Nadie dice lo contrario, así que no se escandalice. Las continuaciones de The Matrix desmerecieron mucho a la película original y relegaron a los hermanos Wachowski, otrora grandes promesas de lo suyo, a la condición de one hit wonders. En eso estamos de acuerdo, porque solo faltaba que nos volviéramos todos locos. Donde no lo estamos es en meter la segunda y la tercera película en el mismo saco, como se suele al glosar el derrumbe estrepitoso del fenómeno Matrix. ¿Acaso no hace The Matrix Reloaded méritos para distinguirse de aquella calamidad titulada The Matrix Revolutions? ¿No merece la segunda entrega figurar en la lista de las peores secuelas de la historia del cine, vale, pero quizá con un asterisco? Porque no hay catálogo de estas catástrofes en el que la segunda cinta de la trilogía no comparta su deshonra con el Batman de Joel Schumacher, Instinto Básico II o La reina de los condenados, por ejemplo. Y de verdad que no nos parece para tanto.
Es precisamente lo que aquí vamos a razonar, no para intentar descubrir a estas alturas las carreras de carretillos sino porque desde 2003 ha llovido lo suficiente como para templar los ánimos, que The Matrix Reloaded prendió como ningunos desde lo de Star Wars. Por eso y porque, pese a patinar en algunos puntos, la película consiguió elevarse muy bien en otros y darle continuidad con dignidad al universo de Matrix, una historia que sin universo se queda en nada. Si es usted de aquellos que solo rescatan de la cinta sus secuencias de acción y aquella fabulosa persecución por la autovía, le pedimos que haga un esfuerzo y que se quede, porque The Matrix Reloaded también ofrece aquello de lo que presumía la primera: algo de chicha en las referencias filosóficas —y solo algo, porque esto es cine y los olmos tampoco dan peras— y mucha simbología. Y además era muy bonita de ver, qué carajo. Ya verá que, con solo un pequeño esfuerzo, es una película más sencilla de perdonar que de condenar.
Merovingio y Morfeo o Hume vs. Santo Tomás
Para empezar, porque esta segunda entrega no solo obra en continuidad con la aplaudida parábola cosmogónica que la primera planteó, sino que le pone solución. Parece que no, porque los Wachowski situaron este desenlace filosófico en la segunda película y después hicieron una tercera vete tú a saber por qué, pero así es.
Recordará el lector lo que es la conjunción constante, pero por si acaso lo resumimos en un momento —y le recomendamos este resumen de Francesc Llorens, que está muy bien—. Según Hume, el filósofo que observó el fenómeno y acuñó el término para designarlo, esta conjunción constante es la relación de causalidad aparente —y solo aparente— que une dos acontecimientos, haciendo que percibamos uno devenido del otro cuando en realidad no tiene por qué serlo. Se trata de una crítica empirista a la causalidad, descrita siglos antes por Santo Tomás en sus célebres cinco vías y elevada a lógica cosmogónica por la teología, que reza —y estamos resumiendo mucho, vaya eso por delante— que todo lo que acontece en la existencia son efectos de unas causas, cuya causa primera es necesariamente Dios.
Les sonará. Es el mismo debate que sostienen el Merovingio y Morfeo en The Matrix Reloaded, por supuesto expresado de forma muy concisa y necesariamente cinematográfica:
—Solo hay una constante, una sola verdad universal, es la única certeza real: causalidad. Acción, reacción. Causa y efecto —sostiene el Merovingio.
—Todo comienza con la elección —replica Morfeo.
—No. Error. La elección es una ilusión creada entre aquellos que tienen poder y aquellos que no.
El giro político que adquiere así el discurso del Merovingio no es gratuito, ya que esta crítica de Hume a la causalidad y su idea de la conjunción constante sería retomada más tarde por ciertos pensadores marxistas para depurar su concepto de la alienación, una idea ubicua en The Matrix. Por esta misma razón es también lo propio que un programa como él —el opresor— encarne precisamente la opción escolástica de la causalidad, mientras que el ser humano —el oprimido— defiende la capacidad de decisión y el libre albedrío que garantiza el empirismo: convicciones aparte, al programa le interesa expresamente que el ser humano crea en la causalidad, ilusión que obra su sumisión a Matrix.
