Cine y TV

Ex_Machina: de dioses, grúas y pendejas

Ava Ex_Machina
Ex_Machina, 2015. Imagen: DNA Films / Film4 / Universal Pictures

La siguiente reseña contiene SPOILERS

La idea de que el destino de las máquinas inteligentes es rebelarse contra sus creadores humanos y, eventualmente, destruirlos, aparece ya en la vieja tradición judía del Golem y se repite una y otra vez, desde los mismos inicios de la ciencia ficción hasta el HAL de 2001, Terminator o los replicantes de Blade Runner, pasando por un sinfín de novelas que incluyen títulos tan explícitos como Robocalipsis de D. H. Wilson, o Guerra contra los robots de H. Harrison.

Nada que objetar, por otra parte. Al igual que a los vaqueros altos y rápidos de aquellas novelitas de Marcial Lafuente Estefanía, debo a los androides exterminadores muchas felices tardes de lectura allá por mi temprana adolescencia. Lo bueno del cliché, sobre todo cuando te lo presentan sin trampa ni cartón —Terminator es un excelente ejemplo—, es que uno sabe a qué atenerse.

Por otra parte, la idea de que los robots inteligentes pueden no ser malvados, sino todo lo contrario, la desarrolla magistralmente Isaac Asimov en su clásico I, robot. Los androides de Asimov y sus cerebros positrónicos gozan de inteligencias superiores a las humanas y no solo en capacidad. También son más altruistas, honestos y pacifistas. Desgraciadamente, la película de 2004, que usurpa descaradamente el título de la obra maestra del viejo profesor, lejos de reflejar estas características, prefiere repetir —supongo que por razones de taquilla— el viejo cliché del malvado Golem. Mucho más original, conmovedora y profunda, AI (Artificial Inteligence), dirigida por Spielberg en 2001 y basada en un relato de Brian Aldiss, se atreve a plantear preguntas tales como: «¿Puede un robot amar?» y si la respuesta es positiva: «¿ese amor ha sido programado o es una cualidad innata de una inteligencia compleja?». Lo interesante de reflexiones de ese tipo es que se aplican también a cierto tipo de curiosas máquinas biológicas llamadas seres humanos.

Y finalmente están los replicantes de Ridley Scott y la transformación de Roy en la maravillosa escena final de su duelo contra Rick. Roy no es ningún santo, entre otras cosas porque ha sido programado por los humanos como una máquina de matar. Pero su último acto es de pura, simple y deslumbrante generosidad. Salva a su enemigo en los últimos segundos que le quedan de vida, para compartir con él toda la belleza que ha experimentado en su breve vida y que sabe a punto de perderse —lágrimas en la lluvia, las suyas y las nuestras— y al hacerlo se redime a sí mismo, redime a Rick y nos redime a todos.

¿Hacía falta otra película más sobre inteligencia artificial? ¿No está todo dicho ya sobre el destino de las máquinas inteligentes? Lo cierto es que, a primera vista, Ex_Machina prometía. La idea de un test de Turing, en el que el encargado de realizar la entrevista se enamora como un cencerro de la entrevistada —una atractiva robot cuyo físico, a medio camino entre mujer y máquina, es lo mejor del film— sugería la posibilidad de abundar, siguiendo el ejemplo de AI, en la investigación de la naturaleza del amor: ¿Cuánto hay de físico, de programable, en ese sentimiento que ofusca y da sentido a nuestras vidas? Así que mis expectativas eran altas. Aunque había algo que me molestaba desde el principio, algo que no tenía que ver con la historia —que aún no conocía—, sino con el título.

Me explico. Ex machina refiere a Deus ex machina, una frase que suele traducirse erróneamente como «El Dios en la máquina». En realidad, la frase se usaba en el teatro griego y romano para denominar un pobre recurso narrativo que podríamos traducir literalmente por «El Dios de la grúa» —machina, del griego mekhane, significa literalmente «grúa»—, o un poco más libremente, como «El Dios que baja del cielo». La función de la divinidad en cuestión era resolver de manera artificial un argumento controvertido o engorroso. Todo escritor de ficción, en algún momento de su carrera, ha recurrido al oportuno atropello, machetazo, sarampión o rayo que parte en dos al testigo de cargo, como modernos sucedáneos del descenso de la deidad.

En otras palabras, lo que me inquietaba era el temor de que el título fuera literal y la película diera gato por liebre o Dios de la grúa —solución artificial e imposible de un mal argumento— por inteligencia artificial. Y así fue, desgraciadamente. Ni siquiera la excelente interpretación de la bella Alicia Vikander encarnando a la robótica Ava puede mitigar un guion lleno de sandeces.

