Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años, un cliente entró en un bar al azar, pidió unas bravas y se las pusieron tal y como esperaba. El hombre se sintió tan afortunado que vivió feliz para el resto de sus días. FIN.
La comisión Marca España estará orgullosa de mí por acabar así esta historia. No me parecía correcto empezar un reportaje de patatas bravas contando que el cliente se llevó un enorme chasco porque estaban blandurrias, flojas de picante y, según su señora, «aquello era una vergüenza, la salsa era de bote».
Las bravas es el clásico de las tapas. Una tapa sencilla y barata que parece no tener más secreto que freír patatas y echarles salsa picante. Sin embargo, si somos realistas, todo el mundo sabe que esa leyenda que conté al principio casi nunca acaba bien. ¿Por qué? Pues porque es más fácil que se equivoquen 14 veces en tu declaración de la renta que una ración de bravas cumpla tus expectativas a la primera.
Ahora bien, si nos ponemos a imaginar, ¿cómo serían esas patatas bravas perfectas?
Las Naciones Unidas —sí, la mismísima ONU— en un rato que le quedó una tarde de 2008 mientras decidía qué posición tomar en la guerra de Osetia del Sur, publicó un recopilatorio de recetas de patata donde reconoce las patatas bravas como un plato típico español.
Prometo que cuando me enteré de esto ganas me dieron de telefonear a la señora Naciones para pedirle la receta como quien llama a su madre. Pero, ¿qué receta me daría? Pecando de centralistas, o extremadamente generalizadores, podemos clasificar las bravas en dos corrientes: la de Madrid, donde las bravas son con la salsa roja, o la de Barcelona, donde las bravas además de la salsa de tomate, generalmente incluyen alioli.
Sin ánimo de enfrentar a las dos ciudades también en un tema como este y, por supuesto, sin esperar que la ONU deba intervenir en un conflicto menor como es si las auténticas bravas llevan o no alioli, hemos dado una vuelta por los bares de las dos ciudades y preparado una selección de los 12 más recomendables.
Que comience el clásico de las clásicas. Barcelona-Madrid: Patata brava.
*Nota importante para la afición de Barcelona: las bravas de «El Tomás» no han sido incluidas en esta selección. Si algún presente en la sala no está de acuerdo con este criterio ya puede dejar de leer, pero que no patalee, ni se indigne, ni diga que no lo advertimos.
La selección de Barcelona (galería completa en Flickr)
Bar Delicias
Ctra. Del Carmelo c/Muhlberg, 1
«¿Pero quieres bravas o suizas? La vaca suiza es mansa, la vaca brava cornea». Con esta metáfora ganadera define Pablo sus patatas. De haber sido yo un empresario de plazas me hubiera levantado de la poltrona puro en boca aplaudiéndole con los brazos huecos hasta rasgarme la americana. «Elige tú por mí, maestro», le digo cediéndole autoridad.
Todavía me dura el sofoco y la emoción. En Barcelona no le pasa a una todos los días que le pregunten si quiere tomar una brava con trapío o un batiburrillo de alioli en remojo de aceite de cayena, que si seguimos las metáforas, eso no llega ni a novillo. ¡Va por ti, Tomás!
Al lío, habíamos quedado que aquí comemos bravas. No me olvido. Devuelvo la peineta y conectamos con el estadio. Teniendo para elegir, Pablo ha decidido jugar de rojiblanco. Sale con las suizas, salsa brava y alioli.
En el Delicias las bravas se sirven con acento andaluz y base de romesco. Me atrevo a decir que no es ni bravo, ni suizo, sino una mezcla exquisita que te invita a repetir otro día. Fritura perfecta, crujientes por fuera, bien hechas por dentro, con picante moderado y un alioli suave, e increíblemente abundantes.
Lo irregular del Delicias es solo el corte de sus patatas. El resto, siempre igual, hace cinco años cambiaron de dueño, pero si no lo digo, ni se nota. La receta y la forma de hacer sigue siendo deliciosa.
Bar Bitácora
c/Balboa, 1
Cuando entras en el Bitácora seguro que le echas más años. Está tan integrado en el barrio de la Barceloneta que parece que llevase ahí toda la vida así. Pero no, tiene solo tres años y ya destaca entre las tascas veteranas. Allí encontramos una manera de cortar las patatas bravas genuina y desmedida. Enormes gajos fritos rociados con salsa de tomate picante y sabor a orégano.
