Música

La historia de Iggy Pop en cincuenta canciones (y II)

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Fotografía: Joan Sorolla (CC).

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En la primera parte habíamos dejado a Iggy jugueteando con sonidos pop de los ochenta y consiguiendo un modesto éxito de ventas, aunque con muy decepcionantes resultados artísticos. Al final de la década, sin embargo, el hard rock estalló comercialmente en América gracias al ascenso de bandas como los Guns N’Roses. De repente, Iggy se sintió lo bastante seguro como para retornar por fin a su viejo estilo.

Brick by brick (1990)
Brick by brick

El trabajo que supone la resurrección de Iggy Pop para muchos de sus viejos fans y su trabajo más sólido desde los días de New values. El rock directo es lo que mejor sabe hacer y eso se nota mucho. Para este álbum, además, contó con una corte de artistas invitados que ayudaron a elevar el nivel. Se percibe una atmósfera de entusiasmo que no proyectaba ninguno de sus discos desde hacía mucho tiempo. Brick by brick no solamente recibió muy buenas críticas —para casi todo el mundo era uno de los puntos álgidos de su carrera— sino que fue un éxito comercial similar a Blah Blah Blah o Instinct, demostrando que el público estaba dispuesto a recibir con los brazos abiertos este retorno a las raíces. Bien es verdad que la moda del hard rock que se estaba produciendo por entonces así como la mencionada presencia de célebres artistas invitados ayudaron bastante a que este disco funcionara comercialmente, pero toda repercusión era merecida.

Home: Uno de los más grandes temas del disco. Recuerdo la sensación de sorpresa al escuchar a Iggy haciendo de nuevo el estilo que había dejado aparcado durante tanto tiempo. Colaboraron en el tema nada menos que dos miembros de Guns N’Roses: Slash, que deja su firma con algunos fantásticos solos, y Duff Mckagan. Ambos aparecieron en el videoclip, lo cual ayudaba a atraer la atención de muchos oyentes jóvenes que no estaban familiarizados con la carrera de Iggy pero que descubrieron que la Iguana, bien pasados los cuarenta, no tenía nada que envidiar en cuanto energía a las nuevas estrellas del momento.

Butt town: Otro gran tema de hard rock directo y enérgico que ayudaba a confirmar la recuperación. Pone de manifiesto la frescura de miras que se apoderó de la industria musical en los noventa, tras la caída de la censura cristiana de la era Reagan, porque incluso en nuestros días es poco probable que una canción llamada «ciudad del culo» fuese emitida en cadenas televisivas mainstream, salvo quizá si se tratase de algún tema hip hop. Ah, la inocencia de los noventa.

Candy: El single de mayor éxito de Brick by brick, sin embargo, no fue un rock repleto de testosterona sino una canción más bien melosa cantada a dúo con la preciosa Kate Pierson, de los B 52’s. Este tema despistó a mucha gente y era divertido contemplar la gira de presentación de este disco —Iggy era bastante menos conocido entre el público general que ahora— y hubo algunos incautos que se acercaron a sus conciertos atraídos por la difusión de «Candy», esperando escuchar más temas en la misma onda melódica. Y también, probablemente, confundidos por el «Pop» de Iggy Pop. Lógicamente no entendieron absolutamente nada cuando vieron aparecer a Iggy sobre el escenario, dando saltos como un maníaco y berreando «Raw power» o «I wanna be your dog». Algunos aún recordarán las caras de horror de quienes habían comprado la entrada equivocada. Lo dicho, la inocencia de los noventa.

Starry night: Este álbum estaba tan inspirado que hasta las incursiones en otros géneros que habían resultado decepcionantes en los ochenta le salían bien. Tal es el caso de «Starry night», una muy bonita canción de aires tropicales que ni siquiera admite comparación, por ejemplo, con aquella sonrojante «Happy Man» del álbum Party.

American Caesar (1993)
American Caesar

Tras el impacto que supuso Brick by brick para muchos viejos seguidores, Iggy no bajó la guardia. Las guitarras seguían de moda con el grunge y el entonces llamado «rock alternativo» , así que Iggy no dudó en entregar otro disco en la misma línea: algunos temas muy rockeros combinados con otros más melódicos. Eso sí, American Caesar tenía una faceta experimental bastante más marcada que Brick by brick: aunque casi todos sus temas estaban concebidos en formato de canción tradicional, había algunos caprichos extraños como aquella curiosa pero excesivamente larga «Caesar». El disco, una vez más, recibió muy buenas críticas y fue muy apreciado, especialmente en Europa. Porque en los Estados Unidos, por algún motivo, no se le prestó la debida atención y obtuvo bastante menos éxito que su predecesor.

