Steven Spielberg lleva décadas siendo como el Hacendado de las series de televisión: es difícil entrar en el supermercado y no toparse de frente con su marca en un lado u otro. Y, no obstante los ocasionales fallos, su apellido ha seguido generando expectación cada vez que ha anunciado un nuevo proyecto en el medio, quizá por la aureola mágica de rey Midas que se construyó en las salas de cine. Eso, o que Spielberg tiene mucho dinero y cuando ejerce como productor de una serie sabe perfectamente cómo utilizarlo para obtener la mayor repercusión posible, especialmente cuando se trata de una serie de ciencia-ficción, una de las grandes especialidades del amigo Steven. Pero hay algo que sabemos hace tiempo y es que su apellido no hace magia por sí mismo.
En sus hasta ahora tres exitosas temporadas de existencia, Falling Skies narra las aventuras de un grupo de personas que han sobrevivido a una destructiva invasión alienígena, formando un núcleo de resistencia para combatir a los invasores. Quizá a alguien le suene este argumento de la cochambrosa pero entrañable serie V (y de su desangelada actualización del 2009), aunque en realidad Falling Skies se parece más a Walking Dead. Es decir: aquí el género concreto en que englobemos la serie es lo de menos. Calificamos a Falling Skies de ciencia-ficción porque se pelea contra alienígenas y a Walking Dead de terror porque se pelea contra zombis, cuando en realidad son dos ejemplos de un mismo subgénero: el de aventuras, intrigas y romances con fondo apocalíptico. O dicho de otro modo, el subgénero de «culebrón con bichos». Ambas series han tenido éxito y grandes índices de audiencia, lo cual habla de la aceptación que este subgénero tiene entre el público. Para Walking Dead, la cadena TNT contó con tres millones y medio largos de televidentes en el final de la tercera temporada (eso sí, un millón menos que el episodio inicial de la misma).
Pero Falling Skies cae en todos los tópicos del culebrón fantasioso y no atesora ninguna de las virtudes de la mejor ciencia-ficción. Por un lado tenemos personajes estereotipados y terriblemente previsibles. Precisamente para combatir esa sensación de imprevisibilidad, los mismos personajes fuerzan la nota y tan pronto actúan de una manera como de la contraria, siguiendo apenas disimulados caprichos de guión… aunque, eso sí, por lo general los tenemos de vuelta en el redil en unos pocos episodios para que cada cual siga siendo quien tenía que ser. Así que ni con las sorpresas más absurdas dejan de ser previsibles al final. Por otro lado tenemos los elementos de ciencia-ficción del argumento, en donde casi todo funciona a partir de un perpetuo Deus ex machina o, si lo prefieren en un vocablo más populachero, a partir de puro y simple «porcojonismo». El que una historia sea ciencia-ficción y contenga elementos poco realistas no significa que pueda carecer de coherencia o que se pueda hacer dentro de ella cualquier cosa sin atender a una línea lógica; las buenas historias de ciencia-ficción suelen tener una o varias premisas básicas en torno a las que se intenta jugar de manera consistente. Pero en Falling Skies la ausencia de coherencia es la norma: las cosas van sucediendo básicamente porque sí, creando la sensación de que los guionistas están en un ejercicio de improvisación constante. La historia sale adelante a base de añadidos que pretenden crear sorpresa pero que no son más que parches con los que distraernos de la multitud de preguntas planteadas que no se han respondido, o de los mecanismos argumentales inverosímiles que los guionistas al parecer confían que olvidemos rápidamente. Cuando los guionistas pretenden resolver una situación o explicar un elemento concreto, se valen de conejos oportunamente extraídos de la chistera. Y piensan que el siguiente conejo nos hará olvidar el anterior. Y la verdad es que sacan tantas cosas de la chistera que al final uno ni siquiera recuerda cuáles fueron las primeras.
