La historia del rock, digamos, oficial, tiene que ver con la calidad de la música, con el aquí y ahora, la innovación y el lugar donde la llevas a cabo —no es lo mismo Smash en la Sevilla de la España de Franco que los Byrds en la California de los sesenta—, pero también con el marketing.
Por ejemplo, Kiss. Gran grupo, muy festivo. Divertido, canciones redondas. Pero ya. Y sin embargo, su nombre es una marca. Tiene un significado. A saber, me gusta la fiesta, el hedonismo, la música directa, sin intimismos ni moñerias. Podrían haberse quedado en el recuerdo de los setenta, junto a grupos a los que no son superiores, como por ejemplo Slade o Foghat. Pero la marca trascendió. Se han vendido camisetas de Kiss en Zara. No hay más que hablar.
Y comparémoslo con Patto. Ollie Halsall y Mike Patto alcanzaron cotas equiparables a Led Zeppelin pero son muy poco recordados. Como que Ollie murió en España de una sobredosis de heroína el mismo año en que había trabajado de músico de sesión de Hombres G, grabando el solo de «Encima de ti» de Historia del bikini, en 1992. Sin embargo, Gene Simmons por ahí anda trasladándose en limusina de una mansión con la piscina llena de tías en bolas a otra, y luego a otra. Y al día siguiente, por la mañana temprano, a otra. Mientras que a Ollie, que era un verdadero genio, cuentan en los mentideros de la capital, se le pudo ver tocando en el metro para financiarse la adicción en los días malos.
¿Es eso justo? Pues no, pero así es el marketing. Unos terminan en Zara y otros en el catálogo de reediciones de sellos como Get Back o la por desgracia desaparecida Akarma (por cierto, amigos de «Busco en la basura algo mejor», me tomé la molestia de volcar en Spotify el catálogo de esta última), como el grupo del que hablaremos hoy: Pluto. Ahí va su único disco. Editado por Dawn en 1971.
Paul Gardner, su guitarrista, empezó a trabajar en el negocio como músico de sesión para Olga Records. Estuvo con Heb Stars, el grupo R&B de Benny Andersson, a la postre barbudo de ABBA. Y fueron dirigidos por el manager Phil Carson, que dejó la discográfica para cruzar el charco e irse a Atlantic, donde fichó a Led Zeppelin y AC/DC. Casi nada.
Más adelante, Gardner se cruzó con otro personaje crucial, esta vez más que un tipo audaz, un genio. En la segunda mitad de los sesenta, en Gran Bretaña hubo un productor que estaba revolucionando la música con innovaciones en el estudio de grabación de forma similar a Phil Spector en Estados Unidos. Se llamaba Joe Meek. Artífice del célebre «Telstar» de los Tornados, con él trabajó Ritchie Blackmore antes de formar Deep Purple, Rod Stewart antes de los Faces o Jimmy Page antes de Led Zeppelin. A principios de 1967, Meek le echó el ojo a un power-trio que estaba cobrando celebridad en la escena londinense, los Jack´s Union, el grupo de Paul Gardner. Según cuentan las crónicas, eran una auténtica locura cuyos conciertos terminaban con final en alto típico de los tiempos, un «Purple Haze» de Jimi Hendrix ido de madre con la performance de la decapitación de un maniquí y su posterior desmembramiento.
Empezaron a grabar con Meek, que también fue famoso por pasar de los Beatles y de Bowie cuando podría haber sido su descubridor, y la cosa prometía. Pero sucedió la tragedia. Meek, gran admirador de Buddy Holly, se suicidó un 3 de febrero, aniversario de la muerte de su ídolo, llevándose por delante antes, eso sí, a la casera de su casa, a la que metió un tiro por la espalda. A los Jack´s Union se les truncó la carrera. En el libreto del CD de la reedición del disco de Pluto explican que ya no fueron capaces de convertir toda su energía y desparrame en directo en un sonido comercial que se tradujera en dividendos. Se separaron.