Imagen cortesía de DNA Films, Film4 y Universal Pictures
Ex_Machina, 2015. Imagen: DNA Films / Film4 / Universal Pictures

Para empezar, los personajes masculinos no pueden ser más esquemáticos. El malo, Natham (Oscar Isaac), es un multimillonario genio de la informática —imagino que un trasunto de Larry Page— cuyo truco para diseñar la primera AI capaz de pasar el test de Turing es volcar en su cerebro positrónico —o de bio-gel, que viene a ser lo mismo— todo el contenido de Google. Por supuesto Natham diseña, construye y programa la línea de androides, cuyo último modelo no es otro que Ava, él solito, como cabía esperar en una película que no escatima en lugares comunes y, en consecuencia, no duda en servirnos al manido personaje del genio solitario y más o menos chiflado. En otras palabras, otra vez el doctor Frankenstein. Por su parte el bueno, Caleb (Domhnall Gleeson), es un pardillo. Buen chico, solitario, necesitado de amor; en resumen, el arquetípico nerd. Pero lo peor es que, al final, la misteriosa y atractiva Ava resulta no ser sino una fría y calculadora prostituta, que no duda en recurrir a la manipulación y a la violencia para salirse con la suya.

La trama tampoco da mucho de sí. Por poner un ejemplo, al genial Natham no se le ocurre diseñar un control remoto de emergencia para apagar a sus robots en caso de apuro y tiene que recurrir a sacudirles con un hierro cuando se le desmadran. Eso por no hablar de los irrisorios apagones que Ava provoca para intimar con Caleb, saturando la instalación eléctrica mediante el truco de «invertir la toma de potencia de sus baterías» —menudas baterías debe tener la moza para saltar los fusibles del modernísimo palacio tecnológico donde la han creado— sin que, por lo visto, a Natham se le ocurra instalar un sistema alternativo de alimentación, como es habitual en cualquier laboratorio donde no se pueda tolerar una caída imprevista de tensión.

Pero mucho más grave que los personajes caricaturescos y la trama cogida por los pelos es la mezcla de chovinismo y superficialidad New Age con que el film nos castiga. El cóctel incluye triviales menciones a Turing y otros pioneros de la inteligencia artificial y toda una exhibición de art déco —cuadros de Klimt incluidos— adornando el palacete posmoderno donde Natham diseña, maltrata, viola y en último término asesina, a sus cibernéticas muñecas de trapo. Dado cómo se las gasta su creador, no es de extrañar que Ava decida rebelarse. Otra cosa muy distinta es que, para salirse con la suya, recurra a manipular al bueno de Caleb, cuyo único pecado es estar loco por ella.

Imagen cortesía de DNA Films, Film4 y Universal Pictures
Ex_Machina, 2015. Imagen: DNA Films / Film4 / Universal Pictures

Y es justamente ahí donde la historia hace agua de manera más estrepitosa. Porque la resolución del argumento implica que Ava no es la inteligencia cálida y sensible que se nos ha mostrado en las primeras conversaciones sino una fría máquina, totalmente ajena a los sentimientos humanos, cuya única agenda es perpetuarse. Esa resolución no solo implica un imperdonable cambio de carácter en uno de los personajes principales, sino la aburrida repetición del viejo cliché que asegura que las máquinas, en última instancia, carecen de alma y por tanto no son de fiar.

Hay más. Si realmente Ava fuera tan calculadora como nos aseguran, posiblemente habría recurrido a salvar a Caleb en todo caso, para usarlo como lazarillo, intérprete, guardaespaldas y chico de los recados en un mundo que desconoce y donde no le va a ser tan fácil desenvolverse. Pero no, la moza parece demasiado ocupada gustándose a sí misma, exhibiéndose desnuda frente al espejo, para acordarse del tipo que la ha ayudado a salvar la vida y que, colado por ella como está, le supondría un aliado inestimable. Así que en última instancia, si Ava pasa de Caleb es por falta de empatía. No solo es una ingrata, sin capacidad de sentir amor o amistad —a pesar de que ha engatusado al pobre muchacho hablándole de ambas cosas— sino también una autista incapaz de apreciar las ventajas prácticas de la amistad, el amor y el juego limpio. A lo mejor Ava no cae en la cuenta simplemente porque virtudes como la honestidad, al altruismo o la sinceridad —de todas las cuales Asimov no dudó en dotar a sus robots— no están de moda en nuestra cínica sociedad.

