Arte y Letras Lengua

Señoras y señores, valga la redundancia

Fotografía de Yolanda Gándara 2
Fotografía de Yolanda Gándara.

«Lo que no se nombra no existe»
George Steiner

Abordar la polémica sobre el lenguaje sexista implica inexorablemente obtener por respuesta interminables juegos de palabras ridiculizando el uso del desdoblamiento léxico como único argumento. Asumido este riesgo, merece la pena dedicar unas líneas si con ellas contribuimos al debate que ha impulsado ya muchos avances que reflejan la realidad actual en el lenguaje. Hoy nos parece normal que haya graduadas, licenciadas, arquitectas, etc., un derecho reconocido en 1995 por el Ministerio de Educación y Ciencia con la aprobación de la Real Academia Española y el Instituto de la Mujer; un gran paso que algunos y algunas consideran banal y dispendioso.

Desde su nacimiento, cualquier persona es interrogada por distintas administraciones, instituciones y empresas sobre su sexo a través de los más variados formularios; sin embargo, hasta hace poco, este dato se perdía en la burocracia y automáticamente se convertía en «vecino», «empleado», «alumno», etc., aunque se tratara de una mujer y no formara parte de un plural mixto. Hoy en día resulta chocante que a una mujer se le pregunte si es señora o señorita y puede firmar un contrato bajo la línea «la trabajadora» o «la responsable de la empresa». Estos y otros muchos gestos indican un cambio de mentalidad llevado a la práctica e invitan a seguir adecuando nuestra lengua a los tiempos actuales.

Nuevas situaciones precisan nuevas palabras para nombrarlas. Si a algunas personas les resulta extraño nombrar a una ingeniera, como a muchos en el siglo pasado les parecía extravagante el término «televisor», no hay mejor cura que repetir lo que en verdad es hasta normalizar el término y despojarlo del sesgo cognitivo que impregna lo masculino de un mayor prestigio. Si, de forma consciente o inconsciente, hacemos un uso sexista del lenguaje, podemos reflexionar sobre ello si pretendemos evitarlo. Basta pensar en los colectivos que automáticamente identificamos como femeninos, olvidándonos del genérico, para darnos cuenta de que no elegimos las palabras indiscriminadamente: «las feministas» ofrece 533.000 resultados en Google, muchos de ellos en medios de comunicación; «los feministas», 12.600 resultados. Resultado similar nos ofrecería la búsqueda de «las cajeras» y «los cajeros» si pudiéramos distinguir entre los resultados de cajeros de supermercado y cajeros de banco. Sin embargo, el colectivo de los filólogos es nombrado de forma genérica, a pesar de que, según datos del INE, en 2011 de 3480 alumnos que finalizaron estudios de Filología, 2636 eran mujeres. Una proporción probablemente similar e incluso superior a la de teleoperadoras en su colectivo.

Quienes cuestionan la necesidad de un lenguaje no sexista utilizan complejos planteamientos filosóficos como «es una gilipollez» o el inapelable «esto ha sido así de toda la vida». También hay quien considera que es una preocupación exclusivamente española, en concreto ligada al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, aunque es un tema tratado en foros internacionales desde hace varias décadas. Ya en 1991 la UNESCO publicaba Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje, lo que nos da una idea de que el debate viene de lejos.

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¿Publicidad sexista? La historia, aquí.

Otros críticos del lenguaje inclusivo, que merecen mayor detenimiento, apelan a criterios lingüísticos. Este es el caso del informe realizado por el catedrático y académico de la RAE Ignacio Bosque. En él analiza diversas guías de forma metódica, con sentido del humor y sencillez expositiva basándose en un hilo argumental: las guías extraen «una conclusión incorrecta de varias premisas verdaderas, y dan a entender a continuación que quien niegue la conclusión estará negando también las premisas»; las tres premisas verdaderas según Bosque son: existe la discriminación hacia la mujer en nuestra sociedad, existen comportamientos verbales sexistas y numerosas instituciones autonómicas, nacionales e internacionales han abogado por el uso de un lenguaje no sexista. Reconocidos estos hechos, hace un estudio de varias guías desaprobando su confección, sobre todo por no contar con la participación de lingüistas y estar elaboradas al margen de la Academia. Paradójicamente, Ignacio Bosque incurre en la misma falacia argumentativa que censura, y es que una premisa verdadera (las guías incurren en errores) conduce a una conclusión incorrecta. Una libre interpretación de su conclusión sería «no hay que hacer nada», puesto que, a pesar de requerir la participación de lingüistas y académicos, no considera razonable que alguien piense «que los significados de las palabras se deciden en asambleas de notables». A esto último, y perdón por la irreverencia, solo puedo replicar: le dijo la sartén al cazo. Tal vez se refiera D. Ignacio a una posible competencia desleal propiciada por el nicho de mercado existente.

Por otra parte, Ignacio Bosque critica incluso aspectos en los que las guías coinciden con los preceptos de la Real Academia Española. Dice Bosque: «… no parecen admitir estas guías que una profesional de la judicatura pueda elegir entre ser jueza o ser juez, ni que una licenciada en Medicina pueda escoger entre ser llamada médica o médico, a pesar de que se ha constatado en múltiples casos que existen preferencias geográficas, además de personales, por una u otra denominación». Tampoco la Nueva gramática de la lengua española ni la próxima edición del DRAE ni el Diccionario Panhispánico de dudas admiten, ajustándose a criterios morfológicos, que una médica se llame a sí misma «la médico»:

médico -ca. ‘Persona que ejerce la medicina’. El femenino es médica (→ género2, 3a): «La médica quiere tratarle la cistitis con nitrato de plata» (FutoranskyPe [Arg. 1986]). No debe emplearse el masculino para referirse a una mujerla médico. (Diccionario panhispánico de dudas, Real Academia Española).

Como tampoco admite la gramática que una ingeniera se denomine «la ingeniero» ni una carnicera «la carnicero». No podía ser de otra forma, pues nunca se han establecido excepciones a las normas lingüísticas atendiendo a criterios de corrección política, como sería el reconfortar la necesidad de nominar a las mujeres en masculino proclamada por algunas personas porque les suena mejor. Las formas terminadas en –o y –a procedentes de la primera y segunda declinaciones del latín están marcadas por el género masculino y femenino respectivamente y el femenino surge de manera espontánea sin violentar el mecanismo natural de la lengua. Que no existieran anteriormente palabras como «abogada», «ingeniera», «médica», «bombera» y un largo paradigma recogido en la gramática, se debe a que no se había producido la necesidad de nombrarlas —hace muchísimo, no está de más recordarlo no a que contravengan la naturaleza del lenguaje. Una vez existe, el hablante precisa marcar el género y utiliza el esquema lógico. En ocasiones incluso va más allá, como en el caso de «jueza» que sí es excepcional morfológicamente, aceptado hace años (aunque mantiene «juez» como genérico). No se entiende, pues, este reproche de Bosque, ponente de la Nueva gramática de la lengua española. Parafraseando al propio académico, la argumentación implícita es demasiado obvia para ser inconsciente.

Es frecuente que los detractores del lenguaje inclusivo utilicen este comodín del fuego amigo señalando que hay mujeres que están de su parte, en correspondencia con su concepción del asunto como una guerra entre sexos. En el informe leemos: «Son igualmente verdaderas las actitudes paternalistas que algunos hombres muestran hacia las mujeres, sea dentro o fuera del trabajo, y son asimismo objetivos otros muchos signos sociales de desigualdad o de discriminación que las mujeres han denunciado repetidamente en los últimos años». Vemos que Ignacio Bosque se olvida del incontrovertible genérico y reduce el conjunto de personas que denuncian a «las mujeres» descartando la presencia de infiltrados en su bando. Esto no es cierto, numerosos hombres han denunciado la discriminación de la mujer en todos los ámbitos, incluido el del lenguaje. Tantos como mujeres la han podido inadvertir o incurrir en ella. La opinión de unos y otras no tiene mayor valor por razón de sexo.

Real-Academia-Española - Fotografía de Guadalupe de la Vallina
Fotografía de Guadalupe de la Vallina.

A pesar de estos tics que deja escapar, el informe de Ignacio Bosque es una referencia imprescindible en el debate del lenguaje sexista, ha ayudado a ordenar ideas y familiarizarnos con la polémica y en lo fundamental es indiscutible: debe estar moderado por lingüistas y por la RAE que, como hemos visto, ha dado algunos pasos adaptándose a los nuevos usos y necesidades del lenguaje. Pero esos pasos dependen de los dados previamente por los hablantes, que son quienes crean el lenguaje; por lo que sí es necesaria la existencia de guías, artículos, informes, debates y todo aquello ayude a acostumbrar el oído a la identidad femenina.

Junto a la denominación en femenino de profesiones, uno de los caballos de batalla del lenguaje inclusivo, y probablemente el más polémico, es el desdoblamiento léxico. En este caso, la Academia se muestra menos abierta.

El argumento de rechazo es conocido por todos: el género masculino se utiliza para designar ambos sexos sin marcación y, por tanto, es redundante mencionar el femenino. La RAE recomienda no utilizarlo en aplicación de «la ley lingüística de economía expresiva»:

… en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos: «Decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y compañeras» (Excélsior [Méx.] 5.9.96). Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así pues, en el ejemplo citado pudo —y debió— decirse, simplemente, ayudar a sus compañeros. Solo cuando la oposición de sexos es un factor relevante en el contexto, es necesaria la presencia explícita de ambos géneros: La proporción de alumnos y alumnas en las aulas se ha ido invirtiendo progresivamente; En las actividades deportivas deberán participar por igual alumnos y alumnas.

Diccionario panhispánico de dudas, GÉNERO 2.1

¿Qué es la «ley lingüística de economía expresiva»? Te preguntas clavando tu pupila enrojecida en una página de Jot Down. No la encontrarán en el BOE; la ley lingüística de economía expresiva, o principio de economía del lenguaje, es una tendencia natural del lenguaje a realizar el menor esfuerzo, estudiada por diversos lingüistas que, dependiendo del autor, puede ser denominada principio o ley. La norma no siempre refrenda la economía y reprueba la riqueza. Tampoco la inercia indica siempre el camino más corto para construir una lengua; ejemplos de ello encontramos en muchos usos redundantes de los pronombres, no prescritos normativamente, del español —que no es precisamente una lengua económica, con finalidad expresiva a veces y totalmente vacíos de contenido otras. La determinación del límite de elementos en el discurso por cuestiones de estilo es mucho más sutil que la simple apelación al principio de economía y entra en conflicto con las necesidades de precisión y expresividad, relevantes en determinados contextos como el lenguaje administrativo o la oratoria. Así pues, establecer la frontera de la incorrección es una tarea que requiere más detenimiento.