Las bravas del Bitácora llegan a la mesa con todo. Hasta con la piel. Recuerdan a las patatas al caliu (asadas) en versión crujiente. Originales son, desde luego, es otra manera de comer bravas. Un toque especial al que si le sobra algo no es la piel. Es el acabado de mayonesa que además es de bote. Las aceptamos y las damos por buenas porque ese desliz artificial es tan simbólico que en conjunto se pasa por alto.
La Buena Vida
Rambla del Poblenou, 59
Desde Cachemira (Pakistán) hasta el Poblenou para hacer unas de las mejores patatas bravas de Barcelona, Mohamed Drashad.
Como cabeza visible del cotarro, Karina, la encargada armenia motivada, que anima al equipo catalán: «Diles a los madrileños que vamos a ganar nosotros». Ahí queda el recado.
En la Rambla del Poblenou la vida va despacio. Un ritmo casi de pueblo, tranquilo, te acompaña mientras te tomas unas bravas y una caña en su terraza. La Buena Vida no podía llamarse de otra manera, aquí se viene a pararse y a disfrutar tranquilos de las cosas ricas. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que el servicio lleve la misma velocidad.
Estas patatas tienen un crujir especial en el bocado. Trozos pequeños y manejables, más alioli suave que salsa brava. Sabor a tomate de picor comedido. Un descubrimiento que recomiendo aprovechar ahora que, a sus dos añitos abiertos, aún no se han puesto de moda.
Betlem
c/Girona, 70
Las circunstancias casi despistan al crack, este es el titular de la historia del Betlem. El trajín de un colmado intentó llevar por otro camino la verdadera vocación de cocinero de Víctor. Y casi lo consigue. El Betlem era un negocio familiar que Víctor regentó durante casi nueve años. Finalmente decidió darle el giro que estaba pidiendo: un bar desde hace dos años. Lo moderno se mezcla con lo antiguo en la decoración del local. Aún quedan elementos que evidencian que por allí no siempre se tiraron cañas.
Las bravas del Betlem son el lobo con piel de cordero. Salsa con base de romesco y el dulzón de almendras invitan a comer sin cuidado. Inofensivas hasta que de repente te sube la cayena. Una tapa de apariencia estupenda y mejor sabor. Un sabor distinto con toque a pimento de Espelette y cebollino. Por cierto, son las únicas de la selección catalana que no llevan alioli.
Bar Mandri
c/ Mandri, 54
Veterano donde los haya. Desde el 66 sirviendo bravas en el barrio de la Bonanova. La barra, similar a la de una coctelería. La clientela, acomodada. Los dueños, lo mismo hacen de camareros que de relaciones públicas. Los cuatro hermanos —y dueños del Mandri— se mueven entre las mesas como lo hacen los músicos de una jam en el compás. Rápidos, eficaces, a mil cosas a la vez. «Que no les falte de nada a los chicos. Sentaos donde queráis, estáis en vuestra casa», recuerdan en más de una ocasión Xavi y Jaume.
En el Mandri el cliente no suele esperar a las bravas, son las bravas las que están listas en platillos para ser comidas inmediatamente.
Es uno de los bares con más tarannà (talante) catalán y, cosas de la vida, juega con camiseta merengona. A simple vista parece que te van a colar unas patatas con alioli en vez de unas bravas. No se deje impresionar. No se altere. No levante el dedito de la impertinencia recordando que pidió bravas. Aquí hay truco, el alioli acompaña el sabor a cayena en la propia patata. Casi como si la salsa brava fuese un rebozado. Riquísimas.
Babia
c/ Sagristans, 9
Andar por el centro de Barcelona y poner un pie en el Babia es trasladarse a otro punto de España en un cómodo paso. Ahora estás en Barcelona, ahora no.
En el Babia se respira flamenco, toros, música en directo y se saborean unas de las bravas más diferentes que te ofrece la ciudad catalana. Y cuando digo diferentes, también digo excelentes.
Para empezar el corte es el más raro de los doce que veremos. Cortes muy finos, trozos pequeños, irregulares, recién fritas y se nota. Las salsas son un caso aparte, literalmente. Estas salsas no manchan la patata, así que si quieres te las comes con alioli, o con brava, o solas, o todo a la vez. Y para rematar, la salsa brava es muy picante. Sabe a pimentón, a mojo, a algo que el cerebro no suele asociar como la clásica salsa de las bravas.
En el Babia las cosas se hacen así, distintas. No hay más regla que la que se le ocurre a Chico en cada momento. «Algunas veces en verano quitamos las bravas de la carta. Hace mucho calor y me sabe mal por Sonia (la cocinera)». Pero eso es a veces, otras veces las encuentras como siempre. A nosotros nos las puso y era agosto. De hecho, Sonia no nos odió por ello.