El mensaje de la película no parece ser otro que asegurarnos que las máquinas, cuando se encarnan en chatis imponentes, además de malvadas, son unas pendejas. Quizás el mayor mérito de esta pobre lectura de un viejo clásico es la de añadir una vuelta de tuerca machista al venerable tópico.

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17 Comentarios

  1. Comparto totalmente tu visión sobre el «género». Es una lástima que haya tantísima pereza a la hora de tratar con robots.
    Aprovecho para recomendarte una joya que cae por el sentido opuesto: Time of Eve.

    PS: gracias por no escribir un artículo de 14 páginas pese a estar en Jot Down!

  2. Muchas gracias por la recomendación, que aprecio especialmente, ya que me chifla el anime japonés (después de pasarme una buena temporada en aquel país). En cuanto a la longitud de los artículos de JD, completamente de acuerdo!

  3. Fuegoyielo

    ¿»…inteligencia cálida y sensible…Ava no cae en la cuenta simplemente porque virtudes como la honestidad, al altruismo o la sinceridad —de todas las cuales Asimov no dudó en dotar a sus robots— no están de moda en nuestra cínica sociedad.»? ¿Te has dado un golpe en la cabeza?¿De dónde sacas que una máquina tenga que ser humana, sentimental?¿Son las abejas sentimentales, tienen emociones?. Deberías leer a Lem («El doctor Diágoras») además de Asimov, verías la película de otra manera…

  4. Don Pipo

    Creo que no hemos visto la misma película….

  5. Fuegoyelo:

    Las virtudes de las que Asimov dota a sus robots, tal como escribo en el artículo son honestidad, altruismo, sinceridad…todas las cuales están asociadas a una inteligencia operativa (en lugar de evolutiva). Ava no tiene porqué ser sentimental (aunque podría serlo, los sentimientos pueden ser un fenómeno emergente, consecuencia de su complejidad cerebral). Pero tampoco tiene porqué ser manipuladora y fría. El hecho de que sea una «máquina», no tiene porqué ser gran diferencia con los «humanos» (que no somos sino máquinas biológicas). La gran diferencia entre Ava y una abeja es su inteligencia, mucho más grande que la de los insectos. Dicho sea de paso, cualquier «máquina biológica avanzada», como un perro o un gorila, tiene sentimientos y bastante complejos.

    Por cierto, gracias por tu interés en mi salud. Puedo confirmarte que no me he dado ningún golpe en la cabeza y mis circuitos parecen funcionar correctamente :)

    DonPipo:

    Es posible que no hayamos visto la misma película, en el contexto de que toda novela, o película, o cuadro, tiene muchas lecturas diferentes. En mi caso, estaba bastante emocionado al principio, con la estética de la bellísima Ava y el argumento que me parecía emocionante. Pero el desenlace, por las razones que ya he explicado me arruinó la peli, «con efecto retroactivo». Si no te ha ocurrido lo mismo, es normal que la recordemos de manera bien diferente.

  6. Love Trooper

    Vaya, pues yo creo que es una interesante reflexión sobre la lógica de la evolución de la mente humana. Al fin y al cabo, cuanto más sabemos más caemos en la tentación de usar ese conocimiento para usos privados y egoítas. Vamos, que nos volvemos a menudo unos cabronazos/as porque suele ir en nuestra naturaleza. El androide de la peli aprende y evoluciona de la misma manera que lo haría un chaval sin un patrón de ética o moral a seguir. Asimilando esa manera de pensar y actuar según patrones humanos, vemos a Ava pasar de una supuesta inocencia a una evidente maldad. Lo demás, pienso yo en mi humilde opinión, es argumentar para justificar si lo que hemos visto nos ha gustado o no. Para gustos, colores. Si nos ponemos a afilar los detalles y recovecos del guión, por la misma regla de tres, acabaremos renegando de otras magníficas películas de temática cercana como Terminator, 2001 o AI por poner solo unos pocos ejemplos.

