Son años de reformas en la sanidad. A ambos lados del Atlántico tenemos gobiernos hablando de cambiar sistemas, buscar ahorros, conseguir eficiencias, dar mejor servicio y atención al paciente y hacer que todos estemos un poco más sanos. En España el debate ha girado, como de costumbre, entre la privatización de servicios sanitarios. En Estados Unidos, sobre cómo universalizar la cobertura médica a la vez que se reduce el nivel de gasto.
Como de costumbre, el debate ha sido un poco confuso —la mayoría de periodistas y políticos no tienen demasiado contacto directo con los sistemas de otros países, y cualquier reforma tiene una fuerte carga ideológica—. La sanidad es una de las principales partidas de gasto público en los países desarrollados. Es también una de las más redistributivas. Una reforma del sistema dirigida a reducir el gasto puede acabar por excluir gente del sistema, o dificultar el acceso a servicios esenciales. Cualquier intento de hacer el sistema más eficiente inevitablemente será recibido con sanas dosis de escepticismo.
Antes de hablar sobre qué reformas estamos viendo, por lo tanto, creo que es una buena idea repasar los modelos de sanidad pública existentes ahí fuera en países desarrollados. Aunque los detalles de la implementación son muy distintos en cada estado, o incluso a veces de una región a otra, los sistemas de salud se dividen básicamente en cuatro categorías distintas: estrictamente públicos, pagos a cargo del sector público, mercados de seguros regulados y sálvese quien pueda (la única forma de definir a Estados Unidos prerreforma). Empezaré dando una pequeña explicación sobre cómo funciona cada uno, y después me meteré en sus costes, calidad de servicio y resultados, tanto en lo que respecta a la salud como a la igualdad. Los datos, si no digo lo contrario, están todos extraídos del último informe sobre salud de la OCDE.
1. Sanidad estrictamente pública
De todos los modelos, el más fácil de entender (y el más familiar) es el de propiedad pública del sistema de sanidad. Básicamente el estado tiene hospitales públicos, contrata médicos y enfermeras, y paga todo el tinglado directamente. Es el modelo digamos soviético de cobertura sanitaria: todo es propiedad del gobierno y listos. España es uno de los ejemplos clásicos de este modelo de organización sanitaria; el National Health Service en el Reino Unido es el ejemplo más antiguo. A pesar de su simplicidad, hay relativamente pocos países que siguen este modelo de forma estricta.
El modelo soviético tiene varias ventajas claras: primero, es muy barato. Tanto España como el Reino Unido gastan relativamente poco dinero en sanidad comparado con otros países con niveles de renta parecidos (sobre un 9,3% del PIB); Italia, que utiliza un sistema parecido, incluso gasta un poco menos. Este ahorro se consigue utilizando dos métodos muy sencillos. Primero, pagando poco a los médicos. El estado, como monopsonio en la demanda de profesionales de salud (esto es, el único comprador) puede ofrecer salarios relativamente bajos. Segundo, mediante simple racionamiento. Dado que el sistema público de salud es el único proveedor, puede escoger libremente qué servicios da a los clientes. Los hospitales públicos son, por tanto, funcionales, eficientes y prácticos, pero no están para lujos como habitaciones individuales, atención al cliente, o tratamientos caros de efectividad dudosa. Esto de escoger médico o tener un parto a tu medida es para burgueses; en un sistema público serio tu harás lo que te diga el médico y punto.
Lo más divertido de todo este asunto, por cierto, es que funcionan bien. España e Italia tienen excelentes indicadores de salud, un acceso a médicos tremendamente igualitario y unos resultados comparables a otros sistemas más caros. No estoy hablando solo de esperanza de vida (larguísima en ambos casos), sino también de tasas de supervivencia a cáncer, infartos, errores médicos hospitalarios, diabetes y demás tratamientos médicos. Italia y España están o en la media o por encima de la media en casi todos los casos (aunque España es bastante mala tratando infartos cerebrales, todo sea dicho), el Reino Unido está en la media o un poquito peor. En los tres casos los resultados son iguales o mejores que otros países con gasto sanitario per cápita bastante más elevado. El acceso a a servicios no es siempre completamente igualitario, sin embargo; el planificador central puede a veces permitir que las zonas con bajos ingresos tengan peores servicios, como sucede en Italia. Supongo que la ausencia de lujos y la necesidad de colectivizar los medios de producción evita que sean más populares, pero no son un mal modelo.
