1) «I got caught», Clarence Carter: La mayoría de canciones de deep soul versan sobre adultos magullados que abren su alma al oyente, y esta es una justificación de cuernos tan cándida que serviría para la absolución definitiva de O. J. Simpson. Lo cierto es que la canción también me hace reír involuntariamente, pues las pilladas con el trasero al aire siempre resultan cómicas (como demostró Rafaela Carrá con la espeluznante «Una mujer en el armario»). Carter manifiesta aquí su intención de largar sus «verdaderos sentimientos», y ya de sopetón escupe que lo suyo sucedió por dos cosas: «soledad y tentación». Carter sabe de lo que habla, pues le sucedió «hace unos meses». No a su primo; a él. Y lo peor es que le «gustó mucho», al bribón. Resulta que el pillastre de Clarence había ido a visitar a un compadre y se encontró a la doña con «deseo ardiente», y surgió la propuesta de que fuese él quien «apagara el fuego» en ausencia del marido (toma ya). Carter se disponía, voluntarioso, a extinguir tales incendios de adúltera efusión, cuando por la puerta apareció el astado cónyuge. Al parecer armado, pues la siguiente estrofa ya se canta desde su cama en el hospital (se lo juro). Carter, vendado como Ramsés II (suponemos), finaliza admitiendo que lo que hizo fue una «vergüenza y un pecado», pero el insoportable dolor muscular y la quijada sostenida por alambres no le impiden sostener que «volvería a hacerlo». El muy sinvergüenza… La canción también me provoca risilla tontuela porque mi hermano, al escuchar el estribillo de «I got caught making love / to another man’s wife», no registró las dos últimas palabras, con lo que la canción se le antojó un himno al amor homosexual: «I got caught making love / to another MAN». Mi hit cuernil favorito.
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2) «Showdown», Kenny Carter: Los Éufrates de lágrimas que todas las divorciadas del mundo han derramado con Kramer contra Kramer palidecen ante el auténtico océano que mis lacrimales han soltado escuchando esta indescriptible sinfonía. En «Showdown», el diálogo es entre la mujer y uno de los granujas que se la beneficia. Cascan sobre un tercero en discordia, supuesto «mejor amigo» del pérfido narrador. Ese desdichado anhela casarse con ella, pero lo lleva crudo porque nuestro pícaro amigo va a «contárselo hoy». En efecto: al amigo que le zurzan; décadas de correosa fraternidad a la basura por culpa de una cualquiera. Pues sí: pese a que el sagaz narrador no quiere «hacerle daño» a su compinche, tampoco puede desoír los explícitos clamores de conquista que despachan sus zonas pudendas. Ante la disyuntiva, la solución se le manifiesta diáfana: «voy a abandonarle». Al amigo. Maldita rata de dos patas… Lo único que podemos decir en favor de este repugnante Judas es que, al menos, el abandono amistoso no se verbaliza por mail (además, en 1967 no se habían inventado aún). No: nuestro ladino interlocutor, como mínimo, decide quedarse para la «confrontación» cara a cara (suenan mil violines al galope desbocado). Mi canción de deep soul predilecta del mundo entero, también favorita del difunto Dave Godin. Puro dramón en 2:58. Y cuando digo dramón lo que quiero decir es DRAMÓN:
