Música

Quince novísimos del pop español

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Fotografía: Gabriel y Vencerás.

Tuvimos buenos años, el pop español y yo. Fuimos novios, nos quisimos. De 1985 a 1990 vivimos un romance flamígero aderezado con constantes maravillas y presentes y bibelots, fines de semana inolvidables, memorables momentos de ternura, camaradería y elevación. Éramos el uno para el otro. Como suele hacerse con las primeras novias, incluso llegué a enamorarme de su pasado. Miré sus diapositivas de juventud, escuché sus relatos nuevaoleros de 1980, de 1982, de 1983, y lo encontré más adorable que nunca, toda aquella inocencia y color con nombres y apellidos y chapas de los Jam y B’52. Mi amor se explica mediante unas pocas palabras con sabor: Brighton 64, Los Negativos, BB Sin Sed, Los Sencillos, Los Canguros, La Granja, Los Flechazos, El Último de la Fila, Los Elegantes, Loquillo y Los Trogloditas

Y entonces me dejó. El muy bribón. Durante la primera parte de década de los noventa estuvo con otros, pervirtió la llamada, embruteció su arte. La música pop hasta 1995, como dijo Nik Cohn en King Death (hablando de otro asunto), «sería vulgarizada, pervertida, traicionada. Cien a uno, sus nuevos practicantes no compartirían sus propios principios elevados y la venderían al mejor postor». No me quedó otro remedio que ir con otras, y encontré en el hardcore, el punk extremo o el northern soul la audacia y belleza que ya no hallaba en el pop. El pop se me había vuelto viejo, aburrido, corporativo, más retrógrado que un viejo baptista, y parecía tomar los peores consejos de las más abyectas influencias. Partimos proverbiales peras, el pop y yo.

Por suerte nos reencontramos a partir de 1994, con Le Mans, Los Selenitas, Hello Cuca, Los Fresones Rebeldes, Los Planetas, La Buena Vida, TCR, Patrullero Mancuso, por supuesto Astrud (quizás el mejor grupo que ha existido en este país, post-1995), Aina (para mí eran un grupo pop, sépanlo) y muchos otros. Fue una nueva ola que me hizo olvidar la ponzoña sub-sixties multinacional y el mal indie chapurreado en pichinglis que parecían las únicas opciones en aquel principio de década. El pop renacido volvió a ser trascendente, banal, excitante, profundo y extraño, todas esas cualidades aparentemente contradictorias que ostenta sin problemas de personalidad.

Pero no soy nostálgico. No existen las épocas doradas, sino lo dorado de la edad que uno tiene cuando suceden, y a los diecisiete todo es épico y sublime. Jamás he perdido la excitación del hoy (¡del mañana!), la que me inundaba cuando esperaba la aparición de un nuevo álbum de mi banda predilecta. No sabría vivir sin ello, y por eso es toda una suerte que aquí y ahora existan una larga serie de barbilampiñas bandas de las que espero más y mejores cosas. Estas son mis quince favoritas de entre las novísimas:

1) Aries: Isabel Fernández Reviriego (nacida en Bilbao, residente en Vigo) lideró Charades (que eran maravillosas) y ahora se hace llamar Aries. Su producción es distinta, pero el corazón permanece: pop soleado de linaje californiano y construcción clásica y un montón de coros elevadores (American Spring, The Left Banke, The Zombies) ensamblado con una flamante Rickenbacker y unas cuantas cajas de ritmos y chisporroteantes secuenciadores. Su segundo álbum como Aries se llama Mermelada dorada (La Castanya, 2014) y es sencillamente fabuloso. ¿Las letras? Como decía su sublime nota de prensa (ejem), «Isabel canta a menudo en una segunda persona inquietante, como si siempre se dirigiese a algún amorío esquivo, y el tono queda un poco «Be my baby» o quizás «Get out of my life, woman»: exhortaciones imperativas a que alguien se quede o se largue o se decida de una maldita vez». Brillante música pop.

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2) El Último Vecino: Son un cuarteto de synth pop y technopop enjundioso de Barcelona. Tienen un frontman carismático y extrovertido (Gerard), miran a 1983 sin pretender producir revival ni cabaré, y recuerdan tanto a The Human League y Dinarama como a los primeros Astrud (incluso a El Último de la Fila, de quien son fans incluso en el nombre). Pero lo más importante de todo —siempre es lo más importante— es que sus canciones son un éxito: rotundas, pizpiretas, ocasionalmente oscuras pero memorables a más no poder. Guitarras de cristal a lo New Order y batería de verdad y morriseyesco cantante sacando pecho de lata sin rubor. Mi hit particular es «Un sueño terrible», pero todas me sublevan la hemoglobina. Miqui Puig es ultrafan de lo suyo.

