Joey Burns es un derroche de serenidad contagiosa. El líder de Calexico se sonríe ante el constante intento de categorizar a la banda que fundó junto a John Covertino tras su salida de Giant Sand. ¿Es folk, es indie, americana, country? ¿Están cómodos con la habitual definición de rock fronterizo? Burns sonríe, sonríe todo el rato y asiente ante los títulos que se les adjudican, pero se le escapa la alergia a las definiciones que inevitablemente olvidan alguno de los muchísimos elementos de su música. «Calexico es… Calexico», dice, consciente de que cualquier epíteto mañana quedará caduco, porque la única norma del septeto es experimentar. Con las cumbias, el jazz latino, o la steel guitar… Repite como un mantra «la vida es corta», añadiendo que las definiciones musicales son una pérdida de tiempo. No así las personales. El fundador, compositor, guitarrista y cantante de Calexico coge la grabadora y anuncia, radiofónico: «Te habla Joey Burns. Soy de Tucson, Arizona. Soy padre, tengo dos hijas mellizas, de tres años. Mi mujer trabaja en el archivo de Richard Avedon Photo. Y estoy muy feliz de estar aquí». Nos recibe horas antes de su concierto en el Festival de Cultura Inquieta en Getafe.
¿Cómo terminasteis haciendo música en el sudoeste de EE. UU.? ¿Qué os atrajo hacia allí? Porque si no me equivoco tú estudiaste en California, John Convertino nació en ¿Nueva York?
Sí, casi. John nació en Nueva York, y se mudó a Oklahoma. Yo crecí en California, que está cerca de Arizona, y al final era algo que me influía mucho. Nos conocimos en 1990 y yo entré en Giant Sand como bajista. Tres años después decidimos todos, junto a los músicos que estábamos tocando, mudarnos a Arizona, a Tucson. Es una ciudad pequeña, histórica, y tiene una universidad estupenda y unas radios fantásticas. ¡Y la mejor comida mexicana, claro!
Estudiaste música clásica en la Universidad de California. ¿Querías dedicarte a ello y cambiaste de idea?
No, en realidad yo crecí escuchando garage rock cuando era muy joven, aunque cuando fui creciendo lo que realmente quería tocar era música jazz. Así que fui a la universidad y el único departamento de música que tenían era música clásica. Yo quería o rock o jazz, y es lo que habría escogido, pero…
Así que fue casi accidental.
Sí, fui a la universidad casi para saber de qué iba todo aquello, pero fue una gran experiencia que también, en cierto modo, me decepcionó un poco. Pero ahora mirando hacia atrás estoy muy agradecido a haber ido a la universidad, y agradecido de haber estudiado música clásica. Porque en muchos de los arreglos más logrados en nuestro grupo y en otros proyectos he usado muchísima influencia de todo el jazz que aprendí, de toda la música clásica y también todo lo de los cincuenta y sesenta que escuché. La música clásica, todo eso que aprendí, es de donde ahora saco los mejores arreglos, así que no puedo arrepentirme.
¿Ahora estás interesado en la música clásica contemporánea?
Un poco, pero no lo sigo mucho. En realidad, como te decía, cuando me gradué en la universidad no tenía ningún interés en seguir el camino de la música clásica. Estaba preparado ya para dejar mi casa, hacer un tour y volcarme en lo que más amaba en ese momento, que era tocar música rock. Así que después de la universidad trabajé en una tienda de discos en San Pedro, California, y allí conseguí un trabajo en SST Home Records, ya sabes, el hogar de Black Flag, Minutemen, Meat Puppets. Fue una educación maravillosa, llegar allí sabiendo de música clásica y aprender no solo sobre eso, sino sobre actuación, y sobre el negocio de la música, trabajar con un sello independiente.
Hablando de sellos discográficos, vuestro primer álbum, Spoke, lo editasteis con una firma alemana, Hausmusik. ¿Por qué?
