ha cambiado. Ahora hay muchas más mujeres y ese es un gran valor porque son referentes para las que vienen detrás, les facilita el camino. A que otras digan que si una lo hace por qué ellas no. Por eso es importante la visibilidad de la mujer en puestos de dirección, en mesas de tertulia, como opinadoras y divulgadoras, porque anima a otras a dar el paso. No ha sido fácil para las mujeres nunca en ningún sitio, pero Francia por ejemplo siempre ha tenido mujeres en la prensa. Además, mujeres mayores, no solo chicas jóvenes al frente de los informativos. Empezando por Anne Sinclair, directora del Huffington francés y que dirigió un programa que fue líder en la televisión francesa. Fuera de nuestras fronteras ha habido más respeto a las mujeres.

Montserrat Domínguez para Jot down 7

Fotografía: Guadalupe de la Vallina

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27 Comments

  1. Armand d'Hubert

    Estuvo alegrándome las mañanas de los fines de semana durante un tiempo, hasta que llegó Javier del Pino y ha dejado por los suelos a todos.

    • Maestro Ciruela

      Perdone, pero hace años que no escucho la radio e ignoro si su comentario sobre el señor Javier del Pino, al que no tengo el gusto de conocer, significa que lo hace genial o más bien lo contrario. Gracias de antemano.

      • Armand d'Hubert

        Lo primero.

        • Maestro Ciruela

          Gracias, jefe.

        • jme_plemo

          ??. será un sarcasmo con ironía a esa pregunta, ¿no?
          Para mí me resulta obvio que si Domínguez te alegraba y entonces después vino otro que dejaba por los suelos el panorama el resultado sería diferente al de Domínguez y si es por los suelos normalmente expresiones que aluden a los suelos no suelen ser muy halagüeñas, con alguna excepción cierto, pero si comienzas la disyuntiva con un «hasta que» me imagino que el contraste sería muy gordo, y no creo precisamente que fuese con que te alegrara todavía más

  2. Muy acertado el entrevistador y con el punto justo de dureza, sobre todo en el tema del Huffington. La entrevistada no tanto, ni como en anteriores entrevistas a otros profesionales. Ni con anecdotas interesantes ni con reflexiones que den mucho más sí.

  3. Curioso

    «Y no es periodismo, es comunicación.» Sin palabras. Invito a esta señora a que su sueldo como directora del medio también se le abone por «pagos en visibilidad» o «abonos comunicacionales». Y lo de que dos de los blogueros han podido editar un libro….Por Dios!!!!!

  4. Judge Dredd

    ¡Qué maravilla! A cada pregunta cuestionando determinadas prácticas y actuaciones del sector responde que, efectivamente, las conoce y sabe que las hay pero que afortunadamente ella nunca las ha practicado ni sufrido.
    ¡Qué gran suerte pasar de forma inmaculada por un barrizal!

  5. Aleida Josefina

    Siempre ha sido una periodista seria, inteligente, razonable, serena, respetuosa y equilibrada. Es un ejemplo.

    • Alfonso

      querrás decir que siempre fue una vendida que supo cómo no incomodar al poder mientras vendía la apariencia de profesional abnegada llevándoselo calentito todos los meses. Una versión menos histriónica de lo que viene siendo Ángels Barceló. Nada más, ni nada menos. El entrevistador la clavó con la puya de «no te caracterizaste nunca por repreguntar», jeje. Buenísimo.

  6. VicGoslar

    Decir que desde lugares muy diversos le hacen la ola a C’s y que este hecho es algo muy interesante, pero sin explicar quiénes ni porqué es tirar la piedra y esconder la mano, Montserrat. Viniendo de un medio como el Huffington Post, tan poco dado a la objetividad y que siempre busca el interés político como fin no es de extrañar. La entrevista me parece buena, pero las respuestas poco valientes y con el sello dogmático impreso.

  7. lingvistika

    Hay que ser…. para decir «la verdad es que lo pasé fatal porque mi inglés era británico y el primer día no me enteraba de nada de lo que decía el profesor» en lugar de simplemente admitir «mi nivel de inglés (aún) no era lo suficientemente bueno».
    Qué país.

    • Sí, ¡ja, ja…! Yo he pensado lo mismo. Si precisamente, a John Wayne se le entiende todo y a Hugh Grant, en cambio, ni un pijo!

  8. La mancha humana de Philip Roth no tiene (casi) nada que ver con la reinsercion de veteranos. La mancha humana trata de un profesor acusado de racismo y todo lo que se le viene despues.

  9. Todo lo sensata, valiente y profesional que parece (y que es) se desvirtúa bastante cuando justifica que haya gente que trabaja para el H. P. sin estar remunerado. Encuentro cierta analogía con el caso de las muchachas de Camboya. Un sueldo misero (en este caso inexistente) mientras que los accionistas ven crecer su empresa, es decir, el valor de la misma. Mas dinero para unos a costa de poco o ningún dinero para otros actores importantes de la organización. Una cosa es que un medio sin ningún ánimo de lucro (ni siquiera para el fundador o fundadores) decida dar un espacio a gente para que escriba. Algo tipo cooperativa. Pero en un medio como el H. P. no está justificado. Este argumento de ‘se facilita una visibilidad al bloguero que le permitirá…’ podría justificar el pago de sueldos de miseria. Me recuerda un poco al argumento de algunos a la hora justificar el pago de salarios indignos a cualquier trabajador pues ‘se le está facilitando un conocimiento que será muy valorado por otras empresas y le permitirá tener buenas oportunidades en el futuro’ Pero mientras tanto, tu empresa es muy rentable mientras que hay trabajadores en régimen de semiesclavitud. Ya…

  10. Pingback: El colaboracionismo ha llegado | lugrant

  11. decir que Ciudadanos nace de la nada es obviar las cenas del taxidermista y la ayuda del Mundo para su consolidación.Respecto a que ella no recibe presiones dice mucho sobre su servilitud hacia uno de los partidos como mínimo

  12. Padre_Iñaki

    «no significa ni mucho menos que seamos el PSOE. Para nada»

    Vamos cerrando.

