Descubridor de Andrés Jiménez en el Cotonificio, forjador del Joventut de Villacampa, Jofresa y Montero, nueve veces campeón de liga con las distintas versiones del Barcelona: la de Epi, Norris y Sibilio, la de Djordjevic, Xavi Fernández y Derrick Alston o la de Navarro, Pau Gasol y Karnisovas… Aíto García Reneses representa la historia del baloncesto español y europeo en los últimos cuarenta años, tanto en sus victorias —añadan una plata olímpica y un buen montón de triunfos en su segunda etapa en el Joventut de Ricky Rubio y Rudy Fernández—como en sus derrotas constantes en la Copa de Europa, especialmente ante la Jugoplastika de Toni Kukoc y su némesis, Boza Maljkovic.
A sus sesenta y siete años, Aíto nos recibe tranquilo, tableta en mano, en el hotel de concentración de su equipo, el Cajasol de Sevilla, el día antes de enfrentarse al todopoderoso Real Madrid, rival que le ha acompañado desde que debutara como jugador en el vecino Estudiantes. Por supuesto, Aíto es serio y cuidadoso en sus respuestas, pero mucho menos frío de lo que aparenta en los medios: sonríe, bromea sobre Arlauckas y su entrevista en Jot Down, habla sobre fotografía, su gran pasión, y se dispone con calma a una batería de preguntas que podría prolongarse durante horas, porque este hombre lo ha vivido absolutamente todo.
Vio usted nacer a la ACB desde primerísima fila y fue uno de sus máximos protagonistas en los primeros años… Tal y como están las cosas, ¿cree que también va a verla morir?
No, no creo. Lo que hay que pensar es que la liga española era la 20.ª del mundo, por decir un número, hace treinta años, y desde hace mucho tiempo es la segunda. En un momento de dificultad como este, es necesario echar la mirada hacia atrás y ver de dónde veníamos.
¿Qué soluciones tienen los clubes para evitar deudas e impagos y volver a una cierta normalidad institucional?
En mi equipo, el Cajasol, está todo en orden en el tema de salarios, pero es cierto que estamos en medio de una crisis bastante general y que todo viene de un momento en el que las cosas empezaron a ir para arriba, para arriba, para arriba… y las deudas no importaban, hasta que el negocio se estancó y ahí sí empezaron a importar. Cuando llegan estos problemas, los clubes que han estado al día se mantienen, mientras que los que han ido tirando estos años con parches lo tienen más difícil, aunque a lo mejor sigan compitiendo en la ACB.
¿Qué le pareció deportiva y mediáticamente el fichaje de Lamar Odom?
Me pareció muy poco importante. Para los medios, sí, pero deportivamente, nada. Está claro que un jugador de treinta y cuatro años que lleva un año sin jugar es muy difícil que vuelva a jugar bien en un plazo corto de tiempo, así que nunca le di ninguna importancia.
Pero una de las grandes batallas del baloncesto es ganar espacio en la prensa y aquí al menos su club, el Caja Laboral, consiguió aparecer en todos lados. ¿Fue una medida inteligente para ellos?
No sé. Inteligente es lo que funciona. Lo inteligente para Baskonia es lo que ha estado haciendo durante años: viniendo de una ciudad pequeña estar durante más de veinte años en lo más alto. Eso es lo inteligente y no fichar a Lamar Odom, tenga más o menos impacto mediático. El fútbol por una parte tiene mucha más tradición y por otra parte para los medios es como una inversión: hablan sobre fútbol y a cambio reciben del fútbol, cosa que con el baloncesto no les pasa. Para planificar el futuro, si algún día volvemos a tener un presidente de la ACB [N. del R. Desde el anuncio de retirada de Eduardo Portela, fundador de la ACB, hace ya casi un año, los clubes no han conseguido consensuar un sucesor, hasta el punto de que el cargo ahora mismo está vacante], lo importante será construir una base que no sea de barro. Que el poco barro que pueda haber ahora no nos ciegue.
Dicen que nunca se ha llevado usted muy bien con las estrellas, ¿cuánto hay de mito y cuánto de verdad?
Más concretamente, lo que se ha dicho es que «no me gustaban», y los que lo decían eran los mismos que luego votaban al mejor jugador del año y curiosamente estaba en mi equipo. Es comprensible que a alguien que no esté muy, muy, muy al tanto de lo que es el baloncesto lo que le suene sean más los «nombres estrella», pero luego viene un Lamar Odom, como hemos dicho, y, ¿para qué sirve? Para nada. Otra cosa es el verdadero «jugador estrella», y lo de que no me gustan está desmentido con los hechos. Yo he tenido en mi equipo a Epi, a Norris, a Xavi Fernández, a Roberto Dueñas, a Ricky, a Rudy… jugadores que luego eran elegidos mejores jugadores de la ACB o mejores jugadores de Europa… pero cada uno es muy libre de pensar lo que quiera.
¿Realmente hubo posibilidades de fichar a Toni Kukoc a principios de los noventa? ¿Habría encajado en aquel Barça y habría servido de continuidad para competir con Joventut y Real Madrid?
Bueno, el dominio del Joventut y el Real Madrid tenía mucho que ver con que manejaban unos presupuestos impresionantes, pero impresionantes de verdad… y en cuanto a lo de Toni Kukoc, finalmente aceptó otra oferta económica.
¿Solo fue un problema de dinero?
Sí, porque el fichaje estaba prácticamente ya hecho y de repente el agente del jugador, que lo estaba subastando todo el rato, nos dice que no, así que entiendo que es porque tenía una oferta superior de la Benetton de Treviso.
¿Y Petrovic? ¿Es cierto que Ramón Mendoza se lo «robó» a Núñez cuando el croata vino a firmar por el Barcelona?
Eso te lo puedo contar con más detalle: yo fui el que dije «oye, hay que saber cómo está el mercado». Cualquier jugador interesante había que controlarlo, y entre ellos estaba Drazen Petrovic. Lo que pasa es que alguien dentro del club se emocionó con este jugador y quiso hacerle un precompromiso, y ese precompromiso incluía que jugara un año más en la Cibona una vez firmado y yo me negué. Que esté jugando en otro club un jugador al que estás pagando tú y que pueda llegar a enfrentarse contigo en un partido de Copa de Europa, por ejemplo, es un problema grave para todos. De todas formas, como el club ya había firmado ese precompromiso y se había creado un cierto conflicto interno, al final cedí porque el año para el que lo fichaban era un año en el que yo ya no tenía contrato así que podían hacer lo que quisieran aunque quería que constara que yo me oponía por esas razones.
Por otra parte, aunque luego hay que reconocer que Petrovic cambió a positivo en su comportamiento, en aquel momento tenía unas formas que eran naturales en su país pero aquí no, como escupir a los árbitros. Luego, ya digo, cambió mucho y a bien, pero en aquel momento, con dudas sobre su comportamiento, con la historia del año que se quedaba en su club y yendo en contra de lo que estábamos haciendo en el Barcelona, que era un equipo serio, trabajador, ordenado… habría sido contraproducente.