Aunque he leído —no sin estupor— ciertas críticas que afirman que la serie mejora conforme avanzan las temporadas, la verdad es que no puedo sumarme a esa impresión. De hecho, para cuando llegamos a la tercera temporada (la última emitida de momento) es tal la cantidad de giros estúpidos que ha dado el guión que tendría verdaderos problemas en intentar elaborar una lista completa. No hay una premisa fundamental en torno a la que se desarrollen las nuevas ideas, como sucede en toda buena obra de ciencia-ficción o sencillamente de ficción en general. Sí hay, como decía, mucho naipe tramposo sacado de la manga para cuadrar jugadas que no podrían haber cuadrado de ninguna manera lógica, al menos no sin un sobreesfuerzo genial de los escritores. Al final, uno no sabe si está perdido en algún episodio sobrante de Star Trek: Luchemos por los Estados Unidos o en un remake futurista de Salvar al Soldado Ryan titulado Salvemos por enésima vez a los hijos del protagonista. Ni siquiera los escasos giros interesantes que en algún momento concreto aparecen en el guión sirven después para nada, ya que generalmente nos damos cuenta (a posteriori, claro) de que no han aportado casi nada al conjunto de la serie. Si ven el último episodio de la primera temporada y el comienzo de la segunda, se darán cuenta de lo que digo: un tremebundo giro argumental en el que todo parece cambiar… para que realmente nada cambie.
La inconsistencia y puerilidad de los guiones no sería quizá tan grave si estuviese revestida con grandes interpretaciones o con diálogos brillantes, pero tampoco es el caso. Las interpretaciones son acartonadas; en el mejor de los casos, simplemente llevaderas, aunque lógicamente debo admitir que los actores probablemente no lo tienen fácil con un material de base tan pobre, en el que no hay más que cartón: ni humor, ni cinismo, ni ironía, ni reflexión, ni análisis. Los diálogos hacen honor al conjunto de los guiones, con los personajes cambiando de idea a partir de tonterías, convenciéndose mutuamente de caprichosas veleidades introducidas a última hora en el argumento, como si los guionistas fuesen de hecho los alienígenas manipuladores de mentes que obligan a sus personajes a comulgar con ruedas de molino, y también a los espectadores. Las relaciones de todo tipo entre los diversos personajes tampoco muestran asomo alguno de coherencia y también parecen producto de la improvisación: se realizan conatos de relaciones que después no se materializan sin que sepamos muy bien por qué, y aparecen relaciones nuevas de la nada también carentes de explicación. No es extraño, dado que hay personajes que desaparecen, aparecen y reaparecen mágicamente todo el tiempo. ¿Que Fulanito de Tal perdió a su hija durante la invasión? No se preocupe: en la inmensidad de un territorio norteamericano postapocalíptico, su hija aparecerá tras una esquina como quien se la cruza por el barrio. Así pues, no debería sorprender que la relaciones cambien y dejen de cambiar no en función de una evolución creíble sino más bien con los mecanismos clásicos de un culebrón: «y ahora hagamos que suceda esto, porque creo que a los espectadores les va a gustar que suceda; ya pensaremos después en el porqué; o mejor, distraigamos al espectador para que con el tiempo se olvide de que no hubo un porqué».