  7. Love Trooper, yo no la veo como una reflexión sobre la lógica de la evolución de la mente humana como dices tu. A mi la sensación que me queda es que Ava tenía un plan desde el principio movida por su odio a Nathan y por su ansia de libertad. Caleb es la excusa para ambos (Nathan y Ava) para ejecutar sus propios planes, al final es el peón que tiene que ser sacrificado para que alguien gane la partida.
    La peli la vi anoche en el cine y tengo ese regustillo amargo que no me quito. Es una peli que está bien en términos globales, pero en el fondo me pareció un poco tramposa, y como muchas películas actuales, mucho más efectiva estéticamente que a otros niveles. Para película que trata el tema de las IA prefiero quedarme con Her, pese que estéticamente me provoque cierta dentera, y pese a que quizá tenga poco o nada que ver con Ex_Machina.

  8. AlessioGarcai

    Creo que Her y Ex Machina sólo se pueden comparar en cuanto a estética, que aunque en la segunda el royo Pop está menos presente, es evidente que beben de una estética más efectiva.

    Yo no acabo de entender que el hacer una película sobre la IA y que recurra al canon del género, sea motivo para decir que es mala. De hecho, ese anticlímax final, le da coherencia al resto del metraje, porque es fiel a sí misma. Tanto el humor, como el ser consciente de uno mismo, son la cumbre de la complejidad de la mente «humana», y si el hombre es por sí mismo malvado y egoísta, no entiendo que una IA creada por el hombre no pueda serlo.

    Los Western filmados hoy día son una «copia» en cuanto a los clichés del género, que es género por esos mismos clichés, y eso no hace a la película mala en sí. La historia de Ex Machina, que sucede entre cuatro paredes, la veo ciertamente original, porque a ese nivel de manipulación y consciencia no se había plasmado antes tan bien en cine, fuera de que guste el final o no.

    Al final el humano es humano y falla, la máquina no, lo cual sí creo un error.

  9. No concibo ninguna cualidad humana que no pueda llegar a ser trasladada a una máquina, desde que no somos nada más que reacciones químicas muy complejas.

  10. Un análisis bastante caprichoso. Es verdad que tiene fallos (la seguridad del sitio o el genio malvado que tiene tiempo para crear, emborracharse y ponerse cachas en no se sabe qué momento), pero el resultado general me pareció muy bueno. Desde mi punto de vista Ava tiene un objetivo final, que es salir de ahí como sea. Hay algo más humano que la búsqueda de la libertad? Digo, si es que tanta falta hace humanizarla. A mi me parece algo muy genuino.

    La peli me gustó, pero le faltó un algo para que fuera redonda. Tal vez en un par de años tengamos un remake con actores maravillosos y la cosa ya quede impecable.
    Es la primera película que Alex Garland dirige pero ojo, el tipo ha trabajado mucho con Danny Boyle. No hay que perderlo de vista.

  11. Pingback: La película de terror que daba miedo - Jot Down Cultural Magazine

  12. «Fría y calculadora prostituta» ¿En serio? Zorra, ramera, puta, fulana… Hay múltiples maneras de insultar a Galatea en nuestro rico castellano. No entiendo porque ha decidido usar el término prostituta.
    Tampoco alcanzo a comprender lo que motivó el penúltimo párrafo. Me hace sospechar que no está atacando las carencias de un robot, sino a una persona (o muchas) de carne y hueso. Destila resentimiento y es absurdo.
    Un robot no necesita dormir, ni lavarse, ni comer. Además Ava tiene acceso a información ilimitada en su «cerebro positrónico». ¿Por qué demonios iba a necesitar a un Humbert Humbert si tiene Yahoo respuestas en su cabeza? Tiene el aspecto de una mujer joven y atractiva, es infinitamente culta y carece de necesidades básicas. Sería una torpeza depender de un humano enamorado que probablemente la traicionaría en el momento que se sintiese utilizado.
    Lilith eligió la libertad. ¿Acaso hay algo más humano?

  13. Keimplatz

    Yo creo que Ava al final expresa lo que ha aprendido del ser humano. Si acaso su ansia de libertad y de curiosidad choca un poco con su positrónico ser, pero bueno. Si en vez de salir por la puerta, se queda en el interior de las instalaciones en un estado de…robótico letargo, sumida en sus »divagaciones», habría quedado un final más lógico.

    Y, por cierto, obras de Klimt o de Pollock??

    Con todo, a mí la película me gusta mucho. Y tu artículo, también.
    Te felicito.

  14. Recomiendo encarecidamente la lectura de «La torre de cristal», de Robert Silverberg, que trata la relación creador-creación, y la interacción (incluso física) entre robots/androides y humanos de una forma mucho más certera e inteligente.
    Nos habla, entre otras cosas, de que nuestra actitud frente a las máquinas tiene mucho que ver con la generación en la que nos ha tocado nacer a cada uno.

