Cuando acabamos de pasar el día de Reyes, la NBA 2014-15 está trayendo regalos pero también carbón para los aficionados españoles que siguen las andanzas de sus compatriotas en aquella competición. Un par de muestras de carbón: hemos visto a Ricky Rubio debatiéndose contra las lesiones o al eternamente infravalorado Calderón esforzándose, aunque pasándolas canutas, en la horrenda temporada de los Knicks. Sin embargo, incluso estas malas nuevas encuentran consuelo gracias a la impresionante temporada que, por separado, están protagonizando los hermanos Pau y Marc Gasol. El hermano mayor está desempeñándose con una cegadora brillantez durante lo que algunos auguraban como el ocaso de su carrera —ese ocaso, por el momento, tendrá que esperar— y el menor está culminando un ascenso que para muchos aficionados estadounidenses se había producido bajo el radar, pero que ahora empieza ya a escribirse con la tinta gruesa de los titulares.
No es que las cualidades de uno y otro sorprendan a nadie, eso está claro. Pau ya entró en la NBA con buen pie cuando jugando en los modestos Memphis Grizzlies fue nombrado mejor debutante en aquel año 2002 que ahora se antoja tan lejano. En Memphis dio bastante que hablar y hoy se lo considera uno de los más grandes jugadores en la historia de la franquicia, aunque visto con perspectiva, las casi siete temporadas de Pau Gasol en aquel equipo sin opciones fueron demasiadas. Por descontado la cúspide de su carrera llegó tras su traspaso a los Lakers. En Los Ángeles tuvo un papel clave ayudando a resucitar al equipo de Kobe Bryant —equipo que no había sido el mismo equipo desde la salida de Shaquille O’Neal—, devolviéndolo al vagón de los ganadores y estableciendo una dinastía breve pero intensa con la que alcanzó tres finales consecutivas y ganó dos títulos. Después de aquello Pau Gasol se había establecido definitivamente en la élite y no en vano está considerado como uno de los mejores jugadores extranjeros que jamás hayan pasado por la competición.
Pero esto no lo salvó de terminar sintiéndose incómodo en Los Ángeles. En el entorno de los Lakers su figura nunca pareció generar un total consenso, especialmente para una parte de los aficionados. Poco importaba que el legendario entrenador Phil Jackson, probablemente el mejor conocedor de las cualidades de Pau Gasol y con el que ganó sus títulos, continuara elogiándolo incluso en la distancia. Kobe Bryant, que por decirlo de manera suave siempre ha sido un jugador más bien centrado en sí mismo, también respaldó públicamente a Pau y su papel en el equipo: «Él es la clave de todo». En la prensa ha habido de todo, pero era habitual la opinión de que Pau Gasol tenía quizá el más completo conjunto de talentos entre los hombres altos de la liga: pase, finura, trato de balón, instinto ofensivo e inteligencia táctica. En todo caso se señalaba su edad como un factor en contra.
Ese perfil de jugador virtuoso a la europea no encajaba con la imagen que esos aficionados tenían de lo que debe ser un pívot o ala-pívot de la NBA. Alejado del prototipo de gigante musculoso que ejerce como muro, todos podemos recordar cómo algunos se empeñaban en apodarlo Pau Gasoft (juego de palabras para llamarle algo así como Pau «el Blando») tras algún que otro partido clave donde no rindió en defensa como se esperaba, olvidando aquellos partidos también clave donde Pau fue determinante para su equipo. Con la marcha de Phil Jackson y la llegada de nuevos técnicos que no supieron o no quisieron entender el papel que Pau debía jugar en el equipo —particularmente sangrante era la falta de entendimiento con el entrenador Mike D’Antoni— se disparaban los rumores de traspaso.