2. Pagos a cargo del sector público (single payer)
Los sistemas single payer son una variación híbrida del modelo anterior, y también tienen la virtud de la sencillez. En este modelo el Estado no es el propietario de los hospitales y no emplea a los médicos directamente; simplemente, es quien paga las facturas. En single payer el estado es una compañía de seguros universal y de pertenencia obligatoria, y es quien procesa los pagos de todo el sistema. Eso no quiere decir que pague absolutamente cualquier cosa que le pidan, por supuesto; en la mayoría de casos la agencia aseguradora tienen una lista de procedimientos médicos cubiertos, un sistema de copagos asociado para disuadir uso excesivo, y en ocasiones una lista de médicos y hospitales que forman parte del plan. Los usuarios pueden contratar si así lo desean pólizas privadas para complementar el seguro universal básico público cubriendo parte de los copagos, el coste de los medicamentos o algunos servicios que no estén cubiertos.
El modelo clásico de pagos a cargo del sector público es Francia, aunque muchos países tienen elementos similares. Algunas comunidades autónomas, sin ir más lejos, tienen muchos elementos parecidos; Canadá tiene gran parte del sistema bajo este modelo también, y Medicare, en Estados Unidos (el programa público de sanidad para jubilados) es también single payer. Comparado con el sistema de propiedad estatal, el modelo francés es considerablemente más caro (un 11,3% del PIB en gasto sanitario) pero el paciente recibe una atención mejor. Los hospitales son más cómodos, las listas de espera más cortas, uno puede escoger médico fácilmente y en general recibe mejor trato. Los resultados en términos de salud de los pacientes, al menos en el caso francés, son excelentes, con buenos datos de esperanza de vida, mortalidad infantil, tasas de mortalidad para cáncer e infartos, prevención de enfermedades y demás. No es el mejor sistema en todas las categorías (el cáncer de mama, por ejemplo, parece ser un problema para los franceses, y sus cirujanos parecen ser propensos a dejarse cosas dentro de los pacientes o tener complicaciones postoperatorias) pero tienen resultados excelentes.
El pequeño problema, claro está, es que es caro. Controlar costes es más complicado cuando no eres quien pagas los sueldos a los médicos, e integrar el sistema para conseguir economías de escala y reducir costes es difícil solo emitiendo facturas. Te tratan bien, eso sí.
3. Mercado de seguros regulado
Este es probablemente el modelo más complicado, y donde generalizar es más difícil. La idea básica es que el Estado no se encarga de la sanidad directamente, sino que confía en compañías de seguros o mutuas privadas bien reguladas para gestionar el sistema. La cobertura sigue siendo universal (con contadas excepciones) gracias a una combinación de subvenciones directas para pagar primas, legislación obligando a empresas y/o sindicatos a extender cobertura médica a empleados/afiliados, seguros gratuitos para aquellos que no tienen ingresos y a menudo un mandato legal de contratar cobertura sanitaria. Los elementos básicos del sistema varían mucho de un país a otro, pero la idea general es crear unos intermediarios que se encarguen de gestionar la cobertura médica, y dejar al gobierno la tarea de evitar abusos y garantizar la universalidad del sistema.
Variaciones de este modelo están presentes en Alemania, Holanda, Suiza o Singapur, aunque la regulación es a menudo bastante distinta. El sistema alemán (una evolución del modelo de Bismarck) consiste en cooperativas reguladas; Holanda tiene compañías privadas, un mandato individual y subvenciones; Suiza tiene aseguradoras sin ánimo de lucro también con mandato individual; Singapur cuentas de ahorro obligatorias, seguros supletorios y el estado como pagador de último recurso. Con la excepción de Singapur (que tiene un sistema extraordinariamente barato), los países con este modelos gastan un poco menos que los franceses (11% del PIB para Suiza, 11,3% en Alemania), y tienen resultados bastante parecidos. Los indicadores de salud son en general similares, con algunos resultados mejores (cáncer de mama, complicaciones posoperatorias) y otras peores (a los alemanes se le dan especialmente mal los infartos, cosa de las salchichas, supongo).