El hecho de que el ejemplo del DPD «compañeros y compañeras» no esté señalado con asterisco ni «bolaspa» () nos indica que no es agramatical ni incorrecto ni está desaconsejado. O se les ha pasado, porque la afirmación «debió» (decirse), que ataja cualquier divagación sobre posibilidades y necesidades que planea por el resto del párrafo, implica que es incorrecto.

Es curioso que fórmulas retóricas utilizadas para dirigirse al público en discursos, presentaciones, espectáculos, etc., tan tradicionales como «señoras y señores» o «niños y niñas» nunca hayan llamado la atención teniendo la misma estructura que «compañeros y compañeras» y la misma intención de visualizar el femenino, solo que sin carga ideológica, por cortesía. Cabe, pues, preguntarse si es una incorrección fundada en razones sociopolíticas y no lingüísticas.

La Academia podría adquirir el protagonismo que reclama y merece determinando criterios reguladores en lugar de emitir juicios de valor confusos. Si bien las hipérboles que duplican todas las palabras con flexión de una frase son en su mayoría obra de los detractores del lenguaje no sexista en un intento de ridiculizarlo y no de sus defensores, sería conveniente y necesario establecer una norma clara, así como determinar qué palabras puede resultar más apropiadas duplicar (grupo nominal, articulo, adjetivo) en distintos casos si se desea hacer explícito el femenino; en definitiva, estudiar y regular un hecho que se produce para evitar una reiteración excesiva que conculcaría normas gramaticales. Sin duda los académicos conocerán otros muchos trabajos realizados por organismos nacionales e internacionales con la colaboración de profesionales de la lingüística —algunos de ellos también muestran disconformidad con determinados puntos de los analizados en el informe que merecen ser considerados.

Nota: en cumplimiento de la normativa vigente, ningún desdoblamiento léxico de este artículo se elaboró sin finalidad expresiva.

Fotografía de Yolanda Gándara
Fotografía de Yolanda Gándara.

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133 Comentarios

  1. ¿Y «los feministos»? ¿cuántos resultados arroja una búsqueda en Google del término «los feministos»?

    • Las palabras acabadas en -ista no tienen alteraciones de género. Sin embargo, no hay ninguna norma lingüística que impida decir abogada o médica.

  2. un tema super importante, esta noche dormiré más tranquilo/a

  3. Es interesante esa afición por convertir las normas del lenguaje en instrumento activo en la aspiración por hacernos justos y benéficos.

  4. Cretinos.

  5. Álvaro Romo

    Me ha encantado la exposición de principio a fin. Gracias.

  6. ¿Habría que decir también pianisto, periodisto, gimnasto, dentisto, policío, guardio civil, fascisto, espío, idioto, etc.? En serio.

    • Yolanda Gándara

      No, Ignatius. En serio.

      • Gracias, pero ¿por qué? Si una mujer médico debería ser una médica, por qué un hombre dentista no debería ser un dentisto? ¿Discriminación positiva? ¿Porque a los hombres no les molesta que se siga haciendo como siempre ni lo ven sexista?

        • Yolanda Gándara

          Porque «dentista» es masculino.

          • ¿Dentista es masculino? Según el DRAE es común en cuanto al género. Si digo «mi vecina la dentista es muy simpática», ¿escribo mal?

            • Yolanda Gándara

              Y según el DRAE médico es solo másculino y médica solo femenino.
              Está explicado en el artículo y no voy a ser redundante, por economía lingüística.

              Si queréis un ejemplo equitativo de palabra femenina, con valor genérico, convertida al masculido por inclusión, aquí tenéis una:

              azafato -ta.
              ‘Persona que atiende a los pasajeros en un avión u otro medio de transporte’ y,en general, ‘persona contratada para dar información y ayudar a los participantes de
              congresos, exposiciones, etc., o que asiste al presentador y al público en un programa de
              televisión’. Al ser labores tradicionalmente desempeñadas por mujeres, hasta no hace mucho
              solo existía la forma femenina
              azafata;
              al ser hoy tareas realizadas también por hombres, se ha creado, y es plenamente válido, el masculino
              azafato:

              «Trabajaba como azafato en latienda del pabellón de Arabia Saudí»
              (
              País
              [Esp.] 30.10.02). Para referirse al auxiliar devuelo se emplea en gran parte de América el término
              aeromozo
              (

              aeromozo). En México yalgunos países del área centroamericana se llama
              edecán
              al auxiliar de congresos oexposiciones (

              edecán)

              • En médico se añade:

                MORF. U. t. la forma en m. para designar el f.

                Vamos, que también es común médico en cuanto al género. Lo mismo que dentista.

                Y no, no tengo interés en ejemplos equitativos. Personalmente me parece una gilipollez pelear porque se imponga normativamente el uso de dentisto o periodisto. Si se empieza a usar y se extiende ese uso, bien. Si no, pues bien también.

                • Yolanda Gándara

                  Dale a un cuadradito rojo de la esquina superior que pone «artículo enmedado».

                  Si no tienes interés, no sé por qué lo demuestras. La conversación con Ignatius era sobre eso. Dentista no es femenino, solo acaba en -a; azafata sí es femenino y por eso es equiparable a médico.

                  No se puede decir «la médico» ni «el azafata» por la concordancia, pero si el dentista y la dentista.

                  • Gracias por la advertencia sobre lo que dirá el próximo diccionario.

                    El asunto me parece interesante y por eso he leído el artículo y los comentarios y he hecho un comentario en el que expreso mi conclusión de que creo que hay detrás de estos esfuerzos un intento de «ingeniería social» blanda que pretende hacernos mejores; algo con lo que estoy en desacuerdo.

                    Si luego he vuelto a comentar -y me he metido en esa conversación- ha sido porque has afirmado que dentista era masculino y me ha llamado la atención porque no lo es según el diccionario. Ahora, si no lo he entendido mal, lo corriges, cuando dices que es «no femenino».

                    Cuando decía no tener interés en los ejemplos no pretendía ser displicente. Si lo he parecido, te ruego me disculpes. Quería expresar que ese proceso me parece bien si es natural y mal si se impulsa desde una institución destinada a decirnos si hablamos o escribimos correcta o incorrectamente y que, en consecuencia, da igual si hay ejemplos de femeninos que han dado lugar al masculino o masculino que han admitido el femenino si es porque la gente ha empezado a usar esas palabras y así ha terminado recogiéndose.

                    No te aburro más. Gracias por contestarme.

                    • Yolanda Gándara

                      Insisto en que dentista es masculino. Y femenino. Los dos.
                      El proceso de «declinar» médico en médica es totalmente natural.

                      No me aburres, y gracias por el interés.

          • ¿Entonces por qué «médico» es masculino?

            • Cristian Campos

              Por la misma razón por la que llamamos «mesas» a las mesas y no «bacterias», «libros» o «trospetamórfilos cuatripatados»: por convención.

          • Creía que era común.

        • En todo caso sexisto.

  7. Interesantísimo/a artículo/a, compañeros y compañeras.

    A partir de ahora usaré el o/a y el/la sustantivo/a cada vez que escriba para no herir ninguna sensibilidad. Me da igual ocupar el doble de papel para decir lo/la mismo/a.

    Lo importante es que lo que escriba no sea sexista/o.

    P.D. Cuando acabéis la cruzada podéis ir a por el inglés, aunque hay lo vais a tener más complicado. O eso me temo.

    P.D.2. Yo también seré un gañán, que es como calificas a la gente que no está de acuerdo con lo que escribes. Demuestras así un gran respeto hacia la gente que piensa que es innecesaria toda esta cruzada «feminista» en el lenguaje escrito.

  8. «P.D. Cuando acabéis la cruzada podéis ir a por el inglés, aunque hay lo vais a tener más complicado. O eso me temo.»

    Ahí, que no se en qué estaba pensando. Me he saltado yo mismo un ojo.

  9. «Abordar la polémica sobre el lenguaje sexista implica inexorablemente obtener por respuesta interminables juegos de palabras ridiculizando el uso del desdoblamiento léxico como único argumento». Pues sí que se han dado prisa en corroborarlo en los comentarios.

  10. Permítanme ser mal pensado por unos instantes. La lucha contra el lenguaje sexista no surgió en España, Francia ni Alemania, sino en el Reino Unido o Estados Unidos, países donde predomina el inglés, una lengua sin género gramatical. En lenguas como esa, suele indicarse el sexo de la persona con palabras diferentes y al hablar de un grupo de boys no debería pensarse que pueda haber girls. Y aquí viene el segundo mal pensamiento. En vista de la discriminación contra las mujeres, el lenguaje sexista y la lucha por la igualdad, en España, Francia y Alemania se tomó la idea, pero se pasó por alto el detalle de que en inglés es muy sexista lo de boys para hablar de girls y en castellano, francés o alemán el genérico no lo es tanto (de hecho, en alemán existe Kind, que es neutra).

  11. A mí si los estudios no vienen avalados por algún Real Academio pues ni caso.

  12. En general, no estoy seguro de cuál es la conclusión que se pretende sacar. Tampoco estoy seguro de que no mezclas lenguaje inclusivo con el empleo de «bombera» cuando nos estamos refiriendo a una mujer que apaga fuegos, etc., que yo creo que tienen un nexo muy, muy fino.

    Por otro lado, creo que intentas justificar el desdoblamiento («los alumnas y las alumnas») por el hecho de que de siempre se haya dicho «señoras y señores, niños y niñas», lo cual, a mí al menos, me parece algo falaz. Estas expresiones/locuciones/loquesea están ya totalmente lexicalizadas/fosilizadas/cristalizadas desde hace muchísimos años, y no es comparable al artificioso y antinatural «los alumnos y las alumnas».

    En cualquier caso, como se dice, la lengua, a fin de cuentas, la crean y modifican los propios hablantes. Y, desde luego, me temo que el 90 % (a ojo) de ellos están en contra de «los alumnos y las alumnas».

