Ciencias

Academicools

Neil deGrasse Tyson. Foto cortesía de bigthing.com
Neil deGrasse Tyson. Foto cortesía de bigthing.com

(English version)

O tempora, o mores. El mundo académico ya no es lo que era. De hecho uno podría pensar que el fin está cerca. Quizá piensen que lo digo porque algunos políticos copian en sus tesis doctorales. No, los intentos de entrar en nuestro selecto club por parte de wannabes [1] han sido muchos y variados, pero eso es solo la punta del iceberg, y las duras caídas que sufren avisan a otros del riesgo que corren en su intento de pertenecer a esta sagrada hermandad. El problema es mucho peor, más grande y de consecuencias aún peores. Vergüenza, oprobio, escarnio, mofa y befa. Uno trabaja duro durante años para poder tener su propia torre de marfil desde la que impartir cátedra, preferiblemente de temas tan específicos y de difícil aplicación práctica que poca gente más entiende. Publica como un poseso en revistas que tardan años en dar el visto bueno tras un riguroso, ético y doloroso proceso de revisión entre pares (y también, hay que decirlo, exclusivo y lucrativo negocio). Acude a congresos de todos los tipos y colores donde poco a poco descubre gente como él, un grupo de seres superiores, diferentes, especiales, aquellos que han pasado por el rito iniciático más importante del mundo en general y del entorno académico en particular: doctorarse.  Sigue todas las normas para ser aceptado en la sagrada hermandad donde solo unos pocos elegidos pueden entrar, como por ejemplo la mágica norma a seguir para escribir que me dio el codirector de mi tesis doctoral, «en tus documentos académicos cumple siempre la regla de las dos B… Be Boring!».

Supera un temible tribunal, arcaico, indolente, puntilloso hasta el extremo de la exasperación. Académico en fin. Un tribunal que matizará comas y puntos de tu tesis doctoral, atizará el árbol de los contenidos con infinitas pegas y comentarios, para finalmente, si Dios y la autoridad lo permite, concederte el acceso al exclusivo club de los «doctores». Ese tipo de gente que definía la madre de Randy Pausch, insigne miembro que en paz descanse, «es doctor, pero no de los que ayudan a las personas». Llegado este punto y cruzado este umbral uno siente una perturbación en la fuerza, un nuevo poder le invade haciéndole sentir claramente que está por encima de los demás, e incluso en algunos países del mundo puede poner en su pasaporte que es «Doctor».

Y todo este esfuerzo, sacrificio, dolor e incluso lo peor, vergüenza, para que vengan cuatro disidentes, personajillos irredentos, que deberían ser expulsados de nuestra gloriosa y exclusiva comunidad, y se conviertan en ídolos pop. No, no hablo de Mankiw explicando economía con ejemplos de Michael Jordan, eso fue una frivolité que permitimos y que no llegó a mayores. Ahora la cosa es mucho peor. ¡Ahora resulta que el mundo académico está de moda!

¿No ha leído usted nunca un paper (vulgo publicación académica)? Obvio. Usted es un ser normal. Pero ahora resulta que cualquiera los ha visto y tenido en sus manos. Primero fue la aparición de Google Scholar (o Google Académico en español, idioma que todo buen researcher sabe que está demodé cuando de lo académico se trata). El inicio del fin. Se terminó el buscar días y noches de journal en journal (vulgo revista académica) los papers (vulgo paper) académicos a partir de los cuales buscar otros papers académicos con los que construir nuestro inapelable, valioso, relevante y riguroso conocimiento para aportar a la humanidad. Pero claro, este proceso (que un doctor cualquiera que se precie necesitaría como mínimo trescientas páginas para describir, y un doctorando incluso muchas más), lo explica un tal Matt Might de este vergonzoso modo gráfico que facilita que todo el mundo, y no solo los iniciados, entiendan. Resultado: el problema está sobre la mesa.