Los alemanes son muy amigables y extrovertidos… y buenos jugadores de fútbol, pero eso ya lo sabéis, y no sé si quieres hablar de ello [ríe]. No, en serio. Son extraordinariamente entusiastas para colaborar y para echar una mano. El tema es que entonces, y también ahora mismo, el mejor apoyo a la música en el mundo se da en Alemania más que en cualquier otro país, porque ellos aprecian realmente la cultura, y no solo la suya. Nos tomó un tiempo decidir publicar allí, pero fue una cuestión del momento oportuno, de timing. Tengo un amigo que tenía un sello discográfico en California que se llama Shrimper, y aún le debo un disco, pero publicamos en Alemania, no sé por qué. Es todo cosa de pequeños detalles. Y ¿sabes qué? Fue buenísimo grabar con un sello pequeño. Es como si tú fundas un sello, montas esa empresa y yo te digo «¿Sabes una cosa? Puedo ayudarte». Fue bonito porque nosotros teníamos pensado grabar no sé si cinco o seis canciones, y nos dijeron: «bueno, podéis hacer un disco completo si queréis». Grabar así, con compañías pequeñas, te permite trabajar de un modo muy cercano pero muy serio y profesional. Fue genial la forma en la que trabajamos, estábamos muy nerviosos aún, quizá hasta tímidos, ten en cuenta que yo ahí empezaba a cantar… pero quedó capturado un período muy concreto de nuestras vidas, y nos gusta que sea así. Es muy distinto ahora.
Cuando escogisteis Nueva Orleans para grabar Algiers, lo que estabais buscando era un aire un poco más europeo, y también os planteasteis hacer la grabación aquí en España, o incluso en Francia. ¿Por qué finalmente Nueva Orleans, y ese barrio concreto?
Queríamos venir a España a grabar, sí, pero suponía muchísimo tiempo y organización, especialmente si piensas que tienes que traer a tantos miembros del grupo. Para mí estar en Tucson, estar en EE. UU., es más fácil. Y es más sencillo ser espontáneo e ir al estudio y simplemente ver qué ocurre. Cuando John [Convertino] y yo vamos al estudio a veces componemos canciones allí mismo, no solemos llegar con todas las ideas ya escritas. Y por esa razón era difícil viajar a un lugar más lejano, además de más caro. Y además, la familia, claro, especialmente en ese momento. Mis niñas tenían solo un año y ni siquiera. Así que por eso elegimos Nueva Orleans, que estaba dentro de EE. UU., si no quizá habría sido muy duro en muchos sentidos.
¿Cuánto tiempo estuvisteis grabando en Nueva Orleans?
Diez días. En realidad hicimos casi todo el trabajo en Arizona y nos lo llevamos allí. Pero fue genial implicarse con una ciudad… ¿Al final te das cuenta que estamos hablando mucho sobre lugares? Es extraordinaria la influencia que tiene cada uno de esos lugares en la música. Y es curioso porque como decías los miembros del grupo somos todos de diferentes lugares, de Arizona, España, Madrid, Alemania, Berlín, a veces Nashville, también Tenesse…
¿Y qué tiene el suroeste de EE. UU. que lo hace tan diferente? ¿Qué os aporta a la hora de escribir e interpretar?
Ya sabes, «it’s always sunny in the southweast». No, en realidad supongo que se trata de un tipo de conexión. Todos estamos de algún modo conectados allí, y es nuestro hogar. Hay un montón de espacio, está rebosante de luz, de tiempo para crear, es un modo muy barato de vivir, también. En Tucson, quiero decir. Arizona es diferente, es un lugar controvertido, con muchos puntos de unión musicales y sociales. Con la inmigración, que es fundamental, con los niños y niñas viniendo de Centroamérica, llegando a un sitio donde no tienen hogar y sobreviviendo a ese desastre, sin un lugar al que llamar suyo… Viajando desde donde vengan hasta los EE. UU. Y eso está trayendo muchísima controversia y una colisión entre los puntos de vista muy conservadores de algunas personas contra la mente más abierta en cuanto a la reacción humanitaria que esa gente necesita. Pero Arizona es un gran lugar en general, y especialmente para la música, al menos para mí. Por la mezcla de culturas, que es lo que más amo… y Tucson es más liberal, es distinto. Phoenix es otra cosa, es una ciudad más grande. En cierto modo, todo eso también tiene un reflejo en la música.
