Leo Messi empezó la temporada como la había acabado: retirándose cojo del Vicente Calderón al poco de empezar el partido. En medio no habían pasado pocas cosas: de entrada, una gira por medio mundo que en un principio levantó muchas dudas acerca de su conveniencia física —cuidar un bíceps femoral de avión en avión es un método cuando menos curioso— y que lleva camino de acabar directamente en los tribunales. Para continuar, pese a ganar la liga sumando 100 puntos y precisamente para paliar el devastador efecto de la ausencia de Messi en el último tramo de la temporada, el Barcelona decidió adelantar su opción de compra sobre Neymar y traerse al brasileño, en principio como un complemento de lujo, algo así como lo que el propio Messi fue en los tiempos de esplendor de Ronaldinho.
El fichaje dio guerra desde el principio y no fue porque en el Barcelona no se encargaran de recordarle a Neymar que dijera en cada entrevista que él venía a ayudar al mejor jugador del mundo. Pronto se empezó a apuntar que se trataba de una operación multimillonaria destinada a eclipsar al astro argentino y conseguir su venta en un corto plazo de tiempo. ¿Por qué? Nadie lo sabía a ciencia cierta pero eran los tiempos en los que en torno al Barcelona se desarrollaban todo tipo de teorías conspirativas que en muchas ocasiones acabaron siendo verdad: los guardiolistas acusaban a Messi de haberse cargado la esencia del juego de posición; los antiguardiolistas, a su vez, le acusaban de haber sido el niño mimado durante demasiados años y obligar al equipo a jugar a su ritmo, a su voluntad.
De él se dijo que renovaba jugadores según su relación personal con ellos y determinados medios no tardaron en referirse a él como «el pequeño dictador». Rosell no se encargó de desmentirlo, su renovación se estancó, el propio Johan Cruyff salió en medio de un partido de golf a decir que si él fuera Messi se iría del club o, más bien, que, con Neymar ya fichado, qué pintaba Messi ahí.
No era el mejor recibimiento posible para un tipo que había ganado cuatro Balones de Oro seguidos y que era el máximo favorito para ganar el quinto: bota de oro destacado del curso anterior, excelente actuación en la Champions hasta su lesión y título de liga ante su gran rival, Cristiano Ronaldo. Lo que pasa es que hasta ese momento Messi había parecido no ya un jugador de dibujos animados sino de Playstation. Infalible. Imparable. Que fuera a seguir siempre así nadie lo dudaba. Cuando se retiró del Calderón en la ida de la Supercopa y falló un penalti en la vuelta —por cierto, aquel título se ganó con un gol de Neymar— empezaron las primeras dudas.
Las lesiones, Hacienda y Jorge Messi
Sin embargo, el principio de temporada de Messi no fue precisamente malo: dos goles al Levante, tres al Valencia en su campo, otro al Sevilla justo antes de decidir el partido con un sprint de treinta metros que dejó el balón en botas de Alexis para empujarlo y, como debut en Liga de Campeones, tres goles al Ajax de Amsterdam. En total, nueve goles en cuatro partidos a los que habría que añadir otros dos en los siguientes partidos de liga, el último de ellos en Almería, minutos antes de recaer de su lesión muscular y tener su primer parón de la temporada.
Sin Messi las cosas no le fueron mal al Barcelona. Con el barullo habitual dentro y fuera del campo, el equipo ganaba y seguía líder. Neymar cumplió con su condición de estrella por encima quizá de algunas expectativas y se echó al equipo a sus espaldas. Cuando Messi volvió en Pamplona, como suplente, inició una extraña racha de partidos sin marcar. Parecía ausente, trotón, como si tuviera miedo a lesionarse de nuevo. Algunos empezaron a hablar de su compromiso con la selección argentina, de una intención poco profesional de reservarse para llegar al cien por cien a la cita; intención, que entendemos, no existía cuando marcaba los goles de tres en tres.
