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¿Cuánto vale la vida de un animal?: «Personality goes a long way»

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Fotografía: Stuart Caie (CC).

Es raro que la actualidad brinde a los aficionados a la filosofía moral la oportunidad de movilizar sus oscuras pasiones, pero el caso de Excalibur, el perro potencialmente afectado por ébola tal vez sea una de ellas. A pesar de que —notablemente, en relación con la tauromaquia— el debate sobre los derechos de los animales sale de forma recurrente a la escena pública, en la historia reciente de nuestro país nunca se había puesto tan de relieve la posibilidad de que exista un conflicto entre la vida humana y la de un animal.

Ridiculizar la expresión pública de ciertas posiciones «animalistas» es bastante sencillo y cuesta bien poco, posiblemente porque hasta el momento no ha habido una articulación de sus planteamientos coherente dentro del debate público en España. Sin embargo, el laberinto sobre el estatus moral de los animales, y por extensión el de los humanos, es muy oscuro (una revisión aquí  ) y es fácil perderse en él (el catedrático de filosofía Jesús Zamora Bonilla escribió hace tiempo una serie defendiendo el toreo con ideas que merece repasar: IIIIIIIV, para ver las sutilezas del problema). En este artículo intentaré articular por qué la crítica especista de la ética estándar tiene sentido y cuáles son sus límites. Además, propondré un marco para estructurar el debate.

¿Qué hace a los humanos únicos desde el punto de vista moral? Había una época en la que esta era una pregunta sencilla de responder. La metafísica cristiana, o de inspiración cristiana, como la de Descartes, nos sugería que los humanos teníamos un alma inmaterial, y del alma pendían la voluntad y el sentido moral; los animales en cambio carecían de ella. El dualismo mente-cuerpo es hoy una filosofía desacreditada bajo el influjo de la ciencia moderna, que ha sido reemplazada entre los filósofos por alguna variedad de funcionalismo  o monismo. Hoy sabemos que los estados cerebrales afectan a los estados psicológicos, que la fisionomía y la psicología están íntimamente ligadas y que las depresiones se pueden curar con medicación. Todo esto hace difícil sostener la existencia de un alma inmaterial.

Esto ha llevado a las ciencias cognitivas a descubrir que las diferencias que existen a un nivel físico y biológico entre los humanos y otras especies son en realidad mucho más pequeñas de lo que creíamos. Por ejemplo, es posible que, para una definición razonable de intencionalidad, muchas otras especies tengan alguna forma de ella. Todo esto nos deja una muy fea conclusión para nuestra intuición moral de que los seres humanos tenemos un claro estatus de superioridad moral frente al resto de especies.

Si el lector no está aún persuadido de lo insatisfactorio de la ética simplemente basada en el sentido común, vale la pena mirar esta idea con un poco de perspectiva histórica. El filósofo Peter Singer revolucionó la filosofía moral moderna cuando planteó en su Expandiendo el círculo una perspectiva evolucionista de la ética. Desde su punto de vista, las sociedades humanas habríamos evolucionado hacia una mayor complejidad para actuar de forma cada vez más inclusiva, cada vez más compleja y, desde ese punto de vista, la extensión del reconocimiento moral (el «círculo de reconocimiento») es una ventaja moral evolutiva. Habríamos por tanto ido desde incluir solo personas de nuestras familia, miembros de la misma tribu, de la misma comunidad, el mismo país, hacia las mujeres, hacia los esclavos y finalmente hacia alguna concepción más o menos universalista de los derechos «humanos». En retrospectiva, estas extensiones nos parecen de cajón, pero es importante subrayar que en el origen no lo eran en absoluto. El paso siguiente parece obvio: el reconocimiento de cierto estatus moral para los animales, y en particular para los grandes simios que, por su cercanía evolutiva, probablemente tienen facultades cognitivas (para sufrir o sentir) no muy distintas de las de los humanos.

Estamos, como anticipamos, en un laberinto en el que las personas con una cosmovisión materialista —por oposición a animista o espiritual— necesitamos encontrar una forma de reconstruir nuestras intuiciones morales de una forma que sea compatible con esa cosmovisión. Empezamos el artículo con la promesa de una propuesta para estructurar el debate y aquí va: la forma razonable de entender la ética es como una forma de emotivismo moral, basado en la empatía. El argumento es como sigue: los humanos tenemos capacidad de empatizar, («ponernos en la piel de») de otros seres, una capacidad emotiva que hemos desarrollado gracias a muchos condicionantes y que normalmente disciplinamos gracias a nuestro raciocinio. Esta capacidad de empatía es precisamente el «círculo expansivo» del que habla Singer: nuestra capacidad para considerar a cada vez más seres como nuestros iguales no ha hecho más que crecer evolutivamente. Lo que hace acreedores a otros seres de reconocimiento es la empatía que hemos desarrollado, intersubjetivamente, hacia ellos. Esto es en esencia una reinterpretación «naturalizada»» del imperativo categórico kantiano o el argumento del velo de la ignorancia rawlsiano, como la que plantea el matemático Ken Binmore , donde conseguimos resolver el problema del perímetro en el que se puede incluir.