    • Yolanda Gándara

      Javier, no intento justificar el uso del desdoblamiento. Intento justificar que no es incorrecto desde el punto de vista gramatical. Que se use o no dependerá de la voluntad de los hablantes, y para algunos, los que somos soberanistas de la RAE, es un punto importante.
      Vamos, que lo que defiendo es la libertad de usarlo, si resulta pesado se extinguirá por sí mismo. Pero si llevamos usando desde el principio de los tiempos el «yo» para visualizar nuestro ego, no veo el porqué.

  13. Me parece cada vez más una tontería poner o/a en los tiempos que corren sin buscar una palabra que hable de un colectivo siempre que se pueda, y eso es una solución más cómoda.

  14. Cristian Campos

    Lo de «esto ha sido así toda la vida» no lo he oído yo ni en las tabernas.

    Por otro lado, el grado necesario de economía expresiva no lo marcan las normas sino el uso cotidiano. Y eso es así porque, de momento, hablar continúa siendo libre y no una graciosa concesión administrativa del burócrata o el académico de turno. Que es, a fin de cuentas, adonde conduce el discurso del lenguaje no sexista: a que sea el Estado, convenientemente manipulado por el lobby partidista de turno, el que imponga cómo se debe hablar en la calle.

    Y por eso la RAE sigue a la calle y no la calle a la RAE.

    El lenguaje es una herramienta, sí. Pero para comunicarse con eficacia, no para la consecución de fines políticos por muy nobles que sean.

    Que no es el caso.

    • Yolanda Gándara

      Nada de lo que dices es incompatible con lo que digo.
      El título dos o tres lecturas para elegir al gusto :)

      • Cristian Campos

        Aún vamos a estar de acuerdo, entonces.

        Lo bueno de defender las libres convenciones del lenguaje es que solo necesitas oír unas pocas miles de veces la palabra «miembra» para que te acabe sonando bien y la adoptes con normalidad. El de las convenciones es un camino de doble sentido, en definitiva.

        Lo que no me gusta es que me empujen por ese camino, claro. Yo ya camino solo.

        Y gracias por contestar al comentario, por supuesto.

        • Yolanda Gándara

          De nada, faltaría más.
          Pero si a mí me llamas «compañero» a lo mejor pienso que sí necesitas un empujón.

  15. Cristian Campos

    El título del artículo es jodidamente brillante, eso sí, y lo reconozco con envidia de la buena.

  16. Los académicos de la RAE son conocedores del lenguaje, y cómo tales se limitan a explicar su naturaleza. Los «expertos» del lenguaje no sexista pretenden modificar el lenguaje en base a criterios que ellos mismos deciden, ignorando e incluso corrigiendo el uso que la gente da al lenguaje. El lenguaje no es sexista, simplemente expresa actitudes sexistas. Lo que se debería atacar son dichas actitudes, y una vez erradicadas el lenguaje se adaptará sólo por el nuevo uso que se le de. Pretender imponer un uso del lenguaje es un error porque nadie tiene autoridad sobre él, ni siquiera la RAE, que simplemente lo estudia.

    Si queremos que «médica» suene natural, habrá que promover la integración de mujeres en dicha profesión (que va por buen camino) y con el tiempo la gente las llamará como quiera. La lucha por el lenguaje no sexista se pierde en la forma y desperdicia esfuerzos.

  17. Yo tengo dos hijas. Y la pequeña vino el año pasado de una visita a las ruinas los primeros vestigios de la ciudad contándome (como se lo habían contado a ella) que aquellas primeras poblaciones eran muy antiguas, y que eran anteriores al asentamiento en aquel mismo sitio de los romanos y las romanas (sic).
    En serio, no me considero una persona machista. Pero lo de perder el tiempo en gilipolleces, no lo llevo nada bien.

  18. Hay que moderarse un poco, hay una polémica, y la autora la ha abordado, y de qué manera.

    Yo hace tiempo que hice un ejercicio mental, me imaginé que el plurar genérico inclusivo, o como se diga, era el femenino. Por ejemplo: «Las ciudadanas de este país somos muy abiertas», me imaginaba esa frase incluyéndome a mí, me puse en la situación, y me tocó los cojones, con perdón. Desde entonces no miro este debate con los mismos ojos.

    Mi propuesta sería que se alternaran los dos géneros en función de quien habla, si habla una mujer que use el femenino, y si habla un hombre que use el masculino. Pero claro, para eso los ciudadanos de este país deberíamos ser muy abiertos.

    • Pues yo hago eso con mi mujer y mis hijas en casa («ya estamos todas») y se escacharran dela risa. Pero lo de las barras separando vocales, …. eso sí que toca las pelotas. Es más, y a lo mejor es un problemas personal. Es leer algo que lo utiliza o hablar con alguien que me dice lo de «querrás decir todos y todas», y mandarle a a zurrir mierdas con un látigo.

    • Fulgencio Barrado

      A mí que me llamen «persona» es que me indigna.
      Para puntualizar a la autora: El término jueza existió toda la vida, y aceptado por la RAE; era la mujer del juez. Ahora lo que han cambiado ha sido el significado, no el término. El término me parece absurdo desde cualquier punto de vista, pues no veo nada en la palabra juez que indique masculinidad (con esas togas, esas puñetas…»).
      Es un debate sin contenido. La autora ya se ha puesto la tirita al principio del artículo, curándose en salud.
      No sé en que parte de la definición de la palabra carnicero se establece que el nominado tenga pene, y así para panadero, carpintero…. Otra cosa es que estemos acostumbrados a decir carnicera, panadera, carpintera…..

      • Yolanda Gándara

        Gracias por la puntualización, pero es precisamente lo que digo: que se aceptó el femenino, porque venía hablando de eso, de formación de femeninos, no de nacimiento de palabras.
        ¿El debate está vacío de contenido si no vale exagerar?
        Pues ya es hora de que nos acostumbremos a decir «médica» igual que «carnicera», que ya es siglo.

        • Fulgencio Barrado

          Es que yo no tengo nada en contra de decir médica, sencillamente porque es una palabra más que aceptada y de uso común.
          Lo que no encuentro sentido ninguno es en decir miembras, personos, albañila, equilibristo…
          Me parece estupendo que el lenguaje pierda carga sexista, y lo hará a medida que la sociedad vaya dejando de ser sexista. En ese momento, muy probablemente, nadie vea en la palabra juez sexismo alguno, por ejemplo, ni las profesiones tendrán matiz sexual alguno, por mucho que su nombre acabe en «o».

  19. Pingback: Señoras y señores, valga la redundancia

  20. Esta es la típica discusión del sexo de los ángeles, versión laica para actualizarla a los tiempos. O sea, nada nuevo.

  21. Estas preocupaciones también existen en el mundo anglosajón, aunque curiosamente el camino que se sigue para eliminar el sexismo del idioma es opuesto al que se persigue en España.

    En España se busca fomentar el uso de sustantivos en formas masculinas y femeninas, p.ej. médico y médica, pero en el mundo angloparlante se busca precisamente eliminar el género, p. ej: police officer en vez de policeman; chairperson en vez de chairman.

    Incluso en aquellos casos en los que siempre ha habido versiones másculinas y femininas de una palabra, como actor y actress, muchas actrices piden que se refieran a ellas como «actors», ya que consideran que el uso de dos palabras distintas para masculino y femenino manifiesta desigualdad.

    A mí la postura del inglés me parece más acertada, aunque es cierto que tienen la ventaja de no tener género gramatical.

  22. Curiosamente, parece no haber tanta insistencia y afán en poder decir «bedela» o «albañila» como en poder decir «médica» o «jueza».

    Ya digo, curiosamente.

  23. El lenguaje lo construye la sociedad. Hace tiempo la sociedad no decía médica, hoy sin embargo sí. Fin de la cita.

  24. Luismadrid1985

    Una pregunta, si el plural masculino se acepta también como neutro, ¿que problema hay en decir ‘nosotros, cuando hay mujeres y hombres en el grupo? Una solución factible seria hacer un género neutro con, por ejemplo la e…’nosotres’. Aunque sonaría muy cómico

  25. Ernesto de las Heras

    Muy buen artículo para ser de JotDown donde no han faltado tics machistas en su breve historia. Que además lo hubiese escrito un hombre creo que ya hubiese sido pedir demasiado ¿no creen?

    • Aarón Blanco

      Al final, mi opinión, es que con el tiempo deberíamos comenzar a pensar en los individuos como personas y acabaríamos de raíz con diatribas como las que expones, porque al final lo que debería importar es el contenido del artículo, su reflexión y no quién lo ha escrito. Puedes ver en mi respuesta al comentario anterior un enlace que te lleva a un artículo que escribí. Yo dentro de esos esquemas mentales tan catetos de dividir todo en «chicos y chicas» me podría encuadrar en el «sexo masculino» y también pienso esos temas y escribo al respecto.

    • Y yo pediría que hubiera sido también travesti y del Betis.

  26. Uf. He leído el artículo a ver si decía algo distinto. En fin, soy de los que cree que la lengua se adapta a los hechos. Médica ya se decía desde hace mucho, desde antes del feminismo ZP (mucho más preocupado por estas cosas que porque las cajeras, si, mayoritariamente, aunque haya algún hombre, de los super cobren unos sueldos miserables, y más de una con hijos a cargo, ZP se preocupaba más por las ministras y directivas de empresa, al menos en el discurso oficial, vaya socialista). Si la RAE o quien quiera no lo acepta es irrelevante, ya lo aceptarán. Se dice médica porque hay médicas y la gente les dice así, me parece suficiente. Ahora bien, andar escribiendo con @ como se ha puesto de moda me parece una chorrad@ :)

  27. Pues yo veo que desde las autoridades sí se quiere variar artificialmente el idioma, incluso imponiendo excepciones por motivos políticos. Si no, no encuentro justificación a la nueva denominación de una provincia española: Gipuzkoa, cuando en español la g con la i es «gi»…
    Es la idea equivocada de que es más políticamente correcto utilizar génericos o desdoblar la palabra la que lleva a los políticos ( de cierto signo, fundamentalmente) a usarla. Esto lleva a una falta de naturalidad en el habla que me resulta hasta cómico. Por no hablar de la moda de utilizar, escribiendo en español, la palabra Catalunya…

  28. Me ha convencido Yolanda Gándara en casi todo. Además, como siempre, muy bien contado. Mis únicas discrepancias (muy pequeñas) se basan en que yo veo innecesario haber creado la palabra «jueza» cuando el término masculino era neutral y que el coñazo de no poder referirse a colectivos mixtos con un solo género, lo cedo elegantemente para que a partir de ahora se use siempre en femenino y economicemos lenguaje sin quejas. No soporto lo de compañeros y compañeras.