Wild America: El gran single del álbum y una de las mejores canciones de Iggy en muchos años. Inspirada, poderosa, cruda, cabalgando como una locomotora sobre un fantástico riff de guitarra. Probablemente no sea el tipo de canción que atrae a las multitudes, pero poco importa: es un clásico de los noventa por derecho propio. El feroz Henry Rollins aparece como invitado y hace una intervención hablada que improvisó en el mismo estudio: le pusieron el micrófono delante y pese a lo precipitado del momento encajó una frase perfecta al final del solo de guitarra. El videoclip fue editado con fragmentos de voces para hacerlo más «moderno» de cara a su emisión por la MTV. Quien quiera escuchar la canción tal y como aparece en el disco, sin añadidos, la tiene en este otro enlace.

Plastic and concrete: Un tema que podría haber encajado en algunos de sus álbumes de los setenta, basado en un potente riff de guitarra y con un desenfadado estribillo punki. Mención especial para el caótico solo de guitarra de Eric Schermerhorn, que aquí suena casi como una versión mejorada de James Williamson. Fantástico tema, repleto de energía.

Beside you: Un corte melódico escrito a medias con su colega Steve Jones, el antiguo guitarra de los Sex Pistols. Quizá pretendía complacer a una audiencia más amplia, tal y como había sucedido con «Candy». De hecho también aquí hay una voz femenina —en este caso Lisa Germano— aunque «Beside you» obtuvo menos repercusión que el dueto con Kate Pierson. Con todo, es una muy buena canción que añadía nuevos matices al álbum.

Boogie Boy: Como deja entrever el título, un guiño al rock más clásico que había marcado las mejores etapas de su carrera y que también recuerda mucho a sus discos con James Williamson.

Naughty Little Doogie (1996)
Naughty

Continúa la buena racha. Iggy aparca el eclecticismo experimental de American Caesar y graba un álbum más directo, breve y sencillo. El estilo sigue orbitando en torno a las guitarras, aunque en conjunto hay que reconocer que no es tan brillante como los dos anteriores. Eso sí, podemos decir que contiene dos o tres temas que no hubiesen desentonado en cualquiera de sus mejores obras y a los que, por desgracia, el público no prestó la debida atención. A estas alturas Iggy había vuelto a perder el gancho comercial con el público estadounidense, aunque en los mercados europeos seguía funcionando ayudado por sus giras, porque a mitad de la década de los noventa a nadie le cabía ya duda de que tener la suerte de asistir a un concierto de Iggy, especialmente cuando tenía una buena noche, equivalía a presenciar un tremebundo espectáculo difícil de comparar con el que pudiera ofrecer cualquier otro individuo en la industria por entonces. Eso le valía un público fiel en Europa, Australia y otros lugares. Por aquel entonces, además, Iggy gozó de una inesperada repercusión gracias a la inclusión de «Lust for life» en la exitosa película Trainspotting —incluso llegó a rodar un videoclip a propósito para aquella canción que tenía ya veinte años de antigüedad— pero en los Estados Unidos los medios empezaban a dejar de lado el rock, ahora que la fiebre guitarrera de primera mitad de los noventa empezaba a enfriarse. Un buen disco, no tan bueno como los previos, pero con algunos grandes momentos.

I wanna live: Fácilmente uno de los mejores singles grabados por Iggy en años y en mi opinión lo mejor de este álbum, con diferencia. Un tema poderoso y rotundo que quizá hubiese tenido mejor suerte comercial en el periodo 1991-94. Simple, efectivo, con un estribillo memorable y esa agresividad que los fans de Iggy esperan encontrar por lo menos en algunas canciones de cada disco. Impresionante.

Pussy walk: Una divertida gamberrada en la que Iggy nos habla de uno de sus temas preferidos, las mujeres que se encuentra por la ciudad, en los institutos o en sus actuaciones. Una declaración de amor al sexo femenino en conjunto, aunque probablemente su lenguaje más bien descarnado crearía un cruce de cables a las oyentes más feministas, si es que a estas alturas de su carrera no estaban ya familiarizadas con los himnos heterosexuales de la Iguana, claro.