Ya que lo mencionas, el asunto de la inmigración está muy presente, a diferentes niveles, en toda vuestra discografía, y en Calexico soléis involucraros políticamente con diferentes causas, e incluso con figuras políticas.
Sí. Por ejemplo, nos hicimos amigos de Gabrielle Giffords, la congresista. Cuando estaba consiguiendo el segundo mandato para el Congreso, organizó un encuentro con la gente para debatir lo que estaba ocurriendo, y allí la conocimos. A Gabrielle la dispararon, no sé si lo recuerdas. Un chico que estaba emocionalmente trastornado, en 2011. Hubo gente que murió, otra resultó herida… Ahora está más recuperada, fueron unas heridas realmente complicadas. Ella es fantástica, y su marido, Mark Kelly, también, es el comandante de los últimos viajes espaciales. Son una pareja fantástica, muy inspiradora. Queríamos ayudarles después del tiroteo, para la recuperación que necesitaba pero también para que se conociera alrededor del mundo lo que ocurría. Su asesor Ron Barber también recibió disparos, y también le hemos dado nuestro apoyo. Él estaba y está muy involucrado con las organizaciones benéficas del sur de Arizona, y de hecho donó todas las primas de su seguro de salud para subvencionar organizaciones que dan apoyo médico a gente desfavorecida, y para el estudio de problemas mentales. Para que eso no ocurriera otra vez. Pero lo triste es que desde 2011, desde ese tiroteo, el número de tiroteos en escuelas en EE. UU. con niños involucrados es totalmente demencial. Así que pienso que como padre, y como alguien que es artista y quiere unir a la gente, teníamos que hacer todo lo que pudiéramos para echar una mano. Ahora también, pero en ese momento muy en particular. De cualquier modo, nuestra vinculación política es mucho más local.
También distéis vuestro apoyo a Barack Obama en la última campaña. ¿Hay algo de cierto en esos rumores que os sitúan incluso cenando con él en la Casa Blanca?
Sí, apoyamos a Obama. Pero no es verdad, nunca cenamos en la Casa Blanca. ¡Nos habría encantado! Pero no, no somos tan populares [ríe]. Nuestra comunidad es pequeña, nuestros seguidores son más reducidos. Así que simplemente nos gusta ayudar, o dar nuestro apoyo en causas más locales. Think global, act local.
Pero sí tuvisteis una reunión con Michelle Obama, ¿verdad?
La conocimos. Qué mujer más inteligente. Una vez que vino a Arizona y nosotros tocábamos un par de canciones antes de su discurso. ¡Teníamos entradas para verla, fue maravilloso! Estábamos muy nerviosos, y como siempre suele ocurrir en estos casos es muy alta en persona. Fue genial conocerla. Estoy seguro que hay gente que preferiría no hacerse una foto o participar en eventos así, pero yo creo que la vida es corta y desafortunadamente donde nosotros vivimos las cosas se están poniendo más y más extremas. Así que veo muchas dificultades en los extremos y aunque no sea un gran aficionado a la política creo que hay momentos en los que es apropiado involucrarse.
Pero vuestra música, entre otras muchas cosas, es política. O toca la política.
Es muy sutil, pero sí. Y quizá es parte de nuestro sello, el hecho de ser un grupo internacional tocando canciones desde y en un lugar donde la gente se une en diferentes puntos de la frontera, las influencias son inevitables. La vida es corta, insisto, y estoy contento de poder plasmar también este tipo de cosas en mi música.
¿Cuál crees que ha sido la última gran revolución de la música?
El hip-hop es la última gran revolución de la música. En serio, es obvio. Revolución-evolución, tengo mucho respeto por este tipo de música. Creo que lo digital es el otro aspecto, en lo referente a los medios técnicos, pero lo que resulta maravilloso del hip-hop contemporáneo es que tenga tantísima franqueza, que no esté tan conectado con lo convencional, que no esté atado tanto a la tradición sino a ese sentimiento de experimentar que tiene.