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3) «Two timing woman», Johnny Cash: Da un poco de miedo ver a Cash cantando esa canción con la mandíbula tensa de anfetas, como si estuviese tratando de masticar un corcho de piscina. Lo cierto es que la mayoría de canciones de cuernos a lo largo de la historia del pop, el country & western, el rock’n’roll o el R&B terminan con amenazas poco veladas de violencia de género. O, ya directamente, con estremecedor y gráfico derramamiento de sangre. Pero analizar la música popular del siglo XX mediante parámetros de machismo/sexismo, etc. es peliagudo, porque corre uno el peligro de quedarse sin hits (la mitad de mi discoteca desaparecería mágicamente, como en la foto de Regreso al futuro). Eran otros tiempos, caramba, y TODAS las canciones iban de cuernos y salvaje venganza; qué le vamos a hacer. Esta de Johhny Cash trata básicamente de sádicas visiones de desquite marital hacia una mala mujer. Asusta un pelín, porque cuando Cash suelta lo de «Porque cuando la encuentre voy a atarla al suelo / Y le diré: Siéntate, mujer, y no vuelvas a abandonarme», no suena a figura retórica. Suena a que el Hombre de Negro pensaba en sujetar a alguna mujer al frío pavimento (lo que, por supuesto, está penado de forma gravosa en la mayoría de países civilizados). El muy acémila. Si esta les ha pasmado les recomiendo no escuchen «Hey Joe» en ninguna de sus versiones («Yes I did, I shot her / You know I caught her messin’ round, messin’ round town») porque es una auténtica cafrada. Sí, la maté. Porque era mía, qué hostias. «Hoy voy a asesinarte» de Siniestro Total es otro fenomenal ejemplo del subgénero. Y luego está «I’m not angry» de Elvis Costello, que es el típico «no estoy enfadado» que se pronuncia con un tic en el párpado izquierdo, labio tembloroso y puños cerrados, y que la pareja haría bien en tomar en su acepción diametralmente opuesta.
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4) «I heard it through the grapevine», Marvin Gaye: Otra lacerante consecuencia de la infidelidad son las habladurías. O sea: entrar en el bar y que todo el mundo realice a nuestras espaldas la señal satánica con los dedos índice y meñique, que en nuestros lares no implica mera adoración a Luzbel y sus huestes infernales. No, amigo, créeme si te digo que desearías que hablaran del Príncipe de las Tinieblas. Es mucho peor. La peña habla. Chismorrea sobre tu señora colocada en posición horizontal debajo de otro piernas. La situación de la que habla Marvin se antoja imposible en Barcelona —un pueblín donde cualquier desliz tarda un veloz twit interurbano en llegar a los oídos de la amada— pero se ve que donde él residía las noticias viajaban en río de barro. Lo peor es que el mancillado protagonista de Gaye toma el peor camino: negar la evidencia, como un pobre imbécil. Ignorando las espléndidas astas de reno que su amada le ha plantificado en la coronilla, el narrador aduce que «deberías creer la mitad de lo que ves / y nada de lo que te cuentan», aunque con la boca pequeña prosigue mascullando que no puede evitar «sentirse confuso» y «¿Es verdad lo que escucho, querida?». ¿A ti qué te parece, pasmado? La historia termina en lágrimas, como todas las de cuernos. «Dark end of the street» de James Carr es otro asombroso ejemplo de soul despellejado y dialéctica de resignación cornuda. Lo sé, lo sé; pero me jodo.
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(Flipen con el interludio inicial de esta versión en Montreaux).
5) «I don’t want to hear it anymore», Jerry Butler: Aunque la versión de Dusty Springfield también es la monda. El tema es muy similar al de la entrada anterior. A mí me da mucha pena esta canción, porque verbaliza fantásticamente la cara de pasmo que se te pone al enterarte de que te la están jugando de forma artera, y encima sabes de ello por los inquilinos de la finca: «Oigo a los vecinos hablando acerca de ti y de mí / Supongo que ya lo he oído todo / Porque hablan en voz muy alta / Y las paredes son demasiado delgadas». Una bella relación arruinada, en suma, por los bocazas del cuarto primera y la economía de materiales al erigir la tapia divisoria entre apartamentos. El compositor de este milagro, por cierto, fue el gran Randy Newman.