Esto era un club para elegidos, seres más que humanos que habíamos decidido sacrificarnos por el bien de la humanidad haciendo crecer nuestro prestigio con horas y horas de áridos y sólidos estudios que no siempre servían a dicha humanidad (ni en realidad a nadie) pero que nos permitían conseguir JCRS (vulgo publicaciones indexadas en revistas de reconocido prestigio) y referencias (vulgo que hablen de nosotros). Y a pesar de que algunos envidiosos habían intentado ridiculizarnos con iniciativas como los Ig Nobel presuponiendo que porque una investigación no sea entendida por el gran público o no tenga valor claro y evidente no sea por ello valiosa para unos pocos elegidos en forma de publicaciones en revistas académicas (vulgo journals) y reconocimiento por la comunidad científica. No pienso ni comentar otras organizaciones como las que conceden los Premios Darwin, mucho más antiguos en su concepción, y que incluso son motivo de una película, igual de desacertados y desenfocados de lo urgente y lo necesario de nuestro trabajo. Sin embargo este nuevo intento de escarnio, mofa y befa de unos pocos hermanos de armas académicas que perdieron la vida por el sagrado deber de la investigación y la creación de nuevo conocimiento no ha causado nunca tanto daño como los disidentes a los que quiero referir en este artículo.

Son pocos, sí, pero muy peligrosos. Comenzaron no hace mucho pero han avanzado sin prisa pero sin pausa con su labor de acoso y derribo, camino del fin de miles de años de mundo académico. Destruyendo lo que tantos años nos costó conseguir. Ni la inquisición española hizo tanto daño como amenazan ellos, que anticipan una nueva época oscura y medieval en el mundo de la búsqueda y creación de conocimiento. Estos asesinos en serie del prestigio académico, estos barrenadores de torres de marfil… ¡son cool! (vulgo «molan»). Salen en televisión, tienen millones de seguidores en redes sociales, y venden libros de masas que son traducidos a múltiples idiomas o recomendados por los padres a sus hijos. Sí, molan, y no solo eso, además están convirtiendo el mundo académico en un lugar diferente, mucho peor por supuesto, donde la gente normal entiende las cosas que explican y no las exponen de modo que solo unos pocos iniciados privilegiados puedan hablar con conocimiento de causa sobre lo humano, lo divino y lo académico de sus argumentos. Han abierto la caja de Pandora y están descubriendo sus secretos, ¡¡han entregado el fuego a los humanos!! Ortega y Gasset utilizaba un filtro infalible; hacía leer siempre sus artículos a su asistente antes de publicarlos. Si había conseguido entenderlos repetía con solemnidad: «¡Oscurezcámoslo!». Hoy estos peligrosos especímenes deshonran su memoria día sí y día también.

Así que mi objetivo desde aquí es iniciar la chispa de la rebelión, plantar batalla, descubrirlos ante la comunidad científica y enfrentarnos a ellos por el bien del mundo académico. Nos pocos, nos felices pocos, banda de hermanos académicos. Porque el que colabore conmigo en esta cruzada será considerado mi hermano a pesar de no tener un doctorado o cinco JCRS. Este día academizará su condición, en la noche de Santa Hermione. Y para ello nada mejor que conocerlos y saber a lo que nos enfrentamos.

Tim Harford con El economista camuflado, el primero y más peligroso, que ha convertido la economía en una disciplina para todo el mundo. Comenzó apuntando maneras desde una columna en el Financial Times, a medio camino ya del bochorno (que una cosa es publicar de vez en cuando en prensa generalista, y otra hacerlo regularmente). Pero explicar a David Ricardo con los cafés del Starbucks es una afrenta inaceptable. Con lo que le costó a Ricardo el concepto de la escasez y el valor. Escribió el libro con apenas treinta y dos años y se ha desatado. No destaca precisamente por sus papers académicos, lo que añade más sal a la herida.

