SALOTH SAR: nacido en 1928, hijo de un terrateniente, creció en el entorno del palacio real, sometido al control de una prima, bailarina de palacio y luego consorte real. También fue consorte real una de las hermanas de Saloth Sar. Cuando ya era conocido como Pol Pot o «Hermano número uno», una de sus decisiones fue masacrar a las trescientas bailarinas de palacio. Enviado a Francia a estudiar electricidad estudió poco de esa materia y mucho de los textos ortodoxos del comunismo de la época (El manifiesto comunista de Marx y Engels, El imperialismo, fase superior del capitalismo de Lenin, El marxismo y la cuestión nacional de Stalin y, sobre todo, el Compendio de la historia del Partido Comunista Bolchevique de la URSS, ese folleto infumable que resumía todo el aparato ideológico leninista y la colección de máximas y principios de la estrategia y la táctica bolchevique, para aprendizaje general). Se integra en el llamado «Grupo de estudio de París», nacido en el seno de los grupos lingüísticos creados por el Partido en Francia, en el momento de más auge del estalinismo en el comunismo francés, entre los años 1949 y 1952, los años de la campaña estaliniana judeófoba contra lo que llamaba cosmopolitas desarraigados, de la guerra de Corea y del triunfo de Mao.
IENG SARY: Nacido en 1925, el «Hermano número tres» o Camarada Vann, huérfano a los quince años, acogido por su tío, tras estudiar, como Saloth Sar, en el Liceo Francés de Phnom Penh, completa sus estudios en Francia gracias a la ayuda económica de una de sus cuñadas. El Liceo Francés o Liceo Preah Sisowath, fundada en 1873 como una escuela para formar a los miembros de la administración colonial francesa, desde 1933 impartirá un bachillerato completo. Su carácter exclusivo se demuestra considerando que en 1954 solo ciento cuarenta y cuatro camboyanos habían finalizado sus estudios. Ieng Sary, en París, alquila un apartamento en el barrio Latino y se une al círculo de Saloth Sar. Antes de marchar para París, Ieng Sary y Saloth Sar se hacen novios de dos hermanas con las que se casarán más tarde. Ambas irán a París a estudiar.
KHIEU THIRITH: Nacida en 1932, tras su matrimonio fue conocida como Ieng Thirith. De familia opulenta, hija de un juez que abandonó a su familia por una princesa en los años de la Segunda Guerra Mundial, tras estudiar en el Liceo Sisowath de Phnom Penh, lugar en el que se compromete con Ieng Sary, viaja a París y estudia Literatura Inglesa en la Sorbona, especializándose en la obra de Shakespeare y convirtiéndose en el primer camboyano que obtiene ese título. En 1951, en París, se casa con Ieng Sary.
KHIEU PONNARY: O «Hermana número uno», nacida en 1920, hermana de Khieu Thirith, es la primera mujer que obtiene un título de bachillerato en el Liceo Sisowath, en 1940. Nueve años más tarde se instala en París con su hermana pequeña y estudia Lingüística Jemer. Se casa con Saloth Sar un catorce de julio, de vuelta en su país y cuando ya está trabajando como maestra en el liceo en el que había estudiado.
KHIEU SAMPHAN: 1931. Hijo de un juez provincial en la administración colonial, su vida cambió cuando su padre fue detenido por corrupción y su madre tuvo que dedicarse a la venta de fruta para sobrevivir. Logra ingresar en el Liceo Sisowath y marcha a Francia a completar sus estudios. En la Universidad de Montpellier se licencia en Economía y, más tarde, en París, cuando ya forma parte del «grupo de estudio», se hace doctor con una tesis sobre la economía de su país y sus problemas de industrialización. A su vuelta a Camboya dirigirá el periódico L’Observateur y, abducido por el antiamericanismo momentáneo del eterno y camaleónico Sihanouk, entrará, junto con algunos de los más brillantes de su generación, como Hu Nim y Hou Youn, en el Gobierno y en la Cámara de Representantes.
SON SEN: Nacido en 1930, en una familia de propietarios agrícolas, se hace maestro y recibe una beca para estudiar en París en la década de los cincuenta, que le será retirada por sus actividades políticas. A su vuelta enseña en el Liceo Sisowath y termina trabajando en el Instituto Nacional de Enseñanza que dependía de la Universidad de Phnom Penh.
HU NIM: A diferencia de los anteriores, Hu Nim, nacido en 1932, del que conocemos bien sus orígenes por la confesión que escribió antes de ser torturado y ejecutado, fue muy pronto huérfano de padre y su madre tuvo que dedicarse al oficio de sirvienta para mantenerlo. Tras demostrar que era estudioso en la primera escuela a la que asistió, obtuvo plaza en el Liceo Sisowath y allí, mantenido por la familia de su futura esposa, recibe su título de bachillerato en 1952, momento en el que comenzó a trabajar como profesor mientras estudiaba Derecho y Economía. En 1956 pudo marchar a París a realizar estudios de derecho y de aduanas, y se integró en el grupo de exiliados camboyanos comunistas. A su vuelta entrará en la política como diputado y en la Administración hasta que, en 1967, ante la amenaza de su encarcelamiento huye y se une a Pol Pot y Ieng Sary, que ya habían pasado a la clandestinidad desde 1963.
HOU YOUN: Como Hu Nim, Hou Youn era de origen humilde, hijo de campesinos. Por sus propios méritos logró ingresar en el Liceo Sisowath. Brillante y capaz, consigue viajar a París y estudiar Derecho y Economía, doctorándose con una tesis controvertida sobre el campesinado camboyano y su modernización, en la que planteará la posibilidad de construir un desarrollo económico potente sin pasar previamente por una etapa industrial y urbana. Esta tesis influirá en el ideario de los jemeres rojos. Su capacidad le convierte en el líder de los estudiantes camboyanos de izquierdas y viaja por todo el mundo. A la vuelta a su país se hace profesor, pero continúa su actividad política e intelectual, en la que destaca. Como Hu Nim ha de huir en 1967 para evitar su arresto.
NUON CHEA: Nacido en 1926, también conocido como el «Hermano número dos», de familia acomodada de comerciantes y artesanos, mayor que los demás dirigentes del Angkar, cursó estudios universitarios en Bangkok, en donde se hará comunista. A su vuelta realiza actividades guerrilleras hasta que, haciéndose pasar por un hombre de negocios, se dedica a la propaganda y asciende hasta el cargo de secretario general del Partido Comunista de Kampuchea. En esa época, comienzan los contactos con los comunistas vietnamitas que llevaron a estos a la invasión de 1970 y a pensar erróneamente que era su «hombre en la Habana».
