El mejor país del mundo es un título difícil. Hay muchas categorías. Italia no es el mejor país del mundo en sushi, ping-pong o pop rock. Japón, China y el Reino Unido tienen ese honor. Pero son méritos puntuales. Italia es el mejor país del mundo en más ámbitos de peso. Los índices de calidad de vida donde siempre ganan países escandinavos merecen mi admiración, pero no cambio cuatro años más de vida si hay que vivirlos en Helsinki o Goteborg.
Esta es una lista incompleta y desordenada de los méritos de Italia para ser el mejor país del mundo.
1. El café
El café tiene muchos orígenes, pero el espresso tiene solo un método de elaboración. En Barcelona han abierto varios cafés hipsters que tratan el café como si fuera la bebida más importante del mundo. Todos tienen máquinas italianas. Si alguien quiere hacerse gran café en casa también debe comprar una máquina italiana: Rocket Coffee.
En muchos países hay buen café, pero en Italia no hay que buscarlo. El otro día pedí un café corto en una cafetería barcelonesa: «¿Te va bien así?», me preguntó la chica. Me enseñó una taza increíblemente correcta para el lugar. «Es que viene un cliente italiano que siempre me dice que todo lo que añado de más es agua sucia», siguió.
El café es una de las bebidas más comunes del mundo. El paso entre un café y agua sucia es pequeño. Italia no es infalible —en todas partes hay camareros granujas—, pero es el lugar más infalible del mundo con el café.
2. Cesenatico
Cesenatico es la típica ciudad de playa como Benidorm, Lloret de Mar o El Arenal. Pero hay una diferencia maravillosa: Cesenatico está detenida en los años setenta. Las familias vuelven de la playa para ir a comer su pensión completa en la planta baja de su hotel de tres estrellas. La camarera es mayor, va con bata, grita y se apoya en las mesas. El suelo es de gres y las sillas, de madera y mimbre. Algunos clientes salen a leer el periódico a la recepción, con camisa clara de manga corta, bañador y sandalias de cuero. Antes de cenar juegan a minigolf y los niños van a los autos de choque. Cada año es igual y los hoteles se llaman Riviera, Gioiosa, Villa Tina, Pensione Anita di Farnetti Massimo.
Cesenatico se conformó con ese turismo italiano y no cambió. No tengo nada en contra de las despedidas de soltero, el balconing o el mamading. Pero de momento no han llegado a Cesenatico. Italia es en general un país espectacularmente conservador: se hace lo que siempre se ha hecho. Cesenatico es solo un ejemplo. La organización en las playas de todo el país es aún más sorprendente. Las playas están troceadas y son propiedad de los stabilimenti, pequeñas empresas que alquilan tumbonas y sombrillas a días, semanas o meses. Los habituales del lugar reservan su plaza en la playa de temporada en temporada.
Tuve una novia italiana cuyos padres iban año tras año a su misma esquinita de playa al sur de Roma. Los stabilimenti tienen sus camareros y restaurantes. Quien no quiere pagar o quiere cambiar de vecinos en las tumbonas, puede encontrar playas libres, pero están más escondidas.
Una de las frases más famosas de la literatura universal es de un autor siciliano. Tommasi de Lampedusa escribe en El Gatopardo: «Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie». Un profesor norteamericano de padres calabreses, Joseph Luzzi, acaba de publicar una buena memoria familiar sobre su reencuentro con Italia. El New York Times reseña el libro y, tras citar la frase de Lampedusa, dice: «Los italianos se resignaron hace tiempo al desastre intratable de corrupción, incompetencia, enchufismo, nepotismo y crimen con los que deben convivir, porque entendieron las compensaciones. Hay arte, hay belleza y habrá siempre pasta». Italia admite sus límites y se centra en disfrutar de sus ventajas.
Hay una constancia histórica que permite confiar en que este conservadurismo ligero va a seguir. Hace casi dos siglos, en 1818, el poeta inglés Percy Shelley escribía: «Hay dos Italias: una compuesta de la tierra verde y el mar transparente, y las poderosas ruinas del tiempo antiguo, y las montañas aéreas y la atmósfera cálida y radiante que se mezcla entre todo. La otra consiste en los italianos de hoy, sus obras y sus modos. Una es la contemplación más sublime y adorable que la imaginación de un hombre pueda concebir; la otra es la más desagradable, odiosa y asquerosa».
