Con su acostumbrado estilo barroco, que en ocasiones puede hacerle tan incomprensible como Walter Benjamin, el filósofo alemán Peter Sloterdijk ha estudiado concienzudamente lo que él llama la gran empresa del odio y el mercado del resentimiento, uno de los negocios más interesantes de la Europa contemporánea.
Los orígenes de esta explotación psíquica se sitúan tras el triunfo de la Revolución Francesa, aunque había comenzado ya con los panfletistas anteriores al estallido revolucionario y la propaganda contra el Antiguo Régimen. Esta es, sin duda, una de las grandes construcciones burguesas que acabó por volverse contra sus inventores. El rencor, el resentimiento y el odio serán elementos esenciales en las luchas revolucionarias del ochocientos, aunque toman un carácter de empresa global y tecnificada a partir de la Primera Guerra Mundial.
Las mejores compañías que vendieron resentimiento, las grandes sociedades del odio, fueron, en el siglo XX, los partidos de extrema derecha e izquierda europeos. Por la derecha se predicaba el odio contra los extranjeros, los diferentes, aquellos que tenían otra identidad o contra los marginales y heterodoxos, que es lo propio de todos los nacionalismos. Por la izquierda el resentimiento se dirigía contra los ricos, los millonarios, los empresarios, los superiores, las jerarquías, los jefes y los amos.
En los últimos tiempos el mercado del resentimiento se ha ampliado extraordinariamente y abarca no solo todo lo anterior sino también círculos singulares como algunos hombres según grupos de mujeres, los taurómacos para la fe animalista, los cuerpos de policía entre los aficionados a la violencia, muchos industriales para el ecologismo, los enemigos del nacionalismo según los nacionalistas o las víctimas del terrorismo para los simpatizantes del terrorismo. También, claro, los españoles en general, los cuales han heredado el papel de los judíos entre los identitarios periféricos.
Puede decirse que el odio y el resentimiento son en este momento la mercancía política de mayor éxito y la que lleva a gran número de desocupados a seguir las tertulias de televisión y de radio consideradas radicales. Ser rico se ha convertido en un peligro y cada vez menos gente se siente atraída por ese estado civil, aunque cada vez está más extendida la presencia mediática de millonarios amigos del odio y que incitan al odio, especialmente entre el ramo artístico.
Al tiempo que se hace más extensa la mancha de odio y resentimiento, los empresarios que lo explotan difunden una llamada a la alegría que ya habían puesto en circulación Karl Marx y algunos de sus seguidores, como Rosa Luxemburgo en las famosas cartas a colegas y amigos, citadas con esmero por Sloterdijk (Ira y tiempo, Siruela, p.141). En la actualidad los difusores de esta alegría, tan parecida a la de algunas sectas religiosas como Hare Krishna o los jesuitas, son ideólogos del tipo Antonio Negri, que exigen la sonrisa en el rostro del revolucionario agresivo, detenido, preso, condenado o tan solo juzgado.
Este modo de mostrar la superioridad moral del reo y su desprecio por el tribunal burgués compuesto por títeres judiciarios sigue muy presente en nuestro país. Es casi imposible no haber reparado en las sesiones judiciales contra miembros de ETA en las que los acusados se miran con regocijo, se saludan alegremente, ríen chistes o intercambian gestos de cuadrilla con los camaradas que han acudido a la sala. Obedecen a una imperiosa orden de sus superiores y están en sintonía con la imagen del revolucionario romántico.
Luego, sin embargo, pasada la sesión de publicidad de empresa, esta alegría regresa a la sintomatología del odio y a la amargura física implacable. En este sentido era inestimable la fotografía que se hicieron los terroristas liberados gracias al tribunal europeo, tras el derrumbe de la doctrina Parot. Pocas veces se ha visto un grupo de gentes más marcado por la negra melancolía, el derrumbe del ánimo y la catástrofe psíquica. El odio, como ciertas drogas duras, produce euforia al principio, pero deja secuelas irreparables.
Igual necesitamos una sesión de «Odioterapia»…. https://www.youtube.com/watch?v=lvpfeTMe_HY
Pa odio, el de las editoriales en las que publica Azua (es uno de los 15)
Fernández Díaz participa en un libro publicado por una editorial ultraconservadora
El ministro del Interior arropa la publicación del libro Nos duele Cataluña. 15 españoles con ‘seny’
El libro está publicado por Galland Books, que toma su nombre del piloto de la aviación de la Alemania nazi Adolf Galland
La editorial está especializada en la temática militar, centrándose sobre todo en el Ejército alemán de la II Guerra Mundial y la Guerra Civil española
Muy buena síntesis del camino del odio desde la lucha contra el Antiguo Régimen. Eso si, dar a los jesuitas del tiempo el tratamiento de secta es un poco de libelo dieciochesco ;-)
Me parece muy acertado e interesante el punto de vista, solo añadir, Sr. de Azúa, que pasados presentes y futuros candidatos de la odio-terapia existen también en el reverso de la foto. Le invito a que haga una continuación de la reflexión sobre ello aunque comprendo que seria complicado porque se montaría un Cristo de tres pares de órdagos. Reciba un cordial saludo.
