El último baile

Guillermo Ortiz: Darko Milicic, de acosador de árbitros a émulo de Limonov

Darko Milicic. Foto: k1k0.com (CC)
Darko Milicic. Foto: k1k0.com (CC)

Después de perder en la prórroga su segundo partido de la fase de grupos, lo que quedaba claro era que Serbia no iba a clasificarse directamente para cuartos de final. Aquello empezaba a ser lo habitual en una selección tocada por el fracaso de 2005 en casa y que no había levantado cabeza en 2006, antes al contrario. Como prueba de fuego para los jóvenes Teodosic, Velickovic, Markovic o Tepic, el Eurobasket de 2007 podía tener algún sentido iniciático, pero para veteranos como Jaric o Gurovic, llamados a tirar del equipo, el campeonato estaba siendo un fracaso absoluto.

En medio de todo esto quedaba Darko Milicic, el poderoso pívot por entonces de los Orlando Magic, a punto de completar su fichaje por los Memphis Grizzlies de Pau Gasol. Milicic tenía solo veintidós años pero se le llevaba exigiendo como estrella desde que fuera elegido sorprendentemente con el número dos en el draft de 2003 por los Detroit Pistons, el mismo draft que vio como Carmelo Anthony, Chris Bosh y Dwyane Wade eran elegidos inmediatamente después del serbio. Milicic era un diamante en bruto que todos esperaban pulir pero que tenía mucho más de bruto que de diamante. Zurdo de corpachón enorme y con un tiro de media distancia aceptable, aquel «rookie» conoció todos los banquillos de la NBA en su primera temporada, relegado por Larry Brown a un ostracismo total.

Si a Dumars no le echaron a palos de Michigan por pensar que lo que necesitaba el equipo era un serbio de dieciocho años que apenas había jugado dos temporadas en el Hemofarm fue simplemente porque aquel año los Pistons ganaron el anillo con Chauncey Billups como MVP y Ben Wallace dominando los tableros. La broma de Milicic dejó de tener gracia cuando en los siguientes años, fuera por lesiones, por inadaptación o por pura inmadurez, siguió sin contar para el entrenador. En ninguna de sus tres temporadas en los Pistons conseguiría pasar de los siete minutos por partido, eso cuando directamente no jugaba o no se vestía.

Con todo, en 2007, jugar en la NBA era jugar en la NBA y eso daba un estatus. Un número dos del draft de 2,13 y 22 años siempre iba a ser una posible estrella a tener en cuenta. En el primer partido del Eurobasket, contra Rusia, se vio completamente desbordado por Kirilenko y Morgunov. El mítico «Moka» Slavnic no conseguía desde el banquillo transmitir su energía competitiva y tampoco lo conseguiría un día después, contra Grecia, la derrota en la prórroga de la que hablábamos al principio del artículo. Esta vez sí, Milicic estuvo a la altura de las expectativas con 17 puntos, 6 rebotes y 3 tapones en 39 minutos. No sirvió para calmar sus ánimos.

«Si alguno tiene hija, me follo a su hija»

El arbitraje tuvo sus cosas, como siempre. Una eliminación de Gurovic algo polémica, jugadas bajo los aros que podían haberse pitado en una dirección o en otra… lo habitual en un Grecia- Serbia, vaya. Sin embargo, Milicic salió de la pista encendido, se dirigió a la zona mixta y tras la inofensiva pregunta por sus impresiones generales del partido empezó ya fuerte: «Nada, estos tres árbitros de mierda nos han robado la victoria. Esos tres maricones, esos tres mierdas se creen que son alguien» y ya, sin parar, rodeado de grabadoras, las palabras que le perseguirían durante su carrera: «Voy a volver y a follarme a las madres de los tres, esto es lo que les tengo que decir: ¡maricones!».

En ese momento, uno de los periodistas serbios alerta del lenguaje y pide un poco de calma al gigante pero Milicic no está para tonterías: «Son unos mierdas, que me coman la polla, eso lo podéis escribir, estaban acojonados y no pitaron nada. Me voy a follar a sus madres, a las madres de los tres, y si alguno tiene hija, me follo a su hija». Esa sucesión enloquecida de madres, hijas y árbitros italianos tenía un aire de familia a aquello del pito de Benito Floro, pero con una alevosía inaudita. La FIBA no supo qué hacer así que no hizo nada, tan solo ponerle una multa de 10 000 euros. Milicic pasó de ser un jugador sobrevalorado a un idiota en apenas un minuto. Jugó el último partido, ante Israel, y no solo lo jugó, contraviniendo toda lógica, sino que fue la estrella del equipo con 18 puntos, 13 rebotes y 4 tapones.

Serbia perdió y quedó fuera del torneo.