  29. Pelafustán

    Me surge una duda acerca del desdoblamiento léxico: se recomienda su uso para visibilizar a las mujeres en posiciones sociales que tradicionalmente han ocupado varones, como la judicatura, la medicina y demás.

    Ahora bien, lo cierto es que los hombres tradicionalmente han ocupado los estratos más altos de la sociedad, pero lo mismo ocurre con los más bajos. ¿Debería decirse «delincuentes y delincuentas», «reos y reas», «asesinos y asesinas» para aclarar que no se trata de condiciones exclusivamente masculinas?

    • Yolanda Gándara

      No creo, como tampoco sería adecuado hacer visible la prostitución masculina para promocionarla o pedir que el glamuroso «gigoló» (que no está en el DRAE) se cambiara por «puto» (el sustantivo «puta» es exclusivamente femenino, no así el adjetivo).

      Se trata de defender derechos, no de hacer apología o incurrir en inducción. Así que no veo qué sentido tiene reclamar el papel de la mujer en la delincuencia.

      • ‘Puto’ ¿no chocaría con el significado de ‘bujarrón’ que se le daba antaño? (Nos abalanzamos a puto el postre = a maricón el último).

  30. Y (en respuesta a la última nota) menos mal, porque si no no habría habido manera de leerlo; queda demostrado el principio de economía del lenguaje. En cambio hablar de una abogada o una arquitecta no desafía dicho principio y por tanto, en efecto, parece más un tema de costumbres (o de acostumbrarse).

    No tiene sentido plantear la necesidad de pensar sobre nuestro medio de comunicación en el momento de utilizarlo. Cuando surja la duda (¿médico o médica? como cualquier otra duda gramatical o de vocabulario) será necesario tomar una decisión, pero pretender que el «todos y todas» se convierta en una problemática de la que ser consciente en todo momento al hablar, plantear siquiera que se pueda, o se deba, convertir en el uso habitual es, además de ridículo, imposible.

    • Yolanda Gándara

      No creo que se convierta en una problemática, o en un problema siquiera, el uso habitual. Es una cuestión más bien administrativa y de oratoria pública. Si se contagia al lenguaje coloquial, es que se habrá aceptado. En el lenguaje coloquial producimos muchísimas redundancias inconscientes.
      La coletilla final es una ironía. He utilizado varios desdoblamientos y el texto es muy económico. Si es ilegible, será por otra cuestión.

  31. Por poner un curioso ejemplo de lo contrario, en inglés es cada vez más común utilizar «actor» tanto para masculino como para femenino (en vez del antiguo «actress») – incluso manuales de estilo de periódicos como The Guardian lo marcan como norma.
    El razonamiento es que son igual de importantes los actores como las actrices, y por tanto no hace falta una palabra distinta (inferior?)

  32. Qué pena que se nos olvide que el español tiene artículo y que este es un maravilloso instrumento para convertir al médico en señora («la médico») y al dentista en señor («el dentista»). Pero no, mejor sigamos pensando que la o tiene pene y la a tiene vagina.

  33. Fulgencio Barrado

    Yolanda, ¿para cuando un artículo sobre el uso de la palabra demagogia?. Eso sí que es urgente de corregir (y a mí van a acabar matándome del disgusto). :)

    • Yolanda Gándara

      Cierto, Fulgencio. «Demagogia» es para muchos como el «cruci» de los niños. «No se vale».
      Un momento. Tu eras de los malos, ¿no?
      ¿No lo dirás con segundas? Me llevaría un disgusto.

      • Fulgencio Barrado

        No hay segundas Yolanda. Estaría haciendo el abuso de palabra que critico.
        Es por necesidad pública y perentoria. Por higiene lingüistica. Es jugar con infinitos comodines.

  34. Alberto Olmos

    En mi casa cocino yo y yo hago la compra. Cargo y descargo lavadoras, secadoras y lavavajillas, recojo la cocina y bajo la basura. Tengo tres hijos, dos niñas y un niño, y de los dos mayores me hice cargo desde el mismo momento en el que nacieron y a todos los niveles (baños, pañales, biberones, pediatra, educación, juegos, noches en vela…). En mi actual trabajo tengo dos jefes pero en el anterior tuve dos jefas (alcaldesa y regidora). Estoy encantado ahora con los unos y lo estaba antes con las otras. Y les diría que cuido tanto a mi mujer que casi podría decirse que la mimo (o al menos esa es mi intención). Y todo ello lo compagino con una jornada de trabajo de diez horas. O más. Podría seguir pero creo que es suficiente para que se puedan hacer una idea de que no se me caen los anillos por asumir tareas domésticas y/o compartirlas con mi mujer o por tener mujeres que mandan sobre mí en el trabajo.
    Igual que les digo lo uno les digo lo otro: como pueden ver, al principio de mi entrada me he referido a mis hijos (recordemos: dos niñas y un niño) así, tal cual, y no como «mis hijas e hijo» ni ninguna otra de sus posibles derivadas. Y cuando los llamo me dirijo a ellos como «¡Hey, chicos!» Y me hacen caso. Y eso que el varón es minoría. Porque nadie debería dudar de que me refiero tanto a ellas como a él. Y además con todo mi cariño hacia ellos, que es infinito, y sin que haya lugar a discriminaciones de ningún tipo hacia ninguno de los tres. Y, ustedes me perdonarán, pero pienso seguir haciéndolo. Personalmente me niego reaprender algo que ya aprendí correctamente en su momento y que me resulta totalmente artificial e inadecuado.
    He escuchado toda la vida decir «señoras y señores», y además en este orden. También crecí escuchando a Miliki decir «niños y niñas». Pues para mí constituyen la excepción que confirma la regla. Todo lo demás me parece fatuo, interesado, partidista y tendencioso. Y sobre todo artificial, muy artificial.
    Aprecio el artículo de la señora Yolanda Gándara, artículo que yo sería incapaz de escribir, y mis máximos respetos a sus ingentes conocimientos lingüísticos pero al que no lo haya hecho le recomiendo encarecidamente que lea el escrito del señor Ignacio Bosque el cual, además, está refrendado por la totalidad de los académicos de la Real Academia Española, sin excepción, al menos por los que estuvieron presentes durante su presentación.
    Por último una reflexión: ¿se han parado a pensar cuántos millones de euros han costado (nos han costado) la elaboración y difusión de todas las guías, normas y manuales sobre lenguaje no sexista elaboradas por ayuntamientos, consejerías, universidades y sindicatos? Se me ocurren muchos asuntos mucho más importante en los que haberlos invertido. Asuntos de mucho más calado. Sin duda.
    Y perdónenme de nuevo si no dedico ni un minuto más a este tema.

    • Yolanda Gándara

      No creo que a nadie incumba cómo llamas a tus hijos en tu casa ni pretenda cambiarlo, Alberto. Más bien se trata de que tus hijas sean tratadas por igual que tus hijos por todas las administraciones, la escuela, la empresa, etc.
      Yo también recomiendo la lectura del informe http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000040.nsf/(voanexos)/arch50C5BAE6B25C8BC8C12579B600755DB9/$FILE/Sexismo_linguistico_y_visibilidad_de_la_mujer.pdf en el que no he querido profundizar más en algunos detalles hirientes (como hablar de si también tendremos que decir perros y perras) sobre todo para quienes Bosque es toda una autoridad y hemos estudiado recurriendo a su obra.

      • Alberto Olmos

        Gracias Yolanda por leer mi entrada.
        Por mi parte, si un día constato que una institución, organismo o individuo trata de manera discriminatoria o inadecuada a cualquiera de mis hijos (no puedo evitar referirme a ellos de esta manera) haré todo cuanto esté al alcance de mi mano y más para resarcirlos, tanto si se trata de ellas como de él.
        Pero de momento, la única organización con la que mis hijos han tenido algún trato (a parte del registro civil, sanitario y poco más) es el colegio los mayores y la guardería la pequeña y, como no podría ser de otra manera (¿o sí?), hasta la fecha los han tratado por igual a los tres y al resto de sus compañeros. Al menos yo no he notado diferencia alguna. Y si no fuese así entonces sí que alzaría mi voz y movería cielo y tierra.
        Pero si la diferencia en el trato hacia ellos estriba en algo del estilo de que al AMPA (antes APA) le falta una «A» para que la asociación sea de «Madres y Padres de Alumnos y Alumnas», por poner un ejemplo, nos encontramos de nuevo en la casilla de salida: discursos y posturas tendenciosas, desconfiadas, partidistas e interesadas y polémicas y esfuerzos fútiles y en vano.
        Y todo artificial. Muy artificial.

        Saludos cordiales.

        • Manuel Benet

          Alberto,

          Las cosas no son como son por casualidad. El género masculino se emplea para el plural no sólo por economía lingüística sino también porque la historia de la Humanidad se ha escrito en términos eminentemente androcéntricos. Si esto está cambiando, como al menos cabría esperar, cabe plantearse si los usos lingüísticos heredados merecen una revisión. ¿De verdad no es algo que merezca reflexión?

          Como ya te comenté, el lenguaje delimita nuestra visión del mundo, al mismo tiempo que refleja el mundo en el que vivimos. Estos debates y planteamientos que les chirrían a muchos no se producirían si los médicos continuasen siendo los hombres y las mujeres las enfermeras. O si los pilotos continuasen siendo hombres y las mujeres las azafatas. O si los directivos fuesen los hombres y las mujeres las secretarias.

          No sé si un día podrás constatar que a tus hijas y a tu hijo la sociedad los trata de manera diferente. Espero que para entonces la situación haya avanzado lo suficiente para que ellas puedan optar a los mismos cargos y salarios que tu hijo. Para que no tengan que ver cómo las mujeres son exhibidas en los anuncios como un objeto de reclamo. Para que no sean bombardeadas con publicidad machista o tengan que responder a cánones de belleza que les exigen estar siempre bellas, delgadas y jóvenes. O para que los anuncios de detergentes, cuidado de los niños, limpieza o supermercados se dirijan indistintamente a hombres y mujeres, y no sólo a éstas.