KAING GUEK EAV: Conocido como Duch, nacido en 1942 en una familia sin recursos. No comienza sus estudios hasta los nueve años, pero demuestra una notable capacidad sobre todo en matemáticas, en las que obtiene un premio nacional. Un comerciante de su región pagará sus estudios y en 1962 ingresa en el Liceo Sisowath, en el que se gradúa con la segunda mejor nota del país, en 1964. Da clases como profesor hasta que en 1967 huye a las montañas uniéndose al Partido Comunista de Kampuchea.
Estos son algunos de los más importantes dirigentes del misterioso Angkar que dominaba Camboya desde 1975 y del que no se supo hasta 1977 que se trataba del Partido Comunista de Kampuchea. En ellos vemos una serie de elementos comunes: la mayoría eran de clase media y alta; todos tenían estudios; la mayoría estudió o trabajó en el Liceo Sisowath, la escuela más prestigiosa de Camboya; la mayoría estudió en París; la mayoría absorbió en París la doctrina comunista imperante en el entorno del PCF en aquellos años; casi todos trabajaron más tarde como profesores; todos eran comunistas; muchos de ellos tenían razones para el resentimiento; la mayoría fueron o son unos genocidas.
El genocidio camboyano fue negado como tal durante mucho tiempo, con el argumento de que se había producido sobre el propio pueblo y el autogenocidio era una contradicción en sus términos. Eso es bullshit. Es genocidio porque se buscó la desaparición de grupos concretos determinados arbitrariamente. Los jemeres rojos asesinaron a prácticamente todos sus oponentes políticos: más del 80% de los oficiales del ejército republicano controlado por el dictador Lon Nol, títere norteamericano; más del 65% de los policías; más del 60% de los funcionarios. De los quinientos cincuenta magistrados del país solo se salvaron cuatro. Se trata de muchísimos muertos, pero en total ellos y sus familias «solo» suponían un 5% de la población de Camboya en ese momento, que era de unos siete millones y medio de personas. Sin embargo, los cálculos de descenso de población entre los años 1975 y 1979 se mueven entre el 20 y el 30%; es decir, en esos cuatro años la población no solo no se incrementó en absoluto, sino que descendió en una cifra de entre un millón quinientas mil y dos millones doscientas mil personas. Esas son las cifras del genocidio camboyano. Si excluimos a los opositores ¿se puede decir que las muertes fueron producto de un momento de violencia inusitada pero sin que afectase especialmente a determinadas categorías raciales, sociales o políticas? No.
La violencia se va a descargar sobre tres grupos arbitrariamente definidos: el primero es el de los traidores. Estos simplemente han de ser eliminados. Originalmente incluye solo a los oponentes políticos, citados anteriormente; sin embargo, rápidamente se ampliará a los enemigos interiores, dentro del propio partido. Los primeros en caer serán los que en 1975 atendieron las llamadas de reconciliación emitidas por algunos de los dirigentes jemeres. Pero la purga no se detuvo allí. Se calcula que alrededor del 50% de los miembros del partido fueron ejecutados, sobre todo a partir de 1977. La por desgracia célebre prisión de Tuol Sleng, S-21, museo del genocidio, era la cabeza de una red de prisiones, más de ciento cincuenta, que buscaban extirpar la enfermedad, el germen burgués que anidaba también en el partido, como decía el propio Pol Pot. La finalidad higienista se evidencia en el hecho de que se arrestaba al «traidor» y a todos los miembros de su familia y casi todos eran ejecutados, normalmente tras terribles períodos de tortura y confesiones. Se calcula que en las prisiones pequeñas, el índice de liberaciones rondó el 25%, en las de zona el 10% y en la S-21 prácticamente fue de cero, ya que de entre catorce mil y dieciséis mil prisioneros, incluidos bebés y niños, solo sobrevivieron siete.
No hay, además, razones para pensar que la voluntad extirpadora fuera cínica. Los mandos de los jemeres rojos eran, en su mayoría, profesores, intelectuales, muchos por cierto de origen «extranjero» (con antecedentes chinos y vietnamitas en su mayor parte, es decir, de profesionales y comerciantes). Cuando huyeron a los bosques se encontraron con una sociedad para ellos desconocida, de campesinos supuestamente no infectados por el capitalismo, y organizaron su ideología sobre una base pura y dura: la del hombre que nace del grano de arroz, aplicándole sus modelos teóricos. Desconectados prácticamente durante los cinco años de guerra civil del mundo, crearon una cultura paranoica de la autosuficiencia, que bebería de los postulados de algunas de esas tesis que hemos visto en las pequeñas biografías de sus dirigentes, y regada por las ideas de la revolución cultural de Mao y, en última instancia, por algo que siempre resultaba grato a esa estirpe de profesores: el principio leninista de que el triunfo de la revolución es una cuestión esencialmente educativa, que el espíritu proletario es algo que hay que enseñar. Sin embargo, su propia paranoia, manifestada radicalmente en la ocultación no solo de los cuadros, sino del propio partido, y su debilidad, intensificaron la locura supuestamente reformadora, convirtiéndola en un proceso aún más destructivo que el ocurrido en la URSS de Stalin y en la China de Mao. El supuesto proceso de reeducación se convirtió prácticamente siempre en un simple proceso de confesión y ejecución. El caso de Kaing Guek Eav, Duch, es paradigmático. El antiguo profesor de matemáticas dirigiría la prisión S-21 hasta que fue tomada por las tropas vietnamitas, redactando sus reglamentos y el manual de interrogatorios. Duch, que había sufrido torturas y estado preso en las cárceles de Lon Nol, desplegaría un resentimiento inhumano oculto bajo una gélida búsqueda de lo que él consideraba la verdad, que siempre terminaba en una biografía espontánea, luego corregida mediante torturas diseñadas para desvelar la razón que siempre exigía un resultado definitivo: la muerte. El diseño se hizo por esos intelectuales que veneraban un tipo de hombre que ellos nunca habían sido, pero para llevarlo a la práctica escogieron sobre todo a personas no instruidas y, en particular, a niños de incluso doce y catorce años. Los hermanos mayores eran los dirigentes. Muchos formaban parte de los que en los años sesenta habían obtenido una instrucción que no les servía porque se topaban con la gigantesca corrupción del régimen de Sihanouk, y que terminaron atraídos sobre todo por la brillantez de líderes como Khieu Samphan, Hu Nim y Hou Youn. Muchos de ellos fueron purgados en cárceles como S-21. Cada purga iba reduciendo los cuadros del partido y cada vez eran más jóvenes y menos instruidos los que los sustituían, los verdugos que serían ejecutados por la siguiente generación de verdugos. Al final, solo el 25% de los carceleros de S-21 tenía más de veintiún años. El núcleo duro sobrevivió a las purgas, con la excepción, y es perfectamente lógico que sea así, precisamente de los más brillantes y, curiosamente, de los que tenían un origen más humilde: Hou Yuon murió en 1975 en circunstancias no aclaradas, pero tras manifestar críticas a sus compañeros de dirección, y Hu Nim fue detenido, torturado y ejecutado en 1977 en S-21.
