Lo fácil es echarle la culpa a Disney, pero no se confunda. Esto es tan viejo como aquel rey que fermoso sonrisaba en el Cantar de mio Cid o los cuentos de los hermanos Grimm, donde no hay princesa a la que no envenenen por guapa o rana que no acabe convertida en un príncipe invariablemente buenmozo, hunky y con un hoyuelo en la barbilla del tamaño de Texas. Por no mencionar el desafortunado conflicto diplomático aquel del rostro por el cual zarparon mil naves y que hizo arder las torres infinitas de Ilión, etcétera.
Desde los tiempos de la epopeya y el cantar de gesta, reyes, reinas y otros VIPs de la realeza reciben en las ficciones el equivalente literario del retoque con Photoshop, obviadas de esta forma sus verrugas, olvidadas sus estaturas poco regias y omitida toda mención a esa costumbre tan monárquica de no de tener mentón. Y la cosa no ha cambiado con las disciplinas visuales, ni siquiera en la edad de oro del biopic. Aunque nadie le vaya a cortar hoy la lengua al juglar, el cine y la televisión modernos también regalan el oído a los monarcas, y la vista no digamos. Particularmente a aquellos a los que la cámara habría querido menos de haberla conocido en vida. A fin de cuentas, todos sabemos quién gana en la riña de siglos que mantienen el rigor histórico y las audiencias. Por eso hoy queremos preguntarnos a cuál de todos estos reyes, reinas, príncipes y princesas le ha hecho un favor mayor el cine o la televisión.
A Isabel I de Castilla
Empezando por Isabel de Castilla, a quien interpreta Michelle Jenner en la serie de TVE. Actriz dotada y un encanto, nos consta. Y la historia arrancaba cuando la soberana era adolescente, de modo que aún nos la muestra en sus años mozos, de acuerdo. Pero insistimos: Michelle Jenner.
A Leónidas I
Lo de Leónidas no es de ahora, no se crea. La batalla de las Termópilas como rave homoerótica se le ocurrió primero a Jacques-Louis David, que ni un triste taparrabos le concedió a los abnegados espartanos. Lo que hizo Zack Snyder, Frank Miller mediante, no fue más que reinterpretar. Véase, si no, la única imagen que nos queda atribuida al rey Leónidas I —de identidad muy discutida, porque lo más probable es que sea un simple hoplita— y aquel carismático machote de six-pack marmóreo que interpretó Gerard Butler.
A Olimpia de Epiro
Por alguna razón, Oliver Stone decidió hacer una película sobre la gesta bélica más gloriosa de la Antigüedad para contarnos que sus protagonistas tenían sentimientos. Para ello redujo al conquistador más grande de todos los tiempos, Alejandro Magno, a un amasijo de pamplinas con esguince de cejas, gesto cagalástimas, pelo rubio pollo oxigenado y unos mommy issues de escándalo. Como para no, por otra parte. A su madre, Olimpia, la interpretó Angelina Jolie. Que además de ser Angelina Jolie —algo ya absurdo en sí mismo— solo tiene un año más que el propio Colin Farrell. Además, Stone decidió no ponerle ni una sola arruguita mientras enterraba a Val Kilmer en prótesis cosméticas —por alguna razón, Filipo II era la única persona que envejecía en esta película—. Remató la faena Jared Leto, que dio vida al general y amante de Alejandro. Recordarán a Hefestión por una sombra de ojos que animaba a darle una somanta de lo que su propio nombre indica.
A Carlos de Inglaterra
Alex Jennings hizo un gran trabajo en The Queen, de eso no cabe duda. Clavó la voz de Carlos de Inglaterra y esa presencia apocada tan propia de los Windsor. Su parecido físico con el príncipe, sin embargo, es solo remoto. Y se conoce que Stephen Frears no quiso dejarse el presupuesto de toda la producción en el maquillaje necesario para conseguir ese gesto tan, ejem, característico del heredero al trono británico, que después de mucho reflexionar vamos a calificar como «centrípeto». Solución: Jennings pasó toda la película intentando aglutinar los elementos de su cara en un punto central hipotético situado en las inmediaciones de su entrecejo. Y a las orejas renunció, directamente.
A Felipe el Hermoso
Vicente Aranda, a ti nos dirigimos. Entendemos que Felipe el Hermoso tuviera que ser como su propio nombre indica, de verdad que sí. Pero hombre, moderación. Puestos a desmitificar que Juana la Loca estuviese cucú, no habría estado de más que Felipe el Hermoso no fuera tan ídem. ¿Tú has visto el retrato del susodicho? Porque nos colaste en su lugar a Daniele Liotti, date cuenta.