La explicación era más fácil: Messi seguía cojo. El 10 de noviembre de 2013, recién empezado su partido contra el Betis en Sevilla, volvió a retirarse andando lentamente con la cabeza hacia abajo. La quinta lesión muscular en siete meses.
Esta vez, Messi paró más tiempo, lo que no quiere decir que la realidad le diera margen para la tranquilidad: si en septiembre Hacienda ya le había requerido el pago de varios millones de euros defraudados en temporadas anteriores, una cantidad que rondaba los diez millones, el mes de diciembre complicó aún más las cosas: Jorge Messi, el padre del jugador, volvía a la primera plana de los periódicos por su presunta desviación de fondos de los partidos de la citada gira benéfica de verano a cuentas opacas. ¿Hasta qué punto sufrió Leo esa doble, incluso triple batalla? ¿Cómo le afectó ver a su padre metido en todos esos fregados? Imposible saberlo, pero si asumimos que los jugadores no son robots, es de suponer que en algo le distraería.
No quedó ahí la cosa: en diciembre se peleó con el vicepresidente económico por un «quítame allá esa renovación» y por primera vez se empezó a sentir realmente cuestionado. El tipo llevaba catorce goles en catorce partidos oficiales, varios de ellos incompletos, pero se siguieron deslizando los rumores de poca profesionalidad: no corre hasta que no renueve, no se compromete porque quiere ganar el Mundial… En ninguna mente pareció entrar que, después de siete años en el podium del Balón de Oro, cinco lesiones consecutivas, un cambio de entrenador y hasta dos investigaciones judiciales en torno a sus ingresos, el chico podría dejar de ser perfecto. No, tenía que ser vagancia, indolencia, burla…
El desastre de la Copa, el desastre de la Liga
En ningún momento ese estallido contra Messi se vio tan claro como tras la final de Copa que el Barcelona perdió contra el Real Madrid en Valencia. Hay que dejar claro que para entonces el Barcelona ya era un despelote: Valdés había anunciado su retirada y después se había lesionado, camino inverso al que recorrió el otro gran pilar del vestuario, Carles Puyol; Iniesta venía de ver cómo su mujer perdía un hijo tras varios meses de gestación, Rosell había dimitido tras descubrirse una serie de chanchullos en el fichaje de Neymar que afectaban a toda la institución, el propio jugador —y su padre, para variar—, incluidos.
Por si fuera poco, la UEFA prohibió cualquier fichaje por prácticas irregulares en lo único sagrado que quedaba: la cantera.
En esa situación, Messi jugó un mal partido ante el Madrid. Venía de marcarles tres goles en el Bernabéu, justo cuando se jugaba la liga, pero ese día no estuvo bien. Dudo mucho que fuera el peor jugador del equipo y desde luego dudo mucho que el juego tuviera ya alguna importancia en un club en el que incluso el entrenador sabía que no iba a seguir el año siguiente. Los palos que recibió Leo tras ese partido fueron impresionantes y se resumían en el pernicioso algoritmo: «No ha jugado al cien por cien, no corre como antes, se desentiende de las jugadas… por consiguiente, es un vago, un mal profesional, se está burlando de la afición». Ya saben, ese largo etcétera que acompaña a cada estrella que en un momento dado da muestras de debilidad.
A partir de ahí, la situación ya no mejoró, y no es que el jugador no hiciera méritos para ello: de acuerdo, desapareció en la eliminatoria contra el Atlético de Madrid y hubo un partido en el que, según los que entienden el fútbol como una prueba más del decatlón, corrió muy pocos kilómetros. Que un tío que ha tenido cinco lesiones esprintando deje de correr podría tener una explicación física y no solo mental, pero, en fin, reconozcamos que a Leo se le veía algo desconectado. Pese a todo, marcó el gol de la victoria contra el Athletic de Bilbao, el gol de la victoria ante el Villarreal y el primer gol, el que hubiera supuesto tres puntos de no ser por la pasividad absoluta de la defensa, ante el Getafe.