Gardner después dejó un single grabado con los Dry Ice británicos —hubo otros americanos en las mismas fechas— de dos canciones compuestas por él, «Running to the convent» y «Nowhere to go» Un plástico que les sirvió para ser teloneros de los Taste de Rory Gallagher en el Star Club de Hamburgo. Telonear a Dios, no está mal. Para más adelante trabajar con el manager Doug Smith y sus grupos de la escena de Notting Hill, o como roadie, o tocando algún instrumento si fuese preciso. Una ocupación que no era como ser funcionario de correos en Suiza. En pocos lugares del mundo se consumió más droga que en Notting Hill en aquellos años. Los grupos con los que alternó fueron los grandiosos Hawkwind, Skin Alley, High Tide, Cochise (el grupo de Mick Grabham de Procol Harum, donde hicieron cameos Steve Marriott de Small Faces y Humble Pie y Nigel Olsson, el bataca de Elton John) y los folkies Trees. En el barrio coincidía cada noche con John Peel, Bowie, los Pink Fairies… Douglas luego fue manager de excelentes grupos de heavy metal, como Tank o Girlschool, y por supuesto Motörhead, cuyo líder, Lemmy Kilmister, hasta hace muy poco iba por ahí metiéndose speed cogiéndolo de un bolsón con un machete. O lo mismo todavía sigue. Pero lo importante: Gardner, criado y madurado en este ambiente, sentenciamos que tenía pedigrí.
A la otra guitarra de Pluto estaba Alan Warner, con el culo pelado de tocar R&B en bares de Londres y bases americanas en Inglaterra. La nota más destacada de su currículum para los paladares exigentes era que había militado en los Black Eagles, el grupo de un mulato de nombre Phil Lynnot que luego se llamarían Thin Lizzy. Pero no grabó nada hasta entrar en el combo de soul y ska The Ramong Sound, que, después de que metieran a su cantante Raymond Morrison en la cárcel, pasaron a denominarse los Foundations. Aquí Alan lo petó, llenaron las pistas de baile y coparon las listas de éxitos.
[Sobre la búsqueda de cantante de los Foundations] «Le preguntamos a Rod Stewart si quería ser nuestro cantante después de una jam que hicimos juntos, pero dijo que no, que prefería moverse en otros estilos musicales. Otro cantante que entró en el grupo fue Arthur Brown, pero lo dejó después de un par de meses para convertirse en The God of Hellfire with The Crazy world of Arthur Brown» (Alan Warner, entrevista en Psychedelic Baby)
Cuatro discos después, llegaron los setenta y la escena del hard rock y el progresivo tenía mucho mejor pinta en Inglaterra que el soul y el pop luminosos. Además, se habían pasado cuatro años girando por todo el mundo sin parar y prácticamente sin ver ni un duro. Como tantos grupos en aquella época, todos los ingresos iban para el manager y los ejecutivos del sello. Warner, hastiado, puso un anuncio buscando un grupo de rock en el Melody Maker.
Quería novedades, tocar otros estilos de música que tuvieran más guitarra y que compusieran sus propias canciones. Todavía era joven y sentía que tenía que tocar con un grupo joven con ideas frescas (Alan Warner, ídem).
Así se unió a Gardner y a un batería, Derek Jervis, que venía de Mighty Joe Young, grupo del que saldría también el cantante de los aludidos Cochise, John Gilbert. Solo faltaba un bajista, puesto que ocupó Mick Worth, que tocaba con un bajo que había pertenecido a John Entwistle, el de los Who, y que por lo visto era un payaso en escena de tomo y lomo. Como además tenía furgoneta, podemos decir que reunía las condiciones de bajista perfecto.