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6) «Señora», Lidia Damunt: La gente puede ser civilizada. Después de todo, no somos bárbaros y existe una cosa llamada sociedad, dijese lo que dijese la Thatcher. Me encantan las canciones donde amante y cornuda se sientan y arrancan a platicar sobre su situación. Así, como si nada. Como si el bellaco aquel que bailó el foxtrot-sin-pantalones con ambas, y a espaldas de ambas («Él me dijo que era libre como el mismo aire»), no mereciese una dislocante y agónica muerte en el potro inquisidor. Pero las mujeres son más lógicas que los hombres, es bien sabido, e intuyen que resolver el asunto con arma blanca no traerá más que infortunio y patíbulo. Así que parlamentan, y entonces se produce alguna pasmosa confesión —pronunciada con rictus impávido— como esta: «Cuando supe que existía usted, señora / ya mi mundo era solo él, señora / ya llevaba dentro de mi ser su aroma». Pues nada, a otra cosa mariposa. Tú me dices que llevas dentro su esperma («tu aroma» suena decididamente a eufemismo) y yo os deseo mucha felicidad a los dos, tortolitos. Incluyo la versión de Lidia Damunt porque la original de Rocío Jurado me horripila (el vídeo de la Jurado hablándole a un pedazo de falso armiño derrumbado sobre una silla, por otra parte, sí me produce una cierta hilaridad atávica). Otro favorito, esta vez recomendable en versión original, es el brillante trabalenguas «To the other woman I’m the other woman» de la muy beatificable Doris Duke. El equivalente infecto de esta demanda cabal de información infidelicia es, por supuesto, la mil veces execrable «Y cómo es él» de Perales.
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7) «Me and Mrs. Jones», Billy Paul: Dicho lo anterior, tampoco hace falta regodearse en ello. Algunos, como Paul Jones en este recalcinado (pero lindo) cacho de Philadelphia sound en su vertiente melindrosa, parecían incapaces de distinguir entre libertad y libertinaje. Más allá de un «we both know that it’s wrong», Jones no manifiesta excesivo remordimiento por estarse trajinando a la señora Jones. Al contrario. Parece estárselo pasando de fábula, el malandrín. Pero en el fondo el pájaro sabe que la cosa va a terminar como el rosario de la aurora, y que el futuro pinta más negro que una convención de mofetas ciegas en el Túnel del Cadí. Durante un corte de luz. Entrañable también el intento de dejarlo (literalmente: «Ya es hora de dejarlo») porque «duele demasiado, duele demasiado». Pero aparentemente tampoco dolía tanto, Jones, pues la penúltima línea deja caer que «mañana nos encontraremos en el mismo sitio a la misma hora». ¿Sí? Con las dos piernas rotas tal vez te sea complicado llegar a la randevú, insolente Jones. ¿Cómo vas a manifestar tu siseante lujuria cuando no tengas dientes, rufián? En la misma línea pelafustanesca de «tengo ciertos remordimientos, pero por otro lado esto es maravilloso y que continúe el solaz genital» está el «(If loving you is wrong) I don’t want to be right» de Percy Sledge. O sea: amarte está mal, pero me estoy poniendo demasiado morado para abandonar. Pues muy bien, hombre; sobre todo no apartes el hocico del comedero, tío gorrino.
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8) «No me acostumbro», El Último de la Fila: Versa más sobre abandono postinfidelidad que sobre cuernos como tales, pero contiene la mejor metáfora sobre cuernos que se ha escrito jamás: «Volveré a esperar la noche, de pie en el oscuro rellano / que vuelvas despeinada de los bares cerrados.» Despeinada. De los bares. Cerrados. No tengo ni idea de por qué las flores raras crecen en las aceras para ella, pero está claro que a este desgraciado se la están pegando a base de bien. Hay serios problemas, ¿sabes? Y todos implican el brote de un par de rotundos cuernacos en tu cráneo, colega. Escuché esta canción por primera vez en 1985, en primero de BUP, y todavía me maravillo de lo triste y hermosa que es. Y aún hoy, cada vez que mi esposa desaparece por la puerta rumbo a algún sarao laboral nocturno, le advierto/suplico lo mismo («No vuelvas despeinada de los bares cerrados, nena»), y ella me observa (¿Despeinada? ¿Bares? ¿Cerrados?) como si me faltase un hervor. Allá en el oscuro rellano.