Las escenas de acción —que, eso sí, hay muchas— son bastante prescindibles: es verdad que al principio de la serie algunas están más o menos logradas (sin lanzar las campanas al vuelo tampoco), pero después, según avanzan las temporadas, se transforman en mero material de relleno que uno puede rebobinar perfectamente porque ya se hace una idea de cómo va a terminar cada batallita. Para que se hagan una idea: en la historia del combate entre humanos y alienígenas se van introduciendo progresivamente más elementos mágicos que en Juego de Tronos, una serie de pura fantasía que sin embargo resulta infinitamente más creíble que Falling Skies. La magia de esos elementos consiste en que la varita mágica de los guionistas los ha puesto allí cuando antes no estaban, solo para que los buenos ganen una vez más. Pero claro, supondría mucho esfuerzo buscar una explicación inteligente para el hecho de que ante unos alienígenas cuya superioridad tecnológica ha acabado con el 90% de la humanidad, haya un puñado de resistentes que aun viviendo en la cochambre hayan conseguido no ya sobrevivir, sino plantar cara e incluso ir procurándose unas condiciones de vida cada vez mejores y diversas victorias frente a los antaño todopoderosos alienígenas. Y eso que los alienígenas parezcan tener la intención de acabar con ellos, pero al parecer no saben muy bien cómo. Creo que el elemento ideológico podría tener que ver con esta inverosimilitud: la serie, a la manera de Independence Day, juega con la idea de que un puñado de buenos americanos —combatientes y patriotas— podrá hacer frente a cualquier cosa —marcianitos incluidos— mientras permanezcan imbuidos por el espíritu revolucionario de los padres fundadores de su nación. Sí, así como suena. No, no me molesta que Falling Skies tenga un más que evidente sesgo conservador-militarista; es más bien que ese sesgo contribuye a profundizar en los defectos narrativos de la serie. Ante la premisa de que los protagonistas humanos (por humanos léase estadounidenses) no pueden perder mientras mantengan ondeando las barras y estrellas en su campamento, no hay guionista que ni queriendo encuentre una salida digna para la historia. Quién sabe, quizá al final los humanos pierdan porque ese día uno de los guionistas se levantó de mal humor a causa de un dolor de muelas, pero descuide: de momento va a tener usted tres temporadas de americanismo triunfante en la mejor tradición de las películas de John Wayne. Con el añadido de que, lógicamente, visto desde el exterior de los EE. UU. este trasfondo de «frente a los marcianos protejámonos con la Constitución» resulta todavía más hilarante. Y todo esto podría haber tenido cierto encanto si lo hubiese protagonizado John Wayne, pero no es el caso. Lo mismo puede decirse del «toque Spielberg» consistente en encasquetarnos por vía parenteral la importancia suprema de la familia en nuestras vidas: suceda lo que suceda, la familia ha de prevalecer.
En fin, son tantas las decepciones que las series de ciencia-ficción me han deparado en la pequeña pantalla, que Falling Skies apenas deja de ser —como diría el mentado Wayne— una muesca más en el revólver. Al final, una buena serie de ciencia-ficción solo necesita lo mismo que cualquier otra serie: buenos guionistas y buenos actores que trabajen con un material medianamente creíble. Véase Battlestar Galactica: con todas sus exageraciones y momentos forzados, aquella sí era una serie donde los personajes y sus relaciones basculaban bien en torno a unas premisas centrales, con buenos diálogos y varias grandes interpretaciones ayudadas por los mismos. Había tantos momentos brillantes que podíamos permitirle hipérboles y licencias; de hecho, no creo que haya grandes narraciones sin hipérboles y licencias en un momento u otro. Pero son el cemento que une los ladrillos narrativos… no los ladrillos en sí, como sucede en Falling Skies. Al parecer, basta con colocar la etiqueta «ciencia-ficción» y soltar un puñado de alienígenas para considerar el producto terminado y listo para la venta. Y lo han vendido bien, así que… quién soy yo para llevarles la contraria.
En fin, Falling Skies le gustará a usted si busca un entretenimiento fácil con el que no pensar (no pensará, se lo garantizo) y relajarse un rato antes de besar la almohada. Aunque puede ser que ni así le guste, porque lo cierto es que ni siquiera es particularmente entretenida. A sus hijos preadolescentes quizá les guste ver a gente pegándole tiros a alienígenas, eso sí. Pero lo repito: son tantas las tonterías y desmanes absolutamente gratuitos que encierra el guión, que terminará doliéndole la cabeza si intenta explicar esta serie a partir de los criterios mínimos de una narración coherente. Por desgracia, incluso nos quitan lo mejor: en Independence Day, al menos, teníamos las secuencias de la invasión. La película era horrenda —hilarante, eso sí— pero la aparición primeriza de los platillos volantes daba para algunas buenas secuencias. En Falling Skies no hay momento de la invasión, sino elipsis narrativa. Se nos resume la invasión con una escena inicial en la que vemos dibujos infantiles y la voz en off de un niño contándonos la llegada de los alienígenas. De lo que no nos avisan es de que el guión iba a estar escrito por ese mismo niño.