El traspaso a los Grizzlies no mejoró las cosas. Después de un par de incursiones en los play-offs, Memphis volvía a ser la peor franquicia de la NBA pese al trabajo de Pau Gasol y contaban con el serbio para convertirse en el complemento eficaz al poste bajo que nunca fuera Stromile Swift, otro bala perdida que jamás llegó al nivel esperado. Los Grizzlies contaban con Iavaroni como entrenador y ficharon a Juan Carlos Navarro tras largas negociaciones con el Barcelona. Nada resultó. El equipo volvía a perder sesenta partidos y parte de culpa en ello tuvo la marcha a mitad de temporada de Pau a los Lakers.

Gasol y Milicic ya habían tenido un pequeño enfrentamiento mediático antes del Eurobasket, cuando se publicó que el serbio había expresado su preferencia por jugar contra el español, «porque es un jugador muy blando». En cuanto firmó por la misma franquicia, por supuesto, negó todo tipo de declaraciones, pero la relación se mantuvo fría y de hecho Milicic siempre intentó dar lo mejor de sí ante Pau, como si le debiera algo. Su estancia en Memphis quedó en unos 7 puntos y 6 rebotes por partido y un posterior traspaso a los Knicks, donde jugó ocho partidos —¿quién no ha jugado alguna vez ocho partidos con los Knicks en estos años locos?— y fue inmediatamente enviado a Minnesota.

El repunte frustrado por las lesiones

Cuando llega a Minnesota en 2009, todo el mundo tiene claro que Milicic no llegará a ser nada parecido a una estrella; él, el primero. Su carrera con la selección, sin saberlo, ya ha acabado: aquel verano, Serbia había sorprendido al mundo llegando a la final del Eurobasket redoblando su apuesta de 2007 por la juventud. A los mencionados Teodosic, Tepic, Markovic o Velickovic se les unieron Radulijca, Perovic, Macvan o Krstic. No había sitio para el polémico Milicic en esa Serbia y tampoco lo habría en 2010, cuando fuera el propio jugador el que renunciara para poder entrenar con los Minnesota Timberwolves y mejorar su juego.

Minnesota pintaba como el último tren al que agarrarse: Milicic se consolidó como pívot titular de una franquicia en reconstrucción tras la marcha de Kevin Garnett y aunque seguía mostrando limitaciones en ataque, digamos que era fiable en el rebote y contundente en el tapón. La temporada 2010/11 fue la mejor de su carrera, con 9 puntos y 5 rebotes en más de 24 minutos de juego. Aquel verano tuvo la oportunidad de volver con Serbia al Eurobasket de Lituania pero Ivkovic le acusó de poco compromiso. Cabreado como en él era habitual le llamó «viejo malvado» y negó haber recibido ninguna llamada convocándole a ningún entrenamiento.

Puede que la 2011/12 estuviera llamada a ser la gran temporada de Milicic y de los Wolves, ya con Kevin Love y Ricky Rubio en el equipo. Nunca lo sabremos. Las lesiones de cadera y de muñeca se cebaron con él y apenas pudo jugar 29 partidos, bajando sus números a menos de 5 puntos y 3 rebotes. La eclosión de Love y sus persistentes molestias hicieron que los Wolves decidieran no renovarle y acabara como agente libre en los Boston Celtics.

Eran aquellos Celtics de antes de la estampida de Pierce y Garnett aunque ya no contaban con Ray Allen. Jermaine O´Neal se pasaba la temporada en la enfermería y Danny Ainge pensó que estaría bien contar con el típico pívot blanco suplente que subiera un poco la temperatura del equipo y la afición. La pretemporada fue bien pero su experiencia en liga regular se limitó a un partido: el primero en el TD Garden, contra los Milwaukee Bucks. No consiguió anotar ni un punto y apenas cogió un rebote en cinco minutos de juego. A partir de ahí, la nada.

Tras diez partidos sin jugar, el propio Milicic pedía que le liberaran para poder atender a su madre enferma en Novi Sad. «Doc» Rivers se lamentó mucho de la baja de un talento tan grande y todo el rollo habitual pero el propio jugador tardó poco tiempo, apenas unos meses, en desmentirlo todo: su madre no estaba mala, solo un poco pachucha; lo que él quería era irse de ahí cuanto antes porque «no soy el tipo de jugador que se conforma con que le paguen un dineral por sentarse en el banquillo». Con los 47 millones de dólares que acumuló a lo largo de su carrera NBA se ve que bastaba.

La última rajada de Darko Milicic

Desde aquel 2 de noviembre de 2012 no hemos vuelto a ver a Milicic en un partido de baloncesto profesional. De vez en cuando salen rumores de que va a volver, que está entrenando duro, que puede tener tal oferta de tal equipo europeo o americano… pero el caso es que nadie se atreve. El chico aún no ha cumplido los treinta —lo hará el año que viene— y ya parece una leyenda de otro tiempo. Se le ve a menudo apoyando al Estrella Roja de fútbol en el fondo norte y en una entrevista para Gigantes del Basket aseguraba estar preparándose con la selección de su país para el Mundial… de pesca de carpas.

