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Es extraño pensar que Iggy Pop es una figura bastante famosa hoy en día, cuando no hace tantos años interesaba únicamente a una minoría. De la cual, además, una buena parte estaba compuesta por nostálgicos de su primera banda, The Stooges. En todo caso, el que esté en boga —incluso apareciendo en anuncios de refrescos, ¡este mundo nunca deja de deparar sorpresas!— es una oportunidad como cualquier otra para bucear en su discografía. Una discografía irregular, hay que decir, y con muchos altibajos: algunos discos fantásticos, otros horribles, y más de alguna joya oculta en forma de canciones poco conocidas que deberían haberse convertido en clásicos. Como hay muchas cosas que contar, dividiremos el artículo en dos partes. Que lo disfruten.
The Stooges (con The Stooges, 1969)
El homónimo debut de The Stooges resultó ser bastante menospreciado en su día, aunque en los años siguientes fue adquiriendo la categoría de clásico absoluto. Pero entonces ni el público ni la crítica prestaron demasiada atención a un disco de sonido primitivo y descarnado. Es cierto que The Stooges no eran grandes instrumentistas que digamos, pero tenían gracia para escribir canciones muy directas y reconocibles, de esas que se te clavan instantáneamente en el cerebro. Precisamente la sencillez y efectividad de esos temas provocó que muchas futuras bandas recurrieran a tocarlos durante sus comienzos, como ejercicio y como diversión fácil de ejecutar, lo que contribuyó bastante a generar el enorme culto que ahora existe en torno a este álbum. Culto que se consolidó muy especialmente a raíz de la explosión del punk. Un disco troglodita y fascinante a partes iguales. No es para todos los paladares, desde luego, pero sin duda se ha inoculado en el ADN de la música rock para siempre.
No fun: Una de las canciones más célebres del disco y también una de las que más versiones ha conocido. Un riff absolutamente reconocible al instante, un ritmo obstinado y absorbente… todo ello adornado con una de las características melodías vocales de Iggy, con la que nos habla sobre uno de sus temas preferidos por entonces: el aburrimiento existencial. Una canción extremadamente sencilla pero que no cualquier banda hubiera sido capaz de producir. Un clásico inmortal. Primitivo, sí, pero inmortal.
I wanna be your dog: El otro gran clásico del álbum, que también ha sido interpretado por muchas otras bandas, es esta canción oscura y retorcida, igualmente reconocible al instante. Tiene esa atmósfera tan extraña y especial de este primer álbum, y resulta hipnótica con esas obsesivas notas agudas y esos cascabeles de fondo que le dan un aire definitivamente ultramundano. Otro clásico inmortal.
1969: Muy en la onda de «No fun», es la canción que abre el disco y que marca el estilo predominante en este primer álbum. Una vez más, canción de una simpleza casi selvática pero que a la vez resulta difícil de imitar. La letra de Iggy sirve para ilustrar la relación entre los Stooges y la oleada hippy que los rodeaba: es decir, una relación más bien tenue. Ellos estaban en otra onda, más desencantada y oscura, muy alejada de la felicidad del Verano del Amor. El propio Iggy idolatraba a Jim Morrison, pero llevaba las facetas más afiladas de Morrison al extremo, al menos en lo tocante a su mensaje y su actitud escénica, inusualmente nihilista en aquellos tiempos.
We will fall: Una curiosidad del primer disco es este extraño desvarío de diez minutos construido sobre un conocido mantra oriental («Om sri ram jai ram jai jai ram») que muestra bastante influencia de la Velvet Underground —no en vano John Cale fue productor de este disco— y que una vez más muestra cómo los Stooges adoptaban a su manera los tics de la Era de Acuario, en este caso unas influencias orientales que poco tenían que ver con los sitares y melodías etéreas de los Beatles. Ideal para escuchar por la noche, dejando llevar la mente a otros lugares. Desde luego le da otro significado al concepto «psicodelia». Toda una experiencia de canción.
Fun House (1970, con The Stooges)
El segundo disco fue un intento de reflejar con mayor fidelidad en el estudio la energía que el grupo solía desplegar en directo, ya que los escenarios eran el medio donde mejor se captaba su naturaleza salvaje. Sigue un estilo similar al disco de debut, aunque más punzante y enérgico. Hay de nuevo algunas canciones memorables (y algún experimento inaudible como esa esquizoide «L. A. Blues» en la que grabaron ruido por separado sin haber escuchado lo que hacían los demás). Otro puntal en el legado de la banda —para muchos su mejor disco— y otro LP que con los años terminaría rodeado de una aureola de culto, aunque en su momento también fue ignorado por prensa y público.