Por favor, que coñazo de artículo, no he pasado del primer párrafo. No creo que una serie de Hacendado dé para escribir tanto
«…se realizan conatos de relaciones que después no se materializan sin que sepamos muy bien por qué, y aparecen relaciones nuevas de la nada también carentes de explicación…»
Eso también ocurre en Facebook. :/
¿Alguien me puede decir algo potable que haya hecho Spielberg en televisión? Porque yo por mas que intento sólo recuerdo tonterias ñoñas llenas de esta estupida serie de manidos temas americanoides (el combo familia & patrioterismo).
Que ya les vale, también. Parece que aún cuesta que la gente de Hollywood se entere de que, si haces una premisa de ciencia ficción con desastre, apocalipsis y demás, LO QUE QUEREMOS VER ES ESO. No como el amor de un padre por un hijo supera todas las barreras de la forma mas telefilmica posible, sino eso, ciencia ficción, desastres, misterios y soluciones, asombro, pánico, supervivencia.
Hay quien dirá que eso es meter el lado «humano» en la historia. Lo seria, si se viese a algun humano, o sea, un ser traumatizado por la situación límite que esta viviendo, y no una serie de robots programados para ser el perfecto norteamericano de clase media.
A mi se me ocurren dos:
Hermanos de sangre
the pacific
Pues tienes razón.
¿Y de ciencia ficción? :-P
Esta serie es una americanada nacionalista, yo la llamo ‘la casa de la pradera con marcianos’.
Estas cosas son muy hollywood… empezar una peli con una invasión extraterrestre de la que se es imposible zafar y acabar la cinta matando a los invasores a puñetazos cuando te has pasado el film sin hacerles un rasguño con tus mejores armas militares.
*Spoler sobre Skyline*
La única película de sci-fi coherente que he visto yo es Skyline, que será una mierda, pero es la única en la que los malos, véase una especia alienigena miles de años avanzada, gana a pesar de la lógica lucha por la supervivencia de los 4 que han aguantado la primera oleada invasora.
*Spoiler sobre Skyline*
Otra cosa que fascina sobre escenarios apocalípticos es lo bien peinadas y los pelazos que llevan las mujeres, y eso que no hay agua ni champú ni secadores. Con los hombres no hay problema, barba de 4 días y pelo esturrufado y ya.
Emilio, sólo una cosa, la frase:
«para combatir esa sensación de imprevisibilidad».
Si imprevisto es lo que no se prevee, la sensación que quieren combatir es precisamente la opuesta: la de ser previsibles. No la de ser imprevisibles; o sea, tener «imprevisibilidad».
«Precisamente, para no caer en lo previsible…» podría ser un buen reemplazo de la frase. Nos ahorramos palabras largas y feas como «previsibilidad», y la idea es la misma.
Un saludo!
La primera temporada fue mala en casi todo: en la historia, en lo lento del relato de los hechos, en la interpretación de unos personajes que estaban a medio hacer.
Con el paso de los capítulos y temporadas ha mejorado un poco, pero al final siempre tengo la sensación que se desprende del artículo: «Vaya tomadura de pelo»
Me gustó el artículo. El autor a lo mejor querrá ver (si no ha visto ya) la serie Firefly, que fue desgraciadamente cancelada y terminada mas tarde a golpe y porrazo con una película no muy bien avenida. Buena serie de ciencia ficción, en mi opinión.
Por otro lado, creo que Spielberg sí ha hecho cosas decentes en series de televisión. Ahí tenemos Band of Brothers, por ejemplo.