Ese tipo de apuesta por equipos «serios, trabajadores, ordenados», por exitosa que fuera, ¿es lo que ha hecho que tenga esa fama de frío y distante entre el público y parte de la prensa?
Esa pregunta no la puedo contestar yo. He tenido problemas con un cierto tipo de prensa que dominaba y ha dominado mucho en Barcelona y lo que puedo hacer es mantenerme al margen y seguir con lo que yo creo que es lo que tengo que hacer como entrenador y lo demás, como no está en mi mano, alguna vez he agradecido el trato de la prensa y otras veces, simplemente, me he tenido que aguantar.
¿Qué hace Aíto cuando no está entrenando?
Cosas que sirvan para conocer el baloncesto: leer, entrenar minibasket, juveniles, ir a Estados Unidos, ir a clinics. Pero al margen he hecho cosas que me sirven para no estar las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año pensando en baloncesto: me encanta la electrónica, llegué a fabricar en los años ochenta unos marcadores que llegaron a más de treinta campos de España, marcadores electrónicos cuando en aquella época se usaban marcadores eléctricos…
¿Cuál es la diferencia, para no perdernos?
Van basados en relés, los americanos los hacían ya pero muy caros y yo los ofrecía más baratos. Por ejemplo, los marcadores de treinta segundos de posesión, que ahora son de veinticuatro, costaban un dineral y nadie los quería poner pero los míos resultaban más asequibles.
Ingeniería informática pura y dura.
Sí, yo estudié ingeniería de telecomunicaciones aunque no la llegué a terminar, pero no lo hacía para buscarme un porvenir sino para distraerme de alguna manera del baloncesto. También me encanta la informática o juego a otros deportes como el tenis. Otra pasión es la fotografía (al final de la entrevista, Aíto compartiría con Lupe, la fotógrafa, varias de sus fotos de pájaros recogidas en su tableta, con una enorme sonrisa de orgullo en la boca), cosas que me hagan olvidarme un poco de la presión del baloncesto profesional.
Hablando de informática, ¿somos conscientes de cómo ha cambiado el mundo en estos treinta años?
Fíjate si ha cambiado todo, que yo me dedicaba a esto de los marcadores y a tomar estadísticas de cada jugador ya cuando estaba en el Joventut en 1984, cuando nadie lo hacía. ¡Y ahora lo hace todo el mundo! Esto ha sido un proceso muy divertido, al principio la gente decía «yo nunca utilizaré un móvil», luego decían «solo lo utilizaré para hablar» y ahora todo el mundo está enganchado a su teléfono para cualquier cosa.
Empezó su carrera como jugador en el Estudiantes, ¿nunca se ha sentido tentado de volver al Ramiro de Maeztu?
Ya hubo tanteos cuando entrenaba al Cotonificio de Badalona a principios de los 80 y luego ha habido más tanteos… pero nunca han fructificado.
¿Qué habría hecho falta?
Donde he trabajado, siempre he estado a gusto, y cuando he cambiado ha sido porque me había tomado una pausa, no porque pensara en ir específicamente a otro sitio. En cuanto a Estudiantes, siempre ha coincidido que o yo estaba contento en un club o que había alguien trabajando en Estudiantes que merecía mi respeto, así que andar ahora con «a mí el Estudiantes me ofreció tal año…» quedaría mal. Por supuesto, tengo mucho cariño a todos los clubes donde he trabajado y al Estudiantes aún más porque fue donde empecé y estuve diez años y medio como jugador.
Después del Estudiantes, cinco años en el Barcelona. ¿Qué clase de jugador era?
Era un jugador de una capacidad técnica mediana, de una condición física mediana… Un jugador que pensaba, eso sí, pero ni era un buen tirador ni era muy rápido y por eso a los veintiséis años me di cuenta de que era mejor dejarlo.
Pero llegó usted a ser capitán en el Barcelona.
Sí, sí, lo que pasa es que el Barcelona de la época no era el de ahora. Dominaba el Real Madrid sobre todo y a veces el Joventut… el Barcelona nadie sabía quién era, a veces quedaba incluso séptimo u octavo, no era lo de ahora ni mucho menos.
Su primera gran oportunidad como entrenador le llega en el Círculo Católico de Badalona, luego conocido como Cotonificio.
Tuve un amago con el Esparraguera, el equipo del pueblo; les ayudaba mientras era jugador con el Barcelona, iba a algunos entrenamientos, les echaba una mano… pero ya había hecho lo mismo en el Estudiantes con los equipos de minibasket, había dirigido a la selección catalana de minibasket y había sido ayudante de la selección española junior… cuando me retiro es cuando a los dos-tres meses me llega la oferta del Círculo Católico de Badalona pero realmente la mentalidad de entrenador la tengo desde el principio.
¿Cómo se vivió jugar una Korac con un equipo tan pequeño y llegar a semifinales?
Cuando llegué, éramos el segundo equipo de Badalona, ¡y a veces el tercero porque estaba el Sant Josep! Pero, poco a poco, en los últimos cinco años de existencia fuimos de promedio el tercer equipo de España. Nuestro mejor resultado fue cuartos, pero si contamos el promedio de esos cinco años, la regularidad, fuimos los terceros de todo el país, debido al empuje de una directiva, unos técnicos y unos jugadores en unos tiempos en los que la ilusión podía más que cualquier otra cosa.
Del Círculo Católico, justo el primer año de la ACB, pasa al Joventut de Badalona, el único equipo que plantaba cara, con sus limitaciones, a los monstruos Real Madrid y Barcelona, ¿notó mucho el cambio?
Deportivamente, no hubo mucho cambio, porque aunque tenía más tradición, los dos años anteriores había quedado por detrás del Cotonificio. Lo que pasa es que el «Coto» desaparece por problemas económicos y yo pensaba que después de diez años allí me quedaba en la calle y me tenía que dedicar a otra cosa, pero el Joventut, que ya había tanteado otros años, me hace una oferta y en principio mi idea es decir que no porque quería aprender más y tomarme un descanso, pero ese año se produce el cambio de un americano a dos americanos por equipo y a mí me da la impresión de que es un año clave y que no me lo puedo perder si quiero seguir entrenando en el futuro, así que acabo aceptando. Por entonces, lo de los americanos era muy importante por una cuestión deportiva y cultural. Ahora nos da igual porque puedes tener dos checos, dos serbios, un letón… pero entonces sí que era importante y no me lo podía perder porque luego podía notar una falta de experiencia en el manejo del vestuario.
En aquel Joventut se encuentra a un joven Jordi Villacampa, a Rafa Jofresa, a Jose Antonio Montero, a veteranos como Margall… y se trae del Cotonificio a Andrés Jiménez. De séptimos el año anterior pasáis a terceros, ¿sabía ya por entonces que estaba usted ante una generación que iba a cambiar la historia del club?
Margall era el único veterano y esa era una decisión de la directiva tras ver la trayectoria del Coto: sacar jugadores de la casa y establecer una continuidad, no ir fichando veteranos de aquí y de allá como habían hecho en los años anteriores. En cuanto a los jóvenes, había cierta incertidumbre con los Jofresa, Montero o Villacampa pero no con Andrés Jiménez, que ya había sido internacional en el Mundial de 1982. Siempre tienes esa incertidumbre de si un jugador llegará o no llegará, pero aquí sí se veía bastante claro que iba a ser así.