Ningún jugador de la liga había dado más puntos a su equipo con sus goles… pero las críticas seguían ahí. Ya no era perfecto siempre. Ya no regateaba desde el medio del campo y sorteaba piernas hasta batir al portero rival. Ya no bajaba a defender en esfuerzos de cuarenta metros para recuperar un balón… Messi aún podría haber dado el título de liga al Barcelona de no haber anulado el árbitro un gol legal que suponía el 2-1 en el partido contra el Atleti pero dio igual. Las crónicas coincidieron en su fracaso.
El último trote cochinero de Leo Messi
Y en esas hemos llegado al Mundial. Ese Mundial donde se supone que Messi va a arrasar porque se ha estado arrastrando a propósito con el Barcelona, 41 goles y 14 asistencias en 46 partidos aparte. El primer partido ha consolidado lo que se venía apuntando: Messi estuvo perdido durante buena parte del encuentro, muy fallón, muy mal colocado en el campo y con un trote cochinero que ya se apuntaba cuando rozaba los 100 goles por año natural. Nada que no se hubiera visto durante el año porque el problema, lógicamente, no era la renovación —ya firmada— ni las ganas de reservarse —ya fuera de todo sentido— sino cualquier otro. Vaya usted a saber cuál: la paternidad, Hacienda, los problemas de su padre, el miedo a lesionarse por enésima vez…
Eso no quiere decir ni mucho menos que Messi no pueda acabar ganando el Mundial. El gol que marcó ante Bosnia lo demuestra, una jugada que hemos visto mil veces: diagonal de fuera adentro, rivales en el suelo y balón pegado al poste ante la estirada inútil del portero. Messi en estado puro, pero no un Messi nuevo, el mismo Messi que marcó tres goles en Mestalla o en el Bernabéu, un Messi de chispazos, un Messi buenísimo, desequilibrante, probablemente aún el mejor jugador del mundo incluso medio cojo y descentrado.
También puede ser que suceda lo contrario: que Messi vuelva a ser el media punta perdido del primer tiempo y el papel de Argentina se diluya como sucedió en 2010. No sería de extrañar y no sería una tragedia. Messi no es perfecto siempre y no lo es porque no quiera sino porque eso es imposible. Olvídense. Han jugado demasiado a simuladores donde sus estrellas marcaban partido sí, partido también. Eso, en la vida real, no sucede.
Leo tiene veintisiete años aún y muchos años de calidad por delante. Puede que este sea un bajón momentáneo y vuelva a lo más alto en los próximos meses, en los próximos años. Puede que le toquen tanto las narices que ese regreso al estrellato sea en cualquier equipo menos el Barcelona. También puede que este nuevo Messi sea el Messi que quede después de sus lesiones y sus vómitos, es decir, un tipo que en su peor versión casi consigue la Bota de Oro. Imposible saberlo. El debate lógico sería si todo el juego del equipo se puede centrar alrededor de un jugador que ya no es infalible pero supongo que seguiremos con esta duda constante, esta suspicacia de nuestro tiempo: gente que solo entiende que falles porque tú te lo has propuesto así, una extraña forma de autosabotaje.
Infalible no creo que sea el adjetivo más certero para definir a Messi. El actual es un jugador que ya no quiere, o no puede, ser el Maradona en todos los rincones del campo desde el minuto 1 hasta el 90, es decir, ser el pequeño dictador en el terreno de juego. Ahora es un jugador más terrenal en todos los términos, eligiendo mal la jugada muchas veces sin la capacidad de autocorrección que tenía antes, mostrando una inexplicable tendencia a desentenderse del juego colectivo.
Si quiere ser como el Pelusa debe aprender a ser intrascendente en buena parte de los partidos. La otra opción es volver a ser el de antes, pero se me torna harto difícil cuando sus escuderos ya han dejado su mejor fútbol, Xavi por encima de cualquiera.
La tercera opción es la actual, en la que se percibe como paradigma la insistencia en la búsqueda del regate en zonas del campo en las que un pérdida puede suponer un problema.
Todo muy «culé»……..