He hablado del grupo de los traidores, pero la voluntad genocida se demuestra en las otras dos categorías de perseguidos. La segunda es la del «subpueblo», los intelectuales, la gente con algún tipo de formación (incluidos especialmente los comerciantes), relacionada con el antiguo régimen y no reeducable. Más del 50% de los que fueron incluidos en esta categoría, a veces simplemente por llevar gafas o no tener callos en las manos, fue exterminado. Como ejemplo, solo cuarenta y ocho de los cuatrocientos cincuenta médicos que había en Camboya en 1975 vivía en 1979. Aquí también se incluyó al clero, con una violencia tan salvaje, que solo unos mil de los sesenta mil monjes budistas salvó su vida. Precisamente por pertenecer a esta categoría, y no por un criterio racial, murieron tantos cham (cerca de un 35%), ya que la mayoría eran musulmanes, y tantos católicos (cerca del 50%) y vietnamitas (cerca del 40%). En el caso de los vietnamitas (fuertemente masacrados por el régimen anterior, en el contexto de la guerra de Vietnam) influyó también la invasión que acabó con el régimen jemer y la paranoia de alguno de sus máximos dirigentes que siempre habían creído en un plan de dominación vietnamita. El ejemplo más notorio, rodeado por oscuras evidencias de auténtica enajenación mental, es el de la primera esposa de Pol Pot, la Hermana número uno, obsesionada desde la década de los sesenta por ese supuesto peligro. Mostrada como una especie de símbolo, al modo de Jiang Quing, la viuda de Mao, Khieu Ponnary, afectada por brotes de paranoia y esquizofrenia, terminó al cuidado de su hermana y su cuñado, Ieng Sary, sin saber que Pol Pot la había abandonado y se había casado de nuevo. Murió en 2002. Se calcula que las muertes directas realizadas entre los dos primeros grupos, los traidores y el «subpueblo», alcanzaron una cifra de entre cuatrocientas mil y seiscientas mil personas.
Nos queda el tercer grupo objeto de genocidio. Se trata del «pueblo nuevo», definido así en contraste con el viejo pueblo campesino. Eran los habitantes de las corruptas ciudades, la mayoría de ellos obreros, empleados y muchos incluso campesinos refugiados en Phnom Penh, como consecuencia de la guerra civil. Se los etiquetó como los del «75» porque habían permanecido en las ciudades y no se habían unido al movimiento de los jemeres antes de la caída de la capital. Eran en teoría reeducables y para ello fueron dispersados en comunas populares, en las que iban a conocer las condiciones de vida del campesinado, empapándose del espíritu que les libraría de pertenecer a la categoría de enfermos. La sobremortalidad en este grupo es, sin embargo, tan elevada (más del 40% de los habitantes de las regiones más urbanizadas murió en esos años), que resulta difícil no creer en la existencia de una voluntad auténticamente genocida. Las condiciones de insalubridad, la insuficiente alimentación y el trabajo agotador, unido a las ejecuciones directas de naturaleza arbitraria o por infracciones nimias de reglamentos rigurosísimos son un diseño por desgracia conocido en otros ejemplos de genocidio. Así, muchas comunas se situaron en regiones pantanosas, en las que los prisioneros, separados de sus familias y agrupados los niños en zonas aparte, vivían y dormían al descubierto. La ración de comida (básicamente arroz) era la tercera parte de la de un trabajador normal y los ancianos, mujeres y niños recibían cantidades aún menores. Las jornadas de trabajo eran terribles, de hasta catorce horas diarias y con un día de descanso de cada diez. Se hacían patrullas de trabajo con los adolescentes y se les enviaba a lugares alejados del campamento a realizar labores más peligrosas y duras. No se reconocía la enfermedad, a la que se calificaba de producto de la mente. Caer enfermo equivalía a no cumplir con los objetivos de trabajo, ser castigado, recibir aún menos comida y morir en última instancia. Los campos estaban repletos de informadores, casi siempre niños, que denunciaban las conductas desviadas en las sesiones de autocrítica y que casi siempre terminaban en castigo y muchas veces en la ejecución, a golpes o por asfixia, para ahorrar munición. Hay, como se puede suponer, diferencias entre campos, pero todo el sistema parecía diseñado sobre un principio: la exterminación de todo el que no fuera capaz de adaptarse a un modelo ideal, el modelo al que nunca habían pertenecido y al que nunca pertenecieron sus creadores. Porque, como es obvio, la clase dirigente nunca dejó de ser lo que siempre había sido.
Durante mucho tiempo se negó el genocidio camboyano. Que fueran precisamente los comunistas vietnamitas los que abriesen el museo del genocidio, tras la derrota de los jemeres y que, en los años siguientes, Pol Pot fuese protegido por el mundo occidental, en su condición de peón importante en el control del país, en la coalición antivietnamita, fue una de sus razones. Tras la retirada vietnamita en 1989, los acuerdos de paz de París, en 1991, directamente omitieron el genocidio, y los genocidas pudieron integrarse en el nuevo sistema. Es cierto que Pol Pot, en 1993, volvió al bosque con un grupo de antiguos jemeres rojos, pero una amnistía del nuevo Gobierno, en 1994, provocó que fuese abandonado por la mayoría de sus simpatizantes y su movimiento despareció tras su muerte en 1998. Así, la mayoría de los genocidas pudo integrarse, convivir e incluso mandar sobre, en ocasiones, muchas de las víctimas o de los familiares de las víctimas de sus crímenes. Los casos más sangrantes son lo de Ieng Sery (indultado por Sihanouk en 1996) y su esposa, que formaron un partido político, y terminaron controlando la zona de Païlin, en la que mediante el contrabando ilegal de madera y piedras preciosas se hicieron ricos. Cuando en 2007 fue detenido por fin, por orden del tribunal camboyano que empezaba a juzgar a los jemeres rojos, vivía en una mansión en Phnom Penh. No llegó a ser condenado y murió en 2013, de un ataque al corazón. Kieu Tirith aún vive. Fue juzgada y condenada, pero en 2011 se declaró su incapacidad mental. Kieou Samphan y Nuon Sea también vivieron sin problema alguno hasta 2007, momento en el que fueron arrestados. Hace cuatro meses fueron condenados a cadena perpetua. Tienen ochenta y tres y ochenta y ocho años respectivamente. Hasta 2011 Nuon Sea no admitió sus crímenes.