Igual que en la primera película los Wachowski expusieron las condiciones platónicas y racionalistas de su fábula —recordemos la caverna de Platón o que los enchufes con los que los humanos se conectan a Matrix parecen conectarse a la glándula pineal, aquella en la que se conjugan res cogitans y rex extensa según Descartes—, en la segunda los cineastas escenifican el progreso mismo de la filosofía y encarnan el debate que sostienen la escolástica y la moderna filosofía empirista a partir del siglo XVII. Suena muy pomposo pero así es, y lo es para conferir un valor singular a la cinta: sin ella, sabríamos cuál es el concepto que los cineastas tienen del mundo pero no cuál es la solución política que proponen. Y ahí es cuando entra el Arquitecto.
El Arquitecto y la parte contratante de la primera parte
Viste de blanco, tiene el pelo y las barbas beatíficamente canas y es tan soberbio como solo podría serlo un dios o un gilipollas. ¿Es Dios, acaso? ¿Es el Demiurgo del que habló Platón? ¿Es el Gran Arquitecto del Universo que la masonería recicló de Pitágoras? Un poco los tres y seguramente más el último que los otros dos, o no se llamaría como se llama ni se jactaría de haber creado un mundo que es «una armonía de precisión matemática».
El Arquitecto creó Matrix después de varios intentos fallidos —incluyendo aquel que Smith menciona de pasada en la primera película, un edén de felicidad del que el «primitivo cerebro» humano, sin embargo, «intentaba despertar»—, igual que el mundo conoció varias edades del hombre antes de alcanzar la actual, según la mitología griega. Cinematográficamente, tan divino es este demiurgo que lo ve todo, como Dios, a través de sus monitores. Hasta la detención del protagonista en la primera película, aunque entonces nadie se diese cuenta. ¿Les suenan estas pantallas?
Muchos espectadores no entendieron el discurso que da este Arquitecto cuando se entrevista con Neo en el clímax de The Matrix Reloaded, pero eso tiene una explicación: es precisamente lo que quieren los Wachowski. Que no le entendamos y nos demos cuenta de que entre las máquinas manda un programa cuya inteligencia es muy superior a la nuestra, o si no a ver de qué iban a estar ganando la guerra. «Tienes muchas preguntas», le dice a Neo al arrancar su conversación, «y aunque el proceso ha alterado tu conciencia sigues siendo irrevocablemente humano, ergo entenderás algunas de mis respuestas y otras no las entenderás». Los directores no podían dejárselo más claro al espectador, que es tan impepinablemente humano como el propio Neo. Eso y que las enrevesadas palabras del Arquitecto van a ser de naturaleza fundamentalmente filosófica. Ese «ergo» tan oportuno no está ahí por nada.
Lamentablemente solo es una ilusión. Buena parte del discurso del Arquitecto es mero palique salpicado de latinajos y tecnicismos matemáticos, morralla sin un mensaje ulterior destinada solo a que nos perdamos. ¿Podría ser de otra manera? Quizá no. No al menos sin violar los códigos cinematográficos y repetir el debate que mantuvieron Morfeo y el Merovingio. De hecho, el Arquitecto aparece para zanjarlo cuando nos explica cómo consiguió crear un Matrix viable después varios fracasos, algo que la primera película de la trilogía cita pero cuyo desarrollo se deja en el tintero. Cerrando muy bien esta cuestión, resulta que la naturaleza técnica del Matrix y su naturaleza filosófica tienen ambas la misma solución.
Según explica el Arquitecto, el Oráculo, «creado inicialmente para investigar ciertos aspectos de la psique humana», descubrió que «cerca del noventa y nueve por cierto de los sujetos aceptaba el programa siempre y cuando tuvieran una elección, aunque solo supieran de esta elección a un nivel subconsciente». En Matrix, en otras palabras, no impera ni la causalidad ni la elección, sino ambas. Y la inmensa mayoría de los humanos recurre a su poder de decisión —a su libertad— para elegir, contradictoriamente, la causalidad —la esclavitud—. Solo introduciendo esta doble naturaleza el Arquitecto consiguió que su realidad artificial se pareciera a la verdadera, y solo pareciéndose a la verdadera consiguió que los seres humanos sobrevivieran en ella. La idea que los Wachowski tienen de la esencia del mundo queda muy clara. Y también el pobre papel que los humanos jugamos en ella.