A Cleopatra VII
Eran otros tiempos, vale. En 1963, la gente fea estaba desterrada del cine. Y a Mankiewicz poco se le puede reprochar, estamos de acuerdo. Pero el perfil más singular de la historia, la faraona Cleopatra VII, quizá mereció una nariz mejor que ese respingo pluscuamperfecto que tenía Liz Taylor. O al menos, una nariz pegada a una mujer que no fuera la más bella que pisaba la Tierra. Como Dorothy Dandridge, por ejemplo, que fue la primera opción y la más económica, habida cuenta de que Taylor acabó encaramadísima a la parra. Cobró siete millones de dólares, uno por cada hora de metraje que apareció vestida de caballero del zodiaco. Con la inflación de 2014, equivaldrían a un gritón de dólares. Aproximadamente.
A Enrique VIII
Puede que Enrique VIII sea uno de los reyes más feroces de la historia de Inglaterra, pero llevaba gorritos absurdos y posaba haciendo la tetera. Esto es así. En Los Tudor, sin embargo, alguien decidió que la mejor opción para interpretar al monarca —seguramente una de las caras de pan más conocidas de la historia— era Jonathan Rhys-Meyers, plusmarquista mundial de subir mucho los párpados de abajo. No contentos con eso, le hicieron posar enseñando el escaparate y en gesto evidente de gustarle mucho la gasolina.
A Catalina la Grande
Encuentre las siete diferencias. Pista: son solo dos y se podría meter la cabeza entre ambas.
A Mongkut
Es posible que Mongkut o Rama IV le suene más por su última encarnación cinematográfica, a cargo de Chow Yun-Fat. Hollywood siempre ha pasado de puntillas por el singular aspecto que presentaba este rey de Siam e incluso por el hecho de que no fuera chino, sino vietnamita. O ruso de ascendencia suiza, gitana y mongola, como Yul Brynner. El exmodelo y exacróbata metido a actor puso su rico patrimonio genético al servicio de un Mongkut inopinadamente sexy en El rey y yo, de 1956. Y ganó un Óscar.
A la reina Sofía
Le proponemos un ejercicio mental: imagine a la reina Sofía sin sonreír. ¿Puede? Nosotros tampoco. Esa mujer no pierde la sonrisa. Ni bajo el ataque de osos panda enfurecidos, ni siquiera cuando está a punto de ser ingerida por un burro. Algo que pasó por alto Marisa Paredes cuando la interpretó en la TV movie Felipe y Letizia.
A Cómodo
Atención, noticias frescas: el gran péplum de nuestro tiempo, Gladiator, tiene menos rigor histórico que un capítulo de Peppa Pig. Y lo peor no es eso, sino que estuvo en la mano de Ridley Scott haberse pasado menos la realidad por el arco de Trajano. Su emperador Cómodo, a quien Scott concedió los rasgos exquisitamente sui generis de Joaquin Phoenix, se parecía en realidad al emperador Caracalla. Pero un huevo, además. Y a Cómodo, lo que un huevo a una castaña.
A María Antonieta
Vale que en el siglo XVIII el único color que combinaba con un color era ese mismo color, pero dudamos que la cosa llegase al extremo de tener que ir a juego con el estampado de las paredes. Sofia Coppola no le hizo a María Antonieta un favor enmendando su físico —algo que la reina consorte de Francia no necesita— sino sus outfits, entre los que incluyó incluso el cameo de unas Converse. O lo intentó, porque la corte de Francia de la época poco tenía que ver con ese filtro de Instagram tan ocre y hipster en el que se sumergía Kirsten Dunst. Más bien se parecía a esa boda de un primo remoto en la que todo el mundo luce materiales textiles reflectantes homologados por la DGT.
A Guillermo de Inglaterra
No es que el príncipe Guillermo no sea un hombre atractivo, tampoco es eso. Pero se le ven las ideas, las cosas como son. Y la etiqueta no le permite lo que al común de los mortales, que es un rapadito resultón o unos polvos fumigadores fus fus crecepelos Great Looking Hair. Es lo que dio que hablar con William & Kate, una TV movie de 2011 en la que el príncipe era interpretado Nico Evers-Swindell, de mirada picaruela y egregio pelazo. Muchos espectadores estuvieron de acuerdo en que parecía más un inquietante híbrido entre el heredero al trono y su hermano, el príncipe Enrique.
A Felipe II
No fue un retrato amable, recordarán. A fin de cuentas, era el malo de la película. Y además Shekhar Kapur hizo un trabajo estupendo en Elizabeth: la edad de oro confiriéndole a Cate Blanchett las pintas de una drag queen saliendo por la puerta de la escuela de payasos, que era el aspecto que presentaba Isabel I de Inglaterra. ¿Por qué tanto remilgo por afear a Jordi Mollà, que tan claramente lo necesitaba?
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Isabel de Castilla era rubia de joven, por herencia materna. Si era guapa… para gustos los colores.
Lo mismo que Felipe el Hermoso. El concepto de «hermoso » ha cambiado mucho con los siglos, así que me parece normal que buscaran a alguien que resultara guapo para el espectador actual.
Ídem para María Antonieta. Se la consideraba bastante guapa en su época, así que buscaron una bastante guapa para la nuestra.