Steve Levitt con su Freakonomics, que analizaba papers explicando si los luchadores de sumo engañan o por qué los traficantes de crack viven con sus mamás. Que comenzara analizando temas como el crimen puede parecer aceptable, a fin de cuentas es economista, americano y trabaja en Chicago. Pero la cosa se le fue de las manos con la portada de su primer libro. Y con el estudio del impacto del aborto en las tasas de delitos, destruyendo la teoría de los cristales rotos y haciendo que al alcalde Giuliani se le quedara esa cara tan suya. Hay una mínima esperanza en que su producción de papers académicos no ha desaparecido, y quizá pueda salvarse para la causa. Por otra parte lleva varias demandas por plagio y difamación que prometen permitirle ampliar sus investigaciones sobre la vida carcelaria.

Malcom Gladwell, siendo periodista, ha entrado apoyado en su verborrea y en una cabellera afro inolvidable. De orígenes jamaicanos, este canadiense nacido el mismo día que yo no es académico, pero podría pasar por ello, lo cual es un motivo más terrible aún si cabe. Si un lego sin cicatrices doctorales puede ser tenido por docto, debemos actuar con rapidez. Escribe en el New Yorker, burda copia de este, nuestro magazine, y bolita mediante que responderemos a tamaña afrenta. Sus cinco libros han sido superventas, por todos los santos, ¿no muestra esto claramente la necesidad de pronta actuación? Habla de cómo viralizar ideas en The Tipping Point, de la intuición en Blink, pero sobre todo de personas excepcionales en Outliers y de los grandes contra los pequeños en David y Goliat. Su teoría de cómo convertirse en un experto de algo en solo diez mil horas es la llave de un conocimiento diferencial que debería seguir oscuro tras varias referencias académicas con bajo índice de impacto. Su análisis de por qué los niños nacidos en enero tienen más posibilidades de ser grandes deportistas provocó cambios radicales en mis rutinas domésticas y familiares hasta el punto de que mi hijo naciera el 31 del primer mes del año (y hasta aquí puedo leer). ¿No queda claro ya que hacer accesible este conocimiento al gran público puede ser el fin de la civilización como la conocemos? A pesar de que sus áreas de trabajo sean la sociología y psicología. ¡Periodista! ¡Es periodista! ¿He dicho ya que es periodista? Por todos los…

Su némesis, que podría ser una solución, ha resultado ser incluso mucho peor. Jonah Berger dedicaba su trabajo y su talento a demostrar que Gladwell se equivocaba, pero, conseguido esto, sigue en la misma línea que él. Vale, sí, este publica papers, en journals académicos, con investigación rigurosa… ¡pero luego se saca de la manga un libro como Contagious! Un panfleto donde desgrana con ejemplos fáciles de conocer los secretos para que una idea o proyecto sea ampliamente difundido. Pierre Bordieu cambió el mundo con su concepto del capital social, para que este… este… ¡niñato de pelo rizado aquerubinado! venga ahora a decir que la clave es la «moneda social»; o los disparadores (como una canción llamada «Friday», que dicho día es escuchada recurrentemente; o un producto llamado Mars que se vende cuando se habla de una misión de la NASA al planeta rojo); las emociones, que hacen que esto parezca una telenovela o el Sálvame buscando que la gente llore; o finalmente contar historias, para darnos ya de bruces con el manido storytelling que nos venden los gurús por todos lados. Parecía que sí, pero no.

Nate Silver y su blog sobre estadística, béisbol y las elecciones americanas de 2012, en el que acertó los resultados en todos los estados. Cuando todo el mundo decía que Obama podía perder, él argumentaba que Obama iba a ganar con más del 60% de los votos. Y no, no fue la suerte del principiante, en 2008 también acertó todos los estados (bueno, menos uno). Pero no es académico, nunca lo fue, ni siquiera es doctor, válgame el cum laude. Pero claro, la combinación de estadística y plebe anumérica facilita que sea elevado a los altares. Bueno, eso y la película de Moneyball, con Brad Pitt, donde se habla de un sistema como el creado por Silver (PECOTA) para analizar jugadores de béisbol y que llevó a un equipo a las más altas cotas de este deporte nacional americano.