Innocent world: Aunque la melodía puede traer a la memoria algunas épocas pasadas junto a Bowie, la base rockera de la canción evita que el tema pueda convertirse en un corte insulso como tantos de los que registró en los ochenta. El que un estribillo dulzón esté precedido por un riff seco y cortante que le aporte fuerza nunca es una idea demasiado mala, y aquí la combinación funciona a la perfección.

Avenue B (1999)
Avenue_B

Después de una era de aciertos, llega la confusión. La vida de Iggy da un giro y entra en una especie de crisis existencial. Ha pasado de los cincuenta, se ha divorciado y decide ponerse sentimental. Después de tres álbumes consecutivos dominados por las guitarras, cambia completamente de dirección: elige como productor a Don Was y graba un disco tranquilo, melódico y por momentos atmosférico. Hay muchas guitarras acústicas y también fragmentos hablados. La temática principal es la introspección, quizá inspirada por uno de los discos favoritos de Iggy, el Nebraska de Bruce Springsteen. ¿El problema? Que esto no es Nebraska. Las referencias autobiográficas y los desvaríos personales de Iggy en plan consulta de psicoanalista pueden llegar a resultar bastante embarazosos. Pero las letras no serían un problema si hubiese una música convincente detrás. El problema es que no la hay. Pocas melodías reconocibles y sí mucho relleno. Es evidente que nuestro protagonista había perdido el norte haciéndose el Leonard Cohen y la crítica recibió el disco con desdén. El público se interesó mucho menos por esta especie de diario sonoro de un cincuentón que por los álbumes tan entretenidos que había estado grabando durante el resto de los noventa.

Avenue B: El tema que da título al álbum es de lo mejor que tiene por ofrecer y eso dice bien poco en cuanto a la calidad global del disco. Un tema muy easy listening, muy genérico, sin una melodía memorable ni ningún rasgo digno de recuerdo. Cualquier artista podría haberlo grabado, ya que es una canción de lo más estándar, y no hay un ápice de energía, que siempre ha sido una de las grandes bazas de Iggy. Como casi todo en este disco, el colchón instrumental suena bien, pero como puede sonar bien el hilo musical de un hotel. Sin alma.

Shakin’ all over: En un disco mayoritariamente flácido y aburrido hay alguna concesión al rock más crudo y directo, pero ni esta concesión despierta demasiado interés. Esta versión del viejo superclásico de Johnny Kidd and the Pirates no está mal, pero no deja de ser una mera recreación de la versión que en su día hicieron The Who en su directo Live at Leeds, y sin añadir prácticamente nada al trabajo de los británicos. Incluso para hacer versiones da la sensación de que Iggy ha perdido la inspiración, cuando no mucho antes podía recrear viejos clásicos con mucha más originalidad (véase la «Louie Louie» del American Caesar). Una interpretación correcta, pero no memorable.

Beat Em Up (2001)
Beat em up

Ese fallido intento de psicoanalizarse artísticamente que era Avenue B resultó tan fallido desde todos los puntos de vista, y tan mal recibido, que Iggy pega un nuevo volantazo de ciento ochenta grados y se va al extremo opuesto. Se olvida de las guitarras acústicas y vuelve a encender los amplificadores: de hecho suena más duro que nunca, incluso bordeando el heavy metal en muchos momentos —algo inédito en él— o imitando el sonido de algunas bandas del rock alternativo de los noventa, como las entonces llamadas de «fusión» o «rap metal». Aunque sonar más duro no necesariamente significa sonar más intenso. El resultado tampoco es satisfactorio. De nuevo falta lo principal: la inspiración. Una de las críticas más feroces que leí en su momento decía que Beat Em Up estaba compuesto por canciones propias de «grupo de tercera tocando en un bar». Sin pretender llegar tan lejos en la crítica —aunque por momentos el álbum lo merezca— sí es cierto que estas canciones suenan a descartes de otros grupos de la época. Iggy se había convertido como en la marca blanca de bandas que hacían esto mismo pero muchísimo mejor. Un nuevo tropezón artístico, aunque al menos no es tan aburrido como el anterior.