En cuanto a los restantes miembros de esta galería de horrores, Son Sen llegó a comandar el ejército jemer en los años de lucha contra los vietnamitas y tras los acuerdos de paz incluso se integró en el primer Gobierno anterior a las elecciones. Fue asesinado con trece miembros de su familia en 1997, por órdenes de Pol Pot. Duch, en cambio, huyó, oculto como un refugiado más, a Tailandia, cambiando su nombre. Se hizo comerciante hasta que en 1992 se decidió a volver a su país. Allí se hizo bautizar en una iglesia cristiana evangélica y se dedicó a la enseñanza durante años. Sus alumnos lo llamaban el «gran profesor» y todos querían estudiar con él: alababan su trabajo obstinado y cariñoso con los niños, su insistencia en explicar las lecciones hasta que todos las entendían. Guardó silencio hasta que, en 1998, tras escuchar a Pol Pot decir, en una entrevista dada por este antes de su muerte, que S-21 no había existido, se puso en contacto con un periodista británico al que confesó no solo que la prisión había existido, sino que él, que la había dirigido, se arrepentía de sus crímenes. Arrestado en 1999, esperó en prisión durante años a que por fin el Gobierno camboyano retirase sus obstáculos a la constitución de un tribunal en Camboya que juzgase el genocidio. En 2008, dentro del proceso, volvió a visitar S-21 y tras echarse a llorar pidió perdón a las víctimas. Fue juzgado y condenado a treinta y cinco años de prisión y más tarde a cadena perpetua. Aún vive.
El genocidio camboyano es un crimen sin castigo. Un crimen que intentó justificarse por las condiciones previas: las persecuciones y matanzas salvajes en Indonesia de comunistas; la dictadura prooccidental de Lon Nol, ayudada por la estúpida y criminal campaña norteamericana de bombardeos en los estertores de la guerra vietnamita; incluso se ha relacionado con las propias costumbres camboyanas, en particular la institución del kum, la llamada venganza desproporcionada, basada en los modelos de la poesía épica del país, y que autoriza una respuesta mucho mayor que la ofensa como venganza. Sí, el resentimiento y la venganza por las ofensas y crímenes, en su mayor parte reales, están ahí, pero sin el corpus teórico que esos profesores camboyanos adquirieron en Occidente y que se encuentra en la base de los otros genocidios y masacres comunistas, nunca habría dado lugar a un proceso tan meticuloso y científico. El llamamiento a la venganza de clases, a la extirpación del tumor, la infección encarnada en los ricos se llegó a plasmar en su himno nacional que terminaba diciendo: «No dejéis con vida a ningún imperialista reaccionario: echadlos de Kampuchea. Movilizaos y golpead». Pin Yathay, el ingeniero que perdió a todos los miembros de su familia en uno de los campos de reeducación, escribió un libro sobre sus experiencias en el que incluye la siguiente nana, que reproduzco de El siglo de los genocidios de Bernard Bruneteau, del que he extraído tantos datos para este artículo:
Hijo, ¡recuerda! Tu padre ya no existe. Era un puro revolucionario … Acuérdate de su sangre, esa sangre que manaba a chorros. Era tu sangre la que manaba a chorros bajo los golpes de nuestros enemigos de clase … Debes guardar en tu corazón el odio de los opresores burgueses, capitalistas, imperialistas y feudales. Te toca vengar a tu padre. En adelante te tocará vengarte para proteger a tu clase.
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Duch no se pusonen contacto con ningun periodista británico. Fue descubierto trabajando bajo nombre falso para la Cruz Roja Americans por el entonces fotógrafo (irlandés) Nic Dunlop. El mismo cuenta la historia en el libro «Tras las huellas del verdugo». Nate Thayer y Nic Dunlop publicaron la noticia de su descubrimiento (y confesion de su identidad) en el Far Eastern Economic Review. Dias despues Duch se entrego. Chicos, un pelin mas de esfuerzo con la documentacion, que esto aparece hasta en la wilki.
Estimado Pabkk.
Le agradezco la corrección. Le aseguro que he intentado cotejar la información sobre todo lo que mencionaba en el artículo (en el que hablo de muchas cosas). Hay sobre la vida de los protagonistas muchas versiones diferentes y a veces es complicado saber cuál es la correcta (por ejemplo, sobre la ascendencia de la mayoría de los mencionados). Leí una versión más amplia de la que luego incluí sobre la localización de Duch en un artículo en francés creo que de una medio o blog camboyano, que he buscado de nuevo y ahora no encuentro. Debí investigar más.
Aquí está la explicación de Dunlop en The Guardian de cómo el propio Duch (supongo que consciente de que sospechaban que era él admitió su identidad). La enlazo para quien esté interesado:
http://www.theguardian.com/lifeandstyle/2010/sep/04/tracked-down-khmer-rouge-killer-14000
Nuevamente le agradezco la corrección.
Diablos, el corazón se estruja cuando se conoce en detalle la barbarie.
Vaya siglo de genocidios, el de la Alemania nazi, el de Stalin, el de Viernam, y los que han carecido de difusión más amplia.
Consternado por saber.
Pero sería peor no saberlo.
«la mayoría eran de clase media y alta; todos tenían estudios; la mayoría estudió o trabajó en el Liceo Sisowath, la escuela más prestigiosa de Camboya; «…»la mayoría absorbió en París la doctrina comunista imperante en el entorno del PCF en aquellos años; casi todos trabajaron más tarde como profesores; todos eran comunistas; muchos de ellos tenían razones para el resentimiento; la mayoría fueron o son unos genocidas.»
No sé por qué, este párrafo me ha recordado a los muchachos de «Pablemos»
@la hora:
Te recomiendo que vuelvas a leerte el artículo, pues no parece que lo hayas entendido. También te recomiendo que revises tus ideas y que de vez en cuando las contrastes con la realidad.
Hay bastante basura en tu cabeza.