          Por último, no olvides que el lenguaje es una construcción humana artificial y por tanto adaptable a los usos y necesidades de los hablantes.

      • Alberto Olmos

        Una última reflexión: si a nadie incumbe cómo me dirija a mis hijos en casa ni pretende cambiar la forma en que lo hago… ¿de qué estamos hablando? Dicho de otra forma: ¿cuál es si no el objetivo y la razón de ser de las guías analizadas por Ignacio Bosque y otras similares? ¿Acaso debo utilizar una forma de expresarme en casa y otra fuera de casa?

        • Manuel Benet

          El objetivo es el ámbito público, sin olvidar que éste influye en el privado.

          Por ejemplo, quizá nadie utilice el término «Personas con diversidad funcional» en el ámbito privado para referirse a las personas con discapacidad, pero el uso de «minusválido» cada vez es menos usado incluso en ese ámbito por las connotaciones peyorativas que presenta.

          Tu podrás llamar a tus hijos utilizando el plural masculino o femenino dentro y fuera de casa, pero eso no es aplicable a un académico, un periodista, un político, etc., cuya comunicación no se limita al ámbito privado.

          • Si algún día me quedo cojo, y voy por ahí diciendo que soy un tipo con diversidad funcional en una pierna, por favor que me lleven a urgencias y me hagan un escáner, por que quizá tenga también una lesión cerebral y no la hayan detectado.

          • Alberto Olmos

            Manolo:
            Perdóname pero algunos de tus planteamientos y reflexiones no dejan de parecerme una auténtica chorrada.
            Lo importante es el hecho de que actualmente haya mujeres piloto, médicos o directivas con mucha responsabilidad (como mi mujer antes de que pasase a engrosar las listas del paro) y no como hace unos pocos decenios.
            Pero eso no tiene nada que ver con que yo no pueda llegar a una reunión de empresa o a una clase en un curso posgrado y saludar con un educado y alegre «¡Buenos días a todos!» sin correr el riesgo de que alguien como tú me diga que he actuado incorrectamente y/o me tache de machista. Lee otra vez el principio de mi entrada, donde explico que cocino, lavo, plancho, etc., etc. tanto o más que mi mujer y verás que estoy lejos de serlo.
            ¿Acaso tal saludo es diferente de un «Buenos días a todo el mundo» o de un coloquial «¡Hola gente!»?
            Tú exprésate como quieras pero permíteme a mí que elija seguir expresándome como siempre, como me enseñaron mis padres y mis profesores del colegio El Pilar (antes colegio de chicos y ahora mixto desde los tres años, que es sin duda lo importante).

            • Yolanda Gándara

              Yo lavo poco, así que debo de ser machista. Cosa que no me importa reconocer porque he crecido en una sociedad machista y cuesta ir despojándose de lo aprendido. Pero no creo que el diagnóstico se pueda basar en lo que lavo.

              • Alberto Olmos

                Y yo plancho poco Yolanda, muy poco, pero te aseguro que no soy nada machista, más bien al contrario.

                • Yolanda Gándara

                  Pues yo creo que yo sí, e intento corregirlo cuando me encuentro algún tic.

                • Manuel Benet

                  Alberto, todos somos un poco machistas. Algunos más, algunos menos.

                  • Manuel Benet

                    Lo que podría también repetir como

                    «Todas somos un poco machistas. Algunas más, algunas menos.»

                    ¿Te suena raro?

                    • Yolanda Gándara

                      A mí me suena muy adecuado, Manuel. Los genéricos que con más razón deberíamos desdoblar es «feministas» y «machistas» para hacer visible la no discriminación.
                      En mi percepción personalísima, que no tiene ningún valor más que el testimonial, no creo reconocer un número mucho mayor de hombres que de mujeres con un machismo asumido. Igual que un hombre puede afirmar que no es machista porque limpia (lo que ensucia) te puedes encontrar una mujer que sostiene lo mismo de su pareja porque comparte tareas que asume propias.
                      Por otra parte hay muchísimos hombres abiertos a reflexionar sobre esto, sin embargo, las mujeres suelen escudarse en que, como tales, no pueden ser sospechosas de ser machistas y son más cerradas. De hecho, lo primero que anteponen las mujeres como argumento es su sexo.

                • El problema no es que sea o no machista. Lo alarmante es que deja claro que ni siquiera sabe en qué consiste serlo.
                  A mí me convencerá el día en que una de esas fotos de mujeres picaras que ilustran las entradas de su blog sea de su madre, su mujer, su hermana (o de sus hijas cuando sean mayores)
                  Diablos! Tampoco imaginaba que tuviese en tan alta estima las valoraciones (por unanimidad) de la Señora Academia

                  • Alberto Olmos

                    Hola.
                    Soy Alberto Olmos. Pero no el Alberto Olmos nacido en Segovia y de profesión escritor si no el Alberto Olmos nacido en Valencia y de profesión Informático de Sistemas. Y no tengo blog. Al menos de momento.
                    Tampoco soy Juan Manuel de Prada (¡qué honor haberle recordado a Nieves a este señor!).
                    Mi madre era muy guapa de joven y tenía muy buen tipo pero ahora es una persona muy mayor y no está como para salir en fotos pícaras.
                    Pero si mi mujer o más adelante alguna de mi hijas quisieran hacerlo no veo por qué no podrían.
                    Y mi hijo también, por supuesto. ¿Acaso no hay igualmente publicidad con guapitos, guapetones, musculitos, chulazos, triunfadores hombres de negocios, etc., etc.?

            • Manuel Benet

              Alberto,

              Nadie te ha dicho que no te expreses como quieras. Estos debates no intentan obligar a nadie a utilizar uno u otro lenguaje. Utilizando el mismo ejemplo anterior, puedes seguir usando «minusválido» y nadie te va a crucificar por ello, pero no dejas de transmitir que esa persona es «menos válida» que otras.

              Ahí radica la importancia de no disociar el lenguaje de la realidad social. Cuando dices un «Hola a todos» no estás utilizando las palabras por casualidad sino influido por una visión del mundo que ayudas a perpetuar. ¿Tienes que decir «Hola a todo el mundo» o «Hola a todos y todas» o «Hola gente»? No necesariamente. Pero debes ser consciente de lo que transmiten las palabras.

              Nadie te ha tachado de machista, pero te darás cuenta de que tus palabras traicionan tu propio argumento. No se te puede considerar machista porque cocinas, lavas, planchas, etc., lo que supone por oposición reconocer que esas tareas las realizan las mujeres. En definitiva lo único que consigues es poner de manifiesto una realidad: que al final de la película, es la mujer quien lava, cocina, plancha, etc. Estoy de acuerdo en que eso podría (condicional) ser simplemente una constatación de la realidad social, pero lleva implícita la asunción de que esa realidad es machista.

              Cocinar, planchar y lavar no implica no ser machista. Es más, afirmarlo es simplificar mucho el problema e ignorar su verdadera magnitud. Darle la vuelta a todo eso es mucho más complicado que hacer las tareas cotidianas: implica cambiar tu forma de ver el mundo e interactuar con él. Cambiar o eliminar totalmente los patrones de comportamiento machista puede llevar toda la vida, porque éstos están incorporados a valores personales muy básicos que hemos mamado desde pequeñitos. De hecho, creo que no conozco a nadie que no tenga, en alguna faceta de su vida, ideas, comportamientos o hábitos que estén influidos por una visión machista, androcéntrica y patriarcal.

              El tema excede con mucho el propio lenguaje, pero éste es un mecanismo de transmisión de ideas que no puede dejarse de lado.

              Por otro lado, te aconsejo echar un vistazo a las estadísticas de mujeres en puestos de responsabilidad. Son datos muy esclarecedores.

              • Pelafustán

                Hola, Manuel.

                Aunque el comentario no está dirigido a mí, quería aportar algo al debate.

                Creo que se sobreestima la importancia que tiene el significado literal y el origen de palabras o expresiones, dando por supuesto que el usuario de dichas fórmulas las aplica en función de dichos parámetros, y que se trabaja constante y conscientemente con lo que hay detrás de cada palabra.

                Me cuesta creer que cambiando «minusválido» por otra palabra más acorde con nuestra actual sensibilidad, dicho colectivo reciba un trato más justo. De la misma forma que no conozco ateo alguno que vea necesario desprender del «adiós» (que proviene de «a dios te encomiendo»), que no diga «este tío peca de soberbio» (por ser el verbo «pecar» de origen cristiano) o que los aficionados al sexo anal prescindan del muy sonoro «que te den por culo» por considerarlo peyorativo e injusto para tal práctica. De la misma forma, cuando alguien dice «hola a todos», las mujeres presentes se dan por aludidas en el 99% de los casos.

                Acerca de otras cuestiones que abordas en tu mensaje, pienso que recurres en exceso al tan socorrido patriarcado y machismo coyuntural para explicarlo todo, parece un comodín que permite dar carpetazo a cualquier asunto de esta índole sin analizarlo fríamente. Recomiendo la lectura de este análisis sobre la igualdad de sexos; lo encuentro muy mesurado y fino en su análisis, lejos del histerismo habitual en la mayoría de comentarios de ambos «bandos» (huelga decir que lo mismo se aplica tanto a tu comentario como al texto de Yolanda). Éste es: http://www.matracas.org/escritos/goodaboutmen.html.es

                Un extracto del texto que habla acerca de la falta mujeres en puestos importantes: «El fallo de esa mentalidad está en fijarse sólo en la cima. Si por el contrario miramos hacia abajo al fondo de la sociedad, encontramos ahí también sobre todo hombres. ¿Quién está en prisión, alrededor del mundo, como criminales o prisioneros políticos? La población en el Corredor de la Muerte nunca se ha acercado al 51% de mujeres. ¿Quién vive en la calle? De nuevo, sobre todo hombres. ¿A quién usa la sociedad para trabajos malos o peligrosos?»

                Un saludo.

                • Pelafustán

                  Lamento los errores de mi texto, no pude revisarlo y me acabo de dar cuenta de que le hubiera hecho falta un repaso.