Entender la ética así puede plantear ciertos problemas internos a las concepciones morales establecidas. Si lo que rige las convicciones morales es la capacidad, subjetiva, de empatizar o simpatizar, entonces es necesario olvidarse de ningún tipo de absoluto moral externo universalmente aplicable. En particular, es imposible no tomarse en serio los afectos personales de cada uno como algo que debe tenerse en cuenta, una idea que ha sido defendida recientemente por el filósofo Stephen Asma en un libro con un título muy provocador Against fairness. Este sistema de gradaciones morales puede llegar a ser problemático, porque pone sobre la mesa la posibilidad de que no todas las vidas merezcan la misma consideración. Pero, nos replicaría Asma, se trata de un hecho real en la vida: todos damos más valor a nuestros amigos cercanos que a los desconocidos; reaccionamos de forma distinta cuando muere en un accidente aéreo un nacional que un extranjero, o consideramos de forma distinta las desgracias ajenas según lo cercanas que nos queden. Lo único que estaríamos haciendo es traer los criterios que rigen este tipo de afectos dentro de la discusión.

Si traemos un criterio de este tipo al problema del estatus moral de los animales, el caso de Excalibur es especialmente interesante porque posiblemente los animales de compañía son las especies hacia las que los humanos desarrollamos mayor simpatía. Los dueños de gatos o perros desarrollan relaciones de empatía y de interacción directas con ellos, se sienten unidos a ellos de una forma muy cercana a como lo harían con muchos seres humanos. Como diría Samuel L. Jackson en Pulp Fiction «los perros tienen personalidad, la personalidad debería contar». No parece entonces del todo descabellado que desde su perspectiva estos animales merezcan algún tipo de reconocimiento moral.

Todo esto nos sitúa en las incómodas coordenadas de las zonas grises, donde nuestra intuición moral parece indicarnos que las vidas humanas merecen una consideración mayor que las de otras especies, pero donde, a la vez, la posición según la que existe una ruptura tan radical de la continuidad de la topología moral entre especies parece difícil de sostener. Entre ambos puntos, existe un compromiso de posturas en cuya identificación posiblemente debe situarse el debate.

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26 Comments

  1. David González

    Gran artículo, Luis.

    Has planteado varios puntos que llevan rondando mi cabeza varios días, pero el que más ha resonado ha sido el que se refiere a la evolución de nuestra percepción en relación a las mujeres y los esclavos -visualizándolo en relación a nuestra interacción con los animales-.

    Es absurdo pensar que la convenciones sociales de nuestro tiempo se mantendrán por los siglos de los siglos, porque nunca ha sido así. Y en cierto sentido me alivia pensar que, con el paso del tiempo, los animales irán ganando su espacio y la dignidad que merecen.

    Yo no sé el valor que tiene la vida de una animal, pero tampoco sé si la vida humana tiene alguno. Nuestra especie es muy dada a montarse películas antropecéntricas que, tarde o temprano, han acabado -o acabarán- por erosionarse.

    • Lorena

      Buen artículo y totalment de acuerdo con David González.

      Desde mi punto de vista la mayor valia de una vida humana viene dada por nuestra inevitable vision antropecéntrica.

      También pienso que evolucionamos hacia una vision un tanto «egocéntrica» y a la vez inclusiva: mi perro es mas cercano a mi y aunque sea de otra especie, su cercania a mi vale màs que el hecho de que él pertenezca o no a la raza humana.

  2. Interesante. La aproximación al debate más seria que he leido hasta ahora.

    Estando de acuerdo en que hasta ahora la ética ha ido ampliando su círculo de acepción desde el ámbito familiar al de la completa humanidad a mi no me parece tan obvio que el siguiente paso sea el de los grandes simios.