Intentad no ser tan respetuosos con vuestros comentarios. Emanáis una paz y tranquilidad que nos transmitís a los demás.
Ironías a parte, hacéoslo mirar, tanto los de las conclusiones precipitadas como los fanboys violentos.
¿Ya estás pensando en «reeducar» su cabeza? jeje
Pues a mi me recuerda a los políticos burgueses de Gran Bretaña, todos clase alta, todos educados en Eton/Cambridge/Oxford y todos, con sus políticas, crueles con su pueblo.
Algunos, por suerte, se confiesan
http://www.ft.com/cms/s/2/82ce89ec-5967-11e4-9546-00144feab7de.html#axzz3HFyqoRSj
Vamos, que yo también se crear analogías absurdas y cogidas con pinzas.
A parte de los comentarios que te están poniendo a escurrir (yo no voy a ser tan irrespetuoso), no descartes que tu reacción haya sido buscada, pobre, inocente y manipulada víctima. Es un momento propicio para sacar historias de muchachos aburguesados con «culturas paraniocas de autosuficiencia» (o eso, o que también tengo basura en la cabeza).
Muy bueno, Tse.
Para los interesados en este tema, recomiendo esta película sobre Jacques Vergès, que fue amiguete de varios de esta panda:
https://www.youtube.com/watch?v=YKeLL0MY1Hw
(empezando por el Hermano número 1, cuyo sonriente y aparentemente inofensivo jeto pueden ver en los primeros segundos del documental)
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Extenso y minucioso artículo sobre el horror camboyano. En el fondo, siempre pensé que el maoísmo es al comunismo lo que el nazismo a los fascismos: El cénit ejecutivo (y ejecutor) de lo que podemos llamar llanamente» la burocracia» en su lógica extrema.
Aconsejo los dos documentales (sobresalientes) de Riti Pahn, el citado «S21, la machine de mort Khmer Rouge» y el último que hizo, una larga entrevista a Duch («Duch, maîtres des forges de l’enfer»).
Conozco personalmente a uno de los Abogados sin Fronteras que han asesorado a la acusación en el juicio contra Duch y los detalles sobre la impasibe gelidez del personaje son escalofriantes. Cuando visitamos Tuol Sleng (y luego los «campos de la muerte» del memorial de Choeng Ek), entre los calores y los horrores salimos de allí descompuestos. Ignoro si el horror de Camboya es equiparable, estéticamente (en la acepción filosófica del término) al horror nazi. Queda claro que surge en una cultura que no conoció los dilemas y postulados planteados por El siglo de la luces, pasando de la «edad media»a la brutalidad colonial, al napalm y a la «burocracia», en un santiamén.
Nunca en la historia de la humanidad se ha vivido de manera tan cristalina y aterradora la sensación de «Año cero» como allí. Turba igualmente hablar con personas de cierta edad, que son inteligentes, hablan buen francés y preguntarse cómo habrán sobrevivido a aquello siendo «intelectuales»… La sempiterna sospecha hoy en día te asalta una y otra vez cuando vas a Camboya: «Este, en qué bando estaba?»
Estuve el año pasado visitan o los killing fields, no tenia ni idea de la historia de Cambodia y me quede impresionado.
Pero lo que mas impresionado me dejo, incluso mas que las atrocidades cometidas por los jemeres fue conocer que Pol Pot fue protegido y aceptado como líder del país por occidente durante tantísimo tiempo simplemente porque favorecía a sus intereses. E incluso los jemeres tuvieron asiento en la ONU durante muchos años!!
La catadura moral de nuestro mundo occidental es totalmente despreciable
Bueno, esto es el comunismo, ¿qué otra cosa cabe esperar?: en todos y cada uno de los sitios en los que se ha aplicado los resultados han sido escalofriantemente parecidos. Y, a pesar de todo, a pesar de las evidencias abrumadoras, siempre hay un nutrido grupo de corifeos que dicen, «Sí, lo de … (rellénese con URSS, China de Mao, Cuba, Corea del Norte, etc., etc. según corresponda en cada caso) fue un desastre. Pero es que eso en realidad no era comunismo, era (… Cada cual que ponga la pollabobada que mejor le parezca). Pero la idea sigue siendo plenamente vigente»… Aaaaamigo, LA IDEA: ya saben, el reino de los cielos, las buenas intenciones de las que está empedrado el infierno… Es un caso de ésos realmente milagroso: resulta que en todos y cada uno de los casos los presupuestos teóricos son los mismos, se leen y debaten los mismos libros, se venera hasta la imbecilidad a las mismas figuras, se aplican, con las debidas adaptaciones, exactamente las mismas recetas, con lo que no cabe extrañarse de que los resultados sean siempre los mismos. Epur, si mouve…: y sin embargo, no, eso no es comunismo… Pues nada, que no decaiga, oiga… Lee uno sobre la génesis de estos procesos, los orígenes y las formas de actuar de sus protagonistas y no deja de encontrar demasiados paralelismos con cosas que están ocurriendo ahora mismo y bien cerquita de nosotros. Que, a pesar de lo ocurrido, haya tantísimos que se sigan reclamando comunistas y que estén dispuestos a votar por ciertos partidos es como para echarse a temblar muy pero que muy en serio. Y es prueba de dos cosas, no necesariamente opuestas entre sí: que el grado de ignorancia del ser humano es insondable y que el trabajo de limpieza de imagen del comunismo es sinceramente admirable. A nadie, o al menos a nadie en su sano juicio, se le ocurriría proclamarse admirador de Adolf Hitler o tomarse en serio lo del saludo fascista. Y los que, a pesar de todo, insisten en esa idiocia tienen la aceptación que tienen, lo cual está muy bien, a qué dudarlo. Pero, como ya dije, proclamarse comunista, exhibir su simbología y exaltar las bondades de sus grandes ideólogos no sólo no produce sonrojo sino que, bien al contrario, concita apoyos y aplausos. Ya se sabe que la ignorancia siempre será superior a la inteligencia: la inteligencia humana tiene sus límites, la ignorancia no
Porque claro la «democracia» no realiza genocidios, Irak, afganistan, panama, palestina, ucrania, los balcanes… esos no cuentan, no son genocidios, son guerras para salvar la «libertad»… Pero aquí no cogemos estos casos para decir, habría que prohibir la democracia!! El comunismo parte de una base buena (y utópica) que las personas que lo pongan en practica sean perversas no deteriora la idea.