Perséfone o el cielo en un infierno cabe
Perséfone es el tercer gran secundario en The Matrix Reloaded, aunque por su número de palabras no se diría tal cosa. El guión no le reserva demasiadas funciones ni un papel memorable, pero sí una identidad que reviste de significado el universo simbólico de toda la película, que no es poco. Y resulta que este universo del que Perséfone es clave no es exactamente el mismo que aquel que los Wachowski construyeron con gran aplauso en la primera cinta. Se parece, pero no es igual.
Recordarán que en la mitología griega Perséfone era la diosa reina del inframundo, raptada por Hades para convertirla en su esposa y liberada después del infierno aunque solo seis meses al año —los que corresponden a la primavera y el verano, cuando su madre Deméter hace florecer la naturaleza—. La Perséfone de The Matrix Reloaded, del mismo modo, es un programa exiliado en Matrix junto a su marido, el Merovingio, que ejerce como virtual gobernador de la realidad artificial, nunca mejor dicho lo de virtual. Él es un «traficante de información», recurriendo a sus propias palabras, y uno de los programas más antiguos que existen en Matrix, recurriendo a las del Oráculo. Ella no se sabe muy bien a qué se dedica pero lleva el vestido de látex bien prieto y compone un bonito florero en las comidas de negocios de su marido. Será también quien nos dé un pequeño paseo por la château del Merovingio y quien nos presente algunas de las furias de este infierno figurado, entre ellas un par de hombres lobo que, cuando los protagonistas encuentran, estaban viendo una película de vampiros. Hay quien ha querido detectar aquí un homenaje a la primera cinta en la que Monica Bellucci y Keanu Reeves compartieron secuencia, por cierto.
Cuando The Matrix Reloaded salió en cines algunas mentes calenturientas afines al MIAM —la especulación fallida del Matrix in a Matrix, que proponía que Zion y el mundo real eran una segunda simulación, tan virtual como el propio Matrix— encontraron un filón en Perséfone o, dicho con más precisión, en las lecturas infernalistas a las que invitaba su presencia. Hasta que aparece, el mundo parido por los Wachowski se dividía en una primera realidad aprehensible —Matrix— y una segunda y opuesta —Zion y el mundo real— que presentaba un grado mayor de realidad, ya que revestía las mismas propiedades que el mundo de las ideas platónico o la res cogitans cartesiana: era inaprehensible, pero era la verdadera.
Desde que irrumpe Perséfone, en cambio, Matrix tiene por seudorreina a la diosa del infierno griego y resulta que a su lado todos los demás personajes —el Merovingio como Hades y sus matones de cualidades sobrenaturales como sus furias— adquieren esa misma dimensión, que además confirman con sus papeles. Un infierno metafórico se opone necesariamente a un cielo, que es Zion, pero tiene su mismo grado de realidad, ya que ambas son instancias de la ultratumba y se oponen a una tercera dimensión, el mundo de los vivos.
¿Estaban los Wachowski reelaborando la parábola? Ojalá, pero no, como sabrá cualquiera que haya visto la trilogía completa y que conozca su final, que descarta esta teoría del MIAM y tira por un final espantosamente convencional. Estaban dándole vueltas y confiriéndole magnitud al Matrix más allá de las lecturas vertidas en la primera película, que trataban más sobre la naturaleza del mundo y su doble cosmogonía que acerca de la simulación en sí. Y eso era necesario para trazar el camino de Neo, que por cierto ya no es un camino: ahora es un descenso.
Neo u Orfeo en los infiernos
A lo mejor no ha caído en la cuenta, pero en el infierno se baila y no de cualquier manera. Al menos en los infiernos metafóricos, donde el baile suele ser en multitud y juntando mucho los cachetes, los pechitos y los ombligos. Se bailaba así en aquel que dibujó Camus en Orfeu Negro, por ejemplo, en el parisién de Moulin Rouge! o en Orphée aux enfers, la ópera bufa de Offenbach, entre otros. Muchos de los autores que han recurrido en sus tragedias al prototipo del héroe órfico —aquel que acomete una catábasis, un descenso a los infiernos, para rescatar a alguien y fracasar de forma absurda en el último momento— lo han hecho evocando los símbolos del mito original, el de Orfeo y Eurídice, para vincular expresamente su obra con el referente heleno. La inmersión del pseudo Orfeo en una gran rave es uno de los más frecuentes y no solo porque esta escena de lujuria y desenfreno pinte un infierno reconocible para el espectador; también porque evoca a las bacantes que acabaron con la vida del músico en el mito y las liturgias que posteriormente ritualizaron esta muerte mediante la orgía, como las bacanales romanas.