Además de haber participado en las bandas sonoras de muchas películas, también habéis aparecido haciendo un cameo en Collateral, de Michael Mann. ¿Cómo surgió eso?
¡Sus hijas fueron las responsables! Fue todo porque escuchó a sus hijas. Ellas eran fans del grupo. Él estaba haciendo la película en Los Ángeles, y el personaje de Jamie Foxx estaba yendo a El Rodeo Bar, muy conocido. A ver, todo empezó porque de repente recibí una llamada el día de año nuevo de Vicky… no recuerdo su apellido. Bueno, la supervisora de la música de la película, que estaba organizando el repertorio musical, la mano derecha de Michael Mann y creo que también parte de su familia. Y no sabíamos si al final participaríamos, porque fuimos allí tres o cuatro grupos para la misma escena, y nos dijeron «bueno, vais a tocar, primero unos y luego otros y después elegiremos», y nos pusieron a todos la misma ropa. Fue muy divertido ver el proceso de cómo se hace una película grande. Tuvimos que trabajar con uno de los mejores estudios musicales cinematográficos, el de Tom Rothrock, un tipo fantástico. Conocimos a parte de su personal, que les encantó la canción «Guero Canelo», y eligieron la nuestra para estar en la película. No es lo mismo que cuando hemos hecho colaboraciones para otras películas o series que además me encantan, como Los Soprano («Minas de Cobre») Breaking Bad…
¿Sois aficionados a las series?
Bueno, en realidad creo que no veo suficientes [ríe]. Pero me parece que se están haciendo cosas realmente fantásticas en televisión, también para la música. Ahora estoy enganchado a Orange is the new black…
Alguien que ha grabado en Nueva Orleans y que ama la música ¿no ha visto Treme?
¡No! ¡Calla! Lo sé, lo sé. Algunos de los chicos de la banda la han visto, y yo tengo muchas ganas pero… Lo que siempre me digo, quizá el año que viene cuando acabemos el tour. Aunque en realidad no sé si mi mujer está en eso… ella es más de Mad Men, Downton Abbey, Modern Family. Muchas. ¡Y eso que no veíamos televisión cuando empezamos! De hecho, no he tenido televisor durante muchos muchos años, solo cuando conocí a mi mujer, que tenía una pequeña en su apartamento y al mudamos juntos quiso una pantalla plana. «¿En serio? ¿Cable también? ¿De verdad?» [ríe]. En realidad es que lo que más me gusta es ver deporte en la televisión, lo reconozco. Solía jugar fútbol, bueno, qué os voy a decir a vosotros en España, ¿no?
Sí, y eso que estáis aquí en uno de esos momentos de calma en los que no hay fútbol.
Me encanta España, no solo por eso, no vayas a creer. Me gustaría volver y grabar aquí, pasando algún tiempo. Hay algo en la Península ibérica, en Portugal y en España, que encuentro verdaderamente interesante, tanto histórica como culturalmente. Me gusta mucho estar aquí. Hay un montón de conexiones con el sitio donde vivo, en Tucson, especialmente en San Javier. Y bueno, musicalmente también tengo una gran atracción por España. De hecho trabajamos con Amparo, Amparanoia, es maravillosa, y muy inspiradora. Trabajar con ella fue fantástico. Vale, y esto puede ser tópico, pero no solo la música, también soy un gran admirador de los vinos españoles, el Ribera del Duero es mi favorito. De hecho con la música combina perfectamente.
Volviendo a la música, me gustaría hablar un poco de Garden Ruin, porque es quizás el disco más diferente dentro de vuestra discografía. ¿Por qué volvisteis a estructuras más convencionales para las canciones?
