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Ni república ni monarquía parlamentaria

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Retrato de Luis XIV como Júpiter, Charles Poerson, 1648-1667.

L’Etat, c’est moi. (Luis XIV)

Permítanme la generalización: no me gustan los políticos. No me gustan nada. En general no me gustan las profesiones para cuyo ejercicio no es necesario reunir mérito, conocimiento o talento alguno, como la de periodista, cobrador de peaje o pintor en Die Brücke, pero en el caso de los políticos existe además un componente subjetivo, su inmanente talante arribista, que intensifica la prevención tornándola en fobia.

El pecado original de la política es el resultadismo. Ganar, ganar, ganar y volver a ganar. Uno empieza a estar ya harto de tener que ser necesariamente representado por quien únicamente se representa a sí mismo, y si el supremo derecho a elegir libremente quién preferimos que nos tome el pelo es la tierra prometida, alguno podría haberse ahorrado el órdago, por mucho que pudiese prometerlo y lo prometiese.

Seamos realistas. La intención de voto es todo cuanto perturba el sueño de unos gobernantes y aspirantes que por el camino, como probablemente jamás haya dicho Woody Allen, se entretienen haciendo de cada solución un problema. ¿De veras queremos todavía más? ¿Es que no tenemos suficiente con que campen a sus anchas por las Cortes Generales, el Gobierno de la nación y el Consejo General del Poder Judicial que encima pretendemos abrirles las puertas de la Jefatura del Estado?

Conmigo no cuenten. No pienso avalar con mi participación un nuevo proceso electoral, igualmente periódico y falaz y tan caro como todos los demás. Con las municipales, las autonómicas, las generales y las europeas creo que tenemos suficiente. Me niego a votar una vez más cada cuatro años para decidir entre todas las ovejas qué lobo preferimos que dirija el rebaño rodeado de su séquito de oportunistas. Me niego a que el símbolo de la unidad y permanencia del Estado, su más alto representante en las relaciones internacionales, el árbitro y moderador del funcionamiento regular de sus instituciones, milite en un partido político u otro por muy bonita que sea la redacción del artículo 6 de la Constitución Española de 1978. Yo, sintiéndolo mucho, no puedo ser republicano.

Y por motivos idénticos no puedo estar a favor de la monarquía parlamentaria. Porque, desgraciadamente, en la forma política de nuestro Estado el adjetivo pesa mucho más que el sustantivo. El triunfo del parlamentarismo es el triunfo de una minoría hermética dominante cuyo único motor es su ambición desmedida y no la conquista del bien común. Sabedores de que sin líderes seríamos incapaces de operar como una comunidad ordenada, se ofrecen a guiar al pueblo con promesas incumplibles para así legitimar sus desmanes vistiéndolos con los ropajes propios de la ley y la actuación administrativa reglada.

La monarquía debe por tanto ser apartada del delirio electoral. Porque es entonces, una vez despojada de su injusto carácter democrático, cuando surge la más pura y perfecta de las formas de gobierno. Un sistema autocrático en el que todo el poder se concentra sin limitación alguna en la figura del rey. Efectivamente, me declaro profunda, convencida y fielmente monárquico. Sin coletillas. E imagino que a estas alturas, ustedes también.

Seamos pues partidarios de una Corona dotada de un poder total e indivisible, ajena al control de unas instituciones viciadas por la clase política. Permitamos que todo, absolutamente todo, sea decidido sin necesidad de consentimiento ajeno ni refrendo por una sola persona. Poseedora de todos los derechos y potestades y ningún deber ni obligación, es cierto, pero un solo individuo al fin y al cabo. ¡Al carajo con Montesquieu, el liberalismo y el estado de derecho, que no nos han traído más que desgracias e infortunios!

¿Que el rey dice que se suba el IVA? Pues se sube. ¿Que ordena que en las autopistas se circule exactamente a 167 kilómetros por hora? Pues se conduce a esa velocidad y punto, ni un kilómetro más ni uno menos. ¿Que quiere pasar la noche con tu señora? Te jodes. Es el rey.

Tal vez sea un sistema de mierda, lo sé, pero es la misma mierda para todos y no solo para una inmensa mayoría, lo cual es devastadoramente justo. Tan justo como un zapatero muy justo. Alguien tan justo que la gente sale de su zapatería sorprendida, exclamando «¡qué justo es este zapatero!». Pues así o incluso más. Porque en un régimen democrático solamente una parte de la población es gobernada por quienes ha elegido. El resto tienen que aguantarse. Pero en una monarquía tiránica como la que deseamos, a todos se nos exige obediencia ciega al monarca y ninguno le hemos votado. Y lo que es igual de injusto para todos es, por lógica, igual de justo. Y además, mantener a un solo tío a cuerpo de rey sale mucho más económico que pagar los sueldos de todos los políticos del país.