Fotografía: Àlex Caparrós
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La selección madrileña (galería completa en Flickr)
Bar Docamar
c/Alcalá, 337
El Docamar sabe más por viejo que por bravo y ya es difícil. A sus 50 añazos de bar puede decirse que está en plena forma. Acostumbrado a jugar finales y liderar rankings de patatas, se desenvuelve bien en el campo. Casi tan bien como su encargado Eugenio con la prensa.
Este bar gestiona con humildad su buena fama y no son pocos los incondicionales con acento madrileño que vienen atraídos por sus toques de picante: amigos de toda la vida —principalmente del barrio— son los que dicen con orgullo que ellos ya tomaban esas patatas desde pequeños.
El Docamar ya no es ningún secreto. Cada vez más son los foráneos que se dejan volver locos con su salsa, salsa, esta sí, secreta. Solo te desvelan algún ingrediente si eres alérgico.
Es el Maracaná de las bravas. Récord indiscutible en consumo de patatas en Madrid. Las bravas del Docamar hacen que ir más allá de Las Ventas tenga sobrado sentido para los que no son de Madrid.
Los Chicos
c/Guzmán el Bueno, 33
Si es de los que cree que para hacer una cosa bien es básico que te guste lo que haces, le diré que en Los Chicos está la excepción a su creencia. La salsa brava más sabrosa —y picante— que he probado en Madrid está ahí y la hace Paco, a quien no le gusta la salsa.
Esperen un momento. No llamen aún a Chicote para que meta en vereda la sinceridad cocinera de Paco. Esto tiene una explicación: no es que no le guste la receta, es que lleva 32 años haciendo la misma salsa, idéntica a pesar del paso del tiempo. Es normal que le tenga un poquito de manía.
Una receta, por cierto, que no es secreta. Nos canta los ingredientes y las cantidades sin ningún pudor. Eso sí, cantidades proporcionales para ocho litros. Si algún día organizamos un concurso a lo Villarriba y Villabajo de bravas, ahí estaré yo copiando a Paco. Mientras tanto, me reservo.
Metropolitano
Avda. Reina Victoria, 48
El más jovenzuelo de esta selección madrileña. Sí, ya estaban con el mismo nombre desde 1936 pero tanto los dueños como la receta de las bravas cambiaron hace cuatro años.
Su cocina era una de las míticas de la zona de Moncloa y alrededores, por eso cuando los habituales de aquella época vuelven hasta aquí para hacer un revival bravero, algunos se decepcionan.
Yo no probé las de los antiguos dueños, así que libre de prejuicios puedo decir que los detractores del Metropolitano hacen sus críticas basándose más en la expectativa que en si objetivamente son o no buenas.
Las bravas del Metropolitano tienen una textura suave, floja de picante y toque a vino blanco. No tienen un sabor potente, destacan más bien por ligeras. Si vuelve para probarlas deje en casa el afán de comparación respecto a las de antaño. Aquí no se engaña a nadie, conservan el nombre, pero no la manera de hacer. No lo ocultan ni lo intentan. Así que tómese algo, disfrute de esta nueva receta y asuma que a veces es mejor olvidarse de las cosas del pasado.
Las Bravas
c/ Álvarez Gato, 3
c/ Espoz y Mina,13
Pasaje Matheu, 5
El más histriónico de los doce. Lo de pasar desapercibido no es lo suyo, así que con un cartel naranja chillón y una tipografía entre simpática e infantiloide anuncian que ahí hay bravas.
Si Las Bravas fuese un futbolista sería el más mediático de todos. Se gusta, se quiere y se da autobombo: salsa patentada, pone por todos lados. Más marketing no puede tener. No hay nadie en Madrid que no les conozca al menos de oídas: «En Sol está el sitio ese de la salsa secreta, dicen que son muy buenas», nos cuentan más de una vez.
Además de mediático, también sería presumido. El típico futbolista que se mira al espejo una y doscientas veces antes de salir a jugar. En Las Bravas (de c/Álvarez Gato) encuentras espejos en la puerta y espejos también dentro. Pero ojo, espejos con historia. Los espejos del esperpento, los mismos que inspiraron la obra Luces de Bohemia de Valle-Inclán. Aún conservan los originales rotos en una urna. Y en su honor, una réplica de ellos en la calle. Tal y como estaban a principios del siglo XX.
Las Bravas son tres sucursales, a pocos metros todas ellas, y a reventar de gente de Madrid y de todos lados que vienen a tomar tapas. Sus bravas son recomendables, pero si a estas alturas de reportaje ya está cansado de tanta patata, puede tomar otra tapa también con la famosa salsa patentada de Las Bravas.