TV Eye: El inconfundible grito inicial de Iggy da paso a uno de los temas más conocidos de The Stooges, que podría haber encajado perfectamente en el primer disco porque tiene un riff de guitarra muy en la onda de aquel. Existe una actuación de la época donde tocaban esta canción y podemos comprobar que hasta qué punto The Stooges eran una rareza en mitad de la confusa escena hippy, con un Iggy que parecía haber viajado en el tiempo desde la futura explosión punk. De esa actuación (en la que también tocan «1970» de este mismo disco) proceden las famosas e impactantes imágenes de Iggy caminando sobre el público mientras se untaba de mantequilla de cacahuete.
Down on the street: Otro de los puntos fuertes de Fun House es este cadencioso tema, puntuado por el arrebato de agresividad y caos domesticado en el estribillo, donde los Stooges demuestran la intensidad salvaje que eran capaces de alcanzar.
1970: Canción en la onda del primer álbum, primitiva, sencilla y directa a la médula. Otro de los cortes más célebres del disco, y una nueva demostración que la etiqueta de «padres del punk» no es gratuita.
Pese al escaso éxito de estos dos primeros álbumes, el grupo trataba de salir adelante como podía e incluso ficharon a un segundo guitarrista, James Williamson, para sus directos. Pero no era el único problema de la banda, que ya por entonces estaba minada por el caos interno. El alcoholismo del bajista Dave Alexander, los devaneos de Iggy con la heroína y la falta de repercusión comercial provocan finalmente la primera disolución de The Stooges. Aun así, todavía habría tiempo para un inesperado tercer álbum.
Raw power (con The Stooges, 1973)
Iggy se traslada a Inglaterra y comienza a grabar un nuevo álbum con la ayuda de su amigo David Bowie a la producción. Cuenta con James Williamson a la guitarra, el mismo que había ayudado a los Stooges en su última etapa. En principio pensaban grabar con un nuevo grupo de acompañamiento, pero la desconexión de Iggy y Williamson con la escena británica les hace difícil encontrar compañeros de viaje entre los músicos ingleses. Así, por sugerencia de Williamson, Iggy llama de nuevo a los hermanos Asheton para reformar The Stooges, aunque ahora se harán llamar Iggy and the Stooges. El guitarrista original, Ron Asheton, se ocupará ahora del bajo (porque Williamson, sin ser tampoco un virtuoso, era mejor guitarristaque él). Esta nueva formación de The Stooges grabará un tercer y último disco en mitad de un ambiente de gran tensión, por lo que la reunificación se transformará rápidamente en un nuevo proceso de descomposición interna. Toda esa tensión, no obstante, es bien canalizada hacia una música furiosa y agresiva. Algunas canciones se convierten en nuevos clásicos en la breve discografía del grupo. Aunque su característico sonido crudo y salvaje se combina aquí con alguna canción más sofisticada e incluso suave, este es otro disco que contribuirá a la construcción de su futura leyenda como padres del punk. Por primera vez los críticos hablan bien de un álbum de The Stooges, pese a las polémicas mezclas finales hechas por Bowie, que según Iggy dinamitaron la energía de la banda. Esas mezclas han dado mucho que hablar entre los fans a lo largo de los años. No es difícil percibir que efectivamente se pierde energía por el camino: las guitarras y la voz están en demasiado primer plano mientras que la sección rítmica queda muy atrás (incluso hay momentos en que apenas se oye la batería). Eso sí, pese a sus quejas, el remix que el propio Iggy Pop hizo en 1997 y que se suponía iba a mostrar al mundo cómo debía haber sonado este disco… ¡era incluso peor! Así pues, nos quedamos con la mezcla de Bowie, imperfecta, pero que es la que hemos escuchado toda la vida. Aunque por su parte Bowie se excusa diciendo que se limitó a intentar arreglar —con poco tiempo y escasos medios— una primera mezcla hecha por Iggy que sonaba todavía más deslavazada, por lo que no había mucho que hacer. En fin: esto es lo que pasa cuando ninguno de los dos es ingeniero de sonido ni está por ahí Mick Ronson para arreglar las cosas. Buenos músicos, pésimos ingenieros de sonido. Pero aun con sus problemas de sonido, este será el tercer disco clásico de una banda maldita.