Aquel año el equipo empieza como un tiro, luego tiene un bajón pero acaba jugando las semifinales ante el todopoderoso Real Madrid de esa época. ¿Cómo se vivía desde dentro ese inicio de la era ACB? ¿Hubo de verdad un cambio de poder de Madrid a Barcelona?
Yo creo que eso no se notó. Se notó el cambio de dinámica organizativa, el cambio a la línea de tres puntos, que provocó una enorme división entre los que decían que sí y los que decían que no…
¿En serio? Si eso ya existía en la NBA desde hacía años…
Bueno, imagínate que de repente dicen que un gol de falta vale dos… todo el mundo se quejaría. También decían que no se podía jugar desde tan lejos, que había que jugar desde dentro. Lo que pasaba es que la línea de tres puntos podía servir para abrir espacios a los de dentro porque las defensas tenían que andar con más cuidado. Aquel año el equipo que más triples lanzó y el que segundo mejor porcentaje tuvo fuimos nosotros, aunque teniendo a Margall, a Montero o incluso a Villacampa no era complicado.
Y así, en 1985, vuelve al Barcelona, esta vez como entrenador en medio de una cierta polémica.
El Coto había desaparecido por problemas económicos, y el Joventut también andaba con problemas, así que tenía miedo de que pasara lo mismo y desapareciera —luego no pasó, al contrario, menos aún en la época de Montigalá, Mario Conde y compañía…—. De modo que cuando el Barcelona me hizo la oferta pensé que no me quedaba más remedio que aceptarla porque era una gran oportunidad para ir a más. Hubo polémica por los aficionados del Joventut, que les daba rabia que me fuera al Barcelona, pero sobre todo la hubo por parte de la prensa del Barcelona. Había un tipo de prensa en Barcelona que era muy del Barça porque los periodistas eran muy amigos de los jugadores… y como yo les había ganado con el Cotonificio y sobre todo con el Joventut, no les hacía ninguna gracia que me fuera allí. Me recibieron con los brazos abiertos pero para cerrarlos como una tenaza, así que no estaban muy a favor del fichaje, no.
En su segundo año en Barcelona se vuelve a llevar a Andrés Jiménez, en plena reconversión del puesto de ala-pivot al de alero puro. ¿Cuántas broncas con Antonio Díaz-Miguel le costó ese movimiento?
No, no hubo ninguna bronca con eso. Con alguna otra cosa sí, pero no con eso.
Pues él no se cansaba de decirlo, que igual la reconversión a alero le estropeaba como jugador.
Ya, pero de verdad que no hubo ningún problema: yo tenía mucha confianza con él y la primera vez que se lo llevó, en el Mundial de 1982, fui yo quien le convenció… y luego fue un jugador importante. Jiménez fue primero un «cinco» en Cotonificio, luego lo saqué un poco al puesto de «cuatro», luego un «cuatro» con poste alto… y luego ya fue alternando pero hubo épocas en el Joventut y en el Barça en el que jugadores del Real Madrid como Biriukov o Iturriaga declaraban que no podían ganarle al Barça porque no podían parar a Andrés Jiménez cuando jugaba por fuera: que él sí podía defenderles a ellos, pero ellos no le podían defender a él. Si recuerdas, mediáticamente, se decía siempre que el Real Madrid quería fichar un «anti-Jiménez», aunque en realidad siempre acabó jugando más de «cuatro» que de «tres».
¿Considera que el fichaje de Audie Norris marcó ese período, que obsesionó a sus rivales por encontrar un antídoto?
Yo vi a Audie Norris en San Diego cuando España estaba concentrada para los Juegos Olímpicos de 1984 y me quedé impresionado… y dos años más tarde le veo jugando en Italia, ¡en la segunda división! Estaba en la Benetton de Treviso, que por entonces jugaba en segunda. Su fichaje marca una diferencia porque fue un grandísimo jugador, con un gran carácter pese a sus problemas con las rodillas, porque si no habría estado en la NBA. Era un jugador básico sobre el que pivotaba el equipo salvo el mes o mes y medio que se perdía cada año por lesiones.
¿Cómo era Norris fuera del campo, era fácil de manejar por el entrenador?
Muy fácil. No tuvimos ni un problema. Ni conmigo ni con nadie. A él le gustaba jugar al baloncesto y jugar fuerte, intenso. Se llevaba bien con todo el mundo en el vestuario y fuera.
Se dice que aquel Barcelona jugaba una defensa «karate-press» y que su filosofía era hacer cincuenta faltas para que te pitaran solo treinta. ¿Cómo le sentaron esas críticas?
Mira, lo del «karate-press» se lo inventa la prensa cuando yo estaba en el Cotonificio y si ves cómo se defiende ahora, aquello da risa, porque defendíamos a un metro. ¿Qué pasó? Que nosotros en el Barcelona nos adelantamos a un juego más físico, con defensa más fuerte, y había mucha gente que se unía a la crítica porque ganábamos, y después de que el Madrid hubiera ganado veintitrés de las veinticinco ligas anteriores había que buscar excusas.
Esos comentarios se acentuaron en 1989, cuando el Madrid fichó a Drazen Petrovic y todo el mundo habló de «la liga de Petrovic». ¿Cómo convenció a sus jugadores de que una tercera liga era posible?
Él tenía un talento prodigioso, y además un talento que convence a mucha más gente que el talento que podía tener Norris… Hacía maravillas como las que puede hacer Sergio Rodríguez, la gente estaba prendada, y la verdad es que nosotros no podíamos pararle, no solo por él sino porque los otros jugadores estaban más libres al acaparar tanta atención. Lo que hicimos los últimos meses de la temporada fue practicar en secreto un tipo de defensa que era un «1 y 4» [N. del R. un tipo de defensa que consiste en que cuatro jugadores se colocan en zona mientras el quinto se pone en individual con la estrella rival], y la pusimos en práctica en el quinto partido de la final, de manera que ellos atacaban con cuatro porque a Petrovic ni le buscaban. Piensa que Petrovic venía de meter 62 puntos en la final de la Recopa y eso a mucha gente del Madrid no le había gustado y querían tener su parte de protagonismo, así que ese día, como tenían más oportunidades, se la jugaba Martín o se la jugaba Villalobos o se la jugaba Biriukov. Eran muy buenos, pero no eran Petrovic. Pasó de tener siempre el balón en las manos a no tenerlo y en esa dinámica conseguimos ganarles. Solo tenía que convencerles de que esa táctica era buena y era posible… aunque, ojo, ya les habíamos ganado antes sin el «1 y 4». En la última jornada de la liga regular les ganamos en su campo y por eso conseguimos la ventaja campo en la final. Antes de ese partido, eso sí, nos ganaban siempre y teníamos que aguantar que la prensa empezara con el «1-0, 2-0, 3-0, 4-0, 5-0…» que eran todas las veces que nos había ganado Petrovic.
¿Ha vuelto a ver el arbitraje de Neyro en aquel partido?