L.O.S.T: Una buena muestra de lo que predomina en este disco, esto es, guitarras metálicas sin particular gracia, ritmos cortantes que parecen una pálida imitación de otros muchos temas grabados por otras muchas bandas… para colmo, el estribillo trae a la mente aquella «Low self opinion» que la Rollins Band habían grabado una década antes, lo cual no hacía más que acentuar las enorme diferencia de calidad entre alguien que interpreta un estilo que domina y alguien que no. El intento de Iggy por introducirse en el estilo no resistía la comparación con el fantástico tema de Rollins. Pero bueno, la Iguana lo intentó.

Drink new blood: Otro corte en donde la distorsión de las guitarras pretende ocultar sin éxito el que no hay verdadera energía ni se percibe entusiasmo en la grabación. Es una canción sin un ápice de personalidad propia y lo malo es que prácticamente todo el disco está compuesto de temas así.

Skull ring (2003)
SkullRing

Después de navegar sin éxito por la introspección existencial o por el metal de serie B, Iggy vuelve a terrenos donde se mueve con mayor facilidad, esto es, el rock agresivo pero con una factura más clásica. Retorna el sonido familiar de Brick by brick, American Caesar o Naughty little doogie y como era de esperar el resultado supera con mucho a las dos anteriores entregas. Se rodea de colaboradores como en Brick by Brick, aunque Green Day o Peaches no son Slash o Duff McKagan, desde luego. Pero el resultado final, sin acercarse a los discos mencionados, es bueno. Aunque todo palidece ante la gran noticia: la presencia en el álbum de los hermanos Asheton: el guitarra y batería originales de The Stooges aque participan en cuatro canciones —de las cuales al menos tres están entre lo mejor del álbum— y hacen soñar con un posible retorno de la legendaria banda.

Little electric chair: El primer single del álbum era también la canción que reunía a Iggy con los Asheton. ¿El resultado? Prometedor. Especialmente teniendo en cuenta que esta reencarnación de The Stooges interpretó el tema en algún prograna televisivo de la época y sonaba igual de enérgico que en el álbum. Esto significaba que el regreso de la mítica banda de Detroit no solamente parecía factible, sino incluso deseable.

Loser: Una vez más, la combinación entre Iggy y los hermanos Asheton parece funcionar bien. Han pasado muchísimos años desde la disolución de The Stooges, pero junto a sus viejos compañeros la Iguana recupera su antigua forma de cantar y se percibe algo muy parecido a la antigua vibración del cuarteto de Michigan.

Little know it all: No todo en el disco iba a ser positivo y aquí tenemos a Iggy coqueteando con el pop-punk tan de moda entonces en América, en colaboración con Sum 41. Supongo que habrá a quien le guste esa banda y ese estilo, pero lo cierto es que esto encaja bastante poco con Iggy. Incluso podía resultar algo embarazoso verlo intentando hacerse oír en la nueva escena adolescente. Por fortuna estos coqueteos se limitan a poco más que un par de canciones del disco… y todo sea dicho, la que hace con Billy Joe Armstrong de Green Day está bastante mejor.

Tras la edición del álbum, las cuatro canciones que Iggy y los hermanos Asheton han grabado juntos les convence de que deberían reunirse definitivamente. Y así es, finalmente se hace oficial: vuelven a tocar juntos bajo el nombre de The Stooges. Esto enciende la llama nostálgica de muchos viejos fans y de otros nuevos que de repente se sienten atraídos por el aura de leyenda de la banda de Detroit, por esa reputación de haber sido algo lo suficientemente original y primitivo como para ser considerado verdaderamente histórico. El grupo original (obviamente sin el fallecido bajista Dave Alexander, sustituido aquí por Mike Watt) se echa a la carretera y no decepciona: pese a su edad, suenan como tienen que sonar: crudos, enérgicos, sin adornos ni necesidad de añadidos. Una buena muestra fue el concierto que dieron en su propia ciudad natal —un orgulloso Iggy grita «Detroit!» y «Michigan!» en diversos momentos del show— y que quedaría inmortalizado en un DVD. A muchos nos costaba creer que The Stooges estuviesen de nuevo en la carretera pero ellos se encargaron de convencer a los escépticos y que tanto crítica como público aplaudiesen sus nuevas giras.