Empezaron a girar por las universidades, donde había interés por la que entonces era música indie. Los sesenta habían quedado atrás y llegaban nuevos sonidos. Bases rítmicas más contundentes, desarrollos más largos en algunos casos, pero sobre todo más volumen. Los sellos independientes empezaron a marcar el camino. Casas como Island sacaron a Mountain. Immediate a los Humble Pie de Town & Country. Charisma a los alemanes Birth Control. Y detrás vinieron las grandes discográficas, que crearon sus divisiones para la música alternativa del momento. Decca inauguró Deram, donde sacaron disco a Ten Years After, Frijid Pink o Jerusalem. De Emi nació Harvest, con un catálogo que incluye gemas como Bakerloo, los australianos Spectrum y Pirana, los holandeses Brainbox del gran Jan Akkerman o Babe Ruth y nada menos que un grupo llamado a durar muchos años en lo más alto, Deep Purple. Lo mismo que Phillips, que en Vertigo lanzó maravillas que hoy son carne de reediciones para arqueólogos y coleccionistas como Affinity, los mencionados Patto, Cressida, Beggars Opera, Lucifer’s Friend y otra bomba cuya onda expansiva también iba a durar muchos años: Black Sabbath. Dos grupos, los Purple y los Sabbath, que junto a Led Zeppelin y AC/DC de Atlantic, influirían en el sonido de los grupos de hard y heavy rock de los siguientes treinta años. Y lo que te rondaré morena.
Y en esta maravillosa explosión de imaginación, Pluto encajaron perfectamente. En su caso, tras tocar todas estas puertas, ficharon por Dawn, el sello indie que sacó Pye, y que se forró con el single de Mungo Jerry «In the summertime» y apostó por progresivos como los irlandeses —mi debilidad, confieso— Fruupp, los galeses Man, no menos espectaculares, y el acojonante LP Stand and be counted del que para mí también es uno de los mejores grupos de la década, Stray.
Alan Warner tuvo suerte porque tenía contactos en Pye, ya que era el sello de los Foundations, pero también mala fortuna porque, para su desgracia, le asignaron el mismo productor, John McCleod, que era la primera vez que trabajaba con ese nuevo sonido, el del «rock duro». Venía del pop y Pluto suponía para él un paso adelante, reciclarse, ponerse al día. Dice J. E. Barnes, biógrafo del grupo en su reedición de los años ochenta, que hubo muchos choques «culturales» con él en la grabación del disco, pero que al final salió un buen producto. Alan recuerda sin embargo que no les dieron la libertad que tenían otros grupos por aquel entonces, cosa que no se sabe si, a estas alturas, se puede juzgar como mala idea o como buena. El primer prensaje vendió doce mil copias. Del disco se cayó, eso sí, todo lo registrado que sonase al ayer, como «Rag a bone», una composición de Gardner que editaron en single aparte del disco homónimo.
El plástico vendió muy bien para no haber gozado prácticamente de promoción por parte de Pye. Disney les amenazó con llevarles a los tribunales si no pagaban una cantidad desopilante por llevar en la portada del disco un dibujo de Pluto, ahora sí, el perro. Con todo el merchandising y hojas promocionales diseñadas con reproducciones del Pluto de Disney, cambiaron en un giro de 180º a Plutón, el planeta. Dijo Alan que de eso sí que nadie iba a pedir los derechos —pobres griegos, así les va—. Pluto, de todas formas, se convirtió en un grupo fetiche en su país, con un número modesto de fans pero muy entregados. Ahora se dice «grupo de culto».
De los grupos que cita J. E. Barnes como grandes parecidos con Pluto, la idea de una mezcla de Black Sabbath y Bad Company no va desencaminada, más por los segundos que por los de Ozzy e Iommi. «Down And Out» la podría tocar perfectamente el grupo de Paul Rodgers. Del mismo modo que lo tenía todo para haber sido un hit en toda regla, incluido el cencerro. El material encendía a las audiencias, a los chavales, entregados en Inglaterra a ese género que luego empezaría a llamarse metal. Una escena que con los años se tornaría demencial. De gira, las anécdotas, no les iban a la zaga.