De joven, Enrique VIII era todo un atleta, gran bailarín y de espléndida figura. Lo que no tiene sentido es que, en la serie, siguiera siéndolo tras liquidar a sus esposas.
Alejandro Magno era rubio y de piel clara, aunque no parece que tuviera la cara de pánfilo de Colin Farrell.
Por otra parte, aparte de ser un caracaballo cómo Haydrich (prototipo de belleza aria), parece que Alejandro medía metro y medio. Ahora bien, era una estatura normal para la época, así que veo perfecto que, en el cine, lo interprete alguien de una altura normal para nuestra época.
En cambio, Napoleón era de corta estatura para su época, así que debería ser interpretado por alguien más bajo que sus compañeros de reparto.
En absoluto. Napoleón era tirando a alto en su época.
Creo que te equivocas con el príncipe Guillermo, ya que si busca fotografías suyas de cuando era joven… verás que tenía mucho pelo.
Creo que se le parece bastante, aunque si que es cierto que parece una mezcla de los dos príncipes.
Napoleon no era bajito. Media de hecho mas de la media. El problema viene de que sus medidas en pies franceses las trasladaron los ingleses directamente a pies ingleses sin hacer la conversion y los pies ingleses son mas pequeños que los franceses. No se si me explicado bien.
Por otra parte creo que el mayor favor que se ha hecho a un monarca fue poner a juan carlos como modelo para magneto
http://www.publico.es/culturas/409022/zarzuela-pide-que-magneto-deje-de-vestirse-como-el-rey
Napoleón no solo no era bajito para su época sino que era un coloso gigantesco de 2 metros 21 centímetros. Los sastres tenían que reponerle los pantalones con frecuencia porque en las pruebas de tallaje rompía las perneras con esos muslazos de atleta que dios le dió. El problema era que los ingleses eran gilipollas y ya está.
Si no hubiese visto la foto del príncipe Carlos, diría que a Leonidas es a quien le han hecho el favor mas grande en el cine.
Ya hubo un film que relataba la épica espartana, creo que en los 60s, pasó sin pena ni gloria.
A efectos de hollywood habría que llevar hasta el extremo la figura mítica de Leonidas, que según los historiadores griegos, murió a las primeras de cambio.
Ahora bien, cualquiera que interprete al príncipe Carlos, si que le va a bordar, cualquiera…
Digo que exceptuando al príncipe Guillermo y quizá a Leónidas, toda esta patulea de adefesios ha ganado un huevo y medio con sus encarnaciones para el cine. ¿Pero de verdad no había nadie presentable en tiempos pasados? No voy a entrar en detalles, pero hay gente aquí que ahora mismo no podría salir a la calle bajo pena de befa y escarnio. Hay alguien que incluso, recuerda una barbaridad a Alfred E. Neuman, el icono creado para la famosísima revista MAD y que aparecía en todas sus portadas. También mi abuela opina que le recuerda al mayordomo del NETOL, pero es que la vieja tiene muy mala leche…
Esto lo vengo diciendo yo desde tiempo inmemorial. En todos los grabados de épocas pasadas la gente es fea de cojones. Concretamente en los casos expuestos, Cleopatra parece la gemela de Doña Urraca – la de Editorial Bruguera – Felipe ¡el hermoso! imaginad cómo sería la peña en su tiempo. Con Catalina la Grande dan ganas de mirar para otro lado con urgencia y con Isabel de Castilla, más de lo mismo.
Queda fuera de la categoría, por tratarse de pintura, pero creo que es muy reseñable el caso de Isabel II de España.
Isabel II en la pintura:
http://www.almendron.com/artehistoria/wp-content/uploads/isabel-ii.jpg
Isabel II de verdad:
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/d1/Isabel_II_of_Spain.jpg
En otro orden de cosas, lo de Enrique VIII esta un poco exagerado. Era un reconocido deportista en sus años mozos, pero una herida en la pierna le hizo abandonar el deporte y, por consiguiente, a engordar. En la serie tratan su epoca más activa, asi que tiene lógica pintarlo como alguien de buena planta. Mi queja es que cuando Enrique envejece en la serie, lo engordan algo pero no al punto en el que realmente estaba (Más de 130 centimetros de barriga cervecera).
Joder que risas! Lástima que acabe el artículo en seco.. crecepelo fus fus,drag queen saliendo de la escuela de payasos… que grande!
Que comentarios tan historicos e importantes. Siempre tomen en cuenta que antes los pintores no eran tan realistas como una fotografia, eran mitad interpretaciones conceptuales y mitad talento artistico.
Ademas, la inmensa mayoria de la humanidad en cualquier pais o reino nunca ha sido bella, bella. Y la belleza de Hollywood es artificial en todo caso. Lo importante es que tenemos esa necesidad estetica y hormonal, y que artifical o no. Gracias a Dios por 300. Ahi, si yo me sacrificaria por ser madre para la Madre Patria… yo veo la pelicula todo el tiempo y me da un sentimiento patriotico….