Arte y Letras Teatro

Shakespeare en el salón

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Una escena de Much Ado About Nothing, de Joss Whedon. Imagen: Alfa Pictures.

Aunque la mejor forma de vivir una obra de teatro —porque el teatro no se ve, sino que se vive—es yendo a las salas, no todo el mundo puede permitirse el precio de una entrada, encontrar un hueco en las apretadas agendas o cualquier motivo que se les ocurra. No obstante, gracias a la magia de los reproductores de vídeo y a los esfuerzos de productoras teatrales y cinematográficas, existe la posibilidad de disfrutar de las mejores obras de los mejores autores desde el sofá de tu casa. Así que no hay excusas posibles para no ver los grandes clásicos del teatro universal. La variedad es amplia, por lo que me voy a permitir el lujo de hacer unas recomendaciones con las mejores versiones filmadas.

Y, como primera opción, una comedia: Much Ado About Nothing, de William Shakespeare, más conocida en nuestro país como Mucho ruido y pocas nueces.

Una de las mejores comedias de enredos que existen. El príncipe don Pedro realiza una visita a su buen amigo Leonato, después de haber sofocado la rebelión que encabezó su hermanastro, don Juan. Junto al príncipe viajan el propio don Juan apresado; Benedicto, un soltero empedernido, misógino, narcisista y con la lengua muy afilada; y el joven Claudio, compañero inseparable de Benedicto, un entusiasta que está enamorado hasta el tuétano de la hija de Leonato, Hero, a quien le propone matrimonio. Aunque los acontecimientos giran en torno a la boda de la joven pareja, los verdaderos protagonistas son Benedicto y Beatriz, la sobrina de Leonato y cara opuesta a Benedicto. Ambos se llevan como el agua y el aceite, por lo que a don Pedro se le ocurre la divertida idea de liarlos, provocando una espiral de malentendidos y desengaños que acaban en la carcajada constante del espectador.

La historia de Benedicto y Beatriz ha sido llevada al cine o la televisión en varias ocasiones, ya sea rodada específicamente para estos medios o grabaciones de representaciones en directo. Aquí nos quedaremos con tres elegidas mediante un complejo sistema:

Much Ado About Nothing, de Kenneth Branagh (1993)

El responsable de esta versión aparecerá en sucesivas recomendaciones por ser uno de los cineastas que más y mejor ha adaptado la obra shakesperiana. Casi siempre, claro.

Años después de terminar la portentosa adaptación de Enrique V, Kenneth Branagh se lanzó con la comedia de Shakespeare. Con un reparto de lujo, en el que se incluyen nombres como Denzel Washington (como don Pedro), Robert Sean Leonard (el joven Claudio antes de ponerse la bata y convertirse en el mejor amigo del doctor House), Keanu Reeves (don Juan), Emma Thompson (como Beatriz), la debutante Kate Betckinsale y un Michael Keaton descacharrante, el actor y director irlandés presentó la versión más «fiel» al texto original en el sentido de la puesta en escena, del vestuario de la época —siglo arriba siglo abajo—, música del mismo corte… En esta versión la BSO es muy clásica. Patrick Doyle, el compositor de cabecera del director irlandés (suya es la maravillosa música que suena mientras el rey Enrique arenga a sus tropas), es además la persona que canta el «Sigh No More» de esta versión. Le acompaña David Snell tocando la guitarra en esta escena.

Yendo a la película en sí, podemos decir que es un verdadero ejercicio de lealtad y fidelidad dentro de las limitaciones que da el cine a la hora de adaptar cualquier tipo de obra teatral.

Lo que hace especial a esta cinta es el perfecto ambiente que consigue su director, al que se le nota mucho que cuando algo le apasiona le sale muy bien. Aunque hay que reconocer que esto no es siempre una garantía, especialmente con Branagh de por medio. Para casos opuestos hay que echar mano, evidentemente, a su Thor, de cuyos cómics es un grandísimo fan y la película… bueno.

Una característica que comparten las tres —y que es vital si quieres que esta obra cuaje— es la química tan especial que hay entre la pareja protagonista. En la de Kenneth, Benedicto y Beatriz se benefician del formidable dúo que formaban el propio director y quien era su esposa, Emma Thompson. El matrimonio funcionaba dentro y fuera de la pantalla. Hoy día el paralelismo podría encontrarse en Vaquerizo y Alaska o Brad Pitt y Angelina Jolie: mientras que esta «entidad» tiene el apodo de Brangelina, el matrimonio que nos ocupa fue bautizado por la prensa inglesa como Ken and Em. Afortunadamente, el «desliz» que tuvo Branagh con Helena Bonham Carter fue posterior a esto (mientras rodaban Mary Shelly’s Frankenstein) y el mundo no se perdió esta maravillosa actuación, el fantástico duelo que mantienen. Kenneth le da a su Benedicto un aire muy altanero, sabihondo y pomposo, casi desquiciado, con una fuerza que solo podría frenar la Beatriz dura y mordaz de Emma, seca y cortante sin perder los estribos —hasta que sea víctima de la trampa que tienden los caballeros para que ella y él se enamoren.

