Ciencias Ya lo veo

¿Por qué se van los buenos científicos?

Fotografía: Thong Vo (CC).
Fotografía: Thong Vo (CC).

La «fuga de cerebros» es uno de los temas clásicos españoles y, como tantos otros, está en consonancia con nuestro carácter probablemente exagerado. Porque salvando las distancias de tamaño, cuando uno visita, por ejemplo, universidades americanas, es posible encontrarse con algún español, pero ciertamente como algo aislado entre las decenas de científicos chinos, que pueden llegar a ser mayoría en muchos grupos. En realidad, tradicionalmente a los científicos españoles casi se les tenía que obligar para que se fueran y la mayoría volvían en cuanto podían. Es bien cierto que en los últimos años las cosas han cambiado para los más jóvenes. La falta de puestos ha obligado a muchos más a quedarse fuera y se ha hecho de la necesidad virtud, dando, creo, excesiva fanfarria a algunas marchas.

Un aspecto distinto es el que quiero tratar aquí: los científicos senior con puestos fijos y laboratorios bien establecidos y financiados que deciden marcharse de España. No es un fenómeno nuevo, pues es algo que siempre ha ocurrido a pequeña escala, pero tiene el carácter especial de que ahora se pretende relacionar las marchas, en algunos casos incluso por los mismos protagonistas, con las dificultades de la ciencia española. Y la verdad es que eso no me lo acabo de creer.

Entiendo muy bien que alguien que no es capaz de encontrar un sitio en el que realizar su trabajo científico con buenas oportunidades se vaya, por supuesto que debe ser así. Pero los que tienen puestos fijos, con colaboradores contratados a su cargo, financiación y probablemente ideas, se marchan simplemente porque ven mejores oportunidades de seguir creciendo en otro sitio distinto. Oportunidades reales o no, el tiempo lo dirá, pero son las que motivan la decisión de la marcha.

Por supuesto que las dificultades burocráticas en nuestras instituciones son a menudo como una película de horror, en eso coincidimos todos. Que se nos hacen las cosas muy complicadas, está claro. Pero, quien más, quien menos, lleva años adaptado a nuestro medio y sabe —sabemos— cómo navegar e ir solucionando esos problemas. Y no puedo estar más de acuerdo con que un «corralito» a los fondos externos como el que impuso el CSIC es una faena y ayuda a tomar la decisión de marcharse. Pero al final… uno se marcha o no, muy probablemente por otras razones diferentes y normalmente más difíciles de confesar, aunque bien legítimas.

La ciencia de élite tiene algunas similitudes con los deportes de alta competición. Hace décadas, los científicos podíamos parecernos a los tenistas, que tienen la posibilidad de destacar individualmente. En la actualidad somos más bien como futbolistas miembros de equipos. Las mejores instituciones (equipos) quieren atraer a los mejores científicos (jugadores). Estos, normalmente, quieren ir a los mejores clubes aunque puedan jugar y vivir en los clubes medianos. Pero no es lo mismo, para el propio ego y para la imagen que los demás tienen de nosotros, decir que juegas al fútbol en el Manchester United que en el Real Murcia. Lo equivalente es tener tu grupo de investigación en la Universidad de Harvard o en la de Murcia.

Los buenos científicos que están aquí saben —sabemos— que para seguir progresando e ir escalando puestos en la élite llega un momento en el que se tienen que marchar. ¡Tienen que fichar por uno de los mejores equipos del mundo! Aquí pueden jugar, y lo están haciendo muy bien, pero no podrán ganar la Liga de Campeones o algo similar. Quien tiene ambición de ser un líder mundial con opciones a alcanzar premios del nivel de los Nobel sabe que está empujado a marcharse y debe considerar las ofertas que reciba o busque. En su fuero interno, es muy consciente de que cuenta tanto lo que haces como dónde lo haces. Y que no es lo mismo en cuanto a posibilidades que tu nombre suene para el Nobel si compartes pasillo y café con dos antiguos premios Nobel que si estas en una institución de la periferia científica.