Search and destroy: Sin duda una de las mejores canciones de The Stooges, rock & roll agresivo —aunque menos oscuro que lo habitual— que Iggy canta magníficamente bien con un inesperado tono de voz susurrante, tono que contrasta con la cruda base instrumental. Una vez más, el tipo de tema que infinidad de bandas han tocado en sus comienzos. Y otro clásico absoluto.
Raw power: En la misma onda rockera de «Search and destroy», este es el otro gran clásico del disco. Una canción sencilla y de cadencia bailable, aunque también una de las que resultó más arruinada por las polémicas mezclas de Bowie. «Raw power» es tan poderosa como afirma su título, aunque para comprobarlo es mejor acudir a las diversas interpretaciones en directo que Iggy ha hecho a lo largo de los años.
Gimme danger: Con un inicio inesperadamente acústico —influencia de Williamson— recuerda mucho a futuros discos de Iggy en solitario (es más; algún fragmento de melodía de «Gimme danger» volverá a aparecer muchos años después en un tema como «I wanna live», grabado por Iggy en 1996), esta canción es una de las novedades respecto al antiguo sonido troglodita de The Stooges y que apunta la nueva dirección a seguir junto a James Williamson.
Kill City (1975, con James Williamson)
Iggy y James Williamson habían estado trabajando en nuevo material para un hipotético cuarto disco de The Stooges, pero la situación interna en la banda resulta insostenible y se separan antes de empezar la grabación. Así pues, el cantante y el guitarrista siguen elaborando esas canciones por su cuenta y deciden publicarlas a nombre de ambos. Un disco más que apreciable donde quizá lo peor es el sonido en sí, un tanto irregular, pero donde las canciones son buenas e incluso hay alguna que podemos considerar un clásico por derecho propio. Eso sí, vemos cambios: el estilo primitivo de The Stooges empieza a quedar atrás y nos encontramos con influencias del glam rock, de los Rolling Stones… un rock & roll más propio de los primeros años setenta, por así decir. Este disco fue bastante infravalorado en su día, pasó completamente desapercibido y casi nadie se molestó en comprarlo, pero merece mucho la pena redescubrirlo porque encierra alguna que otra sorpresa.
I got nothin’: Probablemente mi canción favorita del disco. Melancólica y rabiosa a partes iguales, con una fantástica atmósfera etérea y decadente. Creo que es un clásico infravalorado en la discografía de Iggy, una maravilla que ha sido ensombrecida por algunos de sus otros éxitos de los años setenta, pero que en mi opinión debería figurar siempre en cualquier lista de sus mejores canciones. Fantástica.
Kill city: El corte que da título al disco es una buena muestra del giro hacia un rock más convencional, cambiando la vieja furia de los Stooges por un mayor groove y por estribillos más pegadizos. Otra muy buena canción que combina la onda Raw Power con un estribillo más hard rock, e inconfundiblemente setentero.
No sense of crime: Un tranquilo medio tiempo que muestra otra faceta del álbum, la más reposada. Las melodía vocal puede incluso llegar a recordar a The Who en algunos momentos (concretamente a «My wife», escrita y cantada por John Entwistle). Todo lo que The Stooges se habían alejado de los convencionalismos de final de los años sesenta, es un camino que Iggy y Williamson recorren de vuelta para volver a sonar relativamente convencionales y más en consonancia con los tiempos en temas como este.
The Idiot (1977)
Iggy se separa de james Williamson y recurre de nuevo a David Bowie para que le ayude con la composición y la producción del que será su primer verdadero disco en solitario, pero con Bowie, cómo no, retorna la controversia. La sombra del británico planea por todas partes e incluso participan algunos de los músicos de su banda de entonces, como el guitarrista Carlos Alomar, que también dejará su huella. El propio Bowie terminaría reconociendo que en este disco usó a Iggy como conejillo de indias para experimentar con el nuevo estilo que planeaba para su propia carrera, influido por nuevos sonidos que estaban llegando desde el continente europeo, el anticipo de la new wave. Sonidos que rozan con lo electrónico, con un tono más sombrío que se anticipa a los ochenta y con prácticamente nada que recuerde a The Stooges o al trabajo grabado con Williamson. Un disco que divide a los críticos y a los fans. A mí, particularmente, no me gusta. Lo considero un más que notable bajón respecto a Kill City. Eso sí, le fue relativamente bien a nivel de ventas: se coló en el Top 30 británico y en el Top 11 estadounidense, siendo la primera vez que Iggy conseguía asomarse por las partes altas de las listas.