    Si entendemos que el camino hasta ahora fue imperfecto y que excluir de nuestros derechos a humanos por su ciudadanía, como los romanos, color, sexo, raza… ¿Porqué seguir un camino por etapas? Si efectivamente el círculo de aceptamiento se va a extender fuera de la raza humana, cosa que no afirmaría como la dirección correcta, por qué se va a realizar repitiendo las injusticias del pasado?

    (Inciso, creo necesario separar los conceptos de derechos, empatia y preocupación que genera, nos genera más preocupación la muerte de la trócola del motor de nuestro coche que la muerte de un efermo en Taiwan, nos genera mas empatía nuestra mascota que el mismo enfermo, pero aunque nos preocupen más, creo que estamos de acuerdo que ese hipotético humano desconocido en Taiwan está por encima en cuanto a derechos que la mascota y el objeto, aun cuando nos genera menos preocupación)

    Volviendo a la cuestión, lo que hemos hecho hasta ahora es ampliar a quien consideramos iguales, a la familia, a la tribu, a los ciudadanos de la Polis, del Imperio Romano, la cristiandad y así hasta englobar a todos los seres humanos, ¿es realmente incluir a otras especies animales en el grupo el siguiente paso? Yo creo que no, pero es solo mi opinión, y caso de acerlo, porque vamos a seguir empleando el arbitrario criterio de la simpatía, un chimpacé no es superior a una cucaracha, no es más evolucionado que una bacteria X, ni más adaptable, la inteligencia es una caracteristica que no es más especial que la capacidad de volar o la de hacer la fotosíntesis. No existe un ordenamiento de los seres vivos en cuanto a superior e inferior, tan valioso es un chimpancé como un helecho o E. coli. Concedo a mis congéneres unos derechos y los recibo de ellos no en valor a una inexistente superioridad biológica, si no a que compartimos especie. Ni mas ni menos.

    No somos superiores a otros animales, solo más inteligentes, pero esa característica no hace superior, ni siquiera nos hace mas adaptados al medio, es un parámetro que fijamos nosotros porque somos buenos en ello, pero un pez diría que nadando no valemos una mierda y que por tanto él es superior.

    Creo que el círculo ya engloba a todos los miembros de nuestra especie, hay que centrarse en que se cumpla efectivamente este marco ético, a otros animales les concedemos derechos en función a nuestra relación con ellos.

    Por último señalar una perogrullada pero que a veces se olvida. Los derechos no existen en si mismos, son una idea humana y por tanto los derechos animales emanan de los humanos. Los animales tienen los derechos que queramos darles. Podemos incluso darles los mismo derechos que nos damos a nosotros, (mi ficus agradece la inviolavilidad de su correo) pero nunca podremos hacer que sean nuestros iguales biológicos.

  3. Gracias por la referencia!!!

  4. ¿Que en el animalismo «no ha habido una articulación de sus planteamientos coherente dentro del debate público en España»? Anda usted bastante desinformado. Le recomiendo que repase por ejemplo los videos de las comparecencias de la plataforma Prou! en el Parlament de Catalunya. Que por si no lo sabía, llevaron a la abolición de la tauromaquia en Catalunya. Si no hubo articulación coherente, pues no sé entonces por qué se consiguió. ¿Casualidad?
    Donde desde luego no hay articulación coherente es en el especismo y maltrato animal, que suele aferrarse a conceptos tan vagos como «tradición», «costumbre», «identidad» o «ley de la naturaleza».

    • No nos hagas hablar de por qué se han prohibido los toros en Catalonia. No nos hagas hablar. Vaya comentario, se descalifica solo de arriba a abajo.

    • Valhue

      Tres días de debates en el Parlament de Catalunya a lo largo de los cuales NADIE, ningún partido, ni el PP ni ERC, sacó el tema nacional en el asunto de los toros… y la versión del asunto que ha cuajado en el resto de España es que «los putos catalanes prohibieron los toros por su eterno odio a España».
      Y luego, claro, el independentismo es causa de una ciudadanía a la que le han comido el coco y esto lo sabemos en España porque estamos informadísimos de todo lo que pasa en Cataluña. Pues eso.

      • DeBoers

        Lo cierto es que es difícil no darle un cariz político al asunto, especialmente cuando no se han prohibido en Cataluña otras tantas festividades taurinas acaso más crueles con el animal que la misma tauromaquia.

        Las cosas, por su nombre.

  5. Haegar

    Hombre, si la tauromaquia se ha prohibido en Cataluña, no será sólo por compasión animal. Es obvio que existen unas razones ideológicas y políticas (aversión a España) y por tanto es un mal ejemplo, el animalismo en este caso no ha sido más que una excusa bastarda. Otra cosa es que habláramos de la oposición a la tauromaquia en toda España.