Susana Martínez Conde, magia y neurociencia, que se ha atrevido a convertirse en maga, ser aceptada en la mayoría de los clubes mágicos, y escribir un libro de masas o salir en red.es explicando los trucos de los magos y del cerebro. Sí, es doctora. Es más, es doctora doctora de verdad, es decir doctora en medicina además de PhD (o doctor en filosofía, vulgo Doctor of Philosophy). Y sí, publica papers y libros académicos. Pero debemos actuar con más fuerza si cabe contra estos disidentes del Frente de Liberación de Conocimiento. ¿Magia? ¡Por favor! Seamos serios: no. Palomas en vez de cobayas; cartas en vez de misivas; y un cerebro de gelatina para entrar en un club de magos con una bata blanca. Es una blasfemia y no podemos permitir que el Frente del Conocimiento Liberado y sus disidentes hagan perder el rigor y la solemnidad de la Academia. Ni aunque explique los trucos en su libro.

Daniel H. Pink, que ataca la psicología del palo y la zanahoria de toda la vida, explicando qué nos motiva realmente a partir de varias investigaciones; sus libros bordean la dura línea de la autoayuda coelhiana. ¡Pero si hasta ha hecho un cómic sobre cómo encontrar trabajo! ¿Qué fue del «tenure» y del sufrimiento como asistente de investigación de toda la vida? ¿Qué será de centrarse en una rama de investigación hiperespecializada y específica hasta que la muerte nos separe? No, señores míos, no podemos permitir que este hombre destripe más papers y haga más cómics sobre disciplinas de comportamiento. Ni él ni el siguiente.

Dan Ariely, que experimenta también sobre qué nos motiva y por qué mentimos, en este caso mucho peor, ya que lo hace con proyectos e investigación propias en vez de utilizar las de otros como buen investigador que se precie. Y ahora se lanza a los documentales… ¡con un modelo de crowdfunding en Kickstarter! Y pone como recompensas ser absuelto de los pecados de la mentira por él mismo en conversación telefónica. Lo peor de lo peor delante de nosotros. Papers explicados de manera que los entienda mi madre. ¿Cómo haremos ahora para no ser molestados en las cenas familiares por nuestro cuñado, si cualquiera puede entender el abstract de un JCR? ¡Es el fin de la concordia familiar! Por mucho que el comportamiento y su aplicación a los precios, a las trampas y las mentiras, o al diseño de sistemas de seguridad o a saber mejor cómo reducir el crimen (de nuevo), puedan hacer un mundo mejor en muchos aspectos, mantener el statu quo familiar en la cena de Navidad está por encima de todas estas cosas, como todo el mundo sabe.

Yoram Bauman, el stand-up comedian, que se permite incluso hacer chistes directamente o analizar la inflación en el infierno, por no hablar de ser de los primeros en hacer cómics explicando la dura, difícil, dolorosa y no siempre acertada teoría económica de toda la vida. ¿No saben en su universidad lo que está haciendo con su doctorado? Un cómic sobre microeconomía parecía un pequeño divertimento; otro sobre macroeconomía empezó a ser preocupante… ¡pero ha colaborado en uno sobre estadística! ¡Hace chistes sobre la inflación! ¿Cómo conseguiremos que nos tomen en serio cuando hablemos de economía? ¿Cómo camuflaremos ahora nuestros errores y predicciones si hay un tipo que predice las elecciones y otro que ridiculiza las sagradas fórmulas de la inflación? Ni M1, ni M2, ni M3, lo que debemos hacer es llamar al MI5 y que se encarguen de él. Si pudimos convencer a todo el mundo de que hicieran un premio para economistas en Suecia y colarlo como un Nobel más sin serlo, esto debería de ser pan comido para la comunidad científico-económica… aunque las ciencias sociales, ya se sabe.