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9) «The bitterest pill (I ever had to swallow)», The Jam: Aquí fue donde descubrimos que Paul Weller era un gran compositor, vocalista e ídolo, pero que como actor apestaba. Este vídeo realiza exigencias estrafalarias: primero nos pide que creamos que la zángana está abandonando a Weller, ni más ni menos, y no contento con ello nos reclama luego que creamos que le está dejando por… ¡Rick Buckler! ¡El batería de flequillo pretoriano! ¿Y qué me dicen del flácido puñetazo de rabia que suelta Weller en la mesa de la terraza, durante la definitiva ruptura sentimental? En 1987 nos moríamos de pura risa con eso, mis amigotes y yo. En fin. El clip no se sostiene por ningún lado, pero no importa, porque él va hecho un pincel (gabardina blanca, jersey de cuello redondo, peinado Marriott) y el baladón funde casquetes polares. Weller dio aquí rienda suelta a su acerba autocompasión: «Esta es la píldora más amarga que voy a tragar / Si la tomara durante cien años, no me sentiría peor que ahora» y «Ojalá esta tumba se abriese y me tragara vivo». Una truculenta torch song que azuzó el fuego de todos mis desamores adolescentes. Cuánto drama, Dios mío.
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10) «It wasn’t me», Shaggy: La canción más feliz del año 2000 (equivalente de nuestro «Happy» actual) fue este mondante alegato de imposible inocencia por parte de un pelanas que ha sido infiel. El estribillo es uno de los más divertidos y memorables que ha producido el rap pop en las últimas décadas: «Pero si me pilló chingando en el sofá (No fui yo) / Pero si incluso me la llevé a la ducha (No fui yo) / Pero si me hizo una foto (no fui yo)». Ante la duda, niégalo todo. No fui yo, ni de coña, te han mentido, la imagen está photoshopeada, esta mancha blancuzca es de Lactovit y el penetrante aroma a pez que inunda el segundo piso es de una sardinada que celebré. Sí, en el dormitorio. No, el tanga colorado es de mi bisabuela Remedios. Etc. y etc. hasta la absolución final. Genial Shaggy. Y cuántas ideas utilizables para salir del aprieto (si ustedes son de persuasión adúltera, quiero decir).
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Otros candidatos que no entraron por falta de espacio: «Dolene», Dolly Parton; «Run for your life», The Beatles; «Unfaithful», Rihanna; «You’ve been cheating», The Impressions; «De noche eres infiel», The Lebron Brothers; «Corazón loco», Bambino; «Stop that girl», Vic Godard & Subway Sect; «Don’t explain», Billie Holiday; «I hope he breaks your heart», The Roulettes; «I’m waking up to us», Belle & Sebastian; «Pobre diablo», Emmanuel; «Hats off to Larry», Del Shannon; «I think I need a new heart», The Magnetic Fields; «Clean sheets», Descendents; «Mala mujer», Los Sencillos; «It’s all over», The Impressions; «That other girl», Susan Maughan; y cientos más.
Pingback: Diez canciones de cuernos, pilladas y rupturas
«Smoking Gun» de Robert Cray, con la letra en dos partes, la primera reproduciendo los pensamientos del amante corneado mientras llama a casa y siempre da ocupado, sabiendo que si va pa casa, la encontrará con «el arma humeante»…. la segunda contando cómo la policía lo ha detenido y se lo llevan, después de encontrarlo con una menos metafórica «smoking gun».
https://www.youtube.com/watch?v=2gQEDwjhaDE
«Y sin embargo», de sabina (cuando aún era sabina)
Que decepción! No incluir «La mataré» o «Cadillac Solitario»…
«Todos mirando», de Barricada:
«Oigo ruido en la puerta, sobresalto y a correr.