China girl: Este es el tema más conocido del disco entre otras cosas porque el propio Bowie lo grabaría más adelante, durante su exitosa etapa de los ochenta, para que Iggy cobrase algunos cheques en concepto de derechos de autor. No es una mala canción, pero como casi todo en este disco suena plano e impersonal, con un sonido y una producción definitivamente mejorables. Al menos en mi opinión.
Sister midnight: Como veremos, esto sigue sonando más al Bowie de «Fame» que a lo que podría esperarse de Iggy Pop (y de hecho no sería raro que un oyente despistado confundiese a ambos al escuchar esto). No en vano está compuesta por Carlos Alomar, quien también aportó el riff de la susodicha «Fame». Interesante como experimento, aunque interesante a nivel anecdótico como casi todo en este álbum.
Lust for life (1977)
Editado solo unos meses más tarde que The Idiot y también grabado bajo el ala protectora de Bowie, nos hallamos sin embargo ante una cosa muy distinta. También es un disco más Bowie que Iggy en muchos aspectos, pero el resultado es mucho mejor porque Bowie se dejó de experimentos. Aquí grabaron una música que pegaba bastante más con la personalidad de Iggy. De hecho contiene dos de las mejores canciones nunca grabadas por la Iguana y que además son las más famosas de su carrera en solitario (curiosamente, ninguna de ellas está compuesta por él). El resto del disco es apreciable, aunque en mi opinión irregular. Sé que no todo el mundo comparte esta opinión, pero al menos yo veo cierta desigualdad entre algunos cortes geniales y otros más olvidables. En todo caso, los dos mayores clásicos que contiene ya justificaban por sí mismos la compra del disco.
Lust for life: El tema título es probablemente el más famoso en toda la carrera de Iggy. Escrito por Bowie en estado de gracia como compositor, el inglés tuvo muy en cuenta que tenía que crear un tema adaptado a la idiosincrasia de Iggy, no a la suya propia, y donde hubiese algún guiño al viejo estilo de los Stooges. El resultado es una auténtica joya. Sencilla pero hipnótica, y completamente irresistible. Un clásico inmortal. No creo que haya mucha gente que no la reconozca ya desde los compases iniciales, incluso gente que no esté familiarizada con la carrera de Iggy. Un nuevo clásico inmortal a sumar a los que ya hemos citado antes de The Stooges. Absolutamente maravillosa.
The passenger: La otra gran joya del disco, compuesta por el guitarrista escocés Ricky Gardiner, que se destapó con un himno destinado a pasar a la historia. Qué decir, es otra canción fantástica.
New values (1979)
Iggy rompe temporalmente su asociación con Bowie y vuelve a juntarse con su compatriota James Williamson. El guitarrista tejano toma el timón de la composición y juntos graban lo que para mí es uno de los discos más personales e interesantes en la carrera de Iggy. Es verdad que aquí no hay una «Lust for life» o una «The passenger», y quizá por ello New values tuvo mucho menos éxito que su predecesor y es conocido por mucha menos gente. Pero creo que demasiadas personas lo pasan por alto, que ha sido injustamente ensombrecido por la alargada sombra de la popularidad del mencionado Lust for life. Aunque New values es un álbum decididamente inconexo y con una producción un tanto seca, contiene varios temas verdaderamente memorables que ya en su día justificaban por sí mismos la adquisición del vinilo. Las ventas bajaron mucho, pero ojo: tenemos aquí unas cuantas joyas ocultas que merece mucho la pena redescubrir. Gran disco.
Five foot one: Directa y descarnada, es una canción que va ganando con las sucesivas escuchas (y que he de decir, siempre ha sido una de mis favoritas de la carrera de Iggy). En la letra, nuestro protagonista se queja con sarcasmo de su baja estatura. Efectivos riffs de guitarra, una energía que —como casi siempre en este álbum— está contenida pero pugna constantemente por explotar y un fantástico tramo final en el que Iggy repite obsesivamente una de las mejores frases que ha escrito nunca («I wish life could be sweet as magazines») junto con el cachondo lamento «¡ya no voy a crecer más!». Fantástica. Para mí, un nuevo clásico que hubiese merecido mejor suerte en la memoria de los fans.
I’m bored: Otra gran canción. Iggy retorna a una de sus temáticas favoritas, el aburrimiento, con este tema de ritmo sincopado y guitarras cortantes como cuchillas (un signo reconocible de Williamson en la producción). Una vez más, grandes riffs, un solo de guitarra muy sencillo pero verdaderamente arrollador, una sección de viento discreta pero que acentúa el tema en los momentos adecuados y un Iggy que canta con mayor seguridad en sí mismo que nunca antes, adoptando un tono chulesco y grave que le va muy bien y que empleará muy a menudo en el futuro.