Y por favor meter a Cuba en el saco de korea del norte, cambodia, etc… pues si, al final has demostrado tu ultima frase, la ignorancia no tiene limites
Chinaski. Curioso nickname para un comunista. Más Hobbes y menos Rousseau. Su futura salud mental se lo agradecerá.
De comunista tengo poco, ya se que para ti puede ser un concepto dificil de entender pero no todo es blanco o negro, comunista o anticomunista.
Vamos a ver, Cristian, te pongo un símil fácil de entender: un ingeniero diseña un avión. La idea es cojonuda, sobre el papel el aparato es una maravilla. Lo construyen y en cuanto prueban el primer prototipo, el avión se estrella, con lo que eso significa de muerte del piloto y haber tirado no sé cuántos millones. ¿Crees que van a volver a probar otro prototipo con los mismos planos? «No, es que la idea está bien pero al ponerla en práctica…» Que es lo que vienes a decir tú y tantos otros.
Pues no, si la idea una vez puesta en práctica se demuestra que sólo lleva a la catástrofe y la barbarie todas y cada una de las veces, es que la idea no sirve. Eso debería verlo cualquiera. Cualquiera al menos con dos dedos de frente. Pero no, ahí seguimos, impasible el ademán, que decía el «Cara al sol».
La idea no sirve porque el objetivo natural del ser humano no es la igualdad, si entendemos por igualdad el igualitarismo y el que todo el mundo piense igual, es decir, lo que dice el gobierno o, en este caso, EL PARTIDO. Dime de un sólo caso, uno sólo, de país que tenga o haya tenido un régimen comunista en el que no haya ocurrido eso. En esos países se entiende por igualdad el reparto de la miseria, no otra cosa. Y nunca la igualdad de derechos, porque ya se encarga el Estado en todo momento de dejarte bien claro a qué tienes derecho y a qué no.
Si tan estupenda es la idea, ¿cómo es que nunca, repito, nunca ha habido movimientos masivos de emigración desde países occidentales o de economía capitalista hacia ninguno de esos paraísos en la tierra? Que la gente ha huido por miles y decenas de miles de esos países es un dato perfectamente contrastado, jugándose el pellejo y perdiendo la vida en el camino en muchísimos casos. Se comprende que eran imbéciles por no alcanzar a entender lo chachi que era todo en la URSS, China, Albania, Hungría, Berlín Este…
Ya aburre ese empeño en la equidistancia entre un sistema y otro, poniendo en el mismo fiel de la balanza, pongamos por caso, Afganistán y Camboya y llamando genocidio a cualquier cosa, como haces tú.
Un genocidio, tal y como se entiende en derecho internacional, es «cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal». Estos actos comprenden la «matanza y lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo, traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo». Hasta aquí la definición.
¿Cuando los EEUU entraron en Afganistán o Irak, por poner casos recientes, persiguieron de forma sistemática a grupos étnicos, religiosos o alguien por su adscripción política? Sabes que la respuesta es no. ¿Significa eso que la intervención militar en esos casos o en otros haya estado bien? Sin duda, eso ya es más discutible, pero ya no estamos hablando de genocidio sino de otra cosa. ¿Cuando la URSS invadió Afganistán en los 80 persiguió a grupos étnicos concretos o a la gente por sus ideas políticas? Sabes perfectamente, o deberías saberlo, que sí, pues exactamente lo mismo habían hecho ya en Polonia, en Hungría, en Checoslovaquia, etc. Y eso sí es genocidio.
Un palestino mata a un israelí por el simple hecho de ser judío. Como tal no tiene derecho a vivir donde vive (o no tiene derecho a vivir, a secas) y, por tanto, es un objetivo legítimo para ser aniquilado. Y eso es genocidio. Un soldado israelí no mata a un palestino por el hecho de ser palestino sino porque lleva más de 60 años mandándole bombazos a su casa día sí, día también. Y eso no es genocidio, eso es una guerra. Si hay que explicarte la diferencia entre una cosa y otra, pues nada, mejor lo dejamos. Por cierto y a propósito de los palestinos: siempre que se habla de esto se menciona Shabra y Chatila, matanza brutal no cometida por el ejército israelí sino por milicias libanesas pero sí consentida por los israelíes. Eso es una barbaridad, sin paliativos. Pero lo que mucha, demasiada, gente prefiere ignorar es que la mayor matanza de palestinos la perpetró el rey Hussein de Jordania, árabe él y en un país de mayoría palestina. ¿Por qué? Porque la OLP, con Arafat a la cabeza, estaba amenazando con arrebatarle el país y convertirlo en base permanente de sus acciones terroristas. Dicho por el propio Hussein de Jordania, no por mí. ¿Solución? Hizo matar a unos 15.000 palestinos: eso sí que es un genocidio porque los mandó masacrar para echarlos del país, explícitamente, y a día de hoy sigue siendo la mayor matanza de palestinos perpetrada desde el nacimiento del estado de Israel. ¿Significa esto que aplauda todas y cada una de las decisiones del gobierno israelí? Por supuesto que no pero tengo muy claro en qué país preferiría mil veces vivir si me tocara vivir en esa zona. Y tú también decidirías lo mismo que yo, sólo que no lo dirás porque no queda bien. Porque sabes que en todos esos países tan estupendos «amigos» de los palestinos no hay libertades democráticas ni cosa que se le parezca, ni libertad de culto (¿qué posibilidades hay de ser judío, y no morir en el intento, claro, en Arabia Saudí?) y mejor no entremos en la situación de las mujeres. Una mujer, Golda Meir, fue primera ministra israelí, o no hace muchos años lo fue Zipi Livni, las mujeres están integradas en el ejército igual que los hombres y las mujeres israelíes, en general, tienen los mismos derechos que en cualquier otra democracia occidental. En la franja de Gaza el gobierno islamista de Hamas, régimen dictatorial de partido único, permite las bodas de hombres, adultos, con niñas de 13 años, que apenas han tenido su primera menstruación. Y podría seguir con más ejemplos pero si lo dicho no deja bien claro dónde están uno y dónde los otros, bueno, ya se sabe que no hay más ciego que el que no quiere ver. Créeme, si los israelíes realmente hubieran querido acabar con los palestinos, hace rato que no quedaría ni uno: capacidad militar les sobra y no habría nadie que les fuera a parar los pies. La diferencia es que Israel en sus leyes sí reconoce explícitamente el derecho de los palestinos a tener su estado dentro de fronteras seguras y reconocidas por la ley internacional. Hamas en su constitución habla hasta 7 veces de acabar con el estado judío. No sé dónde está la equidistancia entre ambos.