El resto del reparto no desentona, pero tampoco consiguen llegar al contrapunto necesario para que la obra pierda interés si el conflicto no gira en torno a Benedicto y Beatriz. Denzel Washington, Robert S. Leonard y Richard Briers como Leonato tienen sus altibajos, Betckinsale ni fú ni fá como Hero y Keanu Reeves… si interpretase a un palo lo bordaría, pero aquí su clásica inexpresividad sobra más que nunca. Únicamente la aparición de Keaton despierta el interés en alguien que no sea la pareja protagonista, pero de forma sobrada. Su papel como el jefe de la policía ciudadana de Messina es surrealista a más no poder, muy del estilo Monty Python. No hay más que ver la primera aparición en la película para darse cuenta de ello.

Ideal para quienes busquen una versión clásica, sin afán por la innovación más allá de la justa y necesaria.

Much Ado About Nothing, Live at the Wyndham’s Theatre (2011)

Después de haber triunfado como la pareja más carismática de la nueva generación de la mítica serie Doctor Who, David Tennant y Catherine Tate protagonizaban esta versión dirigida por Josie Rourke.

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David Tennant y Catherine Tate en Much Ado About Nothing. Fotografía: Digital Theatre / Tristram Kenton.

Esta es mi favorita personal por varias razones.

La principal es que es una grabación en directo de una obra de teatro con público. Puede parecer una tontería, pero esto hace que gane muchísimos puntos, porque no hay edición más allá de la necesaria para cambiar de planos. Así que, si hay error no se puede gritar «¡corten!». El espectáculo sigue. Además, las risas de los espectadores ayudan a generar el ambiente necesario para hacer de esta experiencia teatral de salón mucho más efectiva, divertida y acogedora. Sobre todo si decide verla al estilo de Han.

Entrando en materia artística, la producción «actualiza» la comedia ambientándola en lo que podría ser una especie de residencia de verano de algún ricachón en California. En realidad, esta versión sitúa la acción en… Gibraltar, 1980. Podríamos decir que es un Top Gun meets Shakespeare.

Los soldados llevan uniforme de la marina, Leonato y su familia visten de la forma en la que las familias ricachonas visten cuando están de vacaciones en verano —esto es, camisas hawaianas, pareos, bikinis— y la música va desde el techno al pop empalagoso. Para dar ese toque moderno a las obras clásicas hay que tener mucho cuidado, porque hay cosas que funcionan y luego hay mierdas. Esta versión, afortunadamente, no es una mierda.

Para captar la esencia de este montaje basta con escuchar su versión del «Sigh No More». Imaginen el tráiler de la clásica comedia romántica. Esa de chico conoce chica, a chico le gusta chica, la chica se enamora del chico y comienzan una cómica aventura. ¿Tienen en mente el tráiler tipo? Pues bien, la musicalización del «nonny nonny» está en línea con la banda sonora de estos trailers —salvando las distancias—. Cantada por Joshua Berg en la obra, esta canción claramente busca convertirse en un gran hit. De hecho, Tate y Tennant la cantan también en el disco oficial de la producción, donde podemos encontrar varios temas de corte muy ochentero —esa década que tanto nos gusta en esta página (?).

Por último, el reparto. Acompañando al rey y la reina de Doctor Who —con permiso de Matt Smith y Karen Gilligan— tenemos un magnífico reparto en el que destacan Adam James como don Pedro, Tom Bateman en el papel de Claudio y Elliot Levey bordando el papel de don Juan —al menos, mucho mejor que Revees—. No obstante, el reclamo principal es el de Tennant y Tate. El choque de titanes que tienen los dos es un regalo para los espectadores, muy superior al de Branagh y Thompson. Sueltan las líneas con más fluidez, sin esa pose tan dramática que se asocia en el imaginario colectivo o en las parodias a los actores shakesperianos.

En cuanto al resto, son un refuerzo muy considerable, sofocando con oficio y con mucho talento el posible riesgo de que las estrellas se lleven toda la atención y ellos queden como poco más que un atrezo que se mueve y habla. Para muestra, un botón: la escena en la que don Pedro, Claudio y Leonato «engañan» a Benedicto, uno de los momentos más emblemáticos y divertidos de la obra, no sería ni la mitad de carcajeante si todas las miradas se centrasen exclusivamente en Benedicto.

Por ponerle alguna pega, quizás Tate sea la única actriz carismática, pues Sarah Macrae es una Hero un poco sosa.

Repito: es mi favorita y la que recomiendo con más ímpetu.

Much Ado About Nothing, de Joss Whedon (2012)

¡Ah, el amigo Whedon! Pocos directores hay como este señor. El creador de esas maravillas que son Buffy o Firefly y que ha dirigido y producido algunas de las películas más taquilleras y espectaculares de las últimas décadas (evidentemente Los Vengadores es referencia obligada, pero también ha estado detrás de genialidades como Cabin In The Woods) también tiene su particular y personalísima versión cinematográfica de la comedia shakesperiana.

De las tres analizadas/ofrecidas en este artículo, la de Whedon es, sin duda, la más compleja y curiosa.