Girls: En la misma tónica que las anteriores (casualmente estas tres, con un sonido similar entre sí, me parecen las mejores del álbum). Una vez más las guitarras mandan pero sin excederse, e Iggy vuelve a adoptar ese tono de voz grave y teatral, casi de narración hablada, que tan bien domina. Muy buena.
Soldier (1980)
Los Stooges habían sido uno de los referentes básicos para la oleada punk que por entonces acababa de sacudir la industria musical, así que no resulta extraño que para este nuevo disco Iggy se asociase con Glen Matlock, el primer bajista de los Sex Pistols y según dicen cerebro musical de la fugaz banda punk británica. En principio, la intención de Iggy era la de reunir a sus dos amigos y principales colaboradores: James Williamson y David Bowie, para que entre ambos le diesen forma al álbum. El guitarrista estadounidense iba a hacerse cargo del timón como productor al igual que en New Values, y David Bowie iba a aportar también su granito de arena… pero se produjo un más que significativo choque entre ambos. Antes, Williamson y Bowie no habían tenido que competir por imponer su criterio en un disco de Iggy, y finalmente se vieron incapaces de trabajar juntos. Todo un síntoma de lo diferentes que eran las dos vertientes de la carrera de la Iguana hasta entonces: el lado más rockero alentado por James Williamson, y el lado más pop-moderno alentado por Bowie. ¿Cuál fue resultado de este choque? Williamson sencillamente terminó marchándose y aunque Bowie impuso su huella en varios temas, en mitad del conflicto fue finalmente Glen Matlock quien tomó las riendas y ejerció un mayor peso e influencia en la grabación. La huella de Matlock se nota considerablemente en varias canciones, por lo que no resulta extraño que Soldier fuese el disco más «gamberro» y cachondo de Iggy hasta la fecha. El insólito tándem Matlock-Bowie desgaja el disco en dos mitades: por un lado la faceta rockera —aunque no particularmente agresiva y bastante menos afilada que en New Values— de Matlock, y por otro lado los toques modernos y las influencias de la new wave que estaba muy de moda y que a Bowie (y a Iggy) tanto les gustaba. Al final, Soldier es un trabajo muy entretenido al que quizá le faltaron un par de singles de impacto —fue un fracaso comercial— pero que no es un mal disco.
Dog food: El single más conocido del álbum, una hilarante canción en la que, por así decir, Iggy glosa las bondades de la comida para perros, la comida de los más míseros. Musicalmente combina una estructura propia de los Stooges con los característicos arreglos Bowie de aquella época, así que nos encontramos con un híbrido bastante extraño que anuncia (una vez más) un inminente giro en la carrera de la Iguana.
I snub you: Otro divertido tema en donde Iggy se apropia de la chulería bufonesca característica de sus discípulos punkis. Fue escrito a medias con Barry Andrews, de la banda XTC, lo que muestra el interés que Iggy tenía por la new wave melódica de la que XTC eran unos más que dignos representantes.
I’m a conservative: Uno de los mejores temas del disco, una canción punki en la que Iggy se burla de la hipocresía y proselitismo de los ciudadanos biempensantes de derecha. Eso sí, las visiones políticas de Iggy no son fáciles de resumir y pese al mensaje de esta canción, en los ochenta apoyó a Reagan, por ejemplo. Más adelante, sin embargo, ha atacado a presidentes de ambos partidos (Clinton o Bush) y ha mostrado bastante escepticismo con respecto al sistema de su país, así que resulta difícil ubicarlo políticamente.
Party (1981)
El peor álbum de Iggy hasta la fecha. Cambia de colaboradores y también cambia una vez más de sonido. Se asoció con Ivan Kral —guitarrista conocido por su trabajo para Patty Smith y John Cale—, pero este nuevo tándem creativo no funciona. En absoluto. No encontramos aquí ni la agresividad de los Stooges, ni el filo rockero de James Williamson, ni el desenfado punki de Matlock, ni la variedad que Bowie imprimió a Lust for life. Es un álbum carente de personalidad, que fue grabado por Iggy como podría haber grabado cualquier otro artista de la época. También fue un disco completamente ignorado, como el anterior, pero esta vez con mucho mayor motivo.