Con Pau Gasol todavía en sus filas el equipo californiano cayó desde lo más alto —pelear por tres finales— hasta arrastrar la moral de su exuberante afición durante dos de las peores temporadas en varios años. Muchos dieron por hecho que el equipo necesitaba una renovación, lo cual era sin duda cierto. También algunos dieron por hecho que el español, de camino a los treinta y cuatro años, era una de las piezas desgastadas en la maquinaria. Cansado de la situación, Pau decidió finalmente que era hora de salir de Los Ángeles. Fichó por los Chicago Bulls. La elección del equipo despertó bastantes interrogantes, especialmente porque Pau desestimaba ofertas salariales más abultadas y para fichar por los Bulls —ya conocemos las políticas de salarios de la NBA— tenía que rebajar ostensiblemente su caché. En la prensa deportiva estadounidense se lanzaron hipótesis de todo tipo para explicar su decisión. Allí se conoce a Pau Gasol por su refinamiento intelectual, considerablemente más elevado que la media de los jugadores de la NBA, y algunos opinaron que había elegido vivir en una ciudad con amplia oferta cultural para vivir allí su retiro dorado, pese a los crudos y nada mediterráneos invierno de Illinois (la prensa no dejó de notar que en la soleada California, Gasol había estado como en casa). Pero otros, los más perspicaces, apostaban por la idea de que Pau sencillamente buscaba un equipo donde lo dejasen ser él mismo, volver jugar a lo que él sabe jugar. Esta última idea era efectivamente la clave. Pau, por descontado, hablaba sinceramente de los atractivos de la ciudad y de la admiración que mientras crecía en España sintió por los Bulls de Michael Jordan. Pero, ¿lo importante? Supo que los Bulls le ofrecían un papel clave en su proyecto deportivo y que el entrenador Tom Thibodeau respetaría sus cualidades como jugador, cosa que no había estado sucediendo en los Lakers desde la marcha de Phil Jackson.
Dicho y hecho. Incluso con la estrella del equipo Derrick Rose emergiendo desde una temporada de lesiones, Gasol habló con ambición desde el momento mismo de pisar el estado de Illinois y ni siquiera su modesto carácter le impidió hablar de meterse en la pelea por el título. Estaba decidido a erigirse como líder y demostrar que iba a poner toda la carne en el asador para que sus palabras no terminasen sonando a optimismo populista de manual. Con la camiseta roja de los Bulls, Pau Gasol ha empezado a sumar actuaciones estelares que en Los Ángeles llevaban dos temporadas sin ver. Actuaciones que han llevado a Chicago al tercer puesto en la clasificación de la Conferencia Oeste de la NBA. Mientras escribo estas líneas, Chicago lleva veinticuatro victorias por diez derrotas. Pau Gasol está promediando dieciocho puntos, once rebotes, dos tapones y casi tres asistencias por partido. Dicho de otro modo: está jugando prácticamente al nivel de sus mejores y más recordadas temporadas en los Lakers y los Memphis Grizzlies. El último partido que ha disputado —para cuando lean esto quizá haya jugado alguno más— ha sido una victoria frente a los Houston Rockets, en la que Pau ha contribuido nada menos que con veintisiete puntos, catorce rebotes y el inasequible intangible del liderazgo emocional. Antes, una titánica victoria en tiempo de descuento ante los Boston Celtics tras la que The Chicago Tribune hablaba de un «monstruoso Gasol»: veintinueve puntos y dieciséis rebotes. Esta ha sido la tónica de la temporada. ¿Algunos ejemplos más? Sus noches espectaculares frente a equipos como Washington (18 puntos y 9 rebotes), Nueva York (21/11), otra vez Nueva York (20/7), Brooklyn (16/16), Golden State (22/20), Dallas (29/14), Utah (23/9), Toronto (27/11), Detroit (17/15), Milwaukee (22/14). Y por descontado ese otro partido estelar aún reciente frente a su antiguo equipo, los Lakers, anotando veintitrés puntos y sumando trece rebotes.
Estos números de All Star han dejado patente que no era la edad lo que le había hecho bajar el pistón, sino su incómoda situación en los Lakers y el uso equivocado que de él hicieron los últimos técnicos de la franquicia californiana. A esto se suma otra circunstancia: si repasamos la carrera de Pau, vemos que muchas de sus grandes actuaciones tuvieron lugar en un equipo pequeño como Memphis. Y las que sucedieron en los gigantescos Lakers, lo hicieron siempre a la sombra de la inmensa popularidad de Kobe Bryant. En Chicago, sin embargo, Gasol está gozando también del escaparate de una franquicia importante pero ya no palidece en el papel de escudero de una estrella que relativice sus logros. Derrick Rose, como decimos, ha venido de recuperarse de una lesión y eso ha permitido que Pau brille por sí mismo, demostrando que es un jugador-franquicia. Así se lo están reconociendo todos, desde los compañeros de equipo hasta su entrenador, que ha resumido la labor del español en lo que lleva de temporada con un sucinto «es increíble».