No sé si hay para tanto. Mi solución para disfrutar solo de la belleza italiana es no vivir en el mejor país del mundo, sino solo visitarlo. Habré estado unos cuantos meses de mi vida en Italia, soy filólogo italiano, hablo la lengua y me siento allí mejor que en casa, pero prefiero ir solo de paseo, a hacer viajes al pasado.
3. Ascoli Piceno
La chica de la tienda italiana donde compro la mozzarella en Barcelona me contaba hace unos días la historia de un distribuidor de pasta. Le decía que había algo interesante «al lado del consulado napolitano». ¿Pero qué consulado napolitano hay en Barcelona?, pensaba ella. Se lo preguntó: «Ah, sí, sí, al lado del consulado italiano. Es que para mí todo lo italiano es napolitano». La chica tenía su conclusión: «Hace muy poco que nos unificamos. Mi familia vive en Abruzzo. Apenas han salido de allí y creen que Abruzzo es Italia».
Italia se unificó en 1865. Es un país más joven que Estados Unidos. Es una suerte. Las regiones tienen una historia, dialecto, cocina, y monumentos propios. El visitante a Italia va en su primer viaje a Venecia, Capri, Siena, Roma, Taormina y están muy bien. Pero son solo el prólogo de Italia. Quedan Udine, Mántova, Verona, Bari, Ferrara.
Pero son solo el siguiente capítulo tras el prólogo. Cuando alguien me discute que Italia es el mejor país del mundo, saco toda la baraja. Ningún país del mundo tiene esta variedad de nivel. Aún hay rincones sorprendentes. Este verano he estado por primera vez en Macerata y Ascoli Piceno. (Solo conocía Ascoli de nombre porque tenía un equipo de fútbol.) Macerata tiene un teatro al aire libre espectacular y Ascoli, una plaza perfecta. Tienen librerías y universidad y muestras sobre China —porque el jesuita Matteo Ricci era de Macerata— que pequeñas ciudades similares de otros países no.
4. El helado
Podría aceptar un ligero debate en algunos puntos de esta lista —solo algunos—, pero no en el helado. El helado italiano es el mejor. Hay otro dulce frío donde la diferencia es aún mayor con el resto del mundo: el granizado. El problema del granizado es que en bastantes lugares de Italia también es malo: hielo troceado con polvos o algo de zumo. Solo en Sicilia es granizado de verdad.
El verano de 1998 estuve un mes en Sicilia. Tengo varios recuerdos, pero sobre todo dos: mi primer granizado de café con nata en Monreale, un pueblo sobre Barcelona Pozzo di Gotto, en la costa norte. La nata era de un bote y la servían con una pala. Era sólida, densa, áspera. El café era trocitos de café helados, no hielo.
El segundo recuerdo fue otra especialidad dulce siciliana: el bollo —«la brioche», dicen ellos— con helado. En lugar del cono o vaso, abren un bollo y colocan dentro bolas de helado. Es una guarrada, pero fina. Tomé mi primera brioche en Erice, encima de Trápani, en el oeste.
Aquel verano me harté también de caffè freddo. Los bares sicilianos hacían café tras café en la máquina para ponerlos luego en dos botellas de plástico. Añadían azúcar en una y las metían en la nevera. Cuando pedía caffè freddo sacaban la estrujada botella —por el calor— y servían un vasito de elixir.
La pastelería italiana va más allá del tiramisù y de la panna cotta. El cannolo siciliano relleno de ricotta o la babà napolitana son mejores que la crema catalana o el merengue o el pudding.
5. ¿Y la pizza y la pasta?
Prefiero dejar la gastronomía aquí. Ningún lugar del mundo supera por supuesto la pasta o la pizza italianas. La gastronomía italiana es buena, pero no sé si es la mejor del mundo.
Hace unos meses mandé a unos alumnos de primero de carrera —dieciocho, diecinueve años— a hacer una crítica del Sports Bar, una de las mejores pizzerías de Barcelona. En su sabiduría adolescente, criticaron la pizza porque era delgada, sutil y no se podía comer con las manos como la de Telepizza. Fui unos días después al restaurante. Les conté la opinión de los chavales: «Mira, con todo mi respeto para los catalanes —me dijo uno de los encargados, con acento napolitano—, pero a veces aquí os creéis que sabéis más que nadie. ¿Me meto yo con cómo hacer una tortilla?».