Las patatas (materia prima) de este bar son las mismas que las del Docamar. Las sirve el mismo distribuidor y, si somos sinceros, la salsa también recuerda bastante. La de Las Bravas más líquida que la del Docamar, pero con la misma base de pimentón que le da el toque ahumado y el color anaranjado característico. Si le gustan unas, seguro que no hará ascos a las otras.
La Taberna de Domínguez
c/Antonio López,17
c/Alvarado, 11
c/Castrogeriz, 14
Hasta ahora lo de si pican o no pican las salsas que hemos comentado siempre ha estado sujeto a la relatividad y tolerancia a la cayena que tenga cada uno. Las bravas de La Taberna de Domínguez son la excepción. Estas no pican y es un dato objetivo. Nada, cero. Si usted no soporta la guindilla, vaya a este sitio.
Y es lo único que les puedo garantizar 100% sobre la receta de la salsa. El resto sería suponer y siempre podría venir el dueño a decirme que me equivoco. Porque, una vez más, y como viene siendo habitual en los bares madrileños, la salsa es un secreto que solo conocen los propietarios del bar.
Otro veteranísimo de las bravas que las lleva haciendo desde 1950 con la misma receta. Una salsa muy densa, uniforme y con sabor a pimienta y harina. Al igual que en el Docamar y en Las Bravas, la salsa es tan protagonista que se le puede incluir a cualquier otro plato de la carta.
Bodega La Ardosa
c/ Santa Engracia, 70
Cuando el alquitrán de Madrid todavía escupe fuego, a los habituales de esta tasca no les entra la pereza de acudir con la solanera a tomarse unas patatas. Doy fe, eso es devoción. Allí encontré seguidores tan adeptos a sus patatas que no me atreví a entrar en debate. Salvando las distancias, si La Ardosa fuera un estadio sería el Infierno Turco, el Infierno Turco versión educada, aclaro.
No hay cliente que cruce esa puerta que no pida una de bravas. ¿Qué tendrá La Ardosa que sus fans son tan fans? El precio ayuda, «por tres euros tienes las mejores de Madrid», me dicen unos clientes cuando se enteran que estamos haciendo un reportaje. Pero lo cierto es que la textura de la salsa está en su punto de densidad con un toque suave de picante.
Aquí la clientela es la de toda la vida y el sitio tiene una solera madrileña de manual: azulejos pintados, botellas de relicario, carteles que anuncian toros y raciones y clientes que conversan distendidos sin percatarse de que en un extremo hay una tele que emite programación de Telemadrid. Y entre esa amalgama descubro una presencia foránea: una botella de resoli con la silueta de las Casas Colgadas. La miro sorprendida y encantada, ahora ya puedo decir que un día, en un bar de Madrid, me tomé unas bravas mirando para Cuenca.
Fotografía: Guadalupe de la Vallina
Patatas fritas? o_O
Las patatas bravas han de cocerse ligeramente primero y después freirse.
Muero, muero, muero….
Voy a ir llamando a la OTAN.
En un bar pedí bravas y me pusieron patatas del Mercadona congeladas y tomate Solis. ¡SOLIS!
Para mí, las mejores bravas del mundo mundial están en Getafe (Madrid), en L’Antigua. (http://cervecerialantigua.com/quienes-somos.html). Se quedan los platos limpitos, limpitos, de rebañar con el pan hasta la sombra de la salsa.
Donde estén las del eskinazo, esas si que son las mejores de Madrid
Pasate por el bar El Danubio de Albacete. Ahi si que hacen las mejores patatas bravas del mundo.
Albacete caga y vete
¡Mirad mi blog de bravas de Barcelona, porfa!
http://www.bravasbcn.com
Tenéis un Top15 que lleva haciéndose desde hace 4 años con más de 250 bravas probadas y unas 150 publicadas.
Salut i braves!
Me encanta tu afición a la bravología. Yo quiero hacer eso de mayor.
En Valladolid, durante muchos años, hubo un bar llamado «Zamora» que hacía unas bravas de chuparse los dedos. Siempre estaba lleno y nunca nadie quedó descontento. El dueño, ya jubilado, es vecino mío, y desde que lo dejó ya nunca ha habido bravas tan buenas en Valladolid. Desde aquí quiero rendirle mi pequeño homenaje.
Será cuestión de probar estos bares que nos proponen… Buenos consejos Jotdown!!! Gran reportaje
Es obvio que no os habeís pasado por La Mejillonera en San Sebastián.Delicatessen.