                • Hola Pelafustán,

                  Efectivamente, las personas no hablamos analizando constantemente cada palabra y fórmula utilizada, pero no podrás negar que eso tiene cierta relación con la realidad social. Efectivamente, decir «discapacitado» (evito a propósito decir «persona con discapacidad funcional») en lugar de «minusválido» no implica un trato más justo, pero sí que refleja una visión social distinta a la que se tenía de este colectivo hace treinta años. Ahora coge el término «subnormal». ¿Puedes decir lo mismo respecto de ese término? De cualquier modo, si te fijas, ningún ejemplo de los que has puesto hace referencia a términos utilizados para identificar a personas o colectivos.

                  Respecto al patriarcado, no creo (podría equivocarme) recurrir a éste como argumento, sino más bien como apoyo. Cualquiera de los anteriores comentarios serían igualmente válidos eliminando dicha referencia. De cualquier modo, poner en duda dicho aspecto creo que muestra poco análisis de la realidad social. Admito que aunque tú no lo cuestionas directamente, creo intuir que sugieres que éste no es real.

                  He leído el texto que comentas, y lo primero que me ha llamado la atención es la total ausencia de citas o referencias. No obstante, entiendo que éstas son proporcionadas en el libro en el que desarrolla dichos argumentos. Por otro lado, que el hombre tenga predominancia en la cúspide de la pirámide así como en el fondo, y que tenga predominancia en trabajos peligrosos puede utilizarse tanto para el argumento de Baumeister como para el que defiende que la mujer ha sido arrinconada socialmente al ámbito más privado (y no por propia elección). De hecho, sus argumentos pasan por alto, como hace Larry Summers, las condiciones históricas y sociales de los últimos siglos, como el hecho de que la incorporación de la mujer a la vida universitaria y científica no se haya producido hasta hace muy pocos años.

                  En cualquier caso, te referencio a una revisión del texto que proponías, con cuyas conclusiones (como podrás suponer) estoy bastante más de acuerdo: http://metapsychology.mentalhelp.net/poc/view_doc.php?type=book&id=6204

                  «Baumeister ignores the fact that feminists have theorized about motivational questions as well. It is clear that there are differing directions of motivation between men and women. This assertion is so trivial, one wonders how anything Baumeister says about it could be imagined to be «radical». But feminists have gone on to examine the possible causes, most of which Baumeister simply ignores, such as the effects of varying degrees of rigidity in gender roles, the penalties for transgressing their boundaries, and even the simple absence of female role models in a particular field.»

                  Esto describe de manera acertada una visión bastante común sobre el feminismo. Por su propia «radicalidad», es frecuente que se considere éste como una disciplina/teoría/planteamiento secundaria y marginal, cuando la realidad es que cuenta con análisis de gran profundidad y complejidad y académicos de primer orden.

                  Por cierto, ¿qué te viene a la cabeza cuando piensas en «académicos»? ¿Hombres o mujeres?

                  • Pelafustán

                    Hola de nuevo, Manuel.

                    El problema que tiene cambiar términos ampliamente aceptados por otros supuestamente menos ofensivos es lo sencillo que resulta caer en la condescendencia y crear eufemismos directamente humillantes. Tienes razón en que mis ejemplos no han sido los más adecuados, mea culpa. Trataré de volver sobre el tuyo: si uno dice «diversidad funcional», parece estar refiriéndose a alguien que decide andar a la pata coja por mero capricho, en vez de, a lo mejor, a un parapléjico. Y, si yo fuera este último, no me sentaría muy bien esa forma de quitarle hierro a mi problema, llegando a tergiversar y a insinuar tácitamente que lo que no es ni más que menos que una seria jodienda consiste en un mero asunto de «diversidad». Ídem para los «pobres», que pasaron a ser «desfavorecidos», y después «menos favorecidos»; es decir, que han sido favorecidos, pero no demasiado. Que a lo mejor tienen un adosado en vez de una mansión, o algo así.

                    En cuanto a «subnormal», no es un término que a mí me haya gustado nunca, desde luego. Lo que no entiendo son las objeciones al clásico «mongol», que, si no me equivoco, simplemente hace alusión al parecido de sus rasgos con los de la gente de Mongolia, y no logro apreciar qué hay de ofensivo en él.

                    En cualquier caso, ¿cómo se determina que algo es ofensivo y debe cambiarse? ¿En qué punto algo es un mero berrinche de un tiquismiquis? No sé, pongamos que la gente sin trabajo considera ofensiva que la llamen «parada», que parece insinuar que están vegetando y haciendo el vago. O cuando se llega a cosas de este tipo: http://leyendosinrigor.blogspot.com.es/2011/01/mark-twain-victima-de-lo-politicamente.html

                    En cuanto al artículo que enlacé, acepto las críticas que propones. Es posible que peque de ser de trazo grueso (aunque no he leído el libro completo) y desdeñe circunstancias sociales relevantes, como la reciente incorporación femenina al ámbito académico. He leído también la crítica del libro de George Williamson que propones y, aunque es cierto que el libro incurre en la falacia del hombre de paja (o strawomen, jeje), esta frase me parece muy cobarde: «Much of what Baumeister has to say may have some truth to it, but whatever truth there is, is quickly lost to the pointlessness of criticizing theories that feminists do not hold.» Vamos, que el tipo dice cosas ciertas o al menos interesantes, pero, con la excusa de que el autor no entiende el feminismo, pasa de enfangarse analizándolas.

                    El problema es que, aunque el libro de Baumeister sea imperfecto, muchos de los puntos que el comenta quedan fuera del debate sobre la igualdad de géneros. Muchas de sus afirmaciones no son, en efecto, «radicales» ni revolucionarias; sin embargo, plantearlas siquiera se considera en muchos ámbitos (hablo de España) un tabú que prácticamente le encasqueta a uno el sanbenito de «machista». Y en los estudios de género -conozco de primera mano a gente implicada en ellos-, cosas como el factor motivacional son prácticamente desdeñadas automáticamente.

                    En efecto, la palabra «académicos» me hace evocar a hombres. Pero esto ocurre porque, a día de hoy, éstos predominan sobre las mujeres. Cuando la tendencia cambie o incluso se revierta -y es posible que lo haga-, me sugerirá un grupo heterogéneo, sin necesidad de decir «académicos y académicas». También la palabra «delincuente» me trae a la cabeza a un grupo masculino.

                    Un saludo.

                    • Manuel Benet

                      Hola, Pelafustán

                      Efectivamente, en muchos casos el cambio de terminología puede provocar la creación de eufemismos. Sin embargo, sería necesario entrar a valorar cada uno de los términos por separado, ya que algunos responden a realidades mientras que otros muchos de ellos son manipulados y utilizados políticamente. También es necesario tener en cuenta que la adopción de términos no se produce del día a la mañana sino a lo largo de varios años; el término «diversidad funcional» se propuso en 2005 pero no es hasta hace muy poco que empieza a oirse más. Su intención es la de poner de manifiesto que «a pesar de» sus problemas físicos o psicológicos las personas pueden tener diferentes habilidades. Por ejemplo, una persona con discapacidad intectual puede tener una mayor capacidad que tú o yo para la realización de tareas mecánicas repetitivas, o una persona a la que le falta un brazo ser mejor en el cálculo analítico. Si Stephen Hawking, uno de los principales científicos del siglo XX, es una persona con discapacidad, lo mismo podríamos decir de muchas otras personas. Otro ejemplo del lenguaje en este ámbito es el uso de «persona». No es correcto decir «discapacitado» sino «persona con discapacidad» debido a que el primer término define a la persona desde el punto de vista de su discapacidad. Es un tema complejo, pero eso no significa que el lenguaje no tenga una función social crítica para la transmisión de ideas y el modelado de la sociedad, a la vez que refleja nuestra realidad.

                      No sé cómo se determina lo que es ofensivo. En algunos casos puede ser obra de la manipulación o la creación de discursos interesados pero en otros son los propios colectivos a través de la reflexión, congresos, estudios, publicaciones, etc.

                      No voy a entrar en los aspectos motivacionales porque para ser sincero, no conozco con la suficiente profundidad los estudios de género. Es posible, efectivamente, que tenga parte de razón en ese punto, pero mi impresión es que el texto de Baumeister parte de una situación (la actual) y lo construye todo desde el punto de vista motivacional (su teoría). Si bien se puede aceptar que la motivación haya influido en la construcción de los roles de género, no es descartable que esa motivación haya sido moldeada a su vez por un contexto de ausencia de libertad. Dicho de otra manera, si partimos de un ámbito de represión social y cultural, a la mujer no le quedó otra opción que desarrollar tales motivaciones.

                      Parte del problema o de la discusión reside en lo que comentas. Si bien predominan realmente los hombres sobre las mujeres en el ámbito académico y científico, ¿se puede decir lo mismo de los méritos o el talento? Si echamos un vistazo por ejemplo a la RAE, encontramos con que la incorporación de mujeres es muy tardía (1978) y aun hoy en dia no llegan al 20%. ¿No hay escritoras, lingüistas, o estudiosas del español suficientemente válidas para la Academia? Me cuesta mucho creerlo.

                      Por último, es cierto que «delincuente» también trae a la cabeza un grupo de hombres; no creo sin embargo que ninguna feminista esté a favor de quedarse sólo con los términos «positivos». Sea como fuere, eso apoya la teoría de que el lenguaje delimita la imagen del mundo a la vez que refleja la realidad. Por tanto, si esto es así, el uso del masculino como plural genérico puede entenderse que en general, actúa como modelador de los roles de género y los usos sociales.

                      Un saludo.

                    • Te respondo abajo, Manuel, que aquí ya no me deja hacerlo.