3) Gabriel y Vencerás: Me encantan sobremanera. Algunos críticos les han soltado un par de capones, porque su voz es extraña y afectadísima y porque el cantante se pasa la métrica por el pompis, pero sus canciones son bellas y su lírica supera la media española por varios cuartos. Son dos hermanos cortos de vista, como los Proclaimers pero en moreno y zaragozano, y su batería luce bigote manillar-de-velocípedo. Quizás sea el mostacho, quizás las palabras sugerentes y algo surrealistas que utilizan, lo que provoca que todo el mundo y su madre les compare a El Niño Gusano. Lo que es, es pop épico y emotivo con grandes dosis de melancolía de pueblo. Como unos tíos que se llamaban The Smiths.

4) Ohios: Al escuchar su «Aunt» me vi de repente en 1994, cuando me pasaba el santo día escuchando a Samiam y Big Drill Car y Snuff y, especialmente, Megacity Four. Ohios son asquerosamente jóvenes, surgen de la escena de Vic —como L’Hereu Escampa— y parecen los hermanos pequeños de Aina (aunque sus letras, ojito, no son tan buenas como las de Artur Estrada). Hacen ruido-con-melancolías, pop punk y punk popesco, se lamentan de dolores de adolescencia y francamente superables angustias púber, y tienen un asombroso oído para el gancho que eleva y el estribillo que hincha pulmón. Son un poco emo, de cuando esa palabra quería decir algo y la gente pensaba en Texas Is The Reason, no en los inmundos My Chemical Romance. Los coros se aúllan a lo Hüsker Dü u Oxford Collapse y la marcha varía entre cuarta y quinta: velocidad y brevedad, ambas aderezadas con cambios insospechados, del tipo Minutemen. Mejorarán y mejorarán, y —si no se apuntan a un reality ridículo o caen en la trampa del anuncio estival de bebida alcohólica catalana— pueden darnos grandes gozos.

5) Vàlius: Una gran idea con magnífica ejecución. Menos es mucho más. Vàlius son dos fulanos, batería y guitarra, tocan mirándose y parecen mezclar de la forma más adecuada posible punk minimalista con insospechados toques del cancionero catalán. No gritan: berrean. Su calzado no es moderno, sino todo lo contrario, y a Gerard (el cantante) jamás le invitarán a una pasarela de moda —por fortuna— pues es un maestro campechano y chapado a la antigua que se pasa esas afectaciones por el trasero. Cantan en catalán y todas sus canciones hacen gala de una laudable economía de palabras (dos o tres líneas, repetidas hasta el desgañite). Hablan de anhelos y flaquezas y ayeres, pero también de dictadores e historia y de que hubo un tiempo en que todo esto eran campos. Recuerdan a Minutemen y The Feelies. No puedo parar de escucharlos. Se me meten por entre las costillas. ¿Mi favorita? «Mai», sin duda.

6) Da Souza: Canción de ahora-paro-ahora-arranco, berridos corales y acordes a zarpazos. Viajan en el mismo bote que Beach Beach o los mencionados L’Hereu Escampa, y sus influencias son consanguíneas: Jawbreaker, The Promised Ring, Minutemen (de nuevo), Superchunk. Es decir, que son zagales educados en el mejor hardcore-pop e indie punk noventero, y con talento para replicarlo de manera idiosincrásica. Acaban de sacar álbum de debut, el notable Flors i violència (Famèlic 2014). Vienen de Mallorca, lo que nos retrotrae a pasadas décadas de luminiscente pop balear (La Granja, Valendas, Ex-Crocodiles, Antònia Font…). Por cierto: no tengo espacio para hablar de todos ellos aquí, pero Mallorca vuelve a estar sembrada de grupos interesantes (Astrolabio, The Last Dandies y ante todo Beach Beach) que conviene investigar. Háganlo.

7) Beach Beach: Son los jóvenes monarcas mallorquines (o príncipes regentes, como deseen) de este pop vigoroso que mira a Pavement, Superchunk (de nuevo) y Teenage Fanclub, pero también al paisley underground y al pop inglés de los ochenta y a la escena de Nueva Zelanda. Como buen fan voceras he predicado a conciencia su evangelio desde que topé con ellos por primera vez, y dos personajes de gran relevancia en la academia pop como Gerard Love (Teenage Fanclub) y Manolo Martínez (Astrud) manifestaron su entusiasta aprobación tras escucharlos. Por alguna razón también me hacen pensar en The DB’s, y uno de sus guitarras toca con el instrumento al pecho, al modo Hurrah! (o, si ustedes son malpensados/coñones, Level 42). Tienen hits a patadas, pero uno de los mejores es «Plants», que para colmo viene con vídeo recreativo de parque botánico.

