Esto les parecerá una locura pero yo prefiero ver correrse a una mujer que, y que Atenea y el gran Fidias me perdonen, ver el Partenón. Y miren que soy fanático del Partenón. Cuando por fin, con más de cuarenta años, pude llegar a la ciudad de Atenas y levanté la mirada y lo vi, experimenté una emoción muy grande y me sentí no solo privilegiado sino triunfante. Sí, triunfante. ¿Por qué? Porque cuando yo vivía en la isla pavorosa donde nací, siempre imaginaba que algún día podría escapar y visitar el Partenón. Había visto una foto en un libro y en cuanto vi la foto en ese libro, me dije: no me moriré sin ver el Partenón. Y esa idea de no morirme sin escapar de aquella isla e ir a ver el Partenón me ayudó a soportar los horrores de vivir en aquella isla.
Me arrastraba por las calles y los campos de aquella isla espantosa trabajando como lo que era, un esclavo, pero pensando en el Partenón y en que algún día llegaría a Grecia y lo vería. ¡Algún día! ¡El Partenón! Me decía en medio de un espeluznante cañaveral o inclinado sobre un surco horripilante, achicharrado por el sol. ¡Algún día! ¡El Partenón! Y eso me permitía aguantar muchas cosas que tal vez no hubiera podido aguantar. Gracias Partenón, me decía a cada rato. En el siniestro servicio militar obligatorio, en la cola para comprar una croqueta de carne de rata o de sabe dios qué, colgado de un autobús repleto o mientras intentaba conseguir en el mercado negro un trozo de cerdo o un pollo para mi desnutrido hijo: gracias Partenón.
En aquella época el Partenón fue muy importante para mí. Y lo sigue siendo. Ahora mismo estoy planeando un viaje a Grecia para ver el Partenón otra vez. Pero. ¿Es el Partenón lo más bello que he visto en mi vida? No. Tengo que reconocer que visto el Partenón y vistas unas cuantas mujeres corriéndose, creo que una mujer corriéndose en más bella que el Partenón.
Prefiero ver a una mujer corriéndose que ver el Partenón. Como espectáculo, y me atrevo a decir que estéticamente, la mujer corriéndose es superior. Ya sé que mis amigos artistas e intelectuales pondrán el grito en el cielo, pero tengo que decirlo. Para mí es superior.
¿Cualquier mujer corriéndose? Bueno. Esa es una pregunta interesante. Por supuesto, todas las mujeres no son igualmente formidables corriéndose. Supongo que cuando digo que prefiero ver a una mujer corriéndose que ver el Partenón, me refiero a una mujer que se corra espectacularmente.
Porque hay mujeres que se reprimen al correrse, y eso lo echa todo a perder. Una mujer tiene que chillar y dejarse ir cuando se corre. Entonces sobre el mundo se extiende una pátina luminosa y de la vida emana una deliciosa fragancia.
De lo más extraordinario que he visto yo en este campo es a La Giganta, una buena amiga mía como ya saben. La Giganta, corriéndose, en un palacio de Madrid ante un pequeño pero selecto público. Hace cuatro o cinco años. Preguntó La Giganta y puso su carita pícara: ¿quieren ver a una mujer corriéndose? Y, por supuesto, todos queríamos. Entonces, de pie, apoyó su prodigioso culo en la biblioteca del lugar y abrió las piernas, las kilométricas piernas que tiene, se alzó la faldita y se metió un artefacto pulido y aerodinámico que sacó del bolso y tanteó un poco buscando algo. ¿Y ustedes creen que cerró los ojos? De eso nada. ¡Nos miraba mientras tanteaba! Y momentos después, soltó unos chorros impresionantes. Y cuando pedimos (como es lógico) ¡más más!, ¿creen ustedes que se amilanó? Nada de amilanarse. Volvió a meterse el artefacto y volvió a correrse a chorros.
Pocas veces he visto algo más hermoso en mi vida, y esto incluye naturalmente el Partenón.
De más está decir que mujeres tan generosas como La Giganta no abundan. Correrse así, para los amigos, desgraciadamente, no muchas mujeres lo hacen. Espero que este artículo ayude, de alguna manera, a cambiar esa lamentable actitud.