Y en cuanto a la majadería de Cuba, en fin, ya aburre. Vamos a ver, desde el momento en que Castro y los suyos ganan la revolución, una de las primeras cosas que hacen es, ¡oh, sorpresa!, crear campos de prisioneros destinados específicamente para perseguir no ya a los partidarios del dictador Batista (si así hubiera sido, tendría su lógica) sino, en general, a cualquier opositor al régimen. Y en Cuba, al igual que en la China de Mao, con el sistema de los laogai, o la Kampuchea de Pol Pot, existían los campos de reeducación a los que se mandaba a los disidentes políticos a redimir sus pecados contrarrevolucionarios cortando caña de azúcar de sol a sol. Igual que cuando Franco, presos republicanos redimiendo pena de cárcel para levantar el Valle de los Caídos. Y ese tío tan estupendo que era el Comandante Che Guevara (sí, el de «la entrañable transparencia») era un homófobo de tres pares de narices que ordenó la creación de campos de reeducación para enseñarles cuatro cosas a los homosexuales. Por lo visto, ser homosexual es contrarrevolucionario. En eso no era nada original, por cierto, ya los soviéticos habían hecho lo mismo 50 años antes. Y a cuenta de todo esto miles, repito, miles de personas han perdido la vida en Cuba. Y eso es genocidio.
Ésa es la cuestión, no hay equidistancia posible entre democracia y comunismo. Y no porque ningún gobierno democrático haya cometido jamás crímenes. Decir eso es una estupidez. Quienes nos gobiernan en democracia no son ángeles, precisamente, y yo no quiero ángeles ni santos. Entre otras cosas, porque todos aquéllos que a lo largo de la historia se han presentado como puros, santos, incorruptibles y demás han demostrado con creces ser unos monstruos y unos genocidas (Cromwell, Robespierre, Stalin, Hitler, Bin Laden y un largo etcétera). Pero la diferencia, o una diferencia sustancial, es que en democracia es posible (no digo fácil; sólo posible) enjuiciar a los criminales y meterlos en la cárcel. Dime qué posibilidades hay de que eso ocurra en un régimen comunistas, donde lo que ha habido, en todo caso, son purgas, en las que se enjuiciaba y ejecutaba a supuestos o reales delincuentes pero sólo para ser reemplazados por otros delincuentes. Y eso es genocidio.
Ésa es una diferencia fundamental: del mismo modo que el cristianismo o el islam persigue a sangre y fuego al no creyente o al hereje (y qué es un hereje lo decide siempre el que manda), el comunismo persigue con idéntica saña al opositor, al contrarrevolucionario, al liquidacionista. Cuando Stalin mandó acabar con los kulaks, estableció unas cuotas de ejecuciones tan brutales que en poco tiempo cualquiera, literalmente cualquiera, podía ser denunciado como tal, arrestado y ejecutado en plan cadena de montaje industrial: el asesinato en masa, cumpliendo cuotas, no lo inventaron los nazis, aunque sin duda fueron alumnos aplicados… Y es que acabar, físicamente, con el opositor forma parte no de los defectos humanos, como dices tú: es parte consustancial del comunismo. Por eso el comunismo es genocida.
Parto de la base de que nada de lo que te diga te va a convencer pero que quede claro que yo sé de lo que estoy hablando. Tú, no.
¿Que yo soy el ignorante? Pues nada, tú mismo
Vaya tocho ridículo e infumable. A buen entendedor pocas palabras bastan…
Uff vaya tocho lleno de hechos segados, me alegro que tengas tanto tiempo libre, yo no lo tengo así que un par de apuntes rápidos.
Es curioso que cuando se habla de la URSS se habla del monstruo Stalin ( que por cierto salvo al mundo occidental a pesar de la traición posterior de USA) pero no se habla del resto de gobernantes que hubo en casi 80 años de comunismo.
Cuando se habla de cuba se habla de persecuciones en un país que vivía bajo una dura dictadura, pues solo faltaba que no se persiguiese a los culpables, pero no se habla que a día de hoy a pesar del bloqueo en cuba es el país de america latina con menor indice de muerte de niños, o que es un país sin analfabetismo, etc, etc…
Hablas del Che y su homofobia, lo mas destacable desde luego de todo lo que represento el Che, pero claro en los años 50 el resto del mundo era un harem para los homosexuales, en algunas estados de USA todavía es ilegal besarse entre 2 hombres en la calle y en la calle no solo los homosexuales tenían problema, preguntares a los negros como se vivía allí, pero eh, el Che tenia que ser un hombre del Siglo 21 en ese momento
Leo sobre Israel y parece la panacea, pero no oigo hablar de los judíos ultraortodoxos (mucho peores que los radicales islámicos) ni de la expansion de las colonias (colonia, expresión de 100 años atrás)
Bin laden o hitler en el mismo saco otra vez… pues si bin laden es un monstruo, mando estrellar un avión y mato a 2000 personas inocentes, Obama es premio Nobel de la paz y manda bombardear países asesinando a decenas de miles de personas…
La eterna demagogia occidental, lo nuestro bueno, los demás son malos, todo es blanco o negro, mientras tanto tu puedes seguir aprendiendonte los nombres y datos que te interesan de memoria para intentar mostrar tu sesgada opinion, enhorabuena
«Un palestino mata a un israelí por el simple hecho de (…)»
Alucinante hasbará sionista
Qué espantosa mezcla de ignorancia, ceguera, adoctrinamiento y fanatismo identitario
talmente pareces un estalinista
yo no veo la diferencia entre un ciego estalinista y un ciego sionista, los dos son capaces de justificar brutalidades inspirados por fantasías
Y tú llevas el nombre de «Yeshayahu», qué cosas
El comunismo agrupa tantos genocidios (Holodomor, El Gran Salto Adelante, Camboya) que debería ser un concepto proscrito a día de hoy. Sin embargo goza de una gran salud que asusta. El debate no es izquierda/derecha sino democracia/populismos y libertad/totalitarismos, del signo que sean. Basta de crear «frentes» de «buenos» contra «malos», que parece que no aprendemos de la historia nunca.
Interesante artículo. Conocer la historia de Camboya te deja perplejo, y viajar a ese país, pisar esos mismos lugares en los que ocurrieron esas barabaridades, consigue que no pares de hacerte preguntas sobre el límite de la insensibilidad humana. Estuve allí, y precísamente estoy inmerso en la descripción de aquello, las tres últimas entradas de mi blog están relacionadas con ello, y aún escribiré al menos un par más sobre ello. A riesgo de de parecer un troll, os dejo el enlace por si os interesa.
http://mimundodescalzo.blogspot.com.es/
Saludos!