Sí, pero yo estoy completamente en contra de que ese arbitraje tuviera influencia en aquel partido, lo que pasa es que hay que situarse en ese momento, muy difícil para él, y ahora lamento no haber salido en su defensa, aunque no me correspondía, porque no intervino. Lo que pasó es que no buscaban nunca a Drazen, jugaban los demás, ese fue el problema. No tuvo ninguna incidencia el arbitraje de Neyro, que en paz descanse.
¿Qué papel tienen los árbitros en un partido de baloncesto?
Puede ser muy decisivo y a mí no me importa nada que sea decisivo por un error, que es en lo que la mayoría de la gente se fija, sino por una tendencia de pitar a unos más que a otros. Eso es lo que puede marcar una diferencia.
Recientemente, Juan Carlos Arteaga ha denunciado en Marca que le intentaron sobornar antes de una final europea y que «le consta» que otros hubieran aceptado, ¿ha tenido usted esa sensación a lo largo de su carrera?
Bueno, vamos a ver… si nos remontamos a los tiempos de la FIBA, sí, pero no puedo decir nada porque no tengo ninguna experiencia que pueda probar. Es verdad que se notaban cosas raras, lo que no quiere decir que se comprara o no un partido sino que había «otros intereses» más políticos que influían cuando el baloncesto era menos profesional.
Es imposible hablar de aquel Barça de los ochenta y noventa sin hablar de la Jugoplastika. ¿Tan superior era a su equipo o era una cuestión más bien mental, algo parecido a lo de Federer con Nadal?
La Jugoplastika no era conocida para la gente de entonces y lo fácil era ponernos a nosotros de favoritos, pero es que esta gente tenía a Tabak o a Naumoski de jugador número once o doce y los titulares eran Toni Kukoc, Dino Radja… aunque no tuvieran el cartel que teníamos nosotros. Por otra parte, hay que decir que José Luis Núñez, que ayudó muchísimo a la sección, tenía una máxima y era que ningún jugador del equipo de basket podía cobrar más que un jugador del equipo de fútbol. Eso evitaba muchos fichajes y dificultaba hacer un equipo más competitivo.
¿Y a qué jugador le hubiera gustado fichar que no pudo?
[Sin dudarlo] A Sabonis. Al final se fue al Fórum y luego al Madrid y lógicamente no fue porque nosotros no le interesábamos, sino porque pusieron más dinero.
Aparte de Kukoc, ¿qué otro jugador de la Jugoplastika le hacía la vida imposible?
Pues Dino Radja, Ivanovic, Perasovic cuando salía… Cuando tienes un jugador del talento de Toni Kukoc te pasa algo parecido a lo que pasaba en Valladolid cuando jugaba Sabonis, que los demás compañeros parecían maravillosos aunque no lo fueran tanto.
Ficharon a Savic y a Maljkovic y pasó usted a los despachos, ¿fue una decisión suya o no quedó más remedio?
Lo propuso Salvador Alemany, el director de la sección. Había mucho ambiente en contra y me pidió que hiciera yo de general manager y ficháramos a otro entrenador y en este caso fue Maljkovic.
¿Qué pasó exactamente con Maljkovic, por qué la cosa se enquistó de aquella manera tan desagradable?
Se enquistó porque Maljkovic debía de pensar que triunfar en el Barça era automático y cuando vio que no era verdad empezó a pedir fichajes como loco y, claro, la Jugoplastika en Yugoslavia fichaba a quien quería en aquel momento pero el Barcelona en España no podía fichar a quien quería sin más, no es como ahora, que hay mucho más mercado. Entonces había muchos equipos con suficiente presupuesto como para defender sus jugadores y sus plantillas. No se podía fichar como él quería y la pagó conmigo, echándome la culpa a mí.
¿Han limado asperezas con los años o siguen sin hablarse?
Seguimos sin hablarnos.
La salida del club de Iñaki Solozábal tampoco fue ejemplar.
Hay que ponerla en contexto: cuando sale en 1992, la ley del deporte obligaba a los clubes a convertirse en Sociedades Anónimas Deportivas salvo que tuvieran superávit… y si se convertían en SAD, los directivos tenían que avalar. En el Barcelona no querían y había que hacer una reducción impresionante de presupuesto. Además, después de un año y medio en el que el club había visto mi pelea con Maljkovic desde dentro, no desde fuera, y sabía quién había aguantado a quién, decidieron como agradecimiento darme de nuevo el banquillo. Eso fue el año del tercer extranjero, todos tenían uno y nosotros queríamos fichar a Mike Jones, pero ya te digo que no había dinero así que había que prescindir de gente y como teníamos a Galilea y Montero, confiamos en ellos y prescindimos de Solozábal. Se montó un zipizape impresionante en la prensa pero el hecho era ese: si queríamos que se quedara Solozábal no podíamos fichar a Mike Jones y de hecho nos quedamos con un equipo muy flojo pero que dio un rendimiento buenísimo, uno de los mejores de mi historia en el Barça.
¿Compensó echar a Solozábal para traer a Mike Jones?
Lo que no podíamos era competir con un extranjero menos que los demás. Todos ficharon un tercer extranjero y nosotros también teníamos que hacerlo, hubiera sido una desventaja aún mayor.
El otro problema de la 1992-93 fue aquella bronca con la prensa con Joaquim Costa de por medio, ¿no cree que se podría haber manejado la situación de otra manera?
Ojo, que la bronca con la prensa es del primer día, desde que fiché en 1985… Fíjate, tenía una señora de pelo blanco detrás del banquillo que me gritaba en todos los partidos: «Madridista, madridista» y ya ves, yo puedo ser madrileño, pero madridista no, que yo soy del Estudiantes. Lo que pasa con Joaquim es que cuando yo vuelvo al Barcelona les digo que no voy a hacer entrevistas con determinado medio de Barcelona.
¿Qué medio?
No lo voy a decir, no tiene importancia. Es un medio que mentía sobre mí y que incluso cuando le mandamos una grabación que desmentía una noticia suya se negó a publicarla. Lo tenía incluso en el contrato, que no tenía obligación de atender a la prensa, pero la ACB al cabo de dos o tres jornadas me dice que es obligatorio que el primer entrenador dé rueda de prensa después de cada partido y yo tuve aquella idea, que reconozco que fue un error, de que Costa apareciera como primer entrenador del equipo y diera él las ruedas de prensa. Digo que fue un error porque no sirvió para nada y siguieron haciendo lo mismo… aunque con el tiempo yo creo que en el fondo la señora de pelo blanco acabó rectificando y muchos de mis enemigos han acabado reconociendo mi trabajo, lo cual es un elogio para ellos
Veníamos de dos años de dominio del Joventut y cuando vuelve usted el Madrid ficha a Sabonis y tiene todo un equipo por reformar: Norris se va a Grecia, Solozábal ya no está y en su lugar encontramos a chavales como Galilea, Esteller, Oliver Fuentes… ¿cómo enfoca la reconstrucción del equipo?
La idea era que si no podíamos ganar, al menos que los Montero, Galilea, Esteller… pudieran crecer como jugadores y formar una base.