Es que una de las características del culé tribunero (que viene a ser la mayoría de los que van al campo) es la poca memoria. Guardiola dijo después de Wembley: «Esperemos que Leo no se aburra y el club le dé los jugadores adecuados para rodearle y siga con una vida personal equilibrada».
Y qué ha pasado?, pues de todo. Realmente ha jugado andando este año?. Y los anteriores?. Sinceramente, no yo veo tanta diferencia en su manera de moverse en el campo entre este año y los anteriores. Qué ha cambiado?, aparte de sus lesiones, obviamente, pues que el equipo lleva desde febrero del año pasado (todavía con Tito) sin jugar a una mierda y eso se nota. Yo he visto a Messi bajar a recibir a zonas donde normalmente lo hace Sergio Busquets. Cúando es más probable que Messi aparezca, estando a 20 metros del área o a 40?. Además, tampoco es que haya tenido mucha ayuda de sus compañeros, muy posiblemente influenciados por el demencial «sistema» de Martino. Que no ha sido el del año pasado? Evidentemente, pero no se han analizado las causas aparte de «se está reservando para el Mundial»
Además, ha tenido un entrenado que no ha sabido dónde colocarle. Hasta tal punto que en el Calderón declaró que la intención es que Messi participara poco. Pero en qué cabeza cabe?. Sólo por ese comentario tendría que haber sido destituido fulminantemente nada más salir de la rueda de prensa. Este año ha tenido un entrenado que ha conseguido que Messi se aburriera en el campo.
Y el club?. Qué ha hecho el club por él?. Referirse a él como: «ese señor». Acaso alguien se cree que el «tiro a Messi» desde la prensa barcelonista (Sport y Mundo Deportivo principalmente) no sale del club?. Además, no nos engañemos, es un futbolista no un santo y, si en su día Ronaldo estaba «trishte» pues Messi no iba a ser menos y entiendo que le jodiera tener a un novato cobrando bastante más que él. Que el club ha querido y quiere traspasarlo?. De eso estoy absolutamente convencido; hay un estadio que pagar, no lo olvidemos.
Por qué se dispara a Messi y nadie se queja de la flagrante falta de profesionalidad de Piqué, por ejemplo?. O de que hayamos tenido un entrenador que ha sido incapaz de sacar un mínimo rendimiento a Messi?. Yo no pido que jugásemos como con Guardiola. Me conformo con que se hubiera jugado como con Rijkaard.
Mi opinión?, a mi me da igual que Messi no vuelva a marcar un gol nunca más con nuestra camiseta. No he visto ni veré nunca más nada igual. Este tío se merece una estatua en la explanada del Camp Nou.
«BONITA» PARRAFADA… para no decir nada que no hayamos visto los cules de verdad. Y para acabar con un… puede ser!!!!
LLega un momento en esta vida que hay que tomar partido y alejarse del miedo a equivocarse… a eso se le llama responsabilidad.
Eso si sacar conclusiones finales que ayuden a tomar decisiones… desde las reflexiones sensatas y argumentadas… en pos de alcanzar lo que se pretende.
Ya estoy un tanto cansado del periodismo actual…
oportunista por un lado y connivente por otro.
Después de lo vivido el ultimo año (sin olvidar el anterior)… y me tachan de loco… la reconstrucción del equipo va mas allá de fichar nuevos jugadores y de deshacerse de otros.
Siendo todo ello necesario… debemos plantearnos de donde debemos partir… y yo considero… muy a mi pesar que la trayectoria de Messi en mi Barça ha concluido.
Y mejor venderlo en el momento ideal… a que se vaya como todos los grandes que se han ido de nuestro club.
Considero que ya no volverá a ser el mismo… el listón es tan alto… que ni el mejor jugador del mundo podrá igualarlo de nuevo.
Me da que la gente no es consciente lo que este chaval ha hecho y nos ha dado. Y eso ya no se va a repetir.
La pregunta es:
Queremos reconstruir al equipo supeditados a un puede ser o debemos ser valientes y abrir el equipo… darle aires nuevos apoyados en la estrella emergente por la que pagamos ni se sabe y el cual estará limitado con la presencia de Messi????