Sea of love: Lo mejor el disco es esta vieja balada que había sido un hit verdaderamente enorme en la América de finales de los cincuenta y que también han interpretado otros famosos artistas estadounidenses. Una buena versión que destaca en mitad de un álbum más bien olvidable.
Happy man: Una muestra como otra cualquiera de lo perdido que empezaba a estar Iggy en esta época es esta incursión en el ska al estilo Madness, pero sin la gracia de estos. Una cancioncita indigna de él, que podría haber sido compuesta en la verbena de cualquier fiesta fallera. La pongo para destacar esa falta de dirección, pero descuiden: el resto del disco no es mucho mejor.
Zombie birdhouse (1982)
Iggy parece empeñado en querer subirse al carro de los ochenta, de encajar con lo que está de moda (de «venderse», vamos) y edita otro álbum en la misma línea de Party. Esta vez recurre como escudero al guitarrista de Blondie y su sonido va desplazándose de la new wave al techno-pop, pero el resultado es incluso más desastroso que en el álbum anterior. En aquellos años el rock guitarrero no estaba de moda —excepto en el mundillo heavy metal, mundillo por otra parte denostado por la crítica contemporánea—, nadie se acordaba de The Stooges excepto un puñado de nostálgicos y el empeño de la Iguana por alejarse de sus inicios para adentrarse en estilos comerciales —pero que no domina— sigue sin dejar a nadie contento. Un disco muy flojo, con supuestos experimentos pseudoelectrónicos que pretendían ser modernos pero que hoy suenan desfasados e incluso por momentos ridículos.
The horse song: Una muestra de lo que podemos escuchar en este álbum. No es que la canción esté mal del todo, pero todo un disco entero repleto de este tipo de material puede explicar que los antiguos fans de Iggy no se molestasen ya en prestarle atención. Por otra parte, los potenciales nuevos fans tenían a otros artistas haciendo este mismo sonido pero de manera más convincente, así que tampoco sentían el deseo de empezar a interesarse por Iggy a estas alturas de su carrera.
Blah Blah Blah (1986)
Tercer intento de encajar en los sonidos que están de moda. Ante la falta de repercusión de los dos anteriores, Iggy recurre a la ayuda de su viejo amigo Bowie, cuya presencia podría garantizar por sí misma el éxito. Dicho y hecho, por fin obtiene el éxito comercial que lleva media década de los ochenta buscando ansiosamente. Eso sí, lo logra con un disco que —aunque parecía difícil— escandaliza todavía más a sus viejos seguidores. Vendió bien y fue su mayor éxito desde Lust for life, pero no, no se parece en nada a Lust for life. La verdad es que esto es como un subproducto barato de lo que Bowie hacía en aquella misma época. Personalmente, ya no es que no me guste el estilo del disco (que no es mi estilo favorito) sino que en este mismo estilo podían hacerse las cosas de manera más convincente, como demuestran sin ir más lejos diversas canciones de los discos del propio Bowie en aquellos años y que me gusta bastante más, en general. En fin, seguramente sea este el peor disco en la carrera de Iggy, o uno de los peores. Completamente prescindible.
Real wild child (Wild one): La principal responsable del éxito del horrendo Blah Blah Blah es esta versión de un viejo y oscuro clásico del rock & roll australiano. Una versión lograda, a su manera, pero si decimos que esto es con mucho lo mejor del disco creo que damos una buena idea de que lo demás no es precisamente descollante.
Instinct (1988)
El éxito de Blah Blah Blah hace que Iggy no quiera despegarse del todo del sonido más comercial de los ochenta, pero en por otra parte empieza a echar de menos las guitarras, que —particularmente en los Estados Unidos— han seguido pegando fuerte. Así que una vez más cambia de colaborador principal: esta vez une esfuerzos con otro antiguo miembro de Sex Pistols, el guitarrista Steve Jones. El resultado de la nueva asociación es bastante irregular. Sí, vuelven las guitarras, pero lo hacen en una especie de pop-rock endurecido un poco en la onda Billy Idol. Con todo, tiene sus buenos momentos. Sin ser un gran disco, que no lo es, resulta bastante menos embarazoso de escuchar que el flácido Blah Blah Blah. Iggy empieza a retornar al reino de donde nunca debió haber salido: el del rock más directo aunque Instinct supone un paso todavía tibio en esa dirección. Pero es un paso adelante al fin y al cabo. Comercialmente no funcionó mal y aunque probablemente es un disco prescindible en conjunto, desde luego no resultaba difícil hacer algo más digno que Blah Blah Blah.