La trilogía presenta varias secuencias de este baile pseudoinfernal, entre ellas aquella de la primera película en la que Neo y Trinity se encontraron por primera vez y aquella otra en The Matrix Revolutions que acontecía en un club reveladoramente llamado «Hel». La película que nos ocupa cuenta con la que resulta estéticamente más infernal de las tres: la de los habitantes de Zion bailando como descosidos en una inmensa cueva mientras Neo y Trinity consuman a cámara lenta para que no parezca que como conejos. Fue uno de los puntos que menos gustó a los espectadores y con razón, porque la secuencia es espantosa. En Entertaiment Weeekly, para hacernos una idea, la describieron como «un videoclip de Lenny Kravitz dirigido por Bob Guccione». Y con más razón que un santo.
Cualquiera que solo haya visto la primera película de la trilogía diría que le estamos buscando los tres pies gato, que los símbolos que reviste Neo hablan de su paralelismo con Jesucristo y que cualquier parecido con el músico legendario es solo de rebote. En The Matrix Reloaded, sin embargo, la historia de Neo comienza a presentar los giros del mito de Orfeo. Su entrevista con Perséfone y Merovingio es el más evidente, y no solo por el papel que juegan —el uno de rescatador de un tercero, los otros de reyes—. También porque, al igual que en el mito, es el rey quien niega al rescatador su solicitud y la reina quien se lo concede, haciéndolo además con una condición: Perséfone le pide a Neo un beso igual que la diosa homónima le pedía a Orfeo que no se volviese para contemplar a Eurídice.
En The Matrix Revolutions, las referencias al mito continuarán cuando Neo atraviesa una estación de metro que lleva del mundo de las máquinas a Matrix y se las tiene que ver con su particular guía y guardián –el Ferroviario–, como Orfeo tuvo que conmover al barquero Caronte para atravesar la laguna Estigia y acceder al Hades. Y por si el paralelismo no era evidente, esta estación aparece solo caracterizada con la leyenda «Mobil Ave». «Mobil» es un acrónimo de «limbo», una instancia de la teología cristiana a medio camino entre lo terrenal y lo sobrenatural, asociada a veces con el cielo y otras con el infierno. En la Divina Comedia, por ejemplo, Dante describió el limbo como el primero de los nueve círculos concéntricos del inframundo, el primero que hay que atravesar para acceder al infierno.
Así las cosas, ¿The Matrix Reloaded convierte la de Neo en una historia órfica? Tampoco. La reviste con sus símbolos pero se queda en la intentona. Aunque los referentes puedan variar y lo puedan hacer incluso los sexos involucrados en el cuento, los términos estructurales de la narración —que muchos paleolingüistas e historiadores creen haber rastreado también en otros textos teológicos de origen indoeuropeo, por cierto, como el Poema de Gilgamesh y el Mahábharata hindú— están muy claros: chico conoce a chica, chica muere, chico acomete una odisea sobrenatural para rescatarla, chico triunfa sobre los rigores más elementales de la existencia pero chico fracasa al final de la forma más tonta porque el mundo —y esta es la moraleja necesaria del mito— es una mierda. La historia de Orfeo es el cuento nihilista por excelencia y si no hay fracaso absurdo al final, no hay mito de Orfeo. Para que así fuese, los Wachowski debieron haberlo dejado en este punto y que Neo triunfase aparentemente pero que fracasase al final de una forma estúpida, y además sobreviviendo.
No fue así, como todo el mundo sabe, y la trilogía se quedó solo una historia ornamentada bellamente con los símbolos de lo órfico, pero no órfica en última instancia. Los cineastas decidieron prolongar la narración, hicieron una película más cuando no hacía falta y la cagaron de una forma más bien tonta al final, je, como el mismo Orfeo. Como dijo Morfeo en la primera película, «el destino no está exento de cierta ironía».