Esta es la razón más importante. Existen otras y en cada caso son únicas e individuales. Hablaba en mi entrada anterior sobre los bajos sueldos en la universidad, que por supuesto afectan a los mejores científicos. Multiplicar por varios enteros el sueldo es una posible motivación, pero no creo que sea la de más peso. Porque además los números a veces son engañosos y deben descontarse impuestos, gastos de seguros y altísimos costes de vida. Sueldos que comparativamente son muy altos para nosotros —en el rango de los ciento cincuenta mil dólares por año—, son realmente ajustados en Londres o Nueva York si no van acompañados por otros beneficios.

Tampoco es lo más relevante el dinero del que se dispone para investigar. Los buenos que se van, ya tenían dinero aquí. En muchos casos, proyectos multimillonarios. Disponer de algo más seguro que será bien recibido, pero no será el factor decisivo. Si tuviera que colocar en orden las razones para marcharse, serían: ego/posibilidades, situación personal/familiar, salario/financiación y, finalmente, las dificultades de nuestro entorno, que obviamente existen y son bien frustrantes.

La ciencia es un ejemplo de «juego» global, y para los que tienen ambición, energía e ideas para estar en la cima, su deber personal es ir allá donde encuentren más juego y donde tengan más oportunidades de triunfar. No les hace falta ninguna justificación más. A los que realmente debe importarnos que cambie la gestión de la ciencia es a los que seguimos trabajando aquí.

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24 Comentarios

  1. intrigado

    Pero que bueno! Me encanta leer cosas dichas tan claramente.
    Lo que el profesor Artal no es, ciertamente, es politicamente «correcto».
    Y eso se agradece muchisimos.

  2. no sé por qué intentas minimizar el peso que conlleva «el hastío», ya que no lo mencionas pero imagino que a ese artículo -entre otros- haces referencia. Sea como sea, evidentemente, la situación personal o las posibilidades que pueda brindar un cambio también cuentan. Lo frustrante de verdad es que España no gaste un 46% de presupuesto en I+D y nos obligue a muchos a buscarnos la vida fuera. Con menos o más ganas, no digo que no. Lo triste es que un país, teniendo el potencial, no tenga intención ni interés de mejorar las cosas para dejar de estar en «la perifería científica». Y eso no sólo pasa en las grandes ligas, ni se está exagerando tanto. Ha sido en los últimos 3 años cuándo mi instituto (de 15 años) ha empezado a incorporar personal internacional. Ya contamos tres portugueses, dos españolas y un griego. Y no es un chiste.

  3. Pedro Lopez

    Pablo Artal, como casi siempre, esta muy atinado, pero solo cuenta su vision de un cientifico en la elite y sin problemas de financiacion. La realidad para muchos otros cientificos de clase media es diferente y mas penosa.
    Los muchos que se van no aspiran al Nobel, sino simplemente a comer.
    Queda claro, me parece, que la critica de Artal al sistema de I+D español es demodelora por lo sutil: aqui no se puede progresar.

    • Justo estaba pensando lo mismo, yo con 33 años hace 6 meses que cojí las maletas… no para estar en la cumbre ni codearme con premios Nobel, si no para conseguir un contrato con un mínimo de estabilidad…. Mi último contrato con mi universidad en España fue por un año 12 pagas 1100 euros brutos al mes, y fue un contrato en prácticas firmado tras 5 años trabajando con diferentes contratos. Por lo visto puedes firmar un contrato en prácticas si no has tenido ninguno en prácticas antes, aunque hayas trabajado como ingeniero 5 años en la misma institución…

  4. Me temo que no puedo estar de acuerdo con el artículo. La situación de la ciencia sí ha empeorado en España hasta el punto de que grupos que conseguían una financiación ahora no la reciben, grupos muy buenos reciben mucho menos, e incluso grupos que consiguen fondos fuera tiene problemas serios para ejecutarlos. No es una cuestión de «egos», o de instituciones de primera o de segunda regional, sino una cuestión de la imposibilidad de llevar a cabo la investigación a la que uno se ha comprometido. Y eso lo sufren tanto los investigadores «medios» como los fichajes.