Adam Sheppard es un intruso, un jovenzuelo que, seguramente sin saberlo, utiliza la nunca bastante valorada grounded theory para buscar el sueño americano. ¿Realmente puede ser considerado académico salir de casa de tus padres con veinticinco dólares y un año después tener casa, coche y trabajo sin decirle a nadie de dónde vienes ni usar tu título universitario, demostrando que es posible tener una vida media saliendo de la nada? Que una cosa es utilizar la investigación cualitativa, que todos lo hemos hecho, que no todo son números. Pero no así, hombre de mundo. No con un lenguaje llano y entendible, nunca con anécdotas personales, y menos todavía experimentando en uno mismo. Que desde Marie Curie ya no está de moda. A ver si vamos a tener que hacer lo mismo ahora los demás, válgame el tenure. Joven, deslenguado y con herramientas de primero de investigador, sin doctorado y con poco riesgo, pero en la lista para ser vigilado de cerca. Que nunca se sabe.

Neil deGrasse Tyson, capaz de codearse con el director de Titanic con la excusa de unas estrellitas mal colocadas, de salir en televisión y retomar el testigo de Carl Sagan en Cosmos, o inventarse el término «Manhattanhenge» entre otros. ¿Qué podemos esperar de un académico que sale en televisión y está en las estrellas? La vida es cruel; si hubiera seguido con su carrera de luchador en vez de abandonarla a los nueve años para estudiar el cielo del Bronx otro gallo nos cantaría. Y cuando parecía que la «divulgación» (que, como todo el mundo sabe, viene del término «vulgo») había terminado con Carl Sagan, el hombre que más mueve las manos al hablar del mundo retoma la serie. ¿Qué podemos esperar de un hombre que ha conseguido que Plutón deje de ser considerado un planeta? Su larga lista de cargos, libros e investigaciones son la tapadera perfecta, pero no para nosotros. Conocemos su aviesas intenciones, y está en nuestra lista.

Sir Ken Robinson, experto en educación y en dar charlas multitudinarias en TED… ¡contando chistes! ¿No sabe este hombre que la letra con sangre entra? ¿Cómo pretende cambiar el sistema educativo contando batallitas sobre bailarinas o inventándose que todos debemos ser creativos? ¿Dónde quedó el seguimiento irredento de la burocracia académica, las normas, el protocolo, los pasos a dar para pasar de un paso a otro para luego dar repaso tras repaso? ¿Cómo puede pasar de todo eso?

Hans Rosling, que crea gráficos de burbujas y explica con cajas de colores la superpoblación y el futuro demográfico del planeta, quien además se ha atrevido a liberar los datos y la herramienta para que ¡cualquiera pueda hacerlo! Un hombre capaz de hacer quedar mal a los profesores del Instituto Karolinska, los que conceden el Nobel, con su comparación con monos ante cinco preguntas sobre economía internacional y desarrollo económico. ¿Que eso no llama la atención? Pero si incluso se hace el entrañable hablando de su madre y la lavadora para explicar cómo una generación pudo estudiar y cambiar el mundo. De su madre. Y la lavadora. Sin fórmulas, ni estadísticas, ni revisión de la literatura, ni referencias académicas en formato APA. ¿Quieren más motivos? En su web de www.gapminder.org cualquiera puede obtener datos y una aplicación para procesarlos. ¡Cualquiera! ¡¡Datos!! ¿Cómo es posible que el noble arte de buscar, obtener, estimar, incluso (ejem) crear datos brutos haya caído tan bajo y baste con dar a un botón? Categorizado en nuestra lista como muy peligroso. Además sospechamos que las cajas que usaba son del IKEA. AcaCon (Academic Coolness Readiness) nivel 2 como mínimo.