Cold metal: La canción más efectiva del disco, su single principal y quizá la única que destacaría. En cierto modo marca el camino que habrá de seguir Iggy en lo venidero. Esto es: rock, riffs de guitarra… una música con más sangre, en definitiva. O al menos una música que se le adapta mejor, porque en directo seguía siendo el Iggy de costumbre, salvaje y enérgico (eso sí que no cambiaba nunca). En el videoclip vemos a Steve Jones con su flamante melena de la época, con la que se dedicaba a intentar llevarse a la cama a medio Los Ángeles (el vídeo, por momentos, es involuntariamente hilarante, al menos visto desde hoy, tan repleto como está de tópicos horteras del hard rock ochentero). El mejor detalle de ese clip —y cómo no, el más elegante— es la presencia de Andy McCoy, el de los Hanoi Rocks, que por aquellos tiempos militó en la banda de directo de Iggy aunque no participó en la grabación del disco. McCoy era capaz de quedar bien incluso en un vídeo tan hortera como este. Por lo demás, una fantástica canción que para mi gusto es lo mejor del álbum, con diferencia. Una canción que, por qué no, merece la categoría de nuevo clásico en el repertorio de Iggy.
En el siguiente episodio veremos cómo suceden varias cosas importantes: el retorno definitivo de Iggy al sonido más rockero, lo cual se traducirá en varios fantásticos discos que le devolvieron su reputación durante los noventa. También veremos la inesperada resurrección de The Stooges… en fin, una nueva época dorada para la Iguana después de los numerosos tropezones de los ochenta.
Pingback: La historia de Iggy Pop en cincuenta canciones (I)
Una excelente selección a excepción de «We will fall» que, en mi opinión, es un ejemplo clásico (y especialmente soporífero) de como inflar un EP o mini-Lp magistral para convertirlo en un lp fallido. Nunca la incluiría entre las creaciones más perdurables de los Stooges.
Thurston Moore: «Todos los grupos que conozco quieren hacer un disco que suene tan bien como ‘Funhouse’ de los Stooges. Y si no lo consiguen, intentan que al menos parezca el ‘White light/White Heat’ de Velvet Underground.»
Gran post (esté o no de acuerdo con algunas de sus apreciaciones, que todo sería cosa de hablarlo delante de un tocadiscos…)
Aprovecho para exponerte una duda a la que llevo dando vueltas desde hace tiempo, y que dado mi entorno no sabía con quién comentar. Dentro la vampirización evidente que el maestro Bowie ha hecho de muchas canciones de La Iguana (la comentada China Girl, Don’t look down, Dancing with the big boys, etc.) hay una más que está, digamos, camuflada ¿No te parece que el Red Money (de Lodger) es en realidad poco más que una versión de Sister Midnight? No sé muy bien por qué el bueno de David tendría que esconderlo, cuando en todas las demás no ha tenido problemas en admitir que…usaba a Iggy de incubadora de canciones.
Bueno, lo dicho, felicidades y esperando ansioso la segunda parte.
T.
Si bien me adelanto, de la nueva etapa de iggy lo que mas me gusto fue american caesar, muy buenos temas que vuelven un poco a sus raices! muy buena la antologia!!!!
Where is the fuckin’ playlist motherfuckers!?
Del Party me gusta mucho ‘Pumpin’ for Jill’, es un precedente de Candy…
Estimado Emilio, dos apuntes (y medio):
a) «I wish life could be sweet as magazines»; lamento decirle que esa frase no la escribió nunca Iggy, la letra de ‘Five foot one’ en realidad dice «I wish life could be SWEEDISH magazines», una vida no «dulce como en las revistas», sino simplemente «como en las revistas SUECAS». Añado que me gusta más su letra, eh! :)
b) Dudo que «We will fall» sea de inspiración velvetiana, toda vez que la presencia de John Cale fue imposición de Elektra y no petición de Stooges. Pero simplemente dudo, no afirmo.
c) Todo lo que va desde la grabación de «Raw power» a «Kill city» (1972-1975) es demasiado oscuro como para aventurar inspiraciones o propósitos -muy recomendable el libro de Jaime Gonzalo «Combustión espontánea»- detrás del repertorio. Hay tanta tiniebla en esa etapa que ni me atrevo a rebatirle a usted… aunque sigo dudando!!! :)
Un saludo y mi agradecimiento por la grata lectura.
Nightclubbing, we’re nightclubbing!