Estoy 100% de acuerdo. Otra recomendación. La tierruca en Madrid (calle Ortega y Gasset). No confundirse con algún otro sitio. Son tan buenas que tienen imitaciones.
mmm, ¡pero hay que ver lo que me gusta una brava!
En Madrid recomiendo bajarse al barrio de Ciudad de los Poetas y pasarse por el bar Chipén a probarlas. Y si se busca economicidad, ir al Bar Serrano, en la calle Francos Rodríguez, donde por cinco euros te ponen un cubo de botellines y una buena ración de bravas muy rikis.
¡Gracias por el reportaje!
Las mejores son las que hacía mi abuela. Os aconsejo probarlas.
¡Pues invita a una ronda, coño!
Para mí las mejores patatas bravas que he probado son las de la Taberna El Morito de Burgos, muy cerca de La Catedral.
Y en Valladolid no podemos olvidar La Mejillonera, otro clásico que sigue al pie del cañón muchos años después siendo referente en lo suyo.
http://toni1969.blogspot.com.es/2010/12/bar-jubera-logrono-la-rioja.html
Curioso, en el Bar La Mejillonera de Pamplona (c/ Navarrería) también sirven o servían unas buenas patatas solo con ali-oli y un poco de perejil espolvoreao de un día pa’ otro.
En Valencia se hacen con all-i-oli (ajoaceite en castellano) y pimentón picante espolvoreado encima. Me gustan más que las de Madrid.
Alioli es alioli en Valencia y en Castilla. Creo que eso de ajoaceite lo dirá algún abuelo superviviente de la posguerra.
Y susodicha salsa le da un sabor… Místico, epopéyico. Sublime.
Hola rbn:
En Valencia no es «alioli», sino «all i oli», que ni se esribe ni se pronuncia igual, aunque como tantas cosas hay mucha gente que no pronuncia correctamente. Pero incluso yo que soy valenciano (y no tan mayor como para haber vivido la posguerra) estoy también bastante familiarizado con la palabra «ajoaceite».
Por lo demás, coincido con Marta: all i oli casero, a poder ser generoso en sal, y pimentón picante.
Un cordial saludo.
«Alioli» no existe. Aunque lo diga el diccionario de la RAE, que no lo sé ni me interesa, no existe. No es más que «All-i-oli» (que significa literalmente «ajo-y-aceite» en catalán o valenciano) mal dicho o escrito.
Si se consiedra en cambio, que la palabra «ajoaceite» no debe existir, entonces habría que escribir «all-i-oli» bien. La pronunciación correcta se parecería más a «ayioli», ya que los castellanoparlantes tienen por lo visto, problemas para pronunciar la «LL».
Correctamente, por convención, aunque ni a ti ni a mi nos preguntaron, y según la RAE que te guste o no es la que manda, es allioli (vulgarmente alioli) así todo junto, con su variante ajiaceite. Nota, en inglés le llaman aioli, si lo ves escrito por ahí es correcto, no es un error.
viví varios años al lado de la ardosa,iba casi a diario y otra gran tapa son las patatas con ajoarriero!
No conozco muchos de los locales, pero al ver el Docamar me fío del rigor informativo. Gracias por dedicar atención a esta humilde realidad.
Si queréis ver que tal hacen las bravas en algunos bares y supermercados del país, echadle un vistazo al blog http://alasbravas.blogspot.com.es/ ;)
¿Y por qué no están las patatas del Tomás en Barcelona? ¿Porque no se han «retratado» para salir en la foto?
Soy un verdadero conocedor de los bares, y aunque aún no tengo los codos sin carne (a pesar de combinar barras y escritorios), sé que un buen bar se mide por la calidad de sus patatas bravas.
Tengo que admitir que la selección madrileña es muy buena, pero quería hacer un apunte a un bar que hay en la Avenida de Oporto 40 (en los bajos comerciales de Opañel) en donde combinan con gran calidad, las patatas bravas y las ali-oli, al más puro estilo de Barcelona.
Para no enfrentar a Madrid y Barcelona, nos pone una lista de bares de las dos ciudades. El resto de ciudades, o no saben hacer bravas o, como es normal para los bicentralistas, ni interesan ni existen.
Vale, tía.
Cuánta razón. Que hipotequen la redacción para gastárselo en desplazamientos por toda la península y en cientos de raciones, que se ponga gorda como una nutra a base de patatas, para que nosotros podamos saber qué tal están las bravas de Valdeculete de Arriba y Villaignota del Calostro.
Bien dicho, tío.
altas palabras!