Una puntualización: Gilgamesh es acadio, por tanto semita y no indoeuropeo. Otra cosa es que los antiguos se copiasen entre todos.
Viendolo asi, parece la ostia. Ahora bien, la peli sigue siendo una buena mierda.
Es gracioso cómo en estos días, o hace quince años, que viene a ser lo mismo, pones nombres mitológicos a unos personajes insultantemente planos, y haces que estén en situaciones parecidas a los mitos… ¡y tienes una obra profunda, inteligente, bien pensada, compleja!
No sé, a mí, pese a tanto paralelismo, la película me parece tan mala como la tercera. Mucho parloteo y mucha escena chorra, y pero al final las cosas se solucionan a hostias. Que al cine no se va para pensar, sino para ver efectos especiales.
La charla del arquitecto no la recuerdo como ininteligible; la recuerdo como absolutamente simple y (al mismo tiempo) pretenciosa, ampulosa. Se le entendía perfectamente, pero decía tales banalidades que ni en primero de filosofía.
Lo que sí me ha gustado ha sido este artículo. Más que la película, de hecho.
Un sabroso aforismo del señor Ramón Ender:
«Prefiero ser profundamente superficial que superficalmente profundo»
Los hermanos Wachowski parece ser que no opinaron de la misma manera.
Por cierto, estas películas, que están basadas o inspiradas sobre la obra de Baudrillard en torno a la idea del simulacro, al cual tras pedir opinión los hermanos Wachowski se limitó a decir:
«Estas son las típicas películas que hubieran hecho las máquinas de Matrix para sus usuarios»
Veo que el nivel de los artículos de Jotdown sigue cayendo en picado, aunque al menos en esta ocasión se las han arreglado para no meter ninguna referencia a la Guerra Civil y/o la Transición. ¿Para cuándo un análisis de la trilogía de El Señor de los Anillos desde la perspectiva del milenarismo de Fernando Arrabal y la psicomagia de Jodorowsky? Puntos extra si además conseguís colar una cita de Paulo Coelho…
Pingback: Defensa en cinco puntos de The Matrix Reloaded
Buen articulo. la primera parte es una de mis peliculas favoritas y de acuerdo con el autor, la segunda parte no me parece mala. La tercera fue simplemente darle un final a la historia, mas acertado o menos acertado son gustos, ahora bien, supongo que siempre es dificil tomar la decision de si aniquilar la raza humana al final o simplemente hacer un final feliz. En cierto modo, me parece una decision similar a la tomada con Breaking Bad.
Coincido con la tónica general. Matrix tiene de revolucionaria sus poderosos efectos especiales (especialmente el tiempo-bala del Max Payne) y ser el ángel anunciador de los Dan Brown y Damon Lindeloff que se popularizaron después con la misma fórmula: personajes absurdos en tramas estúpidas, pero aderezados con nombres simbólicos y frases extraídas al azar de dos mitologías y tres filósofos diferentes.
Lo que demuestra es que o bien nadie supo apreciar la profundidad del mensaje filosófico o que los wachoswki pillaron unos libros de mitologia y se quedaron con lo que les vino en gana.
Buen análisis, pero dudo mucho que un producto de Hollywood pretendiera dar semejante análisis del ser humano.
Y sí, la gente se quedo con el bullet time
Te has quemado el cráneo! Está muy bien el artículo. Sin embargo el gran problema de la segunda Matrix es venir después de la primera. Cualquiera que hubiese visto la primera metafóricamente como una representación de la realidad en que vivimos autoengañados y explotados, etc, difícilmente pudiese apreciar mucho más en la segunda. Pero me gustan estos artículos, yo no soy capaz ni de lejos de ver tanta cosa en una peli :)
Coincido con el analisis, los informes sobre lo mala que es The Matrix Reloaded han sido ampliamente exagerados.
La charla del arquitecto no es vacua en absoluto, lo que pasa es que es mas facil de entender si tienes unos conocimientos de programación. Esto es lo mas sencillamente que la puedo explicar:
public class Matrix {
int iteration = 0;
public static void main(String[] args) {
do {
Matrix matrix = new Matrix();
try {
matrix.doStuff();
} catch (TheOneException neo) {
matrix.dispose();
}
} while (true);
}
private void doStuff() throws TheOneException{
Energy energy = new Energy();
energy.use();
}
private void dispose() {
iteration++;
}
}
Un saludo.