Es mas el modelo debe cambiar… evolucionar… y no por ello rasgarse las vestiduras.
Todo tiene fecha de caducidad … y es de ignorantes e irresponsables no aceptarlo.
Porque mis queridos amigos… eso no implica cambiar la filosofía. pero el actual modelo se ha agotado. Y Messi colapsa todo eso… porque lo aglutina en su persona.
Tristemente observo que no vamos camino de eso porque entre otras cosas estamos en manos de personas incapaces de entender lo que realmente esta sucediendo.
Mas que nada porque ellos representan el cáncer del actual Barça. Como no podía ser menos al reflejo de la actual sociedad… personas que utilizan la gran suerte de estar al frente de nuestro club para intereses propios… acomodarse y vivir de rentas pasadas… que para mas inri… que yo sepa… no les da ni para representar la comunidad de vecinos de mi edificio.
Cuando nos daremos cuenta que los club de fútbol ya no representan el sentimentalismo de décadas pasadas. Solo hay una máxima… GANAR … GANAR Y GANAR.
No a cualquier precio… pero tampoco… supeditados a ninguna persona … ni a ningún nombre.
Lo único que prevalece… ES EL BARÇA. No lo olvidemos.
Visca el Barçá!!!!!… a pesar de todos aquellos que lo representan indebidamente.
En toda la parte de la directiva actual estoy totalmente de acuerdo. En lo de vender a Messi, no.
Creo que no podemos dar por finalizada su etapa cuanto tiene 26 años!! No acabo de entender por qué no iba a volver al nivel de antes de la lesión en París, sinceramente. A veces se habla de él como si tuviera 33 años y tiene 26. Está en la mejor etapa de un futbolista.
Hay que tener en cuenta los problemas hormonales de Messi, no es un tema baladí, a mi forma de ver.
No olvidemos que lo suyo es una enfermedad.
¿Quién es su sano juicio cree que es conveniente vender a Messi? Aparte del autor de la nota, digo.
Messi ha sucumbido al poder del dinero, y punto. Su actuación en la eliminatoria contra el Atlético fue simplemente vergonzosa. Fuera del Barcelona ya.
Los mejores 50 partidos de Messi pertenecen al pasado. Sin Xavi y con defensas rivales que corten sus líneas de pase con Iniesta y Neymar, es un jugador que no llega ni al sobresaliente.
Vender a Messi es de locos, pretender que todos los balones pasen por él y que tenga que ser él el que meta todos los goles es un suicidio. Messi nunca volverá a ser el del periodo 2008-2011, hay que aceptarlo, pero todavía puede reinventarse.
Parece ser que los problemas de Hacienda vienen porque sí y que el muchacho es una víctima.
También resulta curioso cómo la mayoría de culés y periodistas miran para otro lado cuando Messi vomita en cada partido desde hace un año, como si fuera simplemente que el chaval está pachucho.
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El artículo me parece una lista de excusas (algunas de ellas razonables) para justificar la temporada de leo. Pero no dejan de ser eso, excusas. Desconozco cuánto le ha podido influir las lesiones previas, las visitas al juzgado o su relación con la directiva. Lo que sí sé es que su rendimiento ha bajado notablemente, y negar la evidencia no cambiará la realidad, por mucho balón de oro mundialista que reciba.
Messi a buen nivel ha demostrado ser el mejor del mundo en su momento, pero el autor del texto afirma que «cojo sigue siendo el mejor». Y yo me pregunto, ¿en base a Qué? A goles, no. A asistencias, no. A títulos, tampoco. A rendimiento, menos. No se debe infravalorar a uno de los grandes jugadores en lo que llevamos de milenio,pero ensalzarle inmerecidamente me parece absurdo.
Desconozco si volvera a mostrar su mejor nivel,y de hacerlo en qué equipo sería. Lo que veo es que hace ya tiempo que dejó de ser el mejor jugador del mundo.