8) Samitier: Suenan a Echo & The Bunnymen y The Sound, pero hablan como McCarthy o Rosa Luxemburgo. El sonido es grave y épico y de gabán, las palabras marxistas y consecuentes. Los catalanes Samitier agarran el testigo de los desaparecidos Garzón/Grande-Marlaska, y buscan ser la voz de los airados, los desahuciados y los que tomarán las calles. Durante el 15M no cesaron de editarse artículos sobre la «banda sonora» del movimiento (no la tenía), y Samitier habrían encajado de perlas en aquel discurso vital. Lírica política a pie de calle, sin panfletos ni bobadas, más cercana a Billy Bragg que a Manu Chao (¡ja!) o las soflamas leninistas de los (por otro lado) sensacionales Redskins. Su nuevo disco se llama Els tambors son nostres (Los tambores son nuestros) y está al caer. Cuando el sistema vigente se desplome, debería sonar «La bena» a todo trapo.

9) Renaldo & Clara: Son como Le Mans pero desde Lleida. Su sonido remite de inmediato al llamado Donosti Sound, con guarniciones de The Softies, Alison Statton, Bridget St. John o la Margo Guryan del Take a picture. Clara Viñals lleva la voz cantante del asunto —con meloso acento leridano— y compone canciones de descanso dominical, girasoles y caminos y planes fallidos. Su nuevo disco, Fruits del teu bosc (Bankrobber 2014), es lo mejor desde aquel Entresemana de los donostiarras. Incluye mandolinas y contrabajos y baterías de cool jazz. El nombre de la banda, no hace falta decirlo, tiene su origen en aquel largometraje raruno de Dylan.

10) Coach Station Reunion: Es Xavi Rosés (de Fred i Son) dando rienda suelta a su pasión por el North Marine Shore de Ben Watt, los Orchids más apesadumbrados y Prefab Sprout. Y algo de Everything But The Girl (los primeros dos álbumes). Su disco largo se llama Lost album (Discos de Kirlian, 2013), y se escucha en repeat. Algodonosa maladie del espíritu, dolor del que da gusto, abrigos de inviernos y días lluviosos frente al mar. Rasgado acústico y batería no intrusiva, como aquellos The Field Mice que le dan nombre. Un disco que parece que no está (no es de los que quieren llamar la atención) pero que termina perdurando.

11) Kokoschca: Parece que lo hagan todo por pura diversión, por mera satisfacción propia y nada más, lo que no es óbice para que sus canciones resulten harto descollantes. Los difícilmente deletreables (nunca sé dónde carajo poner las K y las C) Kokoshca llevan desde el 2008 labrándose una reputación envidiable en el circuito del pop pequeño español, gracias a sus discos para el sello Birra y Perdiz y sus directos entrañables y vivarachos. Son un dúo (o trío; tampoco me queda claro) de Pamplona y en cierto modo me recuerdan a otros desaparecidos pamplonicas ilustres, Los Bananas; pero en domesticado y modernote. Suenan a garaje pop, a los Velvets más molantes (o directamente, sin rubor alguno, al calcinado «Walk on the wild side») y al rock’n’roll atolondrado y naíf de Jonathan Richman. Canta Amaia, y canta rebién. Ellos no parecen proclives al hype, pero —por lo que he ido viendo en algunos medios— la hipsterada no va a tardar en intentar raptarles. Mi hit de ellos es «Jon y yo», por música y letra en (imaginada) primera persona.

12) Elsa de Alfonso y los Prestigios: No suenan como nadie en el país. O sea, lo que les cuento. Cuando me topé con su «El oleaje» no supe qué carajo de cara poner. Era una mezcla de Claustrofobia, El Último de la Fila (etapa Nuevo catálogo de seres y estares), Tracey Thorn e Isabelle Antena. Con algo de Dire Straits bien escogidos (más «Romeo and Juliet» que Brothers in arms, si me entienden). Y un buen pedazo de Franco Battiato. Elsa forma parte también de Imperio y Kana Kapila (de quienes me chiflaría hablar en otra ocasión), y ambos grupos son altamente recomendables. Pero a mí es «El oleaje» de Los Prestigios la que me vuelve tarumba y me confunde y aturulla. Sonido 1987, con aquella ampulosidad y afectación sin rubor que parece haber desaparecido del pop actual. Sin comedimiento de ningún tipo. Directa al corazón, con todo el romanticismo pasado de rosca de la canción melódica italiana y los technopoperos de Sheffield. Sus sintetizadores no parecen hechos para este mundo.