    Por lo demás, estoy de acuerdo con Momo en que las leyes son cosa del hombre y que por tanto a los animales se les pueden dar los derechos que el hombre quiera. Y cuando decimos «dar derechos» me quedo con la duda de si es correcto expresarlo así. Por que las leyes no sólo las crea el hombre, es que son para el hombre. Si le damos derechos a un esclavo, por ejemplo la libertad, ese esclavo es consciente de que recibe ese derecho (y también las obligaciones que conlleva su nueva condición de hombre libre). Un perro, un toro o un mono no saben que tienen ese derecho. De hecho no se plantean lo que es un derecho (salvo que la ciencia me lo demuestre, pero yo diría que no). Por tanto, cuando hablamos de «derechos de los animales», creo que hay que dejar claro que se trata de un abuso de lenguaje, quizás deberíamos dejarlo en «los animales tienen leyes que los protegen». De obligaciones (deberes) simplemente no cabe hablar, un animal no tiene más obligaciones que las que le marque su instinto o su dueño si hablamos de animales amaestrados. Un ejemplo claro es que si un perro muerde a una persona, es su dueño el que pagará la multa o irá a juicio, nunca el perro. Igualmente si una persona maltrata a un animal y la legislación lo prohíbe, el que hará valer los derechos del animal será otra persona, una organización o el estado, nunca el propio animal.

  6. Es curioso como quienes tienen animales de compañía y suelen atribuir el mismo valor a la vida de un animal que a la de una persona, caen en la incoherencia de tener a un animal en propiedad, privado de libertad.

    • David González

      Y también es curioso que los que no le suelen atribuir el mismo valor a la vida de un animal que a la de un ser humano, suelen caer en todo tipo de demagógicas descalificaciones.

      Los animales «de compañía» son animales socializados y hechos al contacto humano y a la vida «urbana» (por llamarla de algún modo). Si se los cuida debidamente no ansían libertad, ya que no son guepardos que hemos ido a cazar para meterlos en nuestro salón por la fuerza.

      Hace ya bastantes miles de años que esas esas especies «se juntaron» a nosotros; sin contar que la inmensa mayoría de ellos no sobrevivirían en libertad.

      Documentarse suele venir bien para debatir.

      • Estoy totalmente de acuerdo con que documentarse va bien para debatir. Podría empezar por buscar en el DRAE la palabra demagogia para usarla adecuadamente.

        «Si se les cuida debidamente no ansían libertad». Le envidio la capacidad de leer el pensamiento a sus animales domésticos. O quizás sólo se intente autoconvencer para no sentirse mal.

        Todos los animales domésticos fueron en su día tan salvajes como los guepardos hasta que los «juntamos» a nosotros mediante la caza y posterior cría y cautiverio.

        «La mayoría de ellos no sobreviviría en libertad». Digo yo que si hemos conseguido algo tan difícil como reprimir el instinto de supervivencia de algunos animales, seguro que tb encontraríamos la manera de reintroducirlos en su hábitat.

        Pero bueno, en el fondo coincidimos los dos, aunque usted no lo sepa. Usted no valora igual la libertad de una persona, que la de un animal.

      • Lorena

        Depende del dueño, pero… Cuántos padres hay que privan a sus hijos de libertad?

    • Miquel Àngel

      TE vamos a dar el premio a la indigencia intelectual. Te recomiendo que veas un capítulo de Cosmos que precisamente habla de los animales de compañía, en concreto los perros. Sabes perfectamente dónde terminará un perro o gato en libertad, en parte gracias a gente como tú.

      • terminara, adoptado o sacrificado, pero nadie tiene la culpa es la evolución, echar la culpa a alguién es estupido, cada uno que intente hacer lo correcto.
        ¿Tu eres mejor que a quién criticas?
        ¿Qué haces por paliar el desequilibrio, entre naturaleza y evolución humana?.

  7. Joseph

    La filosofía moral moviliza sus oscuras pasiones dice… es que entonces toda la filosofía es oscura y pasional… y porque no?, si básicamente es humana.

    Veo que aportó muchos referentes, pero de debate nada, «haganse ustedes bolas»…

    Prosigo, decir que el debate sobre este tema si que nos plantea una revisión sobre nuestra muy particular ética.
    Y esas aristas están condicionadas por una topología muy específica: la cultura.
    Entendiéndola como multiculturalidad.
    Lo que para algunos países bárbaros, China por ejemplo, es normal y cotidiano (criar perros y ratas -entre otras especies- para consumo humano), para nuestro contexto eso sería chocante.