Creo que como todas las elecciones que hacemos en cualquier cosa, como el color con el que decides vestir, la comida, el teléfono, un libro… puedes seguir ese recorrido un tiempo, pero llega un momento en el que algo te hace querer cambiar y nosotros llegamos a ese punto con Garden Ruin, después de mucho trabajo y muchas colaboraciones distintas. Veníamos de experimentar con distintas cosas, muchas colaboraciones, como el EP que lanzamos con Iron & Wine, el In the Reins, que nos llevó de gira, y después de eso fuimos a Austin, Texas, a grabar un disco con un montón de músicos tradicionales texanos como Freddy Fender, Charlie Sexton, Joe Ely, Raul (sin tilde) Malo… que entra más en la categoría de americana. Así que estuvimos orgullosos de incorporar al southwestern aún más influencias mexicanas y bueno, en el fondo queríamos hacer algo completamente diferente. Empezamos a trabajar con otro productor diferente y en realidad íbamos buscando más las canciones en sí que una estructura global, y esas canciones tienen parte o todo de todas las influencias que tenemos, desde los Beatles en adelante, pasando por el tex-mex, el country… y así es como salen cosas como «Roka», que es una canción para escuchar todas las noches. Es la canción que canta Amparo, adoro esa canción. Creo que es tan dulce como una cumbia. Y el álbum, sí, definitivamente es una mezcla, pero sin duda necesita más visitas, más escuchas, para descubrirlo todo, por el tipo de acústica, por el rock propiamente… Hay muchos tipos de estructuras en Garden Ruin y es muy divertido experimentar. ¡La vida es corta! No queremos hacer siempre el mismo disco.
Ni el mismo disco, ni el mismo tipo de canción. Porque entre las cosas que habéis hecho hay hasta una canción compuesta para desperar a los astronautas del Discovery y del Endeavour.
Sí, eso nos lleva de nuevo a Mark Kelley. ¡Fue una idea muy loca que hicimos dos veces! Me lo pidió la primera vez, preguntándome qué canción debería ponerse para levantarse cuando estuviera en el espacio, algo muy del espacio con trompetas o algo así [ríe]. Pero la segunda vez Mark me lo pidió de una manera distinta. Me dijo: «quiero una canción y quiero que la elijáis vosotros, una que améis, porque me gusta vuestra música. ¿Podéis elegirme una?». Y yo pensé en algo más romántico, más lento, algo más atmosférico. La canción habla sobre Tucson, Arizona. Y es una canción de amor: «Slowness».
Qué curioso, porque en algún momento, Convertino dijo eso de «odio las canciones de amor».
No, vaya, me cazaste. Lo dije yo, no lo dijo Convertino, a él sí le gustan. ¡Pero lo dije en 1998! ¡Esto es lo que pasa cuando revisas lo que dijiste! [ríe].
Pero es algo que evidentemente ha cambiado.
Claro, estoy enamorado… ¡Y ahora además tengo la catástrofe completa! La esposa, los niños, el rancho… La vida, es la completa catástrofe. Algún día lo verás.
Y hablando de canciones hechas para despertar, aunque no estés en la estratosfera, ¿qué canción elegirías tú para despertar?
¿Cualquier canción? Pues creo que sería «Alfama», de Amalia Rodrigues, el fado portugués, con esa voz tan sencilla… sí, sería esa.
Muy triste para levantarse, ¿no?
Sí, lo sé, lo sé [ríe]. Después ya pondría otra cosa, para la fiesta y el baile en la cocina con las niñas. Algo más de cumbia, ¿sabes? O música de artistas de los sesenta. Les encanta bailar, lo que sea, se vuelven locas, aunque lo que más escuchan es la radio, más que mi música [ríe]. Solo tienen tres años, pero les encanta meterse en el personaje e interpretar, es fantástico. Tienen una imaginación muy vívida y profunda. Están creciendo, y la música está siendo una parte muy importante de ese crecimiento. Veo como es capaz de llevarlas y de transformarlas en una cosa completamente distinta y llevarlas a un lugar completamente diferente; eso es por lo que hago todo. Ahora estoy viajando físicamente a lugares diferentes, pero de vez en cuando, en una buena noche, te sale una canción espontáneamente en el escenario y tengo ese mismo sentimiento. Es el mismo. De que no sé lo que voy a hacer después, que no sé qué palabras voy a decir o cantar, pero la música simplemente sale. Es una especie de cuelgue del momento, y eso es completamente genial. De lo que va todo, al final, la música, el arte, la vida, viajar.