    También se aprecia en el autor un «conformismo», con expresiones como que los de aquí sabemos manejarnos por el sistema y que por tanto no hay problemas, o que si se quiere hacer investigación competitiva hay que salir de España y dejar Murcia. Señor Artal, hace unos años esto no era así. Hay gente a la que se impulsó a crear grandes grupos, acumular grandes proyectos y que de repente ven como la dinámica en la que habían entrado *ahora* es imposible de mantener y tienen que salir fuera. De igual forma se atrajo a gente de fuera para crear grupos y ahora tienen que depender de fondos externos cada vez más difíciles o imposibles de conseguir (el success rate de fondos en Europa oscila entre el 4% y el 2% en las calls de ciencia básica, p.ej.). Por tanto tenemos aquí investigadores de primer nivel que se han creado o atraído y que ahora, según su artículo, deberían de forma natural abandonar la inversión hecha en ellas y llevarse su trabajo y su equipo fuera. Personalmente yo no veo que eso sea *natural* sino que es en sí una tragedia, porque en otros países existirían mecanismos paraque el flujo de talento fuera, en balance, cero (salen tantos como llegan). Mecanismos que ahora no se dan.

    También me parece falaz la asociación entre instituciones de primer nivel y el potencial científico que pueden alcanzar los investigadores en ella. No son instituciones individuales las que facilitan el acceso a investigación de primera línea, sino los planes de investigación de sus respectivos países. Puede usted ser un investigador en Harvard o en el Max-Planck, pero aparte de una o dos plazas de postdoc permanentes a su disposición, no tendrá mucho más y se le exigirá captar fondos de las convocatorias nacionales, internacionales y de empresas. La cuestión por tanto es si el país soporta la creación de talento competitivo o no. Y dentro de un mismo país las diferencias surgen en la posibilidad de completar esos fondos, revertir los costes indirectos, liberar a los catedráticos de cualquier docencia y burocracia, o el prestigio de la institución, que facilita el acceso a las convocatorias internacionales (pero algo que se puede arreglar en cuestión de años, como se ha visto en centros de nueva creación).

    Por último, como ejemplo de las trabas burocráticas que el autor dice ser fáciles de solventar, mencionar la imposibilidad de contratar investigadores de nacionalidades u orígenes arbitrarios. Si en mi campo la principal fuente de talento está en Canada o EE.UU y quiero integrar científicos de esas nacionalidades en mi grupo, en el CSIC no va a ser posible: a esos científicos, vengan de Harvard o Baja California, se les exigirá convalidar los títulos de doctor y licenciado, procesos que llevan años y un desembolso de dinero por anticipado. Así, un investigador puede ganar un proyecto competitivo en Europa, de uno o dos millones de euros, y encontrar que no puede crear el equipo investigador que desearía, viéndose obligado a «emigrar» o integrarse en un centro de investigación privado (fundaciones) donde esto no es un problema.

    Este es un ejemplo más de trabas burocráticas insalvables que el autor quiere minimizar pero que obstaculizan la investigación en España. Y como ven, no es cuestión de prestigio, sino de legislación y burocracia.

  5. Me encanta leer cosas que se entienden tan claramente.
    Podemos ir a una discusion de si las personas toman decisiones por su beneficio o el de su pais
    Me temo que los que se van piensan en ellos
    Algunos que tambien podrian irse no lo hacen.
    Y me gusta mucho leer en jotdown cosas que nadie escribe en otros medios