13) Mossen Bramit Morera i Els Morts: A bailar. Pura trepidación de rock’n’roll carnavalesco y horripilante, cosecha 1957. Els Morts, con su berreador capellán al frente, emulan al inglés Screaming Lord Sutch en la Barcelona bodeguera del 2013: disfraces de sepultureros decimonónicos, saxo aullante, ripios escalofriantes sobre destripadores y verdugos, universo Hammer y Poe, y un cuervo disecado de simpático atrezo. Son exmiembros de varias decanas bandas de garaje y  punk condal sesentero. En su próximo concierto amenazan con disfrazarse de hombres lobo, y presentarán a sus coristas cadavéricas, las Mortettes (émulas de aquellas The Headcoatees de The Headcoats). La vida es muy corta para los ceños fruncidos. Hagamos unga-bunga twist con el sonido del hombre del saco. ¡Ahora! (y pueden llevar consigo a sus hijos; les encantarán).

14) The Free Fall Band: Eran espantosamente jóvenes cuando empezaron y ahora lo son algo menos, pero no mucho menos. Estos cuatro veinteañeros catalanes impresionaron al planeta con un primer disco (Elephants never forget, del 2011) en que chulearon a todos sus mayores, un álbum repleto de complejas armonías y hits imperecederos donde demostraban poseer una innata proclividad para la canción pop perfecta. De pipiolos eran algo asombroso: solo habían escuchado a Coldplay y los Beatles pero sonaban a Jimmy Webb, Zumpano, The Zombies, The Housemartins y The Left Banke. Su formación era tan poco rockera que incluía clarinete (hoy sustituido por un saxo, gracias al cielo) y un piano eléctrico lideraba todas las piezas. No eran los Stooges, salta a la vista, y eso era parte de su encanto. Hoy preparan su segundo álbum producido por Darren Hayman (de Hefner), y su compositor Jan Schips sigue haciendo gala de un talento increíble (o sea: cuesta creer que exista) para alguien de su edad. Poca gente es capaz de escribir algo como «When the apple tree», créanme. Lo sé de buena tinta. El mejor crescendo del 2011 está aquí:

15) Islandia Nunca Quema: Quizás los más desconocidos de este brat-pack, pero en mi casa auténticos monarcas del ritmo. Recuerdan a Felt, The Jasmine Minks, The Bats y The Chills y The Triffids y The Wild Swans, con algo de los primerísimos The Go-Betweens y lo mejor de VU. Las canciones son sencillamente increíbles, muy distintas entre sí pero verdaderamente intensas, con letras hermosas cantadas en inglés no-bantú (y en un tono conversacional que enamora), y todo el rato pasan cosas (o sea: cosas) en sus instrumentos. Como ecos surf y oscuridades y épicas y crescendos insospechados. Qué raro es escuchar a un grupo hoy y pensar todo el rato en Maurice Deebank (recordar de verdad a Felt no es moco de pavo, vamos). Qué raro es pensar también en Orange Juice, y sin que se trate de un guiño saltarín para defraudar a unos cuantos hipsters ávidos de nuevas sensaciones. INQ son de Reus y Tarragona, alejados del ojo del huracán indie, van a su ritmo y solo les preocupa la construcción de nuevas y mejores canciones. Letras colosales, por añadidura.

En la siguiente entrega: Los Urogallos, Nueva Vulcano, Kana Kapila, Astrolabio, Las Kasettes, Doble Pletina, Los Lagos de Hinault, L’Hereu Escampa, Fasenuova, No More Lies, Alberto Montero y más.

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25 Comments

  1. untiposimpatico

    Sólo una pequeña puntualización: Kokoshca tuvieron su temazo ultra grande en «La Fuerza». Y es una pena que entonces no tenían medios, porque el tema es parece hacer de ellos algo enorme. Una pena tremenda. Y, por lo que sé, Javi ya no está el grupo

  2. tienes que salir un poco de Barcelona Kiko…esto es una (loca)lista…

  3. Lampurcias

    Interesante selección. Algunos quizás dirán que no son grupos del pop «español», porque -si no me fallan las cuentas- doce de los quince grupos de esta lista son catalanes o mallorquines. Una proporción abrumadora. ¿De verdad hay tan poco que merezca la pena que no proceda del este de la península?