Curiosa, sobre todo, por la forma en que se concibió, o la intrahistoria detrás de esta película. Mientras rodaba Buffy, muchas noches, tras terminar la jornada, parte del reparto se iba al piso de Whedon a tomar unas copas mientras hacían lecturas dramatizadas del autor inglés. Independientemente de lo atractivas o no que parezcan esas veladas (a un servidor le encantaría tenerlas), los miembros del reparto se lo pasaban genial. Además, así mejoraban la dicción, la interpretación y, de paso, la amistad que había entre ellos se reforzaba. Una de las obras que más usaban era, precisamente, Much Ado About Nothing. Whedon siempre quiso hacer una adaptación pero nunca vio el momento oportuno. O no lo tuvo. De hecho, llegado ese momento, no es lo que se podría considerar oportuno para el común de los mortales.

Es cierto que a la gran mayoría de directores de cine les apasiona su trabajo —menuda faena tiene que ser meterse en eso si no te apasionase—, pero lo de Whedon puede que raye lo obsesivo. Igual que esos jubilados que siguen yendo a trabajar porque no soportan estar ociosos, el neoyorquino no para nunca. Incluso crea en su tiempo libre. Si resulta que Buffy ha quedado inconclusa, no hay problema: hago más temporadas en cómics que yo edito. ¿Cancelan Firefly después de una sola temporada y los fans quieren más? Pues hago una película. ¡Oh! Y voy a componer el 80% de la música de lo que haga.

Así pues, no es de extrañar que una vez terminado todo el trabajo que tuvo con Los Vengadores, decidiese emplear el mes de vacaciones que iba a pasar con su mujer para celebrar su vigésimo aniversario… rodando una película. Antes de pensar en lo agonías que es Whedon o el posible cabreo que se pilló su esposa, hay que aclarar que fue ella la que le empujó.

Dicho y hecho, Joss tiró de su agenda y, junto a su mujer, empezaron a formar el equipo de la producción, compuesto en su mayoría por amigos íntimos del director que ya habían trabajado con él en sus otras producciones: Alexis Denisof y Amy Acker como la pareja protagonista (ambos de Angel), Nathan Fillion (Firefly), Clark Gregg (el inolvidable Coulson del universo Marvel), Frank Kranz (el fumeta de Cabin in the Woods) y otros tantos.

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Emma Bates, Jillian Morgese y Amy Acker en Much Ado About Nothing. Imagen: Alfa Pictures.

En ese mes, Whedon rodó una versión en la línea de la que comentábamos antes: estética actual, localizaciones modernas (es la propia casa del director, de hecho), etc. Pero, en lugar de mostrarlo todo como una especie de ciudad de vacaciones, este Much Ado es una versión más cool. Don Pedro y su séquito llegan enchaquetados, con guardaespaldas, a la casa de Leonato, que podría pasar por un político de nivel —atención al detalle del fotógrafo capturando el saludo entre ambos nobles.

Rodada en blanco y negro, la película es una maravilla hecha con muchísimo mimo y gusto por lo sencillo. El grandísimo reparto, sin embargo, no está a la altura de la comedia. Antes de que los fans de esta versión se lancen a la sección de comentarios a ponerme a parir, debo aclarar que esa afirmación no quiere decir que los actores no tengan gracia. Es más, Gregg, que está fantástico como el señor Leonato, y Fillion, que borda también el papel del jefe de la policía ciudadana, consiguen arrancar carcajadas sinceras. Pero el pulso entre Benedicto y Beatriz no es tan intenso ni cómico como en las otras versiones. Denisof y Acker no lo hacen mal, su química no es mala, pero el humor no fluye con tanta facilidad. Ese es el punto negativo que le saco a esta cinta.

Pero, para no terminar con algo negativo, destacaré otro de los puntos fuertes de esta adaptación: su banda sonora. Como he mencionado antes, Whedon suele componer mucha música en sus obras, y esta, tan personal, no iba a ser menos. Igual que la película, es muy austera, muy sencilla. Un piano, un poco de cuerda… y mucho relax. ¿A quién no le entran ganas de tomarse un buen gin-tonic mientras se relaja escuchando esta versión del «Sigh No More»?

Esta versión está destinada a los fans acérrimos de Whedon, los que busquen algo tranquilo y sin demasiados alardes y, sobre todo, a los amantes de las cosas hechas con pasión, trabajo y mimo.

Y hasta aquí la primera de mis recomendaciones. Si les ha convencido, encontrarán más en el futuro.

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John Gielgud y Margaret Leighton en su Much Ado About Nothing de 1959. Fotografía: DP.

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2 Comments

  1. Coincido, La version de Kenneth Branagh y Emma Thompson es simplemente magistral ….

    La version de Wheddon, aun gustandome … es una buena pelicula a la que se le echa en falta una quimica mas potente entre ambos protagonistas.

  2. Roger S.

    A añadir: «These Paper Bullets!», una versión recién estrenada este año, y que estará en Broadway casi seguro la temporada que viene. Música de Billy Joel Amstrong, ambientada en el Londres de los 60s, y con la banda de Don Pedro convertida en una versión de los Beatles regresando triunfante de América.

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