  35. Acostumbrado al fin del mundo

    Cuanta tentación de entrar en el debate, insultar a algunos y ponderar a otros, faltar el respeto, burlarme y sacarle el jugo a vuestra indignación. Pero prefiero manifestarme moderadamente a favor de las palabras que forman parte de este artículo, y matizar que el sexismo en el lenguaje a veces se manifiesta de forma mucho más marcada que en los territorios en los cuales discute la nota. Por eso las puertas para la discusión quedan abiertas de par en par sobre los genéricos y sobre lo oportuno o no de referirnos a las mujeres dentro de la medicina, la abogacía, o el resto de los casos mencionados. Creo oportuno sí que hay manifestaciones del lenguaje que inexorablemente deben ser corregidas, como el uso despectivo sobre todo en el campo de la diversidad sexual. El lenguaje puede y de hecho se usa para discriminar de forma negativa y eso ni es novedad ni es discutible, según pienso desde mi monarquía absolutista.
    Pero vengo a colaborar con un ejemplo que me encontré una vez, indagando sobre la palabra “ninfómana”: mujer que padece ninfomanía. Es decir: furor uterino. Y acá terminan las definiciones. No hay una definición similar para el hombre, “ninfómano” no existe. Existe “ninfomanía”, pero en el hombre se habla de “satiriasis”, o la mucho más convenientemente “ginecomanía”.
    Si hablamos de economía del lenguaje y nos ponemos a diferenciar la adicción al sexo para las mujeres de una forma, y para los hombres de otra, no sea cosa que se manchen mutuamente, me parece que por esta zona podemos hacer algo al respecto. Es cierto que no se me ocurrieron otros ejemplos que este, pero también es cierto que no pensé en ningún otro por pura comodidad, hipocresía y pereza.
    No quería dejar pasar la oportunidad de volcarlo por acá, solo porque sí.

    • Yo había leído no sé donde que el masculino de ninfómana es … hombre.

    • Fulgencio Barrado

      También pudiera ser que son biologías diferentes. Si la ninfómana es una mujer con furor uterino, no puede existir término para el caso masculino, por imposibilidad biológica.
      No nos pasemos, no se puede extrapolar todo. Hay cosas que son propias de la mujer o del hombre, según que casos. No hay mujeres circuncisas, que yo sepa.

  36. Arcimboldo

    La campaña de Turespaña «Spain Marks» fue mal interpretada, como tantas y tantas cosas. La misma campaña contaba con fotos representativas de todo tipo de «marcas» que la experiencia del viaje dejaba en el turista. Turista que se representaba de muchas maneras: niño, hombre, mujer, anciano, etc. ¿Por qué no se criticó como sexista una foto de la misma campaña que reflejaba «la huella»producida por una cornada en el vaquero de un varón que acude a los Sanfermines, dejándole el glúteo al aire?
    Por otra parte, la cortedad imperante en el debate público interpretó la fotografía que expone el artículo como una promoción de España como destino de turismo sexual, cuando lo que refleja, como se ha dicho, es la huella que la experiencia turística deja en el visitante (turista que toma el Sol y vuelve a casa con la marca del bañador).
    Si se considera esa foto sexista, sacándola de todo contexto, la mujer debería desaparecer de TV y revistas. Algo así como lo que supongo ocurre en Arabia Saudí.
    Si el artículo pretende ser tomado en serio debería tomar en consideración estos detalles.

  37. Yolanda Gándara

    Pues sí, no sé cómo pudo interpretarse como sexista una campaña en la que salía de todo y todo marcado como corresponde: la mujer con su tanga, el hombre con su cornada…

  38. Darkjaegerz20

    Perdon si me paso de facha, fascista o ultraderechista o iluminati pero…

    Luchar para que por cada profesión, termino o cualquier palabra en el ambito publico se use la versión femenina para dignificar a la mujer es el equivalente a luchar contra el maltrato animal prohibiendo que a los perros se les llame «pulgosos» o «pocas pulgas»

    Creo que hay formas mas efectivas, reales y que realmente dan resultado en la vida real para dar igualdad a las mujeres mas que exigir utiliza la versión femenina de cada palabra.

  39. Una amiga funcionaria me contó que su jefe, hablando con los de su oficina dijo «portavoza» refiriéndose a una mujer. Mi amiga le explicó que se dice que se dice portavoz. Él le dijo que no, que la voz es una palabra femenina.

    Por cierto, ¿cómo va a ser la RAE autoridad de nada, si, entre otras grandes ideas que han tenido, ahora dicen que la i griega se llama ye?

  40. Pelafustán

    (Para Manuel Benet)

    Hola de nuevo.

    A ver, estoy de acuerdo contigo en la precisión que haces acerca de algunos términos, como el de «discapacitado». En donde diferimos es en que yo considero que no es necesario ser tan tiquismiquis y papista que el papa. ¡Por supuesto que una persona discapacitada lo es en algo concreto, y no necesariamente en el conjunto de su persona! Lo que ocurre es que yo presupongo en el oyente o lector de la palabra «discapacitado» la mínima sensibilidad necesaria para que comprenda que un discapacitado no es peor ni menos persona que él o que yo por el hecho de serlo. Y, cuando esto no ocurre, es porque la persona en cuestión es un gañán o porque la sociedad es injusta con dicho colectivo. La percepción sobre lo que una palabra significa no hay que buscarla en lo que dice literalmente, porque eso cambia con la sociedad y el tiempo. Y encuentro que no tiene sentido desplegar cada término ambiguo o potencialmente ofensivo sólo porque existan individuos que piensen de forma torcida. Hacer una criba terminológica y desplegar el sentido de cada término para subsanar esto me parece de locos, aunque, faltaría más, entiendo y respeto tus intenciones al hacerlo.

    En cuanto a las motivaciones y el género, yo también estoy muy lejos de tener una opinión formada y sólida sobre el tema, probablemente me falten lecturas. También es cierto que es un campo de batalla en el que abundan los estudios sesgados y las opiniones esquinadas, lo cual no contribuye precisamente al debate. Hace tiempo vi un documental que me pareció bastante interesante, y que te enlazo por si quieres echarle un ojo: http://www.youtube.com/watch?v=2sblNk2aPzE

    Es verdad que hay instituciones en cuyo seno se encuentran muchas menos mujeres de lo que sería cabalmente esperable, y es posible la RAE sea una de ellas. De todas formas, no he estudiado ese caso en concreto, aunque trataré de informarme acerca de qué criterios concretos han aplicado para desestimar a mujeres que potencialmente podrían formar parte de ella.

    Me parece, eso sí, que eres ingenuo cuando dices: «no creo sin embargo que ninguna feminista esté a favor de quedarse sólo con los términos ‘positivos'». A ver, ¿en serio? Hombre, que me digas «no todas», vale, pero las evidencias -todos los artículos acerca de revisiones terminológicas- indican que a una parte mayoritaria de ellas ni siquiera se le ha pasado la idea de que los estereotipos o términos negativos asociados al hombre sean revisados.

    Un saludo.

    • Hola Pelafustán,

      Creo que en relación al uso del lenguaje, tenemos algunas discrepancias más o menos insalvables, pero estoy contigo en que llevar el análisis de cada término al extremo conduce a situaciones probablemente ridículas. La diferencia entre nuestros puntos de vista es dónde está ese extremo :)

      En relación con el documental, a pesar de ser ligeramente tendencioso (desde el principio da la sensación de querer llegar a un punto; imagina el caso en el que cogemos a varias eminencias en estudios de género y a dos investigadores del ámbito biológico no demasiado brillantes y montamos un documental), me ha parecido muy interesante de cara a los aspectos motivacionales que comentabas. Si existe un germen biológico, entonces los factores motivacionales tienen una base para el hecho de que los hombres se dediquen a unas profesiones y las mujeres a otras. Sin embargo, si bien puede existir una tendencia biológica de las mujeres hacia trabajos más sociales y de los hombres hacia trabajos más técnicos, eso explica sólo una parte de la ecuación: la ausencia de mujeres en trabajos técnicos y la de hombres en trabajos «sociales». Sin embargo, ¿qué ocurre con profesiones que carecen de un componente técnico (política, abogacía, medicina, etc.) y sin embargo son mayoritariamente ocupadas por hombres, especialmente además en los cargos de mayor importancia? (De los 9 presidentes del Constitucional desde 1980, sólo hay una mujer, y de los 12 miembros actuales, sólo 2 son mujeres (2013); en el Tribunal Supremo, sólo desempeñan su labor un 8,11% de mujeres, en la Audiencia Nacional trabajan un 36,51% de mujeres y en los Tribunales Superiores de Justicia un 29% (2009)) Ahí es donde entra de nuevo la influencia de los roles de género como elemento cultural.

      ¿Son los roles de género perjudiciales de por sí? Quizá no lo sean en realidad (seguramente aquí esté diciendo una barbaridad y algún estudioso de la teoría queer tenga ganas de matarme). Simplificando mucho, incluso si los roles de género hiciesen que las mujeres se dedicasen exclusivamente al cuidado de las personas y los hombres a los aspectos técnicos, eso no tendría porqué ser un problema siempre que exista igualdad entre trabajos de uno u otro tipo. Es decir, pensemos una sociedad en la que los hombres se reparten de manera exclusiva unos trabajos y las mujeres otros. En realidad, no está tan lejos de lo que era nuestra sociedad hace unos años, si consideramos el cuidado de los hijos y de la casa como un trabajo. El problema de esta realidad surge cuando se valora social y económicamente más a un hombre ingeniero que a una mujer que cuida personas mayores o de sus hijos, o se considera «mejor» ganar el dinero a través de un trabajo que estar cuidando de la casa, o cuando las profesiones que están «en el lado» de los hombres tienen mayor importancia social que las de las mujeres. Entonces es cuando los roles de género constituyen un problema.

      Hay al menos dos soluciones a esto: la primera asume que la valoración social y económica de los diferentes trabajos es un factor invariable. Es decir, vivimos en una sociedad que valora la tecnología por encima de otros valores (¿más humanos?), lo que implica que un hombre ingeniero siempre cobrará más que una mujer que cuide enfermos. Digamos que las cosas son así y punto. En este caso, la solución pasa por que la mujer acceda a trabajos reservados al hombre, a través de la modificación de los roles de género. Este sería el ejemplo de la India que aparece en el documental (creo que lo menciona el investigador americano).

      La segunda solución pasa por conseguir modificar la percepción social y económica de los trabajos ocupados por mujeres, de manera que los cuidados a ancianos se valoren tanto como los trabajos con alta componente técnica. Es decir, cambiemos la sociedad para que los trabajos más relacionados con las personas tengan la misma valoración que los tecnológicos. Entiendo por el documental que este puede ser el caso de Noruega, al hablar de la libertad para escoger, aunque no tengo cifras económicas. Sin embargo, en la mayor parte del mundo occidental, creo que es evidente que un ingeniero está mejor considerado (al menos económicamente, de eso no hay ninguna duda) que una mujer que trabaja cuidando discapacitados.