Íbamos de camino a un concierto por la noche, cuando empezó a caer la niebla. Cada vez más. Mick Worth, nuestro bajista, estaba conduciendo y alguien le ofreció un porro. Pensábamos que lo rechazaría porque no era fumador, pero lo cogió y le dio unas caladas. Entonces pasó un rato y le dio el subidón. De pronto, decidió que tenía que salir de la furgoneta. Lo hizo y empezó a caminar por la carretera delante de nosotros hasta que desapareció. Por supuesto, todos estábamos pedo y nos reímos un montón, nos hizo mucha gracia que Mick había desparecido en la niebla. Unos minutos después, uno de nosotros cogió el volante y arrancó para buscarlo. Pensábamos que lo veríamos por ahí enseguida, pero no. Pasaba el tiempo y no había ningún contacto. Nos empezamos a preocupar y vimos que lo mejor era ir a alguna parte donde llamar a la policía. Fuimos donde estaba el promotor, nada contento por el retraso, y nos dijo que llamáramos rápidamente a la policía, para que al menos el público viera que habíamos hecho algún esfuerzo antes de suspender el show. Lo que tenía sentido, especialmente si les contábamos el verdadero motivo por el cual nos faltaba un bajista. Después de buscar desesperados por todas partes, cuando subimos al escenario hundidos para disculparnos, de repente, Mick estaba ahí. Con todo el equipo listo y enchufado, como si nada hubiera pasado. Creo que dimos el mejor concierto de toda nuestra vida. El público enloqueció, pidiéndonos a gritos que tocáramos más cuando acabamos. Le preguntamos después a Mick que dónde había estado, qué había pasado, y solo contestó: pues no lo sé. (Alan, ídem)
En 1972 llegó un cantante, John Gilbert, que regresaba de Cosiche, y un segundo single con «I really want it» y «Something that you loved». Dos canciones maravillosas, pero Gilbert volvió a abandonar el grupo y, cuando Pluto se disponía a presentar en directo su nuevo material que no paraba de sonar en la radio, llegó el punto de inflexión. Hacia abajo. Les hundió la huelga de los mineros de 1972. Aquella movilización de los trabajadores fue tan dura que el Gobierno tuvo que imponer la Three-Day Week, restricciones de electricidad en todo el país. Los Pluto en la carretera iban llegando a cada escala de su gira para encontrarse con que el concierto había sido cancelado por los cortes de luz. El grupo, desmoralizado por la falta de panoja, se disolvió.
Gardner siguió con el bajista Worth durante una temporada, llegaron a ser teloneros de Hawkwind, con una propuesta de sintetizadores y guitarras, pero al final Paul volvió a su trabajo de toda la vida en una imprenta. Su referencia más destacada durante ese periodo es que logró venderle una canción a Status Quo. Worth, por su parte, volvió a la venta de coches de segunda mano. Jervis, que murió en 2012, regresó a su pueblo, Warrington, y siguió tocando con los grupos locales. Y Warner siguió vinculado al negocio de la música, pero desde un segundo plano, como profesor, productor y escritor de manuales de guitarra.
La fiebre por el grupo volvió a finales de los ochenta a la misma escala en que la dejaron, esto es, muy limitada. Pero el creciente interés por todos los grupos oscuros de hard rock y progresivo que se encontraban, y siguen estando, ocultos bajo la sombra de los grandes clásicos, les volvió a poner en el mapa, aunque fuese el de los coleccionistas. Yo me lo he encontrado haciendo una limpieza en casa y escuchándolo me resulta extraño, aunque no lo sea en este género y con los grupos olvidados de esta época, cómo un disco del que no sobra absolutamente nada no haya tenido más predicamento. Yo qué sé, en forma de versiones, por ejemplo, como hizo Metallica con el «Breadfan» de Budgie. Pero bueno, así es más exclusivo y especial el caramelo del único trabajo de Pluto, un disco perfecto.