Yo no terminé ni el primer capítulo.
Interesante análisis, y por cierto, acertado en su estructura. Quisiera hacer ver otro asunto que a mi parecer es evidente y que no ha tenido la repercusión que se merece.
Falling Skies, es un gran trabajo en factura visual, sonora y grandes despliegues de efectos, pero en fu forma y fondo es una burda y refundida copia a la obra de Héctor Germán Oesterheld, Argentino y que publica las primeras partes del ETERNAUTA a finales delos 50s…
Escribo esto como humilde homenaje y mostrar el descaro con que en EEUU copian ideas sin mencionar, al menos la inspiración, y pretenden adueñarse de todo, protegiendo sus derechos intelectuales con leyes transnacionales que protegen hasta los puntos y comas…
Muchas Gracias
Tio Yesi
Chile
La serie es mala de solemnidad. Yo he visto todas las temporadas (no pregunten por qué) y la última temporada ya es rollo serie B, en plan «sharknado» o «piranhaconda». Si es cierto, que a mediados de la segunda temporada hubo un rayo de esperanza, pero duró poco o nada.
Las conversaciones de los actores (y los actores en sí) son infumables y la sensación de que estamos ante un guión escrito por un niño de 10 años, es palpable.
Para nada la recomiendo. Se aprovechan del apellido de Spielberg, prometen y no alcanza ni el pasable.
Con cada temporada pierde emoción y la esencia que cautiva al público, cada situación que se presenta es simple, predecible y sin creatividad, las reacciones de los personajes en ocasiones son exagerados o lo contrario falta de lógica en la reacción.
No la he visto, porque ya me imaginaba que sería algún truño parecido a Terranova, y por lo que leo es tal cual eso.
Yo es un tipo de producto con el que no termino de casar, esas series cortadas con un mismo patrón de «grupo contra la adversidad», son todas iguales: ni The Walking Dead, ni Terranova, ni Revolution y si la viera probablemente tampoco esta… (y si hay alguna que valga la pena y que sea del estilo, por favor decídmelo).
Si alguien ha dicho que la serie mejora con las temporadas…. miente; o porque no ha visto la serie o porque alguien le ha pagadado para que mienta (Y viniendo de un medio como elPais, me inclinaría por lo segundo: sus críticas son más bien anuncios patrocinados)
La serie es un tostón; empezó con una trama que podría parecer interesante pero la han cagado completamente con los personajes… con todos. No se salva ni uno.
La trama es más bien similar como comenta el artículo a The Walking Dead: la amenaza externa en vez de zombies son marcianitos e incluso estos pueden «convertir» a humanos a su causa, osea que a priori es bastante parecida. Pero claro, TWD ha desarrollado medianamente bien a sus personajes, mientras que Falling Skies tira de la improvisación.
Y he aquí un tonto que la sigue viendo esperando que alguna vez pase algo o esperando un final, que probablmente tampoco tendrá final: o será pésimo o directamente la cancelarán sin final, pero yo sigo encabezonao; se ve que me gusta sufrir.
Yo creo que esta serie la empezaron suponiendo que no pasaría de la primera temporada, y cuando la renovaron se vieron con que no tenían nada pensado y empezaron a tirar los dados para ver qué historias se inventaban.
Y no, Spielberg y las series de ciencia ficción no se llevan bien. Jamás he visto mayor bodrio en televisión (salvo alguna españolada) que Taken (Abducidos). Para empezar se les ocurrió de hacer una serie «a la española», con capitulos de 90 minutos de duración. Ese fue el primero de muchos errores. Otra que acabé de ver por cabezonería; por suerte esta solo eran 10 capitulos.