De manera absolutamente cordial, le hago notar su errata en la frase «un Cristo de tres pares de órdagos», ya que en realidad sería «de tres pares de cojones».
«evil, more than banal, is to stupid for goodness»
está feo que yo lo diga, pero circula por facebook (!)
;)
too stupid, actually (!)
:)
a ver si consigo la app del idioma…
Aplíquese el cuento….
Es difícil encontrar artículos que destilen más odio y resentimiento que el que rezuman sus diatribas contra el nacionalismo periférico del Estado español o contra partidos que recojan aspiraciones a una sociedad más justa e igualitaria.
En resumen: Si no comulgas con los nacionalistas periféricos o con los partidos de izquierda que se han apropiado del término «justicia» e «igualitarismo», eres un facha.
¿De verdad ser rico se ha convertido en un peligro? Me da a mí que sigue resultando infinitamente más peligroso ser pobre. Aquí y en todas partes.
Y sigo sin entender la puta manía que tienen algunos en mezclar a los que luchan por tener una vida más digna o directamente por salir de la miseria, con los asesinos malencarados de la foto o con un tarado aficionado a marcar el paso de la oca.
Amén coronel Kilgore
El próximo artículo debe versar sobre el resentimiento. Azúa, vaya pérdida de tiempo la tuya diciendo lo mismo una y otra vez.
Vaya, pero si el autor vive en Madrid (en su calidad de judío año 38), y ha cogido algún taxi podría haber puesto algún otro ejemplo de vector de odio ¿no? O sea, por ejemplo, el que va dirigido desde la Españaza eterna hacia el Otro. Por otro lado, muy bonito lo de poner en el mismo platillo de la balanza el odio al negro que el odio al acumulador de capital que, necesariamente, explota (la vida es así, ¿no D. Félix?). Admitiré que es torpe odiar al capitalista, que en puridad habrá que odiar al capital y sus tejemanejes vitales, indispensables, por definición, pero que me pongan en el mismo platillo el odio al negro que el odio a Dios todopoderoso… ¡Qué buenismo!
Este tipo de reflexiones así como nitxeanas, de vuelta de tuerca, de desenmascaramiento de alcantarillado de la psique me deja a veces sumido en una honda perplejidad. O sea, amigos, si a mi me dicen «industria del odio» puedo pensar, por ejemplo, en Lockheed Martin, pero es que debo de ser un tipo muy superficial. Además, he visto a la CEO de Lockheed Martin en imágenes google y no muestra signos visibles de corrupción moral.
Significativo que de Azúa, de pasada, señale el resentimiento contra ricos, millonarios, los jefes, los amos…considerándolo como de izquierdas. Como si dicha ideología se basase en el resentimiento. ¿De verdad cree él que es así? Porque si lo creyera no estaría cayendo sino en el más burdo análisis impropio de quien es considerado como un intelectual destacado de este país. La ideología de izquierdas no es más que un mercado del resentimiento y del odio. ¿Es eso lo que quiere decir? Claro se le ha olvidado, qué casualidad, la parte opuesta, el odio clasista de la clase media-alta hacia la clase obrera-baja. Este sí, alimentado por un mercado que obtiene pingües beneficios, como se pone de manifiesto en el libro de Owen Jones «Chavs: la demonización de la clase obrera». Agencias de viaje que aseguran que mantendrán alejados a los obreros pobres de raza blanca(los que trabajan como cajeros en supermecados, limpiadores, oficios manuales) para que la clase media (profesores, administrativos) no se mezcle con ellos, cadenas de gimnasios que excluyen a estos, comentarios y artículos periodísticos que se burlan de ellos o los describen con connotaciones generales despectivas. Todo a raíz de la Inglaterra surgida tras el paso de Margaret Thatcher. Antes los obreros manuales y humildes eran la sal de la vida. Ahora son tildados genéricamente como delincuentes, escoria, groseros, subclase, proletas, parásitos…objeto de burlas, desprecio, odio. Y hay negocios que viven de mantenerlos apartados de la clase media. Los chavs ingleses son lo más parecido a la designación despectiva de poligoneros que tenemos en España. Sin embargo, por lo que sea, hay odios invisibles para el señor de Azúa, desconocedor de la realidad social sobre la que se permite sentar cátedra.
Bravo como torero de pina
Los artículos de este señor suelen destilar odio. En concreto este destila odio y resentimiento hacia todo aquello que no sea su pensamiento capitalista, españolista y rancio.
En concreto este (con esa alusión al miedo de los «millonarios» a serlo) roza la demencia.
Más propio de hooligans de Intereconomía que de esta publicación.
Tu comentario es síntoma de que el autor ha dado en el clavo. Como víctima de unos prejuicios, tu pataleta era previsible.