A nadie se le escapa el intento, más o menos sutil, de equiparar a los Jemeres Rojos con Podemos, haciendo énfasis en que las ideas comunistas conducen invariablemente al genocidio orquestado por una vanguardia de intelectuales ilustrados. Es decir, es lo mismo que hizo Hermann Tertsch pero en modo hipster en vez de facha, y no por ello deja de ser patético para los que sabemos leerlo.
PD: La abolición del absolutismo y la implantación de la sociedad burguesa, por ejemplo, se produjo exactamente por los mismos medios que acabo de citar antes y que solo parecen ser reprobables si van orientados hacia el socialismo. Un poco de coherencia.
PD 2: No simpatizo con Pol Pot ni los Jemeres Rojos. Por si acaso.
Niños de buena familia: Check.
Estudian en buenos centros: Check.
Terminan dando clases en la Uni*: Check.
Abrazan el comunismo: Check-Check-Chek.
Les mueve el resentimiento a ellos y a sus seguidores: Check-Check-Chek.
Se creen investidos con la superioridad moral: Triple Check con queso.
La mayoría fueron o son unos genocidas: Aquí discrepo Sr Rabtan, porque a diferencia de los pobres camboyanos, la sociedad española no se va a quedar con los brazos cruzados si estos iluminados intentan llevarlos al matadero.
Un cordial saludo.
*PD 1: Currar en la Uni, sí, pero sin cansarse, ojo!:http://vozpopuli.com/actualidad/52855-errejon-deja-su-trabajo-tras-nueve-meses-cobrando-1-800-euros-sin-apenas-dedicacion
PD 2: El intento de equiparar Podemos con Genocidas Comunistas no es «más o menos sutil «como indicas, sino obvio y por tanto fácil.
«El intento de equiparar Podemos con Genocidas Comunistas no es “más o menos sutil “como indicas, sino obvio y por tanto fácil.»
Y por tanto,ridiculoes como comparar al PSOE con el NSDAP por aparecer el rojo en su logo y la palabra socialista en su nombre.
Magnífico artículo, si obvias que está firmado por un tío que aburre a las musarañas en su Twitter atacando el discurso podemita y su relación con el comunismo.
Qué miedo da no poder clasificar lo desconocido, ¿eh, Tsevan?
¿Desconocido? Esos «círculos» y sus líderes llevan muchos meses exponiéndose en todos los medios. Desde que aparecieron en la Red con sus tuerkas y sus fort apaches, lo difícil habría sido no conocerlos.
Es cierto que hay opiniones encontradas: mientras ellos mismos han mostrado su ideología marxistaleninistasocialistabolivariana a todos los que hayan querido conectarse a sus webs y a sus shows televisivos, comunistas conspicuos como el actor Toledo los consideran ‘traidores’ a la ortodoxia.
Esperemos que los ortodoxos toledistas no los lleven a la guillotina si acaban tomando el «palacio de invierno»…
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A partir del concepto de genocidio, “cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal», y al que yo añadiría, también, ideológico, lamento constatar que aquí nadie ha hecho referencia a lo que ocurrió en nuestra patria con las personas (y sus familias e incluso amigos) de una determinada forma de pensar o entender la vida a partir del verano de 1936, y durante un buen saco de años. Y a la canalla autora de la traición asesina el tiempo se la llevó sin una palabra de arrepentimiento, aunque solo fuese por equipararse con otras derechas europeas, y con los bolsillos llenos, y aquí quedaron sus alevines para aprovechar el fruto robado y su puesto social generado desde la sangre de quien no tenía ni tumba.
Y todavía a ésta alturas hay quien distribuye miedo, no sea que estos nos quiten el adosado en Gandía. ¿Que no tiene que ver? Eso es lo que os parece.
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Stefan Zweig antes de suicidarse terminó de escribir «el mundo de ayer, memorias de un europeo», y escribe que fue en España en el verano de 1936 cuando vio que todo estaba perdido, y alarmado y asustado intentó explicárselo a sus amigos de Viena sin éxito, no le hicieron caso y acabaron en los campos de exterminio
Pero aquí no acaba la cosa, en 1948 los sionistas estaban imponiendo el terror
Es fascinante ver cómo la historia se repite (y de paso ver cómo la cronología cristiana y su tiempo lineal es difícil de creer): el imperio persa y «la tierra de Canaan» (ca. 500-450 aC) el imperio británico y Palestina (ca. 1917-1947 dC)
Y es terrible ver monstruosidad tras monstruosidad:
-el genocidio de los cristianos armenios
-el terror desatado en españa por los que dormían en sábanas limpias y el largo silencio de las cunetas y los cementerios franquistas
-el exterminio del pueblo yiddish, los judíos europeos, gitanos y disidentes
-el terror estalinista en la URSS
-el terror desatado por los sionistas en palestina
-el infierno que crearon los jemeres rojos
-las brutalidades imperiales de los USA
-el terror de la triste comedia euskalerriaca/euskosionista
a los euskalerriacos no les faltaba inspiración bíblica, pero el «ángel purificador/exterminador» no triunfa sin apoyo imperial, para ser un sionista auténtico un imperio te tiene que encomendar o regalar una tierra. Los persas le dieron a unos arameos los fueros -los «kidinnutu»- de la provincia de Yehud, y el imperio británico le entregó palestina a los sionistas, luego rectificaron y surge la idea de «partición»
Ya veo en la primavera de 2016 desalojar Madrid, para «reeducar» a la población en campos de trabajo: sobre todo ejecutivos, banqueros, parte del funcionariado, burgueses (la clase alta todos) etc..
La historia desgraciadamente siempre se repite.
Tufillo de alcantarilla es lo que se expresa aqui, lagartos y toda clase de intelectualucho, enredando cada vez el rumbo liberador de los explotados y oprimidos. Estos academicos embrutecidos, vomitos negros, se dan a la tarea de hacer trabajo para la burguesia y proteger su sistema imperialista.
¿ como acabar toda esta produccion de basura ? no es dandoles debate, pues son voceros de los reaccionarios y solo es eliminandolos como va a ocurrir con la dictadura del proletariado. Los obreros avanzados y su gran aliado los campesinos entienden bien la clase de trabajo de estos reaccionarios recalcitrantes y tienen bien puesto el ojo en la mira!!!
Entristece ver lo inteligentes y educados que eran esos hombres y a pesar de eso todo el mal que hicieron.
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