El nivel del servicio es comparable al francés, aunque de nuevo hay bastante variación entre países. Holanda, por ejemplo, es mucho mejor que Francia (o incluso España) en garantizar acceso a servicios y no dejar enfermedades sin tratar; Alemania es ligeramente peor. La regulación específica de cada país puede hacer de un sistema de seguros privados más igualitario incluso que los sistemas de propiedad pública, o dejar que sean un poco peores que los modelos de pagador único.
4. El galimatías americano
Estados Unidos tiene de muy lejos el sistema sanitario más caro del mundo (un 17,7% del PIB en ello), y el menos igualitario. A pesar de gastarse cantidades obscenas de dinero, un porcentaje nada trivial de la población (sobre un 15%) no tiene seguro médico. Para acabarlo de rematar, los indicadores de salud americanos son, con contadas excepciones (cáncer de mama, misteriosamente, tiene resultados excelentes) entre mediocres o francamente malos, y el sistema es tan torpe que se las arregla para que incluso la gente con seguro vaya menos al médico y tenga que esperar más para tener acceso a especialistas que en otros países. Gastan más que nadie, dejan gente sin cuidar, y encima no viven mejor o durante más años. ¿Qué están haciendo mal?
Parte del problema es que en Estados Unidos conviven los tres sistemas mencionados anteriormente. La Veteran’s Administration, el sistema de salud para veteranos de las fuerzas armadas, es propiedad del gobierno federal, y está organizado siguiendo un modelo burocrático puro. Es efectivo, barato y eficiente, aunque os costará encontrar hospitales más cutres y menos lujosos que los de la VA. Medicare (seguro público universal para jubilados, federal) y Medicaid (ídem para gente de renta muy baja, mixto federal/estatal) son sistemas de single payer, el primero muy generoso, el segundo relativamente tacaño pero con buena cobertura. La mayoría de empleados en el sector privado tienen seguros de empresa, una versión torpe y mal regulada del modelo alemán. Aquellos fuera de seguros de empresa viven en una parodia de mal gusto de un sistema médico occidental, con una regulación pésima, problemas horrendos de selección adversa y costes desorbitados. Por añadido, los médicos americanos tienen de muy, muy lejos los mayores salarios del mundo, en gran medida porque controlan directamente el número de nuevos licenciados, manteniéndolo artificialmente bajo.
La reforma de la sanidad de Obama deja la VA y Medicare esencialmente intactos, extiende la cobertura de Medicaid un poco, y básicamente adopta el modelo suizo/holandés para el resto del sistema. También incluye un número considerable de cambios para intentar controlar el desorbitado coste del sistema, de momento con cierto éxito. De todos los sistemas de sanidad del mundo, era el que necesitaba una reforma en profundidad con más urgencia. La Affordable Care Act es un primer paso, y a pesar de los problemas iniciales, probablemente acabará funcionando bien.
5. Conclusiones: ¿qué sanidad queremos?
Si algo debería quedar claro de la explicación anterior, es que primero, nunca debemos copiar a Estados Unidos en este aspecto, y segundo, la elección entre los otros tres sistemas es menos importante de lo que parece. Si miramos las cifras de la OCDE el patrón en los datos es bastante claro: por un lado tenemos Estados Unidos, que es un horror, y por otro tenemos los países europeos, todos con costes de sanidad y resultados más o menos comparables. Podemos gastar sobre un 9-10% del PIB y tener una sanidad un poco incómoda y con resultados marginalmente peores que Suiza u Holanda, o gastar un 11-12% del PIB y tener hospitales más bonitos, médicos mejores pagados y algo más de flexibilidad.
La tasa de cobertura, igualdad de acceso a servicios y capacidad redistributiva no es demasiado distinta entre los tres modelos europeos, y depende más de implementaciones concretas que de la estructura del modelo. Del mismo modo los resultados tratando enfermedades específicas, servicios de medicina preventiva o la calidad de los procedimientos médicos depende más del talento y las prácticas organizativas de cada país que de cómo pagan por los servicios de salud.
Esto no quiere decir, por cierto, que las privatizaciones de la sanidad en Madrid u otras comunidades autónomas sean inofensivos o estén bien diseñados. Si algo debe quedar claro al repasar los datos de la OCDE es que no hay soluciones mágicas para reducir el gasto en sanidad, por un lado, y que cómo se implementa un sistema realmente importa bastante. Tener un sistema privatizado no es necesariamente peor o más injusto que uno completamente público; la cuestión principal es saber cómo esta regulado, no quién da el servicio.