  13. mozote

    Tiempos impensables hace cuatro años han vuelto a España de la mano del Partido Popular. El PP no va a dejar el poder. Hará todo lo que sea necesario para continuar «gobernando». No hay mas que observar la deriva
    legislativa de este gobierno para confirmar que no va a dejar el poder así como así. Un signo significativo es que esta deriva avanza hacia la represión de la sociedad española en todos los ámbitos. Uno de los exponentes más claros, por ser público y notorio, es la actuación de las Unidades de Intervención Policial -UIP- de la Policia,
    llamadas coloquialmente antidisturbios. Día a día va creciendo la violencia «legal» de estos antidisturbios contra el ciudadano que protesta en la calle, sea por lo que fuere. La actitud de estos antidisturbios ante el ciudadano ya
    comienza a ser similar a la que los llamados «grises» utilizaban contra los ciudadanos que se manifestaban
    contra la dictadura antes y después de morir Franco. Fue de una violencia extrema que llevaba incluida serias penas de cárcel caso de detenciones.

    Esa violencia, que comienzan peligrosamente a exhibir los antidisturbios de la Policía Nacional contra todo lo que se mueve, no es espontánea ni voluntaria de ninguno de ellos. Esta «dura» forma de tratar al ciudadano lo es por
    órdenes expresas y concretas de los políticos del PP en el Ministerio del Interior y Dirección de la Policía y GC. Esto es: son los políticos y no los policías los que cargan contra los ciudadanos.Lo penoso, para los policías del siglo XXI, cultos y preparados, será cuando vean las imágenes de los apaleamientos, como hacían los «grises», que propinan a los ciudadanos indefensos, que somos el 99% de los manifestantes. ¡Este PP se ha vuelto peligroso para los que no estamos de acuerdo con su opresor gobierno y, si se perpetua en el poder por los medios que sea, lanzará a todo el aparato represor contra todo ciudadano que proteste por sus injusticias.
    Tiempos impensables hace cuatro años han comenzado a volver a España. Pero……….en 2015 los tiempos, los medios técnicos, la educación, la formación y la libertad que le arrebatamos al franquismo y a sus sucesores, van a ser determinantes para que esa represión que se atisba en el horizonte, se vuelva contra los que la quieren volver a ejercer.
    Tiempos duros se avecinan y hay que echar, democráticamente y desde la calle, a la casta maldita del PP que nos malgobierna.
    ¡Hay que volver a luchar por la libertad!.

  14. Acantilado

    Es insultante que esta señora diga que los blogueros no cobran porque hace comunicación, no periodismo. Que se permita el lujo de soltar después eso de «lo que buscamos es dar voz a gente que ocupa un lugar que antes solo ocupaban los periodistas»…

    ¿¿Ciudadanos «novísimos»??, o está pésimamente informada (Cuidadanos lleva al menos diez años en la arena política) o es de las que también intenta vender una «novedad» super-novedosa que ya no se cree ni el más ingenuo. Ciudadanos ha pasado de ser una anécdota a pie de página de UPyD a un INVENTO de ciertos sectores de la EXTREMA derecha y de la socialdemocracia más rancia que se han dado cuenta que lo del PP ya no hay por dónde cogerlo y buscan un arreglo ‘in extremis’.

    Prisa, Huffington Post, Montserrat Domínguez… desconfianza máxima.

    • Esta mujer cuando el fontanero va a su casa y le arregla una tubería en la cocina, no le paga porque «como no es periodista» es normal que trabaje gratis.

  15. R.Maitland

    Interesante la presión que la política «no ejerce» sobre los periodistas. Montserrat dice que ella nunca la ha recibido directamente y hasta nos lo podemos creer… Pero sí que habla de las llamadas a sus jefes, del arma de la publicidad que unos y otros emplean, de los pactos sobre lo que no hay que preguntar…

  16. Yo quise ser periodista de El Huffington Post, pero me ofrecían mejor sueldo recogiendo algodón en una plantación de Alabama… En serio, a este paso vamos a tener que pagar por el privilegio de trabajar.

  17. Mondoxíbaro

    No entiendo el © de PRISA y el quid pro quo al que alude Montserrat Domínguez, ¿Cual es la ventaja de hacer un trabajo gratis? …en un medio que gana por publicidad un dinero con tu trabajo de «comunicación», y aunque lo puedas llevar a otro medio «regional», el día de mañana pueden exigirte (PRISA) su retirada por el copyright de la licencia; ¿Sería lo mismo si en lugar de publicarlo en un «regional» lo hiciese en ABC por ejemplo? ¿No sería mejor Creative Commons?

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