La atención general por la tradición —cómo se ha hecho siempre, el peso de le mamme—, el detalle —los mil tipos de pasta, qué salsa es aceptable, el loco punto de cocción— o el origen —de dónde sale cada alimento— hacen de Italia un lugar entretenido y delicado para comer. Hace un par de años comí unos penne con jabalí en L’Antica Farmacia de Palaia, en Toscana. Cuando acabamos de comer el segundo plato, un buen entrecot, llegó la chica para saber si queríamos postre: «Sí, otros penne con jabalí».
Hay al menos dos quesos italianos de nivel mundial: la mozzarella y el gorgonzola. Pero es también difícil justificar que sean los mejores en sus categorías. La mozzarella tiene menos competencia. La capacidad de un extranjero de valorar una mozzarella a palo seco dice bastante de su pedigrí italiano.
6. Mastroianni
Pongo a Mastroianni y no a Fellini porque me resulta más cercano. Marcello de La dolce vita y Guido de Ocho y medio son los dos grandes papeles de Mastroianni con Fellini. Brad Pitt o Robert de Niro o Javier Bardem podrían haber rodado esos papeles, pero serían otras películas. Llevo años para intentar copiar cómo Mastroianni se baja las gafas con el dedo índice y se toca la nariz en el principio de Ocho y medio.
Mastroianni sería el actor perfecto para hacer cara del concepto «sorna de ti mismo» y quedar bien. Estas películas —sobre todo el desfile final de Ocho y medio de amas de casa y obispos con música de circo de Nino Rota— son un modo natural de decir que «la vida es una fiesta» sin sonar pretencioso ni raro. La aportación de Mastroianni y Fellini para ver la vida como un circo, con sus dulces tristezas, es única. Toni Servillo y La gran belleza siguen esa tradición tan italiana.
7. Claudia Cardinale
Y Monica Bellucci. (Anouk Aimée es francesa, pero todo no puede ser.)
8. Totò
He dado vueltas a cómicos de fama mundial: Cantinflas, Benny Hill, Rowan Atkinson, Bill Murray, Steve Martin, Louis de Funès, Mariano Ozores. Me gusta más Totò. Entendería el debate porque sin los giros lingüísticos es más difícil de reír.
La tradición de monólogos teatrales italiana es sólida. Ganó incluso un Nobel con Dario Fo, pero hay una buena competencia en Estados Unidos. Además luego sale Beppe Grillo. (Es curioso que un partido político nuevo de éxito surja del teatro en Italia y de la universidad en España).
9. Carpaccio
Dejo el arte para el final porque es el típico recurso fácil italiano: Miguel Ángel, Rafael, Bernini, Bramante, Brunelleschi son estrellas mundiales sin esfuerzo. Pero de nuevo la segunda división italiana es más valiosa que la primera de muchos otros países: Carpaccio, Giotto, Mantegna son menos mundiales pero igual de interesantes. Los cuadros de Carpaccio en Brera o la capilla de los Scrovegni en Padua o la Cámara de los Esposos en Mántova merecen un viaje.
Si el artículo fuera si Emilia Romagna, Lombardía, Véneto o Sicilia son los mejores «países» del mundo, tendría dudas. Debería profundizar para dar con ventajas en categorías distintas. Pero esas cuatro regiones son solo una parte pequeña de un país. Otros países tienen más premios Nobel y este mundo sería cruel y atrasado sin sus aportaciones. No las desprecio, al contrario. Italia tiene en cambio mafia, Berlusconi, tangentopoli, Raffaela Carrà. Nadie es perfecto. Pero esa imperfección humana natural juega a favor de Italia. Allí es más aceptada y hay menos pretensiones de conquistar el mundo o dar lecciones. Hay además de postre helado y luego café.
Te perdono el ataque gratuito a la Carrá por la calidad del artículo, que si no, tendríamos que batirnos en duelo.
Las razones 6,7 y 8 no son razones muy validas, pues puedes disfrutar de ellas desde cualquier lado.
Por otro lado… la perspectiva del que visita no es muy objetiva, tendrías que probar a vivir allí. Yo lo he hecho y es un país fantástico, pero por cada razón de peso para vivir allí hay otra que la contrarresta.
Yo volvería a vivir allí sin duda, pero no puedo obviar la suciedad endémica. La mayoría de las ciudades (Y muchos pueblos) están sucias y dejadas de formas que cuesta imaginar en un país turístico. (Y si, en España las ciudades están más limpias por lo general)
¿Infraestructuras urbanas? Hasta en las ciudades modernas tienen estos problemas, no solo aquellas que tienen los problemas que suponen el patrimonio cultural. Servicios de autobuses deficientes, carreteras de mala calidad… ¿Aceras? En muchos sitios es una palabra desconocida.