Así que has pasado de odiar las canciones de amor, a estar cómodo cuando definen alguna canción tuya así. Huyes de las definiciones, parece.
Lo sé, lo sé. Yo también lo veo. He estado intentando tan duramente desafiar las definiciones, las categorías de tipos de canciones propiamente dichas y al final es más una cuestión de narrativa. Ella está enamorada de él, él está enamorada de ella, es un triángulo, es una travesía… todo eso. Y no quería escribir canciones como «Baby I love you», no quería escribir cosas así. Me gustan las canciones de amor, pero de una manera que no sean tan obvias, que sean más poéticamente abstractas.
Fotografía: Guadalupe de la Vallina
Excelente Bárbara, le has sacado jugo al personaje, que por otro lado lo tiene, y de sobra
te inapelable documentación para preparar la entrevista es producto del esfuerzo documental inherente al periodismo o desde una posición de fan documentada? va sin segundas porque a cualquiera de las respuestas aplaudiría y desde luego, a la suma de las dos, me partiría la camisa
Que grandes son Calexico. Gracias JD por entrevistar a Joey! Larga vida. Esta semana todas las mañanas con ellos en el coche, y me alegran el despertar.
El directo que tienen con Mariachi Luz de Luna es mágico y el que tienen con la Vienna Radio Symphonic Orchestra impresionante.
Maravilloso, gracias otra vez.
Estáis que os salís JotD. Enhorabuena por la selección que hacéis de entrevistados y temas.
En este caso Calexico… De lo mejor que hay ahora mismo y que ha habido en las últimas décadas.
El hip-hop es la triste degeneración de la otrora gloriosa música negra.
Acuéstese abuelo.
Me acostaré cuando quiera, tío listo. No es cuestión de edad sino de sensibilidad musical… y el hip-hop no vale un duro. Hay tantas músicas mucho mejores… y la vida es tan corta…
Como has dicho, para gustos los colores. Respeto tus gustos, pero decir que el «hip-hop no vale un duro», sinceramente, es de no tener ni idea de lo que estás hablando…
Antes de leer el artículo, me he decidido a bajar a los comentarios y constatar si el potente titular ha causado algún revuelo entre algún pureta defensor de la pureza musical (que por supuesto no sabrá ni que es el hip-hop). Bajo, confirmo que en Jot Down los listos salen de debajo de las piedras y a continuación me leeré la entrevista desde el principio con mucho gusto.
Para listo tú y para gustos los colores. No he podido resistir el desafío del titular y he respondido con contundencia. No soy muy listo, a pesar de lo que dice mi mamá, pero sí soy muy ecléctico en temas musicales… y sí, me reafirmo: el rey del hip-hop está desnudo. Así de claro… y eso que a mí me gustan desde el pop más blandito y juguetón hasta Miles Davis, desde Deep Purple hasta Ligeti. Agur.
Atticus, comprendo tu opinión sobre el hip-hop, pero no la comparto. Si bien es cierto que, como en toda moda, hay muchos «artistas» haciendo obras muy prescindibles (que por lo general, son las que se venden más fácilmente), hay muchos autores de hip-hop, tanto en el apartado de producción de instrumentales como en el apartado vocal y de escritura, que están creando material realmente interesante, experimentando y en definitiva, revolucionario en cierto modo.
Otra cosa ya es el criterio personal, y si usted disfruta escuchándolo o no (yo no suelo escuchar hip-hop la verdad), pero me parece cierta la afirmación del titular, revolucionario es.
Atticus, como bien decían antes hay mucha basura comercial y prescindible, como en muchos estilos pero también hay joyas que merece la pena valorar. Las colaboraciones con Robert Glasper, Dan the Automator, DJ Shadow, Lilly Downs incorpora en algunas canciones…
Quizás en la mezcla con otros estilos o en ese hip-hop menos conocido es donde reside un género llenísimo de posibilidades
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Yo, es que para esto, soy algo lentillo pero eso sí, seguro, seguro… Hace cuestión de unos meses, que descubrí a unos morenos que hacen eso que me parece que le llaman rap… Public Enemy creo que son…¡Oye ,que lo hacen de puta madre, tíos, creédme!