Y ya que estoy recordando a mujeres corriéndose de forma espectacular recuerdo a tres ¿o eran cuatro?, sí, eran cuatro mujeres preciosas las que hicieron aquella «cadena mamatoria». Fue en Nueva York, si mal no recuerdo. Me explico. Una se instaló encima de la barra del lugar (una mezcla de bar y discoteca) y abrió las piernas. Entonces, otra empezó a chuparle el chocho a la de la barra y a continuación (como poseídas por un impulso dichoso y en extremo civilizador) otra mujer se agachó detrás de la que chupaba y le abrió las nalgas y chupó y a su vez otra mujer se agachó detrás de la tercera. Era una escena fabulosa, qué les puedo decir. He visto pocas cosas tan sublimes y miren que he viajado bastante y he estado en África, en Norteamérica, por toda Europa y hasta en el Japón siempre atento a las mujeres, siempre intentando verlas correrse y siempre admirando (y hasta venerando) a las mujeres, que es lo que más me gusta.
Y lo mejor fue cuando la que estaba espatarrada en la barra se corrió. Yo puedo escribir diez páginas sobre la armonía y otras maravillas del Partenón, pero no soy capaz de escribir ni un párrafo que haga justicia a la maravilla de esta mujer corriéndose trepada a una barra y con aquella longaniza de mujeres chupándose unas a las otras formando una cadena mamatoria que salía de su chocho.
Tengo que ser honesto. Otra cosa sería hipócrita. Si me dicen ¿dónde quieres estar, delante de unas mujeres que forman una cadena mamatoria o ante el Partenón? Yo respondo sin dudar que ante la cadena mamatoria.
Pero, tampoco es que haga falta un espectáculo de esta naturaleza tan especial para que una mujer alcance, a mis ojos, el nivel de «preferible al Partenón».
En general, una mujer corriéndose es algo de una belleza «preferible al Partenón».
Y eso es todo lo que quería decirles sobre este asunto.
¡Amén!
¡Y yo aún diría más!
Una mujer correrse… estoy de acuerdo amigo, vaya espectáculo. A pesar de ser mujer y heterosexual, he participado en varios tríos y he tenido la oportunidad de ver y sentir a otra mujer en su momento más vulnerable y poderoso a la vez. Y vale, ver a un hombre acabar y saberte responsable de su placer es algo superior… pero una mujer. ¡Ay, la mujer!. Siempre he sentido esta extraña fascinación por su cuerpo, sus curvas y su armonía. Y por ese regalo que es el orgasmo de las mujeres…
Nunca me he corrido para los amigos, pero no dude que tras este artículo lo tendré en mente.
Gracias por otro genial artículo, señor Abreu.
Querida Andrea, ¿y por qué van a ser cosas incompatibles la admiración y el vicio? Cuando yo he estado enamorada hasta las trancas, siempre han ido de la mano y ha sido muy gozoso. Dicho esto, esta sección del señor Abreu habla específicamente de sexo, y con voluntad de incorrección política tal y como aparece en la descripción de la misma, arriba a la derecha. Revisando esto, más rápidamente que el archivo, se hubiese dado cuenta de que en efecto hay vicio y que eso es parcialmente el objetivo. Por último y cambiando de tercio, un orgasmo es siempre hermoso y saber que se lo proporcionas a alguien una cosa muy satisfactoria, pero es verdad que hay en el orgasmo de las mujeres algo más misterioso, algo que pasa por dentro, esos espasmos, esos sonidos…
¡Qué a tiempo he descorchado este Barolo, Caridad del Cobre! Ahora sólo queda esperar y observar la avalancha de lamentos feministas.
(Algún día se darán cuenta de que más les valdría haber gritado improperios en una cama y en circunstancias requeridoras de lubricantes, y entonces será el crujir de huesos y el rechinar de dientes pero, ¡ay!, ya será muy tarde.)
Gracias, Juan, una vez más.
Querida Mariana, no te enteras de nada…
¿En serio? ¿Y tú si? Pues tendré que preguntarle a Torvaldo, nunca es tarde para que la iluminen a una.
Enhorabuena de nuevo a Abreu. Y, esta vez, a vd. también…
?
Honestamente, sus artículos me hacen reír de puro gozo por su, en mi opinión, amplio y elevado desarrollo personal y también porque cuenta los sucesos más sublimes con un humor envidiable. Me transmite además , la mayoría de las veces que le leo, mucha emoción.
Me correría ante usted, si lo deseara, así, a chorros, como una fuente, como su amiga La Giganta, de puro agradecimiento.