Pingback: Cuatro modelos de sanidad
Interesantísimo artículo. Y acompañado de un buen puñado de links dignos de un vistazo. Gracias¡¡¡
Otra cuestión principal que no mencionas es que si se cambia de manera radical el modelo de gestión del sistema, habría que hacerlo previo debate público sosegado, por lo mucho que supone el cambio. En el caso madrileño que mencionas ni tan siquiera se ha presentado informe técnico o memoria económica alguna que sirva para evaluar los costes del nuevo sistema, para justificar la pretendida eficiencia, el ahorro. Ni tan siquiera se ha dicho eso de que tendremos «hospitales más lujosos». Se han dado grandes titulares del tipo «supondrá un ahorro de X cientos de millones», pero sin nada detrás que lo respalde, así que se no se nos da más que la opción dogmática e ideológica del ejercicio de fe.
En Escocia optaron en su momento por un modelo similar de privatización de sus hospitales. Pasados varios años pudieron constatar que los costes del sistema se habían disparado, así que optaron por rescatar los hospitales y volver a un modelo de gestión pública. Por el camino quedó la factura para las arcas públicas de una gestión nefasta… y un par de empresas que hicieron caja a costa de todos. Vale ya de pelotazos.
Mi pequeña experiencia en la medicina irlandesa, cuyo sistema se basa en seguros privados y sistema asistencial para los más pobres, es un médico de familia particular que tardó 5 visitas en recetarme penicilina para un costipado muy fuerte con moco en el pecho; el susodicho doctor fascinado por la targeta sanitaria europea y la posibilidad de ganar dinero en cada visita y no en curarme. Por cierto, me recetó la penicilina después de exigirsela y comentarme que si no conseguía curarme volviese a España.
Un artículo excelente para situarnos y saber valorar mejor nuestro sistema y cualquier opción de reforma que se plantee. Sólo dos observaciones.
La primera es que en la capacidad redistributiva del sistema es esencial la forma en que éste se financia, de lo que no se habla en el artículo. No paga el Estado, pagan los contribuyentes, que no tienen por qué coincidir con los usuarios. ¿Quiénes son y cuánto y cómo pagan? Cotizaciones de trabajadores, de empresas, impuestos… Para algunos usuarios la sanidad soviética es muy barata y para otros puede ser muy cara, lo mismo en el caso americano. Depende de quién tiene acceso y quién tiene la obligación de pagar. ¿Cómo se distribuye la carga? Esto explica algunas resistencias a reformas de calado. Aunque en términos agregados un modelo sea claramente mejor que otro, habrá grupos perjudicados y beneficiados en ambos con el cambio.
La segunda observación tiene que ver con lo que la población espera de un sistema. Un sistema soviético puede ser una buena opción en un país con menor nivel de renta y que desea conseguir unas prestaciones sanitarias con amplia cobertura y de calidad en muy poco tiempo (el caso español). Pero cuando el nivel de renta del país crece, la población da por hecho disponer de una atención sanitaria efectiva y empieza a demandar comodidades, como habitabilidad en los hospitales, esperas cortas, flexibilidad para elegir médico, etc. Y cuando los políticos ofrecen estas «mejoras» el sistema empieza a dejar de ser soviético puro para ser mixto. Lo que no puede ser es, a la vez, más barato, en términos agregados. Relacionado con esto está la necesidad de evaluar continuamente. En otros países hay tradición evaluadora, y cualquier proyecto de reforma se estudia y se prueba. En nuestro país se carece de esa sana costumbre, aunque poco a poco parece que vamos avanzando algo.
Lo dicho: un excelente artículo que pide una segunda parte. El tema lo merece.
Fatal analisis. El modelo 2 es el mejor pero lo empañan unas anecdotas q son independientes del modelo.
La descripción buena, las conclusiones, sesgadas o, mejor dicho, no tienen en cuenta como es España.
En España, tenemos una mayor corrupción. Asi las cosas, las privatizaciones desde lo público son una ventana a la venta a perdida más, posteriormente, acuerdos que garanticen a las empresas que no tengan pérdidas como pasa una y otra vez en este país, como pasó con las eléctricas, como pasó con las autopistas, como pasa con los bancos y un largo etc.