Sí yo tanbién me gusta musho los Publi Eremi lo que pasa es que cuando se pone a cantar el primero, el mashomen por asin decirlo, el otro que le contesta, le hace los coros o lo que coño sea, ¡¡¡Yo digo ques la Lola Flores!!! ¡Me meo escuchandola cantar en inglé americano negrata! Yastá ya lo he dicho!!! ¿Que decís que no? Parar oreha en Giv it ap y ya vereis, julais! TERMINATOR!!!
¿Hay un elefante en la habitación (entrevista) del tamaño de Howe Gelb, y nadie dice nada?
Ya que el periodista ha utilizado un titular polémico para que entremos al trapo, voy a hacerlo y salirme un poco de la entrevista en sí. Quien no tenga prejuicios de burgués europeo como Atticus y tenga curiosidad sobre el hip hop, les dejo algunas recomendaciones de rap más o menos ortodoxo. Prueben con Gangstarr, Mos Def, Talib Kweli, The Roots, Souls of Mischief, The Pharcyde, Outkast, Nas, Raekwon, Ghostface Killah, Common, Jurassic 5, Blackalicious…
¡Uy, a todos estos ya los descubriré dentro de 15 años, que ahorita mismo los veo demasiao modernos!
A mí me han llamado de todo, pero «burgués europeo»… Como si fuera proletario filipino o estibador guatemalteco o gafapasta tanzano. A lo mejor los prejuicios los tienes tú.
Los prejuicios, Attikus, son exclusivamente tuyos. Para llamar «degeneración musical» a la música hip-hop hay que ser directamente un inculto musical. Una cosa es que no te guste el hip-hop o no lo entiendas, lo que es muy lícito, y otra cosa es descalificar prejuiciosamente un género musical porque sí. Los viejunos conservadores en su día también renegaron de Elvis, de Dylan, de la electrónica, de los hippies… esto se ha repetido infinidad de veces a lo largo de la historia de la música. Burgués no sé, pero «carca» lo eres un rato. E ignorante también.
Vale, soy un carca ignorante y tú un melómano cultivado. Repito: para gustos, los colores.
Puede que el hip-hop sea una revolución, pero no musical. Tiene más que ver con la protesta, el inconformismo, la rebeldía (más o menos falsa o verdadera) que con la música, aunque se venda como tal.
Desde luego si empezamos a llamar hip hop a un estilo de música ya vamos mal. Puesto que es el nombre de la cultura basada en 4 elementos: rap, breakdance, turntablism y graffiti.
De los cuales el rap es la parte de expresión musical.
Como comentáis se ha hecho mucha bazofia comercial pero realmente hay auténticos artistas experimentando cada día con nuevos sonidos, ritmos,…
Y como todo género musical ha tenido una evolución. Nada que ver tiene escuchar algo de sus inicios en los 80 con lo de ahora. Lo mismo que pasa con el rock, el pop,…
Me asombra ver como se critica sin ni si quiera haber escuchado un poco
Joey, recuerdas el título de tu primer recopilatorio: «Even My Sure Things Fall Through», pues eso. Sabemos desde hace bastante tiempo que sobre gustos de todo tipo no se discute. Pero seamos serios, que no es lo mismo que esas descalificaciones de burgués europeo que retratan sin photoshop a quien las hace ¡qué horror!, venir a estas alturas de milenio a decir bobadas del calibre del titular (que mucho me temo es la música que le pone a la periodista) salidos de la boca del quemadura(s) es haber entendido poco (no seré maximalista ni autoritario y no escribiré nada) de lo que ha acontecido en los últimos años en el panorama musical. Joey deja de levantarte con peyote, y si esa música horrísona es tan revolucionaria únete a ella. Es bien fácil. Regreso a Mozart o Bill Evans, y algún imbécil me llamará reaccionario. Salud sin hip(os) pero con hopes=esperanzas
Vaya tontería de título, no vale la pena ni comentarlo.
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