The Weirdness (con The Stooges, 2007)
weirdness

Tras el extraño sueño que fue ver de nuevo a los Stooges sobre un escenario, llegaba el momento de grabar un nuevo disco… treinta y cuatro años después. Lo que pudiera salir de esta sesión resultaba intrigante: no era lo mismo reinterpretar sus viejos clásicos, aunque los pudiesen hacer sonar vibrantes y enérgicos, que proponer nuevo material. Se hicieron con la ayuda del superingeniero de sonido Steve Albini (cuyo currículum resulta demasiado extenso e impresionante como para desgranarlo aquí). ¿El resultado? Hubo opiniones para todos los gustos. En mi opinión es un buen disco. No un gran disco, pero tampoco el fiasco que algunos pretendían que fue. Es decir: en The Weirdness no tenemos canciones a la altura de su repertorio originario, ni de lejos, eso está claro. No hay nuevos hitos con vocación de clásico. Pero tampoco tenemos a una banda de viejas glorias poniéndose en evidencia. Suenan compactos, con el entusiasmo y energía de una formación joven, y esto es algo muy a tener en cuenta cuando hablamos de una banda de sexagenarios. Lejos de dormirse en los laureles o dejarse llevar por su adquirida condición de iconos venerables, van directos al grano: no hay apenas baladas ni descansos, ni pretenden grabar un disco «maduro», sino que regresan al estilo de siempre. Pero la crítica no fue particularmente benévola. Cierto es que The weirdness no resiste la comparación con aquellos antiguos álbumes de otra era, aunque este retorno podría haber sido mucho, mucho peor y merecía ser apreciado por ello.

Trollin’: Lo mejor que se puede decir de la reencarnación de The Stooges es que, sin necesidad de imitarse a sí mismos, siguieron teniendo un sonido característico, propio y muy creíble. El tema que abre el álbum lo demuestra: son una banda con personalidad propia y casi cuatro décadas después sigue existiendo una química particular entre ellos. El que la canción no sea ya un nuevo clásico es otra cosa, pero hacían lo que podían y pocas bandas que sobrevivan tantos años son capaces de grabar discos convincentes.

I’m fried: Una canción tan Stooges que, lógicamente, solo los Stooges podían haberla grabado. Parece una perogrullada, pero en los momentos en que recuperaban su viejo sonido uno casi se olvidaba de que los temas no eran ya tan impactantes. Especialmente por ese maravillosamente caótico fragmento instrumental donde, por cierto, participa Steve Mackay, el mismo que tocaba el saxofón en Fun House. Otra muestra de que al menos hay instantes en los que consiguen capturar una parte de las viejas atmósferas.

Por desgracia, esta encarnación de The Stooges no duraría mucho más, ya que Ron Asheton fallecía un par de años después de un ataque al corazón. Cuando la policía lo encontró, llevaba ya dos días muerto.

Préliminaires (2009)
Preliminaires

Tras la entrañable aventura con los Stooges, llega nuevo álbum en solitario de Iggy, que supone un giro estilístico francamente inesperado que es buen motivo para que sus fans se sientan descolocados. Queda prendado por las lecturas de Michel Houellebecq, viaja a Francia… y de repente decide que va a convertirse en un crooner mediterráneo. Ya no tenemos un disco de rock, ni siquiera de pop, sino temas con sonidos elegantes y sofisticados que basculan entre la música de raíces y el hilo musical de garito moderno, la bossa nova, e incluso algunas letras en francés. Contiene algunos temas interesantes y la verdad es que no puede decirse que sea exactamente un desastre de disco, de hecho supera con mucho a fiascos como Avenue B. Pero los críticos ni siquiera supieron cómo calificar el invento. Hubo algunas voces muy entusiastas: en The Guardian, por ejemplo, escribieron que esto era su mejor disco desde Lust for life (¡ni en broma!) pero más allá de la extraña satisfacción de algunos críticos de corte más indie-pop, el resto acogió el experimento con una respetuosa perplejidad, alabando la buena intención de Iggy pero poniendo de manifiesto los múltiples defectos del álbum (una producción discutible, por ejemplo, y un más que considerable aire de artificiosidad). El álbum suena bien pero personalmente me deja muy frío. Los temas modernos parecen demasiado estándar y reglamentarios, y las pocas canciones de raíces (country blues, jazz) no terminan de captar la esencia que pretendían captar. No es la clase de disco que uno desearía escuchar a menudo en casa salvo como música de fondo para limpiar las ventanas o algo así.