      El aspecto biológico es muy interesante desde un punto de vista. Cuanto mayor sea éste frente a los factores culturales, menos libertad hay para alcanzar la igualdad de género por la vía de la modificación de los roles de género. Es decir, supongamos que el componente biológico es, exagerando mucho, un 90%. En este caso, una sociedad que realmente desease alcanzar la igualdad, debería descartar el argumento de que las profesiones técnicas son más «rentables» o «productivas» y «sugerir» a las mujeres a dedicarse a ellas (cuando la biología no las ha preparado para ello). A mayor grado de determinación biológica y por tanto motivacional, más fuerte es la necesidad de que el cambio se produzca no por la «invasión» de la mujer en los ámbitos productivos masculinos sino por un cambio en los valores sociales.

      Por último, sí, sinceramente creo que las mujeres feministas reivindican no sólo el «desdoblamiento» de los términos positivos sino también de aquellos negativos.

  41. Solo echo en falta la participación de Juan Manuel de Prada, o es que ahora escribe bajo el nombre de Alberto Olmos?

  42. Otra cosa interesante es reflexionar en por qué sí se usa el femenino como genérico cuando se habla de cosas «desagradables» que es mejor representar como propias de mujeres.

    No sé si han tenido ocasión de ver un anuncio en televisión de un producto contra el extreñimiento (creo que es de Fave de Fuca). La voz en off que nos explica los beneficios del laxante habla en femenino (algo tipo «En ocasiones nos econtramos extreñidas»), pero hasta donde yo sé el extreñimiento es un problema que afecta por igual a hombres y mujeres.

    Me gustaría saber si a todos esos que insisten tanto en el uso del masculino como genérico les ha ofendido la flagrante incorrección que se comete en ese anuncio, o si tan siquiera han reparado en ella.

    • Alberto Olmos

      Según la FEAD, el estreñimiento es el doble de frecuente en las mujeres que en los hombres. Ésa podría ser una explicación.
      Por otro lado, viene a mi memoria, así a bote pronto, un anuncio televisivo de Flumil, un mucolítico utilizado para fluidificar las secreciones bronquiales excesivas o espesas, protagonizado por un hombre cuarentón como yo.
      Desconozco si la congestión por mucosidad bronquial afecta por igual a hombres y mujeres o si los hombres somos más propensos. En cualquier caso, y a título personal, nunca le encontré ningún problema al anuncio en cuestión.

  43. Habiendo sido traductor institucional durante casi treinta años, he acumulado una cierta experiencia en estas cosas del lenguaje. Hubo una época en que el jefe de la traducción ES del Tribunal de Justicia europeo imponía la palabra «Abogado», así, con mayúscula inicial y en masculino, para especificar la correspondiente profesión de la persona citada en las sentencias fuera esta del sexo que fuese. Un capricho basado en el hecho de ser él abogado. Pero si se citaba a un médico, el traductor ya era libre de ponerlo con minúscula y de especificar el sexo…
    Estoy de acuerdo con lo de escribir «ingeniera», «procuradora», «topógrafa» o «camionera» (son ejemplos). Incluso «presidenta», que ya sé que no es correcto. Pero no «cancillera», «jueza» o «floristo». Tampoco me parecen útiles las redundancias como «los vascos y las vascas» tan repetidos por según quienes.
    Y dicho esto, lo que echo de menos en el artículo es una conciencia de lo que podríamos denominar el «espíritu Harry Potter»: es decir la de saber que no por mucho repetir fórmulas se cambia la realidad. Creo que para que la relación entre los sexos deje de ser patriarcal hay que ir mucho más allá de las fórmulas mágicas. En lo que llevamos de siglos desde que se empezó a reivindicar la igualdad entre los seres humanos, ha conseguido más Clara Campoamor (sin el apoyo de sus colegas Nelken y Kent) que todos los intentos de cambiar el diccionario

  44. Yolanda Gándara

    Es normal que eches de menos la conciencia de lo que podríamos llamar (si tiene algún seguimiento tu propuesta) «el espíritu de Harry Potter», porque no me la localizo.
    El texto está centrado en aspectos gramaticales; evidentemente creo que el habla tiene una influencia en nuestros actitud y viceversa, pero no quería dispersarme ampliando demasiado el tema.

    • En efecto, el «espíritu Harry Potter» es el que domina en esa doctrina elaborada para intentar cambiar la realidad con formulas mágicas. Hasta que no se den cuenta sus seguidores de que la magia no existe, de que son las acciones las que traen los cambios y no las «Abracadabras» con las que se pretende hacer visible a la mujer, no empezarán a actuar: no es el habla lo que rige la acción, sino «viceversa».

  45. condeso lucanor

    «Dentro de cien años no habra ni hombres ni mujeres, solo gilipollas». (Trainspotting)

  46. Yolanda Gándara

    Ya se me había ocurrido desarrollar esa idea en el artículo, pero me quedaba un poco ordinaria.
    «Gilipollas» no solo tiene la misma forma para femenino y masculino, sino también para singular y plural. Una joya de la economía lingüística. Podríamos acordar dirigirnos en todo tipo de discurso oral o escrito con la fórmula universal «A ver, gilipollas».

    • Y con eso ha llegado el momento de pedirte matrimonio. Eres una grande (y libre), a ver, gilipollas, cásate conmigo ya. Fuera coñas, genial artículo y geniales reflexiones.

  47. si la sociedad en general hablara para todo y en generico en femenino, las mujeres son mayoría, ya veriais como estarais indignados e intentariais cambiarlo!! pero parece ser que la academia y las reglas lingüisticas son así…

  48. el español es un idioma mal hecho desde sus inicios, en otros idiomas estas polémicas no existen

  49. Existen muchos términos que erróneamente se siguen utilizando, sin ir muy lejos las Universidades cuando entregan el grado Académico de Bachiller lo generalizan, pero en la RAE, existe la palabra BACHILLERA, para las damas y los grados académicos están mal hechos, así como también siguen utilizando la palabra FISCAL PARA ambos sexos, y la RAE reconoce FISCALA , para las damas y así un montón de cambios que se nos vienen en este año 2014, como no tildar la palabra solo, los pronombres demostrativos este, ese y aquel y otros. gracias

    • FLAVIO NEYRA OVIEDO

      YO CREO QUE ESTAMOS EN UNA MODERNIDAD DE TÉRMINOS Y QUE SI UNO NO LEE, ESTAREMOS MUY ATRASADOS. GRACIAS POR LA COMUNICACIÓN

  50. Es de mucha importancia sobre estos cambios y en donde muchos profesionales no estamos de acuerdo, asi como cuando una dama cumple su mayoría de edad se le llamatrá señora, como señor a los varones, nuestra rae acepta hasta palabras en deshuso, lo que me parece que ya no debe ser considerado, gracias.

  51. Claro que los filólogos, a pesar de tener mayoría de mujeres, nos denominamos filólogos. Es tan sencillo como que una mujer que estudia filología y se quiere convertir en científico no se deja manipular por ideologías en el análisis lingüístico. De ahí que no les suponga un problema llamarse filólogos y ser mujeres.

    Lo de «nosotros pensamos que es sexista y si tú no lo piensas es que eres machista o una mujer influida por un hombre o una mujer que no se acepta a sí misma» es despotismo ético.

  52. Creo que en vez de decir alumnos y alumnas se puede decir el alumnado. En vez de voluntarios y voluntarias el voluntariado etc. Yo me he acostumbrado a esto y me va bien.

  53. Hace tiempo me tocó de presidente de mesa electoral. Como no me habían avisado para la reunión informativa previa, pedí un folleto con las instrucciones de uso para enterarme sobre la marcha de qué iba aquello.

    Escrito en lenguaje inclusivo no-sexista y visualizante, con gran despliegue de desdoblamientos léxicos, etc., resultaba ininteligible. Y yo no tenía tiempo para traducciones porque ya había votantes madrugadores esperando para lo suyo.

    Así que el panfleto fue a la papelera, y le pedí a uno del ayuntamiento que me hiciera un resumen rápido, aunque fuera en lenguaje sexista.

    Creo que la lengua la hacen los que la hablan, de un modo natural y espontáneo, y no los ideólogos. Lo farragoso de este artículo solo demuestra la artificiosidad de su planteamiento. Y su recurso al argumento de autoridad de los «muchos trabajos realizados por organismos nacionales e internacionales» confirma mis temores: «Peligro: burócratas sueltos».

  54. Eso se llama auto-segregación. Creer que porque es machista que un plural que incluya a dos géneros sea masculino, es creerse la victima. Si hay dos mujeres y cada una es ingeniera, son las ingenieras. Si hay un ingeniero y una ingeniera son los ingenieros. Nada de machismo, uso correcto del lenguaje.

  55. cuando se muere el papá, los hijos son huérfanos y cuando se mueren los hijos, que se les dice a los padres. Gracias

  56. cuando hay en un auditorio, más cantidad de mujeres, como nos dirigimos al público.

  57. ¡Eh! ¿Y qué pasa con los pronombres personales? Porque eso de «él/ella» está muy bien, pero ¿y «yo» y «tú»? ¿»yo/ya» y «tú/ta»?

  58. Soy del de Adán, toco la guitarras y exijo que se me llame guitarristo!!!

  59. El artículo viene encabezado por esta cita «Lo que no se nombra no existe»
    George Steiner.

  60. ¿Qué criterio sigue la autora de este artículo para saltarse el desdoblamiento léxico en varios párrafos?
    ¿O no es un criterio y ocurre como de costumbre, que es tan aberrante y antinatural que es imposible seguirlo y se acaba cansando?

  61. Hace tiempo encontré este poema como introducción a un capítulo sobre género y lenguaje en un manual de lingüística. Creo que viene bien aquí.

    Myth
    ———-
    Long afterward, Oedipus, old and blinded, walked the
    roads. He smelled a familiar smell. It was
    the Sphinx. Oedipus said, ‘I want to ask one question.
    Why didn’t I recognize my mother?’ ‘You gave the
    wrong answer,’ said the Sphinx. ‘But that was what
    made everything possible,’ said Oedipus. ‘No,’ she said.
    ‘When I asked, What walks on four legs in the morning,
    two at noon, and three in the evening, you answered,
    Man. You didn’t say anything about woman.’
    ‘When you say Man,’ said Oedipus, ‘you include women
    too. Everyone knows that.’ She said, ‘That’s what
    you think.’

    Muriel Rukeyser

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