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No te resbales. Motörhead y Girlschool hacen rock & roll y no puto heavy, de hecho Lemmy lo repite en todos sus conciertos.
Eso es lo único que se te ocurre comentar, además de esa forma tan sobrada, ante semejante artículo trabajado y bien documentado? puntualizar que Motörhead hacen rock en lugar de heavy? Pretendiendo dejar en evidencia al autor eres tú quien resulta patético.
Tienes razon, Motorhead no hace puto heavy, mas bien una especie de rock and roll speedico con mucha mala hostia y litros y litros de burbon, pero sin los putos heavys, Lemmy y cia no se hubieran comido un moco, porque su mayor base de fans son precisamente los putos heavys, los mismos que, por ejemplo, sostuvieron durante mas de una decada a AC/DC, que durante años fueron ignorados por los mismos snobs que ahoran les chupan la polla como leyendas del rock. Ninguno de los dos tocan puto heavy, pero los dos saben quienes son los que les han apoyado y les han mantenido durante tantos años.
Oye. Me ha gustado tu respuesta y la suscribo. Yo soy un puto heavy (aunque ya calvo) y curiosamente mis grupos preferidos son Motörhead y Los Ramones. ¿Será que soy un punk-rocker y no me he enterado?. Quitando las ironías, no entiendo el comentario de Roberto en todo el denso artículo. Al que le gusta Motörhead, ya sabe que ellos hacen R&R y no heavy metal, pero eso no es raro. Hablamos de un grupo y un lider (Lemmy) que es previo al movimiento heavy y como dice Lemmy en un documental él conoció el mundo de la música antes del rock and roll (o algo así).
¿Y cual es el propósito de esta tamaña sobrada?
Con todo el cariño del mundo hacia el autor, debo decir que los que no somos tan eruditos como él vamos a tener dificultades para seguir el artículo.
Después de leer más de 30 nombres propios o de bandas en 4 párrafos ya no sé quién es quién, quién soy yo, si soy el bajista que grabó en el 73 con los Mancker Rancker o si estos compusieron la banda sonora de la peli en la que salen los Transianmian Wrecks o qué cojones.
Volveré otro día con lapiz y papel para hacerme un esquema
Totalmente de acuerdo. Es mas, yo dejé de leer el articulo por la desproporcionada cantidad de nombres, datos. Me aburrió. Suele ser algo habitual en muchos articulos de Jot Down (por otra parte lo mejor que se publica en España, variado, ameno. Al menos que yo conozca), los articulos son demasiado extensos, al igual que las entrevistas. «Lo breve si breve o si bueno»…como sea el refrán. Me parece que hay un exceso de» fijate que bien exribo, como controlo, me he documentado y ahora me exhibo». Muy bien, pero resumelo, por favor (esto no va, en concreto, por este articulo…generalizo). Vaya, yo tambien me he extendido en exceso.I,m sorry.
Yo creo que este tipo de artículos son más que nada para quien de verdad estén interesados en el tema que tratan, y no tanto para un público general. En el magazine ha de haber de todo y para todos. A mí personalmente, si bien no soy capaz de pillar todos los puntos del artículo, este me sirve para culturizarme al buscar información sobre los datos que ignoro. Una vez te enteras de quiénes eran cada uno de los tipos que se mencionan comprendes la totalidad del artículo y resulta ameno.
Pero es eso: hay que cogerlo con tiempo y ganas.
No lo sintáis porque posiblemente el autor sea consciente de ello y su intención no sea otra.
¡Gran artículo! No conocía a la banda, gracias por el descubrimiento. Genial anécdota la del bajista que decide fumar de camino al concierto… y ni sabe cómo llegó allí. La historia de la música está llena de grupos que se quedaron en la segunda y tercera línea, por meras casualidades, pero que han jugado su papel en las escenas en las que se encontraron. Un saludo.