Rechacemos la república y la monarquía parlamentaria. Abracemos la monarquía a secas. ¡Viva el despotismo! ¡Todo por el pueblo pero sin el pueblo, porque al menos es por el pueblo! ¡Monárquicos al poder!

Nota: Algún estadista habrá advertido que he obviado la opción de la dictadura como posible forma de Estado, pero caramba, yo soy una persona civilizada.

Nota 2: Me ofrezco voluntario como rey. Votadme.

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21 Comments

  1. Edusua

    La pena del articulo es que no dice nada, es una pena porque los sistemas de gobierno son un debate interesante, y este esta hecho como para cubrir el tramite, lastima

    • Tyrion

      De acuerdo pero aclarando que no se trata de formas de gobierno sino de formas de ejercer la Jefatura del Estado, que es distinto. Algo que se confunde con mucha frecuencia y que lleva a la gente (solo aquí) a identificar Republicanismo= Izquierda. La Monarquía como forma de ejercer la Jefatura del Estado en España es, o debe ser, un poder neutral. No decisorio. La pregunta es ¿queremos un sistema francés? o vamos a algo más práctico. Por ejemplo, el Presidencialismo americano. O nos quedamos como estamos. Al fin al cabo, en ninguna otra parte se prepara a una persona desde su nacimiento para ese cargo como aqui.

      • Por eso en una república el mandato del jefe de estado esta regulado por el resto de poderes, sólo dura 4 años, y puede ser revocable

      • Robespierre

        Ni Marruecos, ni Arabia Saudí ni Luxemburgo, que leches, Viva España! Algunos ya cansáis con lo de Felipe el preparao, que lo decíamos por joder y burla y os lo habéis tomado demasiado en serio.

  2. Viva el Rey Felipe VI. Republicanos a llorar.

  3. Guille

    La situación que comentas, que describe la partitocracia instaurada en España tras la Transición, tiene solución: el proceso constituyente que pedimos los republicanos, en el que el poder constituyente sea la sociedad civil en lugar de los partidos estatales. El debate república-monarquía no se reduce al debate rey-presidente.

  4. Rubén

    El problema del mamoneo actual, con tanto analfabeto en televisión y demás, es que algunos piensan que ser periodista no requiere de formación, de cultivarse. Ahí, en ese primer párrafo, lo he dejado.

  5. Valhue

    Lo triste del caso es que hay precedentes, como de casi todo. El imperio romano consiguió que Roma sobreviviese casi cinco siglos más gracias a que sustituyó la decadente república por una monarquía de todo menos de nombre.
    En efecto, resultaba mucho más barato mantener a un solo hombre, que ante la falta de competencia podía dárselas hasta de sobrio y austero como a menudo fue el caso, que a trescientos senadores codiciosos compitiendo a ver quién consigue robar más que el otro del erario público.
    El precio a pagar fue el de siempre, a saber, que el gobernante se mantenía únicamente por el poder de la tradición y del ejército (especialmente de este último, sobre todo en períodos de crisis) y al final el ejército se da cuenta de que es él quien verdaderamente tiene el poder de poner y quitar gobernantes.

  6. me has convencido, te voto p’a rey, pero volviendo a temas más importantes, ¡qu´carjo ha pasado con el blanco y nego de Jot Down, traidores!!!

  7. Bossuet

    ¡Genial idea!

  8. «no me gustan las profesiones para cuyo ejercicio no es necesario reunir mérito, conocimiento o talento alguno».
    Y sin embargo, todo lo que de verdad importa ni se aprende ni se enseña:
    http://antoniopriante.wordpress.com/2012/10/17/lo-que-de-verdad-importa-ni-se-aprende-ni-se-ensena/

  9. Eddy Felson

    Menuda chuminá…

  10. Fulgencio Barrado

    Manuel de Lorenzo I, el rey quedón.
    Me ha gustado, sí señor. En estas discusiones bizantinas siempre está bien irrumpir con humor.
    Sería un rey magnífico y sus discursos de nochebuena harían innecesarios los especiales de Los Morancos, José Mota…

  11. El titulo ya me hizo pensar que el articulo iba ser «tanasi» que ya no se para que comenze a leerlo(ala mitad llegue)…la verdad es que a veces soy masoca

    …un saludo!

  12. Gerion

    Jejeje. Sea la forma de gobierno que sea, el problema no es ese. El verdadero problema es el necesario control legal, que no se ejerce. Ni sobre los parlamentarios, ni sobre la realeza, ni sobre las instituciones. Ni siquiera sobre la Ley, que también debería ser revisada y actualizada periódicamente. Eso da lugar al imperio del clientelismo, y al callar si obtengo un beneficio particular, en lugar de denunciar ante una Justicia que no es tal.

  13. Pingback: Ni república ni monarquía parlamentaria

  14. alex rosas.

    España mañana será Republicana !!!

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