Y lo de intentar descalificar a alguien llamándole «españolista» lo dejamos para tu psiquiatra.
Cuanto resentimiento ha levantado la mención de Azua al odio del pobre al rico, que siempre lo ha habido y siempre lo habrá. Mezclado con una insana envidia. Es un elemento necesario para la luchas por la igualdad, un caladero fundamental de la izquierda. Tampoco veo para tanto ponerlo a la luz. Buenisimo artículo.
(yo no soy rico, por desgracia)
Un comentario respecto a las » sectas» que mencionan en este artículo, Félix, los jesuitas no son una secta, todo lo contrario, son la mejor parte de la iglesia católica. Son eruditos y hombres de pensar progresista, sacerdotes que van por todo el mundo educando a los jóvenes y fortaleciendo así y por medio de esa educación tan magnífica la esperanza de muchos!!
qué bueno y con doble exclamación
Muy buen arranque: los barrocos, la gran empresa del odio y el mercado del resentimiento. Todo un ámbito que ha crecido significativamente en los últimos tres años. Jamás la hostilidad chabacana había sido el pan nuestro de cada día como desde entonces (está claro que estoy omitiendo la época de la dictadura) y lo que es más ofensivo, la grosería viene de arriba: los ministros, presidentes, los enjoyados por la tradición. Hablan de parados, de terrorismo, de homosexuales, de violados, de víctimas de pederastia, de inmigrantes, de feministas, de mujeres, de violencia de género, de asesinados por la (no lo olvidemos: sediciosa) dictadura, de independentistas, de jubilados, de pobres, de jóvenes, de intelectuales, de todo lo que puede doler como si supieran, como si les incumbiese corregir a las víctimas y dejar claro que si hacía falta alguna animalada, un mal sentimiento, una barbaridad, allí estaban dispuestos y pertrechados. Y esa alegría de los acusados de corrupción, y esas sobradas explicaciones de perogrullo mentiroso, y esas justificaciones diferidas con retintín y tono de «y a ver, y qué»… Pero cuánto no sabrá el autor de este artículo. Qué pena que no hable de lo que sabe. O de barroco.
Mezclar tantos problemas en tan pocas líneas produce confusiones a los lectores. A los comentarios me remito. No puede reducirse una asignatura anual en una charla mañanera, aunque la intención sea buena y, sí, el hilo conductor esté ahí de principio a fin.
Mi felicitación al escritor de este artículo.
Esa muestra insolente de superioridad moral del delincuente «de casta» la están exhibiendo estos últimos meses, en su entrada y salida de los tribunales, los Bárcenas, los Urdangarín, las Cristinas, los Matas, los inculpados del ERE andaluz y, ya lo último, el gran estafador Pujol. Todos sonríen a las cámaras con ese aire de displicencia del que se siente por encima de la autoridad judicial. Según Sloterdijk, la indignación lleva a la ira. Y de la santa resignación sólo hay un pasito hasta la diabólica acción. Ese pasito es la gotita que colma el vasito.
Se me olvidó rematar: el hombre sufre tanto en el mundo que no ha tenido más remedio que inventar la risa (Nitxe). Es decir, el delincuente de casta se ríe tanto del ciudadano de a pie que no ha tenido más remedio que inventar el juzgado de primer paripé.
¿Cómo podría el odiador reconocer que odia? No puede, son sus víctimas quienes odian. Aquí no lo vemos, oculto tras el nick, porque el odiador se camufla tras las grandes manifas y en los foros, el foro es el paraíso del odiador, pero lo vemos en el bar, en la calle, doblando las esquinas. Y sí, sólo una buena foto como la de arriba le haría justicia.
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Totalmente de acuerdo.
Con una sola condicion:
el dia que se acabe este festin de exenciones fiscales, de SICABS, paraisos fiscales, rescates bancarios, legislaciones ad oc, criminalizacion de la pobreza, ingenieria financiera, indultos a los amigos, ministros que se buscan un sueldo de 4000 la hora despues de dimitir ….
Ese dia dejare de odiar. Se lo prometo.
Me da la impresión que el libro de Sloterdijk (¡para variar!) es sólo una excusa. ¡Qué curioso que todos los libros que este hombre abre acaben hablando de lo de siempre! ¡Ay del día en que toque hablarnos de «Crimen y castigo»!
Además: basta mirar cualquier telediario (incluso los manipulados, y tal vez estos más que ninguno) para tener motivos de sobra para odiar a los ricos y poderosos. Y para avergonzarse de no haberles odiado lo suficiente.
Félix…¿qué pasaría s tu descendencia, cuando tú la hayas palmado, descubre que un hijoperra se ha quedado con todo lo que le habías dejado? ¿Tendrá derecho al cabreo… o sólo en caso de que el autor sea izquierdista/nacionalista/etc?
Esta retorica de los resentidos y los empresarios del odio deberia entrar por fin en el crucero turistico de lo demode, como ya entro el propio sloterdijk