Poco a poco, va «endureciendo» el equipo, con fichajes como Quique Andreu, Tony Massenburg, Salva Díez…
El caso de Salva Díez es paradigmático de aquel momento: Salva Díez jugaba en el Valencia y el Valencia no lo quería ni entre sus diez mejores, así que ni siquiera era endurecimiento como tal sino buscar estabilidad dentro de nuestras limitadas posibilidades. Gente con menos talento pero más asentados.
¿Cómo era jugar contra Sabonis en esas circunstancias?
Terrible. Me acuerdo de una vez que jugábamos en Madrid y yo tenía a un americano que era buenísimo en el terreno personal, se llamaba Peplowski…
¡El mítico Mike Peplowski!
Ese. Bueno, pues Peplowski antes de jugar contra el Madrid dijo en la prensa que no le asustaba jugar contra Sabonis porque él había jugado en la NBA y Sabonis, no. Fíjate la mentalidad de aquella época. Pues luego, Peplowski metió 4 o 6 puntos y Sabonis, 32 [risas]. Aunque también hay que decir que gracias al trabajo de equipo, Peplowski incluido, aquel año el Barcelona le gana la liga al Real Madrid…
Lo suyo con Sabonis es verdadera admiración.
Pues sí. Mira, te voy a contar una cosa: una vez dirigí a la selección europea contra la Jugoplastika y seleccioné a Sabonis, que por entonces jugaba en el Valladolid y, no sé por qué motivo, si tenía molestias o qué, pero Stankovic, el presidente de la FIBA no me dejó llevarlo. Y no pude volver a tener una oportunidad… Es más, te voy a contar otra cosa de Sabonis: yo iba a Estados Unidos a las ligas de verano y en los ochenta había un entrenador especializado en defensa, ahora no recuerdo el nombre, que hacía técnica individual con Norris y era famoso por coger hombres altos y convertirles en mejores jugadores trabajando muy duro con ellos. Por entonces, para ellos, fuera de Estados Unidos el baloncesto no existía, pero este hombre había ido a los Juegos Universitarios de Japón y había visto a Sabonis y delante de cinco o seis entrenadores de la NBA me preguntó: «¿Tú crees que Sabonis podría llegar a jugar en la NBA?» y yo le dije: «Si se adapta a la vida americana, no solo podría jugar sino que se convertiría en uno de los cinco o seis mejores pivots de la liga» y entonces el tío se gira y suelta: «¿Veis? ¡Lo que yo os estoy diciendo!».
Eran los tiempos en los que ningún europeo había llegado a debutar siquiera sin haber pasado por una universidad americana, entiendo.
Sí, sí. Sabonis era excepcional. Era un base con una altura enorme y si no se hubiera lesionado en el tendón de Aquiles habría triunfado mucho más de lo que ya triunfó cuando fue con treinta años. Jugaba de todo, de lo que quisiera.
¿Cuántas veces ha visto repetido el tapón de Vrankovic a Montero?
Algunas veces… pero no de manera obsesiva, por lo que te he dicho antes de los árbitros. Hay mucha gente que me critica por no haber ganado la Copa de Europa, la que hubiera sido la primera del Barcelona. Yo eso lo respeto pero también valoro otras cosas… en aquel momento los árbitros reconocieron que se habían equivocado y siendo una jugada puntual pues ya está, a cualquiera le podría haber pasado.
¿Le dio la mano a Maljkovic después de esa final?
Supongo que sí, supongo que sí… ¿Había entrenado ya al Barcelona por entonces?
Sí, sí, de ahí que se vendiera también como un pique Maljkovic-Aíto.
Ah, pues entonces no [ríe].
Al año siguiente repite final, la cuarta de su carrera con el Barcelona, y vuelve a perder ante el Olympiakos de David Rivers, ¿sintió en ese momento que el sueño de la Copa de Europa se le escapaba para siempre?
No, no, porque hay equipos que en un momento determinado llegan a lo máximo y luego desaparecen, pero el nuestro no era así. Mis equipos nunca han sido así. Ni con el Joventut ni con el Barcelona. Incluso cuando yo me voy van a mejor, no es en plan «yo quemo las naves y que sea lo que sea». No, no, sabíamos que tarde o temprano el club lo conseguiría porque estábamos trabajando para ello.
Cuando regresa al banquillo tras otro año sabático, hay dos chavales prometedores que empiezan a entrenar con el primer equipo: Juan Carlos Navarro y Pau Gasol, ¿se veía tan claro que serían las estrellas que iban a ser?
En cuanto a lo del año sabático, la verdad es que estaba cansado de tanta crítica, era todo un poco horrible. Ahora me elogian más, pero entonces me estaban machacando todos los días y era inaguantable, así que decidí retirarme un año para volver luego. De Navarro me acuerdo que las metía desde cualquier lado. Su hermano jugaba en el junior y en el descanso él salía al medio campo a tirar; la pelota era más grande que él pero empezaba «bum-bum, bum-bum, bum-bum» y las metía todas. ¡Y eso que era un mico! A Pau le recuerdo como un jugador muy delgado y muy alto… y que era muy inteligente. Los entrenadores de cantera trabajaron mucho con él en técnica individual y tuvo probablemente la ventaja de que, al no ser fuerte, pues jugaba tanto por dentro como por fuera, incluso más por fuera, eso hizo desarrollar su talento en vez de ponerle a coger rebotes y ya está. Es uno de los jugadores más inteligentes que hay, muchas veces la gente piensa que lo importante es meter puntos, coger rebotes, poner tapones… pero lo importante es la inteligencia, saber con quién juegas, cómo son tus compañeros, tus rivales. Eso Pau lo veía desde el principio y en eso el entorno familiar también ayudaba mucho. Es verdad que había que estar a veces un poco encima de él en la intensidad porque era muy de «a mi ritmo», pero trabajaba una barbaridad, tenía técnica individual a las siete de la mañana y al salir de clase, casi por la noche.
Es curioso porque con usted empezó jugando de alero y en la NBA ha hecho casi toda su carrera de pívot puro, incluso se queja cuando no recibe abajo.
Yo creo que su posición ideal es la de «4» y de hecho ahí acabó jugando en el Barcelona. Es cierto que al principio empezó de alero porque no era muy fuerte y nos ayudaba en el rebote, en llevar el contraataque… incluso le quitó el sitio a Gurovic. Pero ya el año de su explosión jugó de ala-pivot y si no hubiera tenido aquella apendicitis muy probablemente habríamos sido campeones de Europa, pero es que en el partido decisivo de aquella edición, contra la Benetton, no solo teníamos fuera a Pau Gasol sino que además se lesionó Jasikevicius.
¿Cómo se tomó Pau que dijera que no estaba preparado para la NBA cuando dio el salto en 2001?
Pau tenía veinte años y no había ido nunca a Estados Unidos, por eso lo dije, pero tuvo la suerte o el acierto de ser el número tres del draft, un récord para un europeo por entonces, y caer en un equipo que no estaba muy bien y le necesitaba. Luego él lo hizo muy bien y estamos todos muy orgullosos.
¿Fue Rony Seikaly su Lamar Odom particular?