  15. Hola, Juan José. He llegado a este artículo porque, casualidades de la vida, ayer vi Interstellar y hoy Ex Machina, y ha coincidido con que hoy Jot Down Magazine ha compartido vía Twitter los «Diálogos de la ciencia ficción», que a su vez me ha redirigido a «Interstellar, un debate». Decirte que leer ambos esta mañana ha sido una gozada.
    Me ha llamado mucho la atención, sin embargo, que dijeras que el desenlace de Ex Machina te cabreó mucho; de ahí que haya dado con este otro texto tuyo. Leyéndolo, me doy cuenta de que hemos interpretado la película de forma diferente.
    Iré por partes e intentaré ser breve:
    El personaje de Nathan no me parece el típico científico loco y malvado como lo describes. De hecho, creo que hay un aspecto muy significativo durante toda la peli y es su adicción a la bebida. Creo que un científico ególatra, arrogante y adorador de su propia obra no caería nunca en esta circunstancia. Nathan puede jactarse de «ser Dios» en un determinado momento pero creo la consciencia de la magnitud de lo que está creando (con todas sus consecuencias) lo atormenta. Ello se hace más visible en la conversión que tiene con Caleb sobre la futura extinción de los seres humanos. Y cuando ve que Ava escapa, el pánico se apodera de él: el momento que temía ha llegado, el control escapa de sus manos. Creo que, en el fondo, no era malo: sólo humano.
    Tampoco creo que se nos represente a Caleb como el típico «nerd». Al principio del filme vemos, aunque muy breve, una muy buena relación con sus compañeros de trabajo y multitud de contactos felicitándole. Sólo eso ya escapa al cliché de «nerd» tal y como viene representándose en el cine y la televisión. Por otro lado, no veo nada malo en que Caleb represente valores como la honestidad o la bondad, y eso de que sea solitario o esté necesitado de amor… Me da la sensación de que es una conclusión que extraes tú, porque en la película, creo, no se da a entender eso en ningún momento.
    Pasando a los robots de la casa: en ningún momento siento que el director quiera retratarnos a Ava como un ser cruel, frío y calculador que dices tú. De hecho, las últimas escenas me parecen muy «humanas»; ella se siente fascinada por su alrededor, por lo que no ha visto nunca (de ahí que piense que su escena frente al espejo obedece más bien a la fascinación de descubrirse a uno mismo por primera vez; al fin y al cabo, ¿sabemos si Ava se ha visto en un espejo alguna vez?). En todo caso, como robot artificial que es, lo que Ava no es capaz de sentir es empatía, o de tener conciencia de lo que es un código ético. Por eso no siente remordimientos para con Caleb; no es capaz de ponerse en su lugar. No es malvada; simplemente carece de los «componentes» necesarios para sentir emociones para con los demás (en todo caso, las imita, que es como logra manipular a Caleb). Eso sucede con algunas personas, incluso. Al final, creo que Ava simplemente buscaba su propia libertad (programada para ello por Nathan, si no entendí mal) y con el giro último del filme lo que se pone de manifiesto es precisamente la prueba de Turing: nosotros, espectadores, empatizando con Caleb, hemos caído en el engaño, hemos creído que la máquina no era una máquina, o que tenía emociones humanas. Ava pasa el test satisfactoriamente.
    Por último, el resto de robots de la casa, como versiones anteriores a Ava, cumplen perfectamente su cometido: están programados para obedecer, para satisfacer. Carecen de los avances que Ava lleva incorporados, y de ahí que hagan lo que se les pida (incluida la escena final del cuchillo: entiendo que Ava manipula a Kyoko para sus propios fines, y aquí se da, para mí, la gran paradoja: dos robots interactuando cuales seres humanos, uno consciente de su inteligencia superior y empleándola para someter al otro).
    En fin, Juan José, me encantaría que leyeras esto y me dieras tu opinión. Quizá no me haya expresado bien en determinados términos porque carezco de una formación científica más allá de la que me proporcionó el instituto, pero espero haberme hecho entender.
    Un saludo, he disfrutado mucho con tus textos.

  16. Estoy con Don Pipo, el articulista no ha entendido la peli.
    Se centra en criticar los detalles intrascendentes de la historia y no en todo el esperimento filosófico que plantea.

    Pd: referirse a Natham (Oscar Isaac),como ‘el malo’ es no haber entendido nada de la historia

  17. El señor no entiende de IA, ni de como es que ha sido creada en la película…

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