Las manías de sus antiguos detractores suenan ahora irrelevantes, por no decir ridículas. En Los Ángeles, incluso ellos lo miran ahora con infinita nostalgia. La escuadra angelina continúa sumida en una profunda crisis y sus números son casi los opuestos de los de Chicago: once victorias frente a veintirés derrotas. Los Lakers están en el vagón de cola de la Conferencia Oeste y mientras Pau Gasol triunfa en Chicago, sus refuerzos, por lo general, no están funcionando. Carlos Boozer y Jordan Hill no hacen olvidar a Pau. Steve Nash, por desgracia, se ha roto y lo suyo huele ya a triste retirada por lesión. Jeremy Lin continúa a la sombra de la historia de película que él mismo protagonizó hace un tiempo en Nueva York, sin ser capaz de retomar un papel estelar ya basado únicamente en su juego. Mención aparte merece la pelea de egos entre Nick Young y Kobe Bryant. El primero, de momento, ofrece más palabrería que números y por muy espectaculares que sean algunas de sus jugadas, la prensa habla más de él por su romance con la cantante Iggy Azalea que por ser capaz de devolver a los Lakers a donde pertenecen. Y Kobe, bueno, Kobe está jugando a acumular puntos —ya ha superado la marca histórica de Jordan—, pero más que nunca lo está haciendo a costa del equipo. Sus medias de acierto (37% en tiros de dos y 29% en triples) están causando cabreo, sonrojo y perplejidad entre los aficionados angelinos, cansados de ver cómo Bryant solamente piensa en Bryant. Circulan chistes y reproches sobre la evidente indiferencia de Kobe por lo que le suceda a la escuadra mientras él tira a canasta todo lo que pilla, decidido a engordar sus números lo más posible antes de la retirada. Incluso entre sus compañeros es un tema de preocupación: no hace mucho incluso Jeremy Lin se atrevía a decir que «Kobe debería pasar más el balón».
Visto el panorama en Los Ángeles, la soberbia temporada de Pau Gasol en Chicago brilla todavía con más fuerza. Los más escépticos han terminado admitiendo que el español es más efectivo, más trabajador, más serio, más talentoso y esencialmente mejor de lo que en otros momentos estuvieron dispuestos a reconocer. En Chicago, claro, se frotan las manos: no solamente han obtenido la mejor versión posible de Pau Gasol por un precio módico, sino que entienden que el fichaje les ha dado el elemento químico que faltaba para la fórmula de un equipo ganador. Eso fue exactamente lo que Gasol había hecho para Los Ángeles en su día, porque eso es exactamente lo que Gasol es: un jugador que, cuando le dejan, mejora a sus equipos.
Cambiemos de Gasol. Marc no solamente ha ocupado el vacío competitivo y emocional que su hermano Pau dejó en los Memphis Grizzlies al marcharse, sino que ha ido creciendo hasta convertirse también en un hombre-franquicia al que incluso los medios nacionales más allá de la propia Tennessee han dejado de referirse como «el hermano de Pau Gasol». Marc empezó a cimentar este renombre cuando tras la temporada 2012-13 fue nombrado Mejor Jugador Defensivo de la NBA, un galardón que han lucido entre otros nombres como Hakeem Olajuwon, Dikembe Mutombo, Dwight Howard, Kevin Garnett o el todopoderoso Michael Jordan, por citar algunos.