    • Pablo Artal

      Juanjo,
      Muchas gracias por tu amable, y bien elaborado, comentario.
      Creo que estamos de acuerdo en mas cosas de las que puede parecer y que quizas no he sido capaz de transmitir bien lo que queria decir.
      Por supuesto que los problemas y trabas que sufrimos son un grave problema.
      Lo que quiero defender es que, a mi parecer, estas razones son como gotas que colman el vaso, pero no las decisivas a la hora de marcharse.
      En absoluto animo a nadie a que se marche. Yo no le he hecho! (aun) y sufro todos estos problemas cada dia, a pesar de que tengo abundante financiacion. Y me gusta tener cientificos en mi laboratorio que vienen de fuera de España, a pesar de las dificultades burocraticas. En este momento estan con nosotros 3 griegos, 2 alemanes, 1 frances, 1 sueco, 1 colombiano, 1 mexicano… y han pasado de todos los continentes.
      Por otro lado, mi sensacion personal es que si existe un techo de cristal para los que hacemos ciencia y tecnologia de primera aqui, en España. Pero, intento justamente no ser conformista sino pelear adaptandome al medio (tan problematico).
      Finalmente, creo que todas las decisiones personales de cada cientifico son respetables y cada uno debe hacer con su carrera y su vida aquello que crea que es mejor para el.
      Gracias de nuevo por tu tiempo y valiosas opiniones. Pablo

      • Me temo que estoy muy de acuerdo con Juanjo en cuanto al tono que transmite el artículo, tal vez involuntario. Un poco como «esto es lo que hay y no se está tan mal. Si te quieres ir es porque no aguantas lo suficiente o tienes otras expectativas.»

      • Hola Pablo, disculpa si no he sabido leer la crítica en tu artículo. Supongo que en determinados temas donde uno anda ya indignado de antemano, es muy fácil interpretar los textos de otros de forma errónea.

        Estoy de acuerdo contigo en que las razones para abandonar un pais son personales, pero discrepo en que hay situaciones que sí pueden forzar una decisión, como la imposibilidad de ejecutar gasto de un proyecto o beca ERC durante un año, p.ej. por restricciones burocráticas. Lo bueno es que esos problemas se pueden solventar de un plumazo si hubiese voluntad en las instituciones. Lo malo es que ahora afectan a gente que se puede encontrar en la disyuntiva de, o bien abandonar lo conseguido, o bien llevárselo a otro sitio para poder mantenerlo.

        No creo por otro lado que haya «techos de cristal», ya que eso supondría una discriminación interna. Si te refieres a que el techo existe por comparación con el exterior, personalmente creo que tampoco es una comparativa válida, dado el número de ERCs y proyectos de prestigio que se consiguen: el potencial está ahí y el problema es desarrollarlo al 100%. La diferencia, me parece a mí, es la estabilidad en las condiciones económicas: hay un mayor número de fuentes de financiación disponibles en otros paises que, en tanto mantengan una investigación de calidad, aseguran la estabilidad de grandes grupos y la consolidación de pequeños y medianos (no todos los nóbel vienen de grupos grandes). Aquí en España los grandes grupos que conozco dependen, en el ámbito de la ciencia básica, o bien de que su institución tenga donantes privados, o bien de fondos europeos. Esa situación no me parece sostenible y es la que verdaderamente hipoteca el potencial de esos grupos, en mi humilde opinión.

        Dicho esto, yo soy un investigador «mediocre», con una financiación escasa, y probablemente con una visión incompleta «desde abajo» de los problemas «de arriba». Por otro lado, comparto tu diagnóstico de que hay que seguir luchando desde dentro para mejorar lo que hay, pues no es tan difícil y las bases para hacerlo y la voluntad científica (no sé si política), están ahí.

  6. Confieso que este texto me ha llegado a indignar. No para que se me caiga la baba, pero por ahí iba el sentido. Me ahorro escribir más porque ya lo ha contado todo Juanjo, y sin baba.
    Un chascarrillo: cerca de una docena de investigadores de donde trabajo que perdieron su empleo fueron contratados i-n-m-e-d-i-a-t-a-m-e-n-t-e en Portugal. Son buenos todos ellos. No le encuentro explicación, o le encuentro demasiadas y ninguna será acertada. ¡En Portugal!

  7. Vaya, pues yo no veo razones para la indigancion, salvo que no se haya entendido NADA lo que dice Pablo Artal. Se refiere a los cientificos bien instalados ya, no a los que tienen dificultades para instalarse. Y la critica es muy evidente, aunque puede que tambien sutil.