Muy buen articulo… a mi el exceso de nombres, que algunos tanto les molesta, me biene de perlas para apuntar nombres y descubrir buena mierda sonora :D
Saludos!
muy buen articulo, que me recordado a una muy buena banda danesa que tambien se las tuvo que ver con Disney y les jodieron bien la vida hasta casi desaparecer,ellos se hacen llamar Disneyland After Dark, casi vetados en internet por lo mismo, usan las siglas pero aun asi tienen mogollon de problemas y para mi D:A:D:(si,con dos puntos) son de lo mejor de Dinamarca, con CD’s como Helpyourselfish lo demuestran.os animo a conocerlos a todos los amantes del buen R&R en general
Saludos y a seguir.
HORNS UP!!!
Hola. ¡Gracias! Tengo un LP en vinilo de esta gente desde hace años (Riskin’ it all) y no sabía que eran daneses. Pensaba que eran de EEUU
Como se me jodió hace años el plato, sinceramente ya ni me acuerdo como suenan. Pero es una excusa para buscarlos por la red
Saludos
Adoro su LP «No Fuel Left for the Pilgrims». Y «Sleeping My Day Away» de toda la vida de dios es un megahit. No sabía que tenían problemas por eso. Gracias a ti y a todos por los comentarios.
No me sobran los nombres. Para artículos en los que casi no sale ni el nombre del entrevistado ya esta lleno el quiosco. Hay gente que echamos de menos artículos un poco largos, con chicha.
Que una lista de nombres nos parezca corta o larga dependerá del interés que tengamos en ella. Apuesto a que más de uno puede recordar sin problemas la clasificación del Mundial de Automovilismo del pasado año o quién marcó el segundo gol en cierto partido de fútbol en concreto…
Excelente artículo. Muy bien documentado, y escrito de forma amena. A alguno les habrá parecido demasiado prolijo en nombres, no es mi caso, me encanta el Rock de los 70 en casi todas sus variantes y siempre está bien encontrar cosas nuevas, está muy bien escuchar al Jeff Beck Group, a Zeppelin o a Yes pero en esta década hubo un montón de gente q como dice el autor a pesar de no haber trascendido tanto tuvo calidad para lograrlo.
Por ejemplo me has dejado fuera de juego con Stray: conocía a Stray Dog pero no a Stray, y ha valido la pena,..y Pluto, bueno, la verdad es que aunque desde hace mucho tengo el disco no lo había escuchado, había quedado sepultado en alguna parte de mi disco duro esperando su momento.. Y su momento ha llegado, un buen disco sin duda..
Eso sí me sigo quedando con Buffalo si nos vamos a grupos outsiders del hard 70 .. tienen un rollito Black Sabbath q me pone más o Dust, otro grupo q se mereció algo más, y de gente algo más conocida Montrose o Budgie aunque ahí ya entramos en gustos..
En cuanto a lo de Kiss no puedo estar más en desacuerdo, para mi están muy por encima de Foghat (a bote pronto solo recuerdo los riffs de «Fool for the City» o «slow Ride») , no tanto de Slade q tienen más pelotazos…
Y en lo referente a Patto yo no los pondría a jugar en la misma liga q Zeppelin (no por calidad, q la tenían sino por su orientacion mucho mas prog), son más bien de la liga de Man, Mogul Thrash o si me apuras de Yes o Gentle Giant
Salud
Gracias a todos por los comentarios.
Fat_fredy,
El otro día estuve escuchando Buffalo post-Volcanic Rock y me quedé alucinado con las portadas de los discos. Un pelín machistas XD
Admito que con lo de Kiss y Foghat he forzado la comparación, pero a estas alturas de la vida me gusta más el final de la CARA A de Stone Blue por ejemplo que los discos de Kiss. Slade es otra liga, ‘Old New Borrowed and Blue’ y ‘Slade in Flame’ para mí son discos TOP de la década.
También llevas razón en lo de Patto.
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