Genial!
Qué maravillosa y bella mujer es Monica Belucci !
Tal vez la más hermosa y perfecta fémina (en todo su conjunto, rostro, cuerpo) de la historia del cine.
Esta claro que el escribe esto tampoco entendió lo que quería decir el arquitecto. Es enrevesado y hay que escucharlo varias veces pero es la clave para entender la trilogía. No se entiende la primera parte sin la segunda ni la tercera por lo que no se puede decir en absoluto que una es mejor que la otra. Eso solo lo dice el que se dejó sorprender con los efectos especiales y se quedó ahí. Os recomiendo encarecidamente que volváis a leer el dialogo de Neo con el arquitecto pero…. en inglés…si, está mal traducido como es obvio. En el dialogó en inglés habla de conceptos puramente matemáticos que fueron traducidos a algo entendible en español y por lo que dejaron de tener sentido. Donde el arquitecto dice en Español «Eres el resultado de una ecuación no balanceada» en realidad en ingles dice «Eres el resto (remainder)». Basta con leer esto: http://en.wikipedia.org/wiki/Remainder para entender lo que le quiere decir el arquitecto y entender que es Neo dentro de la película….: …So the remainder is then either 3 or −2.
This ambiguity in the value of the remainder can be quite serious computationally; for mission critical computing systems, the wrong choice can lead to dangerous consequences. In the case above, the negative remainder is obtained from the positive one just by subtracting 5, which is d.
Como dice Neo, el problema está en la elección…
Mis saludos al que se cargó las secuelas con la traducción…
La primera parte se entiende perfectamente sin la segunda o la tercera es clara y coherente en su argumento. Y tampoco hace falta contarlo absolutamente todo en una obra con tal de que esta tenga logica interna. A ver si Alien estaba incompleta sin Prometheus o Pitch Black sin Las cronicas de Riddick.
Seré raro, pero a mí la tercera mé gustó más que la segunda.
[SPOILER]
Más que nada porque gana la opción menos popular usualmente en las películas: LOS MALOS :-p
[/SPOILER]
Esto ya lo puedes leer :-P
Pues si reivindicamos la segunda, me parece que la tercera también merece algún voto a favor.
No las he revisado mucho, pero el final de la tercera, ese pacto entre el hombre, que ya está ciego y derrotado, y la máquina, que con la conciencia adquiere sentido de su propia fragilidad (se humaniza, a falta de otra palabra mejor), me pareció interesante.
Necesariamente evolucionaremos hacia aquí, tendremos que confiar a las máquinas (bueno, ya lo hacemos) muchos de nuestros procesos sensoriales, fisiológicos, cognoscitivos… Pronto no sabremos donde terminan nuestras extremidades y donde empiezan nuestros periféricos. Esto es lo que me gustó más de Matrix Revolutions. Lo que pasa es que la trama es muy floja comparada con las dos primeras. Las luchas de Neo con Smith y el ataque al muelle de Sión deberían ser el novamás, y son aburridas. Pero no lanzaría la peli a los infiernos así sin más. Es un colofón cyberpunk.
A los que ponen a parir la saga entera diciendo que solo son hostias como panes les diría que si yo fuera profesor de filosofía de secundaria, estaría poniendo velitas a los Santos Wachowski cada día de mi puta vida.
Ante esto solo queda añadir:
http://www.youtube.com/watch?v=wQ5iFQv1KaE
El cuento/mito nihilista por excelencia es el de Sísifo, sin olvidar el de Prometeo. Gracias.
Los Wachowski son una gente que una vez (y sólo una) tuvieron un buen guión entre manos: Matrix (la primera). Aprovecharon bien la oportunidad, pero nunca más supieron repetir la jugada.
Personalmente creo que la segunda fue una gran película con algunas escenas de acción que a mi me ponían. (la Intro de Trinity, la persecución en la autopista y alguna otra más).
A mi me sobraba en parte Neo y Neo y su lucha larga y aburrida contra el malo malísimo y sus 3.000 clones.
Es una opinión claro….
Pero que listo es usted señor Caviedes.
A mi me sale humo de la cabeza.