A mi no me parece tan hortera el clip de «Cold Metal» teniendo en cuenta lo que se veia por esa epoca. «Instinct» me parece bastante mejor de lo que la gente se piensa acaso no es «High on you» una de las mejores canciones de Iggy?
Hola,soy el hermanito de la Iguana y te voy a contar algo que tú no sabes:Jaimito pacto con Satán de pequeñin y vendió su alma a cambio de la inmortalidad escénica, de la inocuidad de las drogas para con su organismo y para mantener su sexo atroz y feroz.
Espero ansioso la segunda parte para contaros más secretos.
Por cierto, en una lista del top 50 de Iggy Pop no se puede olvidar la joya de la corona del ‘periodo tinieblas’ de Stooges:
– ‘I got a right’ (la maqueta del 72 -la original- te revienta los tímpanos literalmente).
Sacrilegio olvidarse de ella!!!!!
pd.: podría citar ‘Head on’, ‘Open up and bleed’, ‘Sick of you’… pero dejaré el ‘pepitogrillismo’ de lado.
Temas como los que mencionas («I got a right», «Open up and bleed»,…) siempre me han chiflado, pero no sé dónde encontrar las mejores versiones. La pregunta es, ¿qué discos/compilaciones fuera del tridente «The Stooges-Fun House-Raw Power» recomienda?
Siéntase libre de responder quien quiera, por supuesto.
En su momento -en los tiempos antes de la internés- yo tiraba de lo siguiente:
– ‘Open up and bleed’; cedele editado por Bomp! en 1996 dentro de la serie ‘Iguana chronicles’. Las tomas de ensayos están muy bien, las de directos son un poco fuleras.
– ‘Metallic KO’; reedición en doble cedele que desvelaba que este supuesto ‘último directo’ eran en realidad la mezcla de dos bolos diferentes. El sonido mejora bastante a lo que rula por ahí (el disco anterior por ejemplo) y ‘Head on’, ‘New Orleans’ y ‘Rich bitch’ son acojonantes… además del ambiente de violencia y vidrios rotos… la putada es que ‘Heavy liquid’ está cortada sin piedad por algún técnico sin rastro de humanidad en su ser :)
– ‘Live at the Whiskey a Go Go’; no es ninguna maravilla pero tiene la única toma completa (12 minutos) del ‘Open up and bleed’ que conozco sin ‘faders’ de por medio y ‘She creatures of Hollywood Hills’ -única aportación compositiva que le dejaron al bueno de Ron en ese periodo- también brilla, trepidante.
– De ‘I got a right’ y ‘Sick of you’ hay tomas realmente desatadas de ensayos de 1972, no sabría ubicarlas en disco porque me las bajé en tiempos del Kazaa (joder, prehistoria pura), pero creo que pertenecen al más mitificado que mítico single piratón.
Ahora supongo que tirando de ripeados o descarga encuentras de todo, pero si buscas ediciones concretas un buen menú son las ‘Iguana chronicles’ del sello Bomp!, aunque no se si siguen en catálogo.
Espero haberte ayudado,
Un saludo!
Pingback: La historia de Iggy Pop en cincuenta canciones (y II)
Hola, quiero expresar mi desacuerdo con la valoración dada del disco «Party». No entiendo por que eligió canciones como «Sea of Love» habiendo temazos como «Houston is Hot Tonigth», «Pumpin’ for Jill» o » Bang Bang»
El sonido del bajo y las guitarras son desgarradores. Por otro lado los aportes de organos, cuerdas y otros sonidos electrónicos me parecen muy ascertados.
Lo que no entiendo realmente es por qué usted propuso como ejemplo los dos PEORES temas del disco, teniendo otros 8 MEJORES temas de los que elegir.
Saludos, desde Rosario Argentina.
Raúl Lucca.
zombie birdhouse es el peor disco de iggy junto con avenue b y beat in up los tres son aburridos y no hay por donde cogerlos, si party es su peor disco para el que escribe entonces no se que sera zombie
dos cositas mas los dos primeros discos de iggy que apadrina bowie no sonaran a iggy por ningun sitio pero son dos mas que notables discos
otra cosa blah blah blah no es un mal disco no tiene nada que ver con iggy pero no es de sus peores ni el peor yo creo que es peor instint que entra dentro junto con party y naughty de discos tan solo pasables pero para nada malos
otra aberracion es apres infumable
en resumen iggy tiene 10 discos buenos que podran gustar algunos mas o menos los de bowie por ejemplo , unos cuatro aceptables y cinco bodrios , y que decir de tv eye live menuda chapuza
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