No podía faltar, tan nuestro y tan televisivo: el profesor Gay de Liebana, que explica economía y balances de empresa con el mundo del fútbol. Camuflado como aficionado «perico» (o del RCD Espanyol) y con un peligrosísimo programa de radio donde invita a jóvenes emprendedores para hablar de creación de empresas. Su libro España se escribe con E de endeudamiento parece un manual macroeconómico, pero no se engañen; está lleno de referencias al fútbol, la siesta y muchos ejemplos más, que lo hacen fácil de entender para cualquiera. En un intento obviamente desesperado de no ser señalado por sus acciones plantea a cada poco balances de empresa, con sus cifras, sus ratios y su excitantemente intricado listado de conceptos exquisitamente especializados. ¡Pero lo fastidia todo con sus explicaciones capaces de ser entendidas hasta por mi abuela! Muy peligroso y con gran capacidad de supervivencia. Ha superado una entrevista con Jordi Évole, no digo más. Lo dejamos para el final porque será complicado, pero está marcado en nuestra lista, que ni olvida ni perdona.

Y finalmente Isaac Asimov, capaz de doctorarse en bioquímica tras aprender de manera autodidacta a leer y escribir él solo con cuatro años, para luego perderse en la ciencia ficción directamente y publicar más de quinientos volúmenes. Fallecido en 1992, es culpable de cuentos de ciencia ficción (como su propio nombre indica, ciencia que no es real, empezamos mal); sus libros están en casi todas las categorías posibles (astronomía, ciencia, historia, medicina…); han puesto su nombre a un asteroide, una escuela o un cráter en Marte entre otros. Y uno de sus personajes favoritos es Azazel, un diablillo que denigra con su pluma al ignorar el valor del rigor en sus decisiones en cada historia… ejem, historias que por supuesto no hemos leído pero nos lo ha contado un amigo. Aunque ya no esté entre nosotros no podemos olvidarlo y su impacto sigue vigente hoy día.

Si no actuamos pronto quizá haya más como él en el futuro. Y más como los anteriores. Puede que usted piense que estos hombres son buscados por un delito que no han cometido, y que sobreviven como divulgadores de fortuna. Si tiene usted algún problema en comprender el mundo académico y se los encuentra, quizá hasta consiga entenderlos. No permitamos algo así, por el bien de la humanidad y de nuestro tenure. Síganme en esta búsqueda a la caza y captura de estos peligrosos especímenes, por un futuro con torres de marfil. Ellos son los «AcademiCools».

[1] Tradúzcase como «don quiero y no puedo».

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34 Comments

  1. Pingback: Academicools

  2. Edusua

    Este articulo es totalmente de relleno y critica sin fundamento, se notan los gustos del autor demasiado

    • Esto es como decir que en una crítica de cine se le nota la opinión al autor. De eso se trata, hombre.

      Por lo demás una buena selección, yo añadiría a Pinker.

      • Hola Dubs
        estaba en la lista, pero quedaba un poco largo :-) Tuve que descartar a varios, Kahneman entre ellos.
        Lo que sí echaba de menos era más chicas :-S En fin, me alegro que te haya gustado

    • Guillermo

      Siempre se me olvida que debo escribir de lo que no me gusta :-S
      Mis más sinceras disculpas

  3. No sé si escribes con ironía o piensas lo que dices. En el mundo académico a veces me dais miedo.

    Siempre he pensado que las ciencias que mueven el mundo deberían ser algo que el mundo entendiese. Y el valor del divulgador bufón es infravalorado por sus «peers» cuando en la realidad está haciendo una labor importantísima. Convertirse en divulgador debe ser como salir del armario en una familia tradicional que vive en el pueblo de Villamantilla. Me gustaría que cada doctor que publica un «paper» críptico hiciese el ejercicio de publicar un artículo con dibujitos para neófitos sobre el mismo tema en la revista «Ciencia para dummies». Estoy seguro que le iba a costar bastante más.