Luego, hay algo que no comentas. España es el 3º país del mundo en eficiencia de su sistema de salud. O dicho de otra forma, incluso aunque aumentáramos la eficacia del sistema de salud (difícil: España es uno de los países con mejores resultados y aumentarlos sería realmente complicado), es casi imposible aumentar la eficiencia. O dicho de otra forma: casi cualquier reforma hacia la privatización supondrá resultados muy similares en cuanto a eficacia y una muy posible reducción de la eficiencia. Privatizar, en una palabra, supondría tirar dinero público (como un 2% del PIB) sin obtener notablemente mejores resultados y eso, en el mejor de los casos en que la privatización no sea como la del Canal de Isabel II.
Al final, hay que saber como es España y quienes nos gobiernan. Y conociendo a los que quieren privatizar, muchos de ellos consejeros que pasan luego a la sanidad privada como propietarios de la sanidad privatizada, hay que entender que los modelos, son eso, modelos. Simplificaciones que, a la práctica, sirven como orientación, no como garantía.
En España estaríamos locos si cambiáramos el modelo sanitario. Completamente majaras. Si tenemos uno de los sistemas sanitarios mas eficientes del mundo, sinceramente ¿para qué demonios tenemos que tocarlo?
Por cierto, cuando digo que España tiene un mayor nivel de corrupción, quiero decir entre las élites o, mejor dicho, entre algunas élites. La corrupción entre los funcionarios es muy baja, de hecho. No somos un país, en conjunto, especialmente corrupto si nos comparamos a nivel internacional. Si nos fijamos en Europa, estamos por encima de la media (si no contamos los países del Este).
La conclusión debería ser que los sistemas privatizados son mucho más caros. Por lo tanto, no podemos permitirnos privatizar la sanidad. Cuando tengamos la mitad de deuda y un 50 % más de renta per cápita podríamos pensar en ello.
Buen artículo, pero no tiene en cuenta que está comparando porcentajes de países con un PIB per cápita distinto. Los países con los que nos comparan en que utilizan modelos semiprivados gastan mucho, pero mucho más dinero por habitante que España para conseguir resultados similares.
Por ejemplo, el año pasado el gasto sanitario en Alemania fué de 4.218€ por persona, en Suiza de 5.144€, mientras que en España fué de sólo 3.067€. Es decir, que para conseguir los mismos resultados que en Suiza con su modelo, en realidad sería necesario invertir mucho más del 11% del PIB que gastan ellos, dado que el PIB per cápita Español es considerablemente inferior. Y eso para obtener un resultado similar al que obtenemos ahora con nuestro modelo, e inferior en algunos casos.
Y me pregunto: dado qué, como expone el artículo, el modelo 100% público es el más eficiente desde un punto de vista económico, ¿qué pasaría si se gastara en él el mismo dinero que gastan en Suiza por habitante al año? ¿Éste no mejoraría? En realidad nada impide acabar con las listas de espera o disponer de habitaciones individuales en los hospitales públicos si se invierte más dinero en la sanidad pública.
Un saludo.
Yo la única cuestión que veo es ¿Por qué el modelo a adoptar debe de ser uniforme en una unidad geográfica determinada arbitrariamente? Que cada uno elija el que quiera y se desvincule de los demás y pueda comprobar cual le conviene. Yo no necesito que una ley me diga si me gusta más la leche o el zumo.
Eso ya lo puedes hacer: si no te gusta la seguridad social tienes seguros privados. Y sino siempre puedes hacerte tratar en clínicas privadas de todo el mundo.
¿Que no te lo puedes pagar? Ah, bueno, entonces estamos hablando de pagarlo con los impuestos de todos, y por tanto la decisión no es exclusivamente tuya.
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Lo que en mi opinion valida un modelo generico de sanidad es la financiacion. De nada vale un modelo que funcione muy bien sin que sea sostenible. Otro parametro clave es que sea capaz de adaptarse a cambios demograficos, la piramide poblacional se esta invirtiendo. Y en el largo plazo, la planificacion del futuro es fundamental.
Nada de esto se esta abordando en profundidad, seguramente porque los actuales responsables piensan que ya lo arreglaran los politicos del futuro, cuando tenga una solucion drastica?
Los politicos han usado erroneamente el argumento de que la sanidad publica es gratuita. Cuando algo es gratis, aunque no sea verdad en este caso, normalmente se sobre utiliza inadecuadamente.