«Pecando de centralistas, o extremadamente generalizadores, podemos clasificar las bravas en dos corrientes: la de Madrid, o la de Barcelona».
Fdo: Una pecadora de la pradera. Perdóname, tío.
Buen reportaje, ya puestos… ¿seria posible pedir uno igual pero de Oreja?
Prometo enmarcarlo y colgarlo en un cuadro….
Una de las mejores tapas de oreja en Madrid que recuerdo es, precisamente, la del Docamar. Sus bravas están ricas, pero demasiado hervidas y poco crujientes para mi gusto
Mi más sincero agradecimiento a Jot Down e Inma Garrido por este artículo: pienso recorrerme la selección madrileña en una sola tarde, combinando las raciones de bravas con vino blanco para luego volver a casa a cuatro patas y hecho un Pepe.
Las de Mandri son brutales, pero faltan las del Tomás. SI O SI.
Las mejores bravas del mundo están en el bar PANXON en la Calle de Juan Bautista de Toledo 33, La Prospe (Madrid).
Muchas gracias por el comentario. Nos conocemos? Identificate
Adoro las bravas, pero he de decir que no estoy de acuerdo con que se publique un artículo como éste aquí, se puede discrepar, pero para mi esta es una revista cultural y el artículo me parece que únicamente hace publicidad de estos locales, no hay siquiera una crítica constructiva; creo que se compone de una observación del plato y posteriormente viene un: «buenísimas», etc.
De todas formas felicito a la Inma que para mi ha hecho una redacción formidable.
Dejaos de chorradas. Lo imprescindible para una buenas bravas son varios puntos:
-que el bar sea de toda la vida y contra más viejo, en general mejor.
-que esté regentado por la misma familia y que esta sea española.
-que estén bien hechas y que no le intenten meter milongas modernas.
Los pakistanís, armenios, magrebíes, chinos y demás que se dediquen a su cocina -que la hacen muy buena y muy bien- y que dejen lo típicamente español a los de aquí. Las patatas bravas no son cosmopolitas. Si quiero ser cosmopolita, me como un kebab. Las bravas requieren ese casticismo que solo se da en España y no gafapastas y modernillos con pantalón de pitillo, chapas en la solapa y zapatillas Victoria, que ahora son muy cool pero que antes las llevábamos todos sin darles importancia.
De acuerdo con Rocamar… el problema es llegar a la barra! :-)
Me falta el detalle de a tanto la ración.
En Madrid también se piden mixtas que sería igual que las catalanas.
Que no salgan las bravas del Bar Tomás de Barcelona me parece un sacrilegio a los gourmets. El barrio es una full de Estambul pero esas papas son inimitables en el mundo entero: Carrer Major de Sarrìà, 49 – Barcelona.-
Pues yo, siendo un poco pijo, la verdad es que en Barcelona paso de las de El Tomás, y me quedo con las de El Bohemic, en la calle Manso… una delicia hecha patata. Siempre me acobardo, no le echo güevos, y me quedo sin pedirme dos raciones, que es lo que realmente me pide el cuerpo.
Tomo nota que esas no las he probado, si te mueves por la zona de Sant Antoni no dejes de probar las del Bar Mané – Floridablanca, 91 . Esquina Comte Borrell. Saludos.-
Las mejores en la Mejillonera, San Sebastián.
Las patatas del Tomás son cohonudas, lo que pasa es que se lo tienen muy creído y el servicio apesta. Los camareros te sirven como si te perdonaran la vida y eso hace que vaya poco por ahí.
Eso lo hacen para que la gente vaya exclusivamente a consumir y no remoloneen en las mesas y barra. Como siempre hay gilipollas haciendo cola para entrar, van de sobrados. Pero torres más altas han caído…
Estoy con Amusua, quién necesita otro listado de patatas bravas con las grasientas bravas del Bar Tomás? Llamar a eso de gourmet…bueno…Las mejores bravas, sin duda, son las del BOHEMIC.
Muy solvente el reportaje, al menos en cuanto a Madrid. Tengo la suerte (o el etilismo) de conocer todas las referencias, si bien prefería las del Metropolitano antiguo. Además yo recomendaría las del San Lorenzo (c/ San Lorenzo, Lavapiés): patatas simplemente fritas, cortadas onduladas y salsa picante sin tomate alguno. Deliciosas
Avéqueyomentere:
¿Es que nadie va a mencionar las bravas de Casa Tejada?
Sí, pero es que han estado tanto tiempo en obras, que ya me olvidé de ellos. ¡OOOIGGG…!