En cierta medida, sí, también llevaba un año sin jugar, un poco aparte del baloncesto… Hacía partidillos, poco más. A mí me gustaba cómo jugaba y en el club estaban buscando un fichaje espectacular. Por mucho que cuenten, a mí si me dicen que me fichan a LeBron James, yo encantado, así que les dije «Venga, vamos a intentarlo», pero, claro, es un jugador que lleva un año parado y que ya en la pretemporada se ve que no rinde bien y menos en competición. Si él hubiera tenido más humildad, si hubiera seguido trabajando, si hubiera aceptado otro rol… habría podido continuar, pero el equipo se jugaba los cuartos en la Copa de Europa y no podíamos contar con él.
Todavía en 2007, andaba DJ Seikaly diciendo que era usted el peor entrenador que había conocido con diferencia, ¿qué demonios le hizo para que le tenga tanta manía?
Muy bien, estupendo, habrá tenido a entrenadores muy buenos. ¿Qué le hice? No sacarle en el partido de Londres, eso es todo [Seikaly jugó doce minutos en aquel encuentro contra los London Towers pero no anotó ni un punto, se negó a viajar con el resto del equipo y ya negoció directamente la rescisión de su contrato].
En 2002 deja el Barcelona con nueve ligas en su palmarés y justo al año siguiente, el club gana por fin la Copa de Europa. ¿Qué sensación tuvo? ¿Le dio un poco de rabia?
No, lo que pasó es que ya no estaba Núñez y el año anterior nosotros pedimos a Fucka pero no lo pudimos fichar, y ese año no solo trajeron a Fucka sino también a Bodiroga.
¿Por qué se decide a aceptar la oferta del Joventut para volver a los banquillos en 2003 después de haberlo ganado todo y ya a los cincuenta y siete años?
Me decidió el proyecto porque se parecía mucho al que habíamos puesto en marcha en los años ochenta incluso con exjugadores de entonces como Villacampa ahora como directivos: apostar por los jóvenes con algunos veteranos como apoyo.
En ese equipo no están Gasol y Navarro sino Ricky Rubio y Rudy Fernández.
Bueno, cuando yo llego, Ricky todavía va con chupete [risas]. El que sí estaba era Rudy, que fue una sorpresa tremenda porque jugaba en el junior y no había jugado casi en ACB. Tomamos la decisión de quedarnos con Paco Vázquez y no con Juan Alberto Espil precisamente para dejar espacio a Rudy y pasó de ser un buen jugador que se quedaba por la zona un poco perdido intentando robar algún balón a jugar al mejor nivel en la Copa del Rey de 2003, convertirse en una estrella inmediatamente de la liga y conseguir el MVP de aquel año incluso perdiendo la final, que es algo complicadísimo y muy inhabitual, más con diecinueve años.
¿Los jóvenes talentos le aparecen casi por azar o tiene un sexto sentido para encontrarlos?
Obviamente, he trabajado mucho con jóvenes y he estado en equipos donde siempre han apostado por los jóvenes: en el Barcelona, las dos etapas del Joventut, ahora en el Cajasol. Si no se dieran esas condiciones, no se podría apostar por los jóvenes, ni yo ni nadie, nunca sabríamos hasta dónde podrían llegar porque no jugarían directamente.
¿A qué jugador siente que no consiguió sacarle todo lo que llevaba dentro? ¿Cuál es su espina clavada?
No te puedo decir ninguno en concreto, pero la mayoría ha sido por falta de cabeza, no de talento. Por no querer sufrir, no querer trabajar… muchos que prometían mucho viéndolos pero no tenían la mentalidad necesaria. Al revés, sí me ha pasado: pensar que alguien no iba a llegar y luego acabar de titular fijo. Me pasó en el Coto, que necesitaba a un jugador secundario, de quince minutos por partido y era complicado, porque por entonces los jugadores estaban acostumbrados a jugar cuarenta minutos y adaptarse a tan poco tiempo requería mucho esfuerzo. Bueno, pues me quedé con Francisco Pascual pensando que él sí iba a adaptarse a esos pocos minutos… y acabó de titular y jugando casi todo el partido porque lo hacía de maravilla.
Un amigo mío me ha dicho: «Pregúntale a Aíto por qué no dejó madurar a Ricky, por qué no dejó que fuera el jugador que parecía que iba a ser». Visto desde una distancia de casi diez años, ¿hacerle debutar tan pronto cortó su trayectoria o la disparó?
Tiene que seguir progresando pero en su momento le vino muy bien. Un chico que debuta en ACB con catorce años en un desplazamiento y es decisivo, que a los dieciséis ya es titular indiscutible, finalista en unos Juegos a los diecisiete… Es fabuloso, y además va a seguir progresando porque si de Pau decíamos que era inteligente, Ricky lo es aún más.
¿Conseguirá mejorar el tiro de una vez?
Si te fijas, va mejorando cada año su porcentaje. Esto es un sambenito que le cayó en su último año en el Barcelona pero en los dos años anteriores con el Joventut y también en el Barça había superado el 40% en triples… y en los últimos años en la NBA va mejorando poco a poco y estoy seguro de que seguirá mejorando.
2008 es otro de sus grandes años: el Joventut gana ULEB y Copa del Rey y la FEB le elige para entrenar a la selección en los Juegos, ¿cómo vivió la polémica entre Sáez y Pepu Hernández? ¿Le resultó desagradable?
Pues lo vi como un espectador externo, pero cuando ya fue un hecho y contaban conmigo y yo vi que era un buen momento para ir a la selección, decidí aprovecharlo y dejar a un lado las circunstancias anteriores.
Una de las cosas que se filtraron era que Pepu tenía un acuerdo con Unicaja y por eso no se centraba en la selección… pero quien en realidad acabó fichando por el club malagueño fue usted, ¿por qué se enturbió todo tanto?
Cuando yo llego a la selección hablo con Pepu y él me explica muchas cosas sobre el equipo que a mí me ayudan mucho luego a hacer mi trabajo. Me quedo con eso, lo que ande diciendo la prensa a mí me da igual, que digan lo que quieran.
¿Los jugadores no estaban un poco en estado de shock? Porque en el mundo del baloncesto desde luego hubo una marejada importante.
Pero dentro del vestuario, no. No percibí absolutamente nada: entrenaron maravillosamente y compitieron mejor.
Vamos a los Juegos, ¿qué chip cambió en la plantilla para pasar de perder por cuarenta en la primera ronda ante EE. UU. a estar a punto de ganarles en la final?
Yo creo que tuvimos unos Juegos Olímpicos muy regulares. La gente no entiende cómo puedes perder un día y luego ganar otro y volver a perder y luego ganar… pero cuando llevas muchos días fuera de casa y llevas días conviviendo, es muy fácil hablar pero más difícil hacerlo. Tuvimos muy buen nivel todo el campeonato, y el día de Estados Unidos en la liguilla no teníamos ninguna motivación porque lo importante era clasificarse y ya estábamos clasificados. Otra cosa era la final, porque podíamos estar contentos solo por estar ahí pero algunos conseguimos convencer al grupo de que si teníamos un 1% de posibilidades de ganar había que jugar por ese 1% y estuvimos a punto de conseguirlo.