Les feuilles mortes: Versión moderno-ambiental de una vieja canción francesa, que es una de las últimas cosas que los fans hubiesen esperado escuchar en la voz de Iggy. No es que suene mal, pero hay que reconocer que por momentos raya la parodia. Como casi todo en este disco, es respetable, pero respetablemente aburrido. Es una buena muestra de por dónde van la mayoría de los cortes.

He’s dead / she’s alive: Un tema acústico con aires del delta del Mississipi que está entre lo mejor del disco, pero que como todo lo demás sufre de una producción artificiosa. Y también sufre el hecho de que Iggy no sabe cantar este estilo. Es noble que quiera adentrarse en nuevos terrenos, pero su voz no está hecha para este tipo de canciones ni sabe exactamente cómo interpretarlas.

King of the dogs: Más de lo mismo. Iggy adapta un anticuado jazz de Lil Armstrong y una vez más demuestra que este estilo no es lo que más se ajusta a su voz o su forma de interpretar. Suena más a desangelada recreación de banda de crucero más que a la versión sentida que supongo Iggy pretendía registrar.

Après (2012)
Apres

Si no querías caldo, dos tazas. A Iggy le ha gustado eso de cantar en francés y —básicamente saltándose el trámite de las discográficas— se descuelga con un disco online compuesto por versiones de canciones galas y algunos estándares anglosajones. Al menos esta vez los temas son más conocidos, lo cual hace un poco menos aburrido el invento. Pero no tiene demasiado interés escuchar a Iggy cantando cosas que otros han cantado mucho mejor antes que él, y sin añadir nada especialmente sorprendente o digno de consideración. Aunque se haya convencido a sí mismo de que es un crooner, y aunque resulte comprensible que con la edad vaya buscando tocar nuevos palos o hacer otras cosas más tranquilas, su enfoque no es el adecuado. Probablemente le falta alguien que haga por él lo que Rick Rubin hizo por Johnny Cash: adaptar su voz y su experiencia a nuevos sonidos, pero con un instinto más afilado para que no termine todo sonando a karaoke de martes noche en algún club de divorciados de mediana edad. Un disco-capricho sin mayor interés, con versiones que no aportan nada y que por momentos pueden llegar a sonrojar un tanto.

La vie en rose: La idea de escuchar a Iggy cantando el clásico de Edith Piaf descoloca al principio, aunque el resultado es menos sorprendente de lo esperado. Si uno cierra los ojos casi puede ver a parejas de ancianos bailando agarrados en la discoteca de un crucero, o al menos esa es la impresión que me produce a mí. Aunque admito que el enfoque instrumental es interesante, y como todo el resto del disco se deja oír pero es completamente prescindible.

Everybody’s talkin’: Bastante peor marchan las cosas en otras versiones, como esta del famosísimo himno melancólico de Fred Neil y popularizado por Harry Nilsson. Aquí entramos ya definitivamente en el terreno del karaoke y casi, casi de la comedia involuntaria. Se pueden hacer una idea de por dónde va el resto de Après. Me parece muy bien que Iggy grabe lo que le apetezca, faltaría más, pero también somos libres los demás de sonreírnos un poco al escuchar estas cosas. Tal vez una aproximación más experimental a canciones que todos hemos escuchado una y mil veces hubiese sido interesante —vuelvo a recordar el caso de Johnny Cash— pero estas versiones en plan karaoke no le hacen ningún favor al disco.

Ready to die (con The Stooges, 2013)
ready

Después del extraño paréntesis francófono en plan moderno, nueva noticia discográfica: los Stooges vuelven a meterse en el estudio, con Iggy, Scott Asheton y, sorpresa, James Williamson, que vuelve a hacerse cargo de las guitarras y la producción. Es decir, que menos el difunto Ron Asheton nos encontramos con una reencarnación de los Stooges de Raw Power y por segunda vez en su historia los Stooges resucitan de la mano de Williamson. ¿El resultado? En The Weirdness los Stooges sonaban a sí mismos pero sin las canciones memorables. Pues aquí todo suena a los Stooges de Williamson (aunque con mezclas mucho más digeribles que aquellas de David Bowie) pero también sin los temas memorables. Probablemente esto es lo mejor que podía esperarse y pretender que sorprendiesen a estas alturas era demasiado. Con todo, el álbum es bueno, y mucha gente lo consideró superior a The Weirdness. Está el sonido, está una buena dosis de energía, y supongo que eso es más que suficiente para el segundo retorno de un grupo que lleva ya bastantes años peinando canas. Muy digno trabajo.