¡Ay, perdón, perdón! ¡Que me he confundido con El Taita! ¡Visito tantos antros que se me va la ollaaaa..!
En Barcelona, las de NORTE (c. Diputació, 321), son brutales. Os las recomiendo… a gajitos, con piel, salsa un punto picante y avinagrado. Maravilla.
El Norte es una pasada de restaurante, peeeeero… no siempre tienen bravas. Preguntad antes de ir.
Me parece bien que las bravas del Tomás no aparezcan en el artículo, porque merecen un artículo aparte.
Yeah! ^_^
En Zaragoza está el bar London, cerca del Campus. Allí usan pimentón de la Vera para hacer la salsa roja… ¡¡¡BRUTALLLLL!!! Perdón por las mayúsculas, pero lo merece.
Me como la pantalla!!! Un monumento a las bravas YA!
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A mi me parece que nos hemos quedado en lo fácil, hablar de Madrid y Barcelona y de los lugares conocidos. Se me ocurre que no debemos de olvidar, hablando de bravas, El Bonillo en Almería, El Almirez en Alcobendas y estoy convencido de que casi en cada barrio y casi en cada ciudad cada uno tiene sus favoritas.
Por otro lado las bravas son bravas y las alioli son otra cosa. En barcelona se podran servir juntas pero nunca se pueden considerar revueltas.
Alioli, all i oli, ajoaceite, ajiaceite, ajioli, las denominaciones de esta salsa por toda nuestra geografía son interminables y que nadie se crea con el patrimonio salvo que demuestre su descendencia directa de los fenicios, o más allá.
Os invito a http://www.defuegosybrasas.blogspot.com.es. Estoy empezando pero sin desmayo y espero que el resultado final merezca la pena
Se les suele llamar «mixtas» cuando llevan una mezcla de salsa brava y all-i-oli en Barcelona, Madrid y en el mundo mundial, lo que pasa es que se tiende a simplificar llamándoles bravas a secas. El mejunje no es ningún sacrilegio, muchas veces mejora el conjunto final. En el Bar Nino de Barcelona, precisamente, las llaman «revueltas», porque mezclan las dos salsas. Como es su especialidad, la gente pide bravas y ya se sobreentiende que vienen con dos salsas.
No habia visto que ya habias mencionado el Bonillo. Se nota que sabes del tema. Saludos!
Las mejores bravas las hago yo en un local que acabo de abrir en Los Monegros entre Alcubierre y Sariñena. El bar se llama «Le jour où la pluie viendra» y las patatas están de muerte. Creédme, ni Tomases ni Docamares, ¡hacedme caso, leñe!
Las bravas no son patatas fritas con salsa picante (¡¡grrrrr!!). Las fotografías de las de Barcelona tenían peor pinta. Las mejores bravas (para mi gusto exquisito) las he encontrado en Madrid, en la provincia. Yo recomiendo las del Alonso o Danubio o como se llame ahora, en el paseo de la estación en Alcalá de Henares. Pero bueno, que hablar de bravas es como hablar de boquerones en vinagre o ensaladilla rusa. Las mejores de las mejores: las de mi madre, claro.
Para corregir las ausencias de otras partes del país:
Bar Salomón, en Triana, Sevilla.
No sé que pollas llevan, pero están muy buenas
Pues que antes de freírlas, se las pasan por la polla, por eso están tan buenas…
¡¡¡Aaaaaahhhrgggggg…!!! ¡Pero qué asco, Amandita! ¡Ya no vuelvo a comer bravas en mi vida, por si los pelos!
Para bravas las del bar Villa Antonia (ya difunto) en la plaza del Perú. Las mejores del mundo. Sirva esto como homenaje.
Ponerles salsa alioli a unas bravas es un insulto a nuestra cocina, y por consiguiente nuestra cultura. Lo siento, pero así somos los talibanes del casticismo gastronómico.
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Soy de Madrid, pero las mejores bravas del mundo son las de «El Calamar Bravo» en Zaragoza. Se me saltan las lágrimas sólo de acordarme del sabor. Imprescindibles.
Siento contradecir el inicio del artículo, pero siguiendo con el símil taurino, a José Tomás no le veràs hacer lo mismo con un Pablo Romero que con un Jandilla, «asin» que «quitar» al Bar Tomás de Sarrià (Barcelona), es de trazo grueso, despreciando el matíz. En definitiva de Abanto.
Para la gente de Barcelona, sin duda, sin duda, las mejores, tanto por las patatas, como por la salsa (y estan de acuerdo TODOS a los que he llevado ahí) son las del BOHEMIC… eso sí, llevaros la cartera llena, si no han cambiado la política de los últimos tiempos y degustad lo que podáis del resto de su carta. Lástima que las raciones sean simbólicas.