    • Angela, se nos está yendo todo. Los científicos bien instalados, los técnicos con dificultades para instalarse y todos entre medias. Los motivos son los mismos: vamos a que esto sea un erial.

  8. Santiago Aguirre

    Esto parece una respuesta bastante razonada al reciente articulo de Bascompte, Duarte y Marin en el pais.
    http://elpais.com/elpais/2015/03/02/opinion/1425317103_632853.html

    Con la diferencia que lo que se dice aqui es lo que piensa el autor y en el articulo del pais, esta lo que los autores pensaron que quedaria mejor, pero que saben que no es la verdadera razon.

    • Santiago Aguirre, qué tal «con la diferencia que lo que se dice aquí es lo que el autor piensa que quedaría mejor, pero que sabe que no es la verdadera razón, y en el artículo del país está lo que los autores piensan». No se pueden hacer esas aseveraciones sin más. Conozco a dos de esos de El País, y me extrañaría muchísimo que te dieran la razón. En cualquier caso, me fío más de lo que me cuenta alguien que hizo algo que de lo que supone alguien que sabe de oídas y tiene las narices de escribir así de las razones de otros sin más soporteque su imaginación.

  9. enmascarado

    Señores: dejen pasar el aire y acepten el debate y las ideas frescas. A Pablo Artal le dieron hasta en el carnet de conducir en su anterior articulo sobre la universidad y ahora da la sensacion de que las criticas o no han entendido lo que dice o prefieren no entenderlo. No nos ira mejor a todos si contrastamos ideas y pareceres sin lanzarse al cuello de uno de los pocos que tiene agallas para escribir ciertas cosas. Por cierto, Artal tambien tiene una beca ERC como los del pais, asi que no creo que hable de oidas, sino conociendo muy bien el sistema. salud.

  10. Pablo Artal

    Lectores, comentaristas y amigos:
    Quisiera agradecer a todos por los amables y constructivos comentarios (y en especial a Juanjo que ha realizado unas puntualizaciones precisas y en las que coincido).
    Debo reconocer que me han dejado un sabor agridulce al pensar que quizas no me he explicado bien. Por ello, me permito hacer algunas aclaraciones.
    Por supuesto que estoy de acuerdo y comparto la indignacion con las trabas burocraticas, las restricciones y la falta de apoyo a la ciencia.
    Me gustaria decir bien claro que la intencion del articulo no era en absoluto echar un capote al estado de las cosas del sistema, que es horroroso y al que he criticado sistematicamente en lo que modestamente he podido.
    Y ni muchisimo menos he prentendido criticar a ningun cientifico que haya decidido irse!
    El principal mensaje que queria transmitir es algo que a mi personalmente me ha obsesionado siempre durante mi carrera: si la decision de no irnos estaba lastrandonos como cientificos de primera linea justamente por el pobre entorno en España.
    Es muy gratificante ver que los comentarios en Jot Down una vez mas complementan y aclaran mi articulo.Gracias de nuevo a todos.
    Pablo

  11. Es la segunda vez que leo un artículo del profesor Artal sobre los «problemas» de la ciencia española y en ambos me quedo con la misma sensación de «me están tomando el pelo».

    Los razonamientos, en ambos casos, están excelentemente construidos. Aporta ejemplos que son relevantes y los artículos están bien escritos, y sin embargo… sin embargo siempre termino con la sensación de que el profesor Artal me hace trampas.

    Veamos, por ejemplo, este artículo. Tras una larga exposición llena de interesantes consideraciones, el autor concluye que el principal motivo de los científicos de renombre que dejan España para marcharse a otros países es «el ego» (estamos hablando de quienes deciden irse, claro, no del que se va a la fuerza). Sin embargo, y aquí es donde está lo importante, el único argumento que soporta esa conclusión concreta es que él «lo cree».

    Por otra parte, está la oportunidad de este ataque (porque es un ataque. Bien escrito, bien argumentado -quitando ese pequeño matiz del «yo lo creo»-, pero un ataque al fin) contra aquellos que se van. El artículo del profesor Artal se publica justo cuando una serie de científicos de renombre (que se han ido) deciden contestar al señor Lora Tamayo a la acusación de que «se van por dinero».