Me gustó más la segunda que la primera.
La batalla entre libre albedrío y causalismo (a lo Hobbes) me recuerda al combate entre la reforma luteranista y su contrarreforma. La escuela de Salamanca (arbitrismo, probablismo etc) liderada quizá por los jesuitas contra el pensamiento protestante (ej: Blaise Pascal etc).
Recuerdo la tensión de Morfeo cuando dice: ‘Todo comienza con una elección’.
Pienso que esta batalla ideológica continúa al menos en occidente, y aunque no se perciba en ámbitos culturales ni políticos, sólo hay que ver la diferencia entre la Europa del Norte y la Sur y mediterránea (crisis, recuperaciones etc).
Aunque este no es ni muchísimo menos exclusiva del pensamiento religioso o teológico, ahí tenemos a Sartre, opuesto al causalismo y a la religión, pero que se encontraría en el primer punto y paradójicamente con la contrarreforma.
Sobre la tercera, el arquitecto (sin mandil) reaparece en forma de cabeza gigante, ¿Un poco al estilo de Oz, no?
Como comentan arriba la película está amenizada con mamporros y copy-paste a doquier, será por lo de la letra con sangre entra.
Esta película me pareció tan pésima que no quise ver la tercera.
Tras esa foto de la Bellucci, «todo comienza con una erección»
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Con esta película me pasó como con la anterior, que en su primer visionado no me gustó y con el segundo me encantó.
Eso si, a esta segunda película (entre otras cosas, porque está lejos de ser perfecta) la matan las cámaras lentas. En la primera eran pocas y bien utilizadas, pero es que en Reloaded eran constantes y metidas de cualquier manera. La caída de Trinity por el edificio con el Agente, por poner un ejemplo. Pero tengo buenos recuerdos de la película, en términos generales y creo que expandía muy bien el universo de Matrix. Pena del capítulo de Dragon Ball que fue su tercera parte (matizo: pena de MAL capítulo de Dragon Ball).
Buen análisis. A más de 10 años de las películas que hicieron de Matrix una saga es llamativo ver como todavía enciende los ánimos a favor y en contra.
Lo que más me gusta es que cada quien ve la parte que quiere en la saga, como es el caso del presente artículo, que me pareció muy bueno. Sin embargo, nada se habla, por ejemplo, del Teorema de Gödel, necesario para entender al Arquitecto plenamente. Otro punto en contra es que el mesianismo cristiano de la primera, fácilmente reconocible para cualquier espectador de esta mitad del mundo, se desdibuja en las secuelas y ya no es tan fácil comprender los caminos que sigue la trama, donde gana el mitologismo y algunas referencias al pensamiento oriental se acentúan para culminar en Revolutions, de la que no me gustó el tono místico pero el fallo no está en la historia o en el enfoque de la trama, sino en la dirección; los Wachowski como directores son excelentes escritores. Lo mismo le pasa a Reloaded, aunque en el cine la disfruté como un niño!
Finalizar la trama tiene dos vertientes, la personal y la épica; esta última termina en empate, lo cual era casi como convertir plomo en oro en 2003. El final de Neo y Trinity, era… inevitable.
Matrix fue, diría, el primer experimento multimedial del siglo 21, con películas, cortos animados, videojuegos y juegos de rol, cuyo planeamiento fue osado para su tiempo, sin embargo no estuvo bien llevado. Así y todo, es un hito, no solo por el bullet time, sino por una forma de contar historias, del contenido de esas historias y una muestra de que un blockbuster, mal o bien, puede contener «algo mas». Lo que Lindelof hiciera luego (Lost, Prometheus…) fue solo aprovechar el envión, por desgracia.
Saludos.
El problema con Matrix es que parte de un disparate, que es combatir a los robots cubriendo el cielo para tapar la luz del sol.
Este acto haría justamente lo contrario, extinguiría a todas las especies biológicas (incluida por supuesto a toda la humanidad) y sólo podrían sobrevivir las máquinas, extrayendo la energía del interior de la tierra, es decir, la energía geotérmica.
Que por otra parte, desde el punto de vista de la energía, sería infinitamente mas efectivo y fácil implementar un sistema termoeléctrico a partir del calor de los volcanes, que intentar extraer la ridícula parte que produce un ser humano, y encima hay que darle alimentación y mantener semejante estructura para producir sólo unos cuantos Kilovatios.