Su cocina es increíble, pero en el día a día puede… agobiar, cuando te ves con pasta día y noche. A parte, una cosa que siempre he echado de menos es la cantidad, calidad y variedad de pescado de España. Vivir en una ciudad costera y tener problemas para encontrar pescado y más aun… pescado barato.
Podría seguir, pero simplemente decir que no es todo tan perfecto y no lo hago juzgando de un par de viajes, sino de habiendo vivido allí más de un año y habiendo hecho más de 30 viajes durante mi vida a Italia.
Pues yo creo que si a todos esos que vuelven de Venecia o Roma hablando solo de la suciedad bajara Dios a verlos a las cuatro de la tarde… se quejarían de la hora.
Se puede decir más alto pero no más claro. Suscribo al 100% ;)
LOL. Me ha encantado tu comentario Iker! Buenisimo!
España e Italia son 2 paises maravillosos para vivir.
Amigo, no hay nada como un bocado de mozzarella di bufala campana recién comprado, te lo dice un norteño que tiene una hija con una napolitana. Ahi le has dado.
Me encanta tu artículo, comparto tu opinión ya que llevo Italia anclada en mi corazón. Después de haber vivido 6 años en Génova ciertas cosas las tenía ya muy interiorizadas y cuando volví a España, a la cruda realidad, reconozco que me costó mucho volver a ser española, tener que tomar mal café, pasta pasada de rosca, pesto? Esa variedad que afecta a todo también al lenguaje lleno de sfumature… Parece que fue ayer ese junio 2010 que cogí un barco de vuelta, y es que no hay día que no recuerde algo. Ahora voy de visita y me alegro de vivir en España y de sentirme algo de aquí y de allí o algo straniera un po ovunque pero mientras camino por los vicoli me alegro que todo siga como lo dejé en mi recuerdo.
Pues yo creo que este artículo es una completa tontería, y si vamos a hablar de riqueza cultural, gastronómica o belleza femenina, el articulista debería notar que pertenece a un país al que le sobra de todo eso.
Mira que odio caer en prejuicios pero es que siendo catalán…
PD: En cualquier caso Italia es una maravilla.
Mira que odió caer en prejuicios, Guille, pero hay que ver que tolai eres.
¿»Tolai»? ¿Qué palabrota es esa?
Todo lo bueno que tenemos se lo debemos a los romanos, italianos en suma. Y lo de la belleza de las mujeres… Dejémoslo mejor. Un país en el que está Bilbao no va a competir por el primer puesto en eso jamás.
Los romanos antiguos se parecían a los italianos modernos como un culo a una boca desdentada.
Piense en los romanos más bien como en un prusiano de piel algo más oscura.
Pues si los romanos son prusianos, ambos dos me la agarran con la mano. Prefiero a los italianos (bueno, a las italianas)
Me encanta Italia, pero este artículo es una completa bobada. De hecho, a pesar de la crisis económica y la corrupción política (Italia está peor en esto último), España me parece un país superior en bastantes aspectos.
Ejem ejem…
¿Y la ópera, majareta?
No existe el mejor país del mundo. Pero si te gusta adentrarte en los países que visitas (que un restaurante o cafetería sean tan importante como un museo, que las esperas es las estaciones no sean una pérdida de tiempo, que prefieras comprar en mercados o tienditas a pesar de la impertinencia o estafa de los tenderos…) Italia nunca decepciona.
Estoy de acuerdo.
Italia es un gran país, por muchos motivos, pero jamás me pondría a discutir con nadie si es mejor o peor que cualquier otro. Como ya han dicho, por cada cosa buena que tiene, puedes encontrar una pega bastante desagradable. No veo que haya que pontificar de tal forma para ensalzar las virtudes de algo o alguien.
Imagino que hay que poner títulos como éstos para atraer a los lectores…
Jordi, nuestro Beppe Grillo aquí podría ser El Gran Wyoming. Estoy convencido de que el humorista hubiera podido revolucionar la política en ausencia del universitario. Y entonces Italia y España serían todavía más parecidos.