  4. Javier García E

    ¿Habrá una segunda parte? ¿O es que no está pasando (casi) nada fuera de Cataluña? Joder, que has escudriñado hasta en pueblos de Tarragona…

    • Escudriñar: Examinar, inquirir y averiguar cuidadosamente algo y sus circunstancias.
      Aplíqueselo usted mismo.

  5. Mira un poco a Logroño y Valencia, Kiko. O deja de escribir ya casi mejor si eso, cucu.

    • LeFunks

      Es más fácil dejar de leer sus bufonadas que esperar que dejen de publicarselas. Total, siempre dice lo mismo: lo mío sí porque lo digo yo, lo de los demás no, también porque lo digo yo.

  6. Amusua

    Sí, yo también me apunto a subrayar la sorpresa que me ha producido el hecho de que la mayoría abrumadora de los grupos provienen de la misma zoña de España. Y no pasa nada, eh, entiendo que son lo que conoce el autor, pero igual le hubiese venido bien dedicarle un par de palabras, porque la distribución geográfica es extrema, y como tal, abre interrogantes.
    Me ha encantado eso de (loca)lista.
    Gracias,

  7. Jordi_BCN

    Muchos de Barcelona, y no están los indiscutibles number one, también de Barcelona: Manel. ¿Tiene algo que ver el hecho de que canten en catalán?, y que conste que aborrezco el nacionalismo-papanatismo imperante en mi ciudad.

    • Lampurcias

      Dos puntualizaciones a tu comentario:

      1) Varios de los grupos de esta lista cantan en catalán, por lo que es absurdo que sugieras que Manel no están porque cantan en catalán.

      2) El titular dice «novísimos del pop español». Manel tiene ya siete u ocho años de existencia, como mínimo, por lo que de «novísimos» tienen poco; así que es lógico que no estén en esta lista.
      Y que conste que a mí también me parecen de lo mejorcito (a pesar de que no soy catalán).

  8. Echavi

    ¿Y qué pasa por qué muchos sean de Barcelona? El título es “quince novísimos del pop español” y creo que Barcelona todavía es España. No dice “los quince mejores novísimos del pop español”.
    ¿El autor tenía que oírse los cientos de grupos nacionales y realizar una lista equilibrada según autonomías? Si son quince y no salen los Burrito Panza de Albacete, ¿me enfado? De hecho creo que me he enfadado.
    Pero sólo por el vídeo de “Islandia nunca quema” ya merecía la pena y se me pasa.

  9. gonzalo

    que chorrada has dicho la mitad de los grupos cantan de la lista cantan en catalan

  10. Búfalo Vil

    Jaja, Mossén Bramit lo cuálo? La Txaranga de l’Oncle Honori haciéndose el Nuggets por fascículos ha venido a salvar el pop español, cuidao.

    Desde luego el que tiene padrinos se bautiza.

  11. Guille

    Tiger & Milk

  12. Esther López

    Hola, cómo veo que te limitas un poquito a una comunidad, supongo que por cercanía claro, te voy a presentar a los Neon Light que suenan así, y eso que son de Murcia http://neonlightsgroup.bandcamp.com

  13. el punki

    Ya quisiera alguno de estos sonar como alguno de los de los tres primeros párrafos

  14. Jodo, es como las listas de la rockdelux, que parece que sólo hay grupos en Cataluña…

  15. Pues están muy bien los grupos y si hay esa densidad de cosas fetén en sólo una parte de España (que, josmíos, es donde vive el autor de la lista) lo único que se puede concluir es que vivimos un momento único.

  16. Juan Miguel

    El articulo me parece interesante, pero las críticas son legítimas. Un título tan ampuloso merecía una selección con mas cariño y diversidad.

    Yo le aconsejo mirar pal sur (y no quedarte en Vitoria) que hay un foco en Graná que aún sigue vivo y sacando gente que merece la pena aunque canten en un idioma demierda y lleven algunos años dándole al curro duro de ganarse las musas con esfuerzo.
    Lori Meyers
    Supersubmarina
    Julio Demonio
    Automatas
    Zahara
    Y ya tenemos para un rato.

  17. Sr. Matías

    Y hay uno incluso de la escena off off Granada que se llama Cosas que hacen Bum! precisamente como la novela del Sr. Amat.

    http://cosasquehacenbum.bandcamp.com/

  18. Pingback: agenda noviembre barcelona

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