    Esto científicos, en su artículo, contestan al presidente del CSIC (repetidor y hereditario) que se van porque las condiciones de trabajo aquí son horribles desde que, con la excusa de la crisis, se ha recortado el presupuesto de ciencia en cerca de un 40% desde el año 2008 (y encima, para mayor cachondeo, de ese presupuesto recortado no se ejecuta un 42%). Que ellos estarían encantados de volver si se hicieran una serie de reformas estructurales (y proponen alguna, con las que podemos estar más o menos de acuerdo) que les garanticen que no van a pasar por una situación como la que les ha empujado a irse (a algunos, después de regresar, con lo que ello conlleva).

    En este contexto, digo, el profesor Artal escribe un artículo que no los acusa de irse por dinero (hablar de la pela está feo en público, y él es un hombre educado), pero sí que decide que lo que estos señores señalan como motivo principal de su partida es, en realidad, secundario. Que lo importante, porque él «lo cree», es su ego.

    Esos señores quieren ganar un Nobel (o similar), y en España (país del sur, compañeros, malditos norteños) llegamos a un momento, justo antes del Nobel, en el que ya no hay más. Se acabó el juego. O te vas fuera, o te quedas en la fuente del pueblo, papando moscas. No hay más opción.

    Y aquí viene la sensación de «me estás estafando». Porque estoy muy de acuerdo en cosas que dice el señor Artal, pero…

    Pero me resulta sospechoso que su artículo despolitice las declaraciones de esos científicos. Me resulta extraño que acuse a sus compañeros de doblez, de no decirlo todo, de no ser totalmente sinceros. Que tienen intenciones ocultas y que lo único que quieren es justificarse. Que diga que se van por su «ego», que es lo mismo que decir «por su interés».

    Me resulta extraño que un científico de su talla deba recurrir al argumento ad hominem para negar las declaraciones de estos compañeros. Para decir, sin llegar a decirlo, que los científicos se equivocan y el señor Lora Tamayo tiene (parte de) razón: que se van por su interés propio (dinero, prestigio… mutatis mutandis), no por los problemas que dicen que sufrían

    Pero luego leo los comentarios y parece que va a ser que no, que no he comprendido al profesor Artal, que no él quería decir lo que parece que dice.

    Exactamente lo mismo que me pasó la última vez.

    Y se me queda cara de tonto y pienso «no eres tu, Pablo, soy yo, que debo haber cambiado».

    Saludos

  12. Tristan Valenzuela

    Estimado Pablo,
    Estoy, más o menos, deacuerdo con tu analisis de las causas que llevan a los cientificos establecidos a emigrar. Pero la cuestión es, ¿es imposible crear las condiciones en España para minimizar esa situación? Yo creo que no, y de hecho como bien sabras en Catalunya (ICREA) y Pais Vasco (IKERBASQUE), a mi entender, se estan dando pasos en la direccion adecuada. Como sabras, ICFO es referente mundial en fotónica.
    ¿Por que en esas comunidades y no en el resto? ¿Es acaso imposible que el Murcia o el Hercules suban a primera división? No lo es, pero hace falta voluntad politica para apostar por la ciencia de calidad en España. Por un lado hace falta inversión, no solo para los próximos 4 años sino un plan que deje claro que no va faltar dinero dentro de 5 años. Y por otro lado hace falta un debate sobre como han de funcionar las instituciones científicas. Ya que si queremos retener, o incluso atraer, a quien quiera optar a los laureles hay que poner las condiciones administrativas para que lo pueda hacer.
    Un saludo
    Tristán