Alrededor de la selección sabe que hay leyendas de todo tipo, ¿cuánto hay realmente de autogestión en ese equipo?
Conmigo muy poco, desde luego. Antes de empezar, hablé con Pau y dentro del campo yo no noté ninguna diferencia con otros equipos que había entrenado. Cuando hablamos de autogestión podemos hablar de dos cosas: una es que el jugador sienta una cierta libertad para hacer las cosas, que eso es bueno, demuestra inteligencia y confianza y hay incluso que fomentarlo… Otra cosa es no hacer caso al entrenador, pero es que yo contaba con la ventaja de haber trabajado ya con Ricky, Rudy, Navarro, Pau, Mumbrú… y ya conocían cómo respiraba yo y yo conocía cómo respiraban ellos.
A Scariolo le han metido palos por todos lados y en cuatro años ha ganado dos Europeos y una plata olímpica.
Todo el mundo puede juzgar lo que quiera, pero lo que luego hay que hacer es mirar los resultados. Puedes jugar más brillante, menos brillante… Este verano ha pasado lo mismo: han jugado sin Navarro, Ibaka, Pau, con Marc Gasol casi como único pívot, bueno, junto a Xavi Rey… y ya la gente cree que por el mero hecho de haber ganado vas a ganar siempre y se critica una medalla de bronce. En los últimos quince años, la selección ha sido siempre la segunda mejor selección del mundo, su nivel es casi casi inmejorable.
Después de España, Unicaja. Un equipo con posibilidades, buenos jugadores, buen presupuesto, campeón de ACB un par de años antes con Garbajosa de estrella… que además se refuerza con Carlos Jiménez, al que usted pasa al puesto de ala-pivot, ¿qué le faltó a ese equipo para conseguir más cosas?
El club tendría que haber definido mejor lo que quería. El equipo había sido campeón dos años antes, pero venía de quedar octavo en la liga regular aunque jugara la Euroliga. En mi primer año quedamos terceros en liga regular y perdimos la final de Copa en Madrid en la prórroga [contra el Tau Vitoria, 98-100]. Yo escribí entonces un artículo en mi blog que se llamaba «Y yo que estaba tan contento…», porque aquello me parecía extraordinario, pero no todo el mundo pensaba igual. Y no hablo del público sino más bien del club. Les ha faltado una estabilidad y creer en una línea de trabajo: al año de echarme a mí echan a Chus Mateo y después vuelven a echar a Luis Casimiro para traer a Paco Segura y así sucesivamente…
Cuando le despiden en 2011, ¿tiene la sensación de que el baloncesto profesional ha acabado para usted?
Yo siempre que he dejado un club he tenido esa sensación, lo que pasa es que al cabo del tiempo me vienen y me ofrecen algo. Me voy del Barcelona y me ofrecen el Joventut. Me voy de Málaga y me ofrecen Sevilla…
¿Qué es lo que le atrae de ese proyecto?
De entrada era la oferta que tenía. No es verdad, tenía otras ofertas y muy interesantes, pero no me quería ir al extranjero.
Perdone que le interrumpa, ¿nunca ha tenido grandes ofertas de clubes extranjeros en los ochenta o en los noventa?
¡Y de españoles! Pero yo siempre estaba con equipo y si estoy a gusto en un equipo, no me voy. Y cuando lo he dejado yo han aparecido Joventut y Cajasol, que es un equipo estable y además tiene una línea clara con los jóvenes: fichan a Satoransky, que cuando llega aquí hace cinco años no era nada, ni siquiera físicamente, o a Porzingis, que venía de jugar un europeo junior. A mí me traen para que esos chicos aprendan y cuando aprenden, si me parece oportuno, los puedo vender por mucho más dinero y si no se quedan y que sigan aprendiendo.
¿Será Satoransky su siguiente aportación a la NBA?
No, a la NBA yo no quiero aportarle nada, ¡a mí la NBA me da igual! Yo quiero aportar jugadores al baloncesto. Ha habido jugadores buenísimos que no han estado nunca en la NBA, como Bodiroga, y han sido una aportación al baloncesto. Satoransky tiene unas virtudes claras pero que estaría bien que las complementara con otras que todavía tiene que perfeccionar. Por ejemplo, físicamente es extraordinario, pero en comprensión de juego tiene que ir mejorando todavía.
Cuando todo esto acabe, ¿dónde le gustaría pasar su jubilación: en su Madrid natal, en su Barcelona de adopción o en la Andalucía que le ha acogido estos últimos años?
De momento, hasta final de temporada espero seguir en Sevilla, luego ya dependerá de qué quiere el club y qué quiero yo. Pienso a un año vista, pero igual hago como Nacho Pinedo y muero con las botas puestas, en la cancha de baloncesto, la verdad es que no lo he pensado…
Fotografía: Guadalupe de la Vallina
Genial por ambas partes. Preguntas interesantes desde la admiración, que no el admiramiento habitual en los entrevistadores de hoy, y respuestas interesantes desde el amor al juego, y no a uno mismo como es frecuente en entrevistados.
La imagen que dan de Aíto es totalmente contraria, así que creo que esta entrevista tiene aún más valor.
Gracias a quiénes lo habéis hecho posible!
Suscribo punto por punto todas tus palabras ¡Qué difícil encontrar este nivel en la prensa actual! Esta entrevista hace justicia a Alejandro y al basquet.
Creador y precursor en la ACB del famoso «haz 20 faltas y te pitarán, 15…haz 40 faltas y te pitarán 15», estrategia que, personalmente, no me gusta nada. Sus equipos parecen griegos por la estopa que reparten.
¡Me ha encantado la entrevista! Aíto debe ser una de las tres personas más importantes de la historia del baloncesto español, junto con Díaz-Miguel y Raimundo Saporta. Lo único que he echado de menos en la entrevista son más opiniones personales sobre los jugadores. Este señor ha entrenado a casi todas las leyendas del baloncesto español de los últimos 30 años, y me hubiese gustado saber que opina de Epi, Villacampa, etc…
Te olvidas de Lolo Sáinz, que está por encima de Aíto
… y de Pedro Ferrándiz.
¡Qué mala memoria tiene este hombre cuando le interesa! Lo que es cierto es que Unicaja de Málaga no ha hecho más que dar bandazos desde la primera temporada en que él estuvo aquí y no sólo por la directiva del club (que también se las trae, sobre todo porque fueron los responsables de su fichaje cuando aquí no lo quería NADIE). De seleccionador despreció a un Carlos Cabezas en su mejor momento, el cual había arrasado a Raúl López en las eliminatorias por el título de la ACB, para llevarse a China a este último. Al año siguiente, ya como entrenador en Málaga, su desprecio por Carlos continuó y de ser un base determinante y seguro pasó a ser segundo base de un terrible Omar Cook. En general, la afición de Málaga nunca lo tragó, ni lo traga, ni lo tragará jamás. No ya sólo por cómo calentaba los partidos hablando de los árbitros. ¿Que lo importante es si un árbitro pita más para un lado que para el otro? Bien que lo sabe él, que ya se encargaba de que a su Barsa le permitieran de todo. Nosotros sabemos bien qué hizo él con el equipo de aquél año, cómo cambió su forma de jugar, los fichajes que se hicieron… Si no fuera porque hemos terminado conociendo a Jasmin Repesa, podríamos decir que ha sido el entrenador más nefasto que ha pasado por el banquillo del Club Baloncesto Málaga.