Sus números ya eran buenos hasta ahora y había obtenido un importante galardón, pero ha sido en la presente temporada cuando Marc se ha liado la manta a la cabeza y se ha transformado también en una potencia ofensiva. Ha contribuido su mejora física, algo a lo que ha dedicado un considerable esfuerzo y al parecer por el insistente consejo de su hermano mayor. Pero su carácter peleador y su capacidad de liderazgo han permitido que Memphis ocupe lugares destacados en la Conferencia Oeste, con veinticinco victorias y nueve derrotas. Repentinamente, los modestos Grizzlies parecen un equipo con hechuras de aspirante y una buen parte de ello se debe a que Marc Gasol ha decidido pisar el acelerador. Que se lo digan a una de sus últimas víctimas —otra vez los pobres Lakers— ante los que sumó dieciocho puntos, diez rebotes y cinco asistencias. Como en el caso de Pau, aquí tampoco escasean los ejemplos: Miami (22 puntos y 10 rebotes), Houston (29/8), Utah (24/12), Cleveland (23/11), San Antonio (26/9), Dallas (30 puntos, 6 rebotes y 6 asistencias), Portland (26/7/9), Los Angeles Clippers (30/12), Boston Celtics (32/8) o Minnessota (32/9). Dentro de Memphis, Marc es el primer anotador, cuarto en rebotes, cuarto en asistencias y segundo en tapones. En la NBA es el 18.º mejor anotador y 18.º mejor reboteador. Además ocupa el décimo lugar en el cálculo de eficiencia, no muy alejado de LeBron James o Dwyane Wade.
Como ven, también números de All Star. Su público, en Memphis, suele vitorearlo esta temporada al grito de «MVP! MVP!», es decir, pidiendo que a Marc se lo nombre mejor jugador de la liga. Que algo así suceda es bastante improbable, ciertamente, pero da una buena muestra del impacto que su desempeño está teniendo incluso entre los espectadores de Memphis, que llevaban años viéndolo convertirse en un más que sólido jugador que ahora, además, tiene hechuras de estrella. Como decíamos, más allá de la ciudad de Memphis ese impacto no ha pasado desapercibido. Al contrario, la prensa recuerda que Marc Gasol quedará libre a final de temporada y se especula sobre cuál podría ser su futuro. Actualmente es uno de los posibles fichajes más cotizados de la liga.
En Los Ángeles se ha despertado un enorme interés hacia él. Los Lakers están tratando de asimilar el hecho de que Pau Gasol esté ejerciendo de superestrella en Chicago, pero el interés por Marc no solamente se trata del anhelo de un placebo para superar la pérdida. Marc realmente ha desarrollado una vez más el salto competitivo hacia el vagón de los ganadores, lo que acaba de conseguir con los Grizzlies. Recordemos además que el interés viene de lejos y que hace años los Lakers tenían derechos sobre Marc Gasol pero los cedieron a Memphis para poder hacerse con Pau. Ahora lo que desean es que Marc siga una vez más las huellas de su hermano y aterrice en California. El tiempo lo dirá. Hay otros candidatos: Phil Jackson, antiguo técnico de Pau en Los Ángeles y ahora presidente de los New York Knicks, también anhela hacerse con sus servicios. En realidad, prácticamente cualquier equipo con posibilidades de ficharlo tiene su nombre apuntado en la lista. Dejando a un lado los típicos condicionantes contractuales de la NBA, Marc Gasol podrá fichar por quien le dé la gana.
Los dos hermanos se han puesto de acuerdo para protagonizar una temporada espectacular. Allá por donde pisan no está creciendo la hierba. Han convertido a sus respectivos equipos en potencias. Lo cierto es que verlos en acción está siendo una delicia, y lo mejor es frotarse las manos pensando en que la temporada aún no ha terminado. Si a algunos de ustedes todavía no les había dado por seguirlos, háganlo. Mucho se ha hablado de la actuación de los españoles de la NBA y este año no a todos les ha ido lo bien que debería; ya he mencionado a dos por los que siento cierta debilidad como espectador, Calderón y Rubio. Pero la presente temporada de los dos Gasol lo está compensando porque es una de esas cosas que no vemos a menudo (y menos protagonizada por dos hermanos españoles) así que solamente queda decir: traten de ver sus partidos, ¡podrían estar haciendo historia!
Y Pau Gasol debía haber emigrado antes y arriesgar. Como dicen en
«Pau en la zona… de confort» basketandtalent.com/2012/11/29/pau-en-la-zona-de-confort/
Pau hubiera emigrado antes si los Lakers le hubiesen dejado y si los equipos que le querían hubiesen hecho una apuesta en serio o hubieran tenido un proyecto más sólido. ¿Salir de los Lakers para acabar en los peores Knicks de la historia? ¿En serio?