Su marido llega a casa, se que no le caigo bien.
Vaya susto que nos dió,
yo me tuve que esconder encogido en el balcón,
4 horas sin toser, que sorpresa me llevé
cuando vi la que monté: ¡todos mirando!»
Si, si, siempre me ha recordado a otra muy buena: One Way Out de los Allman Brothers
«Jardín prohibido», puñetas.
El tema de Dolly Parton es «Jolene», creo que es una errata. Buena selección, aunque seguro se quedan muchas en el tintero.
Faithful man, de Lee Fields
¿Alguien dijo I Want You de Elvis Costello?
Pingback: De cuernazos
Para mi el hit es «Mala ruina tengas» de Los Chichos http://youtu.be/kuwLOu47_QI
La de Todos Mirando muy grande…..
De Johnny Cash y cafradas se puede hablar mucho… una de mis favoritas la de «Early one morning when i making the round, i have a shot of cocaine and I shot my woman down….» Y se queda tan ancho… eso si, luego run que te run, lo pillan y se arrepiente y te dice que pases del Whisky y la coca…. pero despues de que lo condenen a perpetua en Folsom… antes nó…
Muy bien contado. :-)
Hombre, de los Chichos mejor la de «Esto si que tiene guasa»: http://www.youtube.com/watch?v=Y8FolbxUQ8c
A mi me falta alguna de los panchos, la de «como pudiste hacerme esto a mi» de Alaska y mi favorita «where did you sleep last night?» de Lead Belly que mas tarde versioneo Nirvana.
«Rapture» de Pedro The Lion o la infidelidad como apoteosis mística.
Hombre…que te has dejado ‘El venao’…
Imperdonable no mencionar siquiera «Famous Blue Raincoat» del Señor Leonard Cohen…
muchas se pueden quedar fuera, pero esta…
;)
Siempre nos quedara el mítico «Unsuccessfully Coping with the natural Beauty of Infidelity» de Type O Negative
Norwgian Wood habla de una infidelidad de Lennon, y solo por ese sitar merece una mención, en mi opinión.
Es «Jolene» y no «Dolene»…y desde luego la letra tiene telita.
Lou Reed – Pale Blue Eyes
Roberto Carlos – Detalles
Antonio Carlos Jobim – Insensatez
Allman Brothers Band – Whipping Post
Irving Berlin – Change Partners
¿Alguien sabe a qué se dedicaba el señor Morrison en «Back door man»?
Y el «Jardín prohibido» de Giaccobe es una confesión y no se yo si intento de acto de contricción.
Para mí la mejor «Famous raincoat» y la más graciosa «Ramito de violetas»donde se da una vuelta de tuerca a eso de los cuernos y en un giro inesperado de los acontecimientos resulta que la señora engaña a su marido con su propio marido, es brutal!
En «Satellite of Love», de Lou Reed, la tipa se lo está haciendo con tres, Harry, Mark y John, cada dos por tres:
«I’ve been told
that you’ve been bold
with Harry, Mark and John.
Monday Tuesday wednesday thursday
With Harry, Mark and John»
Eso sí, él pasa de todo y se queda en el sofá viendo el satellite of love en la tele
Wi
«No te lo consentiré» de Deme el Castellano (Cecilio, el crooner de Talavera de La Reina, también la canta).
http://m.ivoox.com/deme-castellano-no-te-lo-consentire-audios-mp3_rf_2824672_1.html
¿»That Other Girl» de Susan Maughan? ¿No será el «That Other Place»? En la que, dicho sea de paso, comparado con el angst de la original de Wade Flemons, Susan suena como un ama de casa histérica riñendo a su retoño por no meter su plato en el lavavajillas.
JN
Hombre por favooor: «De boca en boca» de Niña Pastori.