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De acuerdo con Emilio de Gorgot. Me atrevería a decir que la falta de calidad es pareja con la falta de libertad creativa. Los efectos visuales pueden ser modernos, pero el argumento es de los años ochenta. Empezar los episodios haciendo creer que va a cambiar todo para que después nada cambie es algo que cansa más pronto que tarde. El hecho de ser una serie orientada a todos los públicos, con niños entre los protagonistas, es un lastre del que nos habíamos deshabituado y que hoy parece fuera de lugar.
Verdaderamente, es una serie muy mala.
Me parece bien que los malos no sean indestructibles (Nada de imposibles campos de fuerza). Las leyes de la física son iguales para todos.
Un planeta entero es un territorio enorme, de manera que los invasores han de distribuir sus fuerzas, No poseen recursos infinitos, de manera que hay espacio para que los supervivientes se escondan y planteen una guerra de guerrillas, lejos de las ciudades donde lo invasores construyen sus misteriosas torres. También es acertado el uso de crios como mano de obra esclava para recolectar materiales al servicio de la maquina de guerra alienígena.
Ahora bien: Aunque los deslizantes sean carne de cañón, esclavos transformados… ¿No les pueden dar sus amos un arma sencilla, un casco, un chaleco antibalas? Seamos sinceros, yo hice la mili en el 92, en Ceuta. Eramos unos 400 en el cuartel. No eramos exactamente una fuerza de élite sino reclutas. Supongamos que escapamos del bombardeo inicial spheni con nuestras armas y equipos y nada mas salir de las ruinas de Ceuta nos atacan 4.000 deslizantes. Puedes apostar tu cabeza a que el asunto acabaría en cuestión de minutos, con todos los deslizantes acribillados, despanzurrados por granadas de mano o incluso acuchillados a bayonetazos. Como los deslizantes son muy rápidos y ágiles, se llegaría al cuerpo a cuerpo y caerían algunos soldados, pero sería una proporción de bajas de 100 a uno. ¡Vaya mierda de invasión alienigena!
En cuanto a las «maquinas», si la 2ª Mass los puede derribar con armas de pequeño calibre, (usando metal denso tomado de las propias maquinas) a ver que podrían hacer contra carros de combate con cañones de 120 mm.
Lo cierto es que si tenemos unos invasores del Espacio Exterior, la única estrategia lógica para ellos es bombardear y bombardear desde la orbita, usando tropas terrestres solo al final, con para la «limpieza» yendo zona por zona con efectivos abrumadores, no el pequeño escuadrón que los protagonistas pueden hacer frente, esquivar o incluso derrotár con alguna astucia inverosímil.
ATENCIÓN: SPOILER DE LA TEMPORADA 4ª
Pues resulta que los malísimos alienígenas Spheni mueven sus maquinas con la energía que les llega desde un ÚNICO generador gigante que saca Helio-3 de la Luna y genera energía que retransmite a la Tierra (¿Y la mitad del planeta que queda a desmano? Bueno, pueden tener una red de repetidores en órbita) Los buenos han capturado una nave spheni que se ha estrellado pero todavía puede volar, se montan en ella para destruir el generador y salvar a la Humanidad.
Problema 1: ¿Solo un generador? Y si se estropea o se agota el yacimiento de helio-3 que están explotando, que? ¿Todo el ejercito de invasión se queda a dos velas?
Problema 2: El extractor minero-generador-emisor esta a plena vista en la superficie lunar, sin defensas visibles. Me vale si los únicos enemigos son los humanos, ¿Pero que pasa con los otros alienigenas enemigos de los Spheni, los Voln? ¿han pasado por allí con toda su flota en la temporada III y no lo han visto? ¿Y dicen que lo han buscado sin éxito? ¿Y el otro enemigo terrorífico que los spheni mencionan un par de veces?
Es evidente que los guionistas han inventado esta serie de disparates e inconsistencias para que los humanos puedan terminar la temporada con una gran victoria. Tenéis razón, el guión pare escrito por un crio de 10 años
Terminada la serie en su quinta temporada, no puedo sino quitarme el sombrero por un análisis tan acertado de esta serie. Un truñaco de proporciones bíblicas..