La verdad es que estoy alucinando bastante. El artículo puede tener toda la calidad periodística/literaria que se quiera, pero, ¿cómo puede describirse la privatización salvaje que sufre la costa italiana como algo pintoresco y entrañable? Allí, si quieres ir a la playa tienes que pagar al dueño de la playa. Todas las playas medianamente accesibles son propiedad privada, y entre las zonas que no están ocupadas con las tumbonas de los establecimientos, que son lenguas de arena estrecha y sucia porque no las limpia nadie, se apelotonan las familias a las que no les llega para pagar por ir a la playa; generalmente, parejas de ancianos y gente de clase obrera. La escena, con esa visión esclarecedora del sesgo de clases, se convierte en dantesca… Pero eso sí, qué gran escritor Dante.
¡Por fin me siento comprendido!. Tenía la intención de comentarlo, pero no añado más.
Democráticamente, el mejor país del mundo es China, por la sencilla razón de que la inmensa mayoría de los chinos no tiene la menor intención de irse de China; todo lo más, desplazarse a otras partes de China.
Y cuando se van a otro país, lo hacen o para ahorrar a fin de volver luego a China, o para agruparse entre ellos y crear una Microchina en el extranjero, con la lengua, cultura, tradiciones y gastronomía típicas de China.
Ahora háblele a un chino acerca de que Italia es el mejor país del mundo en base a lo expuesto en este artículo (empezando por el café, siguiendo por la pasta y acabando por el arte), deje que lo compare con lo que él puede ver en China, y verá cómo tiene que ahogar la risa.
Todo lo antedicho, teniendo en cuenta que los chinos representan a más del 20% de la población mundial. Si sumamos todos los chinos que viven fuera de la RPC, y que excluyendo el «comunismo» comparten la misma cultura, tradiciones y gastronomía, el porcentaje supera el 25%.
Italia es majestuosa, puro arte, España que envidia tienes.
El helado turco (al igual que sus dulces) es sin lugar a duda mucho mejor que el italiano.
Del resto casi que ni hablar porque Italia gana por goleada.
Muy buena reflexión. Italia está bien (espectacularmente bien) cuando vas allí de paseo, y lo digo como italiano que vive en Barcelona desde casi dos décadas. Concuerdo con todo, menos que con lo de Toto (pero tenemos… mejor, tienen a Fantozzi) y con lo del cannolo siciliano che NO esta mejor que la crema catalana.
Y no ha mencionado al italiano y a su idiosincrasia. Al italiano como concepto. Al hecho de que reconozcas a un italiano cuando estás en otro país, al igual que reconocemos la cara de español.
Chapeau por ellos!
Soy un italiano enamorado de la España y siempre que puedo vengo a España profunda, en este bellísimo pueblo de Algete. Incluso me parece que la napia se me ve más piccola por aquí o por lo menos eso me dicen.
Ciao!
Es verdad. Italia es un país bellísimo, con muchas virtudes y defectos, como cualquier otro (el título es demasiado pretencioso -puro marketing, ya leído el texto).
El gran «pero» de Italia lo conocemos todos, aun a la distancia: los italianos. Hay que tener estómago para soportar vivir -24/7- en la fábrica de argentinos, por todos conocida. No hay pasta ni cafetera que valga, os lo confieso.
Pues una cosa que no se ha nombrado de Italia y que a mi me gusta mucho son sus islas. Y no me refiero solo a Sardinia, sino las mucho menos conocidas pero preciosas Eolias (Stromboli, Salina, Filicudi…)
Qué gusto ver que nuestra cultura sigue apreciada en el extranjero. Pero fíjate que el pintor se apellida «Carracci» (el «carpaccio» se come!).
Muy buen artículo por lo demás. Bueno, casi: la Carrà es sagrada, non si tocca! ;)
Ay, no, metí la pata, Me confundí con Annibale Carracci. Siempre se aprende algo nuevo!
Y te has dejado a Paolo Conte, amiguito….el mejor músico popular europeo
El mejor país del mundo es CATALUNYA. Freedom for Catalonia !
El autor de «El gatopardo» es Giuseppe Tomaso (con solo una m) di Lampedusa. Mantova es la Mantua en castellano de toda la vida.
Tomasi, no Tomaso. Perdón, me he pasado de listo por querer dar lecciones.
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Voy optar por dejar de leer articulos de JD que tengan relación con Italia…cada vez que los leo me entran ganas de hacer alguna escapada a ese pais que tiene de todo, belleza y cosas feas, pero hasta esas cosas feas parece que tienen su aquel….
En el mundo hay dos tipos de personas los italianos y los que quieren ser italianos…