Créame que el que se ha corrido he sido yo leyéndola a Ud. Lo ha escrito de una manera tan poco púdica que no he podido remediar divagar sobre lo que ha dicho que haría… Además debe ser Ud. una mujer con un armario repleto de ropa limpia. Déjeme entrar en su alcoba, por favor, pero sólo si tiene balcón que me permita escapar cuando entre su marido.
Embebecedor y lubricante.
Pingback: Juan Abreu: Una mujer corriéndose
Debería liberar usted,al chimpancé en celo que tiene enjaulado en su cabeza
Mi no comprender.
Abreu tiene enjaulado un chimpancé en celo en su cabeza?
Como se libera a tan oprimido inquilino?
Y al escapar el simio, se convertirá Abreu en un modosito curilla o en un reprimidisimo hombrecito que no volverá a pensar en mujeres corriendose ni en hacerse ni una miserable paja?
No será usted la que tiene algo oprimido que quizá le convendria liberar?
Honest questions.
Pero esos animalitos tambien tienen derecho.Asi que mejor que no lo libere y lo deje seguir deleitandonos con estos articulos salidos de su genial intelecto.
Yo no sé correrme. Háganme unas instrucciones precisas para el próximo articulo. Mi sueño es formar parte de una cadena mamatoria. Por favor.
Juan Andreu, me he enamorado un poco de ti.
Se llama Abreu, no Andreu
Andrea, tampoco andas lejos de ese vicio que criticas (como si fuera algo malo) si has leído siete artículos del autor. Con los títulos te hubiera valido.
¿Dónde he dicho que los haya leído, querido Antonio?
Lo de correrse a chorros es un poco asqueroso. Supongo que no todas las mujeres tenemos esa capacidad, pero agradecida estoy de no tenerla.
Solo tengo que decir una cosa. Y es que la palabra «chocho» en un artículo con lenguaje pomposo y cultoide y con un vocabulario en uso bastante cuidado, destroza un poco el estilo de escritura y lo mancha de un toque casposo y hortera.
He dicho.
¡¡¡JAJAJAJAJAJAJA!!! ¡¡¡CHOOOOOOOCHOOOO!!! ¡¡¡CHOOOOOOOOOOOOOOOOCHOOOOOOO!!! ¡La boca se me llena de pelos con solo decir el nombre!
¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!
??
… XD
A mi me encanta ver a una mujer correrse, pero hay algo que me gusta aún más, y es ser yo el causante de ese placer. Conseguir que una mujer se corra es como subir a un ocho mil, por la satisfacción causada para ambas partes, y por la cada vez mayor falta de oxígeno según se llega a la cima.
Con menos repetición también se vive. Y mejor.
Pues yo prefiero una paella y de segundo cordero asado, tarta de chocolate, café, gin tonic y un davidoff 3000 a ver correrse a una mujer.
Ya lo sabes.
Va usted a durar cuatro días. U ocho rabiando de dolor…
Ya… Y no sacaste fotos o vídeos de ninguna de las experiencias?
Deja imaginarme fue en los 90’s.
Mas que gustarme ver correrse a una mujer, lo que mas me gusta es correrme en su cara. Soy un romantico, todo hay que decirlo.
Pero enseguida tengo la sensacion esa de querer coger mis cosas e irme corriendo sin mirar atras, como si hizo Lot.
Me he empalmado leyendo tu artículo. Ese es mi mayor piropo.
Eso tiene un nombre: Priapismo. Hágaselo mirar…
mmmm, hagase mirar su priapismo… cuidado con los consejos doc.
¡Ja, ja, ja…! ¡Okey, MacKey!
Aldous Huxley: «Un intelectual es aquel (o aquella) que ha encontrado una cosa más interesante que el sexo.»
Yo me borro de los intelectuales.
Maravilloso… Me lo han dicho alguna vez, pero pensaba que había encontrado a «seres extraños» pero ahora, ni me siento «sola», ni creo haberme cruzado con hombres extraños. Ahora sé que es algo bello en todos los lugares.
Buen articulo si señor, y comparto su idea principal, aunque.no se que tiene que ver desear ver el Partenon con algo…casi siempre mas asequible que es correr o ver correrse a una mujer…yo por mi parte adoro hacer disfrutar a una mujer..sin chorros a ser posible…de hecho mi mujer es sumisa y acaba casi sin fuerzas.. No hay nada mejor.