Si hablaramos de toreros, seria el Jose Tomás de las bravas. Nada que ver con las del otro Tomás
Por si algun amante de las bravas pasa por Almeria, Bar Bonillo, en la Calle Granada, el tipico bar con barra de aluminio y cartel vintage, sirve las mejores de la ciudad, con distintos grados de picante (se piden diciendo solo «suaves», «moderadas» o «fuertes»). Tanto las patatas como la salsa son completamente caseras, nada de botes ni congelados. Y no, no soy primo del duenio. Aparte, tambien hay tapas de plancha. Se peta viernes y sabado por la noche, chapa el domingo.
La Mejillonera en Cartagena
Vamos en busca de las mejores patatas bravas de Madrid. De momento el Docamar va en cabeza…
DE BRAVAS POR MADRID
entre barcelona y madrid esta vilanova i la geltrú
ir al genil o al genito y proximamente a la pepa jaleo
eso son bravas(mahonesa fina, no alioli y su salsa secreta)
no lo olvisareis nunca
Bravas. Sevilla. ConTenedor. De nada.
Si tienes que advertir que no pones las del Tomás es porque sabes que son buenas. De hecho diría que las mejores de BCN… En Madrid sobran las de la Taberna de Dominguez, no son gran cosa
A la lucha Madrid-Barcelona se le podría añadir un tercero en discordia: Valencia. Esa manera de prepararlas y la salas con Ali-Oli y pimentón!!!
Hay alguna «explicación» de por qué no están las mejores bravas de Barcelona? Esto es, las de Bar Tomás.
Es como decir, haré una lista de los mejores futbolistas de la historia, pero no pondré a Di Stefano. No pataleeis.
¿Con esto que consigues? Que la credibilidad de tu lista se vaya al suelo. ¿Cuántos locales no estarán incluidos porque no le da la gana al que ha hecho la lista? Vaya usted a saber. Pero no patalee.
El principio me ha recordado este post: http://elmundoestaloco.com/2014/06/cuales-son-las-verdaderas-patatas-bravas/
Sobre las recomendaciones de restaurantes me los apunto todos. Hacer una ruta de bravas es un placer.
No poner el Bar Tomas… pecado mortal!
Papas con mojo picón, y «ciao» bravas…
Saludos desde el Paraíso.
:)
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En Logroño tenemos el debate sin salir de la ciudad, ¿Prefieres la Taberna de la Laurel o el Jubera? En Madrid las he probado en un par de bares y la salsa era básicamente tomate, nada de picante. Eso no son patatas bravas, son patatas “raras», como las llaman en la Laurel. Y de eso, en una de las mejores zonas de tapeo del país, saben.
Se os han olvidado en Madrid las de Casa Mateos, en Calle del Ángel, 7. Deberías probarlas. Inigualables.
Las bravas del Tomas han cambiado mucho. Vivo en Satria desde siempre y lo dice todo el mundo. Es otra patata, mas terrosa y la salsa chorrea aceite.
Garrido, ¿es usted de Barcelona? Lo digo porque nadie de Madrid que yo conozca hablaría de ciertos establecimientos con el frío desapasionamiento de que hace usted gala. Estoy por asegurar incluso que su displicencia ofende mis sentimientos. Religiosos, por supuesto. A ciertos abrevaderos y garitos madrileños nadie va a ‘comer’ bravas. Ni a degustarlas, por supuesto. ‘Comer, come uno en casa. Y ‘degustar’, degusta el pijerío. A esos viejos templos que usted cita, más algún otro que no cita, el buen pueblo de Madrid acude a un oficio ritual de carácter trascendente con objeto de recibir un sacramento.
Hablando de patatas bravas,unas de las mejores en el bar Caballero en Zamora,si tenéis oportunidad recomiendo que las degustéis.
Para aportar mi pequeño granito de arena, añado en Tenerife «La Teta Enroscada». No son bravas al uso, pues su salsa brava recuerda más al mojo picón, pero espeso. El alioli también lo ponen, y no está mal, que es lactonesa con muchísimo ajo.
Mi padre trabajó en La Ardosa, pero en la que estaba en la C/ Ponzano. Sus bravas son míticas. Ahora, ya jubilado, aún nos las hace en casa en algunas ocasiones. Y las ajoarriero también. Espectaculares.
No entiendo que pasa aqui la verdad…en serio nadie menciona las patatas de la Esquinica en Fabra i Puig? Estamos locos o que??
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