    Después de todo, hace tiempo ya que hacemos de perros y gatos, parte de nuestra familia.
    Como permitiría yo que fulanito de tal se mostrara hostil con mis perros?, prácticamente es una forma velada de agresividad, contra mí!

    Símil: En EEUU es común órdenes de pena de muerte a perros con conductas agresivas, los dueños lloran como magdalenas, amén de interponer procesos legales.

    La evolución continúa a su paso, en esto de humanizar a las especies domésticas más afines a nosotros.

  8. Sil Kita

    Es curioso como se empatiza antes con las vidas de animales ajenos a la nuestra propia que con la vida de personas que nos resultan ajenas.

  9. aventurero

    Aclaro que soy defensor de que los animales tengan ciertos derechos y que estoy a favor de que la mujer pueda decidir si abortar o no, pero me surge una duda:

    Puestos a extender esa empatía hacia el reino animal… ¿dónde estará el límite? ¿existirá ese límite? ¿terminaremos concediendo derechos a animales bastante menos complejos que un feto humano?

    • amigaanim

      Todo lo que aprobamos como sociedad en forma democrática es bienvenido por la mayorías, aunque siempre haya minorías en contra. Para el hombre primero es el hombre, no hay duda de ello y si para sobrevivir hay que pasar por encima de cualquier clase de animales o seres lo haremos, y si en nuestro vivir es nuestro gusto proteger a ciertos tipos de animales o dar derecho de matar a otros tipos de animales también lo haremos por aprobación de mayorías, pero siempre será cierto que el egocentrismo del hombre no terminará, nos vale lo mismo una planta que un perrito, o una serpiente que una cucaracha, inclusive nos vale la vida de otro ser humano si se trata de sobrevivir e incluso hay legislaciones sobre ello (legítima defensa). Así que hablar de defensa de otras especies solo depende de nuestro agrado por esas especies, nuestro beneficio en esas especies y las legislaciones que hayamos elaborado, no se trata de verdaderos derechos o de moral ni de ética.

  10. DeBoers

    «Ridiculizar la expresión pública de ciertas posiciones «animalistas» es bastante sencillo y cuesta bien poco, posiblemente porque hasta el momento no ha habido una articulación de sus planteamientos coherente dentro del debate público en España».

    Uyuyuy, cuánta irritante condescendencia.

  11. Cristian

    No estoy a la altura de tan interesante debate, pero me llaman mucho la atención las paradojas que plantean Fer, aventurero y Sil Kita. Personalmente, he sentido impulso de pensar gracias a sus mayores o menores retos. Y creo que los tres son irritantes de puro choque con nuestros valores culturales. Gracias a todos.
    PD: se puede disentir sin ofender o insultar. Y además hace más entretenido debatir, aprender, madurar, compartir y disfrutar… claro que si uno viene cabreado de casa, ya es otra cosa. Y en general, el espejo funciona: el amable recibe amabilidad y el otro, lo otro…

  12. viejotrueno

    Filósofo español de referencia para esto: Íñigo Ongay

  13. Lo relevante para este asunto no es si los animales tienen intencionalidad o no (intencionalidad, en el sentido técnico la pueden tener hasta objetos: http://web.mit.edu/abyrne/www/intentionality.html) sino si tienen o no conciencia y cuáles son las caracterísiticas de la misma. Por otro lado, el «influjo de la ciencia moderna» también ha llevado a unos cuantos al epifenomenismo y al dualismo.

    • El Autor

      Hola,

      Si, lo que dices tiene sentido, pero no he matizado este tema por razones de espacio y porque tiendo a pensar que las dos cosas están íntimamente relacionadas, es decir, pienso en la conciencia como un atributo conductual, no como uno introspectivo.

      Mi opinión es que al hablar de ética hay varias cosas que se pueden lanzar al debate. La ética sirve para disciplinar el comportamiento, así que sin intencionalidad no hay responsabilidad moral. Por otro lado, la consideración de si tienen dignidad podría tener que ver con la capacidad de experimentar sufrimiento. Finalmente, está la consideración de otros seres como similares a nosotros, por razones emocionales o no necesariamente científicas que, me parece, no son irrelevantes (por lo que digo de Asma).

      Un saludo y gracias por el comentario

      Luis

  14. Pingback: Todo lo que siempre quiso saber sobre feminismo y nunca se atrevió a preguntar (parte III): el feminismo de la diferencia y la "ética del cuidado"

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