Ready to die: Lo dicho; esto suena a los Stooges de Raw Power aunque más en cuestión de texturas que en la calidad de los temas. Tampoco era cuestión de pedir más, porque como decimos prácticamente ninguna banda es capaz de repetir sus viejas glorias tantos años después.

Gun: Si la tónica del disco es el intento de emular el sonido de Raw Power y Kill City, esta «Gun» recuerda más al segundo, con las guitarras y melodías típicas de Williamson. Después de tantos años resulta fácil detectar cuánto hay de Iggy y cuánto de Williamson en cada tema, y muchas otras canciones del disco nos traen a la memoria aquellos discos grabados en los setenta.

Ahora solo nos queda esperar nuevas entregas discográficas. Si algo puede decirse de Iggy es que uno nunca sabe exactamente qué esperar de él cuando entra en un estudio, así que crucemos los dedos. Confiemos en que los anuncios de tónica no le afecten más de la cuenta y se deje de versiones en francés en su próximo trabajo. Veremos.

Fotografía de portada: Yves Lorson (CC).

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9 Comments

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  3. Alejo Urzass

    Queda un poco raro no mencionar que hace un par de semanas murió Scott Asheton.

  4. pijus magnificus

    A ver si lo he entendido bien. The Idiot es un mal disco y Brick by Brick uno de sus mejores álbumes de su etapa «moderna».

    Francamente, a mí Brick by Brick me parece muy flojo en canciones, interpretado sin alma y con una pobre producción absolutamente standard.

    Por su parte, The Idiot tiene alguna buenas canciones (nightclubbing, funtime, sister midnight…) y un sonido nuevo y acojonante del que han bebido luego gente como joy division y el after punk en general; y una interpretación con una actitud a la altura de todo lo anterior. Sí, no es un típico disco de iggy pop, pero a mí al menos, eso es algo que me trae sin cuidado. Menos aún lo es Candy y es una buena canción (con buena picha bien se jode. gracias Kate Pierson) Bueno, para gustos, colores, que para eso está el fucsia) Por lo demás, buen y exhaustivo artículo

  5. Lector

    Los mejores discos de Iggy son (no en este orden):

    – Lust for Life
    – The Idiot
    – New Values
    – Brick by Brick
    – American Caesar

    Estos monográficos están bien salvo el hecho de incrustar las canciones de youtube cuando muchas no son videos sino imágenes fijas. Esto hace que la página se quede «tonta» al cargar tantos videos de golpe. Hay plataformas solo audio como Goear que permiten incrustar las canciones de igual manera sin sobrecargar la página. No se deben incrustar de youtube salvo que sean videos.

  6. Mi primer recuerdo de Iggy pop fue en el tema principal de la pelicula «Repoman».

    Gran tema para los 80´s.

    Buen trabajo el tuyo al presentarnos un repaso de su extensa discografia.

  7. Vietcong

    No estoy de acuerdo en lo referente a «Beat em up». Me parece uno de los mejores discos que ha sacado la Iguana en solitario: un disco potente, sucio y si, con cierto deje metalico, pero eso tampoco tiene porque ser malo. Y mal que me pese, «The Weirdness» es indigno de llevar el nombre de Stooges. Pero ya se sabe, esto es cuestion de gustos. A mi tampoco me entusiasma «The Idiot», salvo un par de temas, y por supuesto, tanto «Caesar» como «Brick» son tremendos.

  8. Vietcong

    «Naughty» quitando las tres canciones que citas, la verdad es que vale poca cosa. Esos tres temas están bien, pero servirian de cara b de sus dos precedentes. Sin embargo, «Avenue B» siempre me ha parecido un disco interesante y «Corruption» un temazo.

  9. Ignacio Guzmán

    Sería genial que hables de su último disco «Post Pop Depression»

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