  13. Baturrico

    Creo que cada cual de entre los que pueden elegir donde hacerlo tiene sus propias motivaciones para quedarse en España o para ir a investigar fuera. Muchos otros no pueden elegir y han de conformarse con las oportunidades que tiene.
    En mi caso, después de muchos años en Centroeuropa, volví a España en cuanto pude, tras habilitarme y ganar una plaza que no habían sacado para mí. Hube de pedir un crédito para pagar la mudanza y los gastos de instalación, sabiendo que costaría muchos años pagarlo tras una reducción salarial del 40% frente al salario alemán a precios de alimentación o alquiler similares.
    No habría de tardar en comprobar.el «shock del retorno». En la universidad hay que someterse a sus reglas y tradiciones, como eran las novatadas en los cuarteles: asignación de docencia, despacho y recursos por riguroso orden de antigüedad (i.e., «a la cola»). Los servicios administrativos no reconocen la experiencia (trienios y quinquenios, los primeros se salvan tras un recurso de 100 páginas, los segundos se pierden porque aunque eran clases universitarias el contrato era de un centro de investigación básica no universitario) con el consiguiente quebranto económico y agravio económico frente a los compañeros. Los equilibrios de poder ya establecidos dicen quién puede liderar proyectos y quién asigna viajes y recursos e incluso reparte complementos salariales: en un ejército de capitanes chusqueros el nuevo sargento, aunque fuera general en su anterior trabajo, tiene que ser obediente, humilde y tragar agradeciendo la magnanimidad de sus superiores. Con el tiempo se pudo avanzar poco a poco, pero bastó una oferta para retornar al antiguo trabajo, con nuevas responsabilidades de liderazgo científico, para que volviera a cruzar los Pirineos. Aguanté 35 meses viviendo en mi país, malbaraté miles de euros en mudanzas y desplazamientos e intereses bancarios, y sobre todo quemé mi ilusión por aportar mi trabajo para ser científico en mi país.
    La motivación para irse por segunda vez y pasados los cuarenta años fue económica, ciertamente, pero sobre todo laboral y de perspectivas científias: elegir entre intrigas locales para bajarle a uno esos humos de la experiencia internacional y sin doctorandos ni postdocs, o trabajar en un lugar puntero, con medios, visibilidad internacional, estudiantes y postdocs y técnicos de apoyo…
    Como dijo un compañero: «los españoles tenéis motivos sentimentales, pero los investigadores extranjeros no venimos a trabajar a España si no es por razones puramente personales». Y a algunos españoles se nos acabó la paciencia. Volveremos de visita a algún congreso, a ver a la familia, y quién sabe, si no acaban las ratas por destruir todo lo que merece la pena, de jubilados. Los hijos y tal vez nietos crecerán como centroeuropeos, con padres exóticos que cocinan con aceite de oliva.

  14. Muchas gracias a todos por los comentarios; pues permiten a un zopenco como yo, reflexionar a fondo sobre el artículo y analizarlo desde diferentes enfoques para así sacarle el máximo jugo a la materia que se debate en el mismo.

  15. Pues qué quieres qué y diga, yo si me voy será por la burocracia, literalmente la odio pero cada vez hay más y más absurda. Pasarte semanas preparando una acreditación no tiene sentido. La última aunque no la más relevante: en pleno siglo XXI tengo que desplazarme personalmente a una secretaría de una facultad al otro lago del campus para poner las notas a mis alumnos. Gotas que un día desbordarán el baso.

  16. Pingback: ¿Por qué se van los buenos científicos?

  17. Me alegra leer otros puntos de vista y no siempre la misma reflexión que aparece constantemente en los medios. También gracias por la aclaración posterior, sr. Artal.

  18. Sinnombre

    He visto mediocridad en la universidad española. Tal es el nivel de mediocridad que gente a la que se le ofrecen puestos de trabajo deciden irse o trabajar en otra cosa.
    Eso nadie lo dice. Es ver el nivel y sentir asco. Ni tan siquiera te tiene que echar.

    Qué sienten los que al ver esto se tienen que ir? No digo irse de España, digo dejar la ciencia. Años oyendo la mierda de «trabaja en ciencia, crea un nuevo mundo» y ves el panorama. Ahora tenemos las listas del paro llenas de físicos, matematicos, químicos…
    Los centros de investigación españoles no generan ciencia de nivel, no creo q sea sólo causa de la financiación.

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