Me corrijo levemente: no fue en semifinales sino en cuartos de final, cuando Unicaja liderado por Cabezas le clavó un 0-2 al Real Madrid de Joan Plaza con Raúl López y Bullock de bases. Aunque Bullock siempre fue un crack, quien debía dirigir de verdad al equipo era López y su estado de forma no le permitía superar a un Cabezas demoledor.
http://www.acb.com/cuadro.php?cod_competicion=LACB&cod_edicion=52
Curiosamente cada entrenador que pasa por Unicaja, fracasa. No va a ser problema del entrenador, sino de ese club que es una casa de locos. Lo mismo pasa con jugadores, van allí y fracasan, salen a otros equipos y hacen buenas temporada. Aito ahora triunfa en Cajasol.
con aito seguro que iriamos a milan con oleson, abrines y hezonja con mas minutos y protagonismo que el gran juan carlos navarro. y eso nos daria opciones de victoria.
como tenemos al acomplejado de pascual iremos con navarro a 30minutos y navarrosystem con malos porcentanjes para caer con dignidad. lo habitual del fcb postmickeal
xp sigue sin consolidar un canterano y aito en ese sentido era muy guardiolista.
Maquiavelo hasta el final.Ni en una sola respuesta deja de estar presente el personaje.
Gran entrenador Aíto. No ha despertado nunca mucha simpatía pero es de los mejores de la historia del baloncesto español. Chapeau
Aito se le ha escapado vivo al entrenador… supongo que le quedan todavía unos años de recorrido en los banquillos, espero que una vez retirado guste de afrontar preguntas más «personales», donde pueda explayarse y mojarse más sobre apuntes personales de jugadores concretos.
En cualquier caso, el referente moderno y aún activo de los banquillos españoles de baloncesto.
Me ha gustado mucho la entrevista y por ese motivo quiero participar comentando algo que me llama la atención de él como entrenador. En mi opinión, Aíto cuida de los equipos de tal forma que cuando se va, no parece que ha pasado un huracán y lo ha dejado todo patas arriba.
En el basket estadounidense profesional, esta filosofía no está tan presente o no se le da tanta importancia. En el basket europeo sin embargo, creo que es importante tener en cuenta este aspecto a la hora de contratar a un entrenador, ya que el entrenador se irá, pero el equipo y la afición se queda.
Los aficionados al baloncesto sabrán de qué les hablo, para el resto, brevemente os puedo decir que la estructura de un club europeo no tiene nada que ver con la de uno estadounidense y que no tener presente esta característica puede costarle al club años de reconstrucción a nivel deportivo o la desaparición (degradación de categoría) por mala gestión económica.
Espero no haber metido mucho la pata ya que no suelo comentar nunca.
Gracias por el artículo, os animo a seguir publicando más y más!!
Pues siga comentando hombre…que de momento es libre y ademas lo hace usted bien
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He echado de menos(bastante) que el entrevistador no le preguntase sobre el caso Ferrán Martínez.Es un lunar muy gordo en la entrevista.
Quizá sí que se lo ha preguntado…
La defensa no fue un 1-4. Fue 5 dando palos y uno, Neyro cobrándose el escupitajo de Petrovic en Puerto Real. Fuera de Grecia no he visto en mi vida un partido tan decantado por los árbitros.
40 faltas pitadas al Madrid y 19 al Barça, lo recuerdo perfectamente. El Madrid acabó con cuatro en pista, el resto expulsado por 5 personales, Petrovic incluido.
Pues parece que hasta se cree sus mentiras y todo.
Grande Aíto. En Badalona recordaremos siempre el excelente juego de lo años de Rudy, Bennet, Barton, Ricky, Ribas, Mallet, etc. Como disfrutamos aquellos años! Cada partido era una fiesta. Lástima que se escapara la Liga ACB, éramos el mejor equipo con diferencia y regalamos la semifinal al Barça (con ventaja de campo) con un Rudy muy mermado. Además hubiéramos tenido también la ventaja de campo contra TAU en la final.
Buff, me ha sorprendido:
-que cuando le ha preguntado por la Euroliga que gana el Barca cuando sale él del club, diga que claro: ya no estaba Nuñez-(que fué tu valedor en barcelona ¿se puede ser más mal bicho?)- y ficharon a Fucka y Bodiroga… perdón y a un tal Pesic que hizo que el equipo funcionara como un reloj.
-Que dice que Makjkovic estaba acostumbrado a fichar en Split… y que viendo lo que habia pidio más fichajes en canbarca? Epi y Nacho en las últimas, Norris manco, ¿qué querias? aun asi llego a la final de París, por cierto jugando el equipo con un empaque increible hasta justo la final.
En fin, será un referente de muchos entrenadores y tal, pero se percibe un mal rollito por parte de este hombre, que huele pocho.
Siempre me llamó la atención los odios que ha despertado Aíto. Yo los veo como un signo de que ha hecho las cosas bien. Y bueno, por supuesto de la envidia y mezquindad de la gente, pero eso se sobreentiende, o debería. Y tiene razón sobre la prensa. El se refiere a quien le ha tratado mal, naturalmente, pero me temo que en la prensa deportiva española son cuatro mal contados a los que no habría que gasear. Es uno de los gremios más deleznables habidos y por haber, y lo peor es que mucha gente se traga lo que dicen, cuando los que saben son los entrenadores y los jugadores y son ellos los que se merecen el crédito y el respeto
Aíto NO MIENTAS.
La historia está ahí. La liga de Petrovic NO LA GANÓ EL BARSA. Lo hizo un ARBITRO: Neyro.
En el último partido del play-off Neyro EXPULSÓ A MEDIO EQUIPO, incluyendo a Petrovic, lo que obligó al Real a acabar el partido con CUATRO jugadores, y uno de ellos (Romay) estaba lesionado.
Supongo que eso es a lo que te refieres con “respetar a los árbitros”.
Es el capítulo MÁS MAFIOSO de la historia de la ACB, salpicada por otra parte de episodios pro-barcelonistas como este.
Si un capitulo tan BOCHORNOSO como el de aquel día se produjese hoy, con la repercusión mediática que hubiese habido gracias a internet, hubiese sido investigado y muchas personas de ACB y del FC Barcelona hubiesen acabado EN LA CÁRCEL.
Así que, deportivamente, el paso de Petrovic por Madrid ANULÓ al Barsa, ya que ese año el Madrid le ganó TODO al Barsa excepto aquella final manipulada.
Y en cuanto al “BUEN COMPORTAMIENTO” por el que no fichaste a Petrovic, supongo que no recuerdas el comportamiento de Epi en esa misma final, más propio de un “boixos noi”, comportándose como lo que echa en cara a Petrovic. Perfecta ocasión para haberte callado.
Pero hoy en día las mentiras no cuelan tan fácilmente. Hay internet, hay historia a un solo “disparo” en google.
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