En esta vida hay un momento para ver el Partenón, y otro para perder la virgnidad. Y por otro lado, si cuando le sacaste tu miembro la tía no empezó a sufrir espasmos involuntarios o a emanar efluvios en plan Niagara, no se de donde te sacas que viste … no se cuantos orgasmos. Me parece un pelín entusiasta por tu parte.
Estoy en los puros huesos de provocar orgasmos y verlos, si no es eso creer que ver correrse a una mujer es la octava maravilla del mundo, que venga Dios y vea también correrse a cualquier mujer
SEÑOR JUAN ABREU DISFRUTO CON SUS ARTÍCULOS.
Qué combinación de imágenes más curiosa en mi lista de lectura de getpocket.com (:
http://i.imgur.com/o6ABRwH.png
…luego ‘la gran pirámide’ sucedió en Vigo:
http://www.atlantico.net/noticia/111336/
Comienza con lo mucho que le gustan los culos, las tetas, o como ahora, una mujer corriéndose, asunto que repite par ir llenando líneas; compara la imagen de turno con alguna gran obra de arte y decide que, pese a la grandeza de tal obra, lo otro le gusta más. Continúa con su típica y comprensible alusión al miserable régimen cubano; luego, algo inevitable últimamente, menciona a su amiga la Giganta, a quienes los pobres desgraciados de nosotros no tenemos la fortuna de conocer, porque no somos tan cojonudos como él… y ya está, ya tiene el artículo quincenal apalancado. Bueno, por lo menos, suele ser breve.
La verdad es que a mí me ha gustado, pero como dices, percibo cierto aroma a «mira, yo la tengo más grande que tú».
Aunque por otro lado, nunca está de más estimular el cerebro con ciertas imágenes que todos tenemos en nuestras sucias cabezas… (me refiero al Partenón, viciosos)
a mi una mujer corriéndose no me dice mucho, pero en cambio cada vez que veo a un negro soltando el lefazo desde su pollón, eso es lo más bonito que he visto jamás. Esa combinación de el rabazo tieso y reluciente como de azabache, lo blanco, lo negro, tiene más matices que el Guernica de Picasso.
hay gustos variados:
.Hay a quién le guta ver mujeres corriéndose
-Hay a quién le gustaz pero sin chorros.
-Hay quién prefiere ver correrse a un negro.
El Partenón no tiene mucho éxito, por otra parte.
Supongo que prefieres a una mujer corriéndose por lo difícil que te resulta verlo ¿no?
Una mujer corriendose es de las pocas cosas que desmienten que es más importante el camino que la meta, siendo en este caso igualmente bello el camino.
Una buena corrida de mujer es algo que demuestra que los hombres y las mujeres no son iguales. Yo quiero esos orgasmos.
Una mujer corriendose, en un porcentaje tristemente alto, desvela lo poco que conocen su sexualidad… Chiquilla, déjate llevar, fúndete con el deseo, pierde la conciencia por unos segundos y no, ya te he dicho muchas veces que no me importa que te corras en mi boca mientras libo tu néctar.
Pues ya que estamos, una mujer corriéndose en el Partenón tiene que ser la pera limonera. Podían incluirlo en las guías turísticas.
Si es con chorro, aún mejor, claro.
Solo por disentir para estar de acuerdo…
…en lugar del Partenón prefiero el Panteón (de Agripa)…
… porque en lugar de la linea recta, prefiero la curva…
… porque, como decia Oscar Niemeyer, arquitecto lúcido, «o que me atrai é a curva livre e
sensual» «a curva é como uma mulher»…
… asi que, en lugar de una cadena mamatoria, prefiero una sola mujer y un halo de orgasmos a su alrededor, haciendo cola para volver a mostrarte sus curvas cada vez que se retuerce de placer.
Gran blog señor Abreu!
Llegados al punto de preferir , prefiero que me observen en el amanacer del cuerpo. Prefiero a quien se excita con la excitación ajena….mejor que un chorro. Prefiero a quien me enseña ….mejor que una cadena. Prefiero el chocolate y el vino tinto a algo que no deje huella.
» La vida es todo lo agradable que se lo permitas» No lo digo yo.
Gran descubrimiento
Pot favor, alguien que me diga donde puedo ver a la giganta correrse a chorros, viajo de Fl a Madrid o hasta El Parthenon si me dicen, Juan, preguntale si se embulla por favor….
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Coño Abreu, todos (al menos los hombres heterosexuales) preferimos ver a una mujer correrse que al Partenón, ya si me dices cuatro a la vez…
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