En junio de 2013 aseguró que no volvería a jugar en la NBA pero no dijo nada de la Euroliga. Quién sabe. De momento, aparte del fútbol, le entretiene la política. Simpatizante del Partido Radical Serbio, ha participado en movilizaciones a favor de Vojislav Seselj, político y escritor nacionalista que lleva diez años esperando veredicto del Tribunal Internacional de La Haya, donde el fiscal le acusa de hasta quince cargos de crímenes contra la humanidad.

Preguntado al respecto, Milicic se limitó a decir: «Lo que me jode es que nosotros los serbios no nos podemos comportar como serbios en Serbia. Eso es un problema. Este hombre lleva en La Haya diez años y no podemos ni decir su nombre aquí en Serbia. Nuestros vecinos, con los que hemos tenido nuestros problemas, pueden dar la bienvenida a sus imputados por el TPI como si fueran héroes, nosotros no». Uno se para a pensar en cómo entenderá Milicic que debe comportarse un serbio en Serbia o en su definición de «problemas» y le entran temblores. No importa. Está claro que la cosa no va a ir a mejor. Cualquier día de estos aparece en una novela de Emmanuel Carrère.

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7 Comments

  1. El hype de Dirk hizo que todos quisiesen buscar su «joya europea», en algunos casos como Pau o Kirileko salió bien… pero sobre todo dejo bochornos como este o Tskitishvili.

    Eso si, la elección de Milicic, como proyecto de jugador en si, a mi no me parece un error; o por lo menos no un error de Detroit. Prácticamente cualquier equipo con el nº2 hubiese elegido igual: «In 2003, a scout told Sports Illustrated that one-fifth of NBA teams thought the young Serb would be better than LeBron himself.»
    Y, por supuesto, estaba Larry Brown… que no le gustaba el jugador y no le dio ni media oportunidad. Leí, creo que a Chad Ford, que en todo lo que coincidieron en Detroit no le dirigió la palabras mas que 4 veces y para criticar su defensa.

  2. Señor Lobo

    En el epílogo del libro de Carrère, un Limónov extrañado le pregunta al autor la razón de escribir un libro sobre él. Carrère le responde que le parece que «tiene o ha tenido una vida apasionante. Una vida novelesca, peligrosa, una vida que ha arrostrado el riesgo de participar en la historia.» A lo que el otro responde con una risita seca: «Sí, una vida de mierda».
    ¿Émulo de Limónov sólo porque Milicic simpatiza con el PRS? Sí, claro.

  3. Garganta Profunda

    «¿quién no ha jugado alguna vez ocho partidos con los Knicks en estos años locos?»

    Solo por esta frase me has alegrado la mañana…

  4. «Jebaću njih mater» literalmente «me follaré a sus madres» es el equivalente de «que les den por el culo».
    «Pičke», «pičketina», literalmente «chochos», «coñitos» es el equivalente de «cagueta» o «hijoputa» (sí, también entre amigos).

    Milić fue un maleducado y no tenía razón para airear así su cabreo. La traducción tan literal no le hizo favor ninguno y «exagera» mucho lo que quiso decir. Podría haber sido muchísimo más duro en serbio.

  5. «Uno se para a pensar en cómo entenderá Miličić que debe comportarse un serbio en Serbia»

    Daría para un comentario más largo pero a groso modo, Guillermo, debería tener en cuenta el lugar de nacimiento de Miličić: Novi Sad.

    Novi Sad es la capitla de la Vojvodina, la región más multiétnica de Serbia y Provincia Autónoma en la ex Yugoslavia federal.
    No se podría decir que haya tensiones multiétnica en Voivodina pero el partido de Šešelj suele utiliar el proceso autonómico en esa región como un nuevo paso hacia la destrucción de Serbia: empezando por la legislación lingüística y acabando por la descentralización.

    No se puede esperar que Miličić o cualquier otro seguidor de Šešelj discierna más allá de las funciones vitales necesarias para hablar, pero esa es la «lógica» detrás de las declaraciones sobre ser serbio en Serbia.

  6. «Uno se para a pensar en cómo entenderá Milicic que debe comportarse un serbio en Serbia»

    Mucho me temo que tiene que ver con su lugar de nacimiento, la Vojvodina, empleada por el Partido Radical Serbio como el lugar de la próxima desintegración serbia. En fin, hay gente para todo.

  7. Tarek Morales

    Sin duda cuando fue elegido en el draft con 18 añitos se trataba de un muchacho con potencial, físico y sobre todo tiempo para desarrollar su juego. Sin embargo, en el deporte profesional, resulta muy difícil preveer la fortaleza mental o la madurez de un joven, y la NBA suele ser bastante poco respetuosa con los tempos de adaptación. Pasará a la historia como anécdota antes que como jugador… quizá podría intentar jugar unas temporadas en europa para limpiar su reputación.. pero nadie puede culparle de haber perdido la pasión por el baloncesto.

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