Hasta que la sanidad no se vuelva a centralizar y se hagan acuerdos consensuados para mejorar la financiacion se seguira por el mismo camino.
Excelente articulo y muy didáctico. El sistema español es excelente pero cuando el nivel de vida de la población es mas alto, cuando predomina la clase media, sus miembros terminan insatisfechos con las rigideces del sistema y se crean tensiones. Además el sistema español, como todos los grandes dinosaurios bien creciditos, debe finalmente evolucionar o perecer, y un cambio bien ordenado puede ser ya una oportunidad. Todo cambio tiene sus riesgos y detractores, en este caso mas dentro del sistema (intereses corporativos) que entre los usuarios. Al usuario lo mismo le da le atiendan en un hospital publico que en uno privado concertado si la calidad y el trato es bueno. Mi aportación a un debate sobre un cambio en el modelo sanitario, claramente orientado a una transición prudente al sistema holandés: Aire fresco también en sanidad (http://dzamorano.blogspot.com.es/2013/06/aire-fresco-tambien-en-sanidad.html)
Hay un aspecto que el autor no entra a analizar, y es que el sistema español no es puro «soviético», porque simultáneamente a la asistencia pública convive todo un extenso mundo de seguros privados (no público privatizado, sino privado, privado), de usuarios que aunque tienen pleno derecho a acudir como primer prestador de servicios a la sanidad pública, optan voluntariamente por concertar un seguro privado voluntario para su familia.
Estos proveedores de servicios se convierte en el primer recurso asistencial de muchas familias de clase media y esto produce dos efectos simultáneos. Por un lado descargan de gasto y prestación al sistema público. Además, al ser un complemento voluntario (aunque tenga un uso continuado) compitiendo con una oferta pública a la que el mismo usuario ya tiene derecho y que ya ha financiado, provoca que los precios de esa prestación privada se contengan mucho (hasta el punto muchas veces de comprometer su rentabilidad). La sanidad pública queda entonces como recurso para cierto tipo de tratamientos gravosos y difíciles, pero la cantidad de ginecología y pediatría que el sistema público no está prestando por propia renuncia de sus usuarios es ingente.
Todo esto junto, que no es un diseño pensado sino más bien «surgido» provoca que todo el gasto global sobre el PIB sea tan bajo, porque sobreentiendo que la estadística que nos han dado contempla el gastos conjunto público y privado, porque en caso contrario, es una estadística que no vale.
La gran pregunta es si esa misma clase media no puede comenzar a perder su vinculación con el sistema público y con su financiación forzosa (impuestos) si sigue haciendo uno uso tan parcial de esos servicios. Para mí este es un elemento clave, que no se introduce nunca en el análisis de las tendencias electorales al respecto.
articulo muy interesante comparto la idea de una segunda parte, sería bueno analizar el sistema de salud que hay en cuba o México, a mi parecer el que hay en México es bueno claro pudiera ser mejor pero es claro que nuestros políticos no ayudan en mucho
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Como menciona Enrique, el sistema español entraría en el segundo modelo de los mencionados, dentro de un marco Beveridge – el artículo únicamente menciona el modelo Bismarck, que dejó de utilizarse en España en los 80 -. Y, como él indica, una gran parte de la población está saliendo casi completamente de la atención pública, para ser atendido casi exclusivamente en la privada – como ejemplos, todos los funcionarios -.
El ingente gasto de la sanidad de EEUU se debe a la inversión en I+D, financiada tanto por empresas con ánimo de lucro, como por el Estado norteamericano – con dinero de sus contribuyentes -, y al deseo de los médicos y aseguradoras de curarse en salud frente a la posibilidad de demandas por parte de los usuarios, que les lleva a prescribir los tratamientos más caros para cualquier dolencia.
Creo que el autor, sin poner en duda su competencia para redactar esta clase de artículos, debería de haber diversificado sus fuentes, en lugar de limitarse al informe de la OCDE.
Es un absoluto error decir que los otros 3 sistemas europeos son intercambiables cuando no tiene nada que ver la repercusión económica sobre los ciudadanos de cada uno de estos sistemas. Aunque den resultados similares, el gasto es estúpido en Suiza (un % más alto que en España y encima copago, o sea, aportación privada), por poner un ejemplo. Los hospitales serán más bonitos, sí, y el trato un poco mejor, sí, a costa de dejarte cada mes medio sueldo en un seguro obligatorio.
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