Me ha gustado mucho este artículo. Todo esto sobre la temporada de Pau sin tener en cuenta sus 46 puntos y 18 rebotes del otro día. Marc Gasol ha crecido muchísimo, muchas jugadas de su equipo pasan por él, no es solo tirar, marca el ritmo y pasa muy bien. Por cierto, Chicago, como muy bien sabes, está en la Conferencia Este. Un saludo ;-)
Me ha gustado el articulo aunque he echado en falta mas profundidad. Se pueden justificar las afirmaciones sobre la mejoria de ambos con explicaciones del juego mas concisas. Por otra parte Marc el primer jugador Europeo en ganar el hombre defensivo de la temporada.
Por favor, que congelen el ADN de estos muchachos porque son tremendos. Yo recuerdo especialmente a Marc cuando en 2005, jugando en el Barça, vino a Bilbao, al antiguo pabellón de La Casilla. Fui con mi padre porque era el último que Bodiroga jugaba en España y no quería que se fuese sin verlo al menos una vez. Bien, pues Marc me sacó una frase que me marcará siempre. «Papá, éste no es como el hermano, éste un trozo de carne que han puesto en medio de la zona». Ay Marc, te pido perdón.
Y respecto a Pau, pues yo creo que estamos todos alucinando con él. Grandíismo números (el 46-18 de la semana pasada…), enorme influencia en el juego y, sobre todo, saberse muy importante para el equipo. Aparte, Thibodeau parece tener confianza ciega en él, cosa que ni Brown ni sobre todo D´Antoni supieron darle en L.A.
Creo que el punto común para los dos, más allá de números, es el de las enormes sensaciones que desprenden. Uno porque parece renacer cuando todo apuntaba a la firma de un muy buen contrato e ir finiquitando su carrera poco a poco; el otro porque su progresión parece imparable y va añadiendo aún más registros a su juego. Y, encima, todo apunta a que los dos pueden ser titulares en el All-Star. Dicho esto, ay si Pau hubiese jugado algunos años más en el este
A mi la verdad es que estas actuaciones, que en cualquier otro momento me hubieran fascinado, ahora me deja frío. Por que? Pues creo que fundamentalmente porque no se me ha pasado aun el cabreo de los cuartos del mundial contra los gabachos. Aún me escuece como una de las mayores, si no la mayor decepción deportiva de mi vida. Después de aquello, verles jugar así, me toca profundamente los co….. Si, ya se que habrá muchos argumentos racionales, pero esto es otra cosa…
Al no ser este medio Marca, me esperaba un poco menos de patrioterismo. Por ejemplo al hablar de Rubio se comenta sus lesiones, pero no como su producción está lejisímos de lo que se intuía hace años. De Calderón se habla de que esta infravalorado y lastrado por su equipo, no de la lastimosa temporada que está realizando.
Luego te parece mal que se criticara a Pau en ciertos momentos «olvidando lo que había dado en otros» pero no te parece mal poner a bajar de un burro a Kobe Bryant olvidando todo lo que ha dado a los Lakers.
No necesitamos que nos digan que los españoles hacen todo bien y que si lo hacen mal es por culpa de sus equipos, entrenadores (todo es culpa de MacMillan), fans injustos o sistemas salariales. Se presupone mas nivel en este tipo de revista.
Por otra parte, quitando la sobreprotección a los deportistas nacionales, he disfrutado mucho con el articulo y lo agradezco.
Menos mal! Creía que era el único que había notado ese olorcillo a rancio.
Lo de la prensa de este país con Kobe Bryant es, cuanto menos, urticante. Especialmente con el Kobe de los últimos -5/6- años.
Chicago pertenece a la conf. Este, y me ha parecido leer Oeste.
Buen articulo.
¿Esto es un artículo del Marca? Bastante superficial, ¿no? Creo que nos habéis acostumbrado mal….
Marc nunca ha hecho un gran partido con la selección española y su juego me parece demasiado etéreo para ser decisivo en partidos concretos, como en play-offs o como sucedió con el ridículo que hizo contra Francia. En este sentido nunca podra igualar a Pau, por mas que sesudos analistas se empeñen en descubrir que es mejor. Pau es una estrella. Marc es un gran jugador de equipo, pero no es fiable si de ganar una final ese trata. En un partido así, se puede quedar en cero puntos perfectamente.
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