    Gracias por la recopilación de personajes que no conocía, echaré un ojo a las barbaridades que dicen sobre economía, porque mis conocimientos acaban en en tener balances positivos

  4. godo feroz

    Joder, vale que a veces el sarcasmo y la ironía son difíciles de pillar por internet…pero es que aqui el sarcasmo te salta la cara cual facehugger

  5. Antonio Alcántara

    Al principio creía que hablaba en serio, después me percaté de que todo era ironía y me divertí mucho, luego vi que estaba Gay de Liebana y ya supe que el artículo iba en serio.
    Le seguiré en la caza y captura de tipos como este.

  6. Daniel Cañueto

    No es Jonah Berger, sino Jonah Lehrer. A Retraction Watch que vas.

  7. Comulgo con algunos de los comentarios. La primera parte me pareció muy cómica y sentí el ambiente de la universidad donde estudio. Pero cuando vi todos los personajes y sus reseñas, me di cuenta que al autor realmente le molestan estos academicools y que la ironía es una rabia encubierta. Interesante, sin embargo, la recopilación.

    • «la ironía es rabia encubierta» ¿cómo la rabia de los murciélagos y eso? ¡uf!
      :-S
      Empieza darme miedo publicar los siguientes libros, a ver si no va a quedar claro el enfoque

  8. Adrián Núñez

    Benjamin Bratton dio una conferencia en TEDx quejándose de este tipo de conferenciantes. Menciona en concreto a Malcolm Gladwell y lo acusa de ser de lo peorcito.

    No todo el mundo tiene que ser doctor para enseñar pero un divulgador malo es un gran peligro. Porque es improbable que sus espectadores sepan cuándo comete fallos. Yo no sé por qué se dice que Punset es un mal divulgador, porque no sé nada de las materias que trata, pero conozco gente que saben de esos tejemanejes y cada vez que oyen hablar de él se tapan los oídos. Si yo viese o leyese a Punset, no podría decir por qué es malo, del mismo modo que quizá no sé por qué Bratton dice que Gladwell es malo, pero si veo a un Doctor diciendo que un divulgador dice memeces voy a hacer caso a lo que me diga el de la torre de marfil.

    • Guillermo de Haro

      Es cierto que tradicionalmente uno de los grandes problemas de la ciencia ha sido la divulgación. Hubo épocas en que los científicos eran estrellas del rock también :-) Y luego los pintores, y después los poetas…

      Si Gladwell u otro acerca a gente al conocimiento y les anima a leer más bienvenido sea. Eso sí, como bien dices, si es rebatido tampoco está de más dejar claro lo que es correcto.
      Aunque hay maneras y maneras. A mi me gusta esta :-D

      https://www.youtube.com/watch?v=wS84q1SQwSU

  9. Adrián Núñez

    La conferencia que he mencionado antes es esta:

    http://youtu.be/Yo5cKRmJaf0

  10. Gemma M

    Si el autor ha querido citar a Greg Mankiw, el apellido está mal escrito. Sigo leyendo :)

  11. Me he reído de buena gana con el artículo. Qué se han creído esos palurdos, debemos encontrarles cuanto antes.

  12. Gran artículo, pero sinceramente creo que Neil deGrasse Tyson, sin quitarle ni un ápice de mérito ni de «coolness», la ha cagado un pelín con sus declaraciones despreciando la filosofía… http://www.realclearscience.com/articles/2014/05/22/why_does_neil_degrasse_tyson_hate_philosophy.html

  13. Mr. Nobody

    En España un ejemplo evidente de academicools serían los Politikones, ¿no?

    • Politikon, Sintetia, Nada es Gratis…intentan acercar los papers al gran público. Quizá no llegan al nivel de «estrella del rock» que tienen estos, pero están en esta línea.

      En breve en Sintetia harán un intento de cambiar de tercio, jeeejeje.

  14. Falta Zizek.

  15. Llamar idiotas a los alumnos forma parte de su «cool» (punk goes to academia!).

  16. Pingback: Náuseas, migrañas, hipocondrías: la fórmula definitiva del viral de la ciencia | Mediavelada

  17. César

    Sois gente súper guay.

  18. Pingback: Academi Cools

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