Es una peli para pasar un buen rato, nada más. No creo que valga la pena hacer dislates filosóficos acerca del contenido, ni nada que se le parezca.
«Mobil» es un *anagrama * de «limbo»
El verdadero título de Matrix Reloaded:
/etc/init.d/matrix reload
El misterioso final de Matrix Reloaded dejó a los espectadores intrigados, divididos acerca de si Matrix Revolutions significaría un final redondo o una tomadura de pelo. En ese sentido son impagables los artículos de Iñaki Bahón, y cómo pasó de la esperanza a la desilusión.
Tras el estreno de Matrix Reloaded, defendió la serie de películas: «Vuelvo a insistir en que me parecen infundadas las críticas sobre el guión de Matrix Reloaded». http://www.cyberdark.net/portada.php?edi=6&cod=178
Tras el estreno de Matrix Revolutions, ya fue otro cantar: «Matrix Revolutions resulta una película muy desequilibrada, como sucedía con la anterior entrega, sólo que aquella ocasión nos quedaba la esperanza de que este capítulo final pusiera las cosas en orden. Por desgracia no ha sido así.». http://www.cyberdark.net/portada.php?edi=6&cod=257
Mi propia opinión al respecto:
La película original es claramente superior en los diálogos: «-¿Porqué me duelen tanto los ojos? -Porque nunca los habías usado.» No hay comparación, las continuaciones pueden tener mejores efectos especiales, pero sus diálogos no son más que un fraude para enmascarar el agotamiento de ideas.
En cuanto a la filosofía, mientras que puede verse la película original como la moderna escenificación de la caverna de Platón, y todavía el debate entre Merovingio y Morfeo es el clásico determinismo versus libre albedrío, ahí se acaba la filosofía y comienza el rollo patatero que deja a las continuaciones como intelectualmente vacuas e inconsistentes. Y mientras el espectador tiene una bien documentada tendencia a olvidar los rollos patateros si a continuación viene una secuencia espectacular, la elección de los autores de terminar la trilogía repitiendo la misma batalla final que la primera película deja al espectador con la sensación de que para este viaje no hacían falta alforjas.
Lo que siempre tendrá Matrix Reloaded son excelentes escenas de artes marciales y una persecución épica.
Es ya difícil hacer una adaptación cinematográfica de un libro, por tanto, hacer una trilogía con conceptos metafísicos ya es tirarse al vacío.
Más que nada porque tienes que planificar la historia con escenas molonas y diálogos con mensaje..y luego hacer que todo case de manera cinematográfica. Jodidísimo.
Empiezo a pensar que no es tan descabellada la idea de que Zion sea una segunda simulación.
Si lo contrario a la esclavitud y el dolor es la libertad y la felicidad, en el Zion de Matrix parece que se rige por el mismo paradigma que rige en el mundo simulado de Matrix: sufrimiento, dolor, enfrentamiento (sólo parece que se salva el baile sensual que realizan en comunidad)
En esta segunda entrega se le resta mucho a Morpheo (guía espiritual e intermediario) buscándole contraposición y desequilibrando la balanza entre poder y fuerza. Ya no sé si trata de un sueño dentro de otro sueño y otro….ufff, creo que esa es otra película XD
Muy bueno el artículo! El caso no es la adaptación cinematográfica, ni los mitos que se exponen para enseñar la realidad, sino la verdadera esencia de la trilogía.
¿vivimos en Matrix?
¡SÍ!
Esa es la cuestión
El Objetivo principal de ésta, es ese: mostrar lo oculto de la realidad. En este caso todo ello se ve perfectamente en la primera parte de la trilogía, ¡absolutamente todo!
¡Muy buena argumentación!
Muy bueno el artículo, y muy buenos los comentarios de la gente. Sólo decir que leyendo todo esto, me sentaré tranquilamente con mi hijo a ver la primera, la segunda y la tercera de corrido porque las dos últimas las tengo muy olvidadas y parece que merecen más la pena de lo que recordaba.
Gracias a todos. ( me he quedado flipadito con lo de que se la han cargao con el doblaje) pero si la veo en inglés voy a comprender todavía memos… mi nivel no es para poder disfrutar de una película así bien.