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Así son los Alimentos con Poder

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Un grupo de mujeres campesinas colocan el arroz en un saco para su almacenaje. Fotografía: Oxfam Intermón.

El hambre es muy mala. Nada que no dijeran nuestras abuelas y nada que no sepa cualquiera que la haya sufrido de verdad, entre quienes no nos contamos la mayoría de los presentes. Elocuente como suele, también Mikel López Iturriaga lo explicaba recientemente en El Comidista, su blog sobre comida, tras participar en la campaña de Alimentos con Poder de Oxfam Intermón. «En nuestro mundo, llamamos hambre a sentir el estómago vacío y, como mucho, cierta debilidad pasajera. Pero el hambre con mayúsculas tiene otros efectos más devastadores. No te permite hacer nada. Ni educarte, ni trabajar, ni sobreponerte a las enfermedades, ni luchar por tus legítimos derechos, ni prosperar por mucho que te esfuerces. El hambre es un callejón sin salida, un no future más grande que el del punk».

Un ejemplo, no sea que nadie se piense que esto es solo retórica. En Burkina Faso el 88% de sus diecisiete millones de habitantes trabaja en el campo, aunque el país está lejos de ser una potencia exportadora. Pese a la consagración eminentemente agrícola de la economía nacional, a principios del año 2000 el arroz local apenas se vendía en los comercios del país, desplazado en la oferta por el arroz blanco de origen asiático —de menor calidad pero de precio más competitivo— tras la liberalización del mercado acometida por el gobierno en 1991.

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Ali Bado, campesino de Bagré recogiendo la cosecha de arroz. Fotografía: Oxfam Intermón.

La paradoja es particularmente acuciante cuando hablamos de este cereal, el alimento básico más consumido del planeta, y cuando se trata del Oeste de África, donde se produce y donde ocupa un lugar más que destacado en la dieta. Los campesinos burkineses del arroz no pueden competir con los precios internacionales y así su producción agrícola aspira solo a la subsistencia, marginados del mercado y condenados a unos ingresos —de menos de un euro al día para casi el 50% de la población— que en modo alguno les permiten comprar para su consumo otro arroz que el asiático, lo que a su vez contribuye a cimentar la situación. Producen arroz, en otras palabras, pero tan poco que no puede competir con el precio del extranjero, que se convierte así en el más barato y el más consumido por ellos mismos. Y es así porque no se pueden permitir el propio, que de esta forma se destina solo al autoconsumo y se produce en pequeñas cantidades.

El arroz enseña a leer

Y quien no se puede permitir arroz, un producto en los cimientos mismos de la economía del país, tampoco se puede permitir nada que esté por encima en la estructura productiva, que es casi todo. Ni mejores alimentos ni ropa ni sanidad ni escolarización, por citar solo unos ejemplos. Ni invertir en nada que no sea la subsistencia a corto plazo. Por esa razón atajar la pobreza en las estructuras de producción de arroz es prioritario en economías elementales como la de Burkina Faso, el cuarto país más pobre del planeta, y por eso es precisamente donde ataca la campaña Alimentos con poder.

El de Marian Nana, que trabaja en un centro de vaporización del arroz inaugurado en 2010, es uno de los ejemplos que resalta Oxfam Intermón. «Producimos arroz vaporizado, un tipo de arroz que conserva los elementos nutritivos de la cáscara, muy apreciado en nuestra zona», explica esta madre de Bagré, al sur del país. «Cuando las mujeres del arroz de Bagré empezamos la actividad en el centro, los hombres no conocían la importancia de la vaporización. Si había una reunión nos decían que había que ir a trabajar al campo, porque nosotras les ayudamos en el cultivo de maíz, no querían que nos reuniésemos. Ahora hay hombres que incluso nos vienen a ver para que dejemos venir a sus mujeres, para que se integren en nuestra actividad».

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Una campesina coloca el arroz al sol para su secado. Fotografía: Oxfam Intermón.

El arroz enseña a leer, en efecto. Con ayuda de la ONG y la financiación internacional las cosas les han ido bien y para Nana producir arroz ha dejado de ser una necesidad ligada a la subsistencia para convertirse en un trabajo convencional. Cuando el centro abrió en 2010  las mujeres integraban diez agrupaciones con 234 miembros, pero tres años después son dieciocho agrupaciones con 460 miembros. «Antes, si el papá no tenía dinero el niño se quedaba en casa y no iba a la escuela», apunta. «Gracias a este centro, que nos permite ganar un poco de dinero, los niños pueden estudiar. Esto nos ha permitido hacer muchas cosas».

Porque es de lo que va todo esto: de poder hacer cosas y de empezar con algo, porque con algo hay que empezar. Aunque sea arroz. Desde 2010 el programa, que cuenta con otra planta en Niassan, ha permitido que más de un millar de mujeres puedan transformar y vender el cereal suministrado por pequeños productores, mejorando las condiciones de su trabajo y viendo sus ingresos crecer de los 187.500 francos por persona de media en 2009 a 300.000 hoy, un aumento del 60%. ¿Para comprar arroz? Sí, pero también arroz burkinés, que hoy compite con el blanco asiático y compone el 40% de la oferta de este cereal en el país, lubricada mucho más favor de los productores locales que hace diez años. Y para comprar lo que no es arroz, que es lo más importante. Para disponer de un capital que les confiere poder y capacidad de decisión en un lugar donde la mujer está muy lejos de mandar como el hombre. Y para decidir, si así lo desean, aprender a leer, y que lo hagan sus hijos e hijas en el futuro. Para arrancar, resumiendo. Para ponerse en marcha.

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Un grupo de estudiantes durante una clase en la escuela primaria de la comunidad de Konean, donde forman a sus alumnos y alumnas en técnicas de producción agrícolas. Fotografía: Oxfam Intermón.

Mangos por los derechos de la mujer y un café que enseña a sumar

Precisamente porque estamos ante una estrategia integral, la de Alimentos con Poder no se queda en el arroz que enseña a leer. En Burkina Faso también el mango lucha por los derechos de las mujeres, por ejemplo. Allí más de 600 se han integrado ya en una pujante industria del secado y la exportación de esta fruta que les reporta, además de ingresos fijos y seguridad laboral, la posibilidad de alfabetizarse y formarse. Muchas incluso gozan hoy de independencia económica, un logro de primera magnitud en aquel país que las convierte en pioneras de un cambio lento, pero profundo y necesario en la sociedad burkinesa.

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Agnes Syrivia, campesina de la comunidad de Kashekuro, recogiendo granos de café arábica. Fotografía: Oxfam Intermón.

No lejos, en Uganda, las familias que venden café a las cooperativas de comercio justo reciben hasta tres veces más beneficios que las que venden en el mercado tradicional. Hasta 4309 hombres y mujeres comercializan así el café, el producto primario de mayor valor en el comercio mundial —superado solo por el petróleo—, y no lo hacen solo para subsistir: también lo hacen para ingresar capital que invertir en otras necesidades más allá de las alimenticias, prosperar y contribuir a la prosperidad de toda la comunidad de productores, que en Uganda supera el medio millón de familias.

Es algo en lo que pensar en las latitudes más afortunadas del mundo la próxima vez que cojamos un puñado de arroz por persona y lo sumerjamos en agua para su cocción. Donde todas las necesidades están cubiertas el arroz es, por suerte, comida y nada más. Donde no hay nada más que arroz, sin embargo, el cereal puede convertirse y se convierte ya en educación, salud, derechos, prosperidad y mucho más. Hace falta un poco de suerte, sí, y otro poco de tenacidad, pero sobre todo, voluntad. Solo un puñadito por persona, que es bien poco, de esto tan barato y que tanto abunda. Un puñado de voluntad por persona, como de arroz, para enseñar a leer. Y nada más.

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Un profesor dictando clases junto a alumnas y alumnos de la escuela Igambiro. Fotografía: Oxfam Intermón.

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Este artículo se enmarca dentro de la campaña «Alimentos con Poder» de Oxfam Intermón.

Puedes ayudar a que más familias que sufren el hambre puedan cultivar alimentos con el poder de cambiar vidas, enviando un SMS* con la palabra ALIMENTOS al 28018. Si quieres más información, visita:
www.alimentosconpoder.org

*Por cada SMS enviado al 28018, Oxfam Intermón recibirá 1,20€. Colaboran Movistar, Orange y Vodafone. Para mayores de 18 años. Servicio prestado por Grupo Monsan. Apdo. 287, 08184 Barcelona. 902 330 331 [email protected] Coste del SMS: 1,20€ + IVA.

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7 Comentarios

  1. «lubricada mucho más favor de los productores locales que hace diez años.»???

    Creo que se te ha colado algo ahí…

    Aparte de ese detalle tonto, excelente (como de costumbre) artículo.

  2. Pingback: Tema 25: Burkina Faso i l’arròs | Diver ALS 2013

  3. Marianne Hernandez

    Me quedo sin palabras.. sin duda un buen articulo.

    Me llama la atención el hecho que a pesar del siglo en que vivimos aún hay demasiada gente que lamentablemente lo que siembran y cosechan no se los paguen como debería.
    Sin embargo como bien dice en el articulo cada vez hay mas mujeres que se unen para hacer algo diferente como en el centro de vaporización de arroz, que les ayuda en cuestiones monetarias, de salud, escolar y bienestar entre familia.

  4. Tania Pérez

    Increíble, increíble lo que sucede en algún lugar del mundo, increíble que el origen sea tan pequeño y que sus daños sean tan enormes, increíble que a pesar de tanta información, evolución, desarrollo, crecimiento, poder, sigan existiendo este tipo de situaciones.
    Excelente artículo que nos pone a reflexionar sobre lo que pasa en el mundo, y no es necesario irnos a otro país, a otro continente, veamos lo que sucede a nuestro alrededor, en nuestro barrio, en nuestra comunidad, en nuestro pueblo…

  5. Victor Suarez Cuevas

    Buen articulo, países tercermundistas como áfrica sufren mucho por la desnutrición, si apenas tienes para comer, como obtener ingresos para una educación.
    Espero que mucha gente tome en conciencia en eso, y podamos ayudar, no desperdiciando la comida asi ayudaremos demasiado.

  6. Juan Jose

    Es verdad que si no podemos solucionar una necesidad básica que es la alimentación, tampoco será posible que estas personas puedan seguir adelante en el resto de ámbitos de la vida, me parece muy acertada la ideas de esta organización (ONG) de Oxfam Intemon .Aprovechar los alimentos que se pueden generar en la población y sacar el mayor provecho de ellos para desarrollar sus habilidades las cuales no pueden realizar con el simple hecho de tener hambre, solo se necesita de el apoyo que estas organizaciones que los impulsen para su prosperidad y desarrollo, claro con la ayuda cociente de toda la gente.

  7. Pingback: